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Una dama asturiana y universal

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Martes 13 de septiembre, 19:30 horas. LXXV Temporada de la ópera de Oviedo: Teatro Campoamor. Segunda función: La Dama del Alba (Luis Vázquez del Fresno).

Reseña para Ópera World del miércoles 14 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

El pasado domingo, tal y como contamos desde aquí, tuvo lugar el estreno absoluto de la ópera del gijonés Luis Vázquez del Fresno (1948) «La dama del alba» basada en el “retablo” homónimo de Alejandro Casona (Besullo, 1903 – Madrid, 1965) y volvíamos al Teatro Campoamor para escuchar el resto del “doble reparto” igualmente muy trabajado, con algunos de ellos repitiendo este martes 13 en plenas Fiestas de San Mateo de la capital asturiana.

La ópera contemporánea ya suma otro título y, como en toda obra, siempre resulta bueno escucharla de nuevo, pues cada interpretación es única, irrepetible y personal pero también la recepción del público, que acudió igualmente ilusionado ante este acontecimiento histórico. Como canta Martín en el primer acto Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió, y esta segunda función personalmente me llenó incluso más que el estreno. Los motivos sobre los que trabaja el compositor se tararean al salir y partir de las notas de nuestro “se oye sonar una gaita” (también “sal a bailar buena moza”) crea melodías que pasan de unos personajes a otros, a la orquesta, trabajándose desde todos los lenguajes que Vázquez del Fresno vuelva en este “retablo musical”.

La escenografía comandada por el asturiano universal Emilio Sagi volvió a convencer y enamorar con su estilo inimitable (sobretelón, espejos…), buenos movimientos organizados por Bianco y la impresionante iluminación de Faura, sin olvidarme esta vez del vestuario de otra carbayona, Susana de Dios, engrandeciendo todo ello la magna partitura del compositor gijonés junto a una OSPA de gran plantilla (con piano, arpa, amplia percusión y hasta saxo) en las manos del avilesino Rubén Díez, verdadero conocedor y concertador de esta ópera, haciendo música en mayúscula tanto instrumentalmente en solitario, caso del inicio, como en el interludio del segundo acto tras el descanso (que marca el paso estacional del invierno al verano en la siempre mágica noche de San Juan), con sonoridades plenas y matizadas, como acompañando las voces, mimándolas ante las dificultades técnicas que supone cada intervención del elenco, coro y solistas, todos con registros extremos donde los graves resultan a veces imperceptibles ante una masa sinfónica siempre controlada desde el foso.

Del estreno dominical repetían en roles breves, pero intensos, la excelente y natural Dorina de la soprano tinerfeña Ruth González que mantiene ese color ideal para encabezar el trío infantil con los cantores de la ovetense Escuela de Música “Divertimento”, en esta función Rita García como Andrés y Carla Gutiérrez en el papel de Falín, pequeñas grandes profesionales; también el siempre seguro tenor sierense Juan Noval-Moro como Quico, nuevamente sobrado en volumen y gusto, más dos de los “pesos pesados” de esta ópera que merecen un aparte.

La Peregrina del contratenor donostiarra Mikel Uskola, algo más potente este martes y buenos cambios de registro aunque adoleciendo de mayor volumen para su protagonismo casi total (nos quedamos con las ganas de haberlo escuchado interpretado por el inicialmente “pensado” Carlos Mena), pero dejándonos dos dúos con el abuelo y Angélica de mucho calado emocional; el tenor uruguayo Santiago Vidal como el “viudo” y enamorado Martín, de nuevo entregado, con un timbre de color agradable y buenos agudos, destacando en el dúo de amor que tiene junto a Adela.

Los debutantes en esta segunda función, con más peso escénico y vocal, fueron el bajo malagueño Luis López Navarro (abuelo), rotundo y potente; la mezzo cántabro-asturiana Marina Pardo (Telva) convincente en toda la tesitura de graves poderosos, muy integrada con su personaje tan cercano a nuestra tierra; la soprano valenciana Maite Alberola (madre) que personalmente fue lo mejor de la velada por su gusto en el canto, variedad expresiva para un rol que la necesita, proyección clara, volumen suficiente en toda la gama de matices, siendo un acierto su elección para contrastar colores; la también soprano y malagueña Berna Perles (Adela), salvada de las aguas, que elevó la calidad del elenco para esta partitura, con un registro de voz corpórea en toda la extensión de su tesitura, brindándonos un emocionante dúo con Martín.

Destacable la breve pero intensa aparición de Angélica que cantó otra asturiana, la soprano María Zapata, con el dramatismo expresado desde el desgarro lógico del personaje, seguridad sobre la escena y dominio vocal para redondear el poderío femenino de esta ópera tan universal como asturiana.

