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Carnaval de zarzuela

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Jueves 27 de febrero, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII edición Festival de Teatro Lírico Español. «Doña Francisquita», “Versión libre” de Lluís Pasqual. Comedia lírica en tres actos, con música de Amadeo Vives Roig (1871-1932) y libreto de Federico Romero (1886-1976) y Guillermo Fernández-Shaw (1893-1965).

(Crítica para OperaWorld del viernes 28, con las fotos de Alfonso Suárez, y propias al finalizar la función, más el añadido de los siempre enriquecedores links, con la tipografía y colores que no siempre se puede utilizar)

El 29 de mayo de 2019 asistía en mi casa a la proyección en vivo (por las redes sociales) desde el Teatro de la Zarzuela a esta misma producción de «Doña Francisquita» que entonces rebauticé como Doña Paquita de Pascual al tratarse de una versión libre del escenógrafo catalán Lluís Pasqual (Reus, 1951), que entonces ya levantó polémica como si volviésemos la vista al pasado con tantas críticas por la revisión de títulos conocidos en todo el terreno lírico.

Tras casi cinco años de esta (re)visión de la centenaria zarzuela de Amadeo Vives, pude disfrutarla en vivo con la necesaria aportación del gran actor Gonzalo de Castro, querido en Asturias por aquella serie rodada en Lastres (Doctor Mateo) y que hace comprensiva esta actualización de “teatro dentro del teatro”, haciendo de productor y presentador respectivamente en cada acto, más la longeva Lucero Tena, leyenda viva de las castañuelas que ya estuviese en Madrid, Barcelona y Valencia, con decenas de “francisquitas” en sus manos, y que participó magistralmente en el conocido fandango, con el público que llenó el teatro, rendido a su arte con prolongada ovación solo cortada por el ramo de flores y ubicarla en una silla para presenciar al cuerpo de baile que lo hizo cual homenaje a la más querida de la noche.

Solo los textos cantados permanecen intactos, respetando tanto la música del gran maestro catalán como la letra del productivo tándem astur-gaditano (Romero y Fernández-Shaw), probablemente una de las más grandes obras de nuestro género lírico, mientras el libreto aparca y aparta la inspiración en «La discreta enamorada» (Lope de Vega) para revivirla con el otro catalán que nos muestra tres momentos de esta centenaria «Doña Francisquita» desde el mismo espíritu por reflejar personajes, modas y costumbres que habitaban Madrid durante tres épocas, revistiendo y transformando la acción como suele suceder en tantas versiones de otros títulos escénicos en la memoria de muchos, con menor o mayor acierto y gusto, siempre personal, y funcionando casi cual miniserie televisiva en tres capítulos, quedándonos con ganas de la siguiente temporada, y que como comentaba al inicio el productor, “sin diálogos como en la ópera”, por el coste de la grabación (no han cambiado los tiempos) y la simpática réplica de Milagros Martín, puede que haciendo de ella misma, siempre inconmensurable en todo, presumiendo en cada intervención de sus más de cuarenta francisquitas: “sin diálogos no se entiende” a lo que contestaba Gonzalo de Castro en el segundo acto televisivo: “para eso está Estudio 1”. Una miniserie de zarzuela dentro de la zarzuela ya metidos en las carnestolendas donde con el disfraz todo se permite.

Lluís Pasqual recalca en el programa de mano que su propuesta escénica está hecha desde la alegría que produce esta música “desde ese mundo de recuerdos felices repleto de emociones donde la zarzuela es la banda sonora de mi infancia”, y la de tantos aficionados. Pero también se trata de una propuesta reflexiva e innovadora (que Pasqual comentaba en el programa madrileño) para un auténtico clásico de la lírica española, señalando que «tal vez solo la música, evocadora y real al mismo tiempo, sea capaz de producir esos sentimientos» para disfrutar de ese  «espíritu de fiesta compartida» que titula para Oviedo, y que es el teatro lírico: un lugar de memoria de las artes y las emociones, algo que se dejó sentir en el Campoamor que agotó entradas para las dos únicas funciones, esperando aumenten para próximos festivales dado el éxito del actual.

Como reflejan las notas al programa madrileñas, «La joven Francisquita es sin duda uno de los personajes femeninos de zarzuela más reconocibles y populares. Por eso, como cada época recurre a sus clásicos para contemplarse en ellos, recurre a Doña Francisquita para admirar a esta muchacha enamorada, pero sagaz, que desde 1923 se pasea por los escenarios líricos (…) Y hace falta un grandísimo talento para mostrar, con la versatilidad que requieren cada una de las pasiones presentes en la obra, la inmensa paleta de colores que Vives nos ofrece en Doña Francisquita» y además el maestro catalán siempre componía para la voz pues decía que la zarzuela tenía que ser cantable. Fue Leonor Bonilla esa mujer a quien todos cortejan encarnando su rol con seguridad, gusto, buena proyección, matices cuidadísimos en todo el registro, siempre arropada por la cuidada dirección musical de Diego Martín-Etxebarría, y un gorgeo valiente como canta el ruiseñor.

Contrapunto valiente, timbre corpóreo y amplio incluso en el grave que obliga al cambio de voz pero totalmente creíble La Beltrana de Mónica Redondo, desparpajo y picaresca en la “Canción del Marabú” con la contestación a su altura del asturiano Juan Noval-Moro, un Cardona que arranca la zarzuela y va ganando en cada acto en presencia y buen cantar.

Importante interpretación del tenor argentino Santiago Ballerini como Fernando, color hermoso de tenor, volumen más que suficiente, mucha musicalidad, emociones de su infancia familiar porteña, buen empaste con sus compañeros y muy aplaudida la esperada romanza “Por el humo…” que fraseó en un tempo adecuado con la complicidad de un foso ideal.

Mención especial para la Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” que dirige acertadamente José Manuel San Emeterio pues el coro es otra pieza irreemplazable en esta zarzuela, y sus intervenciones estuvieron además de coreografiadas (salvo en el estático primer acto), presentes, seguras, afinadas, aportando tantos personajes mal llamados secundarios (como niñas, buhonera, naranjera, aguador o el sereno Sergey Zavalin en el tercer acto), y contagiándonos ese “Canto alegre de la juventud” más el famosísimo “Coro de románticos” que parecía poner la banda sonora a la proyección trasera de la primera película de 1934 (dirigida por Hans Behrendt) que llevó esta zarzuela al séptimo arte.

Si el coro es indispensable, la participación del cuerpo de baile (con coreografía de Nuria Castejón) hizo crecer aún más esta representación que tuvo una cincuentena larga de personas sobre el escenario, aportando color, ritmo, movimiento y buen hacer con el beneplácito de Lucero Tena quien tras su fandango aplaudió la repetición ya con las cinco parejas de bailarines.

Breves pero válidas intervenciones de Bárbara Fuentes como amiga de Aurora, del barítono malagueño Antonio Torres en el brusco Lorenzo, y aún menor el Don Matías de Enrique Baquerizo que desprovisto de diálogos no le perdieron dos frases bien timbradas y hasta el casi autobiográfico canto que “conserva energía”.

Oviedo Filarmonía fue la orquesta perfecta y segura en todas las secciones con primeros atriles contribuyendo a disfrutar de la maravillosa música de Vives. Siempre bien conducida y conocida por el maestro Martín-Etxebarría (quien dirigiese el pasado año «La Rosa del Azafrán» también comentada desde aquí), sonó compacta, bien balanceada, disfrutándola desde su introducción, siempre dejando escuchar las voces, y marcando bien la pulsación para ayudar al cuerpo de baile. Otro tanto la Orquesta langreana de plectro, un septeto con dos mandolinas, dos laúdes y tres guitarras impecables en ejecución y presencia en cada aparición, ajustada tanto en solitario como con la orquesta  donde el arpa de José Antonio Domené aportaría aún más colorido instrumental.

Como resumen y aprovechando las tres escenas de esta miniserie madrileña: estatismo casi total que frena la acción en la grabación discográfica de una radio republicana, que hace propaganda de nuestro género lírico cuya música no necesita traducción, y como recordaba el productor De Castro ya se pondrá en un libro que acompañe al disco.

Buena idea la plataforma giratoria del plató televisivo para las cámaras, con el control de realización y logrando movimiento real con figurantes y coro estáticos en la mazurca salvo los bailarines, así como la alusión al ministro Don Manuel (Fraga) en un directo televisado, puede que en UHF (y prometiendo llevar a El Pardo a Milagros Martín cual figura del momento), donde el público forma parte del mismo.

