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Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:

Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario a este nuevo año con rima fácil y poco educada aunque cause risa (como «caca, pedo, culo, pis»…).

Musicalmente, y a la vista de cómo sigue el mundo lleno de guerras, genocidios, odio y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música a ser posible en PAZ, FRATERNIDAD y AMOR como pidió Riccardo Muti el primero de año desde Viena, aunque sé que la SALUD es el mejor regalo en estos tiempos.

Sin necesidad de aniversarios (y en 2025 también tenemos varios para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas, chicos de hierro, «piedras» y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también una Escolanía -pues a la de Covadonga la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.

Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, también finalizado su contrato con la OCRTVE, así que aprovecho para pedirles «le den una orquesta» para este 2025 y siguientes, pese a que no le falta trabajo. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues seguimos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha, y que se acierte en el nombramiento de una gerencia que la ayude a seguir creciendo con su titular portugués (¡por favor que no nos lo lleven!).

Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles muchos conciertos para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando «desde casa», actuando solos, con otros ensembles, pero especialmente con «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo en cualquier día del año.

También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes y «emigrados» como Mario Bernardo o Martín García. Todos ellos, junto a Henar F. Clavel, están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será de nuevo mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2025.

Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (al menos que siga igual de fructíferoy Gabriel Ordás (en Manhattan formándose y trabajando en la distancia), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en otras cartas. Gracias señorías…

Y por mantener la ilusión, aunque como decía mi madre «parece que te hizo la boca un fraile», continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias porque acaban repitiéndolas más que el ajo.

Este año no pido nada para mis violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pero siguen trabajando y bien: Ignacio Rodríguez sigue emigrado en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA, creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.

Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2025 y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la soprano asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque esperemos mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor (como fue su gran protagonista de La Rosa del Azafrán), tras su esperada Mimí en Alicante y hace poco un Manojo madrileño a tope), por lo que les sigo pidiendo llevarla al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa pero debo recordarles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.

Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi recordada mamá me repetía aquello de «contra el vicio de pedir, la virtud de no dar»… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos (parece que se va logrando) sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.

A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan que existe la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que «los envíos» llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).

Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia allá por junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2024 en que cumplíamos seis años (esta vez la Lotería no tocó pero sí nuestros músicos que no pararon), esperando mantengan su Banda Sinfónica y agradecerles haber hecho un buen relevo de nuestro querido Antonio Cánovas (ya en su tierra murciana y dirigiendo la Banda de Águilas) con un prometedor e ilusionado Nando Castelló. Poder mantener el mismo nivel a lo largo de estos seis años y llevar su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos, es un deseo que se sigue cumpliendo y nuestros «13 Reyes» estrenados en la Folixa de Mieres triunfaron en Lorient, esperando ya el 31 de mayo para volver a disfrutarlo en el Auditorio de Oviedo con los «hermanos» de la Banda de Gaites «La Laguna del Torollu» e Iñaki Santianes comandando este proyecto que se hizo realidad. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.

A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces descansaría (no tiro fuegos artificiales por respeto a los perros…) pero ya ven que no está entre las peticiones musicales de este mi tercer curso fuera de ella. La LOMLOE o Ley Celáa sigue empeorando leyes anteriores (y recuerdo que iban ocho en 37 años) en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil (no pienso escribir nada de la mal llamada INTELIGENCIA ARTIFICIAL que parece un oximorón), aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.

Gracias señores majos y Magos (de donde vengan utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso). Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2025.

Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

El oscuro romanticismo

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Miércoles 3 de abril, 20:00 h. Teatro Jovellanos, Concierto 1681 de la Sociedad Filarmonica de Gijón: «Unter Den Dunkeln Linden» (Bajo los oscuros tilos). Marina Pardo (mezzo-contralto), Jesús López Muñiz (trompa), Mario Bernardo (piano). Obras de R. StraussLukeschitsch, Kalliwoda, Proch, MahlerF. Strauss y Schubert.

Interesante recital de lieder no ya por la elección de los mismos, con autores de distinta relevancia histórica, sino por su escritura para voz, trompa y piano (a excepción del de Mahler), una original selección que contó además con un programa de mano excelente, como es costumbre en la centenaria sociedad musical gijonesa que ayer cumplía 116 años, para esta ocasión con las notas de Mar Norlander, sino por incluir todos los poemas en alemán con su traducción al alemán, manteniendo la luz en el teatro suficiente para poder ir siguiéndolos, si bien la cántabro-asturiana Marina Pardo nos explicó cada uno de ellos así como las razones del orden establecido.

En el programa que dejo al final de la entrada, quiero incluir los poetas a los que todos los compositores afincados en la Viena imperial, con el alemán como idioma común, realzan con una música que subraya y respeta el aire romántico de desamores, muertes, cementerios, noches, dolor, tragedia en la vida tan bien reflejada tanto en los textos como en una textura perfecta para una voz femenina grave, redonda, que da ese ambiente de oscuridad contrastado por un piano que ilustra por momentos literalmente esos microrrelatos, sumándose la trompa capaz de cantar y compartir melodías e incluso otorgar la solemnidad o dramaturgia para cada una de las cinco obras originales en este formato nada habitual de este trío.

