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Espejos rotos

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Miércoles 29 de octubre, 19:30 horas. Auditorio Príncipe Felipe, Oviedo. Inauguración del ciclo «Los Conciertos del Auditorio«: Berna Perles (soprano), Gaëlle Arquez (mezzo), José Simerilla (tenor), Rubén Amoretti (bajo), El León de Oro (maestro de coro: Marco Antonio García de Paz), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías Navarro (director). Obras de R. Carnicer y G. Rossini.

Hay conciertos de los que me cuesta mucho escribir, y este que abría la temporada es uno de ellos, pese a mis ganas de escuchar una obra como el Stabat Mater de Gioachino Rossini (1792-1868) que me acompaña hace años, y tengo una grabación -arriba dejo la carátula- que suele sonar en mi cadena de música al menos una vez al año (en este ya van tres para refrescar el oído). Si además estaba precedida por una sinfonía (a modo de obertura) de nuestro poco reconocido Ramón Carnicer y Batlle (Tárrega, 1789 – Madrid, 1855) para testear a la Oviedo Filarmonía (OFil) con su titular Lucas Macías aún mejor, pues las notas al programa de «otro Ramón» nos preparaban para acudir en este nuevo horario del ciclo con toda la esperanza para abrir boca.

El doctor Sobrino titulaba «Bel canto en espejo» para comprender cómo se organizaba este concierto inaugural, y desmenuzaba o mejor diseccionaba, como buen conocedor del maestro ilerdense, la Gran Sinfonía en Re, dada por perdida y localizada recientemente por el ICCMU en el legado Llimona y Boceta.

Obra de aires rossinianos que Carnicer conocía de primera mano (tanto en Barcelona como después en Madrid, además de sus viajes a Italia donde contrataba compañías que vendrían a España), y como bien nos cuenta su tocayo llanisco, dirigiría en Madrid El Barbero rossiniano donde se interpretaría esta sinfonía, de donde saldría el encargo del Stabat Mater que rivalizase con el de Pergolessi. La OFil con Macías demostraron el buen maridaje y entendimiento tras estos siete años de maduración mutua, una orquesta con personalidad que gana calidad en todas las secciones. Desde los violines hoy con Marina Gurdzhiya de concertino, y una plantilla bien equilibrada (cuerda 12-10-8-6-4), violas y chelos permutados como suele ser habitual y al fin colocando los contrabajos sobre una tarima para dar corporeidad y sustento en los graves. La madera que nunca defrauda, los metales templados, más para esta sinfonía donde la trompeta tiene protagonismo junto a unos trombones potentes, sumando una percusión que por la acústica tan peculiar del auditorio, hace rebotar las frecuencias del triángulo en la parte contraria. El maestro onubense «defendió» esta partitura haciendo una interpretación bien contrastada en los tempi de sus tres movimientos (Allegro – Andantino – Allegro), con gesto claro, preciso, dejando fluir una sonoridad poderosa y rotunda pero bien balanceada, que no sería la misma en el «auténtico Rossini» posterior.

Tras la obertura de Carnicer llegaba ese maravilloso poema franciscano del siglo XIII al que tantos compositores han puesto música, esa Madre Dolorosa con la que esta vez hemos compartido dolor, comprensión, perdón, pero también esperanza, que nunca debemos perder. El Stabat Mater de Rossini se estrenó el Viernes Santo de 1833, en San Felipe el Real de Madrid, presentando el compositor como obra enteramente suya la encargada por Manuel Fernández Varela, arcediano (así se llama el primero o principal de los diáconos, que ejercía jurisdicción delegada del obispo en un territorio determinado), confesor, predicador y consejero real en Madrid tras la petición de Fernando VII, como bien comenta Ramón Sobrino, así como las incidencias que sobrevinieron a esta maravillosa partitura y su finalización definitiva con los diez números.