Y ensayo final sin trampas, con mucho movimiento por los coros, bailarines, Lucero Tena, el plano iluminando (Pascal Mérat siempre impecable) para los diálogos “suprimidos” con los protagonistas sobre una tarima elevada mientras al fondo la película de Behrendt era la vuelta al pasado desde nuestros tiempos de actualizaciones escénicas.

Público satisfecho por la música de Vives y el espíritu de fiesta que Lluís Pasqual, aplaudido al final tras tres horas de espectáculo, trajo a Oviedo como inicio de temporada y un Carnaval recuperado también para nuestro género, patrimonio de la humanidad.

FICHA:

Jueves 27 de febrero de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII edición Festival de Teatro Lírico Español. «Doña Francisquita», “Versión libre” de Lluís Pasqual. Comedia lírica en tres actos, con música de Amadeo Vives Roig (1871-1932) y libreto de Federico Romero (1886-1976) y Guillermo Fernández-Shaw (1893-1965). Estrenada el 17 de octubre de 1923 en el teatro Apolo de Madrid. Coproducción del Teatro de la Zarzuela, con el Gran Teatre del Liceu y la Ópera de Lausanne (2019). Premio Max a la Mejor Producción Lírica (2020).

Edición crítica de Miguel Roa. Ediciones Arteria Promociones Culturales, SRL. SGAE y Editores /ICCM, Madrid, 2005 (2ª edición).

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Diego Martín-Etxebarría – Dirección de escena: Lluís Pasqual – Dirección de la reposición: Leo Castaldi – Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar – Audiovisuales: Celeste Carrasco – Iluminador: Pascal Mérat – Coreografía: Nuria Castejón  Director del coro: José Manuel San Emeterio.

REPARTO PRINCIPAL:

Doña Francisquita: Leonor BonillaFernando: Santiago BalleriniAurora: Mónica RedondoCardona: Juan Noval-MoroDoña Francisca: Milagros MartínLorenzo Pérez: Antonio TorresDon Matías: Enrique BaquerizoIrene la de Pinto: Bárbara Fuentes.
Con la colaboración especial de Lucero Tena y Gonzalo de Castro.

Oviedo Filarmonía

Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo

Orquesta Langreana de plectro

FICHA COMPLETA

Schulz y Mieres

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Domingo 26 de enero, 12:00 horas. Auditorio Teodoro Cuesta, Mieres: Reivindicación y homenaje a Guillermo Schulz. Presentación de la 1ª Canción Minera Asturiana: «Reflexiones de un minero» (1844).

«El último domingo de enero, como hace 175 años» y en la antigua Escuela de Capataces de Mieres, se rendía un homenaje a su fundador Guillermo Schulz, un alemán afincado en nuestra tierra que tanto hizo por la Minería, la Geología y poniendo en el mapa mundial nuestra «Hermosa Villa de Mieres», con un acto de reivindicación de su figura pero también uniendo música y mina, organizado por el Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos de Minas y Energía del Principado de Asturias, cuyo decano-presidente José Augusto Suárez García haría de presentador y maestro de ceremonias.

Unos breves apuntes para presentarnos al ingeniero Guillermo Philip Daniel Schulz y Schweizer (6 de marzo de 1805, Dörnberg – 1 de agosto de 1877, Aranjuez) que en 1844 recorría Asturias  para documentarse siempre con abrigo por lo friolero que era, dando paso a la primera intervención musical de la mañana con nuestro emblemático Coro Minero de Turón dirigido por Rebeca Velasco, escuchando “Si yo fuera picador”, tonada asturiana cantada por Javier Toral Fernández, uno de sus componentes, primeras emociones matutinas antes del himno minero por antonomasia que es “Santa Bárbara bendita”.

La parte académica estaría a cargo de tres conferenciantes, todos miembros del RIDEA, comenzando por Carlos Luque Cabal, también gran conocedor del homenajeado Schulz, quien nos leería el discurso «Guillermo Schulz, gran artífice de la Geología de Asturias» preparado por su compañero en Hunosa y la Facultad de Geológicas Manuel Gutiérrez Claverol (quien por problemas de salud la noche anterior, se lo hizo llegar). Muchos apuntes de la biografía desde 1840 en que pide se cree la Escuela Capataces de Mieres que sería inaugurada en 1855, y teniendo como auténtica tarea pendiente entre ellos de corregir el apellido sin la «t» que solía figurar, pues lo correcto es Schulz y no Schulz, ya subsanada en Mieres o Gijón pero quedando pendiente Oviedo con sus calles y el cambio de ubicación del monumento desde la Plaza de Riego a la antigua Escuela de Ingenieros de Minas de la capital asturiana, que tras muchas polémicas al fin se trasladó al lugar «natural»  e histórico como es Mieres. También recordaría a nuestro ilustrado Jovellanos que en 1859 presentaba su informe sobre Minería y Náutica.

Tomaría el relevo en los discursos el profesor Luis Jesús Llaneza González con «Schulz y la Escuela de Capataces de Asturias», quien nos recordó los 175 años de un último domingo de enero que empezaban en Mieres los estudios para Capataz de Minas en el Palacio de Camposagrado -actual Instituto Bernaldo de Quirós–  que fundaría Schulz y donde ejerció la docencia el segundo conferenciante natural de Mieres y gran estudioso de nuestra historia local. Repetiría algunos datos de la biografía de Schulz y cómo en 1844 presentaba su proyecto de una «Escuela de práctica minera» como en Almadén, apostando no por Gijón sino por Mieres, y en el segundo semestre de 1853 se llevaba a efecto el centro escolar por la Real Orden de 1 de diciembre de 1853 con el establecimiento por múltiples razones en nuestra capital del concejo con el ingeniero Schulz al frente.

La doctora María Sanhuesa Fonseca traería la parte más interesante en cuanto a las relaciones de la música y la mina desde su contexto histórico musical antes de revivir el año 1844 con sus «Reflexiones de un minero (1844): el misterio de una partitura única», la probablemente primera canción minera que ocuparía esta última parte del acto dominical. No faltaron sus citas al “cante de las minas” de La Unión o Linares, pero también la temática minera desde la ópera El oro del Rin de Wagner o La Fanciulla del West (La chica del Oeste) de Puccini, que sonaría al final del acto, o las más cercanas en nuestra memoria como Antonio Molina con “Soy minero”, “El abuelo Víctor” de nuestro paisano o “Si yo fuera picador” que popularizaría El Presi y también abría esta sesión dominical, con mina y música siempre unidas.

Como Inspector 2º de Minas, Guillermo Schulz se marcharía a Madrid y la canción «Reflexiones de un minero« que nos ocupa sería un regalo de despedida de sus alumnos, una obra con letra de Juan Francisco Fernández Flores y música de Inocencio Fernández Castañeda, para voz y guitarra. La doctora Sanhuesa analizaría las sonoridades italianas muy del momento al sonarnos a ópera e incluso a los compositores españoles del momento, partitura muy difícil de ejecutar por los saltos y con una letra de cuatro estrofas (incluida en el programa de mano que dejo a continuación) del mismo autor de obras en asturiano como «La olla asturiana» (1874) o «Xuan y Bernalda» (1861) entre otras.

Más complicada sigue siendo la investigación de Inocencio Fernández Castañeda, músico no profesional y probablemente impulsor de esta partitura de la que solo existe un ejemplar conocido (en el Museo del pueblo de Asturias) donación del archivo de Gregorio Aurre e Ibargüengoitia, un ingeniero de minas con familia muy musical y unida a la minería, recordándonos a una de sus hijas, Amalia de Aurre y Prieto, que participa en un baile de carnaval del momento y además socia de la Sociedad Filarmónica ovetense, algunas de las pistas para esta enigmática y al menos curiosa partitura que se estrenaría en 1844 sin conocer dónde y quiénes la interpretaron.

Al menos pudimos viajar en el tiempo y escucharla con la guitarra de Manuel A. Paz, natural de Ujo, y el tenor polesu Juan Noval Moro, un reto a estas horas de la mañana para disfrutarla, aires de Rossini y de Donizetti muy acordes con su época, el acompañamiento de guitarra con las introducciones a cada estrofa y unas melodías plenamente líricas, puede que «retomando» pasajes de arias operísticas sin llegar a ser una «paráfrasis musical» pero dejándonos no sólo una magnífica interpretación del dúo con el excelente momento vocal de Juan Noval, siempre abierto a estos retos de recuperar nuestro patrimonio musical con el trabajo musicológico previo de María Sanhuesa.

