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Que no nos falte Puccini

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Martes 10 de octubre de 2023, 19:30 horas76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: segunda función de «Il tabarro» (1910) / «Gianni Schicchi» (1910), música de Giacomo Puccini. Entrada butaca: 139€. Fotos Miki López / Iván Martínez para Ópera de Oviedo, y propias.

Segunda función de la septuagésimo sexta temporada ovetense con el programa doble perteneciente a “Il trittico” de Giacomo Puccini (1858-1924), y esperando mejoría respecto a la «premiere» del pasado sábado (de la que escribí para ÓperaWorld©), volvía al Teatro Campoamor para seguir disfrutando del genio del compositor de Lucca, aunque siga echando de menos tener a “Suor Angelica” para redondear verdaderamente esta trilogía, y como siempre comprobando que el directo es irrepetible, único, con la esperanza de comprobar si había mejoría tras mis desiguales impresiones.
Evidentemente con el montaje ya rodado y supongo que por la confianza que se va ganando con las representaciones, este martes con menor temperatura exterior, un público que ni patea ni aplaude la alocución en asturiano antes del comienzo, bastante gente joven que seguramente no ha escuchado ninguna de las dos obras, todo fue a más respecto al sábado aunque siga habiendo carencias que espero puedan superarse, pero la impresión que diría en mis tiempos docentes es la de «mejora adecuadamente».
En esta segunda pude contemplar detalles que se me escaparon, y así el infierno del Sena parisino no solo me convenció con el agua delante y un juego de luces que tiene su importancia en la dramaturgia, también corroboró al excelente Michele del barítono José Antonio López que no solo mantuvo su excelente nivel del sábado sino que incluso escénicamente juega con ese papel de marido engañado, celoso y desconfiado. Voz poderosa e igual de claro con una orquesta algo más contenida que en la primera función, volviendo a bordar su atormentado personaje.
La Giorgetta de Beatriz Díaz sigue siendo un seguro de calidad y entrega, pues siempre digo que tiene la voz ideal para Puccini, y con este rol que completa un año con el genio de de Lucca, pienso que sigue siendo la única en poder cantar hoy en día la “trilogía pucciniana”. Su registro grave ha ganado volumen, y sus agudos llenos de tantos matices son más que suficientes, por lo que defendió su papel con solvencia y entrega, sin olvidarme del empaste ideal con el resto de voces, sobre todo con el Michele del barítono murciano.
Ana Ibarra como La Frugola volvió a convencer con una línea de canto sin aristas, una emisión clara y el volumen perfecto tanto en solitario como en los dúos y concertantes, con la pareja ideal del asturiano Miguel Ángel Zapater como Talpa, buena réplica a la pareja anterior.
A diferencia del sábado, el tenor de Bakú, Azer Zada al menos ganó algo en volumen y se mostró un poco más seguro, aunque sus agudos siguen siendo cortos y poco precisos, con la sensación calante más un color que no resulta bien para un de Luigi cercano al verismo. Escénicamente sigue siendo tosco pero supongo que bien orientado en la elección de roles y puliendo técnicamente sus carencias, al menos saldrá indemne de las críticas que en Oviedo no han sido lo que se dice buenas. Qué diferencia con Josep Fadó en el papel del borracho Tinca, volumen suficiente, emisión clara y entrega plena a un personaje que redondea los roles principales.
De nuevo cumplieron en este infierno el vendedor de canciones y enamorado (Facundo Muñoz) al que esta vez se le escuchó claro y preciso fuera de escena, así como la Enamorada Laura Brasó.
El Coro “Intermezzo” igualmente fuera, sonó suficiente, afinado y empastado, extrañándome no saludasen al final.
La homogeneidad de todo el reparto vocal, hecha la salvedad del azerbaiyano, ganó en esta segunda función, también con la ayuda de un foso más contenido en dinámicas por el maestro José Miguel Pérez-Sierra que sacó lo mejor de la Orquesta Oviedo Filarmonía, con buenas intervenciones de los primeros atriles para volver a disfrutar de la bellísima orquestación de Puccini corrigiendo los excesos sonoros en este tabardo de la primera parte.
Gianni Schicchi es el contraste necesario, paraíso y comedia tras el drama inicial y con la ambientación en las cloacas florentinas, de nuevo con el agua al frente, de ahí los personajes de Schicchi, Giorgetta, el doctor Spinelloccio, el notario Amantio di Nicolao y hasta los testigos con botas de agua que gracias a mi tocayo vasco se llaman katiuskas. Un retablo de las debilidades humanas personificando las ansías de poder y la hipocresía, con un movimiento sobre las tablas por momentos excesivo pero que causó más que sonrisas entre el público. Escenas por momentos histriónicas como el juego de Schicchi moviendo al difunto, la orquesta de jazz más un trío femenino cual «hermanas Fleta» usando un micrófono radiofónico de los años 40, en esta ópera muy coral del Puccini que compone estos retratos adorables de todos sus personajes.
