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Filarmónica de Gijón: tradición, talento y nuevas miradas

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En la Junta General Ordinaria de la Sociedad Filarmónica de Gijón celebrada este lunes 29 de septiembre a las 19:30 h. se presentó su 118ª Temporada, un curso que reúne grandes intérpretes internacionales, jóvenes promesas y, como siempre, el valioso talento de músicos asturianos.

🎻 Los cuartetos como eje central

El protagonismo recaerá en la música de cámara y, en particular, en los cuartetos de cuerda. Actuarán dos formaciones de referencia mundial, el Cuarteto Casals y el Cuarteto Quiroga, junto al joven Cuarteto Iberia, dentro del ciclo de “Jóvenes Intérpretes”. Sonarán varios de los últimos cuartetos de Beethoven y se rendirá homenaje a Shostakóvich en el 50º aniversario de su fallecimiento, con sus cuartetos nº 3 y nº 8.

🌟 Efemérides y estrenos

El 150º aniversario de Manuel de Falla estará presente en programas tan diversos como las Canciones populares con el regreso, esta vez juntas, de Nadège Rochat y Noelia Rodiles o el original FALLA imaginado del pianista Moisés P. Sánchez, que vuelve a Gijón para clausurar la temporada junto al violín de  Ana Mª Valderrama y el contrabajo de Pablo Martín Caminero. El Trío Preseli estrenará además una obra del compositor ovetense Gabriel Ordás, y regresará el Ensemble 4.70 con sextetos de Brahms y Chaikovski.

🎤 Lied, cine y colaboraciones

El tenor Luken Munguira y el pianista Aurelio Viribay ofrecerán La bella molinera de Schubert en colaboración con el festival de poesía POEX. La Filarmónica continuará tendiendo puentes con otras disciplinas: Kind of Beethoven en el Festival de Jazz de Gijón, con el trío de Xavi Torres, o el Trío Arbós poniendo la música en vivo de Stephen Prutsman (1960) para El maquinista de La General de Buster Keaton en el Festival Internacional de Cine (FICX). Todo ello bajo la etiqueta [+Filarmónica], que incluye también producciones para familias como el Gianni Schicchi de “La Federica. Compañía Musical 4.40”.

🎼 Conciertos especiales

No faltarán las citas tradicionales: el Concierto de Navidad a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Gijón, con la Orquesta de la Fundación Filarmónica de Oviedo dirigida por Pedro Ordieres y heredera de la «disuelta» Orquesta Universitaria de Oviedo, que interpretarán la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák, y el Concierto de Semana Santa con el Stabat Mater de Pergolesi. que contará con las voces de Cristina van Roy (soprano) y Serena Pérez (mezzo) con la Camerata Barroca «L’Alcordanza» bajo la batuta de Rubén Díez.

👏 Jóvenes talentos

La temporada refuerza su apoyo a las nuevas generaciones con el Ciclo de Jóvenes Intérpretes Fundación Alvargonzález, que presentará al ya reconocido en Gijón Cuarteto Iberia, la pianista Miyu Shindo tras su paso por la «hermanada» sociedad homónima ovetense, y el dúo Juan Cossío (flauta) – Andrés Rubio (guitarra), que habrán pasado primero por el CIMCO de la capital asturiana. A ello se suma el concierto de ganadores del “Concurso de Jóvenes Intérpretes del Conservatorio de Gijón”.

ℹ️ Información práctica

  • El carné de socio sigue dando acceso también a los conciertos de las Sociedades Filarmónicas de Oviedo y Avilés.
  • Cuotas: general 180 €, jóvenes (15-30) 50 €, infantil (menores de 15) 20 €.
  • Localidades numeradas para fechas concretas en colaboración con “Divertia” se retirarán en la taquilla del Teatro Jovellanos.

Gracias a la fidelidad de sus más de 400 socios, la Sociedad Filarmónica de Gijón vuelve a ofrecer una temporada diversa y ambiciosa, plenamente integrada en la vida cultural de la ciudad y apostando por nuevas formas de “entender la música” donde no faltarán conferencias previas o encuentros con los músicos.

El equilibrio del trío

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Miércoles 8 de marzo, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Sociedad Filarmónica de Gijón: concierto nº 1663, Trío Yoon / Rochat / Jáuregui. Obras de Debussy, Arensky y Brahms.

Concierto este día 8 con muchas eMes: miércoles, marzo, música, mujeres y maravilloso. Programa de un trío joven y experimentado, exigente y agradecido, con tres obras para tres intérpretes que contagian pasión, lirismo, musicalidad a raudales, todo bien asentado en las tres patas que mantienen un equilibrio asombroso, uniendo tres solistas para compartir y sentir como un solo organismo. Un tres que con un espejo se convierte en ocho, magia numérica y musical.

Soyoun Yoo al violín, Nadège Rochat al chelo y Judith Jáuregui al piano demostraron su buen hacer en el formato camerístico ideal del trío, los extremos del agudo al grave en la cuerda frotada con el sustento completísimo de las 88 teclas desde tres compositores y tres tríos que fueron creciendo en dificultad pero también en entrega para estas tres mujeres músicas que no necesitan fechas para festejar su calidad.

Abría la velada el poco escuchado Trío para piano en sol mayor, CD 5 (1880) de un joven Achile Claude Debussy (1862-1918) que explica perfectamente la musicóloga Andrea García Alcantarilla, como cellista y buena estudiosa de los tríos, en las notas al programa: «Junio de 1880: el cortejo de la baronesa von Meck acaba de llegar a la Villa Oppenheim de Fiesole donde se les unen otros dos jóvenes músicos: el violonchelista Danilchenko y el violinista Pachulski que, junto con Debussy, forman un trío que tocará todas las noches para la familia. Es precisamente en este ambiente en el que el joven Debussy se decide a escribir su Trío en Sol Mayor varios meses antes de empezar las clases de composición». Emulando este trío histórico, el piano dibujaba cristalino el primer Andantino con molto allegro, contestado por el violín limpio, la contestación del cello poderoso, para unir los tres caminos hacia un Scherzo. Intermezzo. Moderato con allegro que sería premonitorio de los otros tríos, un «scherzo» jovial, alegre, chispeante, cómplice, encantador tal y como lo describiría la aristócrata a Tchaikovsky, que se sumaría a esta forma musical. Un Debussy casi autodidacta que posee toda la inspiración melódica para plasmarla en los tres instrumentos, aunque el piano parezca llevar el peso. Dominando la rítmica y la técnica, este segundo movimiento está lleno de guiños que Yoo-Rochat-Jáuregui nos transmitieron desde un encaje perfecto y un equilibrio de planos lleno de matices extremos. El Andante espressivo puso el toque melancólico y elegíaco, recordándonos a Schumann o Dvorak, que las intérpretes en solitario dominan y en trío comparten su bagaje musical. El Finale. Appassionato resultó otro regalo interpretativo de expresión, entendimiento y comunión entre las tres músicas, amplias dinámicas además de pulcritud por un sonido compacto.