Y ya que «la minería musical» o  «la música minera» estuvo presente a lo largo de esta mañana de domingo, nada mejor que finalizar con la pucciniana “Che la mi creda” de La Fanciulla del West con el piano de la  profesora mierense Natalia Lada Baragaño para un broche operístico con nuestro tenor más internacional  antes de la despedida y agradecimientos del alcalde Manuel Ángel Álvarez, colaborando en este evento para reivindicar la gran figura de Guillermo Schulz, una de las personalidades más importantes del siglo XIX para Asturias y para Mieres en particular y presentar esta canción minera inédita en un evento cultural y musical de marcado carácter minero.

El acto se cerraría con la entrega de obsequios por parte de los organizadores a los participantes en este homenaje que continuaría con un vermut dominical por una animada zona de vinos mierense donde comentar entre todos este hallazgo musical, con la figura de Guillermo Schulz entroncando la más pura tradición mierense: minera y musical.

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:

Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario a este nuevo año con rima fácil y poco educada aunque cause risa (como «caca, pedo, culo, pis»…).

Musicalmente, y a la vista de cómo sigue el mundo lleno de guerras, genocidios, odio y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música a ser posible en PAZ, FRATERNIDAD y AMOR como pidió Riccardo Muti el primero de año desde Viena, aunque sé que la SALUD es el mejor regalo en estos tiempos.

Sin necesidad de aniversarios (y en 2025 también tenemos varios para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas, chicos de hierro, «piedras» y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también una Escolanía -pues a la de Covadonga la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.

Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, también finalizado su contrato con la OCRTVE, así que aprovecho para pedirles «le den una orquesta» para este 2025 y siguientes, pese a que no le falta trabajo. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues seguimos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha, y que se acierte en el nombramiento de una gerencia que la ayude a seguir creciendo con su titular portugués (¡por favor que no nos lo lleven!).

Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles muchos conciertos para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando «desde casa», actuando solos, con otros ensembles, pero especialmente con «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo en cualquier día del año.

También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes y «emigrados» como Mario Bernardo o Martín García. Todos ellos, junto a Henar F. Clavel, están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será de nuevo mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2025.

Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (al menos que siga igual de fructíferoy Gabriel Ordás (en Manhattan formándose y trabajando en la distancia), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en otras cartas. Gracias señorías…

Y por mantener la ilusión, aunque como decía mi madre «parece que te hizo la boca un fraile», continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias porque acaban repitiéndolas más que el ajo.

Este año no pido nada para mis violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pero siguen trabajando y bien: Ignacio Rodríguez sigue emigrado en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA, creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.

Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2025 y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la soprano asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque esperemos mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor (como fue su gran protagonista de La Rosa del Azafrán), tras su esperada Mimí en Alicante y hace poco un Manojo madrileño a tope), por lo que les sigo pidiendo llevarla al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa pero debo recordarles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.

Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi recordada mamá me repetía aquello de «contra el vicio de pedir, la virtud de no dar»… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos (parece que se va logrando) sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.

A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan que existe la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que «los envíos» llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).

Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia allá por junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2024 en que cumplíamos seis años (esta vez la Lotería no tocó pero sí nuestros músicos que no pararon), esperando mantengan su Banda Sinfónica y agradecerles haber hecho un buen relevo de nuestro querido Antonio Cánovas (ya en su tierra murciana y dirigiendo la Banda de Águilas) con un prometedor e ilusionado Nando Castelló. Poder mantener el mismo nivel a lo largo de estos seis años y llevar su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos, es un deseo que se sigue cumpliendo y nuestros «13 Reyes» estrenados en la Folixa de Mieres triunfaron en Lorient, esperando ya el 31 de mayo para volver a disfrutarlo en el Auditorio de Oviedo con los «hermanos» de la Banda de Gaites «La Laguna del Torollu» e Iñaki Santianes comandando este proyecto que se hizo realidad. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.

A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces descansaría (no tiro fuegos artificiales por respeto a los perros…) pero ya ven que no está entre las peticiones musicales de este mi tercer curso fuera de ella. La LOMLOE o Ley Celáa sigue empeorando leyes anteriores (y recuerdo que iban ocho en 37 años) en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil (no pienso escribir nada de la mal llamada INTELIGENCIA ARTIFICIAL que parece un oximorón), aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.

Gracias señores majos y Magos (de donde vengan utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso). Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2025.

Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

La música enferma del Tristán

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Sabado 16 de marzo, 20:00 horas. 25 años de «Los Conciertos del Auditorio», Oviedo: Wagner: Tristan und Isolde (acto II en versión de concierto)Daniela Köhler, soprano (Isolda) – Corby Welch, tenor (Tristán) – Dorottya Láng, mezzosoprano (Brangäne) – Miklós Sebestyén, bajo (Rey Marke) – Juan Noval-Moro, tenor (Kurwenal / Melot), Düsseldorfer SymphonikerÁdám Fischer (director).

Las óperas en concierto no suelen funcionar, principalmente porque las voces por buenas que sean deben luchar con una orquesta detrás y no en el foso, más aún cuando se trata de Wagner y sus descomunales huestes sinfónicas que ni siquiera caben en nuestro Campoamor (lo que es una de las razones de su poca presencia en la temporada ovetense). Este sábado el ejército sinfónico alemán llegaba de Dusseldorf con su titular desde 2015 el gran Ádám Fischer (Budapest, 1949) a la batuta en una gira con parada en «La Viena Española» en la que hubiese preferido el programa de Haydn y Mahler antes que este segundo acto del Tristán al que Eduard Hanslick proclamó como «música enferma».

Si el musicólogo y crítico austríaco fue un defensor del arte puro, con la ópera entendida como el propio Wagner definió «obra de arte total» (Gesamtkunstwerk), la versión de concierto no funciona. La Düsseldorfer Symphoniker es una de las orquestas sinfónicas legendarias que venía mastodóntica (a partir de 8 contrabajos ya se imaginan la plantilla total, arpa incluida) y tan mahleriana como wagneriana con un Fischer al que aún recuerdo en 2013 con «La Pires» y sigue siendo uno de los grandes, con toda la música en una cabeza privilegiada como demostró este sábado. Pero el elenco vocal no puede gritar en una lucha de volúmenes, sólo salvada en los momentos escritos en piano, perdiéndose matices y toda la vehemencia que esta ópera exige. Sumemos que parte de los cantantes necesitaron partitura, otro  inconveniente que leyendo las notas al programa del musicólogo y crítico Alberto González Lapuente se entenderá mi razonamiento tras repasar al quinteto vocal.

Quiero comenzar por el tenor asturiano Juan Noval-Moro en los breves pero intensos Kurwenal y Melot, bien de volumen y color donde el grave ha ganado peso, seguro desde su primera aparición junto al rey Marke. Cosas de la historia lírica carbayona: en el Tristán de 2011 cantó otro asturiano como Jorge Rodríguez Norton en el rol de marinero y el tiempo le ha llevado a Bayreuth. Espero que el polesu siga con su trayectoria internacional donde parece más valorado que en su tierra.

Destacar personalmente al bajo-barítono húngaro Miklós Sebestyén que tiene una voz rotunda, redonda, de emisión perfecta y el único que mantuvo algo de escena, como el asturiano sin necesitar partitura, cómodo como Marke, melódico y expresivo sobreponiéndose sin problemas al tutti con el que finaliza su intervención del segundo acto.

Otra voz que me encantó fue la joven mezzo Dorottya Láng, otra voz  húngara que promete, aunque el lastre de la partitura le impidió brillar en su dúo inicial con Isolda, mejorando casi fuera de escena en la puerta izquierda con una proyección más amplia y sin la lucha fratricida por volúmenes. Un color ideal para esta Brangäne que deberá interiorizar para llevarla sobre las tablas si quiere seguir carrera en el templo wagneriano.

Faltó más musicalidad y entrega al Tristán del tenor norteamericano Corby Welch, un heldentenor algo «mermado» escénicamente por la atadura de la «necesaria» partitura delante, citando ahora a González Lapuente: «todo aquello que, en el dúo de amor, lleva a los dos amantes a fundirse en una entidad distinta, en una fogosidad que lleva a una pasión más supera la mera atracción, la del verdadero amor, la de la íntima armonía de las almas, la de esa unidad de los cuerpos que se confunde en un solo aliento, paradójicamente, en ‘un sentimiento químicamente puro’». No hubo contacto físico ni abrazos con Isolda, divorciados más que enamorados y separados con una línea de canto muy igual, gritando para intentar hacerse oír aunque afinado, pero no se puede tener al ejército detrás y cantar cómodo, así como morir más de una invisible lanza que de la esperada estocada.

