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Una «schuvertida»

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Miércoles 23 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara: CIMCO (Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo), Schubertiada. Enol Ensemble, Carlos Dávila (actor). Entrada: 8 €.

El CIMCO es un nuevo ciclo y apuesta municipal en la sala de cámara que, como indica su acrónimo, es interdisciplinar, aunando espectáculos con la música como nexo, «vanguardista y prejuicios» tal como se presenta.

Y este miércoles bajo el título de Schubertiada, hizo cual «Ministerio del Tiempo» un viaje al Oviedo actual del romántico Franz Schubert encarnado por Carlos Dávila de Higiénico Papel, con una ambientación mínima pero suficiente, incluso con una iluminación muy cuidada, aunando en su música la lectura traducida de cuatro lieder cantados por Ana Nebot y el piano de Mario Bernardo, con una saltarina trucha última que sirvió para escuchar finalmente el quinteto homónimo a cargo de esta formación adaptable a distintos repertorios e intérpretes conocidos de los melómanos asturianos. Una reunión en el «salón de casa» con amigos haciendo música y muchos más disfrutándola (con una excelente entrada a precio asequible), sin prejuicios, aplaudiendo incluso entre movimientos, buena propuesta que completa la gran oferta de «La Viena española» dentro de la siempre didáctica y necesaria música camerística.

Tras la presentación de Franz Dávila recordando el texto del programa «on line», comenzaría la reunión con una selección de cuatro lieder y textos leídos previamente, que la soprano ovetense «vivió» además de cantar, dramatización musical bien arropada por el piano de un compañero habitual en tantos años de profesionales, amigos disfrutando de An die Musik D. 547 (Von Schober), sosiegoy gusto, Lied der Mignon D. 877 (Goethe) delicado personaje femenino que Nebot casi nos susurró arrulada por Bernardo, y Die Fiorelle D. 550 (Schubart), saltarina y vital, naturaleza hecha música. Canciones válidas para cualquier voz, habitualmente masculinas aunque siempre resultan tentadoras para las femeninas, y que con Ana Nebot brillaron desde ese ambiente íntimo y cómplice con el piano, cómoda tanto en estos lieder schubertianos como en las francesas que también le van a su voz y ya hemos disfrutado igualmente.

Y una vez lanzada la caña al río finalmente el anzuelo funcionó para escuchar el Quinteto con piano en la mayor, Op. 114, D. 667 «La trucha», inspirada composición del vienés en esta formación poco habitual para una de sus obras más conocidas y versionadas, con un piano propio siempre muy presente y el cuarteto de cuerda bien ensamblado donde todos tienen su protagonismo individual y el necesario entendimiento, que entre amigos no presentó problemas. Los cuatro movimientos (Allegro Vivace; Andante; Scherzo. Presto; Tema con variaciones; Finale. Allegro giusto) fueron «in crescendo» en complicidad y entrega, especialmente las variaciones del lied antes de un final brillante, diría que plateado cual trucha de nuestros ríos a cargo de un ensemble con nombre de lago asturiano y emblemático.

Otro disfrute musical en este divertida schubertiada que podríamos unir en una velada «schuvertida» para un público agradecido que no falla, mascarillas incluidas con las que el Schubert «transportado» al siglo XXI hizo la chanza inicial de su viaje en el tiempo al salón ovetense.

Enol Ensemble: Ana Nebot (soprano), Fernando Zorita (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente-Pereira (chelo), Ximo Clemente (contrabajo), Mario Bernardo (piano).

Un ensamblado Enol

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Crítica para La Nueva España del jueves 15 de febrero, añadiendo mis links y fotos.

Martes 13 de febrero, 19:45 horasSociedad Filarmónica de Oviedo, concierto 3 del año, 1.967 de la sociedad: «Enol Ensemble: Elena Rey (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente (cello) y Mario Bernardo  (piano). Obras de Schumann y Brahms.

El cuarteto con piano es una formación inusual, tres instrumentos de cuerda (violín, viola y violoncello) con los cuales el piano nunca acaba de empastar porque el sonido se produce de distinto modo (cuerdas frotadas unos, cuerdas percutidas el otro), lo que puede explicar que no exista literatura muy abundante para esta clase de cuarteto (Mozart, Dvorak o Fauré entre los pocos), ni tampoco agrupaciones estables dedicadas a estas obras, siendo costumbre que conjuntos de cuerdas ya consolidados inviten a un buen pianista (y prescindan del segundo violín) o bien cuatro instrumentistas independientes que se reúnan para abordar este subgénero. Ni uno ni otro, lo bueno del “Enol Ensemble” es su apertura a cualquier estilo, formación o época para hacernos llegar estos repertorios tan poco programados y tocados, un martes sin supersticiones y carnavalesco con esta formación que se estrenaba en la Sociedad Filarmónica de Oviedo, el mejor escenario para esta música.