Arrancaba la introducción del «Stabat Mater dolorosa» con una OFIL matizada junto a nuestro coro El León de Oro más un cuarteto solista (Berna Perles, Gaëlle Arquez, José Simerilla Rubén Amoretti) algo desigual que me volvió a plantear dudas: no es igual cantar con la orquesta detrás que situarlo delante del coro, como también se suele colocar en estas obras sinfónico-corales. La escucha del director no es la misma teniendo al cuarteto a sus espaldas que enfrente, aunque ello exija de los solistas una proyección que tristemente no todas las voces poseen, de ahí la sensación que parte del público tiene de un exceso de volumen orquestal que «tapa las voces y el coro». Si hay buena técnica no debería haber problema alguno, aunque en los registros graves siempre resulte más difícil. También es labor del director buscar el balance y equilibrio entre las distintas secciones, por lo que a menudo deberá recordar, especialmente a los metales, «quitar una letra de los matices», vamos que ff (fortísimo) sea f (fuerte) e incluso aplacar el ímpetu intrínseco a cada músico, si bien otras veces no se pueda remediar pues así se les exige en la partitura.

El inicio resultó correcto, matizado, con un coro suficiente de volumen en todos los planos y un cuarteto solista empastado, presente pero no del todo equilibrado, primer toque de atención para este número inicial cuando el tenor hispano-argentino atacaba los agudos con unos portamentos nada correctos pero al menos bien contrastados por «48 leones» (12 por cuerda con las voces blancas flanqueando las graves, y éstas permutadas, buscando una sonoridad acorde con la sinfónica), siempre seguros y atentos sin necesidad de «apianar» la orquesta. Las solistas emergieron sobre la masa instrumental en unos agudos limpios.

El segundo aviso vendría con un destemplado «Cuius animam gementem» del tenor pese a un inicio orquestal mimando, fraseando y dejando todo servido para que el solista brillase, pero el oro resultó en bisutería, sin cuerpo y «buscando» unos agudos que deslucen los ataques. Por mucho que el maestro Macías intentase llevar los contrastes escritos, aquello no fluía como debería: descolocación vocal y poco carácter para cantar «Y cuando muera el cuerpo haz que mi alma alcance la gloría del paraíso», personalmente condenándolo al fuego eterno.

Al menos volvería algo de sosiego con un buen dúo de las dos solistas en el «Quis est homo, qui non fleret» tras unas trompas afinadas, empastadas y una cuerda sedosa contestada por las maderas dolientes en el sentimiento. La soprano malagueña ha ganado cuerpo en el grave y mantiene sus agudos portentosos, limpios, de musicalidad total, bien contrastada con la mezzo francesa de color redondo, corpóreo, segura, ambas con emisiones matizadas, agilidades bien encajadas, colores diferenciados y empaste conseguido, mientras la OFIL con Macías las revestía y realzaba.

El arranque del aria del barítono-bajo burgalés «Pro peccatis suae gentis» resultó accidentado tras una indisposición en el patio de butacas de un espectador que ante el susto levantó a los muchos médicos presentes de sus asientos, felizmente solventado pero que detuvo muchos minutos el concierto, probablemente rompiendo la concentración y «obligando» a reiniciar el cuarto número que, sin que sirva como excusa, enfrió el discurrir hasta ese momento, pese a los denodados intentos del titular y su orquesta. Amoretti es más barítono que bajo aunque su registro grave, sobre todo en sus intervenciones a solo, es suficiente y llena la sala. Le reconozco como un intérprete que se entrega siempre pero no lució como era de esperar, con agudos forzados y sin «ligazón», pues parecía como si el texto «¿Quién no apenarse podría, al ver de Cristo a la Madre, padeciendo con su Hijo?» nos pidiese precisamente entristecerse tras la escucha. Algo mejor en el recitativo junto al coro ‘a capella’ «Eia, Mater, fons amoris […] / Fac ut ardeat cor meum» tan bello y matizado que por lo menos me quitó el mal sabor previo. Maravilla de afinación de LDO, expresividad y buen diálogo además del fraseo conjunto marcado al detalle por Lucas Macías que al menos parecía volver a disfrutar, como todos, este quinto número.

El sexto nos traería de nuevo al cuarteto de solistas junto a la orquesta, «Sancta Mater, istud agas» con el aire y matices perfectos para degustarlo en su totalidad, pero Simerilla Romero volvía a «sacarme de mis casillas» aunque intentó forzar presencia con la consiguiente descolocación de sus agudos. La malagueña equilibró y brilló a continuación, corroborando que la técnica es muy necesaria, al igual que la francesa. El burgalés buscó el empaste con musicalidad, la orquesta matizó al detalle y los contrastes dinámicos «desnudaron» las carencias mientras realzaban las cualidades individuales con un final en pianissimi de una orquesta siempre segura.

