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Carambeando con La Caramba

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Forma Antiqva: CD La Caramba, Winter&Winter, N° 910 289-2.

Se llamaba María Antonia Vallejo Fernández y había nacido en Motril justo a mitad del siglo XVIII, en 1751, la mujer más querida de su época, la más influyente, la que atraía todas las miradas. Cantante, actriz, bailarina y empresaria que movió masas, molestó al poder instaurado y dictó modas en los atuendos, aunque fue todo eso y mucho más. ‘La Caramba’ se instaló en 1776 en Madrid, ciudad en la que moriría tan solo 11 años más tarde. La historia cuenta que tras desempeñarse como artista en diversas poblaciones de Andalucía y triunfar en otras ciudades más allá de Despeñaperros, como Zaragoza, con un gran éxito, y en 37 años de vida civil pero solo una década de vida artística, puso «patas arriba» el panorama de la escena de su tiempo. De hecho, se llamó ‘caramba’ al ostentoso tocado con el que solía adornar sus peinados. Símbolo de moda femenina de la época, fue la gran estrella de la tonadilla, género musical por excelencia en aquel tiempo y ahora felizmente recuperado gracias al trabajo de la Musicología española que está en un momento dulce esperando puedan mantener.

Forma Antiqva, conjunto instrumental y vocal creado en Langreo (Asturias), es un veterano y exitoso proyecto artístico de los hermanos Aarón, Daniel y Pablo Zapico que con distintas formaciones variables siguen recuperando nuestro patrimonio musical, llevándolo tanto al directo como a las grabaciones para el sello alemán del que son artistas exclusivos, siempre rodando primero en directo cada nuevo proyecto antes de llevarlo al disco para seguir promocionándolo posteriormente (espero pronto en nuestra tierra asturiana) aunque lo alternen con distintos programas.

En este trabajo, con una formación de orquesta barroca (siempre contando con músicos de reconocida y atractiva trayectoria, «habituales» en grupos de fama internacional), los asturianos abordan de manera original diecisiete páginas donde conviven ritmos y giros melódicos derivados del folclore, con la frescura y desparpajo que caracterizaron el estilo de ‘La Caramba’, a quien el mayor de los Zapico ha bautizado como «La Rosalía del XVIII» por sus actuaciones atrevidas, llamativas exhibiciones públicas y escandalosas relaciones amorosas que culminarían en un episodio místico, pues la tonadillera abandonó los escenarios en 1785 para dedicarse a la oración y a la penitencia. Los restos mortales de ‘La Caramba’ descansan en la Iglesia de San Sebastián de la madrileña calle Atocha.

Este disco culmina un proyecto que empezó hace años para realizar un retrato musical de María Antonia Vallejo Fernández ‘La Caramba’ (1751-1787), y hacerlo con Winter & Winter le otorga un mayor reconocimiento internacional a esta música española, o como ha escrito Aarón Zapico, supone «una muesca más en nuestra ecléctica carrera. Hemos recuperado música (‘La Caramba’, ‘Sancta Ovetensis’, ‘Baset’), hemos hecho ‘Las Cuatros Estaciones’ de Vivaldi y músicas contemporáneas escritas para nosotros», un álbum que recoge la historia de esta tonadillera motrileña de carrera meteórica y verdadera revelación en el mundo teatral y la farándula madrileña, con los mejores compositores de tonadillas escribiendo para ella en la forma musical más importante de entonces.

Las tonadillas que han elegido Forma Antiqva reflejaban los dimes, diretes y cotilleos de la época, y pese a tener casi 300 años, ‘La Caramba’ sigue siendo moderna por mujer valiente, individual y con firmes convicciones, bien intercaladas con páginas instrumentales que los asturianos tienen como «fondo de armario» y les sirven para organizar estos espectáculos que además encontraron en la soprano barcelonesa María Hinojosa la perfecta «alter ego» para recrear una música tan actual como en sus tiempos, a quien descubrí como «La Xirgu» en el Ainadamar del Campoamor hace diez años.

A finales de julio del «año Covid» estrenaban en El Escorial (dejo el link de la crítica para Scherzo del siempre recordado Eduardo Torrico) el espectáculo con propuesta escénica de Pablo Viar, promovido por Juan Carlos Garvayo, director artístico del Festival Música Sur que ese 2020 llegaría al Motril natal del músico y la tonadillera, con la colaboración de Ars Hispana, grupo de investigación especialista en la recuperación de melodías olvidadas. Aarón Zapico cuenta: «Tomé las tonadillas originales –estreno en tiempos modernos– y las completamos con música contemporánea para crear un espectáculo lo más homogéneo posible». Suenan José Castel, Bernardo Álvarez Acero o Pablo Esteve, que en el «espectáculo lírico escenificado» se puede disfrutar cómo la soprano se dirige tanto a los músicos como al público para establecer con ellos un juego en el que música y palabra se entrelazan, completando el retrato del personaje, la gran ‘influencer’ de su tiempo capaz de llenar escenarios, salones y bulevares con su sola presencia, como describe José Antonio Muñoz en la web de Forma Antiqva.

Los números instrumentales de Forma Antiqva tienen las señas de identidad de la formación asturiana: contrastes llevados al extremo en dinámicas o tempi con primeros atriles de sonoridad limpia y precisa más un conjunto equilibrado de tímbricas cuidadas (destacar la pareja de trompas) e intervenciones que parten de un trabajo minucioso de «reconstrucción» ante lo poco que se conserva en los originales, con un fandango de Álvarez Acero arrancado por la guitarra barroca de Pablo Zapico casi flamenca y el ensemble «carambeando», siempre con la percusión que aporta a la rítmica empuje y colorido (castañuelas y pandereta sobremanera) transportándonos al Madrid castizo donde ‘La Caramba’ revolucionó la escena. En un entrevista para el Diario de Sevilla Aarón Zapico cuenta que «se trata de «una música abierta a la interpretación. Las partituras están prácticamente en blanco, no hay un solo detalle interpretativo que esté en la partitura. Había una serie de automatismos a la hora de escribir, porque se hacía con prisa, porque había que crear la tonadilla en un día, hacer las partes, ensayarla… y no se ponían a pensar si esto es fuerte o piano y si ahora quitamos los oboes para hacer la escena más íntima», por lo que el trabajo de los asturianos rebosa  imaginación como es costumbre en ellos, coloreando el continuo, el añadido de la percusión, quitando oboes y trompas en otros momentos, que también se hacían en la época, aunque no esté escrito, dejándonos una «orquesta sinfónica» de época totalmente cercana y actual.

Para el acompañamiento vocal en las dos tonadillas de Esteve, más la de Castel o la anónima de 1776 que prosigue al Allegro inicial de la sinfonía nº 3, Forma Antiqva arropa, con una excelente mezcla de estudio, la voz carnosa con canto «natural» de María Hinojosa personalmente encantadora en «Los mormuradores», de cambio notable en el color para las partes declamadas, si bien echo de menos en alguna tonadilla, especialmente en los aires rápidos, una mejor dicción para unos textos que se incluyen en el libreto del CD, incluso traducidos al inglés precisamente para su proyección internacional, así como las excelentes notas del antes citado Juan Carlos Garvayo («Los pecados de María Antonia») y de Nieves Pascual León, verdadera aportación a la musicología hispana.

La grabación, con el patrocinio de una Beca Leonardo de la Fundación BBVA, se realizó en Estudio Uno de Colmenar Viejo en julio de 2022 con Eduardo Lavilla de ingeniero de sonido, editándose, mezclándose y masterizándose entre marzo y julio de este año en el estudio de Adrian von Ripka en Steinenbronn (Alemania).

PISTAS:

Sinfonía nº 3 [José Castel, 1737-1807]: 1. Allegro.

La Caramba (1776) [Anónimo]: 2. Allegro ­– Allegretto / 3. Coplas: Allegro / 4. Seguidillas: Andante allegretto – Allegretto – Andantino.

Los duendecillos (1782) [Pablo Esteve, ca. 1730-1794]: 5. Allegro – Recitado: Andante / 6. Andantino gracioso / 7. Coplas: Allegro / 8. Seguidillas: Allegro moderato – Allegretto.

Obertura »Iphigenia en Tracia« [José de Nebra, 1702-1768]: 9. Allegro.

El arrendador del sebo [José Castel]: 10. Andante moderato – Más andante / 11. Coplas: Allegretto – Andantino / 12. Vivo / 13. Seguidillas: Andantino.

14. Fandango [Bernardo Álvarez Acero, 1766-1821].

Los mormuradores [Pablo Esteve]: 15. Andante moderato y cantable – Allegro – Como prima – Allegro / 16. Coplas: Allegretto vivo – Andante – Fandango – Allegro / 17. Seguidillas: Allegretto moderato.

MÚSICOS:

María Hinojosa [soprano].

Forma Antiqva:

Aarón Zapico [director]; Jairo Pablo Gimeno y Pepe Reche [trompas]; Pedro Castro y Daniel Ramírez [oboes]; Jorge Jiménez, Roger Junyent, José Manuel Navarro, Daniel Pinteño, Pablo Prieto y Fumiko Morie [violines]; Ruth Verona y Ester Domingo [cellos]; Jorge Muñoz [contrabajo]; Daniel Oyarzábal [clave]; Pere Olivé [percusión]; Pablo Zapico [guitarra barroca]; Daniel Zapico [tiorba].

Temes al rescate

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Facundo de la Viña: Obras orquestales. Orquesta Filarmónica de Málaga, José Luis Temes (director). CZ117.

Necesitaríamos varias vidas para poder escuchar tanta música que duerme el sueño de los justos en archivos necesitando resucitarlas, escucharlas y grabarlas para no permanecer en el olvido. Y si algún director e investigador puede con tan magna tarea es José Luis Temes (Madrid, 1956), habiendo realizado 359 estrenos absolutos a día de hoy, desde 1979 más 111 discos grabados (con algunos pendientes de publicación y otros en «misceláneas» compartidas), contando este dedicado a las obras orquestales del astur-castellano Facundo de la Viña y Manteola (Gijón, 21 de febrero de 1876 – Madrid, 9 de noviembre de 1952) que se presentó recientemente en la villa natal del compositor, donde incluso tiene calle en el barrio de Viesques aunque no sea muy conocido (y menos aún escuchado), si bien en Asturias pudimos disfrutar de su «Covadonga» en el Conciertu de les Lletres asturianes (28 de septiembre de 2020) con Óliver Díaz dirigiendo la OSPA.

La labor del maestro Temes no tiene adjetivos, es incalificable porque se ha dedicado en cuerpo y alma a la música, con una biografía tan inmensa como su propia vida: titulado en 1976 por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, ampliando estudios con profesores como Federico Sopeña, Enrique Llácer o Ana Guijarro entre otros; director del pionero Grupo de Percusión de Madrid entre 1976 y 1981, difundiendo el repertorio internacional contemporáneo; fundador en 1983 del Grupo Círculo (en la nueva etapa que por aquel año iniciaba el Círculo de Bellas Artes de Madrid) de quien tomará el nombre para realizar una extensísima labor de estreno y difusión de la nueva música española hasta 2001, siempre aportando, luchando contra todo y todos en su titánica labor de «rescatador» y divulgador, pues las partituras hay que hacerlas sonar. De su faceta como escritor destacar 17 títulos, inagotable siempre y con una energía que transmite en todo lo que hace, sin olvidarme tampoco de su Proyecto LUZ.

En el podio como director orquestal desde los años 80 ha dirigido regularmente la práctica totalidad de las formaciones sinfónicas españolas y varias de otros países, y su biografía sigue ampliándose, pudiendo encontrarnos auténticos hitos con cifras dignas del Guinness, pues lleva dirigidos más de 1.000 conciertos.