Marina Pardo tiene el conocimiento de la lengua de Goethe que le permite no solo pronunciar a la perfección los bellísimos poemas, también el color vocal ideal unido a la interpretación siempre interiorizada que con el piano de Mario Bernardo siempre seguro compañero en este «viaje» que realzaba los colores y las pinceladas de estos lienzos sonoros, sumándose la trompa de Jesús López Muñiz en pasajes no siempre limpios pero con la sonoridad exigente que iba desde el «postillón» a la ornitología o una voz sin palabras conformando este original trío.

Interesante el austríaco Georg Lukeschitsch (Villach, 1949), compositor contemporáneo poco conocido, con una balada escrita por Nikolaus Lenau (1802-1850), Der Postillion, que no desentonaría con sus compañeros de programa, de escritura muy expresionista, decimónica y académica para unos poemas bien rimados en 16 estrofas que el trío desgranó con toda la carga dramática y descriptiva cual un cuadro de Caspar David Friedrich, ese caminante bajo nieblas, lunas llenas, carruajes con el piano «tirando» del carro, trotando o frenando ante la tumba del amigo o los ecos en la trompa bien «narrados» por Marina Pardo.

Igualmente intenso y bello Heimweh (Nostalgia) de otro compositor poco conocido como el checo Johan Wenzel Kalliwoda -o Jan Kalivoda– (Praga, 1801 – Karlsruhe 1866), introducción instrumental preparando ese «sol extranjero» a dúo con trompa y el subrayado de un piano que empuja este trayecto de la luz a al nuevo hogar de la tumba.

La segunda parte la abriría dando título al programa Unter den dunkeln Linden, Op. 122, «Bajo los oscuros tilos», poema de Robert Reinick (1805-1852) puesto en música por el austríaco Heinrich Proch (1809-1878) para este trío que canta al árbol totémico musicado por tantos, cantado a trío con suspiros, sueños, sombras y cruces negras donde la luz la pondrían los intérpretes de nuevo fieles a este romanticismo que tanto ha dado a todas las artes y donde la música pone cada banda sonora de estos cuadros.

Más conocidos e igualmente componiendo para este trío de voz, trompa y piano Richard Strauss con su juvenil Alphorn en honor a su padre Franz Strauss (1822-1905), buena conjunción interpretativa en la primera y como gran trompista del progenitor, el corverano Jesús López junto a Mario Bernardo nos interpretaron el bellísimo Nocturno op. 7.

Descatacar el importante papel del piano en todo el recital, pues el lied es diálogo y el mierense «habla» desde las teclas, más aún en este dúo instrumental. Pero de lo más íntimo y con la calidad de Pardo-Bernardo el Mahler de los Rückert Lieder y difícil de traducir como «He abandonado el mundo» (Ich bin der Welt abhanden gekommen) fue de lo mejor en este recital donde olvidamos la orquesta y comprobamos lo bien escrita de esta versión con una Marina Pardo recreándose en las tres estrofas, emocionando en la última: Ich bin gestorben dem Weltgetümmel, Und ruh’ in einem stillen Gebiet!
Ich leb’ allein in meinem Himmel,
In meinem Lieben, in meinem Lied!
 (¡Estoy muerto para el bullicioso mundo y reposo en un lugar tranquilo!
¡Vivo solo en mi cielo,
en mi amor, en mi canción!).

No podía faltar como cierre en un recital de lieder el gran Schubert con su Auf dem Strom D. 943 (más que «En el río» sería «En la corriente», como bien explicó Marina Pardo antes de la interpretación), intenso vocalmente, vibrante al piano y las pinceladas melódicas de una trompa que mantuvo el balance para disfrutar esta obra con la única «licencia» de bajarla de tono pero sin perder ni un ápice de la expresividad más allá de la armadura original o la dificultad instrumental que permitió brillar la redondez de la mezzo (o contralto) que en estos casos no es cuestión de tesitura sino de color y proyección unido a una articulación ideal para el genio del lied en alemán.

La propina del también alemán Louis Spöhr (1784-1859) nos sacó de los cementerios y desamores para poner aires de caza más alegres el «Emma’s Lied» del drama Der Erbvertrag, WoO 92 en la versión para voz, piano y trompa que puso el broche a este trío original con un programa exigente por dramatismo que estos asturianos interpretaron con la entrega y profesionalidad a la que nos tiene acostumbrados a sus seguidores en las distintas facetas que los tres transitan uniéndose en este recital romántico.

PROGRAMA:

I

Richard STRAUSS (1864-1949):

Alphorn, TrV 64. Textos de Justinus Kerner (1786-1862).

Georg LUKESCHITSCH (1949):

Der Postillion. Textos de Nikolaus Lenau (1802-1850).

Johann Wenzel KALLIWODA (1801-1866):

Heimweh. Textos de Gustav Rasmus (1817-1900).

II

Heinrich PROCH (1809-1878):

Unter den dunkeln Linden, Op. 122. Textos de Robert Reinick (1805-1852).

Gustav MAHLER (1860-1911):

Ich bin der Welt abhanden gekommen, de Rückert Lieder. Textos de Friedrich Rückert (1788-1866).