Gianni Schicchi sacó a relucir la faceta cómica del protagonista, José Antonio López con peluquín y bigote postizos, sin aumento de nariz, dominando toda la escena desde su primera aparición con su hija, riqueza vocal incluso en los «falsetes» imitando al difunto Donati, siendo nuevamente el triunfador de esta dupla pucciniana.
Beatriz Díaz como la Lauretta enamorada de Rinuccio, pese al menor protagonismo, la conocida aria O mio babbino caro volvió a ser la única aplaudida en los dos títulos. Impresionante su gama dinámica, de proyección impecable y plenamente pucciniana además de una inconmensurable actriz (no me gusta el abuso del adjetivo «pizpireta» con el que se la suele describir, aunque ciertamente su papel en este Puccini sea «alegre, vivaz y algo coqueto»). Sus agudos sonaron no solo claros ante el inmenso sinfonismo del foso sino también «solidarios» con sus compañeros desde una emisión cristalina y poderosa que gana enteros en cada función.
De los cantantes que repetían los dos títulos, Ana Ibarra en un momento vocal perfecto como Zita, con un color que luce dentro de este «coral florentino», y otro tanto el Simone de Miguel Ángel Zapater pasando del rol oscuro inicial al «gioccoso» del paraíso final, redondo vocal y escénicamente, escanciando un culete en escena (un guiño de Paul-Émile Fourny a nuestra tierra). Y muy bien Josep Fadó junto a Laura Brasó en los roles de Gherardo y Nella respectivamente, que completaron un reparto muy homogéneo y compacto, donde de nuevo Azer Zada como Rinuccio bajó un poco el listón aunque vocalmente intentó desde sus escasos recursos brillar un poco más, pese a un color opaco y de agudos forzados y cortos.
El resto del elenco estuvo simpático, equilibrado, acertado en los conjuntos con otro valor de la cantera infantil de “Divertimento” el Gherardino hoy interpretado por Rodrigo Méndez junto a los siempre convincentes y muy queridos en el Campoamor Marina Pardo en el papel de La Ciesca, Carlos Daza, como Marco o Vicente Esteve Corbacho en su corto papel de doctor Spinelloccio.
No quiero dejarme tampoco las intervenciones breves de Mikel Zabala el notario Amantio di Nicolao con un latín bien cantado o los testigos Pinellino (José Manuel Álvarez) y Guccio (Pablo Joel de Bruine).
Musicalmente este martes el maestro José Miguel Pérez-Sierra sacó más detalles a  este Puccini  colorista, casi precursor de las bandas sonoras, con la Oviedo Filarmonía que sonando más precisa, compacta y entregada.
La segunda función sirvió para quitarme el mal sabor de boca sabatino y poder reflejar mis sensaciones algo más positivas y más fáciles de describir. Final feliz donde triunfó de nuevo la picaresca porque no nos puede faltar el humor… ni la música de Puccini.
FICHA:
Martes 10 de octubre de 2023, 19:30 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor:
«Il tabarro» (1910), música de Giacomo Puccini; libreto de Giuseppe Adami, basado en la obra “La houppelande” (1910) de Didier Gold. Ópera en un acto, estrenada en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el 14 de diciembre de 1918. Producción de la Opéra-Théâtre Eurométropole de Metz.
«Gianni Schicchi» (1910), música de Giacomo Puccini; libreto de Giovacchino Forzano, basado en el Canto XXX, 1.32 del “Inferno” de Dante (c. 1307-21). Ópera en un acto, estrenada en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el 14 de diciembre de 1918. Producción de la Opéra-Théâtre Eurométropole de Metz.
FICHA ARTÍSTICA:
”Il tabarro”
Michele: José Antonio López – Luigi: Azer Zada – Tinca: Josep Fadó -Talpa: Miguel Ángel Zapater – Giorgetta: Beatriz Díaz – La Frugola: Ana Ibarra – Vendedor de canciones, enamorado: Facundo Muñoz– Enamorada: Laura Brasó.
”Gianni Schicchi”
Gianni Schicchi: José Antonio López – Lauretta: Beatriz Díaz – Zita: Ana Ibarra – Rinuccio: Azer Zada – Gherardo: Josep Fadó – Nella: Laura Brasó – Gherardino: Rodrigo Méndez – Betto: Javier Povedano – Simone: Miguel Ángel Zapater – Marco: Carlos Daza – La Ciesca: Marina Pardo – Spinelloccio: Vicente Esteve Corbacho – Amantio di Nicolao: Mikel Zabala – Pinellino: José Manuel Álvarez – Guccio: Pablo Joel de Bruine.
Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra – Dirección de escena: Paul-Émile Fourny – Diseño de escenografía e iluminación: Patrick Méëus – Diseño de vestuario: Giovanna Fiorentini.
Orquesta Oviedo Filarmonía – Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), dirección del coro: Pablo Moras.

