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Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:

Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario a este nuevo año con rima fácil y poco educada aunque cause risa (como «caca, pedo, culo, pis»…).

Musicalmente, y a la vista de cómo sigue el mundo lleno de guerras, genocidios, odio y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música a ser posible en PAZ, FRATERNIDAD y AMOR como pidió Riccardo Muti el primero de año desde Viena, aunque sé que la SALUD es el mejor regalo en estos tiempos.

Sin necesidad de aniversarios (y en 2025 también tenemos varios para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas, chicos de hierro, «piedras» y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también una Escolanía -pues a la de Covadonga la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.

Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, también finalizado su contrato con la OCRTVE, así que aprovecho para pedirles «le den una orquesta» para este 2025 y siguientes, pese a que no le falta trabajo. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues seguimos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha, y que se acierte en el nombramiento de una gerencia que la ayude a seguir creciendo con su titular portugués (¡por favor que no nos lo lleven!).

Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles muchos conciertos para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando «desde casa», actuando solos, con otros ensembles, pero especialmente con «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo en cualquier día del año.

También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes y «emigrados» como Mario Bernardo o Martín García. Todos ellos, junto a Henar F. Clavel, están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será de nuevo mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2025.

Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (al menos que siga igual de fructíferoy Gabriel Ordás (en Manhattan formándose y trabajando en la distancia), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en otras cartas. Gracias señorías…

Y por mantener la ilusión, aunque como decía mi madre «parece que te hizo la boca un fraile», continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias porque acaban repitiéndolas más que el ajo.

Este año no pido nada para mis violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pero siguen trabajando y bien: Ignacio Rodríguez sigue emigrado en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA, creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.

Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2025 y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la soprano asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque esperemos mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor (como fue su gran protagonista de La Rosa del Azafrán), tras su esperada Mimí en Alicante y hace poco un Manojo madrileño a tope), por lo que les sigo pidiendo llevarla al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa pero debo recordarles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.

Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi recordada mamá me repetía aquello de «contra el vicio de pedir, la virtud de no dar»… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos (parece que se va logrando) sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.

A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan que existe la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que «los envíos» llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).

Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia allá por junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2024 en que cumplíamos seis años (esta vez la Lotería no tocó pero sí nuestros músicos que no pararon), esperando mantengan su Banda Sinfónica y agradecerles haber hecho un buen relevo de nuestro querido Antonio Cánovas (ya en su tierra murciana y dirigiendo la Banda de Águilas) con un prometedor e ilusionado Nando Castelló. Poder mantener el mismo nivel a lo largo de estos seis años y llevar su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos, es un deseo que se sigue cumpliendo y nuestros «13 Reyes» estrenados en la Folixa de Mieres triunfaron en Lorient, esperando ya el 31 de mayo para volver a disfrutarlo en el Auditorio de Oviedo con los «hermanos» de la Banda de Gaites «La Laguna del Torollu» e Iñaki Santianes comandando este proyecto que se hizo realidad. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.

A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces descansaría (no tiro fuegos artificiales por respeto a los perros…) pero ya ven que no está entre las peticiones musicales de este mi tercer curso fuera de ella. La LOMLOE o Ley Celáa sigue empeorando leyes anteriores (y recuerdo que iban ocho en 37 años) en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil (no pienso escribir nada de la mal llamada INTELIGENCIA ARTIFICIAL que parece un oximorón), aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.

Gracias señores majos y Magos (de donde vengan utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso). Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2025.

Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario aunque el «bicho» del Covid siga entre nosotros conviviendo con la gripe habitual.
Musicalmente, y a la vista de cómo está el mundo lleno de odio, guerras, genocidios y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música posible, a ser posible en PAZ, aunque sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesidad de aniversarios (y en 2024 hay muchos para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga -que la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, y ya que se ha despedido de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le den una orquesta para este 2024 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, actuando solos, en otros ensembles, y especialmente en «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, a Martín García o Henar F. Clavel que están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2024 tras ir recuperando todos ellos fechas.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (que este pasado año sigue igual de fructíferoy Gabriel Ordás (que tambén se ha ido a USA para proseguir sus estudios), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en mi carta del 2023. Gracias señorías…
Y por mantener la ilusión, aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un fraile» (?), continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión en tiempos difíciles.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado aunque ahora en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2024 (el Año Puccini que debería celebrarse contando con su voz) y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista (con ganas de La Rosa del Azafrán), pues al fin le trajeron el año pasado su esperada Mimí en Alicante (donde le cambiaron hasta su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que vale ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2023 en que cumplíamos nuestro primer lustro (incluso con la Lotería que no les pedía tocase, porque ya lo hacían nuestros músicos, pero que les agradezco nos trajeran ¡una pedrea!), esperando mantengan su Banda Sinfónica y acertemos en el relevo de Antonio Cánovas (a quien le han traído destino en su tierra murciana y la dirección de la Banda de Águilas). Poder mantener el mismo nivel tras cinco años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi segundo curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 36 años),en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso), sin entrar en cabalgatas de las que no opino, y menos con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2024 olímpico y bisiesto.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Ya han pasado 32 años

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Viernes 12 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono 11 «El pasado recobrado»: OSPA, Lorenza Borrani (violín y directora). Obras de Mozart, Schnittke, Petrucci y Schubert.

Un 12 de mayo de 1991 asistía al primer concierto de la OSPA, heredera de la OSA (Orquesta Sinfónica de Asturias) y de la anteriormente denominada Orquesta de Cámara de Asturias, «Muñiz Toca», todas por mí disfrutadas, una formación inicialmente camerística y académica (ligada al entonces Conservatorio Provincial de Música y a la Diputación y Fundación Pública «Centro Provincial de Bellas Artes»), que iría creciendo hasta convertirse en la actual orquesta de todos los asturianos en plena madurez. Con un programa titulado El pasado recobrado bien podría servir igualmente para esta onomástica, aunque faltó pedir de regalo que se cubra la plaza de concertino, pues este viernes con escaso público (que sigue preocupando dado que la orquesta y las obras bien merecían más aforo), quedó aún más patente la necesidad de ese puesto tan importante si bien la maestra florentina Lorenza Borrani (1983) hizo un buen doblete.

Y es que la violinista Lorenza Borrani haría las veces de solista en el primer concierto de Mozart y ya desde el puesto de concertino, con María Ovín de ayudante, dirigiría el resto del concierto, labor difícil que se logra primero por la elección de unas obras con una orquesta camerística de poco viento (aumentando según el programa que también llevará a Bilbao) y sin percusión, sumando el conocimiento tanto mozartiano como de «la quinta» de Schubert (siempre escribo que no hay quinta mala) por parte de todos, pero pienso que especialmente el trabajo previo -como buena intérprete de música de cámara- en las «nuevas» de Schnittke o Petrucci (con arreglo de Maderna) donde la maestra italiana Borrani hizo sonar casi como quinteto a una orquesta que creció en plantilla mínimamente a lo largo del programa, siempre con la colocación vienesa que favorece esa sonoridad camerística de empaste y escucha común. Un concierto para disfrutar de la cohesión y empaste instrumental, la alegría de los clásicos y la apuesta por recobrar músicas del pasado con la visión actual que ayudan y enriquecen tanto la interpretación como la escucha, siempre con las martirizadoras toses en el momento más inoportuno.

El Concierto nº 1 para violín en si bemol mayor, K. 207 (1773) de W. A. Mozart (1756-1791) lo escribe el genio de Salzburgo cuando era concertino en su ciudad natal. Tes movimientos (Allegro moderato – Adagio – Presto) en los que Borrani no sólo se lució como solista de sonido preciosista, claro y bien balanceado con la orquesta, sino que dejó a las secciones disfrutarlo con ella, optando por tempi bien llevados y sin precipitación. Las trompas y oboes a dos (hoy un inmenso Juan P. Romero de principal) subrayaron la calidad de una cuerda limpia y precisa en el Presto final. Interesantes las cadencias de la italiana (de las obras de Mozart Artur Schnabel decía que «son demasiado fáciles para los niños y demasiado difíciles para los artistas»), especialmente en el bello Adagio central, con el siempre complicado control al ejercer el doble papel de solista y directora para un concierto refrescante, ideal para abrir oído y cohesionar la sonoridad de las melodías siempre «pegadizas» del irrepetible niño prodigio.

