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Plácido Domingo 40 años después

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Plácido Domingo regresa a Oviedo después de 40 años para ofrecer una Gala extraordinaria junto a Sabina Puértolas, Ismael Jordi, Oliver Díaz y la OFIL

Cuarenta años después de su última actuación en Oviedo, el legendario artista y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Plácido Domingo, regresa a la ciudad el próximo 10 de enero para protagonizar una Gala extraordinaria en el Auditorio Príncipe Felipe.

El concierto, que cuenta con la colaboración de la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo y el patrocinio de Riesco Abogados y Grupo Resnova, reunirá además en el escenario a la soprano Sabina Puértolas y el tenor Ismael Jordi, bajo la dirección del maestro Oliver Díaz al frente de la Orquesta Oviedo Filarmonía

En palabras del propio artista, “regresar a Oviedo después de tantos años, me produce una gran emoción. Esta ciudad ocupa un lugar muy especial en mí y me trae recuerdos memorables de los inicios de mi trayectoria artística en España. Estoy feliz de volver en este momento de mi vida”, ha señalado Plácido Domingo.

El programa, especialmente seleccionado para la ocasión, recorrerá algunos de los momentos más emblemáticos del repertorio operístico y sinfónico, combinando la fuerza de las grandes arias con la complicidad de los dúos y la elegancia de las obras orquestales. La presencia de Sabina Puértolas e Ismael Jordi, dos de las voces más destacadas del panorama lírico español, completa el cartel de lujo de esta producción que contará con la dirección musical del maestro Oliver Díaz, uno de los más reconocidos de su generación.

Las entradas estarán disponibles a partir de este jueves 20 de noviembre en la taquilla del Teatro Campoamor y en la web entradas.oviedo.es.

Precio localidades: Butaca de Patio 89 € – Anfiteatro 79 €.

La Fundación Municipal de Cultura señala que, con este evento, Oviedo vuelve a situarse en el centro del mapa lírico internacional, reafirmando su compromiso con la excelencia artística y la celebración de la música como patrimonio vivo.

Oviedo adora a Marina

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Jueves 12 de junio de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII Festival de Teatro Lírico Español: «Marina», ópera en tres actos con música de Emilio Arrieta y libreto de Francisco Campodrón y Miguel Ramos Carrión (1848-1915) basado en el texto de la opéra -comique La Veillée (1831), de Paul Duport y Amable Villain de Saint-Hilaire. Fotos de Alfonso Suárez y propias.

(Crítica para OperaWorld del viernes 13, con fotos de Alfonso Suárez, propias, más el añadido de los siempre enriquecedores links, con la tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar)

Inmejorable cierre de temporada del trigésimo segundo Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo, lírica pura porque «Marina» fue primero zarzuela pero después ópera gracias a un Emilio Arrieta que supo estar en el lugar exacto en el momento justo, aunque también por un Enrico Tamberlick, el tenor más famoso del momento que luchó junto al compositor navarro para poder estrenarla en el Teatro Real aún “italiano” tras el éxito de «Ildegonda» en 1849 -con libreto de Temistocle Solera en la lengua de Dante- y al fin poder cantar en español (tras los añadidos de Ramos Carrión) para convertirse en la primera “ópera en español” representada en el coliseo de la Plaza de Oriente dos décadas después de aquella primera que seguimos sin poder verla representada sobre las tablas (solo una versión de concierto en 2004 llevada al disco por RTVE). Al menos esta emblemática y casi eterna «Marina» tras la edición crítica de nuestro mejor tándem Cortizo-Sobrino se ha podido escuchar como en su estreno de 1871, íntegra, al igual que en la calle Jovellanos madrileña el pasado octubre, y con un elenco de altura para seguir reivindicando nuestro patrimonio musical, que nunca será suficiente a la vista de tantos grandes títulos que siguen cogiendo polvo incluso en archivos tan “poco musicales” e incluso difícilmente accesibles a los musicólogos como pueda ser el del Museo Nacional de Artes Escénicas de Almagro.

«Marina» ha sonado en todas las casas de mi generación, por la radio o en vinilo, números que se hicieron populares y “cantables” hasta para una parte del público ovetense sentado a mi lado (Vetusta sigue en el siglo XXI), habiendo pasado por las tablas del coliseo carbayón tanto en la versión primigenia como en la propia temporada de ópera, siendo un éxito seguro en taquilla, pidiendo a voces una tercera función pero exigiendo siempre la misma calidad que esta producción que volvió a llenar y hacernos disfrutar.

Nuevamente una función redonda por parte de todo el equipo que en el Campoamor funciona como una experimentada y gran familia donde todos se sienten “en casa”, pues se han subido muchas veces a estas tablas, y el trabajo concienzudo logra siempre el éxito, incluso en esta joya del compositor de Puente de la Reina donde lo flojo del libreto nunca podrá borrar la inspiradísima vena melódica, capaz de conjugar un romántico lenguaje belcantista, cercano a Donizetti pero también a Verdi o Rossini, con elementos de nuestro folklore, muchos de los que hicieron España parada obligada en aquellos primeros viajeros, escritores e ilustradores de la segunda mitad del siglo XIX.

El mejor ejemplo de belcanto es todo el papel de la protagonista Marina, sin duda uno de los más difíciles de cantar e interpretar que lleva al límite la voz (la de todos pero especialmente la de soprano ya desde su primera aria Pensar en él). Y nadie como Sabina Puértolas que así lo definió en la rueda de prensa previa, para encarnarlo en esta primera función y cautivarnos. Su momento vocal es espléndido, ha ganado en el registro grave sin perder color ni volumen, una proyección perfecta llena de matices y musicalidad, un empaste con sus compañeros ideal (el dúo Magnífico buque con Roque), siempre presente en los concertantes, más una interpretación de esta “adolescente” que convence con los gestos y enamora con su voz. Madurez escénica con una técnica que engrandece esta protagonista de Arrieta (de quien ha grabado también parte de sus canciones en “Los cisnes de Palacio”), fortaleza en la parte navarrica y los avatares de un hijo en la “edad del pavo” de quien ha tomado no la inseguridad sino toda la expresividad y estados emocionales para bordar esta Marina. Su “mezza voce” es prodigiosa (bellísima su romanza ¡Oh grato bien querido!), su dicción perfecta y cada aria de la “embajadora de la mierensía” fue muy aplaudida, de agudos prístinos, claros, seguros, especialmente en la recuperada aria final Iris de amor y de bonanza cual Lucía a duo con la flauta (brava Mercedes Schmidt) exigente, virtuosa y explosiva.

Todas las voces tiene ya una primera intervención arriesgada, pero nadie pecó de cobarde como expertos marineros. Así, estuvo muy acertado el trío masculino, que gira en torno a Marina, por los diferentes colores vocales, expresividad y entrega. El capitán crevillentino Antonio Gandía conoce bien este Jorge y estuvo valiente, buen alumno del maestro Kraus que sigue siendo el modelo para este rol (incluso en el ornamento tan de Donizzeti en la famosa aria Costa la de Levante… con la que se presenta en escena), agudos no muy abiertos y bien colocados. Iría creciendo en confianza hasta el popular brindis que abre el tercer acto, correcto y empastado en sus dúos y tríos, para llevar a buen puerto el hermoso dúo Por Dios, tu pena cese con la protagonista.

El asturiano David Menéndez debutaba un Roque apabullante de principio a fin. Vocalmente su timbre es carnoso en toda la extensión, poderoso y brillante pero también muy expresivo con unas tablas que hacen siempre creíbles sus papeles. El cuarteto Seca tus lágrimas (nº 8) sería verdiano a más no poder por empaste y color de todos, otro tanto en el dúo con Marina Magnífico buque o el terceto Ya estamos a bordo, pero impresionaría especialmente en sus seguidillas (La luz abrasadora) tanto en lo vocal como por una interpretación “embriagadora” donde lucir su vis cómica y voz en toda su amplitud al igual que melódico y sentido el tango con el coro Dichoso aquel que tiene la casa a flote.

El contramaestre malagueño Luis López Navarro encarnó un completo Pascual, un bajo auténtico pero musical en cada intervención, rotundo por registro y “cantabile” en el primer dúo con Marina (¡Niégame que es tu amante!), nada «tosco y rudo trabajador…» sino pura lírica y lleno en el octavo número del cuarteto, para rematar una gran interpretación con la escena junto a Marina y Jorge (¡Ella! ¡Prudencia!).

Breves pero manteniendo el nivel de calidad el bilbaíno capitán y marinero “medio asturiano” José Manuel Díaz ya desde su primera escena Felices días con Marina, o la Teresa ovetense María Zapata, así como Seve Cimadevilla, componente del coro.