Del infierno al paraíso

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Sábado 7 de octubre de 2023, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Il tabarro» (1910) / «Gianni Schicchi» (1910), música de Giacomo Puccini.

Crítica para ÓperaWorld del domingo 8 con los añadidos de fotos (propias , de Iván Martínez para Ópera de Oviedo, y de las RRSS), links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

Segundo título de la septuagésimo sexta temporada ovetense con un programa doble perteneciente a “Il trittico” de Giacomo Puccini (1858-1924), y que solamente se han representado una ocasión en el Teatro Campoamor: “Gianni Schicchi” en 1966 e “Il tabarro” en 1980, quedándonos pendiente recuperar “Suor Angelica” para poder revivir el estreno neoyorquino al que Puccini no pudo asistir por la primera guerra mundial. Escucharlas juntas era una ocasión única de disfrutar nuevamente con el genio del compositor de Lucca en un año que nos parece preparar el próximo centenario de la muerte del último operista del pasado siglo, aunque sigue siendo de los compositores más programados en los coliseos de todo el mundo.
Hacia 1910, Puccini tuvo la idea de componer una trilogía siguiendo el “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso” de la «Divina Comedia» de Dante. Prescindiendo del “abolido” purgatorio nos quedan por un lado Il tabarro tenebroso y naturalista reflejando las terribles condiciones de vida de las clases bajas en París, la gran ciudad moderna, con la música de Puccini influida por el impresionismo francés, reflejando esa oscuridad y sordidez del libreto que finaliza con el horrible crimen consecuencia de la traición y el adulterio en un infierno también musical.
Y la segunda obra de este díptico asturiano, Gianni Schicchi inspirada en la “Commedia dell’arte”, comedia que ha pasado a formar parte de esta larga tradición de la literatura universal, con la familia del adinerado Buoso Donati, uno de los cinco ladrones florentinos que cita Dante, configurando un retablo de las debilidades humanas personificando las ansías de poder y la hipocresía, por las que no pasa el tiempo y donde Puccini consigue unos retratos adorables de sus personajes.
El infierno bien ambientado nos trajo un enorme Michele en la voz del barítono José Antonio López que mantuvo su excelente nivel, poderoso, convincente, de amplios matices y siempre claro incluso con la orquesta en “fortisimi”, bordando ese personaje atormentado en todas sus intervenciones; la Giorgetta de Beatriz Díaz en un rol que completa su propia “trilogía pucciniana” tuvo altibajos, registros graves donde perdió volumen pero que compensó con una proyección exquisita y el empaste ideal con el resto de voces, sobre todo con Michele, siendo una lástima no lograr la necesaria “réplica” de Luigi con un Azer Zada de escasa escena, agudos cortos que apenas llegaban a medio patio de butacas y poca matización. Convincente y cómoda La Frugola de Ana Ibarra, equilibrada y bien “contestada” escénicamente por el Talpa de Miguel Ángel Zapater que tampoco tuvo problemas con el Tinca de Josep Fadó. Cumplieron en este infierno tanto el vendedor de canciones y enamorado (Facundo Muñoz) como la breve Enamorada Laura Brasó. El Coro “Intermezzo” fuera de escena sonó preciso y suficiente, pero en general faltó homogeneidad en el reparto vocal con un foso de calidad al mando del maestro José Miguel Pérez-Sierra que cayó en la tentación de la grandiosidad orquestal de Puccini pecando precisamente en el exceso dinámico.