Esta recuperación de la obra orquestal de Facundo de la Viña parte en 2017 de la Tesis de Sheila Martínez Díaz sobre la vida y obra del compositor gijonés (…el regionalismo musical castellano) dirigida por María Encina Cortizo y coordinada por Ramón Sobrino, «matrimonio y patrimonio» si se me permite el juego de palabras pues siguen la estela en la recuperación de nuestra historia musical desde Oviedo al mundo. El propio José Luis Temes en el amplio cuadernillo que acompaña el CD realiza una amplia semblanza del astur-castellano, pues nacido en Gijón estará a caballo entre Valladolid (donde cursaría el Bachillerato) y Madrid (completando los estudios musicales con maestros como Fontanilla o Emilio Serrano), ampliándolos en París a inicios del pasado siglo nada menos que con Paul Dukas) para regresar a España en 1904 residiendo principalmente en Pucela con estancias en la provincia de Ávila, llegando a ser miembro de la Junta Nacional de Música desde su creación en 1931, catedrático de Solfeo en el Real Conservatorio de Madrid en 1939 nada más concluir la guerra, así como miembro del Consejo Nacional de Música y académico de la de Bellas Artes de Valladolid.

No falta tampoco un análisis detallado de las obras incluidas y grabadas por vez primera. Como asturiano tenemos que agradecerle al maestro madrileño que haya llevado al disco la integral sinfónica de otros dos compositores de nuestra tierra: Ramón de Garay (Avilés, 1761 – Jaén, 1823) y sus diez sinfonías -en 3 CDs- y María Teresa Prieto (Oviedo, 1896 – Ciudad de México, 1952) con la Orquesta de Córdoba, discos nada fáciles de encontrar y que son verdaderos tesoros fonográficos del ahora «triunvirato astur» completado con la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) y la obra orquestal de Facundo de la Viña.

Reconocido en vida como un compositor de oficio y rigor de ideas, de amplio catálogo que incluye casi todos los géneros sin olvidar la ópera (siete títulos de los que sólo uno llegó a estrenarse), llegó a gozar de cierto reconocimiento en vida, siendo premiado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con su ópera en un acto Almas muertas (1905), o por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1912 por su poema sinfónico Hero y Leandro, llegando incluso a ganar el primer Concurso Nacional de Ópera con La Espigadora en 1924, que se llegaría a estrenar en el Liceo de Barcelona al año siguiente.

Parece que tras caer en el olvido, recogido ya por el gran Enrique Franco en 1976, al fin se ha roto el silencio con esta primicia de grabación que recoge cuatro de sus obras sinfónicas. A la muerte en Madrid del compositor el 19 de noviembre de 1952, muchas de las obras quedaron inéditas, y sería su hijo Carlos de la Viña quien custodió su legado, donado posteriormente al Archivo de Música de Asturias por el que tanto luchó mi siempre recordado Juan Bosco Gutiérrez, cuya muerte prematura impidió que el «Fondo Facundo de la Viña» sonase antes (y cuya recuperación material sigue pendiente y en muy mal estado). El maestro Temes lo refleja detalladamente y apunta que por lo que conocemos de la producción de Facundo de la Viña «estamos ante un excelente sinfonista y un melodista de alto vuelo. Su mundo estético es el del romanticismo tardío, fundamentado en muy buen oficio técnico. Paradójicamente, pese a su formación francesa, su paleta orquestal está más cercana al germanismo de sonoridades anchas, debitario del Richard Strauss de los poemas sinfónicos».

Cuatro obras sinfónicas, poemas o suites componen esta grabación que aumenta la discografía de la orquesta malagueña con José Luis Temes a la batuta. Abre la antología Poema de la vida (1946), la más cercana en el tiempo y perfecto inicio para un viaje tan vital dividido en cinco movimientos o «cantos» como los define el autor: I. Canción de cuna, una nana bella y arrulladora con la cuerda «madre» en un «arrorró» delicado que avanza con el viento hasta cerrar los ojos con un violín celeste que recuerda las añadas asturianas con los cantos de los angelinos; II. Juego de niños, algarabía infantil cual canción de corro y aires militares en una orquestación vivaz de jolgorio limpio en todas las secciones; III. Juventud, compleja como la propia vida, de ritmo constante y sinfonismo nórdico con unas trompas redondas y un buen tejido orquestal «relatando» el empuje juvenil de esta etapa; IV. Meditación, para el propio Temes «la más original… con una larga parrafada de los violines a solo y algunas frases de otros instrumentos en estilo camerístico», casi una oración musical con un pasaje de trompas que me lleva a los Picos de Europa en otoño, la penúltima estación de la vida antes del invierno, V. Epitafio como trance vital «en el que hay más serenidad que tragedia», optimismo o esperanza en lo desconocido, con una textura sinfónica madura, reflejo de una vida vivida en plenitud a la que marcha toda la orquesta malagueña desde un lirismo de sonoridad rotunda.

El maestro madrileño intentó estrenar en julio de 1977 en el Teatro Real para conmemorar el centenario del compositor con la Orquesta de RTVE que consideró «excesiva su duración» suprimiendo los tiempos II y III, por lo que habría de esperar ¡más de 60 años después de su composición! para estrenarse completa en el Teatro Monumental (2019) con la misma orquesta y ahora al fin grabada. Obra firmada en Pedralaves (Ávila) en el verano de 1946 figurando en el primer manuscrito «Cómo se pasa la vida» como los versos de Jorge Manrique, modificado posteriormente por el autor y quedando inédita a su muerte. Cinco tránsitos de la existencia del ser humano bien descritos en los títulos y mejor expresados en la música.

El caminante sobre el mar de nubes (Caspar David Friedrich)

Prosigue la grabación con el sexto corte, Sierra de Gredos (1915), indicada por el compositor en el subtítulo como «Evocación sinfónica en forma de poema» como bien refleja en el libreto el profesor Temes. La tierra adoptiva del gijonés reflejando esas montañas en las estribaciones de Madrid y Ávila con el espíritu puramente romántico del amante de la naturaleza, firmada en el Barco de Ávila en la festividad de Santa Bárbara de 1915, siempre inspiradora como lo fue para su contemporáneo Richard Strauss uniendo lo popular con lo sinfónico. Corno inglés pastoril y cuernos (trompas) majestuosos, bien templados por la OFM con una cuerda aterciopelada y un concertino impecable, presente incluso el arpa cristalina en una toma de sonido perfecta.

El estreno se vivió en el ciclo de «Conciertos Populares del Círculo de Bellas Artes de Madrid» con la Orquesta Filarmónica dirigida por Bartolomé Pérez Casas un 15 de diciembre de 1916 en el Teatro Price, y sigue siendo penoso que cayese en el olvido tan magna obra, pero al menos queda esta grabación con la esperanza de escucharla más frecuentemente en los siempre irrepetibles directos de cualquier temporada en las muchas orquestas con las que el maestro Temes ya ha trabajado.

Procesión de Covadonga (Genaro Pérez Villaamil)

De Covadonga (1918), una «evocación sinfónica» como está subtitulada la partitura, transcribo casi íntegro lo que escribí la primera vez que la escuché en directo, aunque tenerlo grabado supone poder disfrutarlo con pausa y sin prisas:

Arrancamos con el gijonés afincado en Valladolid Facundo de la Viña (1876-1952), triunfador en su época, con una carrera que finalizaría en Madrid tras estudiar en París con el mismísimo Paul Dukas, y caído en el olvido como tantos otros, aunque poco a poco se esté revitalizando con distintas publicaciones y la tesis doctoral de Sheila Martínez Díaz. El Poema Sinfónico Covadonga (1918) consta de tres secciones que comienzan con la melodía a nuestra Patrona «Santa María, en el cielo hay una Estrella que a los asturianos guía«, a la que sigue un rítmico Allegro a partir de dos temas populares, ampliamente desarrollados, «Fuisti a cortexar a Faro» y «Aquel pobre marino» además de alusiones a otras dos canciones marianas asturianas como «Virgen de Guía» y la propia «Virgen de Covadonga«, antes de una última sección evocadora de cualquier fiesta asturiana que se precie, el «Fandango de Pendueles» más la tonada que canta «La virgen de Covadonga ye pequeñina y galana» (hasta mi madre la tocaba con un dedo en el piano de casa), típica advocación de «fe, fervor y heroísmo» -como escribía Avello en el programa de 2020-, que no podía faltar en esta composición «ex profeso» para la conmemoración de la «Cuna de España» de un asturiano lejos de «la tierrina» inspirándose en nuestro folklore (…) para poder disfrutar de una Covadonga llena de sonoridades románticas y donde (el) concertino (…) puede lucirse «ad libitum», siempre bien arropado por sus compañeros y un podio que permite esos «rubati» para solaz de solistas sin perder la unidad agógica.

Obra épica en escritura, compuesta a instancias del maestro Enrique Fernández Arbós para su gira con la Orquesta Sinfónica de Madrid en la primavera de 1919 y estrenada primero en el Teatro del Centro (actualmente Teatro Calderón) el 4 de noviembre, para volver a sonar en junio del mismo año en Gijón, Oviedo y Valladolid, el periplo vital de Don Facundo. Épica igualmente en la interpretación de una OFM y Temes en estado de gracia, dominadores de la partitura, nuevamente «enorme» el concertino y espléndidas todas las secciones en esta auténtica banda sonora para un documental sobre nuestra Cuna de España que Facundo de la Viña escribió pensando tal vez en ello desde la banqueta del piano que ambientaba musicalmente el cine de entonces (como bien cuenta Sheila Martínez en los Cuadernos de Etnomusicología, nº 3 (2013) «Facundo de la Viña y sus Seis impresiones para piano en los inicios del cine sonoro»).

Castillo del Barco de Ávila (Benjamín Palencia)

Finaliza el disco con Paisaje Castellano (1933) que nace también como tributo a Fernández Arbós, un pilar en la carrera del asturiano (y de sus contemporáneos), estrenada con la antes citada Orquesta Sinfónica de Madrid el 28 de marzo de 1934 en el Teatro Calderón de la capital de España. Inicio de contrabajos y arpa en el registro grave pintando con la pincelada del oboe una llanura árida que crece en extensión, cromatismos desde la magnitud sinfónica de una orquesta de cámara sin violines, sensación de calma para un final lleno de interrogantes.

Excelente interpretación de la OFM con mi admirado José Luis Temes al mando, en una toma de sonido perfecta de Javier Monteverde (Cezanne Producciones) en la Sala de ensayos Carranque de la orquesta malacitana, a la espera desde hace años de una nueva.

«Amorosi Accenti» por Concerto 1700

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Domenico Scarlatti (1685-1757): Amorosi Accenti. Cantate da camera. Ana Vieira Leite, soprano, Concerto 1700Daniel Pinteño, violín y director. UPC: 8435633928315, Sello: 1700 Classics.Tiempo total: 63:36. Libreto en: español, inglés, francés y alemán. Ref. 170006.

Nuevo trabajo del grupo creado y liderado desde 2015 por Daniel Pinteño (Málaga, 9 de junio de 1985) dedicado a las cantatas de cámara de Domenico Scarlatti  (Nápoles 1685 – Madrid, 1757) continuando la línea de sus trabajos anteriores para recuperar y difundir el patrimonio musical hispano. Con este monográfico dedicado a uno de los más respetados compositores de su tiempo, el hijo de Alessandro Scarlatti hizo suya la idiosincrasia cultural española, siendo un referente en la música para clavicémbalo que trascendería las fronteras ibéricas. Pero no debemos olvidarnos del género de la cantata de cámara con temática amorosa (o más bien de desamor) cuyo corpus más interesante pertenece a su periodo español al servicio de Bárbara de Braganza y Fernando VI (entre 1746 y 1759), trascendental en la historia de nuestra música. Y es en este CD donde Concerto 1700 retoma la música vocal acompañando a la soprano portuguesa Ana Vieira Leite, especialista en la música barroca y un gran fichaje para estas cuatro páginas que quiero comentar en esta reseña.