Otro «pasado recobrado» llegaría con el ruso Alfred Schnittke (1934-1998) y su Suite en estilo antiguo (1972) en arreglo camerístico de V. Spivakov & V. Milman (1987), incorporándose algo más de cuerda -excepto los dos contrabajos- junto al clave de Sergey Bezrodny. Cinco danzas originales para violín y piano (I. Pastoral; II. Ballet; III. Minueto; IV. Fuga; V. Pantomima), en principio música de cine y homenaje al barroco como bien explica la doctora Gloria Araceli Rodríguez-Lorenzo en sus notas al programa «Más de cien cantos», y que el fundador de Los Virtuosos de Moscú grabó con ellos también en 1991 con el preciosismo de la cuerda y una OSPA capitaneada por la italiana que sonó cercana y compacta, sin olvidar los guiños del compositor para recobrar esos «aires antiguos» y hacerlos nuevos con la misma esencia. Merecido protagonismo del oboe, tanto marcando las entradas como con su sonido plenamente «pastoril», las contestaciones afinadas y muy controladas de las dos trompas bien empastadas con la disposición de «conjunto vienés», dotando de una tímbrica muy equilibrada para esta suite, especialmente en la Fuga o la impactante y punzante Pantomima final, paladeando cada sección de la cuerda y el clave para una interpretación de «Los Virtuosos Asturianos».

En las notas al programa se describe: «Odhecaton (del griego ‘odè’: canto y ‘ècaton’: cien), el nombre del primer libro de música impreso con fines comerciales en Venecia en 1501 por Ottaviano Petrucci, una revolución en la difusión de la música que internacionalizó el estilo franco-flamenco con casi cien canciones polifónicas profanas a tres o cuatro partes de Ockeghem, des Prez, Busnois, Agricola y Obrecht. Este repertorio se convirtió en modelo ‘clásico’ de inspiración para compositores posteriores, que vuelven su mirada a más de cien cantos del pasado». Con ese mismo título de Odehacaton: «suite», el italiano Bruno Maderna (1920-1973) arregla para cuerda y solistas de viento (hoy fagot) trece de ellos rescatados de archivos y bibliotecas, en dos suites que para este concierto sonaron cuatro de esos cantos en distinto orden, para hacerlos cercanos a la par que contemporáneos: I. Obrecht «Rom Peltier», II. Okenghen «Malor me bat», III. Compère «Allins ferons la barbe» y IV. Josquin «Adieu mes amours» donde el lirismo del fagot de Mascarell cantó además de brillar con luz propia y única mientras la cuerda con Borrani al mando revistió de moderna esta música flamenca revisitada. Originalmente escritas con finalidad didáctica para los estudiantes del Conservatorio Benedetto Marcello de Venecia, probablemente en 1950 como parte de los conciertos de fin de curso, este enfoque pedagógico de Maderna vino cual reciclaje para los profesores asturianos con la «coach» italiana de concertino, pues el diálogo entre todos permitió «hacer grupo», equipo, escucharse, sentirse todos protagonistas y volver a disfrutar tanto de esta música siempre bella como de una interpretación global que resultó el mejor entrenamiento («training» suena más actual) para la sinfonía que cerraría este undécimo de abono.

Franz Schubert (1797-1828) es el romántico por excelencia y de su obra no hay suficientes calificativos para una vida tristemente corta. De su corpus sinfónico las primeras sinfonías aún siguen las pautas clásicas de Haydn y Mozart, para ir admirando a Beethoven y abrir paso al llamado «Romanticismo temprano». Al igual que su adorado amigo alemán en la Viena de principios del XIX, la Sinfonía nº 5 en si bemol mayor, D. 485 (1816) suma mi dicho de que «no hay quinta mala» pese a no editarse en vida del malogrado compositor vienés, pero el tiempo la ha convertido en una de las más populares . Los músicos de la OSPA la tiene en el cajón para seguir «recobrando el pasado» a lo largo de estos sus primeros 32 años. Con Borrani de concertino nos dejaron una versión brillante, elegante y vital, con tempi bien ajustados en sus cuatro movimientos (Allegro – Andante con moto – Menuetto: Allegro molto – Allegro vivace), ágiles y muy matizados, perfecto ensamblaje de cuerda y viento nuevamente agradecidos por la disposición clásica que favorece y equilibra la escucha sinfónica. Conocedores todos de lo escrito y cómo hacerlo sonar, el arco y gestualidad de la directora florentina fue más que suficiente para esta quinta luminosa que nos dejó tan buen sabor de boca y donde el pasado siempre está presente dando esperanzas para el futuro.

