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La Corte de Oviedo

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Jueves 15 de mayo de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII Festival de Teatro Lírico Español: «La Corte de Faraón», opereta bíblica en un acto y cinco cuadros con música de Vicente Lleó (1870-1922) y libreto de Guillermo Perrín (1857-1923) y Miguel de Palacios (1863-1920), en versión de Emilio Sagi y Enrique Viana.

(Crítica para OperaWorld del viernes 16, con fotos de Alfonso Suárez, propias, más el añadido de los siempre enriquecedores links, con la tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar)

En Oviedo así llamamos a la Iglesia de Santa María La Real de La Corte y también un céntrico local hostelero frente a la Junta del Principado, pero esta vez me referiré a «La Corte de Faraón», recordando que el título debe ir con «de» y no con «del», pues toma Faraón como nombre propio y no como cargo electo, por lo que a partir de aquí simplemente me referiré a ella como “La Corte”.

Nuestra legendaria Vetusta lleva tiempo pidiendo una tercera (y hasta cuarta) función para este festival de teatro lírico que alcanza ya treinta y dos temporadas, pues el éxito de muchos títulos agota las entradas para las dos actuales. Lo mismo ha sucedido con este penúltimo (solo queda para cerrar en junio «Marina»), tan unido al nombre de Emilio Sagi -quien la presentase en 2012 en Bilbao y Madrid- junto a un elenco con presencia de muchas voces asturianas que suponen la mejor propaganda para dos llenos en el Campoamor, contando con gran parte del reparto que la representó en el Teatro de la Zarzuela abriendo este año con la misma producción (y 15 funciones), “La Corte” que Jonathan Mallada, autor de las notas al programa, definió como “divertida, irreverente e hilarante” en la conferencia previa el día anterior.

Está claro el éxito de esta “opereta bíblica” como así se la calificó para su escandaloso estreno en 1910, y que llegaría a las 772 representaciones. Mezcla de cabaret y revista, Sagi le añade “sicalíptica”, pues hasta con la definición del DRAE queda perfectamente explicada: “malicia sexual, picardía erótica”, con sinónimos como erótica, picante, pícara, procaz, atrevida, sexual, sensual, obscena, verde. Pero “las circunstancias se relajan de tal modo que hoy la mayoría de esas bromas están pasadas de rosca y es necesario darlas otra vuelta de tuerca utilizando el equívoco de sexos y la ambigüedad sexual, elementos que precisamente convierten esta obra en un género sicalíptico muy particular, más volcado hacia el cabaré o la revista” como la define el propio Emilio, pero también “gamberra». Y añade Manuel Lagos Gismero en el programa madrileño que “efectivamente, es gamberra, cachonda, descarada y desvergonzada, directa a lo que nos ocupa e interesa al ser humano: el sexo, la política y la religión, y todo queda reflejado con ingenio y humor”. No faltan tampoco la ironía, la crítica social o la irreverencia, y hasta la censura franquista la prohibiría por obscena -no así con la música, gracias a la grabación de Ataúlfo Argenta en 1958 que sonó en tantos hogares de entonces- para “resucitarla” en plena transición e incluso con la versión cinematográfica de 1985 dirigida por José Luis García Sánchez, con guión de Rafael Azcona, protagonizada por Ana Belén y Antonio Banderas, hasta convertirse en una representación casi recurrente cada cierto tiempo en los teatros hispanoamericanos y por distintas compañías.

La música de Vicente Lleó es una delicia en todos los números, desde los valses al garrotín junto a todas las canciones que con los textos del tándem Perrín-Palacios encajan como un guante, pero aún mejor con esta actualización que ha escrito el dúo Sagi-Viana, donde el juego de palabras, incluso con las siempre complicadas esdrújulas (y aprovecho para tildar esta Corte de “magnífico espectáculo”) nos normalizan especialmente las partes habladas, contando con unos excelentes cantantes y actores que mejoran los inicios del género (a la inversa: actores que cantaban).

Y si alguien triunfó en Oviedo ha sido Enrique Viana, el Sul sorpresa “empaquetada” en el movido sarcófago para Faraón, largo solo de nombre y casi dirección postal, sorpresa para todo el Campoamor brindándonos no solo un Babilonio único, juguetón, cachondo como siempre, lleno de guiños locales repletos de fino humor (Colloto, Monte Cerrao, La Escandalera con todo lo que significa…). Genuinos cuplés del siglo XXI de esta vedette con bata ecológica que barría todo el oropel del escenario para llevarlo al contenedor amarillo, obligando a cantar a “los hombres solos… que quedan y están todos aquí”, pidiendo que “respiren”, bromeando con el maestro Bayona sobre “cómo tocar” el Babilonio, en tono “gris perla” y no en modo menor sino de edad mediana. Dedicatorias por partida doble a “mis primas segundas” con los deportistas que deben tener pelotas a pares, y “a las mujeres vigoréxicas” con la dureza de doble sentido. Actualidad bromeando con la Transparencia y hasta con Groenlandia, que encaja con Babilonia, donde “hasta los pingüinos están haciendo las maletas”,  bajando por el Basilisco (Obelisco) y unas carcajadas que no nos hicieron perder el excelente estado vocal del tenor madrileño, con un falsete increíble, el ingenio imperecedero e imperdurable de su histrionismo bien entendido, la química con el público y la valentía por seguir defendiendo y manteniendo viva 115 años después esta opereta sicalíptica, con el cuplé final Actualizando toda la Corte en letra y vestuario (Gabriela Salaverri dejó para el final sus coloridos diseños de temporada).

Y si Viana es incombustible, no se queda atrás La Reina Milagros Martín, nuestra auténtica señora de la zarzuela que cada vez que se sube a las tablas ofrece una lección de profesionalidad, de entrega, de saber hablar y cantar, haciendo beber “del rico vino de Antila”, respeto a los compañeros en el terceto Para jugar y sentenciar….  Son actuaciones siempre para recordar por la magnificencia tanto de su personaje como de su persona.

El casto José jugaba en casa, pero Jorge Rodríguez-Norton lleva una carrera de primera sin olvidarse de la zarzuela, nuestro patrimonio que cuando se interpreta con la calidad del avilesino la hace aún más grande. Física y vocalmente brilló más que todo el oro con el que cubrieron su cuerpo y las tablas del centenario templo lírico carbayón, con un derroche reclamado por todas las damas y y aplaudido como se merece, solo, a dúo o en terceto.

María Rey-Joly volvía tras su viuda Obdulia de «La Regenta» (comentada también desde aquí) como la insatisfecha Lota que busca felicidad ante tanta castidad, que se mueve como pez “en el oro” en este rol tan cabaretero por picardía y sensualidad, especialmente en el dúo con José, aunque más legible cantando que hablando. Otro tanto con Annya Pinto como Raquel, quien mostró musicalidad y buena línea de canto con voz bien proyectada en La luz de la luna se quiebra en el Nilo.

También cantaban en casa Ra, Sel y Ta, tres viudas asturianas encarnadas por Serena Pérez, María Heres y Ana Nebot que se lucieron bailando, cantando muy empastadas y sumándose a un elenco que defiende las voces de “la tierrina” junto al siempre inconmensurable Carlos Mesa como Selhá que no sólo es un actor cómico de primera sino que canta afinado y se metió al público en el bolsillo desde su primera aparición junto al colega Oscar Fresneda como Seti, un juego de roles bien ensamblado e interpretado. Otro asturiano el barítono mierense Abraham García como Gran Sacerdote, presentando a Lota y luciéndose en un Garrotín concertado y brillante.

Grande el Faraón Enric Martínez-Castignani muy querido en Oviedo que siempre defiende sus roles con solvencia y es capaz de empatizar incluso con los gestos. Mientras, la flecha afectó un tanto al Putifar de Ramiro Maturana al que le faltó más música que humor, color bien timbrado pero poco homogéneo y por momentos forzado en el agudo pero sin llegar al «Horror».

El coro titular del festival, preparado por José Manuel San Emeterio, volvió a mostrarse con una profesionalidad digna de elogio. Escénica y vocalmente ayudaron a una representación que con toda la comicidad es exigente para todos, especialmente para las voces blancas y más cuando las sitúan atrás, con lo que supone encajar con el foso. Desde el inicial “¡Victoria!¡Victoria! Ya de las trompetas…” premonitorio del resultado final y con paraguas para el chaparrón, junto a unos Sacerdotes compactos y seguros son uno de los pilares de cada temporada.

Una nutrida Oviedo Filarmonía en el foso sigue siendo el seguro orquestal de este festival, y se crece con maestros como Néstor Bayona, buen concertador manteniendo unos balances que respetaron siempre las voces, dejando “sacar músculo” en los números instrumentales y con buenos solistas, destacando el flautín y el arpa.

Nuria Castejón montó una coreografía “muy egipcia” en gestos para un buen “cuerpo de baile” a cargo de seis caballeros (dejo al final sus nombres) que también completaron una escena nunca abigarrada y sin resbalar ante los papeles que inundan del suelo y terminarían barriendo.

De nuestro internacional Emilio Sagi solo caben palabras de admiración en su Oviedo natal donde debutó y vuelve siempre triunfante, tanto en la ópera como en la zarzuela, de las que se ha convertido en todo un baluarte. En un encuentro previo con el público definía que “un teatro no es un ente burgués, tiene que ser un espacio de libertad, tiene que tener las ventanas y las puertas abiertas”. Como ya disfrutaron en el Arriaga bilbaíno o en la calla Jovellanos madrileña, esta producción ovetense va más allá del oro o los guiños a la revista, tiene una escena ágil, sobria, elegante y con el guiño final a nuestro tiempo, también en la vestimenta, desde un mural de arte urbano faraónico por temática pero muy colorido, casi warholiano aunque me recordó más al Vivancos del siempre añorado pub “Pick Up” (detrás de la Catedral) que nuestra generación disfrutó tantos años hasta su cierre, jugando con el plano superior que abre y cierra en los distintos cuadros para el coro o las viudas y la iluminación siempre muy lograda de Eduardo Bravo, con el final cual karaoke con letra proyectada todos cantamos -al fin con la pausa en su sitio- el babilonio “vámonos para… Judea”, que tras más de hora y media aún se entonaba al salir de un teatro inundado por el buen humor de la Corte de Oviedo.

FICHA:

Jueves 15 de mayo de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII Festival de Teatro Lírico Español: «La Corte de Faraón», opereta bíblica en un acto y cinco cuadros con música de Vicente Lleó (1870-1922) y libreto de Guillermo Perrín (1857-1923) y Miguel de Palacios (1863-1920), en versión de Emilio Sagi y Enrique Viana.

Estrenada el 21 de enero de 1910 en el Teatro Eslava de Madrid.

Coproducción del Teatro Arriaga, Teatro Campoamor y Teatros del Canal (2012).

FICHA ARTÍSTICA

Dirección Musical: Néstor Bayona – Dirección de Escena: Emilio Sagi – Asistente de la dirección de escena: Javier Ulacia – Escenografía: Daniel Bianco – Vestuario: Gabriela Salaverri – Iluminación: Eduardo Bravo – Asistente de iluminación: David Hortelano – Coreografía: Nuria Castejón.

REPARTO

Lota: María Rey-Joly – La Reina: Milagros Martín – Sul: Enrique Viana – Raquel: Annya Pinto – Ra: Serena Pérez – Sel: María Heres – Ta: Ana Nebot – El Gran Faraón: Enric Martínez-Castignani – José: Jorge Rodríguez-Norton – Putifar: Ramiro Maturana – Gran Sacerdote: Abraham García – Selhá: Carlos Mesa – Seti: Oscar Fresneda.

CUERPO DE BAILE

Cristhian Sandoval, Daniel Morillo, José Ángel Capel, Antonio Bonilla, Pablo Gutiérrez, Jan Gálvez.

Oviedo Filarmonía

Coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”

Director de coro: José Manuel San Emeterio

Música y vida

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Viernes 31 de enero, 19:30 horas: Auditorio de la Casa de la Cultura de Mieres, «Así suena la vida de… Luis San Narciso».

Un nuevo capítulo de este ciclo que crece por los invitados y los aforos que han dejado pequeño el Conservatorio de Música para traerlo al auditorio y seguir agotando las entradas en cuanto salen a disposición. Y no es de extrañar porque este último y frío día de enero estaban sobre las tablas dos personas muy queridas: el actor de Ujo Maxi Rodríguez que permutaba su posición para conversar con Luis San Narciso, para los de Mieres (y diferenciándole de su padre el siempre querido y recordado doctor Luis San Narciso Altamira) Luisín, quien pronto se nos iría a Madrid tras un viaje en «Citroen 2CV» descapotable hasta Mojácar (como le contó en El Faro a Mara Torres hace tres años) sonando Raffaella Carrá, como cantaríamos al final y recordaría la directora del «conser» Mercedes Villa al finalizar el acto, para dejar su faceta de actor (le recuerdo en 1982 actuando en el Teatro Lope de Vega de Sevilla) por la de director de reparto (ahora lo llaman casting), el conocimiento desde dentro para elegir los mejores para series y películas de todos conocidas y famosas.

Este encuentro de dos artistas mantendría el formato con música en vivo elegida por el invitado e interpretada por profesores, alumnos, antiguos y actuales del conservatorio mierense pero también muchos amigos, que iré desgranando, y estaba claro que los de nuestra generación somos «omnívoros» porque nos gusta todo. Compartiendo recuerdos y vivencias de nuestro Mieres de infancia y adolescencia, los cines Esperanza y Novedades, el Pombo y sobre todo el Teatro Capitol, cercano al domicilio de Luis el «acelerado» de apariencia tranquila (así se definió) y muy «energético» pero este viernes nervioso además de emocionado por estar en casa con los suyos, junto al siempre «cítrico» Maxi, el espectáculo vital donde iríamos desgranando esta banda sonora tan personal pero igual de compartida.

El «Aria» de la Suite en re mayor de Bach transmite calma, serenidad, música reconocible hasta en las bodas (Maxi le daría el guiño cómico) y así la interpretaron Arancha Pichel (piano), Victoria López (chelo) y Carla Martín (violín).

Y los recuerdos operísticos con Luis padre llevándole a la ópera ovetense (donde eran abonados) y la zarzuela, así como las cintas de cassette en el coche, el amor de hijo de ese «papito querido» que es el aria de Puccini «O mio babino caro» de «Gianni Schicchi» también nos delataría su buen gusto por la lírica italiana, que a Maxi le retrotrae a su experiencia como libretista. La soprano María Peñalver con el piano de Verena Menéndez harían respigarse a un auditorio lleno hasta la bandera.

Luis San Narciso viaja (porque ya decía H. C. Andersen que «viajar es vivir») y de sus recuerdos  por Londres, París o Nueva York vendría su primer viaje a Argentina (tras escala previa en Chile donde coincidiría con unos gaiteros de Mieres) y un tango de Gardel como Por una cabeza que escuchamos en versión instrumental, muy bien arreglada, con el trío de Silvia García (flauta), Victoria López y Verena Menéndez.

Paul Anka probablemente sea de los compositores más prolíficos de la llamada música ligera y sus temas no solo los cantaba él mismo sino Frank Sinatra o Elvis Presley, esta vez en Mieres Juan Carlos Martínez acompañado por un «combo» con Ángel Álvarez (piano), Marta Martín (teclado) y Carla Martín (violín) que tan bien represente ese A mi manera («My Way»), Luis siempre mirando al futuro sin arrepentirse, positivo, Maxi casi de final de película y temeroso además de dudoso como todos los actores que bien conoce Luis.

Evidentemente no podía faltar música de cine y nadie mejor que Ennio Morricone, cuyas bandas sonoras engrandecen cada película (para mí Cinema Paradiso es una joya) y del que Luis eligió «Gabriel’s oboe» de La Misión (1986), rememorando su visionado ya en Madrid. De nuevo el trío de Silvia, Victoria y Verena nos llevarían con la música hasta la garganta del diablo y las Cataratas de Iguazú con esa banda sonora tan evocadora e impresionante de principio a fin, contando con un reparto de lujo que Luis seguro hubiera acertado en su elección: Robert de Niro, Jeremy Irons o Liam Neeson).

Las letras de las canciones merecen más atención de la que muchos músicos les prestamos, incluso una misma como Entre mis recuerdos de Luz Casal pueden significar alegría o tristeza, Luis y Maxi  nos lo hicieron ver: «Cuando la pena cae sobre mí / El mundo deja ya de existir / Miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos», en el caso de San Narciso los buenos recuerdos de nuestra mirada hacia atrás, el optimismo siempre presente, y en una versión de otra amiga, la profesora y soprano Ana Nebot (por supuesto con «chupa negra de cuero») con un cuarteto de veteranos en todos los repertorios: los mierenses Juan Yagüe (guitarra), Tino Díaz (bajo) y Manu Baquero (batería) más una «orquesta de cuerda» con los teclados de Marta Martín y Mª José Secades. Como decimos por aquí «prestónos muncho topanos con estos grandes».

Siendo y estando en Mieres no podía faltar Víctor Manuel, probablemente de los primeros en ponernos en el mapa musical desde los años 60 de nuestra infancia, y Soy un corazón tendido al sol es casi un himno bien elegido por Luis y comentado con Maxi, cantado por Nacho Suárez con la misma formación que acompañó a Ana Nebot (muchas amistades comunes que se nos han ido) sumándose el violín de Carla y los «coros» de todos los presentes, porque las canciones de Vitorín son ya nuestras.

Maxi charlaba con Luis (siempre buen conversador) en el sofá traído hasta el auditorio, y se preguntaba cómo se veía el pasado minero del Mieres ya sin minas desde Madrid, y está claro que siempre está en el corazón y la emoción el oro negro que tanta riqueza nos dejó. El himno de la mina sigue siendo Santa Bárbara bendita y después no caben palabras porque la interpretación del Coro Infantil de la Escuela de Música de Mieres, dirigidos por María Peñalver y acompañados al piano por Verena, no pudo ser más emocionante, entrando todos con velas encendidas, cantando afinados con ese color inocente que pronto se pierde, y compartiendo con un nudo en la garganta la estrofa final…

Una organización que movería muchísima gente dentro y fuera de escena (Jorge Areces haciendo de regidor y Javier Tejedor rodando todo para poder conservarlo en la memoria local), luces y sonido impecable (puede que para las primeras filas muy fuerte por la cercanía) y los recuerdos de Mieres que nuestro alcalde hizo llegar a este tándem tan nuestro: Maxi Rodríguez y Luis San Narciso (precioso el cartel y el retrato de Alfredo Casasola Vázquez, otro mierense en Madrid), que en cuanto pueden se escapan a casa, en el camino porque ya lo dice el eslogan… «¡Ven a Mieres! va prestáte».

Manon no envejece

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Domingo 10 de septiembre, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Manon» (1884), música de Jules Massenet; libreto de Henri Meilhac y Philippe Gille, basado en la novela “Manon Lescaut” (1731) del Abate Prévost. Opéra Comique en cinco actos y seis cuadros, estrenada en la Opéra-Comique de París el 19 de enero de 1884. Producción de la Ópera de Oviedo, Teatro Municipal de Santiago de Chile y Auditorio de Tenerife.

Crítica para ÓperaWorld del lunes 11 con los añadidos de fotos (propias y de las RRSS), links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

 

Con este título de Massenet se alzaba el telón un 18 de septiembre de 1948 en el Teatro Campoamor tras las obras de reconstrucción del coliseo ovetense destrozado con la Revolución del 34 y la Guerra Civil. Hace 75 años integraban el reparto de aquella función inaugural artistas como Victoria de los Ángeles, Giacinto Prandelli o Manuel Ausensi que dejaron un sabor especial según las crónicas de entonces, con un brillo especial para esta celebración. Esta Manon del 10 de septiembre de 2023 volverá a ser recordada como la función de platino ante la calidad global de la representación donde todo fue sobresaliente, emocionante y al fin redonda, sin nada que envidiar a las anteriores ocho funciones en la historia de la ópera asturiana que arrancaba desde esta efeméride la septuagésimosexta temporada. Espero que para el centenario mantenga vivo este “drama de inocencia y corrupción” como lo titula Emilio Sagi en el programa de mano editado por la Ópera de Oviedo, otro para la colección con artículos y firmas que son también legado bibliográfico.
Esta première de la “Manon de 2023” lo tuvo todo bueno, comenzando por la escena, sencilla y efectiva de Sagi y Bianco, cuatro escaleras en módulos que como un puzzle se movían y encajaban para ambientar los cinco actos y seis cuadros, moviéndose a la vista como ya hiciese el asturiano en la “Bohème alicantina” que comenté desde estas páginas. La iluminación de Bravo ayuda a recrear cada ambiente según el respeto escrupuloso del libreto (especialmente la brillante fiesta del tercer acto), reforzado por el adecuado y elegante vestuario de Pablo Núñez, que en el caso de la protagonista recordaba el traje de 1948 (actualizado en color) y que lucía la soprano navarra en los carteles y página Web de la ópera ovetense.
La partitura de Massenet es una auténtica joya, con el texto siempre claro para todos los cantantes, con las partes habladas perfectamente medidas y encajadas dentro de una orquestación esplendorosa, llena de guiños a la Francia de la Regencia (1715-1723) y todo un derroche musical donde coros, concertantes, cuartetos, dúos y arias están llenos de melodías que desde el foso se arroparon a la perfección bajo una dirección excelente del debutante Nuno Coelho al frente de una OSPA, de la que es titular hace dos años, donde brillaron todas las secciones de nuestra formación comandada esta vez por Héctor Corpus de concertino. Si ya el preludio inicial premonizaba una “ópera grande”, de sonoridad clara y precisa, el maestro portugués mimó toda la obra y escena, favoreciendo la riqueza de matices y el lucimiento de todo el reparto vocal sin excepción. Auguramos una exitosa carrera a la joven batuta que está dejando ilusionada tanto a la orquesta asturiana como a los operófilos que este domingo comprobaron el talento y detalle de un trabajo primoroso desde la dirección musical de esta festejada “Manon”.
El coro titular de la ópera ovetense (Coro Intermezzo) bajo la dirección de Pablo Moras es otra de las apuestas seguras de las últimas temporadas, y esta vez pudimos disfrutar del buen estado de forma tanto vocal como escénico: seguro en los conjuntos, incluyendo el Magnificat del tercer acto fuera de escena o el inicial coro de damas del mismo acto. Un coro compacto, convencido, entregado, afinado, poderoso y matizado así como equilibrado en número, siendo otro protagonista del éxito dominical.
La amplia figuración además de la ambientación adecuada dotó a la escena de la grandiosidad precisa en sus apariciones, moviéndose con soltura por el escenario, y especialmente destacable la presencia asturiana en los llamados comprimarios y secundarios, desde el bajo barítono mierense Abraham García como buen posadero, portero discreto y hasta crupier digno de un casino internacional, de gran presencia vocal y escénica, hasta el trío femenino de demi-mondaines Poussette, Javotte y Rosette, voces de casa con profesionalidad y carreras asentándose, simpatía y excelente empaste a cargo de la soprano ovetense Ana Nebot con dilatada trayectoria y muchas tablas, más las mezzos María Heres (de Oviñana) que va asentando sus prometedores inicios, y la gijonesa Serena Pérez, de color personal complementando estas tres “libertinas” de buen entendimiento conjunto, que contribuyeron a engrandecer cada intervención, desde un gran primer acto al pletórico cuarto en el Hòtel Transylvanie junto a Manon. Ópera asturiana que también ofrece un elenco propio para exportar con total garantía, incluyendo a la soprano del coro Elisabeth Expósito como sirvienta.
Impresionante el Conde Des Grieux de Roberto Scandiuzzi, un bajo de verdad, que no abundan, buen cantante y actor, con registro poderoso y color perfecto para este padre que recuerda el Germont verdiano (y con muchos puntos en común incluso en el argumento de esta “Manon”) en sus dos apariciones.
Llegando al cuarteto protagonista masculino es difícil encontrar unas voces tan idóneas, redondas, afinadas, actoralmente impecables y con una línea de canto precisa, sin nasalizar un francés siempre complicado, comenzando por el De Brétigny del bajo barítono mallorquín Pablo López, buen lírico equiparado y constraste idóneo del corrupto Guillot de Morfontaine del tenor granadino Moisés Marín, ambos convincentes, desenvueltos, con sus personajes bien asentados y defendidos.
Punto y aparte el barítono barcelonés Manel Esteve como Lescaut en un momento vocal perfecto, fue el verdadero tercer apoyo de los protagonistas Manon y Des Grieux, aportando toda la gama dramática de un personaje lleno de aristas que su voz y presencia le valieron una de las grandes ovaciones de esta primera función, emulando al mejor Manuel Ausensi que lo cantase hace 75 años (y repitiese en 1956) cuando toda la temporada se celebraba en torno a las fiestas locales de San Mateo tras su paso por la de Bilbao.
No vamos a descubrir a estas alturas al gran tenor tinerfeño Celso Albelo, casi un asturiano más por sus muchos vínculos de su dilatada carrera con esta región, y que debutaba en“su Oviedo” al Caballero Des Grieux. Su voz ha ganado cuerpo y potencia, la gama dinámica sigue siendo admirable y amplia, la pronunciación impecable y totalmente creíble en un rol que parecía llevase años cantándolo. Sobresaliente alumno del siempre querido y recordado Alfredo Kraus en este mismo papel allá por 1964 y 1967 en la capital del Principado, cantado incluso por Pavarotti con Mirella Freni en 1970 y ya más cercano en el tiempo y memoria personal Jaime Aragall en 1975 con Jeanette Pilou. La química necesaria entre Des Grieux y Manon cuando funciona nos deja recuerdos imperecederos, y Albelo junto a “La Puértolas” será uno de ellos. Flechazo vocal y emocional, “siempre nos quedará París”, dúo impactante de tenor y soprano, con el muy sentido segundo acto, la evolución dramática reflejada en la línea de canto, lirismo y pasión, impactante y aún mayor el acto tercero en la escena del Seminario, y rompedor el quinto que remataría esta exitosa première.
La auténtica estrella, protagonista eterna y siempre joven Manon estuvo encarnada por la soprano navarra Sabina Puértolas que volvió a enamorarnos. Casi omnipresente, encantadora, embaucadora, inocente y corrupta, elegante y decadente, siempre refinada, dominadora de la escena de principio a fin, su voz se paseó por todos los estados de ánimo del personaje. Desde el dúo con su primo Lescaut, la delicada aria a la mesita «Adieu notre petite table” del segundo acto, la conocidísima y bellísima “Profitons bien de la jeunesse” del tercer acto, lo más aplaudido del domingo, cada intervención de la navarra era un placer para el oído y la vista, emociones desde Saint-Sulpice hasta el final “Je sena une puré flamee” de la arrepentida y dual Manon para poner el broche final de una celebración que pasará a la historia de la ópera en Oviedo.
FICHA
Domingo 10 de septiembre de 2023, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Manon» (1884), música de Jules Massenet; libreto de Henri Meilhac y Philippe Gille, basado en la novela “Manon Lescaut” (1731) del Abate Prévost. Opéra Comique en cinco actos y seis cuadros, estrenada en la Opéra-Comique de París el 19 de enero de 1884. Producción de la Ópera de Oviedo, Teatro Municipal de Santiago de Chile y Auditorio de Tenerife.
FICHA ARTÍSTICA
Manon Lescaut: Sabina Puértolas – El Caballero Des Grieux: Celso Albelo
El Conde Des Grieux: Roberto Scandiuzzi – Lescaut: Manel Esteve – Guillot de Morfontaine: Moisés Marín – De Brétigny: Pablo López – Un Posadero, Portero, Crupier: Abraham García – Poussette: Ana Nebot – Javotte: María Heres – Rosette: Serena Pérez – Guardia jugador: Gaspar Braña – Una sirvienta: Elisabeth Expósito.
Dirección musical: Nuno Coelho – Dirección de escena: Emilio Sagi – Diseño de escenografía:
Daniel Bianco – Diseño de vestuario: Pablo Núñez – Diseño de iluminación: Eduardo Bravo.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias – Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), dirección del coro: Pablo Moras.

Compositora de palabras

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Jueves 16 de junio, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo. XXIX Festival de Teatro Lírico Español: María Moliner (Antoni Parera Fons, libreto de Lucía Vilanova). Ópera documental en dos actos y diez escenas. Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 13 de abril de 2016. Producción del Teatro de la Zarzuela.

Reseña para Opera World del viernes 17 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos mías, y tipografía cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admtir.

Último título del Festival de Teatro Lírico ovetense con la esperada ópera documental «María Moliner» del manacorí Antoni Parera Fons y la ovetense Lucía Vilanova, estrenada al cumplirse los 50 años de la publicación del diccionario de la lexicógrafa aragonesa, obra encargada por el Teatro de la Zarzuela madrileño cuya producción llegaba a “La Viena española” manteniendo a María José Montiel de protagonista y la dirección musical de Víctor Pablo Pérez con la escenografía de Paco Azorín, verdadero ideólogo de esta magna obra recuperada al fin para Oviedo que el Covid nos la quitó hace dos años.

Siempre difícil poner música a las palabras y más hacer del “Moliner” un argumento, no cual “guía telefónica” que algunos críticos escribieron en su premiere, pero el tándem Parera-Vilanova ha logrado llevar a las tablas una historia cercana y poco conocida, documentada y necesaria, mezclando lo onírico y lo histórico entre 1951 y 1977 que van saltando en un viaje temporal que marcará la propia vida de la lexicógrafa mañica, antes y después de “el diccionario”, el amor por las palabras que comparten los propios autores, parafraseando el grabado de Goya: El sueño de las palabras engendra música.

Destino, exilio, tiempo y silencio. Escenificadas, pronunciadas, cantadas, tomando vida junto a personajes reales y soñados: el ansiado Sillón B de la RAE que finalmente ocuparía nuestro asturiano de adopción Emilio Alarcos (recordado como noticia y del que se cumple ahora su centenario), Almanaque triple cantando el santoral y contando los días, los que faltan y los pasados desde la publicación del «Diccionario de uso del español», verdadero nexo y narrador. Las amigas, académicas y aspirantes, pasadas, pensadas y presentes, compañeras de María. Su enfermo marido Fernando o ella misma hasta el Alzheimer silencioso siempre incomprendido que vemos la va llevando a un triste final. Importantes también la oscura dama del SEU, el agobiado linotipista de la editorial Gredos, muchos personajes breves pero imprescindibles en esta biografía musical. También los objetos forman parte de esta historia: el teléfono, los libros o la fiel máquina de escribir, compañera de aventura vital para las fichas (esparcidas, volando, proyectadas) o las cartas escritas. Suma de palabras que con la música conforman un argumento documentado. Todo ello en un entorno bien creado por las proyecciones y estructuras de escaleras o estanterías que generan espacios dinámicos donde seguir disfrutando una escena diáfana y clara como las ideas de María, la increíble filóloga y bibliotecaria que dedicaría su existencia al otro “hijo”, casi obsesivo, tras una República que la recluyó en tan ardua tarea también narrada en esta musical biografía.

Protagonistas las palabras que la propia Doña María Moliner definía como “conjunto de letras o sonidos que forman la menor unidad de lenguaje con significado”. Destino, tiempo, exilio y silencio, cuatro momentos de esta historia dramatizada, cuatro palabras escritas, iluminadas, contadas y cantadas, verdaderas protagonistas de esta ópera actual con la perfecta unión de texto y música a cargo de Lucía y Antoni. Auténtico documento sonoro y visual donde hasta algunas telas se llenan de letras que forman palabras, la acción y narración que bien idease la añorada María Araújo a quien el Covid se llevó prematuramente.

Y por supuesto la música que subraya y engrandece este diccionario biográfico y escénico. La madrileña María José Montiel, protagonista omnipresente de la aragonesa en un papel hecho a su medida, la voz natural de mezzo unida a una auténtica actriz imbuida en un rol que debe combinar realidad y ficción sin perder credibilidad en ningún momento, viviendo cada escena. Esta compositora de palabras focaliza la narración desde un lenguaje expresionista muy difícil que la mezzo resuelve con la misma fuerza que su homónima Moliner, el envejecimiento a lo largo de las diez escenas dramatizadas magistralmente. Montiel es Doña María, destino escrito, tiempo implacable, exilio interior y silencio sonoro que nos encoge con su papel, impensable sin ella.

El protagonismo compartido estuvo en el Almanaque por partida triple con los asturianos Juan Noval-Moro y Abraham García junto al boriquén César Méndez (con su acento caribeño). Ubicándolos a lo largo de la obra en distintas partes del teatro no sólo dieron mayor dinamismo a la acción, sino que empastaron tanto juntos como separados. Un acierto este trío dentro de la trama, pudiendo lucir sus registros y buena escena.

Por peso en la obra hay que destacar igualmente al barítono madrileño César San Martín en el papel de marido de María Moliner, con ese color vocal propio y bello en perfecta fusión con la mezzo, dúos sentidos y bien cantados, evolución del personaje y cantante en los dos actos.

La soprano valenciana Amparo Navarro cantó doble papel: inspectora del SEU en el primer acto y Carmen Conde, primera académica de la RAE, otro acierto en la elección de las protagonistas femeninas, que con menor presencia pero igual de comprometidas dieron tanto el toque humorístico que no puede faltar: la ovetense Ana Nebot, la cántabra Marina Pardo y la valenciana Marina Rodríguez Cusí. Cómico también el linotipista Goyanes del tinerfeño Fernando Campero que crece en la obra junto a la omnipresente Doña María, el tiempo implacable, la locura de su trabajo y la exigencia de la lexicógrafa aragonesa sus conversaciones desde el respeto mutuo que contagiaría el canto de ambos. Anecdóticos pero igual de necesarios la escena de la RAE con la calidad del barítono jienense Damián del Castillo como Sillón B en una sesión masculina llena de crítica.

Imposible citar individualmente al resto del gran elenco para el que Parera y Vilanova escriben, exigente de entrega y profesionalidad, actores y actrices, ellas sobre todo como unas “secundarias” que se empoderan para redondear este maravilloso documento histórico tan bien armado por Paco Azorín. Mención especial para la Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” que dirige San Emeterio, uno más en escena y fuera, espléndidos cantantes con movimiento escénico en una partitura difícil que resolvieron sin problemas de afinación ni de volumen, al fin sin mascarillas y completando una función plena por calidad y emoción donde el silencio final sonó como nunca.

Subrayando cada escena e igualmente al nivel esperado, el maestro burgalés Víctor Pablo Pérez muy querido en Asturias donde arrancaría su ya consolidada carrera. Director musical desde el estreno y conocedor de todos los secretos de esta partitura de Antoni Parera, al frente de la orquesta titular, una Oviedo Filarmonía equilibrada de efectivos donde no faltaron el piano (bravo por María Cueva), la celesta (con el virtuoso Sergei Bezrodni), un sintetizador (Lisa Tomchuk) y hasta un acordeón final (Sara Pérez) en el patio de butacas. Pasajes atemporales, ricos en tímbricas, recreaciones casi históricas, academicismo y vanguardias de la mano en una escritura actual con un nivel operístico de alto voltaje.

Excelente y emocionante drama en música para documentar la vida de esta compositora de palabras que fue María Moliner, con una calidad global difícil de alcanzar en todos los ámbitos. Tras disfrutarse en Madrid y Palma, Oviedo ya figura en la historia de esta ópera que cierra por todo lo alto esta vigesimonovena edición del festival carbayón, apostando por estrenos gracias a un equipo de altura, magnífico capital humano en todas las vertientes necesarias para armar esta producción que recordaremos mucho tiempo en la capital del Principado, con una excelente entrada en el histórico Campoamor, testigo de la lírica asturiana desde tiempos inmemoriales, reinventándose y remontando el vuelo, contando con la presencia de los autores muy ovacionados y reflejo del éxito encabezado por Doña María (Moliner y Montiel).
Mañana sábado será la segunda función de este consolidado Festival de Teatro Lírico en “La Viena española” que en 2023 cumplirá 30 años.

Ficha:

Teatro Campoamor, Oviedo, jueves 16 de junio de 2022, 20:00 horas. XXIX Festival de Teatro Lírico Español: “María Moliner” (Antoni Parera Fons), libreto de Lucía Vilanova. Ópera documental en dos actos y diez escenas. Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 13 de abril de 2016. Producción del Teatro de la Zarzuela.

Reparto:

MARÍA MOLINER: María José Montiel; FERNANDO RAMÓN Y FERRANDO: César San Martín; INSPECTORA DEL SEU / CARMEN CONDE: Amparo Navarro; GOYANES: Fernando Campero; SILLÓN B DE LA RAE: Damián del Castillo; EMILIA PARDO BAZÁN: Ana Nebot; ISIDRA GUZMÁN Y DE LA CERDA: Marina Pardo; GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANDEDA; Marina Rodríguez Cusí; ALMANAQUE: Juan Noval-Moro, César Méndez, Abraham García; CABALLEROS OSCUROS: Lorenzo Roal, José Purón; VOCES ACUSADORAS: María Fernández, Eugenia Ugarte; ELENCO: Iris Alonso, Ana Madera, Mireia Martínez, Paula Mata, Tamara Norniella, Graciela Peña, Lucía Prada, Ana Santos, Laura Ubach, Ana Vara, David Blanco, Diego Ross.
DIRECCIÓN MUSICAL: Víctor Pablo Pérez; DIRECCIÓN DE ESCENA Y ESCENOGRAFÍA: Paco Azorín; AYUDANTE DIRECCIÓN DE ESCENA: Alex Larumbe; ILUMINACIÓN: Pedro Yagüe; AYUDANTE DE ILUMINACIÓN: Enrique Chueca; VESTUARIO: María Araujo; REPOSICIÓN DE VESTUARIO: Juan Sebastián Domínguez; DISEÑO DE VÍDEO: Pedro Chamizo; MOVIMIENTO ESCÉNICO: Carlos Martos de la Vega.

OVIEDO FILARMONÍA, Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” (dirección: José Manuel San Emeterio).

Femenino plural

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Jueves 10 de marzo, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: Concierto «En clave de mujer». Oviedo Filarmonía, Ana Nebot (soprano), Anne Hinrichsen (directora). Obras de Grażyna Bacewicz, Mª Teresa Prieto y Louise Farrenc. Entrada butaca: 14 €.

Concierto en femenino, desde las compositoras a las intérpretes para un público que apenas ocupó la mitad del Campoamor, una pena porque resulta siempre interesante recuperar obras poco conocidas más en el caso de la ovetense Mª Teresa Prieto y Fernández de la Llana interpretada por su paisana la soprano Ana Nebot que era un aliciente.

Hay que reconocer que las obras elegidas no son para emocionarse pese a su excelente escritura y oficio en cada una de ellas, y esa falta de sentimientos se notó durante todo el concierto, a excepción de las canciones de las asturianas, especialmente las tres últimas, por lo que Anne Hinrichsen, directora alemana afincada en Suiza, se caracterizó por una lectura de las obras algo plana, precisa pero poco «efusiva», limitándose a marcar lo necesario, todo muy académico pero sin pasión, aséptica, aunque la Oviedo Filarmonía siempre responde y volvió a demostrar que funciona tanto en el foso como sobre el escenario afrontando todo tipo de repertorios.

El Concierto para orquesta de cuerda (1948) de la polaca Grażyna Bacewicz (1909-1969) presenta un lenguaje propio del inicio del pasado siglo, tres movimientos bien construidos para disfrutar de una forma musical atemporal y guiños históricos desde una escritura con mucho «oficio» que triunfó en los EEUU o Francia, aunque parece que esta tarde en Oviedo pasó sin pena ni gloria, no sé si por desconocida (aplausos al final del primer movimiento Allegro) o por la ausencia de referentes auditivos, si bien donde la cuerda filarmónica pudo lucirse sería en el Vivo final, destacando en toda ella los solistas de los primeros atriles (Marina Gurdzhiya y Gabriel Ureña) aunque sin la suficiente fuerza como para estremecernos.

Interesante escuchar las Canciones modales de María Teresa Prieto (1895-1982) en la voz de Ana Nebot, quien está recuperando la obra vocal de la exiliada compositora ovetense junto al pianista Aurelio Viribay. Las notas al programa de  la doctora en Musicología por la Universidad de Oviedo Tania Perón, verdadera autoridad en la vida y obra de nuestra mejor compositora, analiza este ciclo que adaptado para voz y pequeña orquesta se estrenaría en la capital del Principado, en 1957 ya entonces «La Viena Española», cantando la siempre querida profesora Celia Álvarez Blanco (1933), dirigiendo Ángel Muñiz Toca (1903-1964) la entonces denominada Orquesta Sinfónica Provincial, germen de la actual OSPA, que ya entonces defendía a Prieto como un valor de nuestro patrimonio musical.

Seis canciones con giros folclóricos, por populares, como los de otros grandes compositores españoles, muchos también exiliados, que le dan cierto toque nostálgico, con una escritura orquestal sobria y primando la voz, como así lo entendió Anne Hinrichsen para dar todo el protagonismo a Ana Nebot, que defendió cada una de las seis canciones con total entrega y dominio, gestualidad para todas ellas, matices amplios, volumen suficiente en todos los registros y emociones literarias hechas música, pues pese a faltarnos los textos, los escuchamos con suma atención: la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz en las dos primeras, Vicente Aleixandre la última, los asturianos Alejandro Casona (tercera) y Carlos Bousoño (quinta) que en el exilio se sentirían aún más cercanos, y hasta Esta verde hierba de la propia Mª Teresa Prieto, cuarta de las seis canciones que emocionaron al teatro, especialmente Cristo en la tarde y ¿Quién dijo acaso? por su expresividad y excelente fusión de letra y música que las canciones deben tener, y las de la ovetense atesoran, breves e intensas. Bien Oviedo Filarmonía y la maestra Hinrichsen arropando en todo momento a la soprano Ana Nebot.

Por último la Sinfonía nº1 en do menor, op. 32 de Louise Farrenc (1804-1875) volvió a demostrar el oficio de la compositora francesa, una figura de su tiempo y de las pocas que siguen escuchándose en las programaciones sinfónicas (hace apenas un año la interpretó la OSPA dirigida también por una mujer). Bien está reivindicar el papel femenino pero no por el hecho del género sino para dar visibilidad a tanto talento olvidado en los archivos (digno de resaltar los trabajos en redes sociales y especialmente la musicóloga Sakira Ventura y su Mapa de Compositoras) con miles de seguidores), y no digamos en el podio, que comienza a ser pujante incluso como titulares de orquestas, pero no todas las obras tienen la suficiente «calidad» que las permita triunfar en los programas. Así me sucedió entonces y esta tarde con la sinfonía de Farrenc. La Oviedo Filarmonía está en un excelente momento como pudimos comprobar hace cuatro días, y la batuta evidentemente es importante en el producto final pero también la conexión, el trabajo previo (que no parece haber sido suficiente) e insisto en las obras elegidas, y esta «primera» tiene buenos momentos para disfrutar pero carece de ese «plus» que sinfonías de mayor enjundia y poco programadas, esconden y también necesitamos escuchar en vivo.

Al menos María Teresa Prieto sigue sonando en su ciudad, recuperando su excelente catálogo, bautizando el Concurso Internacional de Composición para mujeres del Ateneo Musical de Mieres, y demostrando que la música cada vez es más femenino plural.

Una «schuvertida»

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Miércoles 23 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara: CIMCO (Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo), Schubertiada. Enol Ensemble, Carlos Dávila (actor). Entrada: 8 €.

El CIMCO es un nuevo ciclo y apuesta municipal en la sala de cámara que, como indica su acrónimo, es interdisciplinar, aunando espectáculos con la música como nexo, «vanguardista y prejuicios» tal como se presenta.

Y este miércoles bajo el título de Schubertiada, hizo cual «Ministerio del Tiempo» un viaje al Oviedo actual del romántico Franz Schubert encarnado por Carlos Dávila de Higiénico Papel, con una ambientación mínima pero suficiente, incluso con una iluminación muy cuidada, aunando en su música la lectura traducida de cuatro lieder cantados por Ana Nebot y el piano de Mario Bernardo, con una saltarina trucha última que sirvió para escuchar finalmente el quinteto homónimo a cargo de esta formación adaptable a distintos repertorios e intérpretes conocidos de los melómanos asturianos. Una reunión en el «salón de casa» con amigos haciendo música y muchos más disfrutándola (con una excelente entrada a precio asequible), sin prejuicios, aplaudiendo incluso entre movimientos, buena propuesta que completa la gran oferta de «La Viena española» dentro de la siempre didáctica y necesaria música camerística.

Tras la presentación de Franz Dávila recordando el texto del programa «on line», comenzaría la reunión con una selección de cuatro lieder y textos leídos previamente, que la soprano ovetense «vivió» además de cantar, dramatización musical bien arropada por el piano de un compañero habitual en tantos años de profesionales, amigos disfrutando de An die Musik D. 547 (Von Schober), sosiegoy gusto, Lied der Mignon D. 877 (Goethe) delicado personaje femenino que Nebot casi nos susurró arrulada por Bernardo, y Die Fiorelle D. 550 (Schubart), saltarina y vital, naturaleza hecha música. Canciones válidas para cualquier voz, habitualmente masculinas aunque siempre resultan tentadoras para las femeninas, y que con Ana Nebot brillaron desde ese ambiente íntimo y cómplice con el piano, cómoda tanto en estos lieder schubertianos como en las francesas que también le van a su voz y ya hemos disfrutado igualmente.

Y una vez lanzada la caña al río finalmente el anzuelo funcionó para escuchar el Quinteto con piano en la mayor, Op. 114, D. 667 «La trucha», inspirada composición del vienés en esta formación poco habitual para una de sus obras más conocidas y versionadas, con un piano propio siempre muy presente y el cuarteto de cuerda bien ensamblado donde todos tienen su protagonismo individual y el necesario entendimiento, que entre amigos no presentó problemas. Los cuatro movimientos (Allegro Vivace; Andante; Scherzo. Presto; Tema con variaciones; Finale. Allegro giusto) fueron «in crescendo» en complicidad y entrega, especialmente las variaciones del lied antes de un final brillante, diría que plateado cual trucha de nuestros ríos a cargo de un ensemble con nombre de lago asturiano y emblemático.

Otro disfrute musical en este divertida schubertiada que podríamos unir en una velada «schuvertida» para un público agradecido que no falla, mascarillas incluidas con las que el Schubert «transportado» al siglo XXI hizo la chanza inicial de su viaje en el tiempo al salón ovetense.

Enol Ensemble: Ana Nebot (soprano), Fernando Zorita (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente-Pereira (chelo), Ximo Clemente (contrabajo), Mario Bernardo (piano).

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar cuanto antes este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible en vivo, aunque sea con mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado hasta para estar en el cole, y si puede ser con los aforos completos, aún mejor. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) y nuestros solistas, de los que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista…
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2022 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos otro incluyendo un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados de ambos.
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (de docente en Madrid), sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien trabajar mucho este recién estrenado e incierto 2022.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado y pese a todas las circunstancias, han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos.
Para La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno creo que ya me escucharon el pasado 2021 con la «sorpresa» de poder estrenarla al fin este año de «los dos patitos» tras tantos lustros de ilusión. Veo que la esperanza tampoco podemos perderla.
Y por mantenerla, pido para los llamados «gestores culturales» se olviden de una crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual sigue tan contagiosa como la Omicron, y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotero barato sino por la calidad contrastada, incluso variar de agencias de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!, pues saben de sobra que la Cultura es Segura.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez, emigrado a Alemania, y María Ovín en la OSPA), creciendo y cumpliendo años… solo desearles mucho éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que traigan 2022 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo (especialmente un Mozart que pido pueda llevar a las tablas) y en mayo cruzará de nuevo el charco llevando su prodigioso talento a Brasil como verdadera embajadora de Asturias y España. Que siga creciendo su agenda aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista (de la zarzuela no me quejaré) y le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, pues en Italia saben que es muy querida, recordándoles que en Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que ya está bien de pedir… al menos mantenerla en Asturias.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el ya finalizado 2021. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque), que mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas, al mismo nivel tras tres años sin pararla ni siquiera el Covid, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos como el de nueva normalidad. Me entristece ver que la Ley Celáa se impone y ya van demasiadas para empeorar progresivamente en pos de una generación de ignorantes digitales… A esta ya no me apunto y abandonaré cansado (por no decir asqueado).
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado como ¡estáticas! y hasta con Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Y como siempre, que no se me olvide
Pablito, 12 años.

Pecados operísticos

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Jueves 29 de julio, 20:00 horasIglesia de Santa María La Real de La Corte: Oviedo, Origen del CaminoEsplendores SonorosAna Nebot (soprano), Arkaitz Mendoza (órgano). Compositores operísticos y música sacra. Entrada gratuita (previa reserva).

Último de los tres conciertos en La Corte dentro de la programación ovetense veraniega con el dúo Ana Nebot y su «habitual» Arkaitz Mendoza que cambió el piano por el órgano barroco (aunque no todas las partituras), con un repertorio que podríamos titular de «pecados operísticos» al seleccionar a compositores que se acercaron a la música sacra en distintas épocas desde el barroco al pasado siglo.

Pero el rey de los instrumentos barroco, salvo dos intervenciones en solitario del repertorista vasco, el Tiento en fa de Correa de Arauxo (casi irreconocible y falto de mejor ornamentación) y la Fantasía cromática de Sweelinck (algo borrosa en sonoridades y ejecución), no es romántico y carece del pedal de expresión, si bien podría haber hecho del acompañamiento una «orquesta de tubos» o al menos haber trabajado con más variedad los registros, pues las reducciones orquestales para piano no suenan igual al órgano, obligando a esforzarse en demasía la soprano carbayona, que hubo de obviar a menudo los matices originales ante las limitaciones del instrumento. La afinación del instrumento restaurado por Grenzing a 415 Hz. tampoco es la habitual para los cantantes no especializados en repertorios históricos, que no brillan tanto como con orquesta, y menos la reverberación del templo de la plaza de Feijóo, demasiados hándicaps con los que hubo que bregar «La Nebot», así como poco ideales las obras elegidas con ese acompañamiento, aunque todo ayude a una mayor proyección de la personal voz de la soprano que pareció mostrarse más cómoda hacia el final del concierto.

De los grandes operistas abría este concierto sacro el aria de «El Mesías» (Haendel) How beautiful, donde mis temores al comprobar previamente el repertorio comenzaron a salir a flote. Al menos Vivaldi parecía más adecuado con sus motetes Nulla in mundo pax, RV 630 y Ostro picta, armata spina, RV 642, tal vez algo precipitados de tempo para los virtuosísticos pasajes de agilidades forzadas y volúmenes en el órgano poco adecuados.

Mejor el Vidit sumus del «Stabat mater» (Pergolesi) precisamente por su escritura de acompañamiento más apropiada al aerófono, el aire contenido y el color de la soprano ovetense. En cambio Tu virginum del motete «Exsultate jubilate», KV 165 (Mozart) no aguantó tan bien el paso de la orquesta al piano que el órgano precisamente por la escasa riqueza en los registros enturbiaría la belleza de este número previo al Aleluya final (que no escuchamos). Al menos la religiosidad luminosa de Haydn nos transportó con el aria de Gabriel Und Gott sprach… Nun beute… del oratorio «La Creación» que tiene ese color carnoso ideal para la voz de Ana Nebot.

Uno de los grandes compositores de ópera como Rossini no dudaría en acercarse a la música sacra como «un pecado de vejez» y su «Petite Messe Solennelle» es una de esas joyas de las que el O salutaris (que no suele formar parte de la Misa) resulta ideal para el lucimiento de las sopranos incluso solo con piano. Hubiese sido una solución mantener todo el programa en ese formato de recital pero la apuesta por el órgano no creo haya sido la opción correcta pese a la belleza de las obras.

Así lo sentí con los tres Ave María elegidos para concluir el concierto alterando el orden programado como hizo saber de viva voz la propia Ana Nebot, quien añadió que se podía aplaudir cuando quisiéramos dado el silencio sepulcral hasta entonces. Comenzó con el de Gounod sobre el primer preludio de Bach, después el verdiano de «Otello» y  finalmente Mascagni del conocido intermedio de su ópera «Cavalleria Rusticana» con letra de Piero Mazzoni. Tres conceptos operísticos distintos que si bien el primero estamos acostumbrados a escuchar en las iglesias con órgano o piano en muchas ceremonias sin ser parte del ordinario de la misa, aunque muy agradecido por todo el público que al fin rompió su contención; mejor el operístico con órgano y casi imposible de reconocer el último por un instrumento desfigurado en su acompañamiento.

Lástima no haber escuchado a la soprano de casa al piano con el mismo Arkaitz, puesto que la calidad quedó empañada por esta apuesta fallida, al menos eso creo, pero aplaudir como siempre el trabajo y entrega de Ana Nebot ante su público fiel.

Granada roja y femenina

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Jueves 25 de febrero, 19:00 horas. Teatro Campoamor, XXVIII Festival de Teatro Lírico  Español, Oviedo 2021: Granada («La Tempranica» de G. Giménez y «La Vida Breve» de M. de Falla). Entrada butaca: 46€.

La lírica tiene por capital a Oviedo, y tras la ópera llega esta vigésimo octava edición de un festival que arrancó este último jueves de febrero con dos joyas en una, usando de hilo argumental la Granada granada, roja, pasional, trágica, de atractiva puesta en escena (Giancarlo del Mónaco) y música para degustar, con un elenco muy digno en los dos títulos, una orquesta en estado de gracia pese a lo reducida por las limitaciones actuales, al igual que el aforo, más un Iván López Reynoso que supo sacar lo mejor de la Oviedo Filarmonía con la que se entiende a las mil maravillas, encabezando estos repertorios donde se muestra seguro, cómodo y dominador de dinámicas y tempi adaptados siempre a las voces.

En La Tempranica el hilo argumental lo llevan dos grandes de la escena como Jesús Castejón y Carlos Hipólito encarnando a Giménez y Falla respectivamente, con unos diálogos (de Alberto Conejero) un tanto «a calzador» pero que cumplieron su cometido, siendo un placer ver y escuchar a estos actores queridos por todos los públicos, mientras las letras «andaluzas» no siempre fueron entendibles, aunque para eso se inventaron los sobretítulos.

En lo musical la mezzo Ana Ibarra encarnó a una gitana de garra, como su voz, de timbre metálico que en estos papeles hasta se agradece, sensual y arrebatadora, con el contrapeso de Rubén Amoretti (que repetiría en Falla), bajo de verdad de los que escasean, aunque el color y emisión no sean los de antaño pero que formaron una pareja convincente en lo vocal y escénico, con una iluminación que subraya el dramatismo, siendo «la tempranica» la auténtica protagonista.