Franz STRAUSS (1822-1905): Nocturno, Op. 7 para trompa y piano.

Franz SCHUBERT (1797–1828):

Auf dem Strom, D. 943
(Única bajada de tono). Textos de Ludwig Rellstab (1799-1860)

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario aunque el «bicho» del Covid siga entre nosotros conviviendo con la gripe habitual.
Musicalmente, y a la vista de cómo está el mundo lleno de odio, guerras, genocidios y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música posible, a ser posible en PAZ, aunque sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesidad de aniversarios (y en 2024 hay muchos para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga -que la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, y ya que se ha despedido de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le den una orquesta para este 2024 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, actuando solos, en otros ensembles, y especialmente en «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, a Martín García o Henar F. Clavel que están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2024 tras ir recuperando todos ellos fechas.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (que este pasado año sigue igual de fructíferoy Gabriel Ordás (que tambén se ha ido a USA para proseguir sus estudios), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en mi carta del 2023. Gracias señorías…
Y por mantener la ilusión, aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un fraile» (?), continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión en tiempos difíciles.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado aunque ahora en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2024 (el Año Puccini que debería celebrarse contando con su voz) y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista (con ganas de La Rosa del Azafrán), pues al fin le trajeron el año pasado su esperada Mimí en Alicante (donde le cambiaron hasta su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que vale ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2023 en que cumplíamos nuestro primer lustro (incluso con la Lotería que no les pedía tocase, porque ya lo hacían nuestros músicos, pero que les agradezco nos trajeran ¡una pedrea!), esperando mantengan su Banda Sinfónica y acertemos en el relevo de Antonio Cánovas (a quien le han traído destino en su tierra murciana y la dirección de la Banda de Águilas). Poder mantener el mismo nivel tras cinco años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi segundo curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 36 años),en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso), sin entrar en cabalgatas de las que no opino, y menos con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2024 olímpico y bisiesto.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Carta a SS.MM.

1 comentario

Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar definitivamente este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las aún cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible, aunque vuelvan las mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado manteniéndolas en el transporte público, hospitales o farmacias. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) más nuestros solistas, de los que tenemos un montón y ¡de primera! en mi querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide este año de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2023 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos, juntos y por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2023 tras irse recuperando todos ellos de un 2021 para olvidar.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos, tal como les había pedido en mi carta del 2022.
Gracias también por hacer que La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno se estrenase en esta temporada de los 75 años en Oviedo.
Y por mantener la ilusión aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un guardia» (?), continúo pidiendo a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado a Alemania y María Ovín en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúe el éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2023 y más. Además de darle de nuevo las gracias, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista, pues al fin le han traído para este año su esperada Mimí en Alicante (donde le han cambiado su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que valer ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que son universales.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2022. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque, ya lo hacen mis músicos) espero mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas al mismo nivel tras cuatro años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible (este pasado año ya estuvimos por tierras murcianas), con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi primer curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 35 años),en pos de una generación de ignorantes digitales, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben que los carburantes están tan caros como el pienso) sin entrar en cabalgatas que no opino, y menos las que se inventaron el año pasado como ¡estáticas! y con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días del año.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años.

Una «schuvertida»

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Miércoles 23 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara: CIMCO (Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo), Schubertiada. Enol Ensemble, Carlos Dávila (actor). Entrada: 8 €.

El CIMCO es un nuevo ciclo y apuesta municipal en la sala de cámara que, como indica su acrónimo, es interdisciplinar, aunando espectáculos con la música como nexo, «vanguardista y prejuicios» tal como se presenta.

Y este miércoles bajo el título de Schubertiada, hizo cual «Ministerio del Tiempo» un viaje al Oviedo actual del romántico Franz Schubert encarnado por Carlos Dávila de Higiénico Papel, con una ambientación mínima pero suficiente, incluso con una iluminación muy cuidada, aunando en su música la lectura traducida de cuatro lieder cantados por Ana Nebot y el piano de Mario Bernardo, con una saltarina trucha última que sirvió para escuchar finalmente el quinteto homónimo a cargo de esta formación adaptable a distintos repertorios e intérpretes conocidos de los melómanos asturianos. Una reunión en el «salón de casa» con amigos haciendo música y muchos más disfrutándola (con una excelente entrada a precio asequible), sin prejuicios, aplaudiendo incluso entre movimientos, buena propuesta que completa la gran oferta de «La Viena española» dentro de la siempre didáctica y necesaria música camerística.

Tras la presentación de Franz Dávila recordando el texto del programa «on line», comenzaría la reunión con una selección de cuatro lieder y textos leídos previamente, que la soprano ovetense «vivió» además de cantar, dramatización musical bien arropada por el piano de un compañero habitual en tantos años de profesionales, amigos disfrutando de An die Musik D. 547 (Von Schober), sosiegoy gusto, Lied der Mignon D. 877 (Goethe) delicado personaje femenino que Nebot casi nos susurró arrulada por Bernardo, y Die Fiorelle D. 550 (Schubart), saltarina y vital, naturaleza hecha música. Canciones válidas para cualquier voz, habitualmente masculinas aunque siempre resultan tentadoras para las femeninas, y que con Ana Nebot brillaron desde ese ambiente íntimo y cómplice con el piano, cómoda tanto en estos lieder schubertianos como en las francesas que también le van a su voz y ya hemos disfrutado igualmente.