Qué corra la voz porque se necesita más público en el auditorio, y la ilusión por lo bien hecho habrá que contagiarla o darle más publicidad. «La Viena española» se lo merece, este viernes sólo faltó el Cumpleaños feliz.

Todo con cuerda

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Viernes 17 de marzo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono 7 El cuarteto ampliado, OSPA, Cuarteto Quiroga (dirección), Obras de Barber, Shostakovich y Schubert.

A veces resulta difícil desenredar la madeja y no comprendo cómo se pueden ofrecer dos conciertos con las principales orquestas asturianas el mismo día y a la misma hora en «La Viena española», cuando las agendas se programan con tiempo más que suficiente, y es posible organizar la amplísima oferta musical ovetense. Así llevamos varias ocasiones y no quiero tensar el arco pero se necesita coordinación desde los distintos entes, pues no solo se pierde taquilla, y lo digo porque paso por ella muchas veces, sino público,y más cuando se juega con obras y artistas tan interesantes, dejando un panorama con demasiadas butacas  vacías en el auditorio que no se merece.

Habrá que hilar más fino para el futuro y también para nuestra OSPA a la que la necesidad de un concertino es como nombrar la soga en casa del ahorcado, pero la vuelta del Cuarteto Quiroga poniéndose al frente de sus cuerdas hicieron olvidar carencias y nos dejaron la muestra de cómo la endeblez se suple trenzando las cuerdas para dar confianza, enseñar a escucharse, trabajar en conjunto y hacer que la sección casi siempre bien valorada de nuestra formación, consiguiese sonar como el título de este séptimo de abono, un cuarteto ampliado.

Aitor Hevia, Cibrán Sierra, Josep Puchades y Helena Poggio trajeron su magisterio del cuarteto en un repertorio camerístico que dominan como pocos y ha subyugado a otros compositores para ampliarlo al límite. Así lo entendieron «los Quiroga» optando por BarberShostakovich y Schubert, pues como bien escribe el doctor Daniel Moro Vallina en las notas al programa (enlazadas arribas) sobre el cuarteto: «(…) escritura para cuatro instrumentos solistas (dos violines, viola y violonchelo); interacción entre las voces, pero manteniendo su independencia; organización en cuatro movimientos basados en moldes como la forma sonata, el minueto o el rondó; y un carácter refinado, intelectual y a veces intrincado que se asemejaba a «cuatro personas juiciosas conversando», como lo describió Goethe en una ocasión». Los cuatro se sentaron en este telar sinfónico para brindarnos verdaderos tapices, con toda la gana del blanco al negro del estadounidense, las geometrías del ruso más todo el colorido del austriaco, usando lana o hilo de seda dependiendo del motivo a tejer. El asturiano de nuevo como concertino (y de ayudante María Ovín) puso la precisión en los primeros, el gallego la pasión en los segundos, el valenciano la sobriedad de las violas, y la madrileña la contundencia del cello ampliada con los contrabajos en este programa que «(…) refleja la evolución del cuarteto en el siglo XX (…) retoman(do) el género».

El Adagio para cuerdas op. 11 (1936) de Samuel Barber (1910-1981) siempre pone un nudo en la garganta, puede que al recordarlo en la terrible escena de la película «Platoon» (1986) sobre la guerra de Vietnam y dirigida por Oliver Stone ilustrando la muerte del sargento pero también convertido en Agnus Dei. La tristeza grandiosa por la gama de grises tejidos con blanco y negro por el CuartetOSPA la pudimos apreciar desde el pianísimo inicial, toda una gama dinámica de esta orquesta hoy más compacta y homogénea que nunca, con silencios sobrecogedores, el duelo sobrevenido de tantos recuerdos y la visión casi danzante de los arcos, que solo al bajarse arrancaron la primera gran ovación de la noche en esta partitura aún más grandiosa que la primigenia.

Dmitri Shostakovich (1906-1975) será una de las figuras en retomar esta forma camerística, incluso comparte con Barber dolor, «A la memoria de las víctimas del fascismo y la guerra» que sigue tristemente de actualidad en la portada de su Cuarteto de cuerda nº 8 en do menor, op. 110 (1960) orquestado por Rudolf Barshái (1998), pasando a conocerse como Sinfonía de cámara op 11a. Cinco movimientos sin pausa que combinan el humor y las variaciones con el criptograma de sus iniciales D-S-C-H, el arranque de un cello violinístico como primer hilo de color antes de mover fuerte y rápido el bastidor del telar incorporando más bobinas y tejiendo un tapiz que alterna pedales lineales, triángulos de vals tan socarrones como el compositor ruso, y el círculo mágico de amplia gama cromática. Impresionante ver trabajar todas las cuerdas sustentadas en la dirección del Quiroga, arpilleras austeras en una pasada, hilos sedosos en otra para una alfombra sutil que funcionó rítmica y bella, apreciando tanto los detalles en la confección (comprobando las entradas todos a una) como el resultado final de esta gran sinfonía camerística, verdadera práctica musical de conjunto y escuela para diletantes noveles o veteranos.

Gustav Mahler (1860-1911) siempre admiró a Franz Schubert (1797-1828) desde sus tiempos de estudiante y el deseo de interpretarlo. Gran conocedor de la música de cámara, el Cuarteto nº 14 en re menor, D. 810, “La muerte y la doncella” (1824) lo llevó a Hamburgo con orquesta en 1894 aunque criticado por «privarle de su encanto e intimidad original». Evidentemente no era aún el «tiempo de Mahler», que transcribiría este cuarteto de Schubert que «El Quiroga» tiene dominado hace tiempo, por lo que con la OSPA en este séptimo, recrearían cual encaje de bolillos todas las filigranas de los cuatro movimientos en una lección de coordinación total, vistiendo la muerte con tensión sincronizada en el inicio para dejarnos la doncella feliz con verdadero hilo de oro en el final. Sonido limpio, claridad expositiva, riqueza dinámica, silencios sobrecogedores e incluso el vértigo del presto rematando un concierto donde todo concuerda cuando la cuerda funciona y las manos maestras ayudan, comparten y convencen. Merecidos aplausOS PAra todos, esperando no se pierda el hilo de colaboración con mi siempre admirado Cuarteto Quiroga en proyectos tan esperados como este de éxito rotundo.

¡¡Feliz cumpleaños Aitor Hevia en tu tierra!!

Cuando la música fluye

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Viernes 25 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, «Orígenes III», abono 13 OSPA, Vicente Mascarell (fagot), James Ross (director). Obras de Ligeti, Mozart y Brahms.

El decimotercer concierto de la temporada de abono de la OSPA tendría al fagot como protagonista, primero con la conferencia en la sala de cámara una hora antes a cargo de John Falcone, Una breve e interactiva historia del fagot siempre amena, simpática (¡no es un oboe!), incluso trayendo un bajón barroco y hasta un trozo de madera para explicar el origen de este instrumento único, ampliando la historia breve con vídeos curiosos de este neoyorkino afincado en Noreña y enamorado del instrumento para el que Mozart escribiría su único concierto, que escucharíamos más tarde por su compañero Vicente Mascarell.
El título «Orígenes III» supongo haga referencia al genio salzburgués sin el que la música no sería la misma, junto a sus acompañantes Ligeti y Brahms de quienes mi admirada doctora Mª Encina Cortizo nos deja unas excelentes notas en el nº 20 de la revista (abril-junio de 2018) que recoge la página de Facebook© de la orquesta y dejo enlazadas en los autores al inicio de esta entrada.

Otro «descubrimiento» el director y trompista bostoniano James Ross, «amante de todo lo español, excepto las corridas de toros« con el que la formación asturiana demostró empatía y comodidad en las tres obras, mimando la sección que él conoce bien para que alcanzase cotas de calidad en empaste, sonido aterciopelado y hasta el guiño de poner fuera de escena a Morató en el Concierto rumano (1951) de György Ligeti que abría el concierto, la «trompa alpina» como excelente tarjeta de presentación para todos. Hubo momentos mágicos en la conjunción del folklore rumano con el lenguaje instrumental bien entendido desde el podio, la pulsación rítmica y las intervenciones de los solistas de la OSPA nos dejaron calidades totales en color, dinámicas amplias, sonoridades delicadas y presentes, especialmente la cuerda, homogénea desde los graves que comienzan la obra solos, bien seguidos por una madera en estado de gracia, unos metales siempre acertados y la percusión precisa como en ella es habitual, asegurando un empuje alegre y colorista. Si el tercer movimiento Adagio ma non troppo es el Ligeti que el cine haría popular (como recuerda Cortizo), los tres movimientos restantes rinden culto a sus compatriotas Bartók y Enescu, las danzas populares junto a la herencia judía traducidas en una interpretación óptima que quedó registrada para Radio Clásica.

Vicente Mascarell protagonizaría su momento como solista dando el paso al frente y demostrando la calidad de los músicos de esta orquesta de todos los asturianos, una oportunidad que el valenciano (entrevistado en OSPATV) no dejó escapar para brindarnos el bellísimo Concierto para fagot en si bemol mayor, KV 191/186E (1774) del genio de Salzburgo, único para ese instrumento que el siempre joven Mozart escribiría con esa peculiar marca de la casa, puro clasicismo que hace «cantar» al instrumento, aquí el noble fagot con Mascarell unificando color en todo los registros. Virtuoso, presente gracias a una concertación bien entendida por Ross que con María Ovín de concertino en esta partitura, comandó una cuerda aterciopelada, limpia, precisa y siempre dejando escuchar al solista. Las cadencias sonaron rotundas y brillantes, con un Andante ma adagio casi operístico, bien escoltado por el primer Allegro luminoso de reguladores controlados y el alegre Rondo: Tempo di menuetto final, verdadera delicia para un auditorio de nuevo con muchos huecos pero rendido a intérpretes y solista, que todavía nos regalaría una excelente «Zarabanda» de Bach.

El maestro Ross, también en OSPATV con Fernando Zorita, dirige con gesto claro pero enérgico, dejando fluir la música y «obligando» a los músicos a escucharse, contestarse unos a otros, empastar y empatizar, manteniendo un sonido propio que se ha logrado con muchos años y trabajo conjunto, cerrando con la Serenata nº 1 en re mayor, op. 11 de Brahms una velada agradecida. Optar por esta obra en vez de cualquier otra sinfonía permitió volver a disfrutar de toda la orquesta, suma de intenciones e intervenciones, seis movimientos llenos de la firma del hamburgués cual esbozados homenajes a los grandes Haydn o Beethoven, sinfonistas con un mimo casi camerístico pese a la instrumentación «ampulosa» por la que Brahms optó para esta serenata. El uso acertado del viento con unas trompas afinadas al fin además de melódicas en sus fraseos, junto a las combinaciones instrumentales especialmente de la madera (un auténtico placer escuchar y ver cómo la interpretaron), hicieron brillar aún más una cuerda bien templada, tersa a la vez que dulce, limpia, unida, equilibrada en cellos y contrabajos, impregnando de calidad una versión que James Ross entendió con la delicadeza necesaria y el ímpetu docente que no mengua con los años.

Obra exigente a nivel global que el norteamericano entendió con dinámicas variadas buscando el dramatismo romántico aunque se quedase algo corto en fuerza pero melódico a más no poder, claro en las exposiciones, atento a los protagonismos de cada solista como hizo notar en los merecidos aplausos finales, levantando secciones completas por ese resultado de conjunto que volvió a dejarnos lo mejor de la OSPA sonando como el maestro Ross quiso en todo momento, disciplinada.

Quedan los dos últimos conciertos de junio con el regreso de Milanov para cerrar temporada (de la que se ha caído y pospuesto el estreno de López Estelche con Adolfo Gutiérrez Arenas), esperando sean más de «MasterChef» que «Pesadilla en la cocina«, tocando madera para conocer pronto el próximo curso 2018-19 que muchas otras formaciones y entidades ya han hecho públicas.

Haydn sonó en Oviedo el Viernes Santo

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Viernes santo, 18 de abril, 20:00 horas. Parroquia de San Pablo, Oviedo: Joseph HaydnLas siete últimas palabras de Cristo en la Cruz, op. 50, para cuarteto de cuerdas y narrador. Masten Brich (violín), María Ovín (violín), Elizabeth Romero (viola), Luis Correa (cello), Juan Jurado (narrador). Entrada: aportación voluntaria para Cáritas.

Hace años que tengo organizada mi agenda musical para la Cuaresma y muy especialmente la Semana Santa y donde nunca falta esta joya ligada a España compuesta por Papá Haydn, cuya historia no tiene desperdicio.

No es la versión para cuarteto de lo más programado en vivo (siempre se intenta la llamada de oratorio) y menos aún en Viernes Santo, si además el canto lo sustituimos por la narración en castellano, a cargo de un actor profesional y asturiano, intercaladas según vamos escuchando las sonatas. Por tanto un acierto este concierto de cámara, que tenía fines benéficos.

Obra compleja para cuartetos muy rodados pero que pudimos disfrutar con una formación para la ocasión donde contábamos con dos violinistas de nuestra OSPA más la pareja viola y chelo de la Orquesta Sinfónica de Baleares con vínculos asturianos, cuatro grandes solistas que montaron una compleja obra llena de recovecos técnicos que no supusieron más dificultades que las de superar las del pentagrama que Haydn reflejó en una partitura larga en duración y honda para transmitir todas las emociones. Problemas de afinación puntuales pero siempre buen entendimiento que la talla profesional del cuarteto proporciona, claro que sin el plus de ser estables como formación, lo que supondría calidad máxima en la interpretación.

La IntroducciónMaestoso ed adagio y la Sonata I, Largo corresponde a las palabras «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen», seguidos de la Sonata II, Grave e cantabile para «Así te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso». Desgranando combinaciones tímbricas e instrumentales donde más allá de melodías que pasan del primer violín al cello se crea un ambiente de recogimiento con matices siempre en su punto que el cuarteto siguió a rajatabla. La Sonata III, Grave, «Mujer, ahí tienes a tu hijo, y tú, ahí tienes a tu madre» mantienen el relato casi gregoriano llevado a una reinvención del cuarteto, siempre en tiempos lentos y contrastando agudos en violines con el grave del cello más el «comodín» de la viola capaz de cambiar de planos. Cada uno de los nueve movimientos son joyas independientes engarzadas en una obra de arte global. La Sonata IV, Largo supone la tensión máxima del «Dios mío, ¿por qué me has abandonad?» el Eli, Eli, lamma sabachtani! que todos los grandes compositores han usado para volcar la tensión y emoción del momento, en el caso de Haydn con un despliegue tímbrico sin perder nunca la contención, como la clave central del arco sin la cual la estructura se desmoronaría.

No hay interludio en este cuarteto instrumental como en el «cantabile» pero la Sonata V, Adagio resulta inicialmente menos dura que las palabras «Tengo sed», desnudez en el unísono roto por el pizzicato acompañando al primer violín antes del pasaje árido como si la música endulzase el avinagrado momento, contraponiendo graves y agudos cual luces y sombras. La Sonata VI, Lento supone el «Consumatum est» pero nunca final, el paso intermedio en un camino eterno, también y tan bien escrito en el pentagrama antes del «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» de la Sonata VII, Largo. El templo de La Argañosa parecía en su estilo brutalista el marco perfecto para recordar la pasión y muerte, y hasta la acústica ayudó a transmitir estas siete últimas palabras en textos creo recordar que franciscanos.

Todos sabemos el final de la historia, el cielo que ennegrece y se rasga, El terremoto, Presto e con tutta la forza, toda la tensión acumulada tras la meditación desde la música, auténtica adelantada de su época, casi romántica por el derroche sonoro, el mismo de los cuatro músicos cerrando este Viernes Santo donde más que nunca el padre del cuarteto como hoy lo entendemos (también de la sinfonía), rinde pleitesía desde su trabajo al Padre eterno. Música y palabra en el templo.

Una JASP asturiana en Dresde

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Hace años salió una campaña de coches donde aparecían los JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados). En Asturias tenemos muchos de ellos (la «A» me la apropio de Asturianos) que con los tiempos que corren están teniendo que emigrar, cada vez más tras haber invertido mucho dinero en su formación, no ya la del Estado (que mengua a pasos preocupantes) sino la de sus familias con todo lo que ello supone de sacrificios y a veces penurias.
En el terreno musical, que conozco un poco, llevamos tiempo exportando talento desde Asturias. Del mundo lírico creo que basta con leer las biografías en los programas de ópera para saber a quienes me refiero, pues es rara la producción donde no haya voces de mi tierra. Y del difícil mundo de las cuatro cuerdas resulta paradójico que encontremos violinistas actuando en grandes formaciones europeas sin posibilidad de hacerlo en nuestro país, a no ser cubriendo vacantes puntuales.
María Ovín Carrera, de la que ya escribí varias veces aquí reflejando sus triunfos y conciertos, estará este fin de semana (23 y 24 de noviembre) nuevamente invitada por la Gustav Mahler Jugendorchester actuando en Dresde bajo la dirección de Vladimir Jurowski ¡casi nada!, y nada menos que en la Frauenkirche, sin olvidar el concierto de la Semperoper.

La trayectoria de esta violinista carbayona no cabe aquí porque la música corre por sus venas desde la cuna y el ambiente en casa siempre fue de total apoyo hacia su formación, sin saber hasta dónde llegará… Sin dejar de estudiar ni un solo día, pues así es la vida de quien decide dedicarse en cuerpo y alma a la música, ha ido creciendo íntegra e integralmente, como persona e intérprete, y no me ciega la pasión ni el cariño que le tengo. Ha estado tocando, siempre tras duras pruebas, en la JONDE (cuatro temporadas, como concertino, principal, ayuda de concertino), la EUYO (dos años, y leyendo los aspirantes más la selección final es para dejarnos boquiabiertos) y la Joven Orquesta Gustav Mahler (otro tanto, ahí sigue acudiendo con Abbado de responsable máximo) con la que repite en La Florencia del Elba con una figura mundial al frente, invitados por la Staatskapelle. Estar en esta orquesta es más que duro, y su web dice: «At the auditions that take place  every year between October and Decembre in over twenty five European cities, a jury authorized by Claudio Abbado selects candidates from an average of two thousand applicants «. Creo que no hacen falta más comentarios, incluso para quien no sepa inglés, pruebas en 25 ciudades de Europa y miles de aspirantes: María Ovín una de las elegidas.

En los últimos PROMS escuchaba a mi admirado José Luis Pérez de Arteaga en las retransmisiones de Radio Clásica comentar la presencia de españoles en la orquesta, y ahí estaba María Ovín. No son orquestas provinciales, sin desmerecer las de casa, pero hablamos de orquestas donde las pruebas de acceso están en otra categoría, y si los valencianos parecían nutrir las secciones de viento, tener una violinista asturiana en esas plantillas puede sonar a ficción para muchos. Recién «egresada» como dicen en América Latina del «Royal College» londinense, llega el momento de incorporarse a la vida profesional. Podemos presumir que en su currículo aparezca que finalizó sus estudios en el Conservatorio de Oviedo o su Premio Muñiz Toca pero lo que viene después son palabras mayores. Trabajando desde los tres años sin descanso y con pasión nadie le ha regalado nada y este paso por Dresde es un merecido premio al esfuerzo, madurez total en plena juventud… pero no tiene trabajo.
Las obras que ha trabajado estoy seguro que algunos profesionales en activo y con «plaza fija» no las han visto ni las verán en su vida, y las batutas son de referencia para todo melómano, así que trabajar con ellas es un lujo al alcance de los elegidos: Maazel, Colin Davis, Haiting, Pappano, Danielle Gatti, Blomsted, Josep Pons, Lutz Köhler, Thielemann, NottAskenazy y ahora Jurowski por citar algunos. Su mochila sigue llenándose no ya de salas de concierto que están en cualquier libro de música, también de unos conocimientos y vivencias únicas que los mediocres nunca entenderán.

Envidia (sana para algunos) y ceguera del que no quiere ver más allá de sus conocimientos, normalmente cortos y provincianos en un mundo global donde no siempre triunfan los mejores.
María Ovín es una JASP (Joven Asturiana Sobradamente Preparada), quiero dejar constancia de ello, y estas líneas son una pequeña muestra del talento musical asturiano del que disfrutan otros. Al menos tengo el placer de contarlo porque me conformo con viajar mentalmente hasta Dresde para escucharla.