Esta colección compuesta para voz, dos violines y bajo continuo apunta directamente a la voz del gran castrato Farinelli a quien debemos la conservación de estas cantatas y posible intérprete durante sus «terapéuticas» veladas en el Palacio de Aranjuez. Para esta grabación realizada en la localidad madrileña de Redueña (Iglesia San Pedro Ad Vincula) en noviembre del pasado año contaron con Federico Prieto, «su» ingeniero de sonido de cabecera, tan importante en estos trabajos: excelente en balances, toma de sonido y calidad tanto técnica como interpretativa. Y la elección de la soprano portuguesa pienso ha sido mejor que la de buscar un contratenor, pues tiene un color ideal para estas cantatas, amplia gama dramática y una dicción idónea que no se pierde en ningún registro, además de estar llevándolo en vivo por distintos festivales.

La parte instrumental de Concerto 1700 está bajo la dirección de Daniel Pinteño, también al violín, junto a sus «habituales» Fumico Morie en el otro violín y Ester Domingo al violoncello, sumándose para este trabajo los igualmente conocidos y reclamados tanto en grupos como individualmente Pablo Zapico a la tiorba, guitarra barroca y archilaúd junto al clavicordio de Ignacio Prego en el continuo.

Las excelentes notas al programa de José María Domínguez, donde están las fotos que acompañan esta entrada, cuentan sobre la cantata de cámara que «… a pesar de compartir la denominación con las más conocidas obras religiosas de Bach, poco tiene que ver con éstas. Era de hecho el laboratorio donde se entrenaba el compositor de óperas. Ambos géneros partían de la misma sustancia creativa: un texto poético diseñado para ser puesto en música, para ser cantado.
Las cantatas, sin embargo, tenían algo de específico que las diferenciaba de las óperas: estaban destinadas a un público erudito capaz de apreciar la sutileza literaria y la sofisticación musical(….). Farinelli fue heredero de esta época que magnificaba retrospectivamente en su memoria cuando, desde Madrid (adonde había llegado en 1737), se quejaba de los modernos compositores obsesionados con la belleza de la melodía y poco versados (a diferencia de Alessandro) en el arte del contrapunto. No tenemos pruebas definitivas de que Domenico compusiera estas cuatro cantatas para Farinelli, pero sí podemos estar seguros de que este las apreciaba como emblema de aquel esplendor napolitano en el que se formó. El musicólogo Malcolm Boyd observó que la voz de Farinelli se ajustaba al tipo de cantante para el que están pensadas estas cuatro obras»
.

Dejo detallados los cortes de estas cantatas de (des)amor para «voce sola con violini» y sus números, con mis comentarios tras varias escuchas del disco.

Pistas 01-03: «Se fedele tu m’adori». Manteniendo el orden habitual de dos arias con recitativo intermedio, el estilo por excelencia lo demuestra la soprano con unas agilidades limpias bien acompañadas por el orgánico y una musicalidad global que dota esta cantata de esa expresividad casi cual ópera camerística en miniatura, con la última aria pletórica y luminosa por parte de todos.

01. Aria: Se fedele tu m’adori; 02. Recitativo: Tirsi, poi che tu sai; 03. Aria: Non è contenta l’ape ingegnosa.

Pistas 04-06: «Dir vorrei ah, m’arrossisco». Segunda de las cantatas con un aria inicial en tempo medio para comenzar con una introducción instrumental hermosa antes de la aparición vocal donde conjugar el ideal de la palabra subrayada por la música, acentuaciones y dinámicas puras con una amplia tesitura donde Ana Vieira mantiene su color claro y limpio, expresividad máxima con el realce de un quinteto «ad hoc», seguida de un recitativo donde degustar un clave de Prego perlado antes de la poderosas aria que le sigue: virtuosismo de Pinteño con el resto bien equilibrado en protagonismo compartido con la soprano portuguesa, matizada, afinada y con los ornamentos precisos para no perder la expresividad textual sumando una articulación preciosista en el quinteto instrumental.

04. Aria: Dir vorrei ah, m’arrossisco; 05. Recitativo: Qualor da te lontano; 06. Aria (Allegro risoluto): Quante furie ha il cieco averno.

Pistas 07-11: «Pur nel sonno almen talora«. La más extensa de las cantatas de cámara al incluir dos movimientos instrumentales más allá de una mera «introducción» y dignas de figurar sueltas en cualquier programa para poder disfrutar de la calidad de unos músicos curtidos en el repertorio barroco donde se mueven «como pez en el agua» en un estilo agradecido para todo melómano y aún más para los nuevos que se incorporan a este periodo que goza de excelente salud en estos tiempos donde prima lo rápido sin perder nunca la calidad y belleza de estas músicas. Y por supuesto otra cantata para paladear la voz de Vieira. con los textos de Metastasio. desde la plácida y amplia aria inicial de un recogimiento casi religioso, el recitativo amoroso bien vestido de nuevo por el clave del madrileño al que se sumará el resto del orgánico completando un colorido y contrastado puente que nos lleva a la «tortuosa» además de expresiva aria final redondeando esta grandiosa cantata del napolitano en la corte española.

07. Introduzione alla cantata: Allegro; 08. Minuet; 09. Aria (Andante Lento): Pur nel sonno almen talora; 10. Recitativo: Pria dell’aurora, o Fille; 11. Aria (Allegro moderato): Parti con l’ombra, è ver.

Pistas 12-15: «Scritte con falso inganno». Cuatro movimientos comenzando con el recitativo que da título a esta cantata, orgánico al servicio de la voz bien contrastado antes de la tranquila primer aria donde Ana Vieira ornamenta con musicalidad máxima y Concerto 1700 eleva la expresividad y carga emocional, hasta el final de una pureza interpretativa ceñida a la partitura y estilo que nos sigue cautivando tres siglos después con la misma belleza de entonces junto al rigor de estos intérpretes que nos transportan al esplendor de unas veladas sólo para eruditos.

12. Recitativo: Scritte con falso inganno; 11. Aria: Che vuol dir quel tuo non sono; 12. Recitativo: Dimmi, lingua bugiarda; 13. Aria: Vorresti, sì, vorresti dal labro mio sentir.

Otro tesoro en la selecta discografía de Concerto 1700, musicalidad en cada instrumento, con sonoridades cuidadas, equilibrios dinámicos bien balanceados, realzando el protagonismo vocal como corresponde y mostrando la necesaria unidad desde una formación verdaderamente bien ensamblada para otra joya de la música camerística vocal de nuestro siglo XVIII que aconsejo escuchar varias veces (he dejado los links a cada pista, que están en YouTube© y todo el CD que puede escucharse en Spotify©) para disfrutar tanta calidad recuperando las cantatas de (des)amoros de Domenico Scarlatti.

Estirpe de Flores

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Llevo muchos años siguiendo al trompetista venezolano Pacho Flores, de quien me hablasen Carlos Magán y Manuel Hernández Silva cuando comenzaba a despuntar por todo el mundo asombrando en cada aparición en público, por lo que escucharle en directo siempre ha sido un placer pero también los momentos posteriores a ensayos y conciertos que guardo en mi memoria para siempre por su talla humana, aún mayor si cabe que la artística.

Este verano he rescatado sus grabaciones para el sello amarillo que atesoro en mi cedeteca como “oro en paño”, y no quería dejar de comentar en este blog el último disco, que además está propuesto para los Grammys latinos en el apartado de mejor composición contemporánea por el concierto de Paquito D’Rivera.

PACHO FLORES: «ESTIRPE». Orquesta Sinfónica de Minería. Carlos Miguel Prieto. DG 0 602448 067852.

Grabado en los Estudios Churubusco, CDMX, México, septiembre 2019.

Nueve cortes con las siguientes obras y sus respectivos compositores:

Arturo MÁRQUEZ (1950): Concierto de Otoño (I. Son de Luz; II. Balada de Floripondios; III. Conga de Flores).

Daniel FREIBERG (1957): Crónicas Latinoamericanas (I. Panorámicas; II. Diálogos; III: Influencias).

Paquito D’RIVERA (1948): Concerto Venezolano.

Efraín OSCHER (1974): Mestizo (I. Oro Negro; II. Cimas Blancas; III. Cimas Negras; IV. Noche Blanca).

Pacho FLORES (1981): Morocota.

Intérpretes:

PACHO FLORES, trompetas, cornetas, flugelhorn (fliscorno).

ORQUESTA FILARMÓNICA DE MINERÍA. Director: CARLOS MIGUEL PRIETO.

Artistas invitados:

PAQUITO D’RIVERA, clarinete, saxofón (cortes 6, 7).

DANIEL FREIBERG, piano, saxofón (cortes 4, 5, 6).

El libreto de Juan Arturo Brennan incluye entrevistas con los compositores y el intérprete donde se desgranan y analizan tanto las obras como aspectos personales. De ellas voy sacando las siguientes e interesantísimas notas, mejor que cualquier comentario mío que siempre será muy subjetivo (aunque añado los links que siempre enriquecen las entradas), y que comienzan diciendo:

“El programa de este disco no podría ser más emblemático de la actitud de Pacho Flores hacia las raíces populares de la música de Latinoamérica y hacia el repertorio de su instrumento. He aquí a cuatro compositores de orígenes diversos (Cuba, Uruguay, México, Argentina) que han compuesto sendos conciertos para las trompetas de Pacho Flores, obras llenas de los ritmos, los sones y las cadencias de la música de sus respectivos países así como referencias a géneros que han alcanzado una presencia universal a lo largo del continente”.

Prosigue Brennan comentando la muy escasa producción (y divulgación) de conciertos mexicanos para trompeta a lo largo de la historia, considerando la presencia destacada que este instrumento tiene y ha tenido en el ámbito sonoro de México como el mariachi o la banda. Arturo Márquez le cuenta a Brennan que “La trompeta es reina en el alma de México; la encontramos prácticamente en todas las expresiones musicales populares, es el grito del mexicano de alegría y de tristeza. Es también fundamental en la música latinoamericana de conciertos y mi Concierto de otoño es una recopilación de todos esos sentires, colores y quitapesares».

El Concierto de Otoño es fruto (uno de muchos) de un singular proyecto del trompetista Pacho Flores con la intención de ampliar el repertorio de música nueva para trompeta, y para ello se ha embarcado en una extensa serie de encargos de música para su instrumento, hechos a compositores como Roberto Sierra, Paquito D’Rivera, Efrain Oscher, Christian Lindberg y el propio Márquez.

A continuación dejo los comentarios de los compositores sobre sus obras:

Arturo Márquez (1950): Concierto de Otoño (I. Son de Luz; II. Balada de Floripondios; III. Conga de Flores).

El sonorense ha sido uno de los elegidos para participar en estos encargos de Pacho Flores por su cercana relación con el legendario Sistema venezolano de orquestas infantiles y juveniles, dedicando tiempo, esfuerzo y recursos a la promoción de la educación musical en México, a través de diversos proyectos y acciones, junto a otro alumno ilustre del Sistema como el famoso director Gustavo Dudamel que ha llevado su Danzón nº 2 literalmente por todo el mundo.

Márquez sobre su Concierto de Otoño para trompeta y orquesta lo describe en las siguientes líneas:

Primer movimiento: Son de luz. Explora el encuentro cibercultura nuevos horizonte de paz y reconciliación. Ritmo mestizo, diálogo de trompeta con la orquesta, forma sonata clásica.

Segundo movimiento: Banda de floripondios. Canción sin palabras tributo al amor brujo. Variaciones era forma de chacona, casi.

Tercer movimiento: Conga de Flores. Con el corazón en Rafael Méndez, Joseph Haydn y Federico Chopin, Homenaje a Pacho Flores. Intento absurdo de un rondó monotemático.