Evidentemente la alemana Daniela Köhler demostró ser una soprano dramática ideal para su Isolda y en general para un Wagner que lleva interpretando apenas hace unos años atrás. Al menos intentó «dramatizar» y moverse en escena, con una potencia canora que por momentos recordaba la imagen tan wagneriana y distorsionada de las walkirias gritando para sobreponerse a la orquesta. El registro es amplio y homogéneo de color, con unos graves portentosos, un buen empaste tanto con Brangäne como con Tristán, pero que ni cerrando los ojos conseguí encontrar la química necesaria. Está claro que es una Isolda para las tablas pero faltó la emoción para creérmela.

Por supuesto que la Düsseldorfer Symphoniker es un «pedazo de orquesta» en todos los sentidos. La calidad de todas las secciones es impresionante, una cuerda capaz de unos pianissimi increíbles y mantener la presencia en los tutti «a toda pastilla» de unos metales seguros (hasta las trompas fuera de escena) y rotundos junto a una madera prodigiosa (despecialmente el clarinete bajo y la oboe), y un Ádám Fischer portentoso marcando todas las entradas, manejando una memoria juvenil y el talento de la madurez de un maestro entregado no ya a la lírica (donde sigue siendo referente) sino a las causas humanitarias como reflejaba en una entrevista para La Nueva España«La música en estos tiempos es un refugio, quiero despertar de la pesadilla de la guerra». Su amor por el de Leipzig es innegable («El mensaje de Wagner es universal para todas las generaciones: el deseo loco y la ambición por el dinero y el poder son veneno») y Fischer sacó de su orquesta todo lo mejor, la «oscuridad más clara» por Wagner imaginada, pero no puedo decir que en Oviedo mimase las voces: no hubo «la noche que se funde con el agua» en los canales del Palazzo Ca’ Vendramin Calergi del barrio o sestiere de Canareggio, hoy curiosamente Casino y Museo Wagner. Qué distinto hubiera sido la «Quinta de Mahler» con los de Düsseldorf y la Muerte en Venecia, pero al menos el dúo de amor de Tristán sigue provocando la misma emoción que la ciudad donde el propio compositor moría un 13 de febrero de 1883…

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario aunque el «bicho» del Covid siga entre nosotros conviviendo con la gripe habitual.
Musicalmente, y a la vista de cómo está el mundo lleno de odio, guerras, genocidios y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música posible, a ser posible en PAZ, aunque sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesidad de aniversarios (y en 2024 hay muchos para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga -que la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, y ya que se ha despedido de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le den una orquesta para este 2024 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, actuando solos, en otros ensembles, y especialmente en «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, a Martín García o Henar F. Clavel que están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2024 tras ir recuperando todos ellos fechas.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (que este pasado año sigue igual de fructíferoy Gabriel Ordás (que tambén se ha ido a USA para proseguir sus estudios), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en mi carta del 2023. Gracias señorías…
Y por mantener la ilusión, aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un fraile» (?), continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión en tiempos difíciles.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado aunque ahora en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2024 (el Año Puccini que debería celebrarse contando con su voz) y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista (con ganas de La Rosa del Azafrán), pues al fin le trajeron el año pasado su esperada Mimí en Alicante (donde le cambiaron hasta su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que vale ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2023 en que cumplíamos nuestro primer lustro (incluso con la Lotería que no les pedía tocase, porque ya lo hacían nuestros músicos, pero que les agradezco nos trajeran ¡una pedrea!), esperando mantengan su Banda Sinfónica y acertemos en el relevo de Antonio Cánovas (a quien le han traído destino en su tierra murciana y la dirección de la Banda de Águilas). Poder mantener el mismo nivel tras cinco años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi segundo curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 36 años),en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso), sin entrar en cabalgatas de las que no opino, y menos con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2024 olímpico y bisiesto.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Que me busquen en Triana

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Jueves 25 de mayo de 2023, 20:00 horas. Teatro Campoamor (Oviedo), XXX Festival de Teatro Lírico Español: «Entre Sevilla y Triana», sainete lírico en dos actos. Música de Pablo Sorozábal y libreto de Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor Pérez. Estrenado en el Teatro Circo Price de Madrid el 8 de abril de 1950. Producción del Teatro Campoamor, Teatro Arriaga, Teatro de la Maestranza y Teatros del Canal (2012). SGAE Editorial / ICCMU, 2012, Edición de Pablo Sorozábal Gómez.