Buena elección de las paletas vocales para cada personaje, defendidos todos y cada uno con entrega, solvencia y seguridad desde unos registros al límite, junto a una “cantilena” donde las “pocas notas” se van modulando sin apenas referencias desde el foso, lo que exige un lirismo común a todas ellas.
Volver a aplaudir el importantísimo papel del Coro Titular de la Ópera de Oviedo “CORO INTERMEZZO” dirigido por el ovetense Pablo Moras, hoy más presente fuera de la escena, con los ecos claros, intensidades bien equilibradas y, por supuesto una escena con la danza de San Juan que junto al final coral de apoteosis con todas las voces, resultó un final digno de esta obra de perfumes asturianos y universales.

Encontrar el equilibrio y la homogeneidad global de todos los que han estrenado con tanta calidad esta ópera de Vázquez del Fresno es un verdadero triunfo, aunque todavía haya público que se pierda lo mejor marchándose al descanso. Los aficionados disfrutaron y aplaudieron merecidamente esta segunda función, de nuevo con buena entrada, volviendo a citar lo escrito por Casona en la voz de Martín: “Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió”. Porque nada es igual, cada representación es única, así que volver a disfrutar «La dama del alba» un martes y trece no fue sino una verdadera suerte.

Ficha:

Teatro Campoamor, Oviedo, martes 13 de septiembre de 2022, 19:30 horas. 75 Temporada de Ópera Oviedo: segunda función “La Dama del Alba” (música de Luis Vázquez del Fresno y libreto inspirado en la obra de teatro homónima escrita por Alejandro Casona). Ópera en tres actos. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

Reparto:

PEREGRINA: Mikel Uskola; ABUELO: Luis López Navarro; TELVA: Marina Pardo; MADRE: Maite Alberola; ADELA: Berna Perles; MARTÍN: Santiago Vidal; ANGÉLICA: María Zapata; QUICO: Juan Noval-Moro; DORINA: Ruth González; ANDRÉS: Rita García*; FALÍN: Carla Gutiérrez*.
COMPOSITOR: Luis Vázquez del Fresno; DIRECCIÓN MUSICAL: Rubén Díez; DIRECCIÓN DE ESCENA: Emilio Sagi; DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Daniel Bianco; DISEÑO DE VESTUARIO: Susana de Dios; DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Albert Faura.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), Coro Titular de la Ópera de Oviedo “CORO INTERMEZZO” (dirección del coro: Pablo Moras); * Escuela de Música “Divertimento”.

Una Colombina del siglo XXI

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«COLOMBINA». Music for the Dukes of Medina Sidonia. ACCADEMIA DEL PIACERE, FAHMI ALQHAI.