Arranque del disco plenamente sinfónico, casi cinematográfico, antes del ritmo caribeño con una melodía «sabrosa» en la trompeta y una orquestación pletórica con una cuerda sedosa, siempre reforzando el protagonismo virtuoso del solista empujado por la sinfónica. La Balada es un remanso donde disfrutar del «flugel» siempre aterciopelado, música de reminiscencias e imágenes cercanas, crescendi emocional además del propio orquestal. Y  como dice en el libreto «Juego de palabras el título del último movimiento, pues para la interpretación del concierto han de utilizarse cuatro trompetas Stomvi (casa española fabricante de instrumentos de metal de alta calidad que tiene en Pacho Flores a un asesor y consultor de la misma alta calidad) especialmente adaptadas para la ocasión. A menudo Pacho se presenta en sus conciertos y recitales con su arsenal completo de una docena de trompetas distintas de la casa española«. Una conga «bailona», impetuosa, festiva y explosiva para solista y orquesta, torbellino sonoro cerrando un otoño luminoso.

Paquito D’Rivera (1948): Concerto Venezolano.

En las notas del libreto Brennan dice que «Hay en la génesis de esta sabrosa, tropical y extrovertida obra una simbiosis múltiple que une y hermana a dos músicos singulares, al compositor, saxofonista y clarinetista cubano con Pacho Flores, trompetista. Les une el idioma, el continente, el Caribe, el aliento de sus instrumentos y, de manera particular, un temperamento cálido y extrovertido que garantiza una colaboración fructífera y, sin duda, divertida». Respecto al Concierto Venezolano, Paquito D’Rivera cuenta:

Pacho Flores podría decirse que vino al mundo con una trompeta (o con muchas!) bajo el brazo. Con una gracia especial para hacerlas sonar, el hombre para colmo hasta se casa con la hija de un fabricante de trompetas; y es que como bien decía mi madre “La yerba que está pa’ tí, no hay chivo que se la coma”. Cuando Pacho -que nació en Venezuela- me pide que escriba una pieza sinfónica para él, no dudé en mezclar elementos que simbolizan la exuberante majestuosidad del paisaje de su hermosa tierra sudamericana, así como el enorme contraste entre la tragedia que hoy castiga a su gente y la proverbial alegría de su música típica. A petición del solista, la pieza está concebida como una Fantasía en un solo movimiento, de cuyo centro emerge un cuasi-infantil merengue en 5 que desemboca en un cubanísimo Danzón, como símbolo de la legendaria relación musical y humana entre los compatriotas de Antonio Lauro y Ernesto Lecuona, ¿Y el Gran Finale? En respuesta a la dramática introducción del Concerto, no podría ser otro que un Joropo triunfal y optimista, como presagiando la cercanía de una merecida felicidad por la que “El Bravo Pueblo” tan duramente ha luchado.

En un breve vídeo unos días antes del estreno absoluto del Concerto venezolano de Paquito D’Rivera, compositor y trompetista ensayan la obra, hablan el uno del otro y comentan algunos temas musicales de relevancia. Dice Pacho Flores:

Esto es parte de todas estas locuras que estamos haciendo para promover el repertorio de la trompeta, sobre todo con un grande y legendario maestro como lo es Paquito D’Rivera, una leyenda del jazz. Para mí él ha sido un gran referente toda la vida escuchándolo, y es un gran sueño todas estas innovaciones características, elementos, descubrimientos que hemos hecho en pro de la trompeta para llevar a las salas de concierto. A este concierto en particular Paquito lo ha llamado Concerto venezolano porque para él tiene una historia importantísima. Por ser yo venezolano, él se acuerda perfectamente de todas sus vivencias en Venezuela, de todos los grandes maestros venezolanos como Antonio Lauro, Antonio Estévez, Simón Díaz, y Paquito es una persona muy querida en Venezuela. Este concierto va a ser parte importante y bandera de mi repertorio y del catálogo de obras nuevas que estoy llevando por el mundo.

Y de la estrella fulgurante en el mundo de la trompeta como es Pacho Flores, quién mejor para reconocer y apreciar este status que otro gran instrumentista, Paquito D’Rivera, quien dice esto respecto a su colega y amigo:

Pacho Flores es un tipo especial. No solamente es un virtuoso. A mí me asusta un poco la palabra “virtuoso”. Cuando de habla de un virtuoso, se habla de un tipo que toca muchísimas notas y que no tiene corazón, y que tampoco lo necesita. Pero Pacho es otra cosa, Pacho es un gran artista con un sentimiento tremendo para tocar la trompeta. Es un artista único, con teorías únicas para tocar la trompeta, que para él no es un instrumento sino muchos instrumentos.

Inicio épico, de «peplum» caribeño, trompeta sola y orquestación muy trabajada, jugando con todas las secciones, protagonismo igualmente de una flauta hermosa, toda la madera en general junto a unos metales presentes (la tuba emerge de ellos) y el ritmo intrínseco del compositor cubano para un concierto pleno, actual, vitalista y a medida del venezolano que aporta con su visión e interpretación aún más color a este concierto.

Daniel Freiberg (1957): Crónicas Latinoamericanas (I. Panorámicas; II. Diálogos; III: Influencias).

«El calificativo de “multifacético” suele utilizarse con frecuencia para describir a los músicos especialmente talentosos, inquietos y curiosos, y se trata de un adjetivo que le cae como anillo al dedo al bonaerense Daniel Freiberg, como es fácil comprobar echando una ojeada a su biografía: compositor, pianista, arreglista, productor, ingeniero de grabación, con estudios y práctica en la música clásica, en el jazz, en el rock y en la creación de música cinematográfica y para televisión. Ha recibido varias nominaciones al premio Grammy, el cual ha obtenido tres veces. Ha sido alumno de músicos notables y ha colaborado con numerosas personalidades de diversos ámbitos, entre las que destaca su mentor y amigo Paquito D’Rivera».

Latinoamérica es una fuente inagotable de ritmos y etilos musicales que nos sirven de inspiración a los compositores. Crónicas Latinoamericanas fusiona los lenguajes de la música clásica, el jazz y la música latinoamericana. Estos son sonidos y colores que me rodean desde mi infancia en Buenos Aires y a través de mi vida profesional en Nueva York, donde vivo desde 1979. Este concierto está compuesto de tres movimientos. El primero, Panorámicas, sobre ritmos sudamericanos nos pasea a través de valles y montañas… desde el punto de vista de un pájaro que los sobrevuela. Más adelante, la orquesta se detiene para dar lugar a la cadenza, donde el clarinete se eleva solo, improvisando libremente. Después, todos se vuelven a unir en la reexposición del tema principal para seguir ascendiendo a nuevas y emocionantes alturas. El segundo movimiento, Diálogos, es lento, una profunda conversación entre el hombre y Pachamama (la Madre Tierra). El tema principal, un vals afroperuano, acaba dando lugar a una explosión jazzística neoyorquina, donde el clarinete improvisa su solo en estilo hard-bop.

El propio Freiberg explica cómo se convirtió en pieza para trompeta y orquesta:

Paquito D’Rivera hizo el estreno español de ese obra el 16 de junio de 2017 con la Orquesta de Valencia dirigida por Vicent Alberola, estreno al que asistí invitado por Paquito, quien me dijo que en este programa se iba a presentar un trompetista venezolano a quien seguramente le iba a gustar mi música. Durante los ensayos de mi pieza se me acercó Pacho Flores se presentó y me dijo que le encantaba mi música, y que quería hacer Crónicas Latinoamericanas, a pesar de que fuera original para clarinete. Me pidió fragmentos de la obra, cuya parte solista había adaptado él mismo a la trompeta. No sólo eso, me dijo que ya tenía comprometidas tres fechas para tocar la pieza en Holanda, el siguiente enero. Su versión para trompeta es prácticamente igual a la original para clarinete salvo las partes que son improvisadas. No fue necesaria una adaptación propiamente dicha porque además de que Pacho tiene una formidable amplitud de registro toca la obra utilizando diferentes trompetas.

Panorámicas me evocan con un piano etéreo y «ostinado» junto a una orquestación poderosamente delicada que reviste la grandeza de la trompeta solista (aún mayor en el último pasaje jazzísstico con el contrabajo en pizzicato, batería luminosa y los acordes ricos del piano) ese New York crisol de culturas y músicas donde lo hispano tiene su protagonismo pujante. Diálogos retoma en la orquesta el motivo del primer movimiento que va transitando por las distintas secciones, siempre con un ritmo que contagia vitalismo, orquesta potente sobre la que la trompeta sobrevuela para un final apoteósico. Y finaliza con Influencias, piano y oboe evocadores, cuerda de terciopelo, pinceladas de flauta y arpa, casi de recuerdos al gran Morricone y el flugel dando un color personal para otra orquestación maravillosa de Freiberg donde no falta un cello emotivo.

Efraín Oscher (1974): Mestizo (I. Oro Negro; II. Cimas Blancas; III. Cimas Negras; IV. Noche Blanca).

«Una revisión somera de este compositor apunta de inmediato, por varias vías, al notable Sistema venezolano. Uruguayo de nacimiento, educado en Venezuela, flautista y compositor, realiza una parte sustancial e importante de sus estudios bajo la tutela del Sistema creado en 1975 por José Antonio Abreu. Los datos colaterales apuntan a las colaboraciones de Oscher con tres notables músicos también surgidos del Sistema; aquí destacan de inmediato los nombres de Edicson Ruiz, contrabajista de la Orquesta Filarmónica de Berlín, y el trompetista Pacho Flores. Entre los tutores de Oscher como intérprete destaca la figura del legendario flautista William Bennet, y entre sus proyectos más importantes es preciso mencionar la fundación y dirección del grupo Solistas Bolívar, dedicado primordialmente a la promoción y difusión de la música de cámara de compositores latinoamericanos«.

El título Mestizo que Efrain Oscher ha dado a su Concierto para trompeta y orquesta es más que apto debido a su intención descriptiva y a su contenido musical. El propio compositor afirma que la obra puede ser considerada como una película que tiene como escenario distintas regiones de la geografía de Venezuela. El trompetista Pacho Flores comenta de manera más específica la obra de Oscher:

Este es un concierto que se interpreta con tres trompetas, lo cual es algo inédito. Además, es un concierto que tiene elementos nuevos, de diferentes tendencias de la música tradicional venezolana, muchos de ellos modernos, lo que enriquece la obra. En el cuarto movimiento hay una cadencia del género salsa que es una improvisación, representando un elemento nuevo en un concierto para trompeta y orquesta.

Oscher escribió su concierto Mestizo por encargo del Sistema venezolano, específicamente para Pacho Flores. «El concierto está estructurado en cuatro movimientos (Oro negro, Cimas blancas, Costa negra, Noches blancas) cuyos títulos refuerzan la idea de mestizaje que está en el origen y concepción de la obra. El compositor plantea para el solista el uso de tres instrumentos: trompeta en Si bemol, trompeta en Do y el flugelhorn. Los cuatro movimientos se interpretan sin interrupción, y el segundo y tercero están unidos por una cadenza del flugelhorn solista, Para el tercer movimiento, Efrain Oscher propone el uso de la sordina Harmon para la trompeta en Do, logrando un timbre particularmente atractivo en la parte solista. En el cuarto movimiento hay interesantes efectos de eco entre la trompeta solista y las trompetas de la orquesta, que dan paso a la expresión “tropical” de la obra, que es muy energética, poderosa y sabrosa».

Un concierto magnífico, de escritura actual que no pierde ninguna esencia geográfica convertida en una música para trompeta bellísima, agradable de escuchar y auténtica banda sonora para la mejor Venezuela deseada por y para todos. Mestizaje en el amplio sentido de la palabra, lo mejor de la herencia hispana de la que todos hemos bebido enriqueciendo no solo la cultura sino la propia vida a ambos lados del Atlántico.

Pacho FLORES (1981): Morocota.