Y el coro titular que prepara San Emeterio, voces aficionadas pero imprescindibles en el Festival, aquí con protagonismo de principio a fin. Escénicamente siempre acertados (aunque para la complicada sardana resultase casi una danza prima mezclada ¿con un rigodón?), las voces blancas bien afinadas con los pescadores iniciales, encajando bien la escena marinera que cierra el primer acto, algo más “tensos” en la primera escena del segundo (con el arpa brillante y presente de José Antonio Domené que proseguiría en la romanza de Marina), para llegar bien curtidos para el brindis y matizados en el tango con Roque.

En el foso el asturiano Óliver Díaz volvió a demostrar su amplia experiencia en los repertorios belcantistas y el profundo, además de minucioso, conocimiento de «Marina» (con la que debutó en Gijón el ya lejano verano de 2003 para dirigirlo diez años más tarde en Madrid, y Oviedo al siguiente), exigiendo y “apretando” a todos hasta el límite pero mimando todas las voces, ayudándolas, consiguiendo sacar un balance orquestal apropiado para una plantilla mayor que en la versión de zarzuela, con la titular Oviedo Filarmonía que en sus manos rinde al máximo, con excelentes preludios (el del tercer acto de lo más “italiano”), buenos solistas y contagiando la confianza necesaria para un resultado global más que notable. No figuraba en el programa de mano, pero bien y presente (sonó algo amplificada) la breve intervención de pulso y púa desde la bolsa escénica en las seguidillas de Roque.

La puesta en escena de Bárbara Lluch volvió a ser visualmente atractiva, sencilla pero efectiva con la escenografía de Daniel Bianco, ayudando a las voces a base de escaleras y pasarela superior donde ir colocándose para proyectarse sin problemas, aunque haya cierto “horror vacui” por los muchos figurantes (también bailarines) que plásticamente resultan correctos pero por momentos abigarrados, deambulando sin mucho sentido. Espectaculares las videoproyecciones de Pedro Chamizo con unos cielos y Mediterráneo cambiantes para subrayar cada escena y la siempre acertada iluminación de Albert Faura. El vestuario de Clara Peluffo muy de la época en “los señoritos y señoritas” que no lo son para el ambiente marinero de astillero, playa y puerto, con unas rederas algo “floreadas” aunque el resto resultó más creíble y apropiado a todos los personajes.

Oviedo adora a Marina y toda la lírica, el Arrieta como mejor broche para un curso variado que sigue haciendo las delicias de tantos melómanos venidos de toda la geografía para comenzar a reivindicar la capitalidad cultural europea para 2031. Aún queda tiempo pero la historia se sigue escribiendo y la música en Asturias forma parte de su identidad.

FICHA:

Jueves 12 de junio de 2025, 19:30 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXII Festival de Teatro Lírico Español: «Marina», ópera en tres actos con música de Emilio Arrieta (Puente de la Reina, 1821 -Madrid, 1894) y libreto de Francisco Campodrón (1816-1870) y Miguel Ramos Carrión (1848-1915) basado en el texto de la opéra -comique La Veillée (1831), de Paul Duport y Amable Villain de Saint-Hilaire.

Estrenada como zarzuela en el Teatro del Circo, el 21 de septiembre de 1855.

Estrenada como ópera en el Teatro Real, el 16 de marzo de 1871.

Edición crítica de María Encina Cortizo.

Ediciones Iberautor, Promociones Culturales SRL Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2005 (2ª edición)

Nueva producción del Teatro de la Zarzuela (2024).

FICHA ARTÍSTICA

Dirección musical: Óliver Díaz – Dirección de escena: Bárbara Lluch – Asistente de la dirección de escena: Paula Castellano – Escenografía: Daniel Bianco – Vestuario: Clara Peluffo – Iluminación: Albert Faura Bravo – Ayudante de iluminación: David Hortelano – Movimiento escénico: Mercè Grané – Diseño de videoproyecciones: Pedro Chamizo.

REPARTO

Marina (huérfana): Sabina Puértoles – Jorge (capitán): Antonio Gandía – Roque (contramaestre): David Menéndez – Pascual (propietario del astillero): Luis López Navarro – Alberto (capitán): José Manuel Díaz – Teresa (amiga de Marina): María Zapata – Un marinero y una voz: Seve Cimadevilla (componente de la Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”).

FIGURANTES

Alberto Arcos, Claudia Agüero, Emilio Vega, Joana Quesada, Lucas García, Lucrecia Sánchez, Maite Menéndez, Olimpia Oyonarte, Oscar Fresneda, Paco Celdrán.

Oviedo Filarmonía

Coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”

Director de coro: José Manuel San Emeterio

Marina para cerrar temporada

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Este pasado lunes 9 a mediodía tenía lugar la rueda de prensa para presentar en el salón de té del Teatro Campoamor el cuarto y último título de la 32ª edición del Festival de Teatro Lírico, «Marina» de Arrieta y Campodrón, que levantará el telón este jueves 12 (19:30 horas) y el sábado 14 (19:00 horas).

Tomaría la palabra el presidente de la Fundación Municipal de Cultura (FMC), el concejal David Álvarez Menéndez que presentaba esta nueva producción del Teatro de la Zarzuela madrileño con dirección escénica de Bárbara Lluch, a quien agradeció y felicitó por el trabajo realizado en La Regenta, el segundo título, y por supuesto a la Oviedo Filarmonía en el foso, en el escenario la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo y al maestro Óliver Díaz, presente en la rueda de prensa junto a todo el elenco y a Cosme Marina, director artístico de la FMC.

Álvarez pudo presumir y con razón de seguir siendo el “segundo centro de exhibición de la lírica tras el Teatro de la Zarzuela, con una programación contemporánea estable en España» para este festival que sigue vivo 32 años después.

Cosme Marina comentaría de este título la fusión de “zarzuela y ópera» con un título que sigue vinculado al Teatro Campoamor (incluso en la temporada de ópera que arranca en septiembre), título recurrente en la capital asturiana. Del Festival de Teatro Lírico Español resaltó que puede sea el único con ocupaciones que están entre el 90 y el 100%. De esta Marina, resaltó que es un gozo por muchas razones, por Bárbara Lluch «que ha sido casi nuestra artista residente esta temporada, con dos de los cuatro títulos» y por tener a otra persona de la casa como Óliver Díaz, otra de las columnas de este Festival, para concluir con la ventaja de esta Marina donde tenemos un grandísimo reparto (con una zarzuela que el director ovetense conoce bien pues ya la dirigió en Madrid en 2014).

Bárbara Lluch aseguraba que Marina “es una de que una de las óperas españolas más difíciles de cantar y de interpretar” y ha incidido en que “es un honor, estar en Oviedo, en el Teatro Campoamor, defendiendo nuestro género lírico español”. Y comentaría que junto a La Regenta son dos de sus ‘hijos’ favoritos.

Para el asturiano Óliver Díaz siempre es un placer y un honor estar en casa en el amplio sentido de la palabra y estar impresionado con el dato del 92% de ocupación que «dice mucho del amor por la cultura que se respira en Oviedo». Musicalmente destacaría que Marina es una obra muy de contrastes y coral, pues requiere solistas de primer nivel. Proseguiría la maña de nacimiento, criada en Tafalla y «embajadora de la mierensía» Sabina Puértolas que asume el reto de este título de su «paisano» Arrieta, uno de los «más difíciles de cantar e interpretar… nos lleva al límite», y que con la «nueva visión» de Lluch es como recrear a su hijo adolescente por los cambios de ánimo de su rol protagonista.

Del elenco presente, también hablarían Antonio Gandía solicitando con humor, una «tercera función» que muchos venimos pidiendo hace tiempo (recuerdo cuando en los inicios había cuatro) y también pediría el barítono asturiano David Menéndez, debutando un Roque que preparamos juntos en aquellos años de estudiante, y ya que tiene tanto éxito de público también reivindicaría la tercera función.

Este jueves de vuelta a casa lo contaré para Ópera World y también desde este blog.

Gambito de dama

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Sábado 7 de septiembre de 2024, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVII Temporada de Ópera. Gaetano Donizetti (1797-1848): «Anna Bolena».