No faltaron en el reparto voces de casa como Ana Nebot (en la conocida «tarántula» de Gabrié), Juan Noval Moro como Zalea o la pastora María Heres que tienen su minuto de gloria en el teatro de todos, completando el elenco conocidos como Gustavo Peña, Miguel Sola, Gerardo Bullón o Cristina Faus, que harían doblete al igual que el excelente «cantaor» Jesús Méndez.

Mención especial para la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo que dirige Pablo Moras porque con apenas 16 voces y mascarilla obligada, sonaron siempre presentes, especialmente los hombres, y afinadas incluso fuera de escena, todo un éxito que redondearían en la segunda obra, al igual que una orquesta en el foso redonda, equilibrada pese a los pocos efectivos, entregada, empastada en todas las secciones y mimada por el director mejicano invitado de la formación titular del festival que se asienta como la orquesta perfecta para la lírica asturiana.

Para La Vida Breve sería Virginia Tola la Salú protagonista junto a la abuela Cristina Faus, voces ideales para ambos roles, el contraste tímbrico y de color necesario, junto al gusto en el canto, la presencia escénica y una dramatización que en Falla es intrínseca en ambas. La soprano argentina tiene un color agradecido aunque pierda volumen en el registro grave, pero dominando de principio a fin su personaje, mientras la mezzo valenciana está en un estado óptimo vocalmente, un lujo su empaste, dicción y proyección, como pudimos comprobar en «la otra Salú».

Igualmente importante el cuerpo de baile con coreografía de Nuria Castejón que lucieron en esta Granada totalmente granada, bien entendida y mejor llevada por todos, nuevamente el coro completando una velada exigente de alto nivel global. Pese a la sobriedad de la puesta en escena, con unos paneles móviles y momentos muy cinematográficos (más en «La Tempranica» con guiños al Stoker de Coppola), la iluminación ayuda a ese ambiente de rojo pasión, de rojo granada que envuelve la acción, junto a una boda donde el cantaor Jesús Méndez crucificado y la guitarra del lenense Jesús Prieto Sánchez-Hermosilla completaron un cuadro «jondo», amplificados con primor y arropados por una orquesta delicada. También el herrero Gustavo Peña, la voz de la fragua, lució en esta breve pero intensa obra de final trágico.

El coro volvió a dejarnos su calidad habitual, con las intervenciones solistas de Vanessa del Riego entre otras, que ayudan a completar un elenco donde los llamados comprimarios juegan un papel importantísimo para redondear la representación.

Personalmente Falla sigue superando a Giménez, puede que realmente la gitana haya calado en dibujar su Salú, y colocar las dos obras en una misma función dan la visión global del ambiente internacional que la capital andaluza ha tenido en tantas músicas. Tanto el vestuario como la puesta en escena de Del Mónaco ayudan a disfrutar de la dramaturgia total, tal vez incomprensible en su momento pero que en estos tiempos donde todo parece ser revisable, no entorpecen el concepto primigenio.

Bien este arranque de temporada donde el público fiel soporta todas las restricciones, aunque seguro que esperan los siguientes títulos, la Zarzuela con mayúsculas tan lírica como esta función doble en horario anormal, pero demostrando continuamente que la cultura es segura y que Oviedo mantiene una tradición y capitalidad musical de la que esta semana es otro ejemplo, y desde aquí lo seguiré contando si nada lo impide desde La Viena del Norte español.

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si ustedes me permiten este correcto trato epistolario:
Como todavía me queda algo de inocencia (serán los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes sigo sin llevarlo bien por esta tendencia mía a La República) es poder estar vacunados del puñetero bicho ese que nos ha traído el 2020 y ha trastocado todas las vidas.
Musicalmente  tras el pasado «Año Beethoven» al que la pandemia también ha afectado privándonos de conciertos muy esperados, y los ya pasados «Años Mahler» sigo pidiendo poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil» con todas nuestras orquestas (OSPAOvFil, la Universitaria ya renacida) nuestros coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa y también la Escolanía San Salvador…) con nuestros solistas, que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias donde elegir: Beatriz DíazElena Pérez HerreroAna Nebot, Mª José SuárezLola Casariego, Alejandro RoyDavid MenéndezMiguel Ángel ZapaterJuan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa).
Mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que me copió  Dudamel, al que le perdono casi todo… incluso que mi tocayu lo llevase a Barcelona en sus años como titular y seguro seguirá dirigiendo desde la OCRTVE o tantas otras orquestas donde le reclaman.
Pablo González y Mahler .
Es la ilusión infantil en este día, aunque tampoco quiero olvidarme de Forma Antiqva, para quienes vuelvo a pedir un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que en 2020, y pese a todo, siguieron «a tope» haciendo historia, siempre volando desde casa, esperando siempre por nuevos discos.
También sigo recordando a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (trabajando duramente desde Madrid con los conciertos aparcados), sin olvidarme de mis admirados Judith Jáuregui, Diego Fernández Magdaleno o Gabriela Montero.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Rubén Díez, no sé si por fin la zarzuela marinera, de Jorge Muñiz y de los siempre «redescubiertos» Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que me consta en este 2021 seguirán inspirados y en su línea de estrenos.
De La Dama del Alba del incombustible Luis Vázquez del Fresno creo que alguna sorpresa tendremos para este año esperado y llegue completa a escena tras tantos lustros de ilusión.
Por no perder la esperanza pido para los llamados «gestores culturales» que se olviden de su crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual parece contagiosa como la gripe o las toses en los conciertos (que al menos las mascarillas han disipado) y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotismos sino por calidad contrastada, incluso cambiar alguna vez de agencia de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!. Ya saben que la Cultura es Segura.
No sé si ya les han escrito pidiendo para mis jóvenes violinistas favoritos (Ignacio Rodríguez, emigrado a Alemania, y María Ovín todavía en la OSPA) que van creciendo y cumpliendo años, para traerles mucho éxito en sus trabajos fuera o mejor en casa, aunque yo me sumo a esos mismos deseos, y de lo pedido en años pasados faltaron muchas cosas (supongo que por pedigüeño) pero a mi edad no tengo freno, parece que me hizo la boca un diputado catalán…
Para mi adorada Beatriz Díaz ya les escribiré otra carta porque se merece todo lo que traigan en 2021 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitándola por su incorporación de Beethoven al repertorio (aunque en pleno 250 aniversario no se acordaron más de ella), especialmente mi ENHORABUENA por el éxito clamoroso y merecido en su reciente debut como Butterfly y su vuelta a la zarzuela ovetense tras las cancelaciones obligadas (aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista y no un reparto joven de función única), esperando le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, aunque en Italia saben que es muy querida, pues Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado… pero Vds. ya lo saben por ser Magos y la magia de la soprano allerana es tan única como la suya.
Para la Ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dicen que ya está bien de pedir… al menos mantener ópera y zarzuela en Asturias, porque haber suprimido la gala de los Premios Líricos Campoamor sigue enfadándome y ya han recogido sus frutos otros.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir una carta más detallada para tantos que tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS).
Mientras tanto espero que la palabra corrupción desaparezca de nuestra cotidianidad y que las crisis, ya en plural, pasen hoja definitivamente y se olvide de la MÚSICA y de toda la CULTURA en general, donde «recortes» o «supresión» se escuche menos que «COVID» ¡lo qué ya es decir! para este año 2021 que acaba de nacer, aunque nuevamente parezcan estar «duros de oreja» (supongo que entre vacunas y reproches políticos no tendrán ni para un sonotone y la edad no perdone ni siquiera la Vox).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2020, a pesar de todo (de la Lotería no pido que toque), y mantengan su Banda Sinfónica dirigida por Antonio Cánovas a ese nivel tras dos años sin parar, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día en «esta España nuestra» que cantaba la recordada Cecilia (no la Santa patrona sino la Evangelina) se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia e independentismos que intentan reescribir la historia a base de tantos eufemismos que hasta a la mentira la llaman posverdad. Pero ya veo que la Ley Celáa comenzará en septiembre y ya van demasiadas para ir empeorando en pos de una generación de ignorantes digitales.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado ¡estáticas! y hasta con Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Y como siempre, que no se me olvide, ¡Hala Oviedo!
Pablito, 12 años.

 

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