De lo mejor en este agridulce Stabat Mater llegaría con Gaëlle Arquez, recordada del abril pasado en este mismo ciclo, con su cavatina «Fac ut portem Christi mortem», trompas y clarinete presentando la delicada introducción a la voz de la francesa, agudos poderosos, graves corpóreos, pianisimi mantenidos y presentes, color de verdadera mezzo rotunda y delicada, con la técnica al servicio del mejor Rossini, una delicatesen del músico gourmet acorde con el texto («…no seas conmigo desabrida y haz que yo contigo llore»).

Y Berna Perles no se quedaría a la zaga con su aria «Inflammatus et accensus», sentimiento cantado pidiendo «Haz que sus heridas me laceren, haz que me embriaguen la cruz, y la sangre de tu Hijo» subrayado por una contundente OFIL junto a un poderoso LDO, conjunción llena de colores e intensidades tanto musicales como emocionales, con el maestro onubense dibujando los detalles, balanceando las distintas secciones para dibujar este lienzo sonoro de claroscuros que Rossini pintó inspirado sobre el pentagrama.

El momento más amargo llegaría con el cuarteto «Quando corpus morietur» porque el esfuerzo en lograr afinar fue baldío, por un lado las solistas sin perderse mientras los solistas ni siquiera «ayudados» por el cello lograron aunar esfuerzos. De verdad que la desafinación es una sensación indescriptible que cuando no se logra supone un dolor para el oído, y rezando interiormente el texto («Cuando de aquí deba partir concédeme alcanzar – por medio de tu Madre – la palma de la victoria») no conseguí templanza aunque otorgase perdón. Al menos ese final coral del «Amen, in sempiterna saecula» que Rossini felizmente añadió me resultase el alivio por un espejo roto donde el bel canto no siempre lo fue, pero no hay placer sin dolor.

Un arranque de temporada agridulce que me ha desvelado describirlo pero con la esperanza de comprobar como «leónigan» confeso que la cantera coral se mantiene con los años, que la OFIL sigue consolidada dentro y fuera del foso, más un Lucas Macías Navarro que desde el trabajo y estudio riguroso de cada programa se ha hecho un nombre propio desde la batuta (sin perder su prestigio como oboísta), compaginando Oviedo, Granada y Sevilla, además de invitado en medio mundo, con un esfuerzo encomiable para continuar haciendo crecer todo lo que afronta.

PROGRAMA

Ramón Carnicer y Batlle (1789-1855):

Sinfonía en re mayor (Allegro – Andantino – Allegro).

Gioachino Rossini (1792-1868):

Stabat Mater

1. Introducción. Coro y solistas. «Stabat Mater dolorosa»

2. Aria. Tenor. «Cuius animam gementem»

3. Dúo. Soprano y mezzosoprano. «Quis est homo, qui non fleret»

4. Aria. Bajo. «Pro peccatis suae gentis»

5. Recitativo. Bajo y coro. «Eia, Mater, fons amoris […] / Fac ut ardeat cor meum»

6. Cuarteto. Solistas. «Sancta Mater, istud agas»

7. Cavatina. Mezzosoprano. «Fac ut portem Christi mortem»

8. Aria. Soprano y coro. «Inflammatus et accensus»

9. Cuarteto. Solistas. «Quando corpus morietur»

10. Final. Coro. «Amen, in sempiterna saecula»

Vetusta, 2025

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Sábado 15 de marzo, 19:00 horas. Conciertos del Auditorio: Oviedo Filarmonía (OFIL), Francesca Dego (violín), Lucas Macías (director). Obras de Jesús Rueda, Barber y Bruckner.

En este año 2025 se están celebrando los 140 años de la publicación de «La Regenta» (1884-1885) de Leopoldo Alas Clarín (1852-1901), un zamorano que retrataría para siempre a Oviedo como Vetusta. Por su parte el onubense Lucas Macías Navarro (Valverde del Camino, 1978) está leyendo musicalmente la Vetusta de 2025 con la orquesta ovetense que crece en cada concierto desde la titularidad en 2018 con el maestro, y este frío sábado de Cuaresma volvió a corroborar la total complicidad con unos músicos que afrontaron un programa variado y exigente como pocos.