«Finalmente el Pacho Flores compositor. Morocota es el nombre que se dio a una moneda acuñada en los Estados Unidos, con valor nominal de veinte dólares, que circuló en Venezuela durante buena parte el siglo XIX y el inicio del XX. Pacho Flores recuerda que un tío suyo, hermano de su madre, poseía dos morocotas, que por entonces tenían un gran valor, eran así un tesoro. El trompetista suele referirse a ese tiempo como “la época en que éramos felices y no lo sabíamos”. Pacho Flores compuso Morocota con dedicatoria a su madre y en recuerdo del hecho de que se llamaban mutuamente “morocota”, en el sentido de “mi consentido”, “mi tesoro”. Morocota es un vals venezolano sencillo y diáfano, en el que predomina la vena sentimental sobre el perfil bailable, y en algunos momentos trae a primer plano reminiscencias de los deliciosos valses de otro gran músico venezolano, Antonio Lauro (1917-1986). Morocota data de cuando Flores tenia quince años de edad, y la pieza fue estrenada en San Cristóbal, capital del Estado Táchira en Venezuela, en una versión para trompeta, guitarra, cuatro y contrabajo. Actualmente la pieza existe en versiones para trompeta y guitarra trompeta y piano, trompeta y cuerdas, y trompeta y orquesta».

De destacar la unión de compositor e intérprete en esta deliciosa Morocota, el amplio bagaje del solista llevado al papel pautado desde la sencillez que emana de la infancia y la nostalgia, música de agradable escucha, instrumentación «académica» sin perder la necesaria raíz melódica de una trompeta que nos habla mecida por la orquesta.

Finalmente y como apreciación personal tras mis comentarios puntuales, a nivel global este CD respira no solo calidad en cada composición e interpretación a cargo de Pacho Flores y la Orquesta Filarmónica de Minería bajo la batuta del director de orígenes asturianos Carlos Miguel Prieto, también una apuesta por parte del trompetista venezolano de unir con la música para su instrumento lo que algunos quieren olvidar o borrar de la historia, tendiendo puentes y ampliando un repertorio necesitado de renovarse. Maravillosas combinaciones de tímbricas en su arsenal de trompetas con las que Pacho Flores sigue haciendo «Música» con mayúsculas, engrandeciendo el repertorio para su instrumento en nuestros tiempos, y apostando por obras cercanas en estilos, inspiración y mucho amor hacia él por parte de tantos amigos y colegas que aceptan sus encargos felices en este mundo musical que sigue siendo el único lenguaje universal rompiendo barreras.

Pixán recupera al Padre Galo con una lectura musical

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Lunes 31 de julio, 19.30 horas. Club de Prensa «La Nueva España». Presentación del Libro-DVD de Joaquín Pixán: «Fernán-Coronas, una ļļectura musical».

Se cerraba la temporada de actividades por este curso del Club de Prensa «La Nueva España» que dirige la periodista ovetense María José Iglesias Suárez, y haciendo de presentadora de un nuevo trabajo del tenor asturiano Joaquín Pérez Fuertes (Pixán, Cangas de Narcea, 4 de marzo de 1950), más conocido por el apellido artístico de su aldea natal, quien me confesaría 35 proyectos en una trayectoria que aún continúa activa a sus años y nunca sabremos hasta dónde puede llegar este emprendedor amante de la lírica y de su tierra natal.

Tras la presentación inicial de María José Iglesias y como «aperitivo», se proyectarían cuatro vídeos de los de los 18 de que consta este trabajo de Pixán con Andante Producciones Culturales y la gestión editorial de Ediciones Trabe., contando con distintos patrocinios como el Principado de Asturias, la Universidad de Oviedo, el RIDEA, el Ayuntamiento de Valdés o la Fundación Valdés Salas por citar algunos.

Sobre textos de Galo Antonio Fernández y Fernández Cantera (Cadavedo, 1884 – Luarca, 1939) más conocido como Padre Galo o con su seudónimo de Fernán-Coronas, la inspiración literaria entendida como «Perteneciente o relativo a la lira, a la poesía apropiada para el canto o a la lírica» sirven para «poner en música» 14 de sus poesías a cargo del propio Pixán más cuatro compuestas por el también valdesano Manuel Fernández Avello (Trevías, 1947), una de ellas ex profeso para este trabajo, como comentaría posteriormente y con el propio compositor presente entre el numeroso público asistente.

Una pequeña muestra de un DVD grabado en vivo en el Conservatorio Profesional de Música del Occidente de Asturias, Luarca, «sin trampas», como comentaría el propio tenor cangués, comenzando con Nido de cantares de Pixán acompañado por la pianista Eve Kerloc’h, también transcriptora (junto a María Cueva, María Álvarez o Manuel Pacheco)  y arreglista del “redactor de melodías” como se definió el propio Joaquín: Duerme nenu de Fernández Avello cantado por la soprano mexicana Dolores Granados, Voce di consolazione (de las cinco con textos en italiano del políglota Fernán-Coronas con piano más el cello del turolense afincado en Asturias Javier Romero, y finalmente Aú tán las Esturias mías? con piano, cello y las Voces Blancas del Nalón bajo la dirección de Hanna del Canto.

No es momento ahora de comentar todo el DVD y libro que dejaré para otra entrada específica, pero sí apuntar ya la perfecta unión de palabra y música, porque la rítmica de cada poema elegido es ideal para conseguir la lírica ideal en el llamado «lied astur» o si se quiere nuestra nueva canción asturiana de concierto, que se enriquece con este último trabajo de Pixán, cuatro ejemplos donde saborear tanto la ya conocida añada (nana) de Avello como el aire «tostiano» o el último número con las voces blancas enriqueciendo aún más unas inspiradas melodías.

De los intervinientes en esta presentación, primero lo haría Xulio Viejo Fernández, estudioso del Padre Galo, coordinador científico del «Proyecto Fernán-Coronas» de la Universidad de Oviedo y la Fundación Valdés Salas, hablándonos sobre su catalogación, legado y difusión así como las investigaciones sobre su figura junto a Adrián Martínez, y también sobre el propio trabajo de Pixán.

Proseguiría Clara García, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Valdés, que no podía faltar en esta presentación pues no sólo en su conservatorio se grabó el DVD, también por ser el momento de reivindicar nuestra Llingua y todo el grandísimo patrimonio autóctono, incluido el del Padre Galo, orgullo de Cadavedo, de Luarca y de Asturias.

Antón García Fernández, escritor, traductor, estudioso del Fernán-Coronas y que continúa  en esta legislatura como Director General de Política Llingüística del Principado de Asturias, mostraría su satisfacción por el trabajo de Pixán y todo el legado del fraile oblato natural de Cadavedo, poco conocido al quedar mucho de él inédito en vida, teniendo que esperar 40 años para que Carlos Rico Avello le hiciese llegar los manuscritos del valdesano, continuando el trabajo sonre él en el centenario celebrado allá por 1984 del que Ediciones Trabe publicaría parte de la amplísima producción (como su antología «Poesía asturiana y traducciones», 1993). Seguiría contándonos cómo continúa el apoyo con la anterior consejera Berta Piñán durante la pasada legislatura y todas las colaboraciones de este libro-DVD, siendo destacable que en «La Caja de las letras” del Instituto Cervantes se haya depositado junto al asturiano Ángel González a Fernán-Coronas, primer escritor en asturiano. No faltaron por parte de Antón García los agradecimientos a tantos que siguen “custodiando” este legado comenzando por su vecino ilustre y destacando que los cuatro ejemplos que vimos son buena muestra del trabajo basado en el poeta valdesano.

Finalmente intervendría Pixán sobre su trabajo comenzando con su socarronería “Darme las gracias a mi mismo” por su genética, a sus padres, pues con 73 años sigue «trabajando todavía, bien y útil». Por supuesto y como es lógico hubo más agradecimientos, sintiéndose afortunado de contar siempre con apoyo a sus proyectos, comenzando  por Julio ViejoAdrián Martínez, al Ayuntamiento de Valdés donde se grabó este DVD «¿dónde si no?» comentando como antes indiqué que el directo es siempre único, y él lo sabe. También a Antón García desde el citado 1984 o ya en1993 también apostando por su trabajo de «este redactor de melodías” que además partiría del libro de Antón, más las tres canciones anteriores de Avello, entonces interpretadas con la pianista Yolanda Vidal, presente en la sala, con quien estrenaría en aquel ya lejano 93 en el homenaje de la Consejeria de Cultura al Padre Galo. Curiosa la anécdota de cómo estaba trabajando El Río Esva que también Avello le ofreció como nueva e incorporada con el coro.
También dió las gracias en la lengua asturiana que habla desde crío… con ese acento occidental propio de Xuacu. No faltó comentar su fascinación por el Padre Galo tras el Premio de Pueblo Ejemplar a Cadavedo que supuso un resurgir o redescubrimiento del valdesano, una de sus razones junto al movimiento por nuestra llingua que sigue con más fuerza que nunca, el acercamiento a las raíces, a la lengua paterna (pues no debe ser solo «materna»). También dio ánimos para el trabajo, comenzando por sus nietos, pues los proyectos a menudo se quedan en eso. Y así nos confesó el proceso del recordado Madre Asturias faraónico en 1983 con López Cobos en Londres dirigiendo la Filarmónica londinense y para grabarse en los famosos estudios de Abbey Road. Su entonces pianista Miguel Zanetti le recomienda que se lo encargase a Garcia Abril con el comentario, tras escucharle el proyecto, de “esti rapaz ye tontu”; María José Lorenzo le escucharía atentamente y le diría que del tema económico no habría problema (eran 20 millones de pesetas) y con todo ello salió adelante. Los proyectos hay que realizarlos y en eso Joaquín Pixán es único.

Finalmente y reconociendo que no es pianista, citaría a todos los músicos y arreglistas del DVD para cantarnos en directo, pese al aire acondicionado que nunca es bueno para la voz y desde el piano del Club de Prensa, Verdadera fidalguía y La incla interior que fue como el punto de partida de este último proyecto que ya es otra realidad en el haber del incombustible Joaquín Pixán.

La cercana lejanía argentina

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«Argentina Songs». Soledad Cardoso (soprano), Quimey Urquiaga (piano). Ibs classical. ISBN: 8 436597 700405.

Una verdadera «Gala de la canción de cámara argentina» grabada en el granadino Auditorio Manuel de Falla los días 7 al 9 de agosto de 2021, con una excelente toma de sonido de Cheluis Salmerón y la producción de Paco Moya para este sello español que literalmente nos transporta a ese auditorio con tan buenos recuerdos, disco que se publicó el pasado año con dos intérpretes de esa querida tierra hermana: la soprano Soledad Cardoso (Santa Fé, 1975) y la pianista Quimey Urquiaga (Bahía Blanca, La Plata, 1989), que reúnen música y literatura de cinco compositores con obras vocales donde los versos elegidos ya son de por sí maravillosos.

En la llamada «Canción de concierto», la música eleva la literatura a un plano superior, y desde esta misma visión también se comparte el protagonismo entre voz y piano. Si además quienes interpretan estas veintisiete canciones las llevan en sus genes con todo el acento de su tierra, unido a una larga trayectoria profesional, estamos ante un amplísimo repertorio «nuevo» para muchos, entre los que me incluyo, abarcando desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la década de los años 60 del siglo pasado, cien años de obras variadas, unas nacidas en torno al Centenario de la Revolución de Mayo junto a otras con la herencia del rico folclore sudamericano que directa o indirectamente subyace en todas y cada una de ellas, pues los músicos llenan sus alforjas de lo cercano que engrandecen al llevarlo a las salas de concierto. Así es el ambiente y emoción que respira este disco.