El «descubrimiento» del programa sería el Trío para piano nº 1 en re menor, op. 32 (1894) del ruso Antón  Stepanóvich Arensky (1861-1906), melómano en los genes, y discípulo de Rimsky-Korsakov en San Petersburgo, para ser después maestro de Scriabin y Rachmaninov en Moscú, compaginando docencia y composición. Como nexo con el anterior trío del francés, también conocería a a Tchaikovsky, influyendo en su estilo y animándole a esta joya camerística, con otro Scherzo. Allegro molto colocado en el segundo movimiento, un juguete en manos del trío Yoo-Rochat-Jáuregui: complicidad en los fraseos, tempi y silencios, saltarín en cada una de ellas con absoluta limpieza pese a la complicada ejecución; y la Elegía. Adagio en el tercero, un canto fúnebre que un público respetuoso escuchó con emoción en la interpretación de estas tres artistas, una marcha fúnebre desde el piano de la donostiarra para proseguir con sordina los arcos de surcoreana y francosuiza, un adagio femenino pero rotundo, delicado y entregado, música a raudales de tres órganos impulsados por un solo corazón haciendo latir esta maravillosa partitura que comenzaba con un Allegro moderato y acababa con el Finale. Allegro non troppo llenos de vida, de nuevo recordando a Schumann e incluso a Brahms. Sonido pulcro, ejecución intachable e impecable en cada una de ellas, fraseos únicos dotando de toda la riqueza que atesora esta obra de Arensky  transmitiéndonos un romanticismo lleno de complejidad y brillantez con la «tristeza … repentinamente barrida (…) por una ráfaga final del destino» que escribe Andrea García A. De lo más aplaudido del concierto que obligó a salir dos veces a saludar antes del necesario descanso tras esta «rareza» que ya tenemos anotada.

La segunda parte la ocuparía plenamente Johannes Brahms (1833-1897) con su conocido Trío para piano nº1 en si mayor, op. 8 (1889), punto álgido de este 8M, la forma musical vista en la primera parte incluso con el scherzo al que podría calificar como en los otros dos pero mucho más exigente técnicamente para los tres instrumentos, especialmente el piano, con unísonos encajados milimétricamente, dinámicas asombrosas, engranaje de «tres en uno» verdaderamente digno de admiración para Yoo-Rochat-Jáuregui. Obra juvenil la del hamburgués que revisaría durante años a excepción del scherzo, reflejo del trabajo exigente del compositor alemán ya con su firma inimitable desde el Allegro con brio inicial, con un cello poderoso lleno de claroscuros; el mágico Scherzo rítmico, enérgico, juguetón y saltarín, utilizado en varias películas que me recuerda siempre a Schubert; el Adagio íntimo, misterioso, melódico y pianístico bien contestado por las cuerdas; para concluir con el Finale. Allegro brillante, contrastante, marcial y lleno de fuerza. Una interpretación impecable del trío, de nuevo muy aplaudido que aún volverían para el regalo francés, volviendo al inicio del camino.

Un admirable Maurice Ravel (1875-1937) del que el trío es devoto, y con el que se le sintió feliz y nosotros más, su «Andantino expressivo» del Trio en sol mayor, una delicia del compositor hispano francés en la interpretación con el melódico cello de Rochat, el lirismo violinístico de Yoo y una delicadeza al piano con Jáuregui, verdadero equilibrio y estabilidad de tres pilares con un mismo sentido de musicalidad.

Con M de martes, marzo, mujeres y música

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Martes 7 de marzo, 19:30 h. Centro de Cultura Antiguo Instituto, Salón de actos: Conferencia «La música de las mujeres y las mujeres en la música» a cargo de Eduardo Viñuela, Profesor titular del Departamento de Hª del Arte y Musicología de la Universidad de Oviedo.

Como actividad previa al concierto que se celebrará este miércoles 8M, la Sociedad Filarmónica de Gijón preparó esta interesante conferencia del profesor Viñuela presentado por Mar Fernández, vicepresidenta de la sociedad, haciendo hincapié que el concierto del trío Soyoung Yoon, Nadège Rochat y Judith Jáuregui ya estaba previsto independientemente de la efeméride, pero nada mejor que contar al final de la conferencia con su presencia, para completar una charla y coloquio de lo más enriquecedor en estos nuevos tiempos de feminismo.

El doctor Viñuela planteó una amena exposición desde dos preguntas ¿dónde está la música de las mujeres? y ¿dónde están las mujeres en la música?, primero por las pocas que se conocen en su faceta de compositoras, incluso descubriéndose pero sin escuchar sus obras. Desde la amplia lista en Wikipedia al mapa de Shakira Ventura vemos cómo aún queda mucho por descubrir en el planeta.

No faltó tampoco la explicación del llamado «Sistema patriarcal» y los pares binarios para dar respuesta y comprender mejor tantos interrogantes sobre la poca visibilidad femenina en el mundo de la composición, incluso en el de la interpretación, con la ausencia de referentes o modelos a seguir incluso en un siglo romántico y europeo que «silenciaba» a Hildegard von Bingen, Francesca Caccini o Barbara Strozzi, por lo que hasta Clara Wieck «desistiría» de su creatividad por el mero hecho de ser mujer, como reflejó en su diario:

«Una vez creí que tenía talento creativo, pero abandoné esa idea; una mujer no debe desear componer, no es bastante hábil para ello ¿por qué iba yo a esperar poder hacerlo?»

Analizar las causas supuso también un repaso histórico y sociológico de la mujer en la música, los instrumentos con que se las asociaba (arpa, guitarra y tecla), pues «la organología tiene género» y hasta cierto carácter doméstico, si exceptuamos la voz como algo más «femenino» por el sesgo de natural o emocional, una música interpretada para pocos y la posterior además de lenta incorporación a las orquestas (incluso exclusivamente femeninas) y bandas. Mayor desarrollo tendría el actual debate sobre la dirección que también se trató en el coloquio con las tres intérpretes, donde parece que volvamos del revés la propia historia (comentaba Soyoung Yoo su vivencia inglesa donde no pudo ampliar estudios de violín pero de haber elegido la batuta no hubiese tenido ni que superar pruebas, tal es el momento actual de las directoras que comienzan a «priorizarse» más allá de las llamadas cuotas).

Visibilizar, interpretar obras de mujeres, grabarlas pues son patrimonio (interesante el dato que Nadège Rochat aportó sobre la compositora irlandesa Ina Boyle, siendo la primera en grabarla) y por supuesto los sesgos machistas donde parece darse más importancia al vestido de la pianista que a su propia interpretación, como comentó también Judith Jáuregui, que a su propia interpretación, algo que a la inversa nos preguntamos por qué no sucede. Cierto que la calidad de las tres intérpretes va más allá del género y no han tenido problemas por su condición de mujeres para mantener una carrera imparable y plagada de éxitos.

Entrevista para «El Comercio»:

Como colofón y entre las posibilidades para impulsar un cambio Eduardo Viñuela propuso: «Normalizar la programación de las compositoras», «Romper con los estereotipos en la interpretación», «Ser críticos con los juicios de valor» en programas de mano, críticas y hasta conversaciones informales, y «Demandar música fuera del canon» decimonónico, pues son las claves para visibilizar y escuchar tanta música que duerme el sueño de los injustos, si se me permite la expresión. Todo un proceso interrelacionado donde el profesor sugiere:

1) Cuota de programación en conciertos y en centros de formación; 2) Preparación de repertorio de mujeres; 3) Demanda de partituras; 4) Producción de grabaciones; 5) Enriquecimiento del patrimonio musical, y 6) Incorporación a la historia de la música. Poco a poco vamos lográndolo desde distintas asociaciones como el Ateneo Musical de Mieres, aunque aún queda mucho camino por recorrer y mucho terreno que ganar en esa «Música con M de mujer».

Y el coloquio final que se prolongó hasta casi las nueve de la noche, lleno de anécdotas, experiencias de todo tipo, vivencias propias en sus carreras, sumando la ilusión de poder escuchar mañana a un trío con el entendimiento que se transmite incluso escuchándolas hablar y tan necesario para afrontar un programa exigente que se transmite. Desde aquí lo contaremos.

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Miércoles 14 de febrero, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Gijón: Sociedad Filarmónica, concierto 1.598: «La vida breve«. Rafael Aguirre (guitarra) y Nadège Rochat (violonchelo). Obras de Albéniz, Falla, Granados, Cassadó, Ravel, Lara, Assad, Piazzolla y Tárrega.

Andrea García Alcantarilla titula las notas al programa «De lo popular a la sala de conciertos» haciendo ver la gran deuda de los compositores con la música popular y de lo que habló unos días antes en «Las charlas de la Filarmónica» organizadas por la JAM de Asturias. La mejor forma de saldar cuentas la pusieron un dúo atípico de amplio recorrido desde 2011 formado por el guitarrista malagueño Rafael Aguirre (1984) y la chelista suiza Nadège Rochat (1991) con un programa titulado «La vida breve» no solo por Falla sino también por el CD que grabaron, y que se presentaba por fin en España tras haberlo llevado entre otras salas famosas al Carnegie Hall neoyorquino o la Konzerthaus vienesa, un tributo a los grandes compositores inspirados en la música del pueblo más allá de lo que se ha llamado «nacionalismo», y tanto a un lado como otro del charco.

Ambos fueron presentando las obras trufadas de anécdotas que completaron un San Valentín de dobles parejas por instrumentos e instrumentistas, masculino en manos femeninas y viceversa, el chelo de Nadège y la guitarra de Rafael, enamorados de unas joyas, la Alhambra de Aguirre y el Stradivarius «Ex Vatican» de 1703 de Rochat, que pude disfrutarlo, además de contemplarlo de cerca,  hace ahora un año en Bilbao a dúo con la donostiarra Judith Jáuregui, que también actuó para la Filarmónica gijonesa el pasado mayo, volviendo a reunirse en apenas quince días para Musika Música, sumándoseles la violinista ibicenca Lina Tur Bonet.
Y esta pareja acabó enamorando a un público que conocía la mayor parte de las partituras elegidas aunque las versiones a duo fueron originales por sonoridades (levemente amplificada la guitarra) y empastes, con guiños a la canción de concierto porque el violonchelo es lo más cercano a la voz y la suiza hizo cantar «su Vaticano».

La primera parte con la guitarra sola y el «pianístico» Asturias – Leyenda (Albéniz) con «arte» además de virtuosismo pues el solista malagueño supo darle un sello propio antes de afrontar con el cello las Siete canciones populares españolas (Falla), aire gitano, toque flamenco, hondura asturiana, ritmo de jota, nana mecida, cante hondo del sur universal con Nadège cantando en todos los registros que la voz humana no puede, ornamentos imposibles hasta para los grandes que el cello posibilita asombrando lo bien que esta intérprete nacida en Ginebra ha captado la atmósfera de nuestra piel de toro, y la guitarra distinta al piano más cercana al pueblo del que el gaditano toma estas melodías.
Y lograda transcripción de la pianística danza Oriental (Granados) por el intercambio de registros entre punteado y frotado como si se multiplicasen las manos sobre unas teclas de cuerda.

No podía faltar el homenaje al gran virtuoso del chelo y compositor Gaspar Cassadó del que Nadège nos deleitó con la Danza finale antes de los Requiebros con guitarra en «atrevido» arreglo de Rafael que mantuvo esa línea argumental y sonora antes de rematar la faena con la conocida Danza de «La vida breve» (Falla).

Populares por inspiración, cercanía a su pueblo o directamente enamorados de esas músicas, la segunda parte comenzó con la Pièce en forme de Habanera (Ravel), una particular versión de Granada del mexicano Agustín Lara que por el mundo le hacen español aunque imposible cantarla con el cello, una joya del brasileño Sérgio Assad (1952) como es Menino, volviendo a disfrutar del Tárrega puro admirado desde niño por Rafael Aguirre que su guitarra elevó a virtuoso magisterio con la Gran Jota y Recuerdos de la Alhambra, más Piazzolla eterno que soporta cualquier combinación instrumental dada la belleza de sus temas, tangos nuevos incluso sin baile como Nightclub 1960 o Libertango acortado y algo alocado al que faltó el poso porteño difícil por la sangre joven de estos enamorados dos por dos.

Mas para tango puro la propina del gardeliano Volver más el deleite final con la milonga – tango del eterno Oblivion siempre agradecido de escuchar e interpretar para un miércoles de ceniza para enamorados de la música siendo el mejor regalo en esta original combinación de dos intérpretes que expulsan el arte a borbotones, juntos y separados.

Bohemia capital Bilbao (4)

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Sábado 4 de marzo, 13:30 horasPalacio Euskalduna, Bilbao: «Musika-Música». Concierto Nº 28, Sala A-3. Nadège Rochat (violonchelo), Judith Jáuregui (piano). Obras de A. Dvořák. y L. Janáček. Entrada: 6 €.

Verdadero descubrimiento de obras e intérpretes, especialmente la chelista francosuiza Nadège Rochat que debutaba en España con la donostiarra Judith Jáuregui, una pianista a la que sigo hace años y habitual en estas ediciones de «Musika-Música» tan solvente de solista como acompañante o con orquesta, en un repertorio donde se comparte magia a partes iguales, investigando, grabando y trabajando duro para seguir asentándose entre la larga lista de intérpretes internacionales.

L. Janácek: Pohadka – Fairy Tale, verdadero cuento de hadas por fuerza y vigor, inspirada en el poema del ruso Zhukovsky «El cuento del zar Berdyev» está cargado de ese mundo de fantasía de nuestra infancia y las dos intérpretes hicieron sonora una historia compuesta tras la pérdida de la segunda hija del compositor unido al rechazo de sus óperas, otra vida de película para un músico incomprendido que desde el dolor es capaz de escribir partituras tan mágicas como este dúo para cello y piano.
A. Dvořák: Lasst mich allein opus 82, B.157 y Silent Woods opus 68 nº 5, obras «liederísticas» por sus melodías tan cantábiles de tiempo lento o medio retomando aires sosegados para hacer emerger temas vocales desde el chelo, la música de salón donde Rochat emociona dialogando con el piano de Jáuregui, dos páginas con historia propia contadas por ellas mismas incluso en las notas al programa para las cuatro obras elegidas: «… en pocos días hubo de componer el Rondó en sol menor, arreglar dos de sus Danzas Eslavas y terminar también el arreglo de «Silent Woods», original del ciclo para piano a cuatro manos «From the Bohemian Forest». Las cuatro obras dejan percibir cuán y cómo se sentía Dvořák escribiendo para el cello como instrumento solista, la tesitura es alta y las cualidades líricas del instrumento están explotadas al máximo. El arreglo del lied Lasst mich allein no pertenece al autor pero es de gran interés ya que su melodía inspiró el Adagio del Concierto en si menor, pieza clave del repertorio para cello». Si la elección del repertorio supone un hallazgo, la interpretación fue sorpresivamente emocionante.

Tras una breve pausa volvía Judith Jáuregui en solitario para otro descubrimiento de Janáček, En la niebla, rememorando el estilo evolucionado de Chopin a Debussy (también lo recogen las notas que dejo al final del párrafo), el virtuosismo más el impresionismo de salón conjugando técnica y pasión en un idioma que se afianzará a lo largo del siglo XX e incluso me recordaba por momentos al mejor Albéniz parisino. «En la niebla da muestra de la catarsis en la que se encontraba (…) y evidencia cómo de la melancolía y la falta de autoestima nace una de sus obras más importantes, un ciclo en cuatro movimientos escrito en tonalidades «nebulosas» en las que encontramos la influencia del impresionismo de Debussy». Si la pianista donostiarra nos ha dejado hace poco su «éXtasis» espero que Janáček sea la siguiente grabación en su propio sello discográfico (Berlimusic), apostando por la belleza del dolor.

Para cerrar la mañana otras dos obras de Dvořák, el Rondó en sol menor opus 94, eslavo y moldavo, virtuoso con un entendimiento digno de alabar en ambas intérpretes que cantaron esta página con tanto sabor, pero sobre todo las dos Danzas eslavas opus 46, B. 172, «Polka» y «Furiant» tocadas independientemente con verdadero sabor y perfección, especialmente la última conocida en la versión orquestal, donde piano y cello sonaron sinfónicamente camerísticos.
Un dúo donde el violonchelo de Nadège Rochat resultó cálido y presente, humano y cercano, además de bello (del que ya escribí en el prefacio de estas notas), y el piano de Judith Jáuregui todo un lujo solo y compartiendo pentagramas.

Marzo comienza en Bilbao

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La fiesta de la música que supone el macroevento o Festival «Musika-Música» organizado por la Fundación Bilbao 700 en el Palacio Euskalduna durante cuatro días es cita obligada para todo melómano que se precie y siempre que puedo acudo, pasando previamente por esa taquilla virtual donde además de realizar las gestiones y poner nosotros tiempo y papel, se nos cobran 0,90 € por ello, independientemente del precio (ya grabado con el abusivo 21% de IVA), por lo que mis 10 entradas por duplicado (hay que viajar siempre en compañía) les han supuesto 18€ de ganancia extra. Mejor no enfadarme pero por lo menos lo reflejo aquí. Los precios iban este año de los 12€ (auditorio) a los 4€, aunque normalmente abundan los de 6€ en las salas pequeñas, pero siempre hay actividades gratuitas una vez dentro del Euskalduna. La cafetería tiene «precios vascos» si bien alrededor hay oferta para todos los gustos y bolsillos. Como suele ser habitual, abundante presencia de turistas franceses por cercanía y disponibilidad, pero también de distintos puntos de nuestra geografía además de la excelente tradición musical vasca en general y bilbaina en particular, moviendo cada espectáculo verdaderas riadas de aficionados y familias de los estudiantes que dieron la talla como verdaderos profesionales.

Este año la «maratón musical» estuvo dedicado a la Bohemia, con todo lo que me supondrá escribir correctamente los nombres, aunque seguro que elegiré la opción «occidentalizada», agrupando a cuatro compositores clave de esa zona: Gustav Mahler, Antonín Dvořák, Leoš Jánaček y Bedřich Smetana, participando  850 músicos en 75 conciertos y actividades como conferencias, encuentros con músicos o firmas de discos (este año «los del triángulo verde» pusieron su stand, supongo que con remordimiento al comprobar que en sus establecimientos la llamada música clásica sigue menguando en oferta), sin olvidar todo el personal del Euskalduna además de afinadores donde volví a encontrarme con mi querido Jesús Ángel Arévalo, habitual desde las primeras ediciones, al que veo más en Bilbao que en Oviedo.
Y si los números son de impacto, saber que hubo más de 30.000 espectadores, colocados carteles de completo en muchos conciertos (solo estaban numerados los del Auditorio) además de la oportunidad que tienen las formaciones de distintos conservatorios de actuar y asistir en vivo a muchos de los espectáculos ofertados, es toda una alegría y un oasis a tres horas de mi casa.
Para Bilbao supone seguir siendo capital cultural con todo el impacto económico que supone (hoteles llenos, bares, cafeterías, museos…) y el gasto revirtiendo en ingresos, pese a que los políticos solo vean números fríos y se plieguen a ¿órdenes europeas? de recortar, normalmente en cultura… No podemos esperar de nuestros dirigentes algo más de cultura pero podrían pasarse por estos eventos y comprobar en primera persona o a pie de escenario todo lo que se mueve, la vida fuera de los despachos, y especialmente sembrar para la gente joven pues el futuro para ellos no es precisamente halagüeño como sigan gobernando así… Pero mejor no sigo que me enfado y la fiesta continúa.