Abría el concierto el estreno absoluto de Vísperas del madrileño Jesús Rueda, encargo de la propia OFIL junto a la Orquesta Ciudad de Granada (de la que el maestro Macías Navarro también es director artístico desde la temporada 2019-20), un «Mapa sonoro de Vetusta» que está escribiéndose de forma conjunta: primero «Albidum, camino hacia las estrellas» de la ovetense Raquel Rodríguez en noviembre de 2022, palabra latina traducida como blanquecina, uno de los probables orígenes del topónimo de la capital del Principado para una historia sinfónica y asturiana; después «Vetusta» de la canaria Laura Vega, que renombré «Carbayonia» en enero del pasado año también con Macías Navarro, y ahora estas «Vísperas». Al onubense tendré que rebautizarlo como Alas Macías tanto por esta implicación con la gran obra literaria del que también fuese crítico musical fusionando Zamora y Valverde del Camino, ambos con Oviedo en el corazón.

La obra de Rueda en palabras del propio autor en las notas al programa «(…) fue compuesta en la primera mitad de 2024 gracias a un coencargo de Oviedo Filarmonía y la Orquesta Ciudad de Granada. Bajo la premisa del nombre Vetusta, creció un discurso orquestal que sugería ambientes y atmósferas sobre aquella poderosa novela de Clarín, La Regenta. Tal vez la imagen que más se fijó en la memoria del compositor fue la catedral de Oviedo, sus penumbras, los espacios resonantes, y esa enigmática hora en la que el tiempo se paraliza, entre el día y la noche, y que anuncia la hora azul, las vísperas. La obra se construye en bloques de diversa densidad y tímbrica. En un tempo de Adagio los motivos temáticos crecen, se transforman y se diluyen. Un canon inicial traza el hilo que se va deshilachando en las diferentes familias instrumentales. Permanece este hilo conductor a través de todos los bloques hasta el final de la obra, a veces mantenido por los solos instrumentales (flauta, violín) que sustentan la línea principal». El madrileño ya forma parte de muchos conciertos en Oviedo, tanto con la OSPA, la Filarmónica de Hamburgo o al piano de Noelia Rodiles, sumando ahora la OFIL que con Macías nos dejaron una  interpretación limpia, muy trabajada, asequible a todo aficionado (alguno olvidó el adelanto horario también a los sábados), sin necesidad de buscar en la percusión ambientes sonoros, la cuerda fue la neblina del atardecer en la catedral, más luminosa que una cencellada zamorana; todas las secciones ayudaron a dibujar el clima y magia del atardecer, y los solistas rindieron con la calidad de la propia partitura que Macías entendió, enseñó y tradujo en un estreno que engrosa la historia musical de la Vetusta clariniana de nuestro siglo XXI.

Tras casi 10 años volvía a los Conciertos del Auditorio, de nuevo con la OFIL la violinista italoamericana  y residente en Londres Francesca Dego (Lecco, 17 de marzo de 1989), con su violín Francesco Ruggeri (Cremona 1697) que volvió a convencer como entonces, musicalidad e impecable técnica que los años ayudan a madurar. En el Concierto para violín del estadounidense Samuel Barber (Pensilvania, 1910 – Nueva York, 1981) Dego mostró su versatilidad con una convincente interpretación y el sonido poderosamente cálido de su Ruggeri. Si en 2015 ya escribía del concierto El violín rojo que «me impactó y convenció desde la afinación previa con un sonido potente, de armónicos capaces de sobreponerse a una masa orquestal poderosa, con una técnica sobresaliente no ya en la mano izquierda sino con un dominio del arco que sacó del violín el verdadero espíritu del título de este concierto para violín y orquesta», con el de Barber en cada movimiento hubo total compenetración con una orquesta ideal en esta obra, caídas perfectas, empaste incluso con el piano del virtuoso Sergei Bezrodny (¡qué suerte tenerle aún en activo!), y Macías como excelente concertador.