Crítica para Ópera World del viernes 26, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y de Alfonso Suárez, y tipografía que a menudo la prensa no admite.
Tercer título de los cuatro programados en “La Viena Española” dentro de la trigésima edición del Festival de Teatro Lírico Español, que ya pide más de dos funciones ante el éxito de público, y auténtica Ruta de la Plata entre “Andalucía y Asturias”, casi como escribirían mi paisano Teodoro Cuesta junto a Diego Terrero hace más de un siglo.
Y es que el sainete «Entre Sevilla y Triana» de Pablo Sorozábal Mariezcurrena (San Sebastián, 1897 – Madrid 1988) une norte y sur en feliz compañía, esta vez por los muchos asturianos tan sevillanos como los que más sobre la escena, cercanos para un público que llenó y disfrutó de nuevo con esta producción de 2012 que volvía al Campoamor nueve años después antes de su paso por Madrid en enero del pasado año, regresando “a casa” este frío jueves de mayo.
Esta página del compositor donostiarra tiene mucha historia, como bien refleja el libro que Mario Lerena dedica a su teatro musical (Ed. arte textos, vol. 4, editado por la Universidad del País Vasco) con el subtítulo «Música, contexto y significado». De ella destaca un “acentuado andalucismo bastante tópico” recurriendo a las citas folklóricas con un libreto de Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor Pérez que explota lo costumbrista y melodramático de un argumento de lo más atrevido para entonces, como es el de una madre soltera. La partitura de Sorozábal recrea esa temática sevillana buscando lo comercial del momento en aquella España franquista que tanto hizo sufrir y condicionó al músico vasco, compitiendo con «La maravilla errante» (de Quintero, León y Quiroga) con Lola Flores y Manolo Caracol de figuras. Como dato histórico reflejar que «Entre Sevilla y Triana» fue su único trabajo premiado por instituciones públicas (obtuvo el Premio Nacional de Teatro “Ruperto Chapí” a la mejor obra lírica de la temporada 1949-50) aunque su compañía no lograse acceder nunca a subvenciones ni premios oficiales. Está claro que el éxito se mantiene 73 años después, y hasta la crítica del propio Sorozábal en la prensa madrileña de 1984 parece de ayer: «La música cuando mejor ha estado es cuando los Gobiernos no se han ocupado de ella…». Música con momentos brillantes musical y escénicamente, un espectáculo total de rica instrumentación que pudimos comprobar a una excelente Oviedo Filarmonía (OFil) dirigida por Jaume Santonja mimando en todo momento a las voces y subrayando los pasajes propios.
Hoy en día es difícil encontrar tan buenos actores y actrices que canten bien, tan buenas voces que mantengan una acción que respira la camaradería y ambiente de barrio que respiró el coliseo carbayón hoy sevillano hasta la médula. La pacense Carmen Solís volvía a ser la “Reyes” que ha hecho suya esta producción, natural en su línea de canto, vocalidad limpia y dramaturgia para esta “madre valiente” que desde la primera escena cautiva, la romanza final del primer acto llena de buen gusto y hasta el dúo con Fernando del segundo acto donde enamoró hasta la última fila por su color y entrega al papel, rematado por el final “El barco de mis quereres” sólo con la interrogante argumental y la seguridad de otra actuación de “La Reyes Solís”.
Si Reyes canta y actúa, la “Señá Patro” de Charo Reina fue la segunda corona de la función, sevillana por los cuatro costados derrochando no sólo el gracejo natural en ella sino una proyección vocal única más un cante que es genético a la vera del Guadalquivir, réplica cantada y hablada del más alto nivel.
La pareja de Micaela (Mayca Teba) y Angelillo (Ángel Ruiz) transmitió toda la gracia y química entre ambos, diálogos, dúos y hasta baile, completos en sus roles y siempre polifacéticos, hoy diríamos “animales escénicos”, ganándose al público por el buen hacer total.
Al tenor asturiano Juan Noval-Moro le tocó hacer de sevillano como José María, el antipático pretendiente de Reyes, que vocalmente resultó muy cercano y convincente para triunfar en lo alto del puente de Triana con su conocida romanza “Tu que sabes del cariño…?” bien arropado desde el foso en un cuadro “aislado” antes de la última escena, que si bien paró un poco la acción, fue plástica y musicalmente la mejor recompensa a un personaje no siempre agradecido en este sainete.
Llegó a buen puerto pero no recaló el Fernando del mexicano Germán Olvera al que no se le notó cómodo ya desde el inicio. Color vocal desigual en los diálogos pese a su potencia canora y presencia, tuvo momentos de afinación imprecisa como en la hermosa “¡Dios te salve, Sevilla…!” aunque mejor su romanza “Nadie sabe cómo empiezan estas cosas” del cuadro cuarto.
Destacables los actores y actrices asturianos, citando por lo menos al popular y televisivo Carlos Mesa como Señor Mariano, cantando y siendo tan trianero como el de la última cita, Sandro Cordero como Glosopeda o el simpático Mister Olden de Roca Suárez que “no se hizo el sueco” pero el acento no le delató; otra sevillana de casa Begoña Álvarez como Esperanza Morena, cupletista para el momento o Inma Rodríguez como Doña Benita, las tablas y la necesidad camaleónica de ser sevillanas en Asturias junto al resto de figurantes incluyendo a los niños de “Divertimento”, que dejo todos reflejados en el reparto.
Punto y aparte el cante y el toque, José Montoya Carpio, jerezano “jondo” hasta en su apodo, José “El Berenjeno” con Manuel Heredia a la guitarra pusieron la pureza y el “pellizco” en sus intervenciones, puente tras la habanera del cuadro segundo y auténtico cuadro flamenco con los “Tangos de Triana” que convirtió el Campoamor en un tablao, cante sentía y profundo con la guitarra más flamenca a este lado del Pajares, sobre todo con la “soleá”.
Hablaba antes de la Habanera y ahí estuvieron los marineros de la Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” que sonaron con el volumen y buen gusto cantábrico mecidos por una OFil con el capitán Santonja al timón, sumándose al pasodoble torero y náutico del cuarto cuadro “¡Me caso en la mar salada.!…” con Angelillo y Micaela redondeando una soberbia actuación.
Espectacular el cuadro de baile, dos bailarines de escuela en el cuadro (Luis Ortega y Christian Sandoval) y hermosísima estampa en espejo con Cristina Guadaño y Vianney Gómez de Ávila, arte gitano lleno de plasticidad gracias a la excelente coreografía de Antonio Perea, que hizo bailar a todos sobre el Tablao del Campoamor.
Y el espectáculo total lo fue gracias al genio de la escena, un Curro Carreres que siente esta producción suya de principio a fin, y así la hizo llegar a todos, con un vestuario de Jesús Ruiz (la modernidad de las “gitanas”) de la época donde transcurre la acción. Sigue vigente ese barco llegando a puerto, la Macarena en Triana y los pasajes del barrio más sevillano. Todo un detalle hacer salir para los aplausos finales a todo el equipo de técnicos, parte indispensable del engranaje que convirtió Oviedo en Sevilla.
Dejo para el final el texto (y la foto) de un azulejo que está en el Bar “Las Golondrinas” de Triana, con texto de Antonio Domínguez Fombella, un gijonés afincado en Sevilla y funcionario de la Junta, ahí colocado tras unir las aguas del Sella y del Guadalquivir en 1998:
Si me perdiese algún día
que me busquen en Triana,
no vayáis hacia mi Asturias,
tal vez allí, oigáis mi gaita,
suspirar tiernos recuerdos
en mágica resonancia.
Buscadme en los aledaños
de una taberna en Triana,
donde nuestro amigo Paco
tiene aroma de albahaca,
me da de beber buen vino
de humildad y templanza;
si me perdiese algún día,
allí encontraréis mi alma.
Ficha:
Teatro Campoamor (Oviedo), jueves 25 de mayo de 2023, 20:00 horas. XXX Festival de Teatro Lírico Español: «Entre Sevilla y Triana», sainete lírico en dos actos. Música de Pablo Sorozábal y libreto de Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor Pérez. Estrenado en el Teatro Circo Price de Madrid el 8 de abril de 1950. Producción del Teatro Campoamor, Teatro Arriaga, Teatro de la Maestranza y Teatros del Canal (2012). SGAE Editorial / ICCMU, 2012, Edición de Pablo Sorozábal Gómez.
Reparto:
FERNANDO: Germán Olvera – REYES: Carmen Solís – JOSÉ MARÍA: Juan Noval-Moro – ANGELILLO: Ángel Ruiz – MICAELA: Mayca Teba – CANTAOR: José “El Berenjena” – GUITARRISTA: Manuel Heredia – SEÑÁ PATRO: Charo Reina – GLOSOPEDA: Sandro Cordero – SEÑOR MARIANO: Carlos Mesa – ISIDORA: Carmen Gloria García– ESPERANZA MORENO: Begoña Álvarez – MISTER ÓLDEN: Roca Suárez – DOÑA BENITA: Inma Rodríguez – FLORISTA: María Fernández – ANTICUARIO: José Lauro Ranilla – LIMPIABOTAS: Lorenzo Roal – ALFARERO / VECINO: Cristhian Sandoval – VECINAS: Xana del Mar Tamara Norniella Aida Valladares Ana de Vega – BAILARINES FIGURANTES: Vianney Gómez de Ávila, Cristina Guadaño, Luis Ortega, Cristhian Sandoval – NIÑOS: Alumnado de la Escuela de Música Divertimento: Julián Avedilla, Sara Fernández, Guillermo Fernández, Dominique Marqués, Rodrigo Méndez.
DIRECCIÓN MUSICAL: Jaume Santonja – DIRECCIÓN DE ESCENA: Curro Carreres (AAPEE) – ESCENOGRAFÍA: Ricardo Sánchez Cuerda (AAPEE) – VESTUARIO: Jesús Ruiz – ILUMINACIÓN: Eduardo Bravo (AAI) – REPOSICIÓN DE ILUMINACIÓN: Sergio Torres (AAI) – COREOGRAFÍA: Antonio Perea – AYUDANTE DIRECCIÓN ESCENA: Rebeca Medina.
Orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL), Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”, coro residente del Festival de Teatro Lírico Español (dirección del coro: José Manuel San Emeterio Álvarez).

Dolores que son alegrías

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Jueves 27 de abril, 20:00 horas. Teatro Campoamor (Oviedo),  XXX Festival de Teatro Lírico Español: «La Dolores», drama lírico en tres actos. Música y libreto de Tomás Bretón (Salamanca, 1850 – Madrid, 1923), basado en el drama rural de José Feliú y Codina. Estrenado en el Teatro de la Zarzuela el 16 de marzo de 1895. Nueva producción del Teatro de la Zarzuela. Conmemoración del centenario del fallecimiento de Tomás Bretón (1923-2023). Edición crítica de Ángel Oliver Pina (Ediciones AUTOR / ICCMU, Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 1999).

Crítica para Ópera World del viernes 28 de abril, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y de Alfonso Suárez, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

Continúa en “La Viena Española” la trigésima edición del Festival de Teatro Lírico Español nada menos que conmemorando el centenario del fallecimiento del salmantino Tomás Bretón (1850-1923) y su ópera (o drama lírico) «La Dolores» con una producción a lo grande, como se merece, con aforo completo para las dos funciones que ya piden ampliarse, y muchas ganas de disfrutar este título tan poco representado del autor de «La Verbena de la Paloma».

Oviedo tiene un prestigio ganado que sólo admite obras de gran nivel pero apostando igualmente por recuperar nuestro patrimonio lírico. Y la producción llegada del teatro de la madrileña calle Jovellanos (que pudieron disfrutar en la capital a finales de enero y principios febrero) hubo de apretarse un poco para este espectáculo de primera con casi un centenar de artistas en escena más otros tantos músicos dentro y fuera de las tablas, sin reparar en nada: gran orquesta, banda de música, rondalla, amén de dos coros, adulto e infantil, junto a bailarines, acróbatas, gigantes y cabezudos, por lo que armar en el Campoamor semejante grandeza supongo serían los únicos “dolores” dado que el resultado fue una auténtica alegría, sumándole la presencia en los papeles principales de muchas voces conocidas de la tierra, todo ello comandado por el ovetense Óliver Díaz que domina toda la materia prima de este gran drama lírico de Bretón.