Y una vez lanzada la caña al río finalmente el anzuelo funcionó para escuchar el Quinteto con piano en la mayor, Op. 114, D. 667 «La trucha», inspirada composición del vienés en esta formación poco habitual para una de sus obras más conocidas y versionadas, con un piano propio siempre muy presente y el cuarteto de cuerda bien ensamblado donde todos tienen su protagonismo individual y el necesario entendimiento, que entre amigos no presentó problemas. Los cuatro movimientos (Allegro Vivace; Andante; Scherzo. Presto; Tema con variaciones; Finale. Allegro giusto) fueron «in crescendo» en complicidad y entrega, especialmente las variaciones del lied antes de un final brillante, diría que plateado cual trucha de nuestros ríos a cargo de un ensemble con nombre de lago asturiano y emblemático.

Otro disfrute musical en este divertida schubertiada que podríamos unir en una velada «schuvertida» para un público agradecido que no falla, mascarillas incluidas con las que el Schubert «transportado» al siglo XXI hizo la chanza inicial de su viaje en el tiempo al salón ovetense.

Enol Ensemble: Ana Nebot (soprano), Fernando Zorita (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente-Pereira (chelo), Ximo Clemente (contrabajo), Mario Bernardo (piano).

Vida en Gijón

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Jueves 30 de septiembre, 20:30 horas. Teatro Jovellanos, Gijón: Der Tod in Wien, Orbón Ensemble. Obras de Mozart y Beethoven. Entrada butaca: 16 €.

Nueva escapada a Gijón para despedir septiembre y arrancar la temporada en el Jovellanos con este concierto en colaboración con la Sociedad Filarmónica local recién renovada en su junta pero que sigue apostando por abrir las puertas al público no abonado en conciertos de cámara que siguen siendo la escuela para músicos y público.

Presentación a cargo de Beatriz Montes llena de guiños a nuestra generación, a la numerología con el cinco mágico, el musical de las líneas del pentagrama y al número de músicos de este concierto, que fueron saliendo a su llamada biográfica, el oboe que da la afinación con el La anglosajón de la A, la referencia del título de este programa elegido más allá del literario o cinematográfico cambiando Venecia por Viena como la ciudad donde mueren los compositores elegidos, sin olvidar las notas a sus obras, en esta puesta de largo del Orbón Ensemble que homenajea al músico avilesino más internacional de nuestra historia, dos quintetos para piano y vientos de dos clásicos que nunca decepcionan y tienen un estilo único, más el directo como ADN siempre único e irrepetible que los melómanos necesitamos como el aire que respiramos, con una buena entrada a pesar de las restricciones aún vigentes y volviendo a demostrar que la cultura es segura.

Mario Bernardo (piano), Daniel Tarrio (oboe), Iván Cuervo (clarinete), José Luis Morató (trompa) y Vincent Mascarell (fagot) son cinco músicos de casa que como ellos mismos se definen, «comparten una misma pasión: la interpretación de música (…) al más alto nivel técnico y expresivo», unidos para este ensemble hoy quinteto, y al que sus obligaciones profesionales no les impiden disfrutar sobre el escenario y eligiendo dos partituras en la tonalidad de mi bemol mayor de dos grandes afincados en la Viena Imperial que cerraría el XVIII, el Clasicismo máximo atisbando ya los nuevos y convulsos tiempos que traería el XIX.

El Quinteto  en mi bemol mayor, KV 452 (Mozart) es una maravilla del genio de Salzburgo que conocía cada instrumento sacándole todo el colorido y combinaciones tímbricas en su estilo genuino, las melodías que evocan sus óperas y motetes, los pasajes camerísticos de los conciertos solistas reunidos en cinco músicos que se entienden y comparten una música no solo bella o relajante sino chispeante y llena de vida desde el primer movimiento tras el Largo inicial y el Allegro moderato posterior. Balances bien logrados, el ropaje del piano tan mozartiano, las texturas alcanzadas sin importar alguna nota fuera de lugar porque la conjunción sobrevuela toda la obra. El Larguettto central evocador y reposado sin caer en tópicos, disfrute de cada viento y el teclado de hilo conductor llevando de la mano a los cuatro. El Rondó (Allegretto) final demostró lo necesario que es respetar lo escrito y elevarlo a la máxima expresividad, matizado, equilibrado, la aparente y engañosa simplicidad del genio ya maduro que obliga al quinteto a mantener una tensión interminable para redondear esta página maravillosa de la que el propio Mozart se sentía orgulloso como así hizo llegar a su exigente padre Leopold, que también recordó Montes en su presentación.

Y de la brillantez luminosa del genio al ardor del admirador, el alemán del que su padre quería fuese otro Mozart en Viena, aunque Beethoven sería igualmente único y daría un paso de gigante hacia el nuevo siglo. Su Quinteto en mi bemol mayor, op. 16 aún rezuma juventud y cierta inexperiencia pero apunta directamente el camino a seguir. El Grave-Allegro ma non troppo tiene la feliz conjunción clásica con los claroscuros románticos que vendrían pocos años después, unísonos que exigen al quinteto concentración y serenidad para no excederse en sentimiento, que no sentimentalismo. El Andante Cantabile permite a los músicos unos fraseos personales, incluso el piano dibuja motivos sonatísticos que como quinteto esboza los concertísticos o sinfónicos. Y el Rondó: Allegro ma non troppo común con el genio toma derroteros propios, excelencia de doble caña, otra caña equilibra tensiones, metal que no llega al brillo broncíneo, y el piano abrazando este quinteto.

Muerte en Viena pero vida en Gijón con una propina chispera, una selección de La Gran Vía de Chueca en arreglo para este quinteto de Jorge Costas Miguélez, las melodías de la zarzuela tan populares cantadas por los vientos con un piano orquestal, Menegilda y Caballero de Gracia, los tres ratas que aquí no roban sino más bien encandilan, cantando y contestándose entre las maderas, adaptación ideal donde cada instrumento recrea estos números castizos de una Gran Vía reconvertida hoy en Paseo de Begoña, y una velada que esperemos sea el aperitivo a otra temporada llena de buena música, pues el cartel augura éxitos aunque no haya dos conciertos iguales, el ADN del directo y copiando a Beatriz, «Bienvenidos»….

La autovía minera une Mieres y Gijón, villas de carbón y de mar a las que octubre llenará de luz otoñal y esperanza por retomar las buenas costumbres de los conciertos, y seguir contándolas y compartiéndolas desde este cuaderno de bitácora. Claro que Oviedo sigue siendo capital a la que he bautizado como «La Viena del Norte» español. Hoy no hubo muerte, sólo mucha vida musical.

Asturias madre musical

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Domingo 23 de mayo, 20:00 horas. Auditorio Teodoro Cuesta, Mieres: cierre de la 42 Selmana de les lletres asturianes. «Canciones asturianas» (Antón García Abril). Cristina Gestido (viola), Mario Bernardo (piano). Entrada libre con invitación.

El pasado mes de septiembre acudía a Oviedo para disfrutar de Mario Bernardo con Joaquín Pixán, la voz de «Madre Asturias» por vez primera con los arreglos que Cristina Gestido hizo de alguno de los temas que el siempre recordado Antón García Abril (19 mayo 1933 – 27 marzo 2021) compusiese inspirados en un folklore tan rico como el de nuestra tierra y que Torner recogiese hace más de 100 años.
Buena idea homenajear al turolense completando estos arreglos para viola y piano que unen lo mejor de las dos versiones que el propio García Abril hiciese primero con orquesta (1982) y más tarde con piano (2007), la perfecta simbiosis tímbrica donde el canto de la viola transcurre paralelo al piano, complementándose cual lied  instrumental que gana enteros por la riqueza que supone la cuerda en su amplia tesitura. Tras un vídeo inicial con imágenes de los intérpretes tocando les Vaqueires, cada una de las canciones vendría precedida con una proyección de Ezequiel Esteban incluyendo bellísimas imágenes con la letra correspondiente que el llangreanu León Delestal pusiese a cada una de las obras.
Planificada sucesión de doce temas para disfrutar de esa lograda «recreación musical de Asturias«. las melodías reconocibles vestidas de gala, arreglos muy conseguidos donde el piano se vuelve orquesta, la viola lo complementa, las teclas acompañan esa cuerda vocal. No te pares a mío puerta que con el tenor cangués es lírica pura y la viola de Gestido sublima tímbricamente. Y qué decir de Tengo de subir al puertu, la tonada sinfonica de oboes y cuerdas reducidos al dúo que se entiende en sentimiento y musicalidad. Rítmico y poético el Hasta los naranxales, el piano saltarín con la viola, poesía de «A los campos del rey vas Irene«. Ternura descrita musicalmente en la introducción de Ella lloraba por mi, cantada y después retomada por la viola, la conocida «Cuando salí de Cabrales» donde piano y viola dan con la tecla sentida pero no sensiblera, un arreglo que permite disfrutar melodía y armonización ensamblados tímbricamente enriqueciendo la versión original.
La canción dialogada Ayer vite na fonte alcanza en el arreglo e interpretación del dúo Gestido-Bernardo el cenit al ganar color y extensión, hombre y mujer jugando con las octavas y el fraseo que nos recrea un texto popular siempre reconocible sin más. Contraste con un piano movido, rítmico y rico en un acompañamiento para Yo nun soi marineru que la viola retoma jugando con el arco y haciendo que lo imposible para el canto se torne música pura. El cantu‘l gallu, nuestro urogallo colorido en lo sinfónico y cristalino con piano, que la cuerda entona única y hasta dolorosa por la historia contada.
Nun llores, nina, neña o rapaza que son sinónimos en nuestra lengua vernácula (aún dialecto para muchos) la música acallando disputas, el piano de salón con la viola sentida, contrastando con el siguiente popular «Sal a bailar buena moza» convertido en Una estrella se perdió, virtuosismo en las teclas, «saltarello astur» en las cuerdas, caprichoso entendimiento del piropo, modulaciones celestiales que instrumentalmente nunca resultan tirantes sino titanes, recuerdos de la canción española de concierto que Falla, Granados o Turina entre los grandes entendieron como pocos y que García Abril evoca con su magisterio sinfónico y camerístico. El mismo que para nuestra canción de cuna, la «añada» asturiana siempre íntima, sosegada, Duérmite neñu, el «agora non«, sin dobles sentidos ni lenguaje cifrado para el amante a la espera, con esa melodía poniendo la carne de gallina, el paso al piano de la nana cantada a dos y por dos.
Nuestro Naranjo colorido entendido por un turolense amante de un paisaje casi común, El picu Urriellu de Bulnes, piano extenso como nuestros Picos de Europa, con «los nombres grabados de los que llegan arriba», Gestido y Bernardo, una escalada instrumental, arriba amigos porque la hazaña de despojar la letra para engrandecerla es todo un hito.
Y cerrar el ciclo con algo tan nuestro como «les» Vaqueires, de la braña al salón sin trampa ni cartón el endiablado ritmo contagioso, el piano que no es «gaita de tecla» sino sustento de una melodía donde la interjección surge en la viola, la alegría de comprobar que estas «canciones asturinas» (como figuraba en la pantalla) pueden compartir la misma grandeza que las versiones de Falla desde nuestro folklore elevado a la máxima categoría de la música de cámara (excelente el trabajo en los arreglos de la propia Cristina Gestido), siempre escuela de intérpretes y público, el acercamiento obligado al mundo sinfónico desde la proximidad del salón.
La «cultura es segura» y con ganas de más bisarían Yo nun soi marineru, ninguno de los presentes, aunque el propio Delestal escribió «La mina y el mar«, siempre unidos como este otro tándem, «La viola y piano», Cristina y Mario más allá del folklore, Gestido y Bernardo. Un cierra para un mes de letras asturianas donde la música llega más allá.

El Pixán esperado

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Jueves 17 de septiembre, 21:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara (cambio de la Principal). Joaquín Pixán (tenor), Mario Bernardo (piano); artista invitada: Cristina Gestido (viola). Precio: 12 €.

Tercer concierto lírico de San Mateo, esta vez de pago y cambiando la ubicación inicial de la Sala Principal a la de Cámara, desconozco las razones, comunicándosenos por el correo electrónico de la compra «on line» y adjudicándome una localización que no elegí, a diferencia de la primera entrada, con toda la antelación del mundo (arriba dejo copia de la misma), pero supongo que estas circunstancias de la «Nueva Anormalidad» son tan cambiantes que mejor lo de hoy porque mañana nadie sabe…

Sigo con mi terapia musical aunque en pequeñas dosis y acercándome a la música en vivo, porque los artistas necesitan trabajar para vivir, al igual que yo estos conciertos. Colas, felpudos de desinfección, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad, mascarillas, y sobre todo muchas ganas de música.

Pixán no necesita presentación alguna y menos en su tierra, con una carrera «de oro» por los 50 años de su debut, trabajados, con un programa elegido y esperado en él, bloques bien diferenciados comenzando con esas «canciones de concierto» que no pueden faltar desde los primeros años de estudio en todo cantante lírico, un Respighi debutado al lado de Tosti con quien el tenor tiene esa química especial, siendo un intérprete de referencia con el de Ortona; La Copla, con mayúsculas, esta vez del Maestro Quiroga a la que se acercó también en el disco y elevada al mismo nivel que las compañeras de concierto, para terminar con su lucha de siempre a favor de la canción asturiana de salón, despojarla del «cucho» y el «chigre» para darle la categoría que tiene cuando se afronta con la calidad habitual de Pixán, aunque los años hayan dejado algo opaco su color único, y siempre acertado gestor en encontrar patrocinios y apoyos para sus proyectos, el Antón García Abril de la orquesta al piano (hoy con «sorpresa»), sumando sus propias composiciones para la Tentativa de un nuevo Cancionero Asturiano para el siglo XXI con letras de Antonio Gamoneda  o el estreno de una obra que comentaré posteriormente, para finalizar con la apuesta por otro asturiano, Jorge Muñiz, que también amplió su catálogo con temas de nuestra Asturias desde «allá por tierra extraña» en su atalaya de Chicago o Indiana.

Por supuesto que en los proyectos del de Cangas de Narcea el piano acompañante sabe buscarlo para encajar en el espíritu de estos recitales, y esta vez de nuevo contó con Mario Bernardo, conocido, seguro, con entendimiento perfecto y dominador del repertorio del tenor, segundo plano cuando se necesita y primero en los momentos indicados, más la colaboración de Cristina Gestido a la viola que supuso no solo la nota de color sino el complemento y por momentos protagonismo de una velada del agrado total.

Arriba dejo el programa que se nos envió a los que pasamos por la taquilla virtual, con pequeñas variaciones en el orden, que paso a comentar.

Para abrir boca, Alessandro Scarlatti (1660-1725) y su GIÁ IL SOLE DAL GANGE, con ímpetu y brío aunque no sea el estilo del cangués pero un lujo calentar cuerdas con el barroco. Más reposado e intimista en Vincenzo Bellini (1801-1835) y su VAGA LUNA CHE INARGENTI (Texto anónimo italiano), donde ya pude comprobar que la voz no tiene la frescura de antaño aunque la supla con esta interpretación «quasi operística» que como veterano supo llevar a su terreno siempre en media voz suficiente para proyectarla. Comentaba el tenor que se estrenaba con el boloñés Ottorino Respighi (1879-1936) y LUCE (A. Negri), como preparando el terreno para afrontar a su querido de Abruzzio Francesco Paolo Tosti (1846-1916) con tres de las canciones donde Pixán se desenvuelve como pocos: MALÍA (R.N. Pagliara), IDEALE (C. Enrico) y finalmente L’ ULTIMA CANZONE (Texto de F. Cimmino). Sin el brillo de antaño pero la maestría del «saber decir» fue in crescendo en intención, emoción y entrega.

La segunda parte arrancaría directamente con las dos obras de Antón García Abril (1933) pero con «la voz» de la viola y el coprotagonismo del piano, las melodías tradicionales de ELLA LLORABA POR MÍ y las VAQUEIRAS en arreglo instrumental de la propia Cristina Gestido, y autorizado expresamente el compositor, enriqueciendo unas páginas de por sí bellísimas que con esta «reinvención» eleva a categoría camerística como las versiones de las canciones españolas de Falla. La melancolía primera que la viola traduce sin necesitar las palabras de León Delestal, y las rítmicas vaqueiras exigentes para el piano arropando los «yeh!» del arco que alguno aguantó compartir. Sorpresa agradable y tributo instrumental a uno de los proyectos más internacionales de Pixán y otro salto de calidad de la música de inspiración asturiana que sonará en muchas salas del mundo con este acercamiento desde lo vocal.

De la la Tentativa de un nuevo cancionero del propio Pixán, su ROSA NEVADA (A. Gamoneda) con la viola de Gestido sustituye la gaita por ese cordófono de luthier que es la poco reconocida viola, recuerdos de vigulines, rabeles (que en asturias llaman bandurrias) o zanfonas, el repertorio de la «tonada lírica» que pide más al viejo que al diablo, los melismas con los que nos hemos criado en Asturias, más que una tentativa, una limpieza de estos cuadros sonoros que necesitan proyectos como este del tándem Pixán-Gamoneda. Las cuerdas vocales ya a su temperatura, los adornos que emparentan la tonada asturiana con los cantos del muecín en una Ruta de la Plata que tiene parada en Andalucía y su género por excelencia despojado de malas famas, la copla de Manuel Quiroga (1899-1988), el maestro del triunvirato con León y Quiroga, dos como uno estos poetas tan musicales y musica2 (perdón por la licencia), esta vez con el piano de Bernardo y la voz de Pixán ya «recuperado» para enamorar a una parte del público que sigue recordando este género: LA LIRIO (Rafael de León) con todos los giros vocales «de ida y vuelta» y LA SALVAORA (Antonio Quintero), arrebato y emoción, la entrega premiada con bravos.

El «fin de fiesta» mantendría piano y viola arropando los temas asturianos que quedaban, el del propio Joaquín de VAN PO LOS AIRES (A. Gamoneda), los dos temas de Jorge Muñiz (1974): SOLEDAD (Tradicional) donde la viola le da un «plus» tímbrico y el siempre querido PAXARÍN PARLERU (Tradicional) que no hace falta presentar, con unas armonizaciones nuevas que visten la melodía con aires de renovación desde el lenguaje actual, aunar tradición y modernidad en la música, no siempre fácil, y donde Pixán sigue siendo el maestro. Dándolo todo, con el gusto y saber cantar estos repertorios donde los años son solera o gran reserva.

Fuera de programa, aunque nos habían mandado la letra, que dejo aquí, y con los tres intérpretes en escena más unas palabras de Joaquín Pérez Fuertes (1950), el verdadero nombre de Pixán contando el encargo de componer una canción para la VETUSTA clariniana, con letra de Aurelio González Ovies, presente en la sala, un estreno en la inspirada línea del Pixán compositor, melodías de raigambre que evocan lo nuestro y resultan cercanas pese a la novedad. Vetusta ya tiene canción propia en nuestro cancionero astur.

Y aún quedaban dos propinas más tras el estreno. 50 años dan para mucho y no faltó su recuerdo a Antoñita Moreno con su eterno agradecimiento por hacerle debutar en el Teatro Campoamor de Oviedo allá por 1969 con el gaitero Remis, cantándonos un arreglo con viola y piano de CARRETERA DE ASTURIAS en homenajes mútuos, a los emigrantes, al repertorio del siempre recordado y «rompedor» El Presi de entonces,  para sin mirar el reloj terminar por todo lo alto con una mítica SI YO FUERA PICADOR, una de las canciones que también Pixán ha llevado por todo el mundo manteniendo un legado de la tierra como es nuestra música tradicional por que los años dan la perspectiva necesaria para valorarla más.

Un ensamblado Enol

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Crítica para La Nueva España del jueves 15 de febrero, añadiendo mis links y fotos.

Martes 13 de febrero, 19:45 horasSociedad Filarmónica de Oviedo, concierto 3 del año, 1.967 de la sociedad: «Enol Ensemble: Elena Rey (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente (cello) y Mario Bernardo  (piano). Obras de Schumann y Brahms.