Emocionantes los dos primeros movimientos, desde el inicial Allegro moderato contenido, fraseado, arropado por una cuerda compacta liderada por Mijlin, bien contestado y compenetrados, el clarinete de Inés Allué en la misma órbita pensativa y placentera de la melodía, cambios de tempo y pulsación perfectamente marcados por los timbales de Ishanda , metales empastados, y en general todas las secciones funcionando con amplias dinámicas sin perdernos nunca el violín solista; en el Andante destacar tanto los solos de trompa (Alberto Ayala) como de Bronte al oboe (se nota la «mano» del onubense) en comunión con el violín, dinámicas y tímbricas fusionadas manteniendo ese clima apacible antes de romperse en el movimiento final, rápido y virtuoso, un Presto valiente por parte de todos, articulaciones claras, dinámicas extremas siempre marcadas por Macías y respondidas unánimemente para una música nunca frívola y menos en la interpretación de Dego, con un final de los que levantan al público del asiento.

De regalo el Capricho polaco de la compositora y virtuosa del violín Graźyna Bacewicz (1909-1969), el sonido del Ruggeri inundando todo el auditorio desde la técnica pasmosa de Francesca Dego a la altura de la propia obra polaca, cierre perfecto para esta primera parte.

Me preocupaba la elección de la más que revisada cuarta sinfonía de Anton Bruckner (1824-1896) conocida como Romántica (1877-80. Ed. Leopold Nowak/Robert Haas) porque para todo director y orquesta es un auténtico reto cual toro de Miura (o Cuadri para los de Valverde del Camino) al que sacarle toda la casta para hacer una buena faena. No es políticamente correcto ser aficionado al llamado arte de Cúchares en nuestros tiempos, pero ya peino canas y viví muchas faenas televisidas con mis bisabuelas, así como en vivo en el hoy abandonado coso de Buenavista, en El Bibio gijonés y hasta en los «Carnavales del Toro» de Ciudad Rodrigo, así que con permiso de la autoridad competente (siempre quienes me leen), relataré la faena a este morlaco de nombre «Romántica» que se lidió en el auditorio ovetense con el diestro Macías Navarro y su cuadrilla carbayona en tres tercios con picadores (pues no se trataba de cualquier novillada sino de una verdadera alternativa), y tras la que el maestro saldría por la puerta grande rematando una faena donde hasta al toro le indultaron por su nobleza tras la impecable lección de buen magisterio y mejor hacer.

Con la OFIL bien engrosada, y engrasada por los requerimientos de «esta cuarta» (3 flautas con piccolo, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales y platillos) aunque algo falta de  más efectivos en la cuerda, que no se notó por la mano izquierda del maestro templando las buenas y bravas embestidas de los metales, así como del esfuerzo de toda ella (¡bravo por las violas!), el Allegro ya presentó sus credenciales de delicadeza y potencia, reguladores para ir comprobando la querencia bien resuelta, con seguro arranque de las trompas, filigranas de cuerda, quites de la madera, embistes frenados con el capote, gustándose en el gesto para llevarlo hasta los medios y dejarlo listo para los picadores por parte del maestro en las tablas, con un Andante quasi allegretto bien templado, gustándose, sin forzar para mantener la bravura, chicuelinas de tronío con las maderas al quite y un tercio muy mantenido por emoción, matizada en cada pase.

Segundo tercio donde en el Scherzo el maestro dejó a «la cuadrilla» lucirse con las banderillas, trompas y trompetas (bravo Soriano) cazadoras, imperiales como las de John Williams, de aire juguetón y ligero, mirando al tendido tras dejarlas por todo lo alto, a pecho descubierto siempre controlando cada par el maestro valverdeño, maderas coloridas contrastadas y un auditorio conteniendo el aliento porque el toro quería cabecear pero sin derrotar por ningún lado, manteniendo la nobleza y el trapío antes del cambio de tercio.

Tras el brindis al cielo, muleta y espada de matar para el esperado «de la verdad», un Finale, con toda la cuadrilla atenta y el maestro dominador y dominando, naturales arrimándose siempre inmaculado, creciendo en cada pase, dejando respirar, con paso firme, templando, sabiendo de memoria por dónde iba a derrotar Romántica sin apurar más de lo justo. Pases sin enmendarse, mirando al tendido, el albero recordándome el «desierto arábico» del Lawrence Jarre, en medio del ruedo sin miedo, valiente, tocando suavemente los cuernos, amansando y apurando con todo un repertorio de pases y pausas sin necesidad de entrar a matar, pues la faena resultó tan noble como el enorme morlaco, y las emociones a flor de piel permitieron un triunfo sin sacrificio, con indulto y vuelta al ruedo para Romántica y salida del maestro por la puerta grande con ovaciones ya tomada la alternativa de matador con su cuadrilla a la altura del consolidado titular onubense que seguirá triunfando como primer espada en todos los cosos.