Casi tres horas de espectáculo a lo grande que fue creciendo como la propia partitura del salmantino, un preludio en cada acto que incluye la escenografía de Amelia Ochandiano con unas acrobacias especiales, bellísimas plásticamente (sobre todo en el onírico acto final), haciendo lucir aún más las partes instrumentales donde la Oviedo Filarmonía brilló con luz propia, manteniendo el poderío incluso en los concertantes que por momentos taparon las voces solistas, aunque también los hubiese de buen balance gracias igualmente a la potencia de algunas voces que sobresalieron por volumen, entrega y buen gusto según fue avanzando la representación.

La banda fuera de escena, dirigida por David Colado, también se lució encajando tímbrica y rítmicamente con el foso. La rondalla langreana quedó algo atrás en dinámicas aunque en la última jota pudimos disfrutar de unas bandurrias mucho más presentes, bien ajustadas desde el podio y empastadas con la orquesta.

La partitura de Bretón está llena de detalles wagnerianos, italianos y hasta franceses sin olvidar el aire español, cambios estilísticos que el maestro Díaz intentó subrayar y encajar, siendo probablemente el más completo la famosa jota Aragón la más preciosa del primer acto, con todas las voces “Grande(s) como el mismo sol” incluyendo una Capilla Polifónica que no tuvo mayores problemas con ella, volcándose en esta popular página, destacando el excelente cuerpo de baile donde las castañuelas mandaron y marcaron. Con todo sigue siendo el momento esperado, emocionante y tan aplaudido que se bisó desde el dúo de joteros.

Si la escena fue bien pensada acercándola a los años 50 con un vestuario acorde y los decorados adaptables a cada acto, esta ópera romántica necesita de voces sutiles, flexibles y capaces, exigentes por tesitura y expresión buscando jugar con los colores ante los “duelos” de barítonos o tenores que plantea esta magna ópera del compositor salmantino.

La soprano cubanoamericana Monica Conesa, debutante en Oviedo, fue una Dolores para recordar. De voz corpórea, homogénea con graves suficientes y agudos nunca excesivos manteniendo no ya el color sino la gran expresión de su personaje a lo largo de toda la obra, despuntó desde su seductora aparición en el primer acto, pasando por los desafiantes y enérgicos dúos con Melchor, hasta con los de Lázaro, el intimista “¡Vencida estoy por mi cruel destino!” de la novena escena del segundo acto, o ya en el tercero su aria “Tarde sentí cuitada…” y el dúo final. Expresiva, valiente, jugando con los registros para coquetear y enamorar a todos pero arreada como buena maña a quien la copla atormentará, al igual que al pueblo de Calatayud.

En este ambiente verista, el canario Jorge de León encarnó un Lázaro que comenzó incómodo por tesitura y terminó siendo de los más aplaudidos según fue entrando en calor, tanto en el “madrigal” del segundo acto como en el maravilloso dúo final “¡Dolores mía!” tan operístico, una pareja de voces dejándose la piel con un papel endiablado, que fue creciendo expresivamente desde unos agudos claros para este tenor valiente y arrebatador.

La joven mezzo asturiana María Heres debutaba en un papel principal sobre las tablas que lleva años pisando en el coro y comprimaria, por lo que su Gaspara resultó ideal para ella: segura en su línea de canto, buena proyección y dicción, escena bien trabajada y sobre todo un color de voz que redondea este personaje. De madrina de Lázaro en el segundo acto, creyente, además de eficiente mesonera al inicio y cómplice con Dolores en la escena cuarta del último acto (“¡Infame, infame sirvienta!”) o con su ahijado (“Mentira me parece… Lázaro… ven… soy yo!”), de una madurez fruto de mucho estudio, esperando más papeles como este para seguir viéndola crecer en el difícil mundo de la lírica.

Como casi siempre los villanos dan mucho juego argumental y por supuesto vocal, así que el Melchor del tarraconense Àngel Òdena volvió a triunfar con un rol de “malo y traidor” que le va como cuando canta: “así Dios me formó, cruel, violento”, sobrado de volumen pero amplio en matices, su color se diferenció por todo con Rojas y Patricio en este “duelo baritonal”, empastando con todas las voces, poderosos sus dúos con Dolores para redondear otra sobresaliente tarde en un Oviedo que le quiere.

Al asturiano David Menéndez le correspondió dar vida a un andaluz sargento Rojas con esa vis de acobardado cómico que le va muy bien; vocalmente fue mejorando desde el segundo acto con los esdrújulos casi rossinianos (“En cuanto de la música el paso doble escúchese…”), aunque no se le notase cómodo en un papel originario para bajo, y sonó convincente en sus recortados, por exigencias del guión, “Soldado valiente…” o la “Soleá”, saliendo corneado aunque a salvo.

Otro tanto del rico Patricio, un Gerardo Bullón siempre seguro en escena, armando un buen tándem con Rojas, cómica la escena de los regalos para Dolores, cerrando un trío de barítonos con mucho que cantar para diferenciarse dramática, vocal y expresivamente.

Excelente el tenor almeriense Juan de Dios Mateos como Celemín, de timbre bello y buena proyección vocal que le permitió mantenerse claro en todas sus intervenciones, siendo muy sentido en el tercer acto con Lázaro (“Pues solos un momento”).

No son las coplas la especialidad del asturiano Juan Noval-Moro ni las jotas de Bretón totalmente de Aragón. Algo tirante “en las alturas” y mejor a dúo con Celemín, en su última intervención “Si vas a Calatayud…” estuvo más cómodo y seguro.

Ya destaqué el excelente cuerpo de baile y a la Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” que algo desigual mantuvo el tipo en esta difícil ópera de Bretón, pero dejo para el final al Coro Infantil Escuela de Música “Divertimento” por su profesionalidad bajo la dirección de Cristina Langa. Es maravilloso cómo se desenvuelven en escena cantando tan natural, verdadera cantera coral asturiana que funciona a la perfección, toda una experiencia que no olvidarán nunca.

“Salud al noble pueblo de Calatayud” y larga vida a esta Dolores para que nos siga dando alegrías.

Ficha:

Teatro Campoamor (Oviedo), jueves 27 de abril de 2023, 20:00 horas. XXX Festival de Teatro Lírico Español: «La Dolores», drama lírico en tres actos. Música y libreto de Tomás Bretón (Salamanca, 1850 – Madrid, 1923), basado en el drama rural de José Feliú y Codina. Estrenado en el Teatro de la Zarzuela el 16 de marzo de 1895. Nueva producción del Teatro de la Zarzuela. Conmemoración del centenario del fallecimiento de Tomás Bretón (1923-2023). Edición crítica de Ángel Oliver Pina (Ediciones AUTOR / ICCMU, Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 1999).

Reparto:

DOLORES: Monica Conesa – LÁZARO: Jorge de León – MELCHOR: Àngel Ódena – GASPARA: María Heres – ROJAS: David Menéndez – CELEMÍN: Juan de Dios Mateos – PATRICIO: Gerardo Bullón – CANTADOR DE COPLAS: Juan Noval-Moro – HOMBRES: Adrián Begega, Sergey Zavalin – BAILARINES FIGURANTES: Miriam Abad, David Acero, Hugo Aguilar, Enrique Arias, Cynthia Cano, Elisa Díaz, José Molina, Concepción Mora, Daniel Morillo, Lucía Prada y Pablo Viña – ACRÓBATAS: Cleyra Membrilla, Giada Ottaviani y Myriam Rojo.

DIRECCIÓN MUSICAL: Óliver Díaz – DIRECCIÓN DE ESCENA: Amelia Ochandiano – ESCENOGRAFÍA: Ricardo Sánchez Cuerda (AAPEE) – VESTUARIO: Juan Gómez Cornejo (AAI) – COREOGRAFÍA: Miguel Ángel Berna – ASISTENTE DE DIRECCIÓN DE ESCENA: Ana Barceló – ASISTENTE DE DIRECCIÓN DE ILUMINACIÓN: David Hortelano – ASISTENTE DE COREOGRAFÍA: Estíbaliz Barroso – COORDINADOR DE ACROBACIAS: Roberto Gasca.

Orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL), Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”, coro residente del Festival de Teatro Lírico Español (dirección del coro: José Manuel San Emeterio Álvarez), Banda de Música “Ciudad de Oviedo” (dirección de la banda: David Colado), Coro Infantil Escuela de Música “Divertimento” (dirección de Cristina Langa), Rondalla de la “Orquesta Langreana de Plectro” (directora: Seila González).

Carta a SS.MM.

1 comentario

Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar definitivamente este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las aún cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible, aunque vuelvan las mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado manteniéndolas en el transporte público, hospitales o farmacias. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) más nuestros solistas, de los que tenemos un montón y ¡de primera! en mi querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide este año de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2023 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos, juntos y por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2023 tras irse recuperando todos ellos de un 2021 para olvidar.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos, tal como les había pedido en mi carta del 2022.
Gracias también por hacer que La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno se estrenase en esta temporada de los 75 años en Oviedo.
Y por mantener la ilusión aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un guardia» (?), continúo pidiendo a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado a Alemania y María Ovín en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúe el éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2023 y más. Además de darle de nuevo las gracias, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista, pues al fin le han traído para este año su esperada Mimí en Alicante (donde le han cambiado su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que valer ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que son universales.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2022. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque, ya lo hacen mis músicos) espero mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas al mismo nivel tras cuatro años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible (este pasado año ya estuvimos por tierras murcianas), con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi primer curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 35 años),en pos de una generación de ignorantes digitales, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben que los carburantes están tan caros como el pienso) sin entrar en cabalgatas que no opino, y menos las que se inventaron el año pasado como ¡estáticas! y con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días del año.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años.

Una dama asturiana y universal

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Martes 13 de septiembre, 19:30 horas. LXXV Temporada de la ópera de Oviedo: Teatro Campoamor. Segunda función: La Dama del Alba (Luis Vázquez del Fresno).

Reseña para Ópera World del miércoles 14 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

El pasado domingo, tal y como contamos desde aquí, tuvo lugar el estreno absoluto de la ópera del gijonés Luis Vázquez del Fresno (1948) «La dama del alba» basada en el “retablo” homónimo de Alejandro Casona (Besullo, 1903 – Madrid, 1965) y volvíamos al Teatro Campoamor para escuchar el resto del “doble reparto” igualmente muy trabajado, con algunos de ellos repitiendo este martes 13 en plenas Fiestas de San Mateo de la capital asturiana.

La ópera contemporánea ya suma otro título y, como en toda obra, siempre resulta bueno escucharla de nuevo, pues cada interpretación es única, irrepetible y personal pero también la recepción del público, que acudió igualmente ilusionado ante este acontecimiento histórico. Como canta Martín en el primer acto Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió, y esta segunda función personalmente me llenó incluso más que el estreno. Los motivos sobre los que trabaja el compositor se tararean al salir y partir de las notas de nuestro “se oye sonar una gaita” (también “sal a bailar buena moza”) crea melodías que pasan de unos personajes a otros, a la orquesta, trabajándose desde todos los lenguajes que Vázquez del Fresno vuelva en este “retablo musical”.

La escenografía comandada por el asturiano universal Emilio Sagi volvió a convencer y enamorar con su estilo inimitable (sobretelón, espejos…), buenos movimientos organizados por Bianco y la impresionante iluminación de Faura, sin olvidarme esta vez del vestuario de otra carbayona, Susana de Dios, engrandeciendo todo ello la magna partitura del compositor gijonés junto a una OSPA de gran plantilla (con piano, arpa, amplia percusión y hasta saxo) en las manos del avilesino Rubén Díez, verdadero conocedor y concertador de esta ópera, haciendo música en mayúscula tanto instrumentalmente en solitario, caso del inicio, como en el interludio del segundo acto tras el descanso (que marca el paso estacional del invierno al verano en la siempre mágica noche de San Juan), con sonoridades plenas y matizadas, como acompañando las voces, mimándolas ante las dificultades técnicas que supone cada intervención del elenco, coro y solistas, todos con registros extremos donde los graves resultan a veces imperceptibles ante una masa sinfónica siempre controlada desde el foso.

Del estreno dominical repetían en roles breves, pero intensos, la excelente y natural Dorina de la soprano tinerfeña Ruth González que mantiene ese color ideal para encabezar el trío infantil con los cantores de la ovetense Escuela de Música “Divertimento”, en esta función Rita García como Andrés y Carla Gutiérrez en el papel de Falín, pequeñas grandes profesionales; también el siempre seguro tenor sierense Juan Noval-Moro como Quico, nuevamente sobrado en volumen y gusto, más dos de los “pesos pesados” de esta ópera que merecen un aparte.

La Peregrina del contratenor donostiarra Mikel Uskola, algo más potente este martes y buenos cambios de registro aunque adoleciendo de mayor volumen para su protagonismo casi total (nos quedamos con las ganas de haberlo escuchado interpretado por el inicialmente “pensado” Carlos Mena), pero dejándonos dos dúos con el abuelo y Angélica de mucho calado emocional; el tenor uruguayo Santiago Vidal como el “viudo” y enamorado Martín, de nuevo entregado, con un timbre de color agradable y buenos agudos, destacando en el dúo de amor que tiene junto a Adela.

Los debutantes en esta segunda función, con más peso escénico y vocal, fueron el bajo malagueño Luis López Navarro (abuelo), rotundo y potente; la mezzo cántabro-asturiana Marina Pardo (Telva) convincente en toda la tesitura de graves poderosos, muy integrada con su personaje tan cercano a nuestra tierra; la soprano valenciana Maite Alberola (madre) que personalmente fue lo mejor de la velada por su gusto en el canto, variedad expresiva para un rol que la necesita, proyección clara, volumen suficiente en toda la gama de matices, siendo un acierto su elección para contrastar colores; la también soprano y malagueña Berna Perles (Adela), salvada de las aguas, que elevó la calidad del elenco para esta partitura, con un registro de voz corpórea en toda la extensión de su tesitura, brindándonos un emocionante dúo con Martín.

Destacable la breve pero intensa aparición de Angélica que cantó otra asturiana, la soprano María Zapata, con el dramatismo expresado desde el desgarro lógico del personaje, seguridad sobre la escena y dominio vocal para redondear el poderío femenino de esta ópera tan universal como asturiana.

Buena elección de las paletas vocales para cada personaje, defendidos todos y cada uno con entrega, solvencia y seguridad desde unos registros al límite, junto a una “cantilena” donde las “pocas notas” se van modulando sin apenas referencias desde el foso, lo que exige un lirismo común a todas ellas.
Volver a aplaudir el importantísimo papel del Coro Titular de la Ópera de Oviedo “CORO INTERMEZZO” dirigido por el ovetense Pablo Moras, hoy más presente fuera de la escena, con los ecos claros, intensidades bien equilibradas y, por supuesto una escena con la danza de San Juan que junto al final coral de apoteosis con todas las voces, resultó un final digno de esta obra de perfumes asturianos y universales.

Encontrar el equilibrio y la homogeneidad global de todos los que han estrenado con tanta calidad esta ópera de Vázquez del Fresno es un verdadero triunfo, aunque todavía haya público que se pierda lo mejor marchándose al descanso. Los aficionados disfrutaron y aplaudieron merecidamente esta segunda función, de nuevo con buena entrada, volviendo a citar lo escrito por Casona en la voz de Martín: “Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió”. Porque nada es igual, cada representación es única, así que volver a disfrutar «La dama del alba» un martes y trece no fue sino una verdadera suerte.

Ficha:

Teatro Campoamor, Oviedo, martes 13 de septiembre de 2022, 19:30 horas. 75 Temporada de Ópera Oviedo: segunda función “La Dama del Alba” (música de Luis Vázquez del Fresno y libreto inspirado en la obra de teatro homónima escrita por Alejandro Casona). Ópera en tres actos. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

Reparto:

PEREGRINA: Mikel Uskola; ABUELO: Luis López Navarro; TELVA: Marina Pardo; MADRE: Maite Alberola; ADELA: Berna Perles; MARTÍN: Santiago Vidal; ANGÉLICA: María Zapata; QUICO: Juan Noval-Moro; DORINA: Ruth González; ANDRÉS: Rita García*; FALÍN: Carla Gutiérrez*.
COMPOSITOR: Luis Vázquez del Fresno; DIRECCIÓN MUSICAL: Rubén Díez; DIRECCIÓN DE ESCENA: Emilio Sagi; DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Daniel Bianco; DISEÑO DE VESTUARIO: Susana de Dios; DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Albert Faura.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), Coro Titular de la Ópera de Oviedo “CORO INTERMEZZO” (dirección del coro: Pablo Moras); * Escuela de Música “Divertimento”.