A la vista de semejante despliegue cuesta organizar nuestro «menú a la carta», que en mi caso siguió unos criterios: Mahler porque además de gustarme especialmente, escuchar en tan breve lapso de tiempo cuatro sinfonías (, , -se ofertaba también en Oviedo- y ) además de los Kindertotenlieder, la «Canción de la Tierra» o las «Canciones del Caminante» son de por sí un hito, teniendo que «rechazar» varios Dvorak de referencia pero también cercanos en la amplia oferta asturiana (toco madera porque los recortes se anuncian como ¡ahorro!). Mi apuesta suele ser sinfónica, no solo apoyando a la OSPA (que ofreció tres conciertos) sino viendo el estado de otras formaciones nacionales pero también de esa Bohemia en la llamada Europa del Este, pero busco siempre un hueco para la música de cámara porque resulta la mejor escuela de compositores y público antes de las obras sinfónicas, encontrando algunas joyas que iremos comentando desde aquí. Dejo mi particular planning para que se hagan una idea, sumando la novedad de solaparse conciertos cuando en otras ediciones no coincidían y uno podía desechar menos (el bolsillo también mandaba).

La rapidez de twitter me permitió ir comentando sobre la marcha mis conciertos y algunas fotos, con la etiqueta (hastag dicen los «nativos digitales») #MusikaMúsica2017, incluso interactuando con algunos de los intérpretes y hasta avanzando noticias de última hora. Todos los detalles los iré colocando en este blog con el título «Bohemia capital Bilbao» que dan más juego, si bien tuve el humor de cargar con una libreta e ir anotando detalles para las distintas entradas, que la memoria no es la de mis años mozos y hay mucho para contar.
Así que sin prisa pero sin pausa, subiremos detallados mis eventos de esta edición que básicamente puedo resumir en:
Mahler, siempre un seguro aunque el listón esté inalcanzable, pero cuyas obras superan interpretaciones «simplemente» notables; Dvořák más allá de sus sinfonías, la conjunción del oficio y la tradición en todos los campos; y un poco de Jánaček que siempre es mucho, esperando deje de ser una «rareza» en las programaciones, tanto sinfónicas como camerísticas, verdaderas joyas para disfrutar.

-Festival vocal pero sobre todo de mezzos, lógico con tanto Mahler (también me gustan con barítono, sobre todo en recital) y además con la cancelación para la «Resurrección» de Mª José Montiel (había levantado expectativas entre el público tras la inauguración del festival el jueves) me permitió disfrutar por partida doble a la donostiarra Ainhoa Zubillaga (en principio solo «la tenía» para el Stabat Mater dominical con lo que supone afrontar La Segunda de Mahler en estas circunstancias), calidad en todas las voces, algunas jóvenes, otras todavía formándose, varias con la agenda no tan completa como quisieran en esta España nuestra cada vez más empobrecida musicalmente (aunque sigamos exportando talento), pero especialmente el «descubrimiento» de la austriaca Hermine Haselböck en los Lieder eines fahrenden Gesellen con una orquesta (la Jánaček Philharmonic Orchestra Ostrava) y director (Heiko Mathias Förster) ideales para ese concierto.

-La constatación del nivel de unos solistas de talla internacional como la violista pamplonica Isabel Villanueva y la pianista donostiarra Judith Jáuregui que además nos trajo la presentación en España de la cellista francosuiza Nadège Rochat con un «Ex-Vatican Stradivarius» de 1703 prestado por la Academia de las Artes de Florencia bello en presencia y sonido capaz de emocionarnos en las manos de esta joven intérprete que le hace realmente cantar.
-De los asturianos citar al barítono David Menéndez en el buen cuarteto solista del Stabat Mater de Dvořák, además con «nuestra» OSPA, más los «primos hermanos» de la Sociedad Coral de Bilbao y un Perry So al frente que marcó diferencias. Los tres conciertos fueron exigentes, duros y muy trabajados por el chino que transmite no solo alegría sino profesionalidad, seguridad y por tanto calidad a la Orquesta del Principado que brilló con luz propia.

Quedan muchas entregas con fotos, detalles, mis comentarios de la agenda (no es La libreta colorá pero hace las veces) más una semana con piano, orquestas, distintas épocas para seguir este mes de marzo bastante completo antes de la Semana Santa. Y como en los viejos seriales radiofónicos, continuará…