Musicalmente una Cuarta de Bruckner que ha puesto el listón muy alto, superado con éxito por una OFIL enorme en todos los sentidos y un Lucas Macías luchador, trabajador, comprometido, valiente, conocedor de las virtudes de sus músicos siempre flexibles y versátiles que están dando lo mejor en cada actuación tanto sobre el escenario como en el foso.

Larga vida al vienés renacido que sigue sonando cada día mejor y en más conciertos.

PROGRAMA:

Jesús Rueda (1961):

Vísperas

(Ciclo «Mapa sonoro de Vetusta». Obra por encargo de Oviedo Filarmonía y de la Orquesta Ciudad de Granada. Estreno absoluto.)

Samuel Barber (1910-1981):

Concierto para violín, op. 14

I. Allegro moderato
II. Andante
III. Presto in moto perpetu

Anton Bruckner (1824-1896):

Sinfonía n.°4 en mi bemol mayor, WAB 104

I. Bewegt, nicht zu schnell

II. Andante quasi allegretto

III. Scherzo. Bewegt; Trio. Nicht zu schnell. Keinesfalls schleppend

IV. Finale. Bewegt, doch nicht zu schnell

Unas bodas elegantes

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Sábado 25 de enero de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVII Temporada de Ópera. W. A. Mozart (1756-1791): «Le nozze di Figaro», KV 492, ópera bufa en cuatro actos con libreto de Lorenzo Da Ponte (1749-1838).

(Crítica para OperaWorld del domingo 26, con fotos de la Ópera de Oviedo y propias, más el añadido de los siempre enriquecedores links y la tipografía que no siempre se puede utilizar)

La septuagésimo séptima temporada de ópera ovetense baja el telón con «Le nozze di Figaro», uno de los grandes monumentos del arte occidental como se ha calificado esta ópera de Mozart con libreto de Lorenzo Da Ponte, el mejor maridaje de texto y música para la escena y con la que hemos podido cerrar en la misma temporada la llamada “Trilogía de Beaumarchais”, tras “El barbero” rossiniano de octubre y «La mère coupable» de Milhaud en una adaptación para jóvenes coproducida por la Fundación Ópera de Oviedo y el Festival de Santander esta misma semana.

Cerrar ciclo con estas bodas tan queridas en la capital asturiana (se ha representado en siete ocasiones desde 1966) y con un cartel que podemos calificar “de casa”, siempre llama al aficionado que llenó el teatro, contando con nuestro internacional Emilio Sagi, sinónimo de calidad en la fiel escena sevillana, sumándole el elegante vestuario de Gabriela Salaverri, el foso con Oviedo Filarmonía y su titular Lucas Macías, el Coro Intermezzo, y finalmente un doble reparto vocal, casi todo él bien conocido en Oviedo, demostrando que hay materia prima para una representación equilibrada que apuesta sobre seguro con esta producción belga encajada muy bien en las tablas de un Campoamor siempre complicado por sus dimensiones pero resistiendo incluso montajes como el que pudimos disfrutar en «Aída», también comentado aquí, aunque siga reclamando maquinaria de nuestro tiempo. Estamos por tanto ante «La ópera perfecta” que respeta la época pero sigue siendo tan actual por su planteamiento y crítica social desde la sátira, deleitándonos con el equilibrio formal de un Mozart en plena madurez que conjuga el tempo dramático (cuatro actos para una folle journée) con el musical desde su inigualable genio compositivo.