El paraíso llegó con el esperado Gianni Schicchi que de nuevo encumbró a José Antonio López mostrando escena, musicalidad, gracia, recursos, llevándole a ser el gran triunfador de esta dupla pucciniana. Mejor Beatriz Díaz como Lauretta, la única aplaudida tras su conocida aria “a papito”, actriz inconmensurable y siendo probablemente la única soprano capaz en estos momentos de interpretar “Il trittico” completo. También repitieron Ana Ibarra como Zita, igual o mejor que en el infierno, Simone de Miguel Ángel Zapater más redondo vocal y escénicamente o Josep Fadó con Laura Brasó en los roles de Gherardo y Nella respectivamente. Decepcionó de nuevo Azer Zada como Rinuccio, con las mismas carencias que su Luigi, quedándome con las ganas de poder disfrutar de un tenor más pucciniano. El resto del amplio y coral elenco estuvo no solo simpático sino bien equilibrado en los conjuntos. Destacar de la cantera infantil de “Divertimento” el Gherardino de Julián Avedillo y los siempre seguros en el Campoamor Carlos Daza, Marina Pardo o Vicente Esteve Corbacho.
Las dos producciones procedente de la Ópera de Metz resultaron adecuadas, incluso ayudaron al paraíso con una escena loca más cercana en el tiempo que en la Florencia dantesca porque los testamentos y sus disputas siguen siendo motivos de conflictos. Lograda la dirección de escena a cargo de Paul-Émile Fourny así como la escenografía e iluminación de Patrick Méëus. El vestuario diseñado por Giovanna Fiorentini sobrio en el infierno y más colorido para el paraíso dantesco. Musicalmente el maestro José Miguel Pérez-Sierra pudo sacar más partido a la Oviedo Filarmonía que no estuvo cómoda aunque sonase compacta.
Sin purgatorio y con final feliz donde la picaresca también triunfa, resultó un domingo pucciniano con dos horas pasando del infierno, incluso térmico, al paraíso que pecó desigual aunque sin penitencia porque la benevolencia también estuvo en Puccini.
FICHA:
Sábado 7 de octubre de 2023, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor:
«Il tabarro» (1910), música de Giacomo Puccini; libreto de Giuseppe Adami, basado en la obra “La houppelande” (1910) de Didier Gold. Ópera en un acto, estrenada en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el 14 de diciembre de 1918. Producción de la Opéra-Théâtre Eurométropole de Metz.
«Gianni Schicchi» (1910), música de Giacomo Puccini; libreto de Giovacchino Forzano, basado en el Canto XXX, 1.32 del “Inferno” de Dante (c. 1307-21). Ópera en un acto, estrenada en el Metropolitan Opera House de Nueva York, el 14 de diciembre de 1918. Producción de la Opéra-Théâtre Eurométropole de Metz.
FICHA ARTÍSTICA:
”Il tabarro”
Michele: José Antonio López – Luigi: Azer Zada – Tinca: Josep Fadó -Talpa: Miguel Ángel Zapater – Giorgetta: Beatriz Díaz – La Frugola: Ana Ibarra – Vendedor de canciones, enamorado: Facundo Muñoz– Enamorada: Laura Brasó.
”Gianni Schicchi”
Gianni Schicchi: José Antonio López – Lauretta: Beatriz Díaz – Zita: Ana Ibarra – Rinuccio: Azer Zada – Gherardo: Josep Fadó – Nella: Laura Brasó – Gherardino: Julián Avedillo – Betto: Javier Povedano – Simone: Miguel Ángel Zapater – Marco: Carlos Daza – La Ciesca: Marina Pardo – Spinelloccio: Vicente Esteve Corbacho – Amantio di Nicolao: Mikel Zabala – Pinellino: José Manuel Álvarez – Guccio: Pablo Joel de Bruine.
Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra – Dirección de escena: Paul-Émile Fourny – Diseño de escenografía e iluminación: Patrick Méëus – Diseño de vestuario: Giovanna Fiorentini.
Orquesta Oviedo Filarmonía – Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), dirección del coro: Pablo Moras.