(Crítica para Ópera World del domingo 8 de septiembre, con el añadido de los links siempre enriquecedores, tipografía que no siempre se puede adaptar, y fotos propias, de Iván Martínez y de las RRSS)

Excelente apertura de la septuagésimo séptima temporada ovetense con la primera ópera de la llamada «Trilogía de las reinas» de Donizetti, esperando completarla en la próxima. Y eso que «Anna Bolena» solo se ha representado en el Campoamor en 1984 (con Cecilia Gasdia en el rol de la reina inglesa, siéndolo la muy querida Ana María Sánchez en 2000-2001). Esta de 2024 coronaría a Sabina Puértolas, considerada asturiana de adopción hace años, como la figura central de una “partida de ajedrez” de donde tomo mi título del llamado ‘gambito de dama’ por ser una de las aperturas más antiguas del juego de las 64 casillas, eje escénico donde transcurre esta producción propia de la Ópera de Oviedo ideada por Emilio López.

Todos los melómanos conocen lo que supone el llamado belcanto y Donizetti será uno de los reyes de este estilo compositivo romántico tan exigente para todos: orquesta, coro y voces que transitan por los extremos de sus tesituras y donde las heroínas del compositor bergamasco ‘expiraban bajo una lluvia de trinos, arpegios, escalas, saltos y notas agudas’ como escribe Harold C. Schoenberg en Los grandes compositores. Lo que nadie puede negar es el protagonismo que tienen todos sus personajes, incluyendo la orquesta y coro, con todo tipo de combinaciones más allá de las esperadas arias: dúos, tríos, cuartetos o concertantes, momentos para brillar a lo largo del drama aunque las heroínas sigan reinando. Por ello encontrar un elenco capaz de afrontar estas difíciles partituras es ya de por sí un reto, acertar un triunfo y que todo funcione a la perfección un éxito, por lo que hay que felicitarse en este primer sábado de septiembre, víspera del Día de Asturias, ante una efeméride operística que se recordará mucho tiempo.

El planteamiento de esta partida en el tablero musical resultó equilibrado desde todas las partes, ya desde la gran obertura, esa apertura ‘gambito de dama’ donde el maestro Iván López-Reynoso sacaría de la Oviedo Filarmonía una sonoridad compacta, clara, precisa y segura de esta formación que (le) conoce bien como director principal invitado, apareciendo una antescena con proyecciones e iluminación de Alfonso Malanda que auguraba lo mejor de este primer título en una especie de trailer (“teaser” lo llaman ahora). La aparición del coro de caballeros, peones simbolizando al pueblo tan protagonista de la trama, vestido por Naiara Beistegui moderno en concepto pero totalmente creíble para la época del rey inglés, empastados, sin excesos de movimientos en la escena ideada por Carmen Castañón, preparando la primera gran jugada con la mezzo Maite Beaumont, una Giovanna Seymour inmensa, poderosamente dulce, enamorando como su personaje y jugando como alfil el papel que abría todo un desarrollo de emociones a lo largo de tres horas. El primer pulso con la otra navarra, aquí la soprano y reina Sabina Puértolas demostrando lo bien elegidos ambos colores y voces, como el propio vestuario que Bolena presentaba con una capa bordada en su espalda la ficha de cabeza, una pieza que tomaría cuerpo (como el resto) y daría mucho juego en un duelo al que irían sumándose todas las demás para desarrollar ese juego de Poder y Monarquía como lo planteó Emilio López.

Sin entrar en muchos detalles, al menos destacar que ambas protagonistas nos dejarían el maravilloso dúo “Sul so capo aggravi un Dio” como buena muestra de la altura de sus voces, siendo el debut en el rol regio de nuestra embajadora de la mierensía, una actuación la de Sabina Puértolas, casi omnipresente, donde el esfuerzo físico de su papel es digno de resaltar, técnicamente irreprochable pero aún más su entrega, capacidad dramática jugando con todos los colores de su personaje, buen gusto, musicalidad, en toda una larga partida de movimientos vocales arriesgados, agudos estratosféricos y graves rotundos para convertirla en heroína coronada. Estoy seguro que según vaya rodándola le dará muchas alegrías, pues lo ha interiorizado desde la primera nota, estando vocal y vitalmente preparada para este gran papel.

Prosiguiendo con el orden de aparición en escena, otra voz femenina que triunfó en el papel masculino del músico Smeton fue Marifé Nogales que mantiene un estado vocal impoluto para una trayectoria siempre de calidad, registro grave claro y agudos llenos de ornamentos bien solventados como su rol de arpista (bellísimo sonido e intervención de José Antonio Domené en el foso), mostrando su calidad junto a las damas del coro, más peones necesarios para esta partida operística, sin blancas ni negras, de azules suaves con la misma calidez de sus voces blancas y encaje perfecto desde el inicio de la función, igualmente creciendo en toda ella junto a los hombres ayudados siempre por la colocación en escena y el volumen suficiente en todas las dinámicas, pues el foso mantuvo toda la gama de matices que escribió un joven Donizzetti. El Coro Intermezzo que dirige Pablo Moras sigue siendo sinónimo de calidad en la ópera ovetense.

Siguiente aparición la de Enrico VIII con el bajo italiano Nicola Ulivieri, debutante en Oviedo (sustituyendo esta misma semana a Javier Castañeda que sufriría un proceso catarral severo), reinaría desde su tesitura potente, de empaque y color regio para esta pieza del ajedrez con poco movimiento pero gigantesca implicación. Buen empaste con sus “parternaires” femeninas, volumen suficiente en los tutti para encarnar al rey de las seis esposas capaz de manchar sus manos de sangre y castigar a dos esposas a morir en el patíbulo acusadas de infidelidad.

Dos torres para dos Lores, lord Rochefort y lord Riccardo Percy, el barítono Carlos Daza que gana con los años en cuerpo y alma, junto al tenor John Osborn, aclamado desde su primer aria, una voz que nos recuerda la de nuestros años jóvenes: valiente, amplia, de agudos bien proyectados. Completando el tablero el caballo, Sir Hervey del tenor Moisés Marín que como su papel, daría mucho más juego en el final de la partida.

Dos actos de duraciones similares pero como en el juego del ajedrez darían un primero de desarrollo y el segundo de remate, movimientos vocales para disfrutar con este Donizzeti que pondría toda la carne en el asador, exigente tanto para las piezas protagonistas como los peones, y si la escena, vestuario e iluminación fueron sobrios, elegantes, donde los cuatro prismas van creando cada cuadro y escena siempre apoyados y engrandecidos por las proyecciones, las voces mantuvieron esa elegancia en el canto, la sobriedad sobre las tablas y la entrega de todos. Dando la unidad y confianza desde el foso a la orquesta (también en el final a la banda fuera de escena), el maestro mexicano trabajó a fondo esta «Anna Bolena» para sacar la riqueza tímbrica de cada sección, lucirse los primeros atriles, y ayudando siempre a las voces (nunca olvida su otra faceta de cantante), respirando con ellas, marcando al coro pendiente del encaje perfecto y el equilibrio dinámico, lo que ayudó a redondear esta ópera inaugural de la casi octogenaria temporada carbayona con la buena entrada habitual de las primeras funciones que cuentan con los abonados más veteranos, premiando con largas ovaciones especialmente a la pareja de los enamorados condenados: la Reina Sabina y Lord Osborn.

FICHA:

Sábado 7 de septiembre de 2024, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVII Temporada de Ópera. Gaetano Donizetti (1797-1848): «Anna Bolena». Libreto de Felice Romani, inspirado en los dramas “Enrico VIII” de Ippolito Pindemonte (1816), a partir de una obra de Marie-Joseph Chénier (1791), y en “Anna Bolena” de Alessandro Pepoli (1788). Tragedia lírica en dos actos.

Estrenada en el Teatro Carcano de Milán el 26 de diciembre de 1830. Nueva producción de la Ópera de Oviedo.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Iván López-Reynoso – Dirección de escena: Emilio López – Dirección de escenografía: Carmen Castañón – Diseño de vestuario: Naiara Beistegui – Diseño de iluminación: Alfonso Malanda – Dirección del coro: Pablo Moras.

REPARTO:

Enrico VIII: Nicola UlivieriAnna Bolena: Sabina PuértolasGiovanna Seymour: Maite BeaumontLord Rochefort: Carlos DazaLord Riccardo Percy: John OsbornSmeton: Marifé NogalesSir Hervey: Moisés Marín.

Orquesta Oviedo Filarmonía – Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo).

Manon no envejece

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Domingo 10 de septiembre, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Manon» (1884), música de Jules Massenet; libreto de Henri Meilhac y Philippe Gille, basado en la novela “Manon Lescaut” (1731) del Abate Prévost. Opéra Comique en cinco actos y seis cuadros, estrenada en la Opéra-Comique de París el 19 de enero de 1884. Producción de la Ópera de Oviedo, Teatro Municipal de Santiago de Chile y Auditorio de Tenerife.