En esta ópera de enredos, infidelidades, líos, amores y desamores, no falta el elemento lúdico que nos hizo disfrutar cada número de los 28 donde Mozart escribe para todos los personajes y para una orquesta que brilló en el foso comandada por Lucas Macías que arriesgaría en los tiempos: los rápidos para “tirar de las voces” (obligándolas a respiraciones muy ágiles) y los lentos para disfrutarlas (más matizadas también), con dinámicas exigentes que desnudan el volumen individual para poder proyectarse a todo el teatro, así como unos recitativos sin apurarse, con el clave de Borja Mariño siempre en su sitio. Hasta la propia Sevilla la entiende Sagi como un personaje más, y la figuración, a cargo del propio Coro Intermezzo, igual de apremiado en los tempi pero bien afinado y empastado, habla con las manos como si Asturias fuese prolongación natural de Triana, con intervenciones siempre presentes (“Giovani liete, fiori spargete” del acto primero más el tercero con las chicas en “Ricevete, o padroncina”). Incluso el fandango del tercer acto, con Nuria Castejón al frente de un excelente cuerpo de baile de cuatro parejas, mantuvo con las castañuelas bien tocadas, una escena que puedo calificar de elegante por todo, hasta por la cuidada iluminación de Eduardo Bravo capaz de transmitir visualmente la mañana, el mediodía con los soleados ventanales laterales, la boda en el interior del Castillo de Almaviva, y la medianoche con luna llena en un jardín donde escuchamos hasta los grillos.

Once voces con distinto peso argumental y vocal, números individuales (diez arias, dos cavatinas y una arieta) y de conjunto (cinco duettinos, un dúo, dos tríos, un sexteto, tres coros y tres conjuntos finales), todos con sus momentos de gloria, pues la música de Mozart no tiene nada secundario y cada página es maravillosa y por todos conocidas, haciendo difícil quedarse con una sola. Hasta la “dosificación” de los personajes está cuidada buscando una trama ligera que fluye toda ella desde la impresionante y famosa obertura para asentar la orquesta que nos lleva al primer dúo con los futuros contrayentes midiendo la habitación prestada por el Conde antes de alzar el sobretelón.

El Fígaro del onubense Pablo Ruiz fue creciendo a lo largo de la obra, aún centrándose en el primer acto hasta el convincente “Tutto è disposto – Aprite un po’ quegl’occhi» del cuarto, bien de volumen, timbre atractivo y encajando poco a poco el aire con la orquesta, además de mostrar buen empaste tanto con Susanna como en los conjuntos, y escénicamente siempre desenvuelto. La argentina Mercedes Gancedo fue la pareja ideal, una Susanna de presencia continua, plenamente asentada sobre las tablas desde sus dos duetos iniciales junto a Fígaro o el inicio del acto tercero con el Conde (“Crudel! perché finora”), y más dúos con las voces blancas de Marcellina, Cherubino o la Condesa (en la “Canzonetta sull’aria” de color vocal no siempre diferenciado, pero cantado por ambas con mucho gusto), bien solventadas las parejas sin olvidarme de la simpatía mostrada en su aria “Venite inginocchiatevi” del segundo acto.

El noble matrimonio protagonista fueron los Condes de Almaviva encarnados por José Antonio López y María José Moreno. El barítono valenciano de presencia tanto física como vocal impecable nos dejaría el recitativo y aria “Hai già vinta la causa – Vedrò mentr’io sospiro” del tercer acto bien matizada, siempre melódico de fraseo contundente y sin problemas de volumen con el foso. Mientras tanto la soprano granadina interpretó las distintas emociones que atraviesa su personaje: pícara y enamorada en sus arias -las más serias y exquisitas de la ópera- luciéndose en su aparición del segundo acto con la siempre agradecida y bellísima  “Porgi amor” y el “Dove sono” del tercero, amén de los finales concertantes donde su voz estuvo siempre presente.

Una de las alegrías de estas bodas ovetenses fue el Cherubino de la mezzo italiana Anna Pennisi, delicada y muy expresiva, cuyas inseguridades amorosas de su papel no lo fueron al cantar sus dos arias (Non so più cosa son del primer acto y la famosa Voi che sapete del tercero). Simpatía escénica, de bello color que siempre ayuda, como en el dúo con Susanna (“Aprite presto aprite”) o el conjunto final.

También triunfó el Doctor Bartolo del bajo colombiano Valeriano Lanchas por su presencia vocal (muy aplaudida “La vendetta”) y actoral. La Marcellina de la mezzo neoyorquina -de origen cubano- Alexandra Urquiola (debutante en Oviedo) aportó tanto color en el dúo con Susanna como en los siempre “complicados conjuntos” finales del segundo y cuarto acto, con mucha musicalidad en su aria final “Il capro e la capretta ” delante del sobretelón, tras el aria de quien nunca falla por pequeño que sea su personaje: la soprano tinerfeña Ruth González y una Barbarina que no dejó indiferente en su cavatina “L’ho perduta”.