El cuarteto con piano es una formación inusual, tres instrumentos de cuerda (violín, viola y violoncello) con los cuales el piano nunca acaba de empastar porque el sonido se produce de distinto modo (cuerdas frotadas unos, cuerdas percutidas el otro), lo que puede explicar que no exista literatura muy abundante para esta clase de cuarteto (Mozart, Dvorak o Fauré entre los pocos), ni tampoco agrupaciones estables dedicadas a estas obras, siendo costumbre que conjuntos de cuerdas ya consolidados inviten a un buen pianista (y prescindan del segundo violín) o bien cuatro instrumentistas independientes que se reúnan para abordar este subgénero. Ni uno ni otro, lo bueno del “Enol Ensemble” es su apertura a cualquier estilo, formación o época para hacernos llegar estos repertorios tan poco programados y tocados, un martes sin supersticiones y carnavalesco con esta formación que se estrenaba en la Sociedad Filarmónica de Oviedo, el mejor escenario para esta música.

Unir dos cuartetos de Schumann y Brahms, maestro y discípulo, no necesita justificación alguna. La amplia amistad que el joven de Hamburgo mantuvo a lo largo de toda su vida con Clara Wieck, esposa de Robert y muy pronto su viuda, junto a la fidelidad y defensa de la obra del amado maestro, siempre con la losa del “dios Beethoven” en todos sus seguidores, hechos que resaltan la compenetración de músicas tan íntimamente unidas y sin embargo tan diferentes en ambos, con esta peculiar e inusual reunión de trío de cuerda con piano, esta vez estrenando «Enol Ensemble» con veneración por los dos alemanes, pudiendo y haciendo entender que la cuna del romanticismo es germana desde una interpretación rigurosa y potente de mayoría femenina, como la vida misma.

Dos visiones de un solo mundo con este “ensemble” abierto al universo camerístico comenzando con el “Cuarteto en mi bemol” op. 47 de Schumann, el “Sostenuto assai” seguido del “Allegro ma non troppo” del arranque, el juego del “Scherzo: Molto vivace” combinando tímbricas y números, el tercer movimiento «Andante Cantabile» puede que el más nostálgico y triste del romanticismo, así transmitido sin ñoñerías, mientras el último «Finale: Vivace» supone el salto adelante preparado en los movimientos anteriores, de planos equilibrados con los protagonismos escritos desde una visión global, un buen desarrollo del discurso entre unos solistas que saben y disfrutan haciendo música juntos, con el corazón mandando sobre el nervio evitando exhibicionismos.

Seriedad y mucho ensayo necesarios para afrontar Schumann, no digamos ya del “Cuarteto en sol menor” op. 25 de Brahms que profundiza en sonoridades e individualidades alternadas, de sonido uniforme bien entendido por estos intérpretes veteranos y jóvenes, de tiempos más diferenciados que en la primera obra, pasando del enérgico «Allegro» inicial al nocturno y sombrío «Intermezzo», el “Andante con moto” cantado por los cuatro por esa inspiración o aire casi de «lied» a tres voces con el piano, y el último «Rondo alla zingarese» recordándonos el jolgorio del martes carnavalesco contrapuesto con leves momentos íntimos del caballero piano contestado con igual intención por las tres damas de los arcos, para saborear violines populares casi evocadores del címbalo húngaro, tamizados por las sutilezas del hamburgués -que estuvo al piano en su estreno- y elevaría a las grandes salas estos aires gitanos, de ritmo casi salvaje recordando sus danzas por métrica y melodías populares de este bien ensamblado Enol astur por capital (pues hay una catalana, una portuguesa y dos asturianos) con proyección internacional, triunfando en su puesta de largo.

Valientes por las obras elegidas, sobradamente preparados para afrontar cualquier repertorio con éxito y sobre todo enamorados de la música.

Tarde de estreno ovetense

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Reseña para La Nueva España del miércoles 14 de febrero con añadidos de links y fotos propias.

Martes 13 de febrero, 19:45 h. Sociedad Filarmónica de Oviedo: Enol Ensemble.

Puesta de largo del “Enol Ensemble» promocionando la música de cámara, esta vez en formato de trío de cuerda formado por Elena Rey (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente (cello) con el pianista Mario Bernardo, en la Sociedad Filarmónica de Oviedo, dónde mejor que en esta escuela de melómanos, nada menos que con dos obras intensas, inmensas y emparentadas dentro de los llamados “cuartetos con piano”, no muchos en la historia: el Cuarteto en mi bemol op. 47 de Schumann -con el «Andante Cantabile» probablemente más triste y melancólico- junto al Cuarteto en sol menor op. 25 de Brahms, tributo del alumno con una admiración no exenta de veneración (también a la viuda Clara Wieck) que este Enol asturiano elevó a la altura esperada, con final “alla zingarese” de aire carnavalesco y jovial.
Dos colosos de la música de cámara romántica para una presentación de categoría especial en una ascensión con empuje y entendimiento juvenil de este cuarteto bien “ensamblado” de mayoría femenina y carácter heroico con resultado satisfactorio.

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