Crítica para ÓperaWorld del lunes 11 con los añadidos de fotos (propias y de las RRSS), links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

 

Con este título de Massenet se alzaba el telón un 18 de septiembre de 1948 en el Teatro Campoamor tras las obras de reconstrucción del coliseo ovetense destrozado con la Revolución del 34 y la Guerra Civil. Hace 75 años integraban el reparto de aquella función inaugural artistas como Victoria de los Ángeles, Giacinto Prandelli o Manuel Ausensi que dejaron un sabor especial según las crónicas de entonces, con un brillo especial para esta celebración. Esta Manon del 10 de septiembre de 2023 volverá a ser recordada como la función de platino ante la calidad global de la representación donde todo fue sobresaliente, emocionante y al fin redonda, sin nada que envidiar a las anteriores ocho funciones en la historia de la ópera asturiana que arrancaba desde esta efeméride la septuagésimosexta temporada. Espero que para el centenario mantenga vivo este “drama de inocencia y corrupción” como lo titula Emilio Sagi en el programa de mano editado por la Ópera de Oviedo, otro para la colección con artículos y firmas que son también legado bibliográfico.
Esta première de la “Manon de 2023” lo tuvo todo bueno, comenzando por la escena, sencilla y efectiva de Sagi y Bianco, cuatro escaleras en módulos que como un puzzle se movían y encajaban para ambientar los cinco actos y seis cuadros, moviéndose a la vista como ya hiciese el asturiano en la “Bohème alicantina” que comenté desde estas páginas. La iluminación de Bravo ayuda a recrear cada ambiente según el respeto escrupuloso del libreto (especialmente la brillante fiesta del tercer acto), reforzado por el adecuado y elegante vestuario de Pablo Núñez, que en el caso de la protagonista recordaba el traje de 1948 (actualizado en color) y que lucía la soprano navarra en los carteles y página Web de la ópera ovetense.
La partitura de Massenet es una auténtica joya, con el texto siempre claro para todos los cantantes, con las partes habladas perfectamente medidas y encajadas dentro de una orquestación esplendorosa, llena de guiños a la Francia de la Regencia (1715-1723) y todo un derroche musical donde coros, concertantes, cuartetos, dúos y arias están llenos de melodías que desde el foso se arroparon a la perfección bajo una dirección excelente del debutante Nuno Coelho al frente de una OSPA, de la que es titular hace dos años, donde brillaron todas las secciones de nuestra formación comandada esta vez por Héctor Corpus de concertino. Si ya el preludio inicial premonizaba una “ópera grande”, de sonoridad clara y precisa, el maestro portugués mimó toda la obra y escena, favoreciendo la riqueza de matices y el lucimiento de todo el reparto vocal sin excepción. Auguramos una exitosa carrera a la joven batuta que está dejando ilusionada tanto a la orquesta asturiana como a los operófilos que este domingo comprobaron el talento y detalle de un trabajo primoroso desde la dirección musical de esta festejada “Manon”.
El coro titular de la ópera ovetense (Coro Intermezzo) bajo la dirección de Pablo Moras es otra de las apuestas seguras de las últimas temporadas, y esta vez pudimos disfrutar del buen estado de forma tanto vocal como escénico: seguro en los conjuntos, incluyendo el Magnificat del tercer acto fuera de escena o el inicial coro de damas del mismo acto. Un coro compacto, convencido, entregado, afinado, poderoso y matizado así como equilibrado en número, siendo otro protagonista del éxito dominical.
La amplia figuración además de la ambientación adecuada dotó a la escena de la grandiosidad precisa en sus apariciones, moviéndose con soltura por el escenario, y especialmente destacable la presencia asturiana en los llamados comprimarios y secundarios, desde el bajo barítono mierense Abraham García como buen posadero, portero discreto y hasta crupier digno de un casino internacional, de gran presencia vocal y escénica, hasta el trío femenino de demi-mondaines Poussette, Javotte y Rosette, voces de casa con profesionalidad y carreras asentándose, simpatía y excelente empaste a cargo de la soprano ovetense Ana Nebot con dilatada trayectoria y muchas tablas, más las mezzos María Heres (de Oviñana) que va asentando sus prometedores inicios, y la gijonesa Serena Pérez, de color personal complementando estas tres “libertinas” de buen entendimiento conjunto, que contribuyeron a engrandecer cada intervención, desde un gran primer acto al pletórico cuarto en el Hòtel Transylvanie junto a Manon. Ópera asturiana que también ofrece un elenco propio para exportar con total garantía, incluyendo a la soprano del coro Elisabeth Expósito como sirvienta.
Impresionante el Conde Des Grieux de Roberto Scandiuzzi, un bajo de verdad, que no abundan, buen cantante y actor, con registro poderoso y color perfecto para este padre que recuerda el Germont verdiano (y con muchos puntos en común incluso en el argumento de esta “Manon”) en sus dos apariciones.
Llegando al cuarteto protagonista masculino es difícil encontrar unas voces tan idóneas, redondas, afinadas, actoralmente impecables y con una línea de canto precisa, sin nasalizar un francés siempre complicado, comenzando por el De Brétigny del bajo barítono mallorquín Pablo López, buen lírico equiparado y constraste idóneo del corrupto Guillot de Morfontaine del tenor granadino Moisés Marín, ambos convincentes, desenvueltos, con sus personajes bien asentados y defendidos.
Punto y aparte el barítono barcelonés Manel Esteve como Lescaut en un momento vocal perfecto, fue el verdadero tercer apoyo de los protagonistas Manon y Des Grieux, aportando toda la gama dramática de un personaje lleno de aristas que su voz y presencia le valieron una de las grandes ovaciones de esta primera función, emulando al mejor Manuel Ausensi que lo cantase hace 75 años (y repitiese en 1956) cuando toda la temporada se celebraba en torno a las fiestas locales de San Mateo tras su paso por la de Bilbao.
No vamos a descubrir a estas alturas al gran tenor tinerfeño Celso Albelo, casi un asturiano más por sus muchos vínculos de su dilatada carrera con esta región, y que debutaba en“su Oviedo” al Caballero Des Grieux. Su voz ha ganado cuerpo y potencia, la gama dinámica sigue siendo admirable y amplia, la pronunciación impecable y totalmente creíble en un rol que parecía llevase años cantándolo. Sobresaliente alumno del siempre querido y recordado Alfredo Kraus en este mismo papel allá por 1964 y 1967 en la capital del Principado, cantado incluso por Pavarotti con Mirella Freni en 1970 y ya más cercano en el tiempo y memoria personal Jaime Aragall en 1975 con Jeanette Pilou. La química necesaria entre Des Grieux y Manon cuando funciona nos deja recuerdos imperecederos, y Albelo junto a “La Puértolas” será uno de ellos. Flechazo vocal y emocional, “siempre nos quedará París”, dúo impactante de tenor y soprano, con el muy sentido segundo acto, la evolución dramática reflejada en la línea de canto, lirismo y pasión, impactante y aún mayor el acto tercero en la escena del Seminario, y rompedor el quinto que remataría esta exitosa première.
La auténtica estrella, protagonista eterna y siempre joven Manon estuvo encarnada por la soprano navarra Sabina Puértolas que volvió a enamorarnos. Casi omnipresente, encantadora, embaucadora, inocente y corrupta, elegante y decadente, siempre refinada, dominadora de la escena de principio a fin, su voz se paseó por todos los estados de ánimo del personaje. Desde el dúo con su primo Lescaut, la delicada aria a la mesita «Adieu notre petite table” del segundo acto, la conocidísima y bellísima “Profitons bien de la jeunesse” del tercer acto, lo más aplaudido del domingo, cada intervención de la navarra era un placer para el oído y la vista, emociones desde Saint-Sulpice hasta el final “Je sena une puré flamee” de la arrepentida y dual Manon para poner el broche final de una celebración que pasará a la historia de la ópera en Oviedo.
FICHA
Domingo 10 de septiembre de 2023, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Manon» (1884), música de Jules Massenet; libreto de Henri Meilhac y Philippe Gille, basado en la novela “Manon Lescaut” (1731) del Abate Prévost. Opéra Comique en cinco actos y seis cuadros, estrenada en la Opéra-Comique de París el 19 de enero de 1884. Producción de la Ópera de Oviedo, Teatro Municipal de Santiago de Chile y Auditorio de Tenerife.
FICHA ARTÍSTICA
Manon Lescaut: Sabina Puértolas – El Caballero Des Grieux: Celso Albelo
El Conde Des Grieux: Roberto Scandiuzzi – Lescaut: Manel Esteve – Guillot de Morfontaine: Moisés Marín – De Brétigny: Pablo López – Un Posadero, Portero, Crupier: Abraham García – Poussette: Ana Nebot – Javotte: María Heres – Rosette: Serena Pérez – Guardia jugador: Gaspar Braña – Una sirvienta: Elisabeth Expósito.
Dirección musical: Nuno Coelho – Dirección de escena: Emilio Sagi – Diseño de escenografía:
Daniel Bianco – Diseño de vestuario: Pablo Núñez – Diseño de iluminación: Eduardo Bravo.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias – Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), dirección del coro: Pablo Moras.