Comienza sonando el compositor más conocido a este lado del Atlántico, el santafesino Carlos Guastavino (1912-2000) con cuatro canciones de la primera parte de la década de 1940, tres de ellas con textos de la chilena y Premio Nobel de Literatura en 1945 Gabriela Mistral no tan conocidas como otras más popularizadas, pero igual de universales: El vaso, Riqueza y Piececitos poseen la sensibilidad propia de cada poema y la riqueza melódica con que las dota el compositor, uniendo fronteras sudamericanas desde una visión social con los poemas elegidos. La soprano afincada en Barcelona Soledad Cardoso les imprime toda la emoción que con el piano de Quimey Urquiaga en perfecta sintonía nos amplía a los melómanos estas maravillosas canciones con la hondura poética de la escritora chilena, registros graves muy redondos, medios equilibrados y agudos timbrados.

Otro tanto sucede con las siguientes, maravilloso reflejo del auge que en los años 60 alcanzaría este folclore a nivel mundial con distintos solistas y agrupaciones, que Guastavino destila para la voz con el piano, siempre exigente porque comparte el protagonismo en un tándem inseparable. Anhelo (texto de Domingo Zerpa), reposado, respirado, el piano siempre acertado, las Noches de Santa Fé (poesía de Isaac «Guiche» Aizenberg), verdadera delicia de canto a la tierra natal, donde la emoción se hace música en la voz de la soprano argentina con el impecable piano de su compatriota en rítmica conjunción santafesina, y después Mi viña de Chapanay (letra de León Bernarós), que mantienen los ritmos cercanos para muchos, como la cueca de Cuyo en la Mendoza tierra vinícola. La métrica tan rica de los textos que la música realza aún más, la sencillez formal con la carga emocional de Guastavino tanto para la voz, limpia en todo el registro, como para el piano rico en el acompañamiento. Geografía de sentimientos poéticos con los que la música interpretada por estas dos mujeres ahonda en cada estrofa, cadencia de esa lejana y tan cercana tierra.

Desde aquí, todo un descubrimiento de música argentina con distintos compositores. Primero Gilardo Gilardi (San Fernando, 25 mayo de 1889 – Buenos Aires, 16 enero 1963), enmarcado en la llamada «Generación del 80», que escribe su ciclo Trece canciones argentinas sobre textos de Leopoldo Lugones, los cortes 7 al 19 donde cada título ya indica la intención de esa feliz unión literaria y protagonismo compartido entre voz y piano, el «lied argentino» sin complejos, rebosante del sabor desde la tierra hermana. Quiero destacar el interesante el libreto con todas las letras, también traducidas al inglés, con la introducción de la profesora de la Universidad de Buenos Aires Silvina Luz Mansilla, poniéndonos al día con estos artistas que deberíamos conocer un poco a este lado del Atlántico, más siendo la música el mejor medio para ello. De Leopoldo Lugones escribe la docente que fue protagonista de la llamada época de «fervor patriótico por las conmemoraciones de la década de 1910», y los trece poemas proceden de su Romancero (1924). De nuevo los ritmos del altiplano, de Chile a Perú o Bolivia, que mi generación descubriese con los «míticos» Calchakis, Cafrune, Yupanqui, Quilapayún o Chalchaleros, junto a tantos emigrados a Europa (recuerdo igualmente a Inti-Illimani o Claudina y Alberto Gambino entre muchos más) durante aquellos duros años de dictaduras, con paradas en la Madre Patria estrenando democracia o en el París que siempre les acogió con los brazos abiertos. Vidalitas, zambas, chacareras… Gilardi y Lugones nos cuenta la profesora Mansilla que compartieron amistad, aficiones y paseos por el Botánico de la capital porteña. También la propia rítmica que las poesías contienen, Trece lieder estrenados a fines de los años 20 e inicios de los 30 (el quinto y el último) aunque todo el conjunto no se publicaría hasta finales de los 60, qe parece fue la causa de su escasa difusión, y que el dúo Cardoso-Quimey está llevando en sus conciertos. Agradecerles a ambas esta parte de recuperación del ciclo al completo, con títulos tan sugerentes y evocadores («Lied de…») como hermosos al interpretarse: I. Del pájaro y la muerte, piano como lienzo donde plasmar ese pájaro de la soprano; II. De la estrella marina, el Atlántico reposado a dúo; III. Del tesoro escondido y escucharlo para descubrirlo en un diálogo tan bien escrito como interpretado, pleno de ritmo y potencia; IV. Del amor verdadero, lirismo y delicadeza; V. De los ojos amados, remanso en cada frase, tesituras delicadas, dulce enamoramiento musical; X; VI. De las manos amigas al piano delicado vistiendo con perlas un canto que la soprano delinea con agudos limpios como la propia escritura; VII. Del viento y de la fuente, otro remanso para degustar el paralelismo entre voz y piano, fuente y viento cristalinos; VIII. De la boca florida, un ramillete grácil a dúo de reminiscencias goyescas emigradas a la tierra de los gauchos; IX. De la gracia triunfante que derrochan las intérpretes en este noveno «lied»; X. De la ciencia de amar y del buen hacer musical; XI. Del misterio gentil desvelado  musicalmente tras una chopiniana introducción que con ritmo contagioso canta la soprano ya con el aire propio; XII. De la eterna ventura que supone esta penúltima canción del ciclo, y XIII. Del secreto dichoso convertido en música, pausada y sentida por este dúo. Hermoso color vocal de Soledad Cardoso con esa entonación suya de fraseos que realzan cada poema cantando música de su tierra con el piano compatriota y cómplice.

Del mismo Gilardi dos canciones más: la Danza irregular de la famosa Alfonsina Storni, la poetisa fallecida trágicamente en 1938 (cuyo final nos lo describió en 1969 el porteño Félix Luna y musicó a ritmo de zamba otro santafesino, Ariel Ramírez, cantándolo como nadie «La Negra» tucumana), más la Canción de cuna india, una vidala del noroeste argentino con letra de Ana Serrano Redonnet para reponerse del impulso previo, adormecer el ánimo manteniendo el espíritu intimista de este hermoso «arrorró».

Si el disco respira Santa Fé por todas partes, algo que se palpa en cada canción, estas últimas completan este acercamiento al recuperado maestro de San Fernando (provincia de Buenos Aires), que curiosamente firmaba sus partituras con RIP (no sólo que descansaran en paz sino su lema: Resistir, Insistir, Persistir).

El disco prosigue con la compositora Lía Cimaglia Espinosa (Buenos Aires, 30 de agosto 1906 – 1 de noviembre 1998), destacada pianista de quien Arthur Rubinstein dijo una vez que «(…) posee un verdadero temperamento de artista y de pianista; es decir, tiene el fuego sagrado que comunica al auditorio todas sus emociones musicales». Así se refleja en el acompañamiento de las dos composiciones: Balada (con texto de Susana Calandrelli), melodía vocal de largos fraseos bien resueltos y ese ropaje pianístico; después el Botoncito, poema infantil de Gabriela Mistral, un referente para los niños sudamericanos, de los hijos de tantos emigrados como las propias intérpretes, y como alguien escribió, «sólo apta para corazones sensibles». Soledad y Quimey nos acunan y llevan a la infancia con esta nana universal sintiendo y cantando a su tierra desde Cataluña, feliz punto de encuentro de estas dos artistas que parecían predestinadas para hacernos llegar estas melodías de su tierra.

Otros dos «descubrimientos» para quien suscribe: Emilio Antonio Dublanc (La Plata, 1911 – Buenos Aires, 1990), de la llamada «Generación del 39 en Argentina», con Tres canciones de Soledad (y textos de la gualeguaychuense Hortensia Margarita Raffo publicadas en 1950: Por eso, Mi sueño y ¿Por qué?dedicadas a Brígida de López Buchardo, breves y profundas tanto en el canto como en un piano de graves rotundos con la última dejándonos un interrogante abierto que sólo se responde musicalmente.

Y por último el turinés, emigrado como tantos italianos a Argentina, Arturo Luzzatti (1875-1959), que trabajase en el Conservatorio Nacional y dirigiría la orquesta del Teatro Colón -que compuso el famoso «Himno a San Martín«-, cerrando el disco con Coplas (Rafael Jijena Sánchez), aires de Tucumán con paisajes de Catamarca en un compositor que bebió el folklore cual mate musical y el dúo Cardoso-Urquiaga nos dejan todo el sabor de su tierra en ese final por todo lo alto.

Mi gratitud por este documento sonoro que disfrutaré largamente, a ser posible en esa cercana lejanía argentina.

Recuperando la figura de Jesús González Alonso

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La Colección «René de Coupaud» está recuperando nuestro patrimonio musical asturiano con grabaciones que son auténticas joyas documentales y documentadas, y poco a poco van apareciendo con mucho trabajo nuevos títulos (hasta ahora uno cada dos años). Primero fue el CD doble dedicado a «Tres misas de gaita. Entre la tradición y la conservación del patrimonio asturiano» donde mi memoria retrocedió muchos años hasta San Marcelo en Cornellana con el siempre recordado Lolo. El segundo volumen sería un CD con DVD dedicado al malogrado teclista «Berto Turulla. Una mirada moderna a la música popular de Asturias», que de nuevo me llevaría a otro viaje temporal, a mis años de juventud cuando los teclistas escuchábamos sus intervenciones y envidiábamos su arsenal de sintetizadores en todas las formaciones con las que estuvo.

El pasado día 9 de enero tuvo lugar en el Antiguo Instituto Jovellanos de su Gijón natal la presentación del volumen 3 «Jesús González Alonso. Ecos de un pianista gijonés en la Escuela Superior de Música de Viena«, donde al fin pude hacerme con la música grabada de este gran pianista que marcaría mis estudios de piano tras escucharle en Oviedo cuando ganó en 1971 el Concurso de Casa Viena, y posteriormente en Mieres con el programa que dejo a continuación, donde interpretaría este repertorio que dominaba como pocos y le llevó hasta Helsinki, Frankfurt, Hamburgo, Viena y posteriormente a San Sebastián donde moriría prematuramente con solo 41 años en el mejor momento de su carrera profesional y docente.

A Jesús González Alonso (Gijón, 1946 – San Sebastián, 1988), el ayuntamiento de su ciudad a título póstumo en 1990 al menos le ha dado una calle a tan ilustre gijonés. En la presentación del Libro-Disco se contó con la presencia de su hermana Blanca (guardiana de su legado) junto a Manuel Ángel Vallina, concejal de cultura del Ayuntamiento de Gijón, y Eduardo G. Salueña, verdadero hacedor de este proyecto y digno «heredero» de nuestro querido René, así como Miguel Barrero, director de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Gijón, y José Ramón Méndez Menéndez, uno de sus alumnos que siguen teniéndole como referente, también emigrado, y que es el organizador y director del festival internacional de piano que lleva el nombre del maestro gijonés desde 2011.

Con amplia difusión en los medios de comunicación asturianos, de los que dejo algunas capturas de pantalla aquí, al fin pude hacerme con la música grabada del gran pianista, alumno en sus inicios gijoneses de Enrique Truán (otro gran docente a los que seguirían Cubiles, Carrá y tantos), que marcaría mis estudios de piano tras escucharle en Oviedo cuando ganó en 1971 el Concurso de Casa Viena que se celebraba en el antiguo Conservatorio de la calle Rosal a principios de septiembre (aunque ya por aquel entonces acumulaba muchos premios), coincidiendo con mis fiestas de San Mateo en casa de los abuelos, y posteriormente en Mieres el 28 de febrero de 1972, donde iba pertrechado de una grabadora de casete (que borraba para el siguiente concierto tras horas de escucha como alguna vez le comenté a otro querido maestro gijonés de la misma generación que Jesús González) con el programa que dejo a continuación:

Recuperar su música grabada (gratitud al sello Zweitausendeins© para quien grabó estas músicas en formato analógico, remasterizadas por Fernando Oyágüez Reyes) es un auténtico disfrute además de un «viaje al pasado»; sumemos el libro que acompaña este tercer volumen, con fotos del archivo de su hermana (que también ilustran esta entrada) y textos de Sheila Martínez Díez con los del citado José Ramón Méndez, completa no ya mis recuerdos sino la necesaria historia bien documentada del malogrado pianista gijonés.

Poder volver a escucharle con Mussorgsky y Gershwin (grabados en 1979) sigue siendo toda una referencia por su interpretación y sonoridad. Otro tanto de los autores españoles (1982): Albéniz (qué pena no tener su Iberia completa), Esplá o Granados, convirtiéndole en una de los embajadores de nuestra música; y de auténtico regalo la digitalización de la Sonata 50 de Haydn (custodiada en cinta de bobina por su hermana), corroborando el magisterio en todos los estilos y épocas del piano que atesoraba el gran Jesús González Alonso. Las fotos son recuerdos imperecederos, pero además poder escucharle en el extracto de su entrevista para el programa «Música Ficta» de Radio Gijón (24/04/1981) con Avelino Alonso nos deja su voz y amplia visión musical.

Desconozco si desde Gijón tendremos más volúmenes ni a quien se dedicarán, pero verdaderamente los tres actuales son ya tesoros que guardo en formato físico, pues el de la memoria continúa para siempre y las emociones siguen a flor de piel, más con Jesús González Alonso. Lo bueno de cumplir años es seguir llenando esta mochila de la vida.

Mi felicitación al Taller de Músicos de Gijón con Eduardo al frente no solo por este regalo más allá de lo personal, y por supuesto al Ayuntamiento de Gijón por apoyar esta colección imprescindible para melómanos «omnívoros» donde este tercer volumen rescata del inmerecido olvido a mi siempre admirado Jesús González Alonso.

De NY a OV

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Viernes 20 de enero, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo Jazz. Moisés P. Sánchez 4tet: Dedication II. Entrada butaca: 8 €.

Un conocido slogan llevado a pegatinas y todo tipo de merchandising ponía «I❤️NY» que este viernes de Jazz podría cambiarse por  «I❤️OV» siendo Oviedo un pequeño New York con la música del Cuarteto de Moisés P. Sánchez (Madrid, 1979) que presentaban 13 años después de su Dedication la segunda parte tras una grabación donde junto al pianista madrileño también estuvieron el contrabajo de Antonio «Toño» Miguel (Zaragoza) y el saxo tenor de Javier Vercher (Madrid, 1978), más la batería de Borja Barrueta (Getxo, 1975) que para esta gira patrocinada por el CNDM (donde es artista residente) y la posterior grabación cuentan con la joven Naima Acuña (Londres, 1988) quien con ese nombre tan coltraniano por sus padres de Pontevedra, estaba predestinada al jazz y nos sorprendió gratamente en este concierto. Este regreso hecho música de NY a OV con el Moisés P. Sánchez 4TET pareció la banda sonora de Williams B. Arrensberg, el viajero o emigrante cercano del siempre recordado Úrculo, vista a la Catedral y maletas llenas de sentimientos.

En poco tiempo Moisés P. Sánchez volvía a Asturias, pero si en Gijón nos acercó a Bach, en esta «Dedicatoria» nos trajo la música y el músico (como bien nos explicó el propio pianista a un Teatro Filarmónica lleno hasta la bandera recordando a Philip Glass), el disfrute para todos y la profesión no ya de intérprete sino también como compositor de unos temas muy trabajados y variados en inspiración y escritura, llenos de matices, cambios de ritmos, estilos y enfoques siempre ricos en las exposiciones pero todavía más en las improvisaciones, ese «cocer» las melodías en vivo, el directo irrepetible y grandioso para un concierto que tocaba este cuarteto tras la presentación en Madrid.

Arrancando con una Dedication trece años después nos pondría en ambiente Moisés con P de Picasso, el pintor universal del piano capaz de sonar como Jarret o Evans, McCoy Tyner junto a Mehldau o Corea, e incluso toques de Chano con Camilo, músicas atlánticas caribeñas pero con sello propio, «Moisés P punto» dominador de todos los lenguajes desde el suyo, excelente dibujante, académico azul y rosa, colorista, cubista y gigantista por equipararlo con el malagueño universal del que este años se cumplen los 50 años de su muerte. Y la paleta del trío se engrandece con un saxo tenor de paleta tan grande como la del maestro,  Javier Vercher jugando con la caña para engrandecer cada tema, evocaciones de Coleman Hawkins y John Coltrane, de Benny Carter y Ben Wester, Dester Gordon, Lester Young y Charlie Parker, pero incluso nuestro Iturralde, tantos maestros donde el saxofonista madrileño, como su paisano y amigo pianista, han bebido. Cada tema e improvisación de Sánchez con la réplica sonora de Vercher. Y la sección rítmica increíble, rotunda, clara y precisa, creativa del contrabajo del seguro Toño Miguel más una batería de Naima Acuña que con un set no muy grande logró una tímbrica hermosa, baquetas, escobillas, mazas o manos, unos platillos más allá de lo ambiental y sobre todo un toque de caja luminoso, clamorosamente colorido, imprescindible incluso en los silencios.

En esta dedicatoria nueva desfilamos por Pennsylvania con el hotel, hoy desaparecido, del mismo nombre en el 401 de la 7ª Avenida de Manhattan, justo enfrente de la estación Pennsylvania Station y el Madison Square Garden, cercano al estudio de grabación donde Moisés esperaba al ayudante de sonido que no aparecía. Recuerdos de angustias previas y felicidad final tras unos tiempos de juventud que hoy son el poso a una vida con el piano protagonista siempre, el jazzman que transita por estados de ánimo, imágenes llevadas a los pentagramas casi papiros o periódicos del día a día. Otro tanto de Melancolía necesaria para disfrutar del cuarteto, ambientes, atmósferas, el plato cocinado por los cuatro donde cada solo, cada combinación tímbrica nos llevaría por tantos mundos que conviven en la música por excelencia del siglo XX, ya interiorizada sin etiquetas en el actual. Obras que funcionan como suites, unidas por un músico que disfruta y contagia su música, polirritmias, acordes melódicos, exuberancia sonora y todos los calificativos que mi tocayo Pablo Sanz nos deja en las notas al programa.

Seguirían los estrenos, y Dedication II como reflejo de los trece años que llenan la mochila, mucho trabajo y menos pelo, el estudio por tantos estilos y compositores, de Shostakovich a Gershwin pasando por Beethoven (su próximo acercamiento), Europa y el Caribe aterrizando en los EEUU que tanto han influido en la historia, la musical incluida. Introducción libre, efectista, evolución bebop, tributo «clásico» a Chopin o Rachmaninov (otro de aniversarios) y el siempre insustituible Waltz for Debby del «dios Evans» sonando en esta dedicatoria segunda.

Y entre dioses no podía faltar «el Monje«, The Monk con una intro de Naima portentosa, poderosa, seguida por un Javier heterodoxo, el sustento de Toño y el vuelo por el universo de las 88 teclas pero sacando color al blanco y negro, banda sonora sentimental, sonido expansivo muy bien amplificado por los técnicos de la casa. La iluminación la pondría el 4TET de Moisés.

Para cerrar programa otra «locura» del músico y compositor transversal (como así le han definido), Dodecatónico, con intervenciones de sus tres músicos impresionantes para una partitura compleja por sus motivos dodecafónicos, polirritmias, matices extremos y las genialidades del directo que dejaron atónito a un público tan variopinto como la música del Cuarteto y el empuje de la gallegolondinense.

De propina Nobody knows what’s behind (Nadie sabe lo que hay detrás), títulos en inglés como Naima y el origen primigenio para esta segunda parte que también es buena contradiciendo el dicho, impregnada en mi memoria del mejor Bach y el recuerda de su Cantata 147, alegría de los hombres de buena voluntad tocados por el eterno y universal lenguaje de la música.

Los tríos de José Castel una joya en disco

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José Castel (177-1807): String Trios. Concerto 1700. Daniel Pinteño. Ref. 170005.

Cada vez se hace más necesario reconocer el enorme trabajo de la Musicología en España desde aquellos ya lejanos años 80 en que la Universidad de Oviedo con Emilio Casares pondría la primera piedra de una labor que el tiempo ha ido dando sus frutos expandiendo al resto de universidades españolas varias generaciones de investigadores, sacando a la luz tantas obras y compositores nuestros que la desidia de los gestores a lo largo de los siglos habían llenado de complejos y olvidos en archivos donde «dormían el sueño de los justos«. El grado en Historia y Ciencias de la Música ha venido para quedarse.

El camino no es fácil aunque los frutos vayan llegando poco a poco. Encontrar autores y obras interesantes, seguir la pista, tirar del hilo, investigar en múltiples ubicaciones y fuentes, encontrar las partituras, estudiarlas a fondo, transcribirlas y hacerlas sonar, no siempre se da en el clavo o la diana ni tan siquiera supone alcanzar el objetivo buscado, aunque «nunca el tiempo es perdido». Si además del esfuerzo, el (re)descubrimiento alcanza no ya la publicación, labor musicológica siempre necesaria para la difusión, sino también la grabación de esas obras y, mejor aún, la interpretación en vivo, desde un historicismo deseado y bien entendido, entonces podemos decir que el premio se ha conseguido.

La simbiosis necesaria entre la Musicología y los intérpretes se ha conseguido y ambas van actualmente de la mano; la Asociación Ars Hispana con los musicólogos Raúl Angulo Díaz y Antoni Pons Seguí al frente, lleva desde 2007 sacando a la luz grandes tesoros de nuestro patrimonio musical, y del que Concerto 1700, fundado hace siete años por el violinista malagueño Daniel Pinteño, un ensemble especializado en el repertorio hispano de los siglos XVII y XVIII, está llevando al disco, últimamente el mallorquín Literes, el «madrileño» Brunetti (otra joya) y ahora el navarro José Castell (Tudela, 1737-1807), con la primera grabación en tiempos modernos de la integral de sus tríos de cuerda en una edición muy cuidada y original hasta en el diseño, del que dejo aquí varias imágenes del libreto que acompaña este disco compacto.

Como bien explica el editor de esta nueva joya de nuestro patrimonio, Raúl Angulo, en las notas del CD (traducidas también al inglés, francés y alemán), «Por fortuna, ya se va dejando atrás la imagen de la música española del siglo XVIII como un páramo que poco puede ofrecer de interés al oyente actual. Este oscuro cuadro se ha pintado a partir de un insuficiente conocimiento, además de algunos prejuicios firmemente arraigados sobre el «siglo de las luces» en España, que ha sido juzgado por unos como extranjerizante y sin personalidad, y por otros como un proyecto sin vigor y fracasado. En los últimos años, tanto intérpretes como estudiosos están aunando sus esfuerzos para dibujar una imagen más positiva de la música de este período». Primer toque de atención para quitarse por fin ese complejo de inferioridad que el tiempo y un concienzudo trabajo musicológico ha demostrado ser infundado en todos los géneros no solo escénicos o religiosos, también en el instrumental, camerístico como el que nos ocupa, y sinfónico. Segundo aviso el de aunar esfuerzos entre intérprete y estudiosos de este repertorio que cambie la mala imagen de la música en tiempos ilustrados.

De los compositores cuya obra merecía salir del olvido es precisamente José Castel, nacido en Tudela (Navarra) en noviembre de 1737, de formación «típica» en un maestro de capilla español del llamado Antiguo Régimen: versátil compositor que cultivó los principales géneros musicales de su época, desde música litúrgica (con composiciones sacras que comprenden misas, salmos, misereres y lamentaciones, además de cantadas y villancicos), quizá lo menos estudiado de su producción como bien señala el doctor Angulo, aunque en su época disfrutaron de gran aprecio -como se desprende del hecho de que estén ampliamente diseminadas por diversos archivos españoles y americanos- hasta música escénica y sinfónica. Su vida, igualmente plena, podemos seguirla en el libreto de Raúl Angulo que acompaña el disco, aportando datos contrastados por estar documentados con rigor.