Asturias ópera universal

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Domingo 11 de septiembre, 19:00 horas. LXXV Temporada de la ópera de Oviedo: Teatro Campoamor. Estreno mundial La Dama del Alba (Luis Vázquez del Fresno).

Reseña para Ópera World del lunes 12 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos, recortes de prensa y tipografía, cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

El gijonés Luis Vázquez del Fresno (1948) lleva media vida, con su ópera «La dama del alba» de la que los primeros esbozos datan de finales de los 80 (aunque fechada entre 1991 y 2003), que al fin se ha estrenado este domingo once de septiembre para inaugurar las Bodas de Platino de la Temporada de Ópera de Oviedo. Mi admirado Luis ha sido y sigue siendo no solo un docente y pianista de referencia sino también uno de nuestros compositores más activos y relevantes del panorama musical desde hace más de medio siglo, con repertorio y obras que abarcan prácticamente todos los géneros y estilos, desde la adaptación y asimilación de material folclórico hasta la música indeterminada. El libreto, también suyo, inspirado en la obra de teatro homónima del escritor asturiano Alejandro Rodríguez Álvarez, conocido como Alejandro Casona (Besullo, 1903 – Madrid, 1965), es un drama rural escrito en 1944 durante su exilio bonaerense y estrenado en la capital argentina el 3 de noviembre de ese año, nada menos que por Margarita Xirgu junto a Alberto Closas, Susana Canales y Amelia de la Torre, verdaderas figuras en la memoria de muchos de mi generación.
La obra teatral comienza «En un lugar de las Asturias de España. Sin tiempo» dejando claras las intenciones de Casona y del propio Vázquez del Fresno: el dónde para configurar un espacio dentro del imaginario colectivo pero no el cuándo que apenas importa, en cualquiera de nuestras «aldeas» pues Asturias siempre es inspiradora desde el exilio, sea físico o interior, con la lucha del amor como fuerza más poderosa que la muerte entre el vigor de la naturaleza que todo lo invade, energía y música vital contra el dolor y la acechanza de la parca seductora que no pierde vigencia en este “Paraíso Natural” además de atemporal, bien llevado a la escena por otro asturiano universal como Emilio Sagi en tándem con Daniel Bianco más la iluminación de Albert Faura, un auténtico acierto que encumbra este teatro cantado, conjunción de lo real y lo onírico en un bosque de robles otoñales y estivales, todo un éxito que arrancó grandes ovaciones.
La música del compositor no solo realza la prosa poética del dramaturgo de Cangas de Narcea, eliminando escenas y diálogos pero manteniendo lo esencial, siempre respetando los textos a base de motivos reconocibles y pegadizos cual leit motiv o idea fija desde sus años de formación parisina, evocando las notas de la melodía asturiana “sal a bailar buena moza” que encajan perfectamente en la letra que Casona pone en boca de sus personajes, también la orquesta, de plantilla amplia con gran percusión e incluyendo también piano, arpa o saxofón y hasta efectos sonoros, forma parte de la propia acción completando momentos de tensión o remanso con un estilo propio que bebe de todo tipo de recursos donde no falta un toque cinematográfico de musical. En este sentido la OSPA fue tan protagonista como las voces para una partitura realmente compleja y muy exigente para todos, especialmente para todo el elenco vocal que apenas tenía referencias, con tesituras extremas donde los graves no siempre resultaron suficientemente audibles pero que el maestro avilesino Rubén Díez siempre intentó mantener el equilibrio entre foso y escena, volcado en este estreno que puso a prueba cada intervención, destacando la obertura y un hermoso interludio del segundo acto muy aplaudido, que marcaba el cambio del invierno al verano tras las siete lunas.
De la parte vocal quiero comenzar destacando al coro titular dirigido por Pablo Moras, con mucha participación fuera de escena que supone un hándicap, contestando la acción como flotando, pero solventado con éxito y mucho ensayo previo, y no digamos su presencia protagonista como aldeanos en la Noche de San Juan o al final de la obra verdaderamente emocionante. Voces muy trabajadas y homogéneas junto a una escena que redondeó este estreno.
También importante el papel que desempeñan los niños: Ruth González como Dorina, con más protagonismo y un color natural perfecto para su rol, más Andrés y Falín cantados por Irene Gutiérrez y Gabriel Orrego de la Escuela «Divertimento», verdadera cantera infantil con una profesionalidad digna de admiración (aportando los dos repartos).
Lo más destacable de la ópera es el papel de la omnipresente muerte, “La Peregrina” que Vázquez del Fresno escribe para contratenor, una voz sugerente para la ambigüedad, de una carga dramática reflejada en su partitura con la que Mikel Uskola hubo de luchar toda la obra, especialmente en los graves poco audibles, pero compensado por los momentos de ternura como la escena con los niños. Inconmensurable su trabajo y entrega pese a su juventud, que se cura con los años, y la voz también.
Son los personajes femeninos sobre los que pivota el grueso de la acción aunque los masculinos sean el contrapunto necesario, elegidos todos en tesituras “clásicas” pero también por los distintos colores, comenzando por el abuelo de David Lagares con un peso escénico y vocal importante que el bajo onubense defendió con solvencia y buen cuerpo, el breve y efectivo Quico del tenor asturiano Juan Noval-Moro con volumen más que suficiente, y el complejo Martín del tenor uruguayo Santiago Vidal que fue de menos a más como su personaje, destacando su dúo con Adela de la escena undécima.
Las mujeres de aldea, duras, matriarcas, también tuvieron que bregar con registros no siempre cómodos y líneas de canto exigentes, luchadoras como sus personajes, comenzando con dos mezzos: la sufrida Telva de la bielorrusa y asturiana de adopción Marina Pinchuk que pasa del dolor por la pérdida de sus siete hijos en la mina (escenificados por robles) a la emoción con los niños o la complicidad con el ama y con Adela, bien reflejado en sus intervenciones; la apenada, esperanzada y finalmente convencida aunque dolorosa madre de Sandra Ferrández, papel menos agradecido pero lleno de matices con momentos de calidad y complicidad en sus dúos.
Y quedan las sopranos: Beatriz Díaz, la más internacional de las nuestras, encarnó a una Adela de tesituras extremas y no siempre agradecidas, poderosa en los agudos, pianos sobrecogedores, gusto en la escena con los niños, entrega total en el dúo con Martín y una línea de canto segura pese a unos graves demasiado exigentes, explotando su ya conocido potencial sobre escena; breve pero igualmente entregada e intensa la Angélica de la pacense Carmen Solís, desgarradora, plena de intensidad vocal y emocional, con color parecido a quien Martín la supliría en su corazón, otro acierto en la elección del elenco.
Estreno esperado de casi tres horas, con una primera parte algo lenta, como la espera de la parca que ahuyentó a parte del público, y la luminosa segunda donde fuimos reconociendo los motivos para llegar al final por todo lo alto con el Campoamor, de gala para este regalo de cumpleaños, aplaudiendo largamente esta ópera de nuestro tiempo y a todos los que hicieron posible esta “Dama de Luis” con un compositor feliz de ver cumplido un sueño. Y mi felicitación para la ópera ovetense por seguir programando obras actuales en la temporada de los 75 años.
El martes 13 asistiré, si nada lo impide, a la segunda función para escuchar y volver a disfrutar con esta obra de mi tiempo por voces de hoy para el futuro.
Ficha:
Teatro Campoamor, Oviedo, domingo 11 de septiembre de 2022, 19:00 horas. 75 Temporada de Ópera Oviedo: Estreno mundial “La Dama del Alba” (música de Luis Vázquez del Fresno con libreto inspirado en la obra de teatro homónima de Alejandro Casona). Ópera en tres actos. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.
Reparto:
PEREGRINA: Mikel Uskola; ABUELO: David Lagares; TELVA: Marina Pinchuk; MADRE: Sandra Ferrández; ADELA: Beatriz Díaz; MARTÍN: Santiago Vidal; ANGÉLICA: Carmen Solís; QUICO: Juan Noval-Moro; DORINA: Ruth González; ANDRÉS: Irene Gutiérrez*; FALÍN: Gabriel Orrego*.
COMPOSITOR: Luis Vázquez del Fresno; DIRECCIÓN MUSICAL: Rubén Díez; DIRECCIÓN DE ESCENA: Emilio Sagi; DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Daniel Bianco; DISEÑO DE VESTUARIO: Susana de Dios; DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Albert Faura.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), Coro Titular de la Ópera de Oviedo “CORO INTERMEZZO” (dirección del coro: Pablo Moras); *Escuela de Música “Divertimento”.

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