Sangría, jamón y zarzuela «Off»

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Sábado 12 de febrero de 2022, 19:30 horas. Teatro Campoamor de Oviedo, XXIX Festival de Teatro Lírico Español, Oviedo: Off. Zarzuela, The Land of Joy (La tierra de la alegría) de Joaquín Valverde Sanjuán. Entrada butaca (con descuento para los abonados al Festival):  16 €.
Reseña para Opera World del domingo 13, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando muchos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

En Oviedo la ópera finaliza y da el relevo a la zarzuela que alcanza en este año su vigesimonovena edición, aunque con un título fuera del ciclo con representación única, supongo que de ahí lo de OFF Zarzuela, pues se trata de una revista u opereta angloespañola, que así se definía entonces, bilingüe y estrenada en Nueva York en 1917, rescatada y recuperada por la musicóloga Miriam Perandones. En su momento supuso todo un reto aunar la llamada música ligera en la que Quinito Valverde era una figura reconocida además de digno heredero de su padre Joaquín Valverde Durán, con las melodías del gusto americano que tanto nos recuerdan los musicales de Broadway donde también sería representada esta «Tierra de la alegría» que viajaría con éxito por Europa antes de saltar el charco.

Buena idea de promocionar nuestra España con todos los tópicos del momento, toros y flamenco, folklore y zarzuela todo en uno para una campaña turística que hubiese firmado el mismísimo Fraga Iribarne unos lustros después, añadiendo jamón rancio y sangría con vino barato. Difícil trasladar de época este «pastiche» de números musicales bien orquestados por Borja Mariño y con un trío lírico de altura que sólo pudo defender sus intervenciones con la máxima dignidad, al igual que el coro de mujeres de la «Capilla Polifónica» o la propia Oviedo Filarmonía con Pérez-Sierra al mando.

La adaptación del libreto resultó sin gracia, histrionismo contagioso por parte de Alberto Frías cual López Vázquez, los Ozores o el «landismo» de los últimos años de dictadura fuera de toda la actualidad o renovación buscada, si bien la idea primigenia era «reírse de los tópicos». Salvo el final del aclamado, mediático y popular Rodrigo Cuevas interpretándose a sí mismo, el más aplaudido de un trío de cantantes con textos hablados que no encajaban ni pegaban con los cantados en un intento de dar cohesión a una trama pobre en «decorados». Las proyecciones de collages variados (desde Curro Jiménez o El Quijote, hasta un caducado y descolorido jamón más un Arguiñano que en los 60 debería estar de «pinche de cocina«) no sirvieron para suplirlos, ni tampoco contribuyeron a dar empaque un atrezzo hecho sobre la marcha y una ¿puesta en escena? donde hasta las chicas resultaban perdidas con unos movimientos poco acompasados, aunque defendiendo bien tanto su primer número de «taquimecanógrafas» como la socorrida corrida de toros sevillana en una Feria de Abril con este frío carnavalesco, números cantados con mascarilla,  Con todo, la música siga siendo la mejor terapia y así debíamos entender esta «tierra de alegrías» que no fue pareja entre lo visto y lo escuchado, echando a perder una oportunidad de rescatar del olvido unas partituras que probablemente volverán al cajón.

Una lástima tener a tres voces que brillaron más en los «números ingleses», apropiados a sus tesituras, pues los españoles mantenían unos registros tan extremos que no quiero imaginarme cómo sonarían hace más de cien años. Cantados por Beatriz Díaz, de nuevo completa actoral y vocalmente, pero encasillándola en unos papeles que no le hacen justicia; otro tanto de Marina Pardo, lidiando con un rol poco agradecido para su color, y David Menéndez, al que llamaban Bogart cuando la trama era la del cafetero Cluny que así figuraba en el programa, soportando las morcillas literales o unos «Clavelitos» que no eran el hit de la tuna sino un nuevo intento de risa fácil.

El «espanglish» ya trasnochado (chechan of chan) tampoco resultó simpático para esta sociedad actual, y la provocación llegaría con Rodrigo Cuevas, el único amplificado del reparto, cuya «Serafina» fue de cuplé drag-queen que parte del público que llenaría el Campoamor, esperaba como fin de fiesta. No importaron los bien cantados dúos de Díaz y Menéndez (There’s A Chapter) o el buen hacer de Pardo, tampoco los esfuerzos femeninos del coro y la ilusión de tres de ellas en su minuto de gloria. Tampoco la sonoridad cercana y cuidada de la orquesta titular del festival, sin Lucas Macías pero con José Miguel Pérez-Sierra, máxima profesionalidad en todos ellos para defender lo indefendible en una hora y media de espectáculo. Todo parecía encaminarse al espectáculo final, verdadero reclamo del autodenominado «agitador folclórico», buena publicidad de la agencia del embaucador Alberto Albert para un mal montaje que echó por tierra toda la campaña prevista en el guión, aunque los «guiris» sigan eligiendo España de destino turístico, olvidando que no solo tenemos sangría y jamón, con la zarzuela mal empleada como banda sonora.

Ficha:

Teatro Campoamor de Oviedo, sábado 12 de febrero de 2022, 20:00 horas. The Land of Joy (La tierra de la alegría). Música: Joaquín Valverde Sanjuán. Libreto: Eulogio Velasco, José F. Elizondo y Ruth Boyd Ober. Revista angloespañola en dos actos y un prólogo, estrenada en el Park Theatre de Nueva York el 31 de octubre de 1917, recuperada por Miriam Perandones LozanoSalma YerBeatriz Díaz. Lola RubioMarina Pardo. David Cluny / H. BogartDavid Menéndez. Alberto AlbertAlberto Frías. Rodrigo «El Adivino» / Lola MontielRodrigo Cuevas. Dirección musical, José Miguel Pérez-SierraOviedo Filarmonía. Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Dirección del coro, José Manuel San Emeterio. Dirección de escena, Bárbara Lluch. Arreglos musicales, Borja Mariño. Adaptación del libreto, Susana Gómez. Vestuario, Clara Peluffo. Diseño de iluminación, David Hortelano.

Maruxa de Urquiola

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Jueves 21 de febrero, 20:00 horas. Oviedo, Teatro Campoamor, XXVI Festival de Teatro Lírico Español: Maruxa (Amadeo Vives).
Oviedo quiere zarzuela y el público respondió con un lleno donde los pateos iniciales ya repugnan un poco, aunque pierden intensidad en esta «Maruja» de chapapote, gris, incómoda y floja, pero en absoluto pastoril.

Expectación para este inicio de temporada con la producción de Paco Azorín ya estrenada en Madrid y ahora en la segunda capital lírica española, con revisión musical de Miquel Ortega, y un elenco desigual donde lo más destacable fue la Oviedo Filarmonía bajo la batuta de José Miguel Pérez-Sierra y el Pablo de Rodrigo Esteves, inconmensurable, potente, dominador de la escena y un placer escuchar a este barítono ya asentado en el panorama lírico español.

Evolución imparable la del tenor asturiano Jorge Rodríguez-Norton como Antonio, pues supone sacarlo de los roles cómicos para poder escucharlo en un papel con más enjundia, perfecto de emisión cuya voz va tomando cuerpo, puesto que su musicalidad es innata y siempre triunfa en casa.

Reconociendo las dificultades de una partitura endiablada para los personajes femeninos, con registros extremos, especialmente los graves, y si además la orquesta mantiene unas dinámicas concertísticas algo excesivas, tanto la Maruxa de Carmen Romeu, debutante en el rol, como Svetla Krasteva en el papel de Rosa, cantado también en Madrid, tuvieron que emplearse con más técnica que dulzura, mayor peso dramático el de la búlgara que puso el gusto en su línea de canto aunque faltase una diferenciación de colores en las sopranos que hubiese facilitado mayor empaste. Ambas demostraron volúmenes amplios y agudos seguros siempre con un esfuerzo vocal encomiable. Pese a todo el cuarteto solista luchó por sacar adelante sus intervenciones a pesar de las incomodidades como el plano inclinado de la mesa, los humos que se meten por la garganta o trozos de pizarra en el suelo que supongo dificultan la posición necesaria para cantar.

Inaudible, desafortunado en afinación, bajo sin cuerpo y carente de gracia el Rufo de Miguel Zabala, lástima porque es un personaje querido e importante en esta «gallegada» del maestro Vives que los de mi edad asociamos a José María Prada con el Golondrón (¡Ganapanes! ¡atrevidos!) en aquellas zarzuelas de película emitidas por televisión en blanco y negro (después supimos que había color) con voces legendarias como la dirigida por Juan de Orduña.

Simplemente cumplieron los «comprimarios» del coro Yolanda Secades (Eulalia) con Jorge Rodríguez en vez de Cristóbal Blanco (zagal fuera de escena) junto a una Capilla Polifónica (dirigida por Pablo Moras) que en el inicio entre bastidores se quedó ahí para centrarse algo más en el segundo acto y nuevamente escenificando lo imposible para dar credibilidad a una ambientación por lo menos extraña donde la romería se convierte en marea humana de voluntarios ecológicos.

Quiero destacar la plasticidad y belleza de María Cabeza de Vaca como Galicia sobre todo en el preludio inicial y la breve pero segura gaita de Vicente Prado «El Pravianu» con una muñeira en la bolsa al lado del escenario, redondeando una buena instrumentación de la veinteañera OFil que rindió al máximo, disfutándola en el preludio del segundo acto. Por su parte Pérez-Sierra nunca mimó las voces y las dinámicas fueron en contra de ellas, con un gesto amplio que instintivamente tiende al «forte» para dejar unas romanzas oscuras (como toda la función).

Mención aparte la escenografía que obvia el alegre verde para traer el chapapote del Urquiola, peor que el Prestige y todo más español, con apariciones desde el patio de butacas o en la escalera de acceso al escenario que visualmente ayuda pero cantar es otra cosa. Y no digamos de la mesa de juntas inclinada, diría que peligrosa incluso cuando se iza en un efecto de hundimiento logrado o cual rueda de prensa tras la catástrofe. El efecto del humo ya lo he comentado, y no suelo poner muchos reparos excepto cuando se entorpece el trabajo vocal. Quedan bien los poemas de Rosalía de Castro en la voz de María Pujalte, aunque suponga un calderón improcedente para la orquesta en el preludio del segundo acto; hay momentos visualmente impactantes pero oscurecer literalmente esta página gallega no actualiza un libreto ligero, exigente vocalmente y donde debe primar la música. Perdono la piel de oveja, la «iluminación» de Pedro Yagüe y el vídeo de Pedro Chamizo que ayuda a comprender el ambiente de astillero, incluso el vestuario sobrio de Anna Güell, monos blancos aparte. Lástima que el resultado final resultase gris plomizo para la música de Amadeo Vives.

Viernes sinfónico de Musika-Música

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Viaje de apenas 3 horas entre Mieres y Bilbao, con tiempo suficiente para guardar el coche, coger los paraguas y pasar por el cajero detrás de las taquillas del Euskalduna recogiendo nuestras 20 entradas para los 10 conciertos que nos esperaban en este maratón musical que es Musika-Música, este año con el lema «Puente para románticos«. La elección y encaje horario resultaron difíciles pero mayoritariamente apostamos por las orquestas y música de cámara muy concreta, sin olvidarnos de los conservatorios… sacando las entradas por Internet, sin coste adicional, el mismo día de su salida a la venta el pasado 18 de febrero.

Y a diferencia de otros años, esta vez el Auditorio tenía las localidades numeradas, por lo que las colas para acceder a los conciertos, salvo los gratuitos, eran menores, aunque también tiene su gracia conocer a otros melómanos en estas esperas para buscar la mejor butaca en las distintas salas, con muchos franceses como es habitual, y una excepcional organización aunque este año los conciertos comenzaron todos con retraso, trabajo impresionante de todos con una amabilidad marca de la casa.

Viernes 4 de marzo, 19:30 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 2, Euskadiko Orkestra Sinfonikoa, José Miguel Pérez Sierra (director). Obras de Wagner y R. Strauss. Entrada: 10’90 €.
Buen inicio de nuestra programación con el Preludio y muerte de Isolda del «Tristán e Isolda» wagneriano con una orquesta que llenó el auditorio, gran formación con Pérez Sierra que apostó por demostrar la gran calidad de estos músicos con una amplia gama dinámica algo contenida y secciones bien equilibradas. Momentos íntimos frente a la explosión anímica que nos dejó saborear la peculiar escritura e instrumentación del primer Ricardo de la noche, porque aún quedaba el segundo, Strauss con su impresionante Muerte y transfiguración, poema sinfónico op. 24.
Verdadera implosión como ruptura hacia dentro en oposición a la explosión wagneriana, favorecida por una orquesta potente en número y calidad, especialmente la cuerda que consiguió el equilibrio de unos metales en estado de gracia, todo con una dirección clara de gesto e ideas a cargo del joven director madrileño a lo largo de los cuatro números donde prima el tiempo contenido pero la expresividad es contagiosa dentro de la intrincada escritura del alemán.

Viernes 4 de marzo, 21:00 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 3, Orquesta Ciudad de GranadaGiancarlo Andretta (director):
F. Schubert: Sinfonía nº 9 en do mayor «La Grande» D. 944. Entrada: 10’90 €.
La elección del repertorio es básica para la plantilla habitual de una orquesta, evitando «tirar» de refuerzos para afrontar obras que a todos nos gustan pero que pueden engañar al público no habitual. La orquesta de cámara granadina OCG con un Andretta vitalista que lleva a su formación «de la mano» supo aprovechar estos recursos con maestría, trompas excelentemente afinadas y empastadas, madera clara y lírica, cuerda de terciopelo capaz de alcanzar todos los matices sin perder presencia, todo lo que hace «Grande» a maestro, orquesta y sinfonía. El espíritu clásico vienés bien entendido en cada movimiento, creciendo en intensidad anímica y tiempos, destacando los dos últimos Allegro vivace del Scherzo y Finale para seguir admirando la magna obra de Schubert como compañero de viaje de Bethoven en ese puente hacia el romanticismo. Un placer escuchar cada sección sin merma alguna de dinámicas, todos entregados a esta sinfonía en su estado puro y como flotando el espíritu de Harnoncourt que ya dejó huella en la historia de la música pero personal y especialmente en Schubert.

Aún hubo tiempo de unas cañas con sus correspondientes pinchos antes de acostarse, que el sábado se preveía largo y había que descansar.