François Lesure, musicólogo francés especialista en la historia de la edición musical parisina (pues la española del momento dejaba mucho que desear), dató hacia 1785 la impresión de estos seis «tríos para dos violines y bajo» a cargo de Jean-Pierre de Roullede, yerno de Louis-Balthazard de La Chevardière, quien ya editase diez años antes los seis dúos para dos violines del propio Castel, fecha que se puede dar por buena, al menos de manera aproximada. El único ejemplar que se conoce se custodia en la Biblioteca Nacional de Francia, todo ello documentado por Raúl Angulo, y dedicado al ilustre navarro Manuel Vicente Murgutio, otro interesante personaje ilustrado que desde diferentes sociedades impulsaría las artes y las ciencias, favoreciendo la práctica de la música y la danza con las academias filarmónicas de entonces donde disfrutar de conciertos de profesionales y aficionados competentes, lugares que seguramente acogieron estos tríos de Castel.

Era práctica habitual en las colecciones de música de cámara impresas en la época, como explica el profesor Angulo, escribirlos en tonalidades mayores, por lo que Castel escribió cinco de sus tríos en en modo mayor, y uno solo, el cuarto, en modo menor. Todos tienen gran variedad formal y estilística, propia de un compositor muy versado en diferentes géneros de música desde un Madrid «Villa y Corte» que tenía una importancia vital en su época con la música instrumental a nivel europeo, que por entonces era sinónimo de mundial.

La grabación se ordena numéricamente, los seis tríos para dos violines y bajo, con la dirección de Daniel Pinteño que ha trabajado en este nuevo disco de Concerto 1700 con los violines del propio Pinteño y Fumico Morie más el violonchelo de Ester Domingo. Magnífica toma de sonido realizada por Federico Prieto en la Basílica Pontificia de San Miguel (Madrid) en noviembre del pasado año, con el apoyo de la Comunidad de Madrid, y una excelente interpretación de estos seis tríos que nos dejan un José Castel original, con mucho oficio en el desarrollo temático nunca ceñido a las «fórmulas» de alternancia rápido-lento-rápido o tripartitas.

Como muestra dejo detallados los cortes de cada trío y sus movimientos, con tonalidades cargadas de simbolismos, aires remarcados bien descritos e interpretados «al pie de la letra», juegos instrumentales y tempi siempre variados de caracteres universales sin perder la esencia española y el conocimiento de las «modas» del momento, con breves comentarios personales a la interpretación de Concerto 1700.

01-03: Trío I en si bemol mayor: Allegro spiritoso; Larghetto; Menuetto (Allegretto) – Trío. Académico y luminoso de clásico con un minueto que nos hace viajar a los salones del Reino.

04-05: Trío II en fa mayor: Larghetto-Allegro; Menuetto (Andantino) – Trío. Dos movimientos, el primero profundo, bien desarrollado con el lento preparando el ataque del rápido en un enfoque casi «teatral» y un segundo ocupado de nuevo por un minueto delicioso con los tres intérpretes sonando magistrales, escrito con elegancia y ritmo bailable.

06-08: Trío III en mi bemol mayor: Allegretto Gratioso; Larghetto; Allegro. Arranque ligero de amplias dinámicas, ataques precisos, el peso del grave soportando dos violines majestuosos y limpios, con un lirismo de sonoridad preciosista en el lento, aún con regusto del barroco, rematando en el rápido de «tempo giusto», el balance del trío con el empaste unificado de una formación que late a la misma velocidad.

09-12: Trío IV en sol menor: Allegretto Gratioso; Andante Largo; Rondeau (Allegretto); Menuetto (Andantino) – Trío. El único de los seis en modo menor, que le da un aroma diría que más vienés que francés, aportando una escritura madura digna de cualquier palacio europeo donde el trío se convertía no solo en la formación camerística por excelencia sino en todo un banco de pruebas a pequeña escala, casi preparatorio del repertorio sinfónico, y así lo entienden Concerto 1700 en estos cuatro movimientos, otra aportación, mejor que rareza del formato, que permite desarrollar el talento del compositor navarro. Interesante el segundo movimiento y nuevamente un delicioso minueto, que en una «escucha ciega» nadie reconocería al tudelano.

13-15: Trío V en la mayor: Allegro; Despacio; Menuetto (Andantino) – Trío. Personalmente otro agradable descubrimiento, aromas de la mejor música de cámara española en los buenos tiempos de la Ilustración española, con un sonido hispano en el que escribieron sus contemporáneos de más renombre pero con igual calidad por no decir superior.

16-18: Trío VI en mi mayor: Cantabile; Allegro; Menuetto (Allegretto) – Trío. Un inicio exactamente  «cantable» a cargo del primer violín, el apoyo grave del cello y el juego con el segundo violín en una escritura original y hasta audaz para los finales del XVIII si queremos compararlo con obras de la misma época en la Europa que avanzaba en todos los terrenos. Otro tanto del movimiento central rápido, con crescendi que acabarán siendo la revolución desde Manheim a partir de 1720 así como la desaparición del bajo continuo y la independización de la cuerda, algo que el tudelano Castel ya parecía tener claro unos pocos años antes.

Lirismo pleno en cada instrumento, sonoridades cuidadas, equilibrios bien balanceados, unidad desde el trío verdaderamente bien entendido y por tanto otra joya de la música camerística de nuestro siglo XVIII que debemos escuchar varias veces para disfrutar tanta calidad poniendo en su lugar a José Castel a cargo de Concerto 1700.

Como cierra el propio comentario del disco «En definitiva, esta primera grabación de los tríos para dos violines y bajo de José Castel nos pone ante la figura de un compositor de gran inventiva y versatilidad, del que cabe esperar gratas sorpresas en el futuro».

Sancta Ovetensis, el esplendor catedralicio de su música

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Jueves 20 de octubre, 18:00 horas. Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias: Presentación del CD Sancta Ovetensis de Forma Antiqva.
Nada mejor que el Museo de Bellas Artes de Asturias para presentar el último trabajo de los asturianos Forma Antiqva con su sello alemán donde el directo del 21 de agosto de 2021 se pudo llevar al disco como el mayor tributo y legado a nuestro patrimonio inmaterial de una catedral Origen del Camino de Santiago que sigue en cierro modo «callada» pese a ser un auténtico pozo sin fondo en cuanto a toda la música que su archivo esconde y necesita darle voz.
Presidiendo el cuadro de la catedral que pintase el ferrolano Genaro Pérez Villaamil (1807-1854) en 1837 durante su primer viaje a nuestra tierra, hoy en este museo de los asturianos gracias a la donación en 2017  del mecenas Plácido Arango, ante un numeroso público donde estaba el Presidente del Principado Adrián Barbón al frente de autoridades autonómicas y locales, personalidades de la vida cultural y musical, directivos, docentes, amistades y familia de los protagonistas del día, se sentaban a la mesa los artífices de esta grabación: la doctora María Sanhuesa y el director de Forma Antiqva, Aarón Zapico, junto al director del museo Alfonso Palacio y el Director  General de Cultura y Patrimonio Pablo León Gasalla.
Todos tuvieron su momento, desde el del apoyo institucional al museo que sigue colaborando con la formación asturiana y cuyo cuadro, portada del CD, pudimos contemplar bien analizado por Alfonso Palacio (también en el libreto del disco), pero incidiendo en la doctora Sanhuesa sin cuyo empeño no hubiésemos «descubierto» estas joyas, que tal como nos contó, Joaquín Lázaro (Aliaga -Teruel- 1746 / Mondoñedo -Lugo- 1786) la encontró a ella, historias personales que muchos conocemos sin olvidarnos de las dificultades en su trabajo, la defensa de un patrimonio como el musical del que la Catedral del Salvador se ha ido despojando durante siglos, y por supuesto Aarón Zapico quien no solo desgranó desde su propia experiencia lo que le supuso encontrar estas joyas del turolense a su paso por Oviedo, contactar con María Sanhuesa (sus notas en el disco son de por sí un documento musicológico) para hacer sonar estas obras catedralicias y llevarlas al disco, esperando todos no sea meta sino puerta abierta a la recuperación de nuestro patrimonio, que llegará a todo el mundo no sólo desde esta grabación discográfica sino también al directo, salas de concierto o conservatorios con el trabajo que supone «armar» estas partituras que bien se han encargado en desempolvar y nunca mejor dicho «darles voz» estos asturianos.
El disco recoge lo escuchado precisamente en la «Sancta Ovetensis» en agosto del pasado año con los mismos intérpretes y el «plus técnico» de una grabación muy cuidada, siendo Aarón Zapico quien explicaría la concepción de esta grabación como un  tríptico:
-Seis obras vocales a cargo de la soprano Jone Martínez, un verdadero descubrimiento por su dicción, color de voz y gusto. Las aria da capo siguiendo la moda de su época, muy trabajadas y estudiadas en una maravillosa interpretación arropada por una formación plegada no al lucimiento, que también, sino a vestir unas melodías que suenan avanzadas para una Oviedo pujante en el panorama español del siglo XVIII.
-Las músicas instrumentales para unas procesiones como las del cuadro de Pérez Villaamil, Semana Santa o Corpus, capaces de realzar en el entorno catedralicio unas ceremonias donde la elección del organístico suena desde a banda de música a los instrumentos de la propia capilla.
-Y cerrando tríptico el llamado «Infierno» tras la luminosidad del resto, pues así se puede llamar el Concierto en sol mayor para violín, un ejemplo escaso en la España del XVIII, verdadero triunfo de la musicología como bien lo definió el maestro Aarón, del trabajo de recomposición que supone organizar las particellas, con un Jorge Jiménez «entregado a la causa», una orquesta de su época con sonoridad muy especial por los instrumentos que precisamente faltan, dejando como bien decía el mayor de los Zapico un “hueco” tímbrico que le da ese carácter especial a este endiablado concierto, sin olvidarse del continuo donde los tres hermanos llevan toda su vida y en esta grabación «tirando la casa por la ventana» con el órgano de Javier Núñez.
Pero nada mejor que disfrutar del disco para rememorar el directo in situ y seguir sumando datos que la presentación nos hizo llegar. Podemos presumir de nuestra música y sus embajadores, desde la ardua y no siempre reconocida labor del musicólogo, hasta los intérpretes. Si además se deja constancia en un sello internacional a cargo precisamente de quienes han iluminado las mudas partituras, al menos la aportación  por pequeña que parezca, es todo un logro. El apoyo de todas las partes implicadas (Consejería de Cultura, Ayuntamiento de Oviedo, Oviedo Origen del Camino, Cabildo de la Catedral de Oviedo), el propio sello alemán que apoya todo lo que Forma Antiqva les propone (por algo será) , y por supuesto el de los gestores que apuestan por llevar estos proyectos al público, es más necesario que nunca para ir poniendo en valor (odio la expresión pero está justificada) tanto tesoro escondido.
CD Forma Antiqva: Sancta Ovetensis. Winter&Winter, Ref. nº 910 283-2, 2.022. Obras del Archivo de la Catedral de Oviedo: Joaquín Lázaro y anónimos.
Forma Antiqva:
Aarón Zapico [director] – Jone Martínez [soprano] – Jorge Jiménez [concertino y violín solista]. Víctor Martínez, José Vélez, Cecilia Clares, Roldán Bernabé, Daniel Pinteño, José Manuel Navarro, Pablo Prieto, Roger Junyent, Belén Sancho [violines] – Ruth Verona, Ester Domingo [cellos] – Jorge Muñoz [contrabajo] – Javier Núñez [órgano] – Pablo Zapico [archilaúd] – Daniel Zapico [tiorba] – Gerard Serrano, Pepe Reche [trompas] – Antonio Campillo, Liza Patrón [flautas traversos].
 Grabado en la Sala de Cámara del Auditorio Príncipe Felipe (Oviedo) en agosto de 2021. ©2022.

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