Unir dos cuartetos de Schumann y Brahms, maestro y discípulo, no necesita justificación alguna. La amplia amistad que el joven de Hamburgo mantuvo a lo largo de toda su vida con Clara Wieck, esposa de Robert y muy pronto su viuda, junto a la fidelidad y defensa de la obra del amado maestro, siempre con la losa del “dios Beethoven” en todos sus seguidores, hechos que resaltan la compenetración de músicas tan íntimamente unidas y sin embargo tan diferentes en ambos, con esta peculiar e inusual reunión de trío de cuerda con piano, esta vez estrenando «Enol Ensemble» con veneración por los dos alemanes, pudiendo y haciendo entender que la cuna del romanticismo es germana desde una interpretación rigurosa y potente de mayoría femenina, como la vida misma.

Dos visiones de un solo mundo con este “ensemble” abierto al universo camerístico comenzando con el “Cuarteto en mi bemol” op. 47 de Schumann, el “Sostenuto assai” seguido del “Allegro ma non troppo” del arranque, el juego del “Scherzo: Molto vivace” combinando tímbricas y números, el tercer movimiento «Andante Cantabile» puede que el más nostálgico y triste del romanticismo, así transmitido sin ñoñerías, mientras el último «Finale: Vivace» supone el salto adelante preparado en los movimientos anteriores, de planos equilibrados con los protagonismos escritos desde una visión global, un buen desarrollo del discurso entre unos solistas que saben y disfrutan haciendo música juntos, con el corazón mandando sobre el nervio evitando exhibicionismos.

Seriedad y mucho ensayo necesarios para afrontar Schumann, no digamos ya del “Cuarteto en sol menor” op. 25 de Brahms que profundiza en sonoridades e individualidades alternadas, de sonido uniforme bien entendido por estos intérpretes veteranos y jóvenes, de tiempos más diferenciados que en la primera obra, pasando del enérgico «Allegro» inicial al nocturno y sombrío «Intermezzo», el “Andante con moto” cantado por los cuatro por esa inspiración o aire casi de «lied» a tres voces con el piano, y el último «Rondo alla zingarese» recordándonos el jolgorio del martes carnavalesco contrapuesto con leves momentos íntimos del caballero piano contestado con igual intención por las tres damas de los arcos, para saborear violines populares casi evocadores del címbalo húngaro, tamizados por las sutilezas del hamburgués -que estuvo al piano en su estreno- y elevaría a las grandes salas estos aires gitanos, de ritmo casi salvaje recordando sus danzas por métrica y melodías populares de este bien ensamblado Enol astur por capital (pues hay una catalana, una portuguesa y dos asturianos) con proyección internacional, triunfando en su puesta de largo.

Valientes por las obras elegidas, sobradamente preparados para afrontar cualquier repertorio con éxito y sobre todo enamorados de la música.

Tarde de estreno ovetense

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Reseña para La Nueva España del miércoles 14 de febrero con añadidos de links y fotos propias.

Martes 13 de febrero, 19:45 h. Sociedad Filarmónica de Oviedo: Enol Ensemble.

Puesta de largo del “Enol Ensemble» promocionando la música de cámara, esta vez en formato de trío de cuerda formado por Elena Rey (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente (cello) con el pianista Mario Bernardo, en la Sociedad Filarmónica de Oviedo, dónde mejor que en esta escuela de melómanos, nada menos que con dos obras intensas, inmensas y emparentadas dentro de los llamados “cuartetos con piano”, no muchos en la historia: el Cuarteto en mi bemol op. 47 de Schumann -con el «Andante Cantabile» probablemente más triste y melancólico- junto al Cuarteto en sol menor op. 25 de Brahms, tributo del alumno con una admiración no exenta de veneración (también a la viuda Clara Wieck) que este Enol asturiano elevó a la altura esperada, con final “alla zingarese” de aire carnavalesco y jovial.
Dos colosos de la música de cámara romántica para una presentación de categoría especial en una ascensión con empuje y entendimiento juvenil de este cuarteto bien “ensamblado” de mayoría femenina y carácter heroico con resultado satisfactorio.