Sello Deutsche Harmonia Mundi / Sony Music. Referencia: 1 96587 24762 1.
Grabado en la Iglesia del Convento de San Pedro de Alcántara (Colegio Mayor La Luz), Sevilla, 9 al 11 de diciembre de 2021. ©2022. Ingeniero de grabación: Félix Vázquez & Rami Alqhai.
El día 15 de junio se presentaba la nueva grabación de los sevillanos Accademia del Piacere con Fahmi Alqhai al frente, esta vez gracias a una Beca Leonardo 2020, recuperando quince de las 95 obras que recoge el famoso «Cancionero de la Colombina», una colección de los «hits» del Duque de Medina Sidonia en el siglo XV, mayormente obras profanas (salvo doce religiosas), canciones, villancicos, romances, ensaladas, las formas musicales verdaderos éxitos del momento recuperados por los Alqhai y finalmente llevados al disco así como en las plataformas digitales.
Este manuscrito con la música de la llamada «Era del Descubrimiento» que gracias a Hernando Colón, segundo hijo del almirante, adquiriéndolo en 1534 y tras pasar por vicisitudes dignas de una película, se ha conservado en la Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla, la patria de los hermanos Alqhai que siguen dándonos joyas como las de este último disco que sonará por toda Europa (como siempre más que en casa).
Partituras bien conservadas y caligrafiadas, documentos que reflejan la existencia por entonces del primer «Consort de violas de gamba» propio, según los trabajos de la musicóloga Lucía Gómez Fernández y vinculado con el Palacio de los Duques de Medina Sidonia, a las que los nuevos aires de la mal llamada interpretación historicista, le dan un toque de actualidad sin perder la esencia. Para leer con detenimiento sus notas en inglés, alemán y español, junto a las letras, son una auténtica aportación a la musicología española.
La Accademia del Piacere cumple 20 años y para esta grabación se presente con los siguientes intérpretes: en la parte vocal Alena Dantcheva (soprano), Gabriel Díaz (contratenor), Ariel Hernández (tenor), Jesús García Aréjula (barítono) y Javier Cuevas (bajo). Y en la instrumental los habituales encabezados por Rami Alqhai (viola de gamba, vihuela de arco), Johanna Rose (viola de gamba, vihuela de arco), Carles Blanch (vihuela, vihuela de mano), Marta Graziolino (arpa), Javier Núñez (órgano positivo), Pedro Estevan (percusión), Jacobo Díaz Giráldez (chirimía), David García (sacabuche), Luis Castillo (bajón), todos bajo la dirección de Fahmi Alqhai que también toca la viola quintón.
Con la mayoría de autores anónimos, es maravilloso cómo afrontan el inicio (Praeludium «La Spagna») en una progresión tímbrica desde el órgano, el repique de campanas y la aparición de todos con las violas de gamba y la masa vocal en una auténtica banda sonora de «La Sevilla renacentista» digna de una superproducción norteamericana, delicias de esta agrupación con unos intérpretes de lujo, al igual que el final de disco (Postludium «La Spagna»: otro género de contrapunto), dos cortes que ya de por sí marcan la línea de esta agrupación.
Incluso la recreación del Interludium ‘Ave Maris Stella’ de Jacob Obrecht (1457/8-1505), con un coro empastado y equilibrado en timbres y balances, bien subrayado por el órgano y esa «ambientación monástica» tributo al canto gregoriano que da ese punto de inmersión auditiva; el maridaje y buen entendimiento entre Javier Nuñez (1973) y Fami Alqhai (1976) tras su juventud con Savall y Hesperion, desde la madurez con la misma ilusión que en sus inicios, la frescura y hasta el atrevimiento que por entonces probablemente estaría mal visto. La visión de los sevillanos puede parecer arriesgada pero siempre han apostado por ello y los resultados están para juzgarlos, personalmente totalmente actuales desde el rigor con la fuente original y la creatividad en este repertorio que sería como «los principales del siglo XV» desde la improvisación que mejor la define y le imbuye ese aire de actualidad.
La evolución en la interpretación de estas obras del Renacimiento son como limpiar de polvo y recuperar el color original, cambiando muchas teorías artísticas. Cabe recordar que la música que se conserva en la biblioteca hispalense es como un esqueleto sobre el que ir añadiendo músculo y después darle vida. Son canciones generalmente estróficas con melodías y contrapuntos sencillos que van tomando cuerpo en cada interpretación de «los académicos del placer».
Obras renacentistas que aúnan las influencias de su época (italianas, franco flamencas, borgoñonas, castellanas) combinando aires cortesanos y tradicionales, temas amorosos, burlones pero también devotos, nuestra polifonía española de oro antes incluso de los músicos que traería Felipe el Hermoso.
Cerremos los ojos y escuchemos cómo sería una velada en el Palacio Ducal. Entre los anónimos: Salve Sancta Parens, Commo no le andaré yo, el conocido Propiñán de Melyor, con introducción medieval y la percusión que empuja esta página no por escuchada siempre nueva en la versión instrumental de los «académidos», de nuevo combinando tímbricas para evitar la monotonía; Muy crueles bozes dan, recuerdos castellanos en la línea los villancicos de Enzina que los «alumnos» han heredado del «Maestro» pudiendo escuchar solas las voces elegidas con una rica instrumentación con cambios rítmicos en un contrapunto claro y preciso; A los maytines era, con un solo inicial del tenor al que sigue la vihuela rítmica y una percusión engrandeciendo la siguiente polifonía vocal contrapuntística en equilibrio global replicado instrumentalmente por sacabuche y bajón explicativos de la gran riqueza melódica de estas páginas independientemente sean profanas o religiosas, en parte como Que bonito niño chiquito, solo la letra nos da las pistas porque la música resplandece siempre; plenamente hispano ese Niña y viña, villanesca e hispalense por el aire, ritmo y vestimenta elegida para esta ocasión.
Excelente elección de cada aparición instrumental que subraya un conjunto vocal perfecto para un repertorio transitado con una calidad digna de destacarse.
También tenemos compositores como Juan de Urrede (ca. 1430 – después de 1482) y su Nunca fue pena mayor,  el arpa polifónica mejor aún que la guitarra o la vihuela por el color que aporta, la solista femenina sobrevolando y el «ensemble de violas» completando este lienzo sonoro; Triana (Quien vos dio tal señorío), viento y cuerda polifónicos de altura casi organística por la riqueza tímbrica sumándose un coro rotundo pero delicado redondeando esta versión fresca; Joan Ambrosio Dalza (fl. 1508con Calbidi Castigliano, Enrique (fl. 1460-1480) y la instrumental Pues con sobra de tristura, más que pintura un tapiz sonoro, la percusión detallista que da profundidad, los pizzicatti rememorando la cuerda punteada; o el sevillano Juan de Triana (ca. 1460 – 1494) ligado al Ducado de los Medina Sidonia, su Con temor bivo ojos tristes, arpa y viola en feliz conjunción, colchón sobre el que canta el arco respirando el aire de su barrio antes de la soprano solista con un color de voz nunca hiriente, aterciopelado y compitiendo en belleza con «el otro canto de la viola», siguiendo una estrofa del «ensemble» con el arpa que consigue la alternancia perfecta para una nobleza educada en la exquisitez que se traspasa al oyente del disco.
Este verano no voy a muchos conciertos pero es la mejor época para disfrutar de la música grabada, verdaderos regalos que uno puede llevarse para cualquier momento.