Tres décadas del Festival de Teatro Lírico de Oviedo

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El Festival de Teatro Lírico de Oviedo cumple tres décadas

El ciclo de este año incluye cuatro títulos más la Gala Lírica. Arrancará en febrero, con la zarzuela de José Picón, “Pan y toros”, Los abonos salen a la venta mañana miércoles, día 21.

El presidente de la Fundación Municipal de Cultura, José Luis Costillas, ha presentado esta mañana próxima temporada del Festival Lírico de Oviedo, “nuestro querido festival de Zarzuela, con una efeméride muy especial este año, ya que se cumplen 30 años del Festival de Zarzuela de Oviedo, uno de las pocas temporadas estables de este género en toda España, junto con, por supuesto, el teatro de la Zarzuela de Madrid”. Le han acompañado Cosme Marina González, Director artístico del Festival; María Ablanedo, Vicepresidenta de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo; Dolores Sánchez García-Conde, jefa de coro de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo y Gonzalo Martínez Peón, Director de La Nueva España.
Costillas ha agradecido la colaboración de todos ellos y ha detallado que “serán un total de cuatro títulos más la Gala Lírica los que pasarán por las tablas del teatro Campoamor, con una excelente selección a cargo de la dirección musical, que sigue acercando este género a los aficionados ovetenses y asturianos. Arrancará la temporada en febrero, con la Zarzuela de José Picón “Pan y toros”, un clásico del género que se estrenó a mediados del XIX en el teatro de la Zarzuela de Madrid. La orquesta Oviedo Filarmonía pondrá música a este primer título de la temporada y también contaremos con la colaboración del coro de la Capilla Polifónica. Y cabe destacar el nombre del que es el director de escena de esta nueva producción del teatro de la Zarzuela con la que estrenamos la trigésima …. Un hombre al que estamos acostumbrados a ver encima del escenario o en la pantalla, que es el actor Juan Echanove, que también desarrolla esta faceta artística al frente de la escenografía”.
Le sucederá, en el mes de marzo, “la Gala Lírica a cargo de los intérpretes Sabina Puértolas e Ismael Jordi, con la OFIL y la dirección de Lucas Macías«. En abril, el título “La Dolores”, con música y libreto de Tomás Bretón, otro clásico que contará con la dirección escénica de Amelia Ochandiano. También con música de la OFIL, en este caso, bajo la dirección de Oliver Díaz, y con el coro de la Capilla Polifónica”, ha subrayado el responsable municipal de Cultura.
El tercer título de la temporada: “Entre Sevilla y Triana”, llegará a finales de mayo, “una co-producción que se realiza en colaboración entre cuatro destacados teatros de nuestro país, el Arriaga de Bilbao, el de la Maestranza de Sevilla, los teatros del Canal de Madrid y, cómo no, nuestro Campoamor. El cuarto de los títulos de la temporada de Zarzuela llegará a finales de junio, y será la comedia “El Caserío”, con la dirección musical de Lucas Macías, también coproducción entre el Campoamor y el Arriaga. El director musical se extenderá ahora en los detalles de esta selección, pero desde la Fundación Municipal de Cultura queremos destacar el orgullo que nos produce el haber sido capaces de mantener una temporada estable que ya sopla 30 velas, con una fiel afición y nuevos devotos cada año. Números que no hacen más que engrandecer el enorme repertorio musical que ofrece la ciudad de Oviedo a sus habitantes y a los que nos visitan, que son muchos y lo hacen, muchas veces atraídos por la extensa oferta cultural de la capital del Principado”.
Costillas también ha adelantado que “los abonos se pondrán a la venta mañana miércoles 21, tanto los abonos del Festival como las localidades para la Gala Lírica, por los cauces habituales. Y que, como siempre me gusta recordar, es una excelente excusa para regalar cultura por Navidad y contribuir así al tejido empresarial que constituye la gran familia de la cultura de nuestra ciudad”. Y ha cerrado su intervención con ¡una mención especial al premio que conocíamos ayer concedido por la entidad Ópera XXI, el Premio a la Mejor Iniciativa, Intérprete, Dirección o Producción de Repertorio Lírico Español, que ha recaído en el Festival de Teatro Lírico Español, en nuestra Temporada de Zarzuela, así que finalizamos el año con muy buenas noticias. Enhorabuena a los responsables. El año pasado se lo llevó la Ópera de Oviedo. La lírica goza de muy buena salud en nuestra ciudad”.
Gonzalo Martínez Peón, ha destacado que “tres décadas y el premio de ayer de Ópera XXI evidencian el ‘milagro musical de Oviedo’, No hay ciudad en España con una programación musical tan importante y tan intensa. Gracias a la FMC, a la Ópera y a todas las entidades que hacen posible esta programación y como no, al gran apoyo ciudadano. Felicidades por estos 30 años y por el Premio de Ópera XXI”.
María Ablanedo también se ha referido al Premio de Ópera XXI que “nos da un espaldarazo nacional para que este festival siga creciendo y se siga manteniendo. Muchos de los que ya no están con nosotros lo celebrarían por todo lo alto. La zarzuela es una joya del patrimonio musical de este país. En Oviedo somos únicos, con Madrid, en potenciar este género. Tenemos el deber de cuidarlo, seguir inyectando dinero para fortalecerlo porque el Campoamor es el teatro de los ovetenses pero también de todos los asturianos”.
Dolores Sánchez García-Conde ha subrayado “el esfuerzo incansable de la Fundación Municipal de Cultura y del Ayuntamiento de Oviedo en mantener esta Temporada, la segunda más importante de España y del mundo. Es un orgullo para la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo compartir escenario. Regalemos zarzuela. Feliz Navidad y que el año que viene venga cargado de buena música”.
El director musical de la temporada del Festival Lírico, Cosme Marina, ha indicado que “la lírica española es mucho más extensa que la zarzuela es un universo de géneros que convierten a España, junto con Italia, en el país con mayor número de obra lírica escrita”. Este Festival “incluye mucho más que zarzuela (…) uno de los escasísimos géneros españoles. Para nosotros el Premio de Ópera XXI es un respaldo a un trabajo colectivo”.
La XXX edición se ha pensado “como una fiesta en la que se ha hecho lírica española de gran calidad”. El número de asistentes a la edición del año pasado fue de 10.000.
TRAILER «Pan y toros»:
TÍTULOS Y FECHAS:
“PAN Y TOROS”, jueves 23 y sábado 25 de febrero.
“LA DOLORES”, jueves 27 y sábado 29 de abril.
“ENTRE SEVILLA Y TRIANA”, jueves 25 y sábado 27 de mayo.
“EL CASERÍO”, jueves 22 y sábado 24 de junio.
Gala Lírica de Sabina Puértolas e Ismael Jordi y Oviedo Filarmonía bajo la dirección de Lucas Macías, viernes 31 de marzo.

Enlace con más información y entradas.

Fresco surrealismo

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Viernes 4 de septiembre, 20:00 horas. Teatro Campoamor, LXXIII Temporada Ópera de Oviedo. L’Heure Espagnole (Ravel), Les Mamelles de Tirésias (Poulenc). Primera función, entrada anfiteatro: 63 €.
Emociones encontradas para el arranque de curso escolar y temporada en «La Viena española», Oviedo capitalidad musical que con todo el esfuerzo humano levantaba el telón con un programa doble francés, original, fresco, surrealista, luminoso, feminista, colorido, nuevo en esta plaza, rodeado de todas las medidas de higiene y prevención en la Era Covid-19.

Perfecta organización, responsabilidad compartida, «hambre de pan y horizonte», de música, necesidad vital y real para todos, encuentros con distancia, abrazos robados pero con ganas de recuperarnos en esta anormal normalidad. Información en el móvil, desde las entradas hasta la hoja con el reparto en QR (al fin le encuentran la máxima utilidad obligados por las circunstancias), a la venta un buen libreto para coleccionar y donde el tándem musicológico Sanhuesa – Cortizo plasma negro sobre blanco lo que pudimos disfrutar en su conferencia del miércoles pasado sin movernos de casa gracias a las nuevas tecnologías que son ya la herramienta imprescindible en estos tiempos, transmitida por la cuenta en Facebook© de la propia ópera ovetense.

También un imprescindible como Francesc Cortés y por supuesto la presentación Dos divertidas joyas líricas de Emilio Sagi40 años desde su debut en esta su casa, a quien se le entregó una placa en recuerdo de la efeméride en el descanso, además de pasar a denominar la sala de ensayos con su nombre, merecido homenaje a un ilustre que sigue maravillando con sus puestas en escena siempre arrolladoras capaces de aunar opiniones, todo un logro en tiempos crispados.

Obertura de conferencia previa siempre con el gran comunicador Pachi Poncela que no pude escuchar en vivo por respeto a las indicaciones de un personal algo perdido, como todos, pero que pude disfrutar igualmente en casa como «postludio» desde el canal YouTube© de la Ópera de Oviedo.

Distancias obligadas entre butacas, la pena de observar el aforo a medias, puntualidad de «hora española» para la bienvenida en castellano, inglés y asturiano (poco pateo), mascarillas, ausencia de toses que se agradece siempre, y todo un discurso inicial por megafonía recordando a quienes no están, la ilusión y ganas de levantar el telón en esta temporada septuagésima tercera (¡73 años ininterrumpidos! con los que el «bicho» tampoco ha podido). Se apagan las luces, olvidamos las penas y late el corazón porque el espectáculo tiene que continuar. La OSPA casi camerística en el foso (con la percusión en las bolsas de los palcos laterales) y al frente Maximiano Valdés, tan «asturiano» y nuestro como esa orquesta que tanto le debe, regreso celebrado que supuso el primer acierto del programa doble, dominador de los planos sonoros, atento a la escena y recordando la calidad que atesoran maestro y sinfónica.

La hora española del Ravel con raíz española inimitable, dominador de la orquestación, deudor de nuestro folklore (habanera de ida y vuelta) e inspirado libreto «toledano» del relojero Torquemada (Francisco Vas), la insatisfecha Concepción (Maite Beaumont), sus «pretendientes» Gonzalve (Joel Prieto) y Don Íñigo Gómez (Felipe Bou) más la fuerza bruta del mozo de mulas Ramiro (Régis Mengus), triunfador y aplicable al esfuerzo del barítono debutante en Oviedo con un doblete que requiere preparación física y mental. Escena para el enredo, simbolismos de relojes como ataúdes donde esconderse, cercanía cronológica que no pierde actualidad, vocalidad plena de la segunda debutante, la pamplonica Maite Beaumont, mezzo ideal a quien espero volver a escuchar en repertorios más agradecidos que este raveliano, exigente en todos los planos donde brilló con personalidad y buen gusto.

El tercer debut en el coliseo carbayón del tenor Joel Prieto plenamente adaptado a las exigencias de la partitura (nasalidad obligada pero nada artificial) redondeó un buen elenco junto a los conocidos Paco Vas y Felipe Bou en esta primera página francesa de los nuevos tiempos para «viejas obras», comedia musical estrenada en la ópera cómica así reconocible para nuestros vecinos del norte que han sabido marcar distancias con tradiciones centenarias de rivales artísticos y geográficos.

Pausa de 40 minutos con agua de cortesía para recuperar aliento y descansar de la mascarilla, saludos desde la distancia, estirar un poco las piernas y Les Mamelles de TirésiasPoulenc en estado puro con su Apollinaire inspirador, surrealismo siempre vigente, argumento casi histriónico tratado con una puesta en escena colorista «marca Sagi», inconfundible, junto al vestuario de Gabriela Salaverri acorde con toda la producción, el Coro de la Ópera de Oviedo que nunca defrauda (con puntuales y acertadas aportaciones al reparto de solistas) y un elenco vocal de primera que sumo unir el cariño por los habituales con la solvencia de todos ellos.

Ópera bufa con el prólogo a cargo de David Menéndez capaz de entusiasmar por poderío vocal y presencia, arranque impresionante de verdadero cabaret antes de los dos actos con Sabina Puértolas y Régis Mengus entregados, bordando los personajes siempre arropados por el maestro Valdés y la OSPA en sus precisos balances.

La soprano navarra elige bien su repertorio y Sagi saca de ella todo su potencial, cómico, escénico y vocal, sin amaneramientos pese a la escritura de Poulenc. Seductora y entregada, el público ovetense la siente como propia porque nunca defrauda. Su «Teresa destetada» nunca pierde gracejo, la sorpresa cartomancia lo es mayor por ese travestismo sin perder color ni frescura, sumándole su capacidad camaleónica en todos los papeles que afronta, y esta Thérèse está entre las joyas de la pamplonica. Las mujeres siguen mandando…

Del barítono francés Mengus destacar su personaje rotundo que da la réplica en esa «vuelta de calcetín» feminista por la que no parece haber pasado el tiempo. Si con Ravel demostró fuerza total, nunca bruta, de amante mozo de mulas a marido surrealista redondeó un debut carbayón de altura, incluyendo su visible trasero en la ducha del primer acto que ha sido foto de hoy en la prensa* (lástima quedarse en lo anecdótico). Actoralmente impecable, color vocal perfecto, bien diferenciado del gendarme astur, y sobre unas tablas con las que le podría llamar con todo el respeto «animal escénico». Todo un descubrimiento para el que suscribe.

Inteligencia y acierto en la mezzo debutante en Oviedo Anna Pennisi, desconozco el reparto de mezzos para la doble función. Simpático el hijo de mi «adoptado» Pablo García-López, breve y agradecido, acertada elección para un personaje ideal por edad, presencia y color vocal, aunque debe engordar un poco tras esta función (en Oviedo un par de kilos seguro que coge).

Epatante e impactante siempre nuestro David Menéndez de gendarme en una obra que ya interiorizase a la perfección en el hermano teatro Arriaga bilbaíno y en el Liceu catalán, de la misma producción. Y por supuesto un conjunto compacto el resto de cantantes (he dejado la ficha más arriba) incluyendo los del coro, para esta luminosa producción, equilibrada en cada detalle con un Sagi que contagia energía, alegría de vivir y pasión por la escena.

No hay mejor terapia que la música, subir el telón y olvidarse de todo, desconectar aunque todo sea distinto desde el pasado viernes 13 de marzo e imprevisible. El surrealismo habita entre nosotros.

Reencontrarse con la fuerza que emana de un público ávido del directo, de los reencuentros, la necesidad de recuperar un tiempo perdido que no nos devolverán por mucho que rebusquemos no tiene precio. Sin planes a medio ni largo plazo solo queda nos vivir cada día y disfrutar.

Gracias por el esfuerzo, por el trabajo, por la ilusión, gracias a la ópera de Oviedo donde cumpliré mis «bodas de oro» en 2.021 esperando poder celebrarlas. Al menos puedo presumir que un 1971 sentado en  «gallinero» con mi abuelo Pachín, el tenor cordobés Pedro Lavirgen cantaba un Andrea Chenier que marcaría de por vida mi afición lírica, completando una melomanía que sigue acompañándome.

P.D.: * La foto de hoy en la prensa regional de hoy y galería de imágenes:

Sobria y elegante Luisa Fernanda

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Jueves 20 de junio, 20:00 horas. Teatro Campoamor, XXVI Festival de Teatro Lírico Español: Luisa Fernanda, comedia lírica en tres actos  (música de Federico Moreno Torroba, libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw).

Producción del Teatro Real con dirección musical de Óliver Díaz y escena de Emilio Sagi.

Último título de la segunda temporada española con lleno en el Campoamor apostando sobre seguro, tanto por la zarzuela elegida, que muchos conocemos desde nuestra infancia, como por la escenografía de Sagi que nunca pasará de moda por su elegancia y sobriedad, sumando un elenco vocal de altura para redondear un éxito que se esperaba como agua de junio (no dejó de llover y el frío era otoñal más que víspera de la entrada del verano).

El propio Emilio nos deja una introducción en el programa de mano de la que quiero resaltar cómo entiende a los personajes: «… son burgueses, discuten de política. Hablando más directamente (…) hay que decir que Luisa es una mujer educada, culta, y que Vidal es un hombre extremeño, rico, cosmopolita, y nunca un “paleto”, que conoce bien a las mujeres: en su duetto con la Duquesa Carolina,
él sabe muy bien cómo «dar caña» a esta aristócrata
«, y la elección de las voces protagonistas resultó ideal, comenzando con el barítono tarraconense Ángel Órdena que cuajó un Vidal Hernando convincente, algo menor en la media voz, pero dando credibilidad a su protagonista tanto cantando como en el siempre difícil verso hablado que proyectó sin problemas. Emoción sincera en Luché la fe por el triunfo, y de menos a más en el coro de los vareadores. La otra triunfadora fue la soprano navarra Sabina Puértolas como la Duquesa Carolina, elegancia en estado puro, timbre perfecto y musicalidad arrolladora dejándonos dos maravillosos dúos: el Caballero del alto plumero. y Para comprar a un hombre. El contrapeso femenino la Luisa Fernanda en la voz de la soprano Davinia Rodríguez, papel complicado y exigente, más de mezzo por una extensión de agudos amplios hasta los difíciles graves, pero resolviendo bien sus dúos con Vidal En Mi tierra extremeña, y el último con Javier Cállate corazón, empastando sin problemas en el resto de números, siendo las partes habladas las menos convincentes aunque igualmente válidas, pues no debemos olvidar que el texto es el origen de la zarzuela aunque los melómanos nos quedemos solo con la música.
El cuarteto protagonista lo completaría el portorriqueño madrileño Joel Prieto como Javier, un tenor prometedor, comenzando algo nervioso y titubeante en De este apacible rincón de Madrid pero que iría creciendo con la representación en los números que tantas veces hemos escuchado a los grandes. Su timbre es bello, aún necesita ganar cuerpo, y se fue ganando al respetable.

Hubo varias voces asturianas que dieron la redondez necesaria a esta maravillosa partitura, la soprano Ana Nebot como Rosita, segura sobre las tablas y de emisión clara, la mezzo María José Suárez como Doña Mariana que se mete siempre al público en el bolsillo en cada actuación, completa en canto y habla, y el siempre esperado Saboyano del tenor Juan Noval-Moro, entrando marcialmente en escena con una de las melodías más tarareadas de mi adolescencia.

Menos presencia pero igual de importante y solvente la de Manel Esteve como Luis Nogales junto al resto del elenco vocal en personajes que por menores no dejan de tener su peso y calidad para mantener un equilibrio vocal, y donde también tuvieron presencia siete componentes de la Capilla Polifónica «Ciiudad de Oviedo», indicativo de la necesaria calidad citada y experiencia del coro dirigido por Pablo Moras, que además completaron como es habitual, una actuación muy digna pese a las dificultades que conlleva cantar fuera de escena varios números además de la conocida Mazurka de las sombrillas que supuso uno de los momentos álgidos de la representación a nivel vocal y visual por parte de todos.
No faltó el ballet, siempre bello y vistoso, más la niña Amelia Álvarez que todos mimaron en escena, desenvolviéndose con una soltura envidiable.

El máximo responsable musical el asturiano Óliver Díaz volvió a demostrar que es una de las grandes batutas del momento y el mejor defensor de nuestra Zarzuela. Sin perder detalle mantuvo las dinámicas precisas para favorecer las voces, la Oviedo Filarmonía sonó compacta y segura con intervenciones maravillosas del arpa y el concertino en esta recta final de temporada donde ha crecido exponencialmente, sonando la maravillosa música del maestro Moreno Torroba como hacía tiempo no escuchaba.

Y de nuestros ilustres asturianos, el tándem Emilio Sagi con el vestuario de Pepa Ojanguren solo caben elogios para esta producción de líneas puras y colores cálidos, con la iluminación siempre cálida de Eduardo Bravo y coreografía de Nuria Castejón.

Titulo esta entrada con los calificativos de sobria y elegante porque es la tónica, con el detalle de «inventar una maqueta de Madrid y situarla a un lado del escenario, reciclándola como decorado campestre cuando la historia se mueve a Extremadura» con un paño sobre el que las bailarinas colocan unas encinas, la grande que preside el tercer acto, los distintos planos que nunca dan sensación de muchedumbre y sobre todo esos efectos visuales de sombras, luces que dan una plasticidad a la acción bellísimas por su sencillez en esta «historia de sentimientos» perfectamente reflejados por las voces bien elegidas con un «final abierto, sin dar una solución clara a este asunto» de amores y lealtades en ese ambiente con claro marco político de enfrentamiento entre realistas y revolucionarios resuelto con una puesta en escena impecable y unas voces convincentes.

Oviedo quiere zarzuela, de la grande, con títulos y voces de calidad que pongan nuestro género al mismo nivel que la ópera, con más funciones para llegar a un público que ama y entiende esta música como propia. Ya estamos esperando la vigesimoséptima edición de un festival completamente integrado en la vida cultural de «La Viena del Norte», aunque siempre nos queda la calle Jovellanos de Madrid, asturiana e ilustrada. Viva la Zarzuela con mayúsculas.

Doña Paquita de Pasqual

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Miércoles 29 de mayo, 20:00 horas. Teatro de la Zarzuela, Madrid; retransmisión en vivo (desde los canales propios del teatro en Facebook, YouTube y Web): Doña Francisquita (música de Amadeo Vives, texto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw inspirada en «La discreta enamorada» de Lope de Vega). Adaptación de Lluis Pasqual. Fotos ©TeatroDeLaZarzuela (capturas de pantalla de la emisión).

Desde sus orígenes la escena siempre ha sido objeto de visiones distintas con un mismo original. Teatro y Lírica forman parte de ello y hace años que los directores de escena y dramaturgos han querido revisar, actualizar o versionar con distinto criterio muchas obras maestras. En el caso de la ópera aún tengo mi primer recuerdo de Peter Sellars con un Cossì mozartiano ambientado en el «Despina’s caffe» o más recientemente una Bohème de Damiano Michieletto con la Netrebko, Beczala y sus amigos «yonkis», escenografías que comenzarían a romper moldes en aquella recordada Traviata de Salzburgo con Villazón firmada por Willy Decker, sin olvidarme de los muchos Elisir solo citando DVDs que tengo en casa. De las muchas «actualizaciones» que han pasado por el Campoamor tengo buen recuerdo de unos Diálogos de Carmelitas de Carsen increíbles frente a la época de balnearios, albornoces y toallas (probablemente portuguesas) pero también el Sagi que ambientó en Llanes el archirrepresentado Elisir amén de las óperas barrocas que continúan la línea escénica en boga.

A nuestra zarzuela también ha llegado este interés por las «revisiones» con mayor o menor acierto, pues Calixto Bieito o La Fura resultan habitualmente «taquilleros» además de controvertidos por desvirtuar la acción original (como en tantas óperas), encumbrando a los directores de escena como los divos actuales, obligando a actuar en condiciones antinaturales para cualquier cantante, buscando más la visión estética que la musical, primando la belleza de cantantes más que su voz, una tiranía en la sociedad del placer. No tengo buenos recuerdos en algunos montajes finalizando con un Sobre Verde que sobraba, y en cambio la última Africana presentada por Joan Font resultaba por lo menos respetuosa desde lo actual. Hay que reconocer que los escándalos y las críticas negativas se hacen virales, ayudan a llevar más público, unos por morbo, otros para comprobar y a veces corroborar lo leído, pero los que se estrenen me preocupa se lleven una visión parcial de grandes obras musicales donde la escena sigue ocupando tres cuartas partes de las críticas.

Mi generación creció con el audio (radio, vinilos, cassettes y CD), y tras la llegada de la televisión y el vídeo (luego el LaserDisc, el DVD o el BlueRay) supuso un avance al acercarnos la otra mitad tan importante como la música: la escena. La llamada «era de internet» es la última revolución que en el acceso a la lírica en general supone «universalizar», pero no siempre con la calidad deseada, aunque siempre con excepciones y la controversia siga vigente.

Toda esta introducción viene a cuento por la última producción del Teatro de la Zarzuela coproducida con el Liceu barcelonés y la ópera de Lausanne de Doña Francisquita y música del maestro Vives y un elenco de primeras figuras que con una excelente realización en directo (que disfruté en el televisor) y una toma de sonido impecable, hicieron llegar a todo el mundo (twitter echaba humo) esta joya de nuestro género por excelencia que llegaba con mucha polémica previa no siempre educada y perdiendo el respeto por quienes trabajan en ella, con mucho dinero invertido en vestuario, luces, atrezzo, escena y todo el personal. Si es gratis apagamos en caso de que no guste, si pagamos podemos no aplaudir, pedir la hoja de reclamaciones (porque quien paga tiene derecho a protestar), aportar opiniones razonadas siempre discutibles (el debate mantiene la mente despejada) e incluso silbar o patear al final del aria, romanza o toda la función (he vivido algunos momentos así con cantantes y últimamente más con las escenografías, lanzamiento de zapato incluido), pero nunca faltar al respeto, algo que tristemente se está dando en nuestra sociedad de la que la zarzuela o la ópera tampoco se escapan, fiel reflejo de estos tiempos, y que la zarzuela siempre criticó por ser algo vivo, irrepetible cada día.

Vuelven los tiempos de los escándalos por Jesucristo Superstar, el desnudo de Victoria Vera en Equus y los mal llamados conservadores que enarbolan la bandera de su moralidad y pensamiento único. Tendremos que recuperar aquel espíritu de libertad y de buenos modales que se han perdido.

Lluis Pasqual, como tantos otros, decide cambiar la acción original de Doña Francisquita del Madrid que arrancaba el pasado siglo, a tres momentos en cada acto (1934 grabando un disco, 1964 en aquella televisión del UHF que en la actualidad parece estar en las madrugadas o madrugando, y un ensayo general de nuestros días), teniendo que introducir al narrador que nos explique su personal visión con textos propios (genialmente interpretado por Gonzalo de Castro) y centrarnos en un argumento perdido con escenografía y bellísimo vestuario de Alejandro Andújar, aunque también hay crítica propia de estas «actualizaciones» por parte de Doña Francisca, que la asturiana Mª José Suárez bordó en cada intervención (seguro que también lleva más de cuarenta representaciones). De los tres actos el segundo me pareció el más logrado.

Las voces principales estuvieron a la altura esperada: Sabina Puértolas (Doña Francisquita) en un rol debutado sin problemas aunque le queda «hacerse con él», e Ismael Jordi (Fernando) que está en un momento álgido de rotundidad vocal aunque sigamos recordando al irrepetible Alfredo Kraus (dedicatario de este título). Los dos lucieron en las romanzas y nos dejaron unos dúos impecables.

No se quedaron atrás Ana Ibarra (Aurora), para mí la verdadera triunfadora de la noche en una complicada partitura que defendió con calidad y belleza a «La Beltrana», más Vicenç Esteve (Cardona), junto a un excelente Santos Ariño (Don Matías).

El cuerpo de baile lució y se lució más allá del esperado Fandango donde la incombustible Lucero Tena volvió a brillar como la figura mundial que es con las castañuelas (el público verdaderamente la aclamó), si bien no entendí que se repitiera, no era un bis, con ella sentada, dentro de esa idea de ambientar como ensayo el último acto.

El coro titular que dirige Antonio Fauró ayudó a completar una escena variada y variable (sentados todo el primer acto) pero perfectamente empastados y con los protagonismos esperados, sumando al conjunto desde su calidad habitual.

Redondearon la música la Orquesta de la Comunidad de Madrid y el titular Óliver Díaz, verdadero maestro sacando de todos lo mejor, defendiendo desde el teatro de la calle Jovellanos nuestras partituras, trabajador incansable, cuidando las dinámicas y los tempi que favorecieron el lucimiento de un elenco vocal que dignifica nuestro género, algo que siempre reclamamos para poder exportar nuestro patrimonio musical al resto del mundo.

Personalmente he visto cosas peores y he disfrutado como algunos otros, aunque esta «Doña Paquita de Pasqual» no sea la genuina «Doña Francisquita» sino más bien un homenaje (o salto en el tiempo) desde una óptica no bien explicada o entendida por muchos.

Distintos, no distantes

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Viernes 17 de octubre, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Sabina Puértolas (soprano), Mª José Suárez (mezzo), Roger Padullés (tenor), Christopher Robertson (barítono), Coro «El León de Oro» (director: Marco A. García de Paz), Oviedo Filarmonía, Marzio Conti (Director). Obras de Bach y Schönberg.

Comienza la temporada de los Conciertos del Auditorio con dos mundos totalmente distintos en un mismo universo sonoro, dos obras opuestas, «amor sacro y amor profano» que titula Juan Manuel Viana sus notas al programa, dos visiones distintas pero no distantes pero capaces de mostrar la versatilidad de una orquesta que sigue ganando en calidades bajo la dirección de su titular, y disfrutar de nuevo con el mejor coro asturiano capaz de cantar «a capella» o con orquesta siendo su sonoridad la de un instrumento más sin renunciar a sus señas de identidad: la búsqueda de la perfección desde un arduo y meticuloso trabajo que les ha llevado a triunfar incluso en Londres y todavía nos seguirán dando muchas alegrías.

El Magnificat en re mayor, BWV 243 (J. S. Bach) representa un despliegue sonoro y catálogo de emociones en sus doce números bien contrapuestos como joya barroca que es y cántico de la iglesia católica donde el genio nacido en Eisenach logra exprimir los textos en latín como si de su lengua vernácula se tratase. Una orquesta reducida y colocada para la ocasión (con el continuo de Sergei Bezrodni), cuatro solistas aseados y un coro valiente, convencido desde la primera intervención, siempre con las intensidades adecuadas, presencia y musicalidad en una formación que sigue renovando voces sin perder un ápice una sonoridad y estilo propio. Conviene recordar la dificultad técnica de esta obra cuya virtud está en parecer sencilla, y los tres números corales finales así sonaron, desde el potente fugado del Fecit potentiam hasta el Gloria Patri en momentos celestiales.

Me sorprendió la actitud corporal de Sabina Puértolas por una gestualidad a la que no estamos acostumbrados en estas obras. siempre más recogida incluso en la posición para sujetar la partitura, pero su voz y gusto superaron presencia en el Et exsultavit y continuaron en Quia respexit, cumpliendo sobradamente (con su «Micaela» madrileña aún en el subconsciente). El barítono Robertson, estadounidense afincado en Bilbao, cantó con el continuo su Quia fecit algo corto en el grave -parece difícil encontrar bajos cantantes, recurriendo a barítonos cuyo color de voz nunca es igual- aunque suficientemente. Del tenor catalán especialista en estos repertorios, me gustó cómo empastó con la mezzo asturiana en Et misericordia pero su Deposuit quedó algo mermado en volúmenes buscando asegurar afinaciones desde unas dinámicas menos arriesgadas, con una voz agradable y bien colocada. De mi querida Mª José Suárez siempre hay que destacar su profesionalidad y saber estar, sin excesos vocales en el citado dúo y bien en su Esurientes, fluido para esa ternura del texto latino. Finalmente la orquesta sin ser especialista ni dotarse de instrumentos para la ocasión, desde una sonoridad cercana al barroco pero con cierto romanticismo en cuanto a la intención por parte de todos, estuvo siempre acertada, un trío de trompetas sin complejos, los timbales mandando y con los ritardandi perfectos, maderas de tímbricas recogidas, y una cuerda siempre con el «vibrato» adecuado dando una textura homogénea para una obra tan bien concebida. Conti mimó cada número y se le vio cómodo tanto con los solistas como con un coro que muchas batutas quisieran tener enfrente, redondeando una interpretación bachiana no memorable pero si honrada en sus planteamientos y ejecución.

El salto espacio-temporal resultaría impensable tras la primera parte, no por los estilos, que también, sino por la búsqueda de sonoridades, y es que el Pelleas und Melisande, op. 5 (Schönberg) puso sobre el escenario una gran formación sinfónica (con muchos refuerzos) para un poema sinfónico exigente, vibrante, en cuatro secciones sin pausa, cercanas, emocionantes, disfrutando con cada tema en intervenciones solistas personales y de calidad, empaste, dinámicas extremas perfectamente logradas por Marzio Conti, versátil como su orquesta, capaz de afrontar en un mismo concierto dos mundos distintos pero no distantes, al gusto de todo buen melómano, extremos que se tocan, el «padre de todas las músicas» y el compositor vienés que revolucionaría la escritura musical desde la investigación y el conocimiento de los orígenes, el contrapunto como «madre de la composición», esponsales musicales para este inicio de temporada de grandes conciertos en la capital del Principado.  Obra compleja la del vienés basada en el drama de Maeterlinck que la Oviedo Filarmonía llevó fiel a su espíritu, sigue creciendo fuera del foso, aunque resulte un espejismo la plantilla desplegada para esta apertura, pero el florentino es capaz de liderar proyectos arriesgados como el de este luminoso viernes otoñal.

El próximo domingo 26 a las 19:00 horas nos espera otra celebración con Sir John Eliot Gardiner y su Orquesta Revolucionaria y Romántica no Bach o Monteverdi sino un Beethoven que seguro pondrá el listón muy alto, y un Berlioz en medio corroborando esta leyenda de distintos, no distantes…

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