El tenor cordobés Pablo García-López como Don Basilio volvió a demostrar lo bien que le van estos personajes cómicos y el color tan mozartiano a forjado a lo largo de años. Resuelto escénicamente y de suficiente presencia vocal tanto en su aria “In quegl’anni in cui val poco” del cuarto acto como en el trío con Susanna y el Conde (“Cosa sento! tosto andate”), aunque algo mermada en el sexteto del tercero o el exigente número final.

Credibilidad por simpatía, talento y volumen el del bajo malagueño Luis López Navarro con un Antonio jardinero que aporta a los conjuntos esos graves para equilibrar siempre la escena. El tartamudo Don Curzio del tenor tinerfeño David Barrera cerró el elenco donde todos tienen su protagonismo y calidades, mayores o menores pero buscando siempre lo mejor desde un arduo trabajo que nunca finaliza con cada función(aún quedan tres más y el segundo reparto de los llamados “Viernes de ópera”).

Estas bodas tan “de casa” han sido, además de elegantes, muy equilibradas, pues si algo marca las diferencias son sus grandes finales: el del Acto II a partir del “Esci ormai” que va sumando voces desde dos a siete (una de las grandezas de Mozart) sin decaer ninguna, más el gran final “Pian, pianin le andrò”, agitado, vivo, con el foso empujando y los personajes que se van tendiendo trampas unos a otros hasta ese esperado y deseado final donde no hace falta comer perdices para ser felices cayendo el telón de mi temporada operística.

FICHA:

Sábado 25 de enero de 2025, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: LXXVII Temporada de Ópera. W. A. Mozart (1756-1791): «Le nozze di Figaro», KV 492, ópera bufa en cuatro actos con libreto de Lorenzo Da Ponte (1749-1838) basado en la comedia “La folle journée, ou Le Mariage de Figaro” (1778) de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais. Estrenada en el Hofburgtheater de Viena el 1 de mayo de 1786. Producción de la Opéra Royal de Wallonie. Alkor Edition Kassel GmbH.

FICHA TÉCNICA:

Dirección musical: Lucas Macías Navarro – Dirección de escena: Emilio Sagi – Diseño de vestuario: Gabriela Salaverri – Diseño de escenografía: Daniel Bianco – Diseño de iluminación: Eduardo Bravo – Coreografía: Nuria Castejón  Director del coro: Pablo Moras.

REPARTO:

El conde de Almaviva: José Antonio LópezLa condesa de Almaviva: María José MorenoSusanna: Mercedes GancedoFigaro: Pablo RuizCherubino: Anna PennisiMarcellina: Alexandra UrquiolaDoctor Bartolo: Valeriano LanchasDon Basilio: Pablo García-LópezDon Curzio: David BarreraBarbarina: Ruth GonzálezAntonio: Luis López Navarro.

Oviedo Filarmonía

Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo).

Un idilio lírico ovetense

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Jueves 7 de noviembre de 2024, 20:00 horas. Auditorio Príncipe Felipe, Oviedo: Conciertos del Auditorio. «Gala Puccini» (conmemoración del centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini): Sondra Radvanovśky (soprano), Piotr Beczala (tenor), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Oberturas, arias y dúos de G. Puccini (1858-1924).

(Crítica para Ópera World del viernes 8 de noviembre, esta vez con pocos links por problemas de tiempo, y fotos propias)

Es bueno cumplir años para recordar mis vivencias líricas, y nada mejor que seguir celebrando a G. Puccini (1858-1924) con dos voces que ya he disfrutado y además realizando una gira europea homenajeando al genio de Lucca con paradas en España, donde no falta Oviedo: la soprano estadounidense Sondra Radvanovśky (Berwyn – Illinois, 1969), premio lírico a la mejor cantante femenina de ópera en la séptima edición de los Premios Líricos con Gala en el Teatro Campoamor (2012), tras una exitosa “Norma” semiescenificada en diciembre de 2011 (no podría volver a Oviedo para el Réquiem verdiano), aunque volvería a escucharla en Perelada allá por agosto de 2013 con la misma ópera de Bellini, y el tenor polaco Piotr Beczala (Czechowice-Dziedzice, 1966) quien ya cantase dos veces en el auditorio ovetense, primero con Oviedo Filarmonía (OFil) en abril de 2017 -entonces dