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Un Rigoletto pasado por agua

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Domingo 14 de diciembre de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. G. Verdi (1813-1901): «Rigoletto». Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

(Crítica para Ópera World del lunes 15 de diciembre, con el añadido de los enlaces siempre enriquecedores, tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar, y las fotos de Iván Martínez más alguna propia)

Cuarto título de la LXXVIII Temporada (para cerrar 2025 antes de la «Carmen» que la clausurará ya en 2026) de este clásico como es el «Rigoletto» considerado popular dentro de la “trilogía verdiana” que regresaba al Teatro Campoamor tras el de 2016-2017, con lluviosos aires asturianos y un trío protagonista que cojeó por donde menos esperábamos, aunque los aficionados de esta segunda función aplaudieron la trigésimo segunda vez que se escuchaba esta ópera, contando además con el mismo Duque de la última.

Si en la primera función del pasado viernes hubo tormenta y pateos, al menos este segunda de domingo quedó en un chaparrón sin escándalos, y con padre e hija (Petti y Nowakowski) triunfando sobre Il Duca Albelo que no lució como hubiéramos deseado tras las más de 250 representaciones sumadas con este personaje que, para quienes ya peinamos canas, seguiremos asociándolo a Don Alfredo Kraus desde aquel septiembre de 1981 que perdurará para siempre en nuestra memoria.

El diseño de Ricardo Sánchez Cuerda con la escena de la ovetense Susana Gómez son un reciclaje, pues no están los presupuestos para dilapidarlos, aunque si se prefiere es un ‘regreso al proyecto iniciado con el «Hamlet» de 2022’, como así lo presenta la asturiana en el libreto de este título, que además titula “Sigue la tormenta” para disipar cualquier duda. Dos facetas (El Duque de Mantua actual y el Príncipe danés de entonces) con “un proyecto conceptual único en el que se muestra la realidad de un hombre que, al querer tomar la justicia por su mano, termina devorado por la máscara que construye para restituir el orden justo”, máscara de la deformidad de la que el protagonista se despoja varias veces sin apenas cojear, y donde el inocente acaba siendo víctima de sus intentos de reparación de los desajustes sociales, por otra parte muy actual siglo y medio después del estreno en La Fenice veneciana.

Reconozco que el tratamiento escenográfico sigue resultando eficaz aunque algo incorrecto, con mínimos cambios, caso del vídeo de Rubén Ráyen como teatro de sombras inicial junto a las nebulosas tras el telón, o la figura inquietante que se repetiría como evocación de la amenaza del Conde de Monterone, principio y fin del drama. Pero el efecto de la lluvia (supongo nada cómoda para Rigoletto y Gilda) al rebotar en el plástico produce un ruido que según comentó  el público de la primera función, fue aún mayor por la sonora tromba de agua -casi tanto como los abucheos- que este domingo “cerraron el grifo” antes para evitar males mayores, o al menos no calarse hasta los tuétanos. Y tampoco se utilizó el efecto de recoger en la trampilla del suelo las telas finales que conforman la casa de Los Monterone, sí usada para el rapto de la protagonista con su padre engañado.

Sobre el resto de la escena, los cuadros de los tres actos resultaron más abstractos y con espacios sin perfilar (mejor imaginárselos conociendo el original de Victor Hugo), salvo la casa transparente de Rigoletto, utilizando los planos inclinados que siempre suponen tensión tanto para la acción como para el canto, destacando las luces de Félix Garma, relámpagos incluidos, o los truenos fuera de escena (como la banda interna).

No me gustó nada el vestuario de Gabriela Salaverri que pese a los distintos colores, muy terrosos, mezcla pelucas dieciochescas con trajes de diseño (?), o una orgía sin mujeres, claro que escribe Susana que no hay lugar para ellas, pues “están escondidas (…) en un mundo de hombres y en el que solo los hombres tienen un lugar. Las mujeres habitan en los márgenes (…)”, travistiendo cual Drag-Queens al personal masculino (el Coro Intermezzo siempre seguro y matizado además de coreografiado por Olimpia Oyonarte) en un entorno de brillos muy sesenteros con redondos sillones amarillos para la fiesta en el salón de baile inicial donde tampoco faltarían los abanicos.

Y si la escena no gusta, siempre nos queda la opción de cerrar los ojos y escuchar la música de Verdi que llena y realza todo argumento. El maestro carbayón Oliver Díaz es ya un consumado director que conoce muy bien el foso para ayudar siempre a los cantantes, y esta vez volvió a demostrarlo al frente de la OSPA que volvió a dejarnos una sonoridad compacta, de altura y calidad ya desde la obertura, con primeros atriles que sonaron como alter ego de los protagonistas, desde el oboe al chelo en los momentos más destacables de esta ópera.

Si Gilda es el eslabón más frágil de una cadena perversa donde se suceden traiciones, engaños y fechorías, Alexandra Nowakowski, soprano estadounidense de origen polaco, supuso el mejor nexo y engarce para los otros dos (el tinerfeño Celso Albelo y el salernitano Ernesto Petti), brillando desde su primera aparición. Su textura de lírico-ligera con un color vocal sugerente, cálida pero también carnosa, siempre bien afinada y de fiato impresionante con matices extremos, con una afinación impoluta junto a una proyección que llenaba todo el teatro, así como un excelente empaste en los dúos sin olvidarme del cuarteto “Bella figlia della’amore” junto a Rigoletto ubicados en el lado opuesto y “ganando” en presencia vocal a Il Duca y Maddalena, resultó la auténtica triunfadora de la tarde-noche. Cada intervención iría aumentando su entrega, desde el dúo “Tutte le feste al tempio” hasta la esperada y famosa aria  “Caro nome” sensible, tan arrebatadora como los aplausos del público, virtuosismo vocal donde mostrar el dominio de todos los recursos técnicos que lo fueron hasta su agonía final en brazos de su padre con una dramaturgia que creció como su personaje, un verdadero disfrute escénico vocal y actoral.

No se quedó atrás Ernesto Petti en un Rigoletto a tener en cuenta. De amplio registro y enorme expresividad, despojándose de su joroba en los momentos donde reflejar su verdadera personalidad encerrada en el bufón, pero sin la cojera que pareció evitar para lograr el mayor equilibrio, en el amplio sentido de la expresión. Si se me permite el juego de palabras, cargó sobre sus espaldas toda la dramaturgia de la obra, desde las escenas de potencia y volumen hasta los más delicados y expresivos. Sus arias de barítono dramático “Cortigiani, vil raza dannata” maldiciendo a quienes deshonran a su hija, “Piangi, piangi, fanciulla” y el desesperado “Si, vendetta, tremenda vendetta” junto a Gilda (donde juran venganza contra el Duque) estuvieron llenas de intensidad y patetismo, siendo de lo más aplaudido y dejándonos un gran sabor de boca.

Celso Albelo debutó su Duca precisamente en Oviedo, y no ha parado de llevarlo por medio mundo, pero este frío domingo no se le notó cómodo pese al dominio del personaje que ya ha interiorizado. Tampoco brilló su timbre que parecía “tomado” ya desde su primer aria “Questa o quella” donde me pareció cansado vocalmente, cortando las frases, respirando donde no suele, con unos piani nunca bien delineados y forzando unos agudos, que sí dio pero al límite de volumen. Por momentos me sonó incluso “calante” como en “La donna è mobile” evidenciando la cojera del trío protagonista, aunque el público asturiano le quiere y perdona estos detalles, pero personalmente me llevé una decepción con el tenor tinerfeño.

Queda comentar al resto del elenco con algunas voces debutantes que indico en la ficha técnica. El bajo trevisano Roberto Scandiuzzi encarnó un Sparafucile consistente por la profundidad y rotundidad de su voz, aportando el carácter que corresponde a su personaje. La mezzo crevillentina Sandra Ferrández mantiene un timbre central redondo y sigue demostrando sus cualidades de actriz, donde los “hermanos” conformaron un excelente dúo junto al buen empaste y química mostrada por Maddalena con El Duque.

De los barítonos, breve y no muy afortunado estuvo el veronés Gianfranco Montresor como El conde de Monterone, algo tapado por la orquesta y forzando los agudos; el venezolano Ángel Simón como Conde de Ceprano y ujier sigue creciendo escénicamente gracias a un buen nivel vocal; mientras el Marullo del ferrolano Gabriel Alonso no lució como de él esperaba, mostrando un color poco adecuado y unos agudos “apretados”.

Para finalizar me queda citar al tenor murciano Francisco Cruz que mostró sus facultades vocales en un Matteo Borsa presente y suficiente, a la soprano berciana Nerea González dotada de una voz interesante con buenos agudos y defendiendo sus breves papeles de La condesa de Ceprano y Giovanna. Por último me encanta comprobar cómo hay cantera lírica en Asturias, y así la joven soprano gijonesa Teresa de Albéniz debutaba con el partiquino del paje, tras su rodaje en la compañía musical infantil, y residente en la ópera ovetense “La Federica”. Segura sobre las tablas, con maestras de quienes seguir creciendo y donde mirarse, el próximo mes de enero interpretará la adaptación de «Carmen» paralela a la que cierra temporada.

Como dice el refranero “Después de la tormenta viene la calma”, tras un período difícil o de adversidad, siempre llega un momento de paz y tranquilidad, ofreciendo esperanza y optimismo para superar los problemas, un mensaje de resiliencia que sugiere cómo las dificultades son temporales y la calma es inevitable, a menudo fortaleciéndonos en el proceso. En tiempos convulsos la música es la mejor terapia y aprovecho para desear todo lo mejor en el año venidero.

FICHA:

Domingo 14 de diciembre de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. G. Verdi (1813-1901): «Rigoletto», melodrama en tres actos, con libreto Francesco Maria Piave, basado en la obra de teatro “Le Roi s’amuse”  (1832) de Victor Hugo. Estrenado en el  Teatro de La Fenice de Venecia, el 11 de marzo de 1851. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Óliver Díaz – Dirección de escena: Susana Gómez – Diseño de escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda – Diseño de vestuario: Gabriela Salaverri – Diseño de iluminación: Félix Garma – Vídeo: Rubén Ráyen – Dirección del coro: Pablo Moras.

REPARTO:

El Duque de Mantua: Celso Albelo (tenor) – Rigoletto: Ernesto Petti (barítono) – Gilda: Alexandra Nowakowski (soprano) – Sparafucile: Roberto Scandiuzzi (bajo) – Maddalena: Sandra Ferrández (mezzosoprano) – El Conde de Monterone: Gianfranco Montresor (barítono) – Marullo: Gabriel Alonso (barítono)* – Matteo Borsa: Francisco Cruz (tenor)* – El conde de Ceprano / Ujier: Ángel Simón (barítono) – La condesa de Ceprano / Giovanna: Nerea González (soprano)* – Paje: Teresa Rodríguez García de Albéniz (soprano)*.

Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)

Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo)

Banda interna (Banda de Música Ciudad de Oviedo)

* Debutante en la Ópera de Oviedo

Orlando curioso

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Miércoles 19 de noviembre de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. A. Vivaldi (1678-1741): «Orlando Furioso» RV 728.

(Crítica para Ópera World del viernes 21 de noviembre, con el añadido de los enlaces siempre enriquecedores, tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar, y las fotos de Iván Martínez más alguna propia)

La Ópera de Oviedo volvió a demostrar en esta LXXVIII Temporada que su política de programación no teme los riesgos. Si el curso pasado recuperaba «Arabella», ahora traía al Campoamor, por primera vez en su historia, uno de los títulos más celebrados —y durante siglos más olvidados— de Antonio Vivaldi: «Orlando furioso», ópera estrenada en 1727 y hoy todavía infrecuente en los grandes teatros. La apuesta, valiente y culturalmente necesaria, certifica la voluntad de la institución ovetense de abrir su temporada a repertorios menos transitados, ampliando horizontes para su público, aunque el carbayón no estuvo lo que se dice entusiasmado pese a la buena entrada en esta tercera representación, pues al descanso se vaciaron butacas y al final del segundo acto, pese a la advertencia de ser una pausa técnica rogando no abandonar los asientos, se obvió por otra parte del respetable, puede ser también por el horario que nos llevaría hasta casi las once de la noche y seguro había de administrarse algún medicamento.

Como nos recordaba el musicólogo Ramón Sobrino Cortizo en la conferencia previa del pasado día 11, Vivaldi abre una puerta a la magia y la locura de Orlando, y ”la partitura es un auténtico festín para los cantantes, que pueden mostrar su virtuosismo”, recordándonos que Il prete rosso compuso más de 800 obras, de las cuales 51 son óperas siendo Orlando una de las más brillantes, por su fuerza musical, su rigor dramático y su riqueza emocional. A partir de la obra de Ludovico Ariosto (1532) Vivaldi compone una joya donde los celos, la magia y la locura se entrelazan en una trama ambientada en la isla encantada de Alpina, con los amores cruzados de Orlando, Angélica, Medoro, Ruggiero y Bradamante enfrentándose a los hechizos y trampas de la maga. «El héroe Orlando es una figura que atraviesa la historia literaria europea, desde la ‘Chanson de Roland’ medieval hasta la ‘Divina Comedia’ de Dante», señaló Sobrino Cortizo.

Vivaldi compone aquí un continuo de recitativos y arias da capo que exige a los intérpretes virtuosismo, variedad expresiva y un control absoluto del estilo, un esfuerzo físico que ahuyenta a grandes voces de este periodo de la historia lírica. El entramado vocal que subió al escenario del Campoamor —con predominio de voces femeninas y un único timbre viril real, el Astolfo de San Martín— lo confirma: todas las tesituras avanzaron por una partitura ardua, plena de agilidades, cambios de afecto y amplios saltos interválicos. A este mapa vocal se sumó la acústica propia del teatro, que permitió comprobar cómo ciertas voces se proyectaban mejor cuando la escena las situaba en posiciones delanteras, y especialmente al lado derecho del escenario (que la gran Montserrat Caballé siempre elegía en tiempos de menor importancia en la escena), un fenómeno que no siempre coincidió con las necesidades dramáticas.

Aarón Zapico, profundo conocedor del repertorio barroco, planteó una lectura contrastada y teatral desde la Sinfonía u obertura inicial, con tempi vivos y mucha atención al color. En las funciones anteriores hubo comentarios y críticas sobre el desequilibrio recurrente entre el foso y las voces, si bien en esta tercera fue menor, al menos desde mi fila 12. En los tutti, especialmente en el primer acto, el empuje de la Oviedo Filarmonía, solvente y poco habituada a este repertorio, demostró su ductilidad en todos los estilos, esta vez con un continuo que brilló siempre (David Palanca al clave, Guillermo L. Cañal al chelo y Pablo Zapico a la tiorba) desde un trabajo ejemplar que aportó armazón expresiva y claridad retórica, junto a la cuerda guiada por Jorge Jiménez, otro referente en este estilo, que nos dejaron momentos de sonoridad luminosa para una plantilla personalmente algo numerosa por las dinámicas empleadas.

El elenco reunió mayoritariamente debutantes en la temporada ovetense, lo que añadió un punto extra de riesgo aunque al ser la tercera de las cuatro funciones se avanzó en seguridad. El contratenor Arnaud Gluck (Ruggiero) fue, para buena parte del público y crítica, el triunfador vocal de este miércoles, muy aplaudido en sus intervenciones solistas, y a quien recordamos en el espíritu del «Dido y Eneas» de hace un año dentro de los Conciertos del Auditorio. De voz delicada y lírica, encontró en la instrumentación más liviana de sus arias el espacio ideal para ornamentaciones elegantes y un fraseo de enorme sensibilidad, especialmente en las dos arias lentas a las que aportó esa languidez de su rol: Sol da te, mio dolce amor del acto primero (escena duodécima) con la flauta magistral de Mercedes Schmidt, y Pianger, sin che l’onda del pianto del segundo acto con el chelo del continuo.

La soprano vizcaína Jone Martínez (Angélica) se impuso como la voz de mejor proyección y timbre bello. Técnica segura, coloraturas impecables y un trabajo actoral que reforzó la dimensión afectiva del personaje. En muchos pasajes, su Angélica eclipsó al propio Orlando.La mezzo chilena Evelyn Ramírez (Orlando) firmó un personaje complejo con un timbre oscuro y homogéneo, algo corto en volumen en la zona grave, yendo de menos a más, que en su tercer acto mostró mayor resolución y autoridad dramática con unas coloraturas ya nítidas. No es una “contralto con calzones” pero sí tiene gran capacidad expresiva para su color de voz, además de una innegable preparación física para poder cantar encaramándose a la cueva, aunque se perdiese algo de proyección por esa ubicación.

Segunda mezzo, Shakèd Bar (Alcina) aportando solidez, volumen y un punto de crueldad escénica bien administrado, resolviendo con credibilidad las exigencias del rol pleno de ornamentos virtuosísticos, con otro color para poder diferenciarse dentro del póquer en esta cuerda donde las contraltos escasean.

La tercera sería Serena Pérez (Medoro). La asturiana ofreció una línea elegante y un fraseo refinado en una tesitura incómoda, aunque la orquesta la cubrió en algún momento pero siempre de voz redonda y madurando poco a poco con un trabajo en evolución constante.

Finalmente la griega Maria Zoi (Bradamante) con el barítono madrileño César San Martín (Astolfo) enfrentaron sus respectivas dificultades con desigual resultado. Ella, superada por volumen y algún recitativo desafinado; él, más cómodo a medida que avanzaba la función, con un tercer acto mejor resuelto, aportando la única voz grave del elenco.

El Coro Intermezzo que prepara Pablo Moras, volvió a mostrar su solidez habitual, preciso y empastado en sus breves intervenciones desde el foso, con volumen y buen gusto.

Volver a destacar en esta función el papel de los seis bailarines que acompañan la escena y dejaron cuadros de bella factura y plasticidad, así como los figurantes.

De la puesta en escena, estética, simbólica y estática por momentos. La propuesta de Fabio Ceresa, con escenografía de Massimo Checchetto, opta por elementos mínimos pero de fuerte impacto visual donde pasamos del cielo a los abismos: un puente articulado que une cielo y mar, donde pescar y lanzar la red que captura peces o estrellas; dos escalinatas y una gran luna central que mira desde arriba, giratoria que también hace las veces de trono de Alcina al volverse casi venera de la Primavera boticelliana, con colores sólidos excepto en el último acto.

No faltaron filtros de amor ni cueva. La disposición, simétrica y de gran plasticidad, compone cuadros vistosos aunque resta espacio de movimiento, generando cierto estatismo en algunos pasajes, si bien el inmenso hipogrifo (magistralmente manejado) se convirtió en un protagonista más. El vestuario de Giuseppe Palella y Elisa Cobello —rico, fantasioso, lleno de pedrería y de códigos cromáticos que distinguen mundos y hechizos— resultó uno de los mayores aciertos de la producción, sumándose la iluminación de Fabio Barettin para modular atmósferas y afectos mediante colores cálidos y fríos, completando un universo visual coherente y atractivo, tanto en los fondos como en la paleta utilizada en la concha, pues la fantasmagoría es fundamental para el juego de colores del propio texto de Ariosto, y como dice Ceresa en el libreto de este título, “todo está permitido en Orlando Furioso porque (…) es un mundo hecho de metáforas”.

Puedo concluir que este Orlando era un riesgo necesario y una apuesta valiente. Escuchar Vivaldi escenificado sigue siendo un acontecimiento y Oviedo apostó con audacia aunque el resultado no alcanzó la categoría de gran éxito, pero al menos marcó un paso adelante en la normalización del repertorio barroco dentro de la programación española. La función dejó contradicciones —estilísticas, acústicas y de equilibrio—, pero también momentos de bellísima musicalidad, voces emergentes de gran interés y una puesta en escena que supo iluminar el imaginario fantástico del libreto de Braccioli. Una noche irregular pero estimulante, que confirma que la ópera crece cuando se atreve.

FICHA:

Miércoles 19 de noviembre de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. A. Vivaldi (1678-1741): «Orlando Furioso» RV 728, “Drama per musica” en tres actos, con libreto de Grazio Braccioli, basado en el poema épico “Orlando furioso” (1516) de Ludovico Ariosto. Estrenado en el Teatro Sant’Angelo de Venecia, el 10 de noviembre de 1727. Coproducción de la Fondazione Teatro La Fenice y el Festival della Valle d’Itria di Martina Franca. Edición musical: Lina Manrique.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Aarón Zapico – Dirección de escena: Fabio Ceresa – Diseño de escenografía: Massimo Checchetto – Diseño de vestuario: Giuseppe Palella – Diseño de iluminación: Fabio Baréin – Dirección del coro: Pablo Moras – Maestra repetidora: Anna Crexells.

REPARTO:

Orlando: Evelyn Ramírez (mezzosoprano)* – Angelica: Jone Martínez (soprano)* – Alcina: Shakèd Bar (mezzosoprano)* – Bradamante: Maria Zoi (mezzosoprano)* – Medoro: Serena Pérez (mezzosoprano) – Ruggiero: Arnaud Gluck (contratenor)* – Astolfo: César San Martín (barítono).

Orquesta Oviedo Filarmonía

Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo)

* Debutante en la Ópera de Oviedo

Plácido Domingo 40 años después

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Plácido Domingo regresa a Oviedo después de 40 años para ofrecer una Gala extraordinaria junto a Sabina Puértolas, Ismael Jordi, Oliver Díaz y la OFIL

Cuarenta años después de su última actuación en Oviedo, el legendario artista y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Plácido Domingo, regresa a la ciudad el próximo 10 de enero para protagonizar una Gala extraordinaria en el Auditorio Príncipe Felipe.

El concierto, que cuenta con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo y el patrocinio de Riesco Abogados y Grupo Resnova, reunirá además en el escenario a la soprano Sabina Puértolas y el tenor Ismael Jordi, bajo la dirección del maestro Oliver Díaz al frente de la Orquesta Oviedo Filarmonía

En palabras del propio artista, “regresar a Oviedo después de tantos años, me produce una gran emoción. Esta ciudad ocupa un lugar muy especial en mí y me trae recuerdos memorables de los inicios de mi trayectoria artística en España. Estoy feliz de volver en este momento de mi vida”, ha señalado Plácido Domingo.

El programa, especialmente seleccionado para la ocasión, recorrerá algunos de los momentos más emblemáticos del repertorio operístico y sinfónico, combinando la fuerza de las grandes arias con la complicidad de los dúos y la elegancia de las obras orquestales. La presencia de Sabina Puértolas e Ismael Jordi, dos de las voces más destacadas del panorama lírico español, completa el cartel de lujo de esta producción que contará con la dirección musical del maestro Oliver Díaz, uno de los más reconocidos de su generación.

Las entradas estarán disponibles a partir de este jueves 20 de noviembre en la taquilla del Teatro Campoamor y en la web entradas.oviedo.es.

Precio localidades: Butaca de Patio 89 € – Anfiteatro 79 €.

La Fundación Municipal de Cultura señala que, con este evento, Oviedo vuelve a situarse en el centro del mapa lírico internacional, reafirmando su compromiso con la excelencia artística y la celebración de la música como patrimonio vivo.

Felices 80 Maestro Christie

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Jueves 6 de noviembre, 19:30 horas. Conciertos del Auditorio: Les Arts Florissants, Le Jardin des Voix (ganadores de la 12ª edición), William Christie (director). Marc-Antoine Charpentier: «Les arts florissants», H 487, ópera o “idylle en musique”; «La descente d’Orphée aux enfers», H 488, ópera inspirada en las Metamorfosis de Ovidio. Óperas en versión semiescénica.

(Crítica para Ópera World del viernes 8 de noviembre, con el añadido de los enlaces siempre enriquecedores, tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar, y las fotos de Pablo Piquero más las mías propias)

El pasado 8 de febrero el maestro estadounidense nacionalizado francés William Lincoln Christie (Búfalo, 1944) tenía programado su concierto en Oviedo dentro del Ciclo ‘Los Conciertos del Auditorio’ en una gira para celebrar sus 80 años (cumplidos el 19 de diciembre de 2024), pero los achaques de su edad (sin recurrir al codirector Paul Agnew como en Madrid o Sevilla) nos cancelaron uno de los eventos más esperados en la capital asturiana, por lo que volver a programarlo para este jueves 6 de noviembre volvió a llenar el auditorio ovetense sabedores que nos quedan pocas leyendas vivas como Christie, y aún más con el programa que nos ofrecería: nada menos que dos óperas (en versión semiescenificada) de Marc-Antoine Charpentier (1643-1704) que el octogenario ha recuperado, editado, grabado, representado y mejor servido para esta nueva gira, con un despliegue de medios sencillo pero muy efectivo, dada la calidad global que fue sobresaliente además de reafirmar el aforismo de “menos es más”, un éxito enorme que quedará en el recuerdo de todos los melómanos llegados de distintos puntos, y en parte preparación para seguir degustando más ópera barroca con el próximo «Orlando Furioso» vivaldiano de la temporada lírica del Campoamor, que esperamos contar también desde aquí.

Las notas al programa de la doctora María Sanhuesa nos ponían en antecedentes de los dos títulos que se ofrecían. En la primera parte «Les arts florissants», H 487, ópera o “idylle en musique” como la calificó el propio autor, una partitura que precisa de siete voces solistas, dos coros a cinco voces (uno de Guerreros y otro de Furias) con la posibilidad de incluir, como así se hizo, al grupo de Furias danzantes, más un efectivo instrumental con dos flautas, dos violas sopranos (para esta representación dos violines) más la siempre colorista percusión, y continuo siempre bajo el control total y discreto desde el clave y órgano del homenajeado profesor, de sabia alternancia entre teclados, con una vitalidad envidiable (hasta en sus habituales calcetines rojos).

En la ficha técnica final dejo reflejados todos los intérpretes, arrancando este idilio musical todavía con el público ocupando las localidades, con los bailarines “sembrando la discordia” mientras los músicos se ubicaban en la escena junto al conjunto de diez voces (incluidos los seis solistas) y dos parejas de danzantes, jaleando al cumpleañero para un verdadero festín musical. Los laureados en la  duodécima edición de “Le Jardin des Voix” no decepcionaron nunca, ataviados con un vestuario elegante y actual de tonos pastel para ellas, con zapatos de tacón (también las bailarinas), mientras para ellos trajes, chaquetas con camiseta o camisas y tirantes más pajaritas. Mínimo atrezo de sillas, una mesa cubierta con dos sábanas, daría un juego exquisito bien diseñado, con luces fijas cálidas (se agradecen los leds) suficientes aprovechando todo por el tándem franco-italiano Lambert-Le Bihan y Facco. Añadamos las voces, que se unieron a los danzantes montando una coreografía contemporánea de Martin Chaix exigente para los catorce personajes, dotándolos de un movimiento escénico que resultó y realzó toda la partitura del compositor, para que William Christe con su grupo, que toma precisamente el nombre de este “idilio en música”, siga siendo todo un referente del repertorio francés del siglo XVII.

Prólogo y cinco escenas donde las cuatro artes (Música, Pintura, Poesía y Arquitectura) fueron interpretadas y dramatizadas, en toda la extensión de la palabra, por la soprano francesa Camille Chopin, el tenor galo Bastien Rimondi, la estadounidense Sarah Fleiss también soprano, y no una mezzo sino la contralto canadiense-estadounidense, Sydney Frodsham, cuatro colores vocales bien diferenciados para cada uno de los personajes, de volúmenes suficientes que por su juventud perderían algo en los registros graves pero con proyección suficiente.

Aparecerían después La Paz con la soprano croata Josipa Bilić, La Discordia del barítono quebequés Olivier Bergeron, muy completo, o el excelente bajo colombiano Kevin Arboleda-Oquendo como Un Guerrero, más todas Las Furias con Claire Graham y Noémie Larcheveque, las danzantes que fueron ya de por sí un espectáculo. Maravilloso empaste, matices, movimientos escénicos muy variados mezclándose con el “cuerpo de baile” en escenas de una plasticidad hermosa, mientras el orgánico, situado detrás, arroparía cada número para convertir el arte y la cultura como sinónimos de una existencia mejor con esa victoria final de las artes… aunque la amenaza siga presente como rezaba el programa de esta primera parte redonda.

La segunda no se quedaría a la zaga con «El descenso de Orfeo a los infiernos» H 488, inspirada en las Metamorfosis de Ovidio. Once personajes y nueve voces (dos doblan papeles), emergiendo un excelente Richard Pittsinger en el papel protagonista, un tenor estadounidense de presencia escénica y adecuado a las exigencias de su rol, de timbre cálido y expresivo en todos los registros y dinámicas, junto a “su” Eurídice breve, nuevamente con Camille Chopin, más la Daphné de Bilić, uniéndose al coro de ninfas y pastores, junto a la Enone de la soprano franco-italiana Tanaquil Ollivier y la Arethusa de la ya citada Sydney Frodsham.

El vestuario colocado sobre sillas en la parte trasera del escenario lo irían variando simplemente añadiendo chaquetas negras o camisas grises, todos descalzos, y un atrezo donde varias sogas rojas (como los guantes) fueron serpiente venenosa, el propio infierno al que desciende Orfeo saltando (golpes en el suelo a tempo con la música) o moviéndose entre ellas, la lira interpretada por las dos violas de gamba igualmente transitando y sumándose a la coreografía.

Las tres escenas del primer acto e inicio del segundo, con tormentos y penas desde la condena al hambre y la sed de Tántalo (con el tenor húngaro Attila Varga-Tóth), la rueda de Ixión (de nuevo Rimondi), Tizio con el hígado devorado (Bergeron que interpretaría también al Apolo que convence a Orfeo para bajar al inframundo para recuperar a su amada), hasta las Danaides y guardianes. Mejor en este infierno Sarah Fleiss como la Proserpina seductora, e imponente el Plutón de Arboleda-Oquendo cual Matrix barroco al que no le faltaron las gafas de sol negras.

En general todos los solistas defendieron correctamente sus personajes, y el conjunto de voces volvieron a sonar muy empastadas, con dramatización gestual -destacar las caras de suplicio- y corporal (bravo por las dos parejas de baile), más el orgánico comandado por el maestro Christie subrayando los caracteres tan bien reflejados en la partitura de Charpentier para unos condenados que manejaron con pericia las sogas hasta llegar a las dos últimas escenas: Orfeo cantando y subyugando, el dios del infierno cediendo desde su poderío, y el final inconcluso, como la propia ópera, al no mostrarse la mirada fatal, para concluir con el atronador silencio que deja el mito abierto.

Dos óperas de altura con intérpretes de lujo y felicitaciones, además de gratitud, al gran William Christie por el legado que deja a la historia de la música. Podemos presumir de seguir disfrutándolo, viéndolo y viviéndolo… ojalá cumpla muchos años más.

PROGRAMA:

«Les arts florissants», H 487. Ópera o “idylle en musique” de Marc-Antoine Charpentier.

«La descente d’Orphée aux enfers», H 488. Ópera de Marc-Antoine Charpentier (inspirada en las “Metamorfosis” de Ovidio).

Óperas en versión semiescénica

Edición de las partituras: Éditions des Abbesses – Colección “Les Art Florissants” dirigida por William Christie.

Guantes creación de la artista Thomasine.

FICHA:

Jueves 6 de noviembre, 19:30 horas. Conciertos del Auditorio: Les Arts Florissants, Le Jardin des Voix, William Christie (director).

FICHA TÉCNICA:

Le Jardin des Voix (Ganadores de la 12ª edición):
Sopranos: Josipa Bilić (La Paix / Daphne) – Camille Chopin (La Musique / Euridice) – Sarah Fleiss (La Poésie / Proserpine) – Tanaquil Ollivier (Enone)
Contralto: Sydney Frodsham (L’Architecture / Aréthuse)
Tenores: Richard Pittsinger (Orphée) – Bastien Rimondi (La Peinture / Ixion) – Attila Varga-Tóth (Tantale)
Barítono: Olivier Bergeron (La Discorde / Apollon – Titye)
Bajo: Kevin Arboleda-Oquendo (Un Guerrier / Pluton)

LES ARTS FLORISSANTS

Equipo creativo:

William Christie, dirección musical, clave y órgano

Directores de escena: Marie Lambert-Le Bihan y Stéphane Facco

Coreógrafo: Martin Chaix

Asistente de coreografía: Eleanor Freeman

Bailarines:

Tom Godefroid, Claire Graham, Noémie Larcheveque, Andrea Scarfi

Orquesta Les Arts Florissants:

Violines: Emmanuel Resche-Caserta (primer violín, asistente musical), Tami Troman

Violas da gamba: Myriam Rignol Mathilde Vialle, Mathilde Vialle

Violonchelo: Cyril Poulet*

Violone: Michael Chanu*

Flautas alemanas: Serge SaittaSébastien Marq (flauta de pico)

Archilaúd: Gabriel Rignol*

Percusión: Thomas Debray

*Bajo continuo

Pasión y gratitud en la voz de José Bros

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El tenor catalán ofreció en el Campoamor un recital de elegancia, entrega y emoción compartida con el pianista Mario Álvarez

Jueves, 16 de octubre 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor de Oviedo: Recital “Pasión Lírica”. José Bros (tenor), Mario Álvarez Blanco (piano). Arias y romanzas de ópera y zarzuela.

(Crítica para LNE del sábado 18, con el añadido de fotos propias, los enlaces –links– enriquecedores, y la tipografía más colores que la prensa no refleja)

Cada regreso de José Bros (Barcelona, 1965) a Oviedo es un reencuentro con alguien de casa, y así lo siente tanto el artista como su público fiel que acudió al recital de este jueves otoñal. El tenor catalán, habitual de la escena del Campoamor desde hace más de tres décadas y protagonista de más de dieciocho producciones entre óperazarzuela y recitales, muchos vividos por quien suscribe, volvió a emocionar a los melómanos asturianos que le siguen adorando y con quienes mantiene un idilio y hasta amistad con muchos de ellos. Su Pasión Lírica es programa de aire retrospectivo y confesional, acompañado por el pianista local Mario Álvarez, cómplice artístico por vez primera pero amigo de larga trayectoria en la capital asturiana.

El recital se articuló en dos partes equilibradas y muy personales. En la primera, Bros rindió homenaje a Francesco Paolo Tosti con Vorrei morire y L’ultima canzone, dos miniaturas de pura emoción contenida, interpretadas con exquisita línea de canto y una mezza voce que sigue siendo su sello característico de timbre único. A ellas siguió el bel canto de Donizetti con una Una furtiva lagrima de filigrana expresiva (el Nemorino que utilizó su “Elisir” para encandilarnos junto a nuestra Beatriz Díaz hace ocho años sobre estas mismas tablas), antes del primer lucimiento del pianista en un sentido Intermezzo de “Manon Lescaut” de Puccini, preludio al inspirado Donna non vidi mai, fraseado con lirismo y hondura. Su dicción en italiano es maravillosa y la música realza cada texto. La melancolía de È la solita storia del pastore (“L’Arlesiana») encontró en Bros al Federico introspectivo, y cerraría esta primera parte con el aria verdiana Tutto parea sorridere (de “Il Corsaro”), una sección con un despliegue vocal lleno de vigor y elegancia pese a cierta descolocación vocal del agudo final, plena de orgullo guerrero que sigue llamando “a las armas”.

La segunda parte viajó rápido de Francia a España pasando por su Cataluña. El tenor abordó con naturalidad el refinamiento de MassenetOuvre tes yeux bleus y el solemne Ô souverain, ô juge, ô père de “El Cid»—, de dicción impecable y tono devoto. Mario Álvarez volvió a “darle descanso” con el conocido Fandango de “Doña Francisquita”, página de virtuosismo pianístico que no puede igualar el brillo, tempo ni salero orquestal pero que sirvió de puente hacia un Maig de Toldrà luminoso, delicado, sentido y cercano en su lengua natal.

Las muy conocidas romanzas de zarzuela —Bella enamorada, De este apacible rincón de Madrid y No puede ser— que muchos tenemos memorizadas por nuestro maestro Alfredo Kraus, desataron la ovación del público, que celebró el arte de un cantante que sigue combinando elegancia, naturalidad y entrega.

Antes de la última romanza, también en las propinas, Bros tomó la palabra para agradecer al Ayuntamiento, a su Alcalde Alfredo Canteli, y a todo el personal de la FMC (Fundación Municipal de Cultura) su apoyo, también a Mario Álvarez por el excelente trabajo recordando sus 32 años de amistad, así como la gratitud de todos los implicados en poder buscar este hueco en la amplísima oferta musical de “La Viena española” candidata a capital cultural para 2031. No faltó, pese a lo discreto que siempre ha sido en su vida personal, con sus “luces y sombras” por las que todos pasamos, actualmente pletórico y optimista con la confesión de su reciente boda hace algo más de un mes, por lo que dedicó a su esposa, presente en la sala, un emocionad Canto porque estoy alegre (de Antón García Abril) como regalo de cumpleaños este jueves 16 de octubre en plena “luna de miel” y un regalo más (“manda Mario” bromeó) para cerrar con la Mattinata (Leoncavallo) antes del apasionado bis de No puede ser que sí lo fue.

Una gran noche de arte, lírica, gratitud y pasión compartida: pura verdad cantada.

La pasión de Bros

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Jueves, 16 de octubre 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor de Oviedo: Recital “Pasión Lírica”. José Bros (tenor), Mario Álvarez Blanco (piano). Arias y romanzas de ópera y zarzuela.

(Reseña rápida desde el teléfono para LNE del viernes 17, con el añadido de fotos propias, los enlaces –links– enriquecedores, y la tipografía más colores que la prensa no refleja)

Cada visita del tenor barcelonés Josep Bros (1965) a Oviedo supone un reencuentro con quien podríamos denominar como “de casa” tras participar en más de 18 títulos de ópera, zarzuela y varios recitales, todos con buenos recuerdos, por lo que esta Pasión Lírica en compañía del pianista Mario Álvarez era como un resumen a una larga trayectoria muy unida a “La Viena española” que le ha visto crecer desde sus inicios.

El repertorio elegido por Bros ahondaba con sus mejores arias en roles como su siempre aclamado Nemorino (L’elisir), Des Grieux (Manon Lescaut), Federico (L’Arlesiana), el capitán Corrado (Il Corsaro) o Don Rodrigo (El Cid), sin olvidarnos del enamorado Enrique (El último romántico), el coronel Javier (Luisa Fernanda) y el marinero Leandro (La tabernera del puerto).

Mas en un recital no puede faltar Tosti para abrirlo con dos de sus bellísimas canciones: Vorrei morire y L’ultima canzone, íntimas y sentidas, o ese maravilloso Maig de Toldrà catalán en la parte española de la segunda.

Las páginas elegidas por el tenor catalán son una pequeña gran muestra del enorme trabajo con cada una de ellas en una longeva carrera, aún más exigentes por separado, y con el excelente acompañamiento de un pianista plenamente de casa, que atesora muchas horas de lírica en sus dedos desde 1992 tras su debut como maestro repetidor en el Campoamor, quien se luciría en solitario para los siempre necesarios descansos vocales como en el Intermedio de “Manon Lescaut” muy sentido, o el conocido aunque algo insípido Fandango de “Doña Francisquita”, reducciones orquestales siempre difíciles de trasladar a las teclas para reflejar la tímbrica original.

En este jueves de pasión lírica destacar la “mezza voce” siempre cuidada de Bros, gusto exquisito, un centro donde recrear su dramaturgia innata en fraseos precisos y jugosos, más sus agudos siempre generosos, además de variados en ataques o matices, aunque por momentos juegue con las colocación de las vocales finales (caso del último corsario donde que Verdi llama a las armas), todo en el idioma de Dante.

Con la vocalización siempre clara y precisa, en la segunda parte Bros transitó por las lenguas de Voltaire, la vernácula de Espriu y nuestro Cervantes, más pasional si cabe con esas romanzas de la “escuela Kraus” que tan bien ha interiorizado el catalán, con sus luces y sombras como nos contaría micrófono en mano tras el “apacible rincón”para agradecer al Alcalde y todo el personal de la FMC poder encajar este recital en la amplia oferta cultural ovetense, así como a Mario Álvarez tras 32 de amistad y la primera vez juntos.

Todo antes de Sorozábal, tras quien vendrían regalos y confesiones: un mes de matrimonio y el regalo de cumpleaños a una esposa, presente en el patio de butacas y dedicataria de la bella Canto porque estoy alegre (García Abril), declaración emocionada y sentida como la siguiente Mattinata (Leoncavallo) hoy vespertina cual ramo lírico de enamorados y bisar aún más entregado  “No puede ser” para su querido público y amistades puestas en pie.

PROGRAMA

 Primera parte

  • Vorrei moriré, F.P. Tosti (1846-1916)
  • L’ultima canzone, F.P. Tosti
  • Una furtiva lagrima de “L’elisir d’amore”, G. Donizetti (1797-1848)
  • “Manon Lescaut”, G. Puccini (1858-1924): Intermezzo (piano)
  • Donna non vidi mai
  • È la solita storia del pastore, de “L’Arlesiana”, F. Cilea (1866-1950)
  • Tutto parea sorridere, de “Il Corsaro”, G. Verdi (1813-1901)

Segunda parte

  • Ouvre tes yeux bleus, J. Massenet (1842-1912)
  • Ô souverain, ô juge, ô père, de “Le Cid”, J. Massenet
  • Fandango de “Doña Francisquita” (piano), A. Vives (1871-1932)
  • Maig, E. Toldrà (1895-1962)
  • Bella enamorada, de “El último romántico”, R. Soutullo (1880-1932) y J. Vert (1890-1931)
  • De este apacible rincón…, de “Luisa Fernanda”, F. Moreno Torroba (1891-1982)
  • No puede ser, de “La tabernera del puerto”, P. Sorozábal (1897-1988)

Amor a la primera nota

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Domingo 12 de octubre de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. Charles Gounod (1818-1893): «Roméo et Juliette». Coproducción de la Ópera de Oviedo y ABAO. Fotos de Iván Martínez y propias.

(Crítica para Ópera World del lunes 13, con el añadido de los siempre enriquecedores links, tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar ni quedan igual, más el añadido de mis fotos)

Segunda función y segundo título de la septuagésimo octava temporada ovetense con «Roméo et Juliétte» de Charles Gounod, heredera de la grand opéra a la manera de Meyerbeer y de un bel canto francés donde la emoción se derrama con elegancia. Un argumento anterior a Shakespeare, pero inmortalizado por él, ese “amor sin desarrollo, pero eterno de dos jóvenes que mueren muy jóvenes”, como recordaba la doctora María Sanhuesa en la conferencia previa del pasado 8 de octubre, como también en el libreto donde recoge sus lúcidas observaciones: “Son un mero proyecto. No llegan a vivir, pero en su truncamiento encuentran su eternidad”.

Y con ese destino tan bellamente fatal, Gounod compuso una partitura llena de melancolía y dulzura, donde cada dúo amoroso es un eco de lo que pudo haber sido. La doctora Sanhuesa habló del “hechizo de Italia”, de su influjo irresistible, ese país y sus pasiones desbordadas, sus balcones y su catolicismo trágico que empapan la ópera. “No hay neutralidad ante Verona y sus amantes -afirmó-, porque todos reconocemos en ellos el anhelo de un amor sin concesiones, aunque sea breve como una vida interrumpida”.

Oviedo echaba de menos este título, ausente desde las funciones de 1983 y 2002 -con Ainhoa Arteta y un joven Rolando Villazón, de las que queda una grabación en vivo del sello RTVE tan rara como fallida.

La directora de escena italiana Giorgia Guerra escribe que su propuesta busca “maximizar las atmósferas emocionales” de todos los protagonistas. Lo logra con el apoyo de las videoproyecciones narrativas de Davide Giannoni y Francesca Pasquinucci -bellas las animaciones sincronizadas en la ruptura de las arcadas góticas del baile-, un vestuario de época (de Lorena Marin) que distingue a las familias por color, y un espacio escénico único: un cubo atemporal con un monolito central que se transforma simbólicamente en cada acto (balcón, iglesia, habitación, cripta). Minimalismo eficaz, siempre al servicio de las voces.

Y desde el primer acorde de la obertura se sintió el flechazo: ‘amor a la primera nota’. La Oviedo Filarmonía, poderosa y empastada, brilló bajo la dirección de la francesa Audrey Saint-Gil, que repetía en el foso tras su memorable «Hamlet» de hace tres años. Su lectura fue clara, lírica, de pulso firme, apoyando sin invadir y cuidando los clímax orquestales que Gounod reserva con mimo para su partitura.

Con la buena escena y la dirección musical aseguradas, el reparto redondeó el éxito ante un Teatro Campoamor casi lleno en la tarde de “El Pilar”, con un público entregado que premió las arias más célebres y, sobre todo, al Coro Intermezzo, dirigido por Pablo Moras, que fue coprotagonista tanto en la acción dramática como en los pasajes corales: afinado, rotundo incluso fuera de escena, con un sonido amplio y redondo, especialmente en las voces graves.

El dúo protagonista fue puro magnetismo: debutante en Oviedo la soprano mexicana Génesis Moreno (formada en Venezuela) y el tenor jerezano Ismael Jordi. Ella, luminosa desde el primer acto, ofreció una Julieta fresca, segura y de voz radiante, dueña de un “Je veux vivre” que enamoró a todas las butacas, y de un estremecedor “Dieu! quel frisson” antes de la boda frustrada con Pâris (Sebastià Peris). El andaluz de canto elegante y sincero, fue creciendo hasta firmar un inspirado “Lève-toi, soleil”, recibido con una gran ovación. Los dúos sonaron empastados, medidos y sentidos, especialmente el delicioso “Nuit d’Hyménée!” con el monolito o cubo elevándose del suelo, auténtica química entre la pareja protagonista.

Entre los secundarios, todos encontraron su momento sin excepción. La mezzo ucraniana Olga Syniakova (Stéphano) volvió a conquistar Oviedo con su gracia y seguridad; Sandra Pastrana (Gertrude) ofreció buen fraseo, aunque algo eclipsada por la intensidad de su Julieta. Entre los barítonos, el bilbaíno José Manuel Díaz (Grégorio) demostró solvencia, calidad y calidez; el francés Régis Mengus firmó un espléndido Mercutio que no merecía morir; y el catalán Enric Martínez-Castignani, como Capulet, equilibró voz y presencia escénica con gran naturalidad en el rol de padre de Julieta. El Hermano Laurent del bajo-barítono onubense  David Lagares fue rotundo, cada vez más sólido sobre las tablas carbayonas que lleva pisando desde sus inicios.

Completaron el reparto Carlos Cosías (Tybalt), Emmanuel Faraldo (Benvolio) y Juan Laborería (Duque de Verona), todos en un nivel homogéneo que sumó al conjunto.

Una ópera de final conocido y siempre trágico, cerrada con un guiño escénico: los amantes sepultados bajo el túmulo, bañados por una luz cenital, despidiéndose entre veneno y acero. Una imagen perfecta para esta música maravillosa de Gounod, interpretada con las cuatro patas sobre las que toda ópera debe sostenerse: escena, orquesta, voces y dirección musical.

FICHA:

Domingo 12 de octubre de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. Charles Gounod (1818-1893): «Roméo et Juliétte», ópera en un prólogo y cinco actos, con libreto de Jules Barbier y Michel Carré, basado en la tragedia “Romeo and Juliet” (1596) de William Shakespeare. Estrenada en el Théâtre-Lyrique de París, el 27 de abril de 1867. Coproducción de la Ópera de Oviedo y ABAO.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Audrey Saint-Gil – Dirección de escena: Giorgia Guerra – Diseño de escenografía: Federica Parolini – Diseño de vestuario: Lorena Marin – Diseño de iluminación: Fiammetta Baldiserri – Videoproyecciones: Imaginarium Studio (Davide Giannoni y Francesca Pasquinucci) – Figurinista repositora: Anna Penazzo – Iluminadora repositora: Giulia Bandera – Dirección del coro: Pablo Moras – Maestros repetidores: Edward Liddall, Mario Álvarez.

REPARTO:

Juliette: Génesis Moreno (soprano) – Stéphano: Olga Syniakova (mezzo) – Gertrude: Sandra Pastrana (mezzo) – Roméo: Ismael Jordi (tenor) – Tybalt: Carlos Cosías (tenor) – Benvolio: Emmanuel Faraldo (tenor) – Mercutio: Régis Mengus (barítono) – Pâris: Sebastià Peris (barítono) – Grégorio: José Manuel Díaz (barítono) – Capulet: Enric Martínez-Castignani (barítono) – Hermano Laurent: David Lagares (bajo-barítono) – El duque de Verona: Juan Laborería (barítono).

Orquesta Oviedo Filarmonía

Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo)

José Bros vuelve con su espectáculo «Pasión Lírica» al Teatro Campoamor

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El tenor catalán José Bros vuelve el próximo 16 de octubre a las 19:30 horas al Teatro Campoamor de Oviedo con su espectáculo Pasión Lírica, un amplio recorrido por las obras musicales que han marcado su carrera, y estará acompañado al piano por Mario Álvarez Blanco.

Precio localidades: 30 €, 25 € y 20 €.

José Bros es un tenor muy conocido y querido por el público de Oviedo, donde ha interpretado más de 18 títulos de ópera y zarzuela y ha participado en distintos conciertos y recitales entre los que destacan “Desde el corazón” y “Non ti scordar di me”, “Eternamente” y “Gala 3 tenores BAG”.

El cantante barcelonés interpretará obras de Tosti, Donizetti, Puccini, Cilea, Massenet y Sorozábal, entre otros, y dejo a continuación el programa.

Primera parte

Vorrei moriré, F.P. Tosti (1846-1916)

L’ultima canzone, F.P. Tosti

Una furtiva lagrima “L’elisir d’amore”, G. Donizetti (1797-1848)

Intermezzo (piano) “Manon Lescaut”, G. Puccini (1858-1924)

Donna non vidi mai “Manon Lescaut”, G. Puccini

È la solita storia del pastore “L’Arlesiana”, F. Cilea (1866-1950)

Tutto parea sorridere “Il Corsaro”, G. Verdi (1813-1901)

Segunda parte

Ouvre tes yeux bleus, J. Massenet (1842-1912)

Ô souverain, ô juge, ô père “Le Cid”, J. Massenet

Fandango “Doña Francisquita”, A. Vives (1871-1932)

Maig, E. Toldrà (1895-1962)

Bella enamorada “El último romántico”, R. Soutullo (1880-1932) y J. Vert (1890-1931)

De este apacible… “Luisa Fernanda”, F. Moreno Torroba (1891-1982)

No puede ser “La tabernera del puerto”, P. Sorozábal (1897-1988)

BIOGRAFÍAS:

José Bros (tenor)

Considerado uno de los máximos exponentes del repertorio belcantista romántico de los últimos años, con el que ha debutado más de 60 títulos de este estilo, Josep Bros ha obtenido también importantes triunfos con obras del repertorio francés (Manon, Thaïs, Werther y Roméo et Juliette) y mozartiano (Don Giovanni, El rapto en el serrallo, Così fan tutte y La flauta mágica).

Recientemente ha ampliado su repertorio con títulos como La Bohème, Eugene Onegin, Simon Boccanegra, Un ballo in maschera o Don Carlo.

Nacido en Barcelona, cursa sus estudios musicales en el Conservatorio Superior Municipal de Música de su ciudad, y de canto bajo la dirección de Jaume Francisco Puig. Después de participar en las distintas temporadas de ópera en Palma de Mallorca, en 1991 debuta con Don Giovanni y Don Pasquale en Sabadell, y en 1992 en el Gran Teatre del Liceu con Anna Bolena, consiguiendo un gran éxito de público y crítica que le abre las puertas de los más prestigiosos teatros del mundo: Scala de Milán, Covent Garden de Londres, Staatsoper de Viena, Real de Madrid, Colón de Buenos Aires, así como los teatros de Hamburgo, Múnich, Berlín, Zúrich, Roma, Florencia, Nápoles, Turín, Palermo, Lisboa, Amsterdam, Toulouse, Sevilla, Bilbao, Oviedo, Los Ángeles, San Francisco, Washington, Toronto, México, Sao Paulo, Tokio, Hong Kong y Shanghai, entre otros.

Realiza igualmente una considerable actividad en el campo del concierto y del oratorio que lo ha llevado a actuar en salas tan emblemáticas como la Konzerthaus y Musikverein de Viena, las Philharmonie de Colonia y de Múnich, la Accademia di Santa Cecilia de Roma y el Carnegie Hall de Nueva York, además de la mayoría de salas de concierto españolas.

También ha participado en numerosas representaciones de zarzuela, destacando Doña Francisquita en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, Gran Teatre del Liceu de Barcelona y Teatro Campoamor de Oviedo, Los Gavilanes en Palma de Mallorca, La tabernera del puerto en el Teatro de la Zarzuela, Oviedo y Sevilla. Luisa Fernanda en el Teatro Real, la Scala de Milán, Palau de les Arts, Festival de Peralada y Oviedo además de La bruja, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, Campoamor de Oviedo y Maestranza de Sevilla.

En 2003 fue nombrado académico por la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando (Cádiz) y, entre otros galardones, ha obtenido los premios “Orazio Tosi” del Teatro Regio de Parma por su interpretación de Rigoletto, “Lauri Volpi” de la Ópera de Roma por su interpretación de Lucia di Lammermoor, el “Premio Corelli” del Teatro delle Muse de Ancona por su interpretación en Il Pirata, el Premio Federico Romero concedido por la SGAE, la “Lira d’Argento” por su interpretación de I Puritani en la Ópera de Viena, Premio Ópera Actual 2012, premio al mejor cantante masculino en la temporada de ópera 2015 de Palma de Mallorca, así como “Artista predilecto” de la Ópera de Oviedo. Ganador también del Premio Lírico Teatro Campoamor, en su primera edición, al mejor cantante de ópera.

Sus grabaciones en CD incluyen versiones completas de las óperas Anna Bolena, Lucia di Lammermoor, La Sonnambula, Roberto Devereux, Ildegonda, La conquista di Granata, Parisina, Maria di Rohan, Il Pirata, Lucrezia Borgia, La Straniera, así como las zarzuelas La Bruja, Cádiz y Luisa Fernanda, el Miserere de Hilarión Eslava, «Por amor» con romanzas de zarzuela y «Giuramento» con obras belcantistas, mientras que en DVD ha grabado L’amico Fritz, Il viaggio a Reims, I Puritani, La Sonnambula, La Traviata, Don Giovanni, Luisa Fernanda, Maria Stuarda y Don Carlo.

Mario Álvarez (piano)

Titulado Superior de Piano, Órgano y Lenguaje musical por el Conservatorio Eduardo Martínez Torner de Oviedo.

Debutó como maestro repetidor en el Teatro Campoamor en 1992, desde entonces ha colaborado en la mayoría de Títulos representados hasta hoy. Ha trabajado bajo la batuta de maestros como Marco Armiliato, Renato Palumbo, Alberto Zedda, Corrado Rovaris y artistas de la talla de José Bros, Carlos Álvarez, Daniella Barcellona y Raina Kabaivanska entre otros.

Ha actuado en temporadas de ópera como la de La Coruña, Pamplona o Santa Cruz de Tenerife.

Su actividad musical incluye participaciones con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Oviedo Filarmonía y la asociación cultural “La Castalia”.

Fantasía e imaginación del Hansel y Gretel

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Viernes 12 de septiembre de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. Engelbert Humperdinck (1854-1921): «Hänsel und Gretel», Märchenspiel en tres actos, con libreto de de Adelheid Wette, basado en un cuento de “Kinder und Hausmärchen” (1812) de Jacob y Wilhelm Grimm. Estrenada en el el Teatro de la Corte de Weimar, el 23 de diciembre de 1893. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

(Crítica para OperaWorld del sábado 13, con fotos propias, de las RRSS, más el añadido de los siempre enriquecedores links, con la tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar)

Primer título de la septuagésimo octava temporada ovetense con una apuesta poco habitual en su programación, siendo la primera vez que se subía a las tablas del coliseo carbayón «Hänsel und Gretel» (1893) de Engelbert Humperdinck (1854-1921). La obra, a menudo catalogada como Märchenspiel, ópera de cuento de hadas -mejor que infantil- demostró en esta producción propia que su encanto trasciende edades, combinando lirismo wagneriano y frescura popular en una propuesta escénica de calidad de un conocedor como pocos del teatro ovetense. Esta ópera se estrenaría en el Teatro de la Corte de Weimar bajo la dirección de un Richard Strauss con 26 años, quien la calificó como “una obra maestra de eximia calidad, original en todo, nueva y auténticamente alemana”. El libreto de Adelheid Wette, la hermana pequeña del compositor, está basado en el relato infantil «Hänsel und Gretel» que forma parte de la serie “Cuentos para la infancia” de Jacob y Wilhelm Grimm. La obra de los hermanos Grimm en la que está basado el libreto de la ópera tiene unas segundas lecturas muy inquietantes y siniestras, con una nueva perspectiva al argumento tradicional del cuento familiar al suprimir algunas ideas y añadir otras: no caracteriza a una madrastra en sentido estricto sino al ama de casa que se enfada por el cansancio y desesperación, o al padre que tampoco es un leñador sino un escobero, lo que permite un juego ambiguo con las escobas bien llevadas dentro del propio argumento que dan mucho juego. Musicalmente puede observarse una rica orquestación y sutil armonía de un Humperdinck consistente y de fuerte invención melódica nacida de la complejidad wagneriana vecina de la exuberancia, y la liviandad de Johann Strauss, especialmente en ese vals de los hermanos con un lenguaje personal inspirado en el folclore alemán que nos suena cercano a todo melómano. Como curiosidad reflejar que fue la primera ópera en ser retransmitida por radio desde el Covent Garden y la primera en ser radiada en directo desde el Metropolitan, así que era hora de escucharla en Oviedo.

La dirección escénica de Raúl Vázquez trasladó este cuento a un universo a medio camino entre lo fantástico y lo tristemente cotidiano, desde la crudeza y espontaneidad, la pobreza y el maltrato infantil «casi sin dejar espacio a las emociones que despiertan en nosotros estas atrocidades» según palabras del propio regista. Contraste entre dos partes: actos primero y segundo unidos, más el tercero, lúgubre y luminosa (muy de la “Escuela Sagi”) que reflejan a la perfección su premisa de reflejar el sufrimiento infantil por la depresión socioeconómica inspirada en los años 50 de los EEUU, con ese cartel de carretera que reza Nothing like our happy way of life (Nada como nuestro feliz modo de vida) casi omnipresente, y del que saldrá la casa de los dulces, reflejo de las clases desfavorecidas donde fantasía e imaginación nos ayudan a esa redención de la infancia que sigue necesitándola en pleno siglo XXI. Un aplauso para este debut operísticoque sigue apostando por la “escuela asturiana”. La escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda evita el realismo ingenuo del bosque, mostrado casi un basurero frente a la parte “dulce” que juega con el rosa fresa, las tartas y golosinas que nunca empalagan, sumando no solo símbolos visuales sino con el refuerzo de unos juegos de luces (Eduardo Bravo) que potenciaron los dos ambientes organizados en esas dos partes: primera lúgubre contrapuesta a la esplendorosa segunda e inquietante que no rompe nunca la propia trama. Muy logrado el “sueño” de los hermanos que nos hace transitar ambas partes hacia la simpática casita de jengibre que emerge desde uno de los dos huecos en el suelo (el otro será el horno humeante), un recurso visual y escénico recordándonos que detrás de la dulzura late la amenaza del hambre y la bruja.

El vestuario de Ilaria Ariemme combinó elementos tradicionales muy dickensianos o “miserables” con ese guiño cinematográfico tan cincuentero como el citado cartel de autopista, logrando cierta idea de atemporalidad en una mezcla que nos permitió identificarnos con los protagonistas que al mismo tiempo nos acercan la distancia del mundo de unos cuentos vigentes desde nuestra óptica casi senil.

Del reparto vocal destacaron por su frescura y energía las dos debutantes en la temporada ovetense en los papeles protagonistas: el Hänsel de la mezzosoprano británicoalemana Anna Harvey, de timbre cálido, flexible, solvente en las frases juguetonas y tierna en la oración de la noche (Abendsegen), escénicamente creíble y bien empastada con la Gretel de la soprano rusoestadounidense Erika Baikoff, de voz clara, ágil, excelente proyección y volumen suficiente, transmitiendo la inocencia sin caer en lo infantilizado desde un fraseo siempre elegante dominadora de la escena de principio a fin, con un vals conjunto pletórico por parte de ambas.

La Bruja, papel que exige tanto comicidad como oscuridad, fue resuelta con cierto histrionismo y una voz que se mantuvo lejana en todos los sentidos a cargo de la suiza Stéphanie Müther, una soprano dramática en un papel que debe conjugar el engaño y la maldad, pasando de la Señora Doubfire a la embrujada vencida y bien horneada.

Muy bien los padres (Peter y Gertrud) a pesar de sus breves apariciones, ofreciéndonos momentos de gran intensidad dramática, especialmente en el contraste entre la desesperación del primer acto, y la alegría del final, igualmente reflejados en el vestuario, destacando sobre todo el barítono catalán Carles Pachon que brillaría con luz propia, poderoso vocalmente, excelente actor, rico en color, y la mezzo mexicana Teresa Fuentes, debutante en los escenarios europeos -que en sus inicios tuvo roles de soprano lírica-  y una buena elección para diferenciar tanta gama dentro de la misma tesitura.

Destacar pese a la brevedad de sus intervenciones El arenero de la soprano cubana Vilma Ramírez (que sustituiría a última hora a la asturiana Ana Nebot por enfermedad), una voz veterana sobre estas tablas al pertenecer al coro de la ópera ovetense, y la cántabra Sofía Gutiérrez-Tobar (Hada del rocío), otra de las debutantes en Oviedo, para redondear un elenco vocal que mantuvo la calidad de un reparto muy homogéneo y bien elegido.

La batuta del asturiano Pablo González, al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), volvió a demostrar su dominio en el trabajo de cada partitura que afronta y la química con una orquesta que conoce y le conoce. Equilibrando la densidad wagneriana de la orquestación con la transparencia melódica que exige la obra, mimando siempre las voces, manteniendo las dinámicas para hacerlas lucir, controlando los balances entre foso y escena para lograr desde la primera obertura la tímbrica perfecta para esta maravillosa partitura que nos enamoró. Si los metales y maderas colorearon el bosque de misterio, la percusión pondría el color, y las cuerdas arroparían con lirismo los dúos de los niños, manteniendo el volumen con el que disfrutar del Coro Infantil de la “Escuela de Música Divertimento” que dirige Cristina Langa. El trabajo no solo vocal sino escénico con ellos es digno de admiración, pues incluirles en la primera obertura -la única aplaudida a lo largo de la representación. ya nos adentraron en el ambiente del cuento. Su afinación es profesional a más no poder y el final, animándose con el baile, contagiaron no ya la ilusión sino la esperanza tanto del propio cuento como del futuro canoro, donde con un alemán de academia entonarían “¡Podemos cantar y saltar podemos bailar y cantar!… ¡Nuestra gratitud y nuestra alabanzas para vosotros, por este momento dichoso!» que resultó recíproco.

Uno de los momentos más emocionantes fue el célebre Abendsegen (“Oración de la noche”), interpretado con un recogimiento que conmovió al público, incluso me consta alguna lágrima, realzado por la delicadeza de nuestra orquesta en un estreno que ya es historia de la longeva ópera asturiana.

El Campoamor respondió con entusiasmo esta nueva apuesta de la temporada ovetense, con prolongados aplausos al final y bravos dedicados especialmente al dúo protagonista y sobre todo a los niños. No hubo público infantil pero todos nos sentimos así  este primer viernes en plenas fiestas mateínas, donde los abucheos a la locución en asturiano ya forman parte argumental de la primera función aunque van “decrescendo”. En definitiva, este Hänsel und Gretel que abría temporada fue una rara avis dentro de una programación que sigue alternando títulos “de siempre” con alguno barroco (esperando con ganas el vivaldiano “Orlando Furioso” dentro de dos meses), y este estreno resultó otra apuesta ganadora para una ópera que, lejos de ser un entretenimiento navideño para niños, se reveló como un canto universal a la esperanza, la astucia y la supervivencia frente a la adversidad.

FICHA:

Viernes 12 de septiembre de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVIII Temporada de Ópera. Engelbert Humperdinck (1854-1921): «Hänsel und Gretel», Märchenspiel en tres actos, con libreto de de Adelheid Wette, basado en un cuento de “Kinder und Hausmärchen” (1812) de Jacob y Wilhelm Grimm. Estrenada en el el Teatro de la Corte de Weimar, el 23 de diciembre de 1893. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Pablo González – Dirección de escena: Raúl Vázquez – Diseño de escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda – Diseño de vestuario: Ilaria Ariemme – Diseño de iluminación: Eduardo Bravo  Dirección del coro: Cristina Langa.

REPARTO:

Peter: Carles Pachon (barítono) – Gertrud: Teresa Fuentes (mezzosoprano) – Hänsel: Anna Harvey (mezzosoprano) – Gretel: Erika Baikoff (soprano) – La bruja: Stéphanie Müther (soprano) – El arenero: Vilma Ramírez (soprano) – Hada del rocío: Sofía Gutiérrez-Tobar (soprano).

Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias

Coro Infantil Escuela de Música Divertimento

Arranca otro curso musical

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Septiembre es el mes de «la vuelta al cole», y en música supone también arrancar un nuevo curso, el 2025-26 lleno de ilusión, que en mi caso suele estar centrado entre Oviedo -con tan amplia oferta que me ha llevado a bautizarla como «La Viena Española»- y Gijón, aunque haga escapadas puntuales a otras ciudades que desde mi condición de jubilado desde hace tres años ya me puedo permitir sin consultar el calendario escolar.

Este viernes 12 de septiembre comienza la LXXVIII Temporada de Ópera ovetense con un título que supone su primera representación en el Teatro Campoamor: Hänsel und Gretel (1893) de Engelbert Humperdinck (1854-1921), a menudo catalogada como ópera de hadas (Märchenspiel) mejor que ópera infantil, aunque así se ha entendido a lo largo de tanto tiempo, incluso con traducciones a distintos idiomas de este cuento muy popular no solo en Alemania sino en todos los países nórdicos, siendo una ópera que no suele faltar por navidades y que además se estrenó en Weimar un  23 de diciembre de 1893 dirigida por un joven Richard Strauss, y casi un año después por Mahler en Hamburgo (25 de septiembre de 1894), por lo que debía refrescar el oído y prepararme para este estreno en la capital asturiana.

De mi discoteca saqué y llevo días escuchando una de mis joyas, considerada como una de las grabaciones clásicas imprescindibles (1971): la de Kurt Eichhorn dirigiendo a Anna Moffo y Helen Donath en los papeles de los hermanos o el padre de Fischer Dieskau entre otros, considerada como «una de las mejores grabaciones de la era estéreo, con ambiente claro y vocales evocadoras. Cristalina y poderosa destaca Christa Ludwig como La Bruja con un papel lleno de matices: comicidad e intimidación en perfecta mezcla, incluso con vívida caracterización vocal (risas, gruñidos) según MusicWeb Internationalclassicalcandor.blogspot.com, además de admirada por su profundidad dramática en este papel donde La Ludwig está insuperable.

Y la Ópera de Oviedo iniciaba este martes su ciclo de conferencias previo a los títulos programados en el Club de Prensa LNE, esta vez a cargo de la catedrática de Filología Inglesa de la Universidad de Oviedo Socorro Suárez Lafuente (Gijón, 1951), ya jubilada, que fue presentada por Adolfo Domingo, director de Publicaciones de Ópera de Oviedo.

El título ya nos puso claro que no deben faltar los cuentos en nuestra vida: «Hansel y Gretel: entre un mendrugo y un mazapán». Un placer escucharla decirnos que «contar cuentos a los niños siempre ha conllevado simplificar un mundo profundamente contradictorio», así Hänsel und Gretel refleja pobreza, hambre y valentía aunque el libreto de Adelheide Wette, la hermana de Humperdinck, endulza el libreto homónimo de los Hermanos Grimm con algunas variaciones: «Los padres no actúan por maldad, sino por necesidad, y eso introduce una crítica social aún vigente; en la vida real no hay héroes puros ni villanos absolutos, solo personas con motivaciones complejas. Pero para que los niños lo entiendan, hay que simplificar», remarcó la profesora.

Si Richard Strauss y Mahler dirigieron sus estrenos, en el asturiano tendremos al ovetense Pablo González, quien en una entrevista para LNE del pasado 30 de agosto comentaba: «Me quedé de piedra cuando supe que esta ópera nunca se había representado en Oviedo, estoy seguro de que, una vez que se estrene, volverá regularmente», añadiendo que «es un tesoro que va a fascinar en Oviedo», que contará con la escenografía del avilesino Raúl Vázquez (1982) al que «nacieron en en Bilbao» o el Coro Infantil Divertimento, verdaderos ángeles dirigidos por Cristina Langa, para enamorarnos a todos.

Socorro Suárez destacó que las numerosas vertientes del análisis crítico-literario de la obra, desde la teoría feminista, la psicología o la ecocrítica: «No se puede pedir más a una narración: niños que enfrentan la muerte, mujeres que encarnan tanto la crueldad como la valentía, un bosque que es al mismo tiempo amenaza y rito de paso, y una música que recoge la tradición del folclore alemán». Y el dulce que para la infancia es tentación y también deseo de algo que no estaba al alcance de los niños pobres, la casa de chocolate o mazapán, las galletas o incluso el fuego (purificador o infernal) así como las moralejas en unas narraciones que hoy no serían políticamente correctas.

Tampoco le faltó comentar versiones o recopilaciones de estos cuentos populares tras la transmisión oral al papel ya en el siglo XVIII, sin olvidarse de las recopilaciones españolas: desde las famosísimas de Saturnino Calleja (incluso fue muy famosa la frase «Tienes más cuento que Calleja«), Cecilia Böhl de Faber (que firmaba como Fernán Caballero) o el Padre Luis de Coloma con El ratoncito Pérez para el niño desdentado de su primer diente, el futuro Alfonso XIII. Y en un cuento (más aún en la ópera), el relato no es solo una aventura infantil sino el reflejo brutal de la pobreza, del abandono, del hambre y del miedo,  también de la valentía: «Gretel es valiente, no solo sobrevive, sino que toma la decisión de matar a la bruja para salvar a su hermano. En un contexto donde los niños sufren las consecuencias del conflicto entre el bien y el mal, se convierten también en los portadores de la esperanza», resaltó la profesora.

Y si la ópera es subir mi telón musical, aún queda por delante otra increíble temporada: el 27º ciclo «Conciertos del Auditorio»  y 34º de las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni» del 29 de octubre de 2025 al 4 de junio de 2026, presentados en julio, la Temporada de Abono de la OSPA, ya con el nuevo gerente Oriol Roch Izard generando enormes expectativas para estos próximos años.

En el caso de la orquesta de todos los asturianos, el aperitivo será precisamente la ópera de Humperdinck, más 16 programas para los abonados en el Auditorio, a los que sumar los conciertos extraordinarios (en Semana Santa tendremos la Misa Nelson de Haydn), escolares, familiares, teniendo repertorio variado con nombres como Ian Bostridge, François Leleux, Bezhod Abduraimov, Vadym Kholodenko, Antje Weithaas, Shunske Sato, Javier Comesaña, Matthias Höfs, entre otros, tres nuevos artistas colaboradores (el violonchelista Nicolas Altstaedt, la flautista Clara Andrada y el pianista gijonés Martín García García), reivindicando siempre el talento asturiano con directores invitados como Pablo González, Óliver Díaz y Marco Antonio García de Paz, además de estrenos de compositores de la tierra como Jorge Muñiz, Gonzalo Martínez y Guillermo Martínez (1).

No quiero olvidarme de otro Ciclo CIMCO a partir del 18 de septiembre, con un concierto mensual hasta Navidad, o el Primer Festival de Piano «Joaquín Achúcarro», que ya dejé reflejo en este blog en su presentación, los próximos días 22, 23 y 24 de septiembre para poner bien alto este primer mes del curso escolar.

Por aquí seguiremos para reflejar toda la música que disfruto.

(1): Este jueves 11 me llegó por correo (cosas de vivir en una aldea) la programación de la OSPA que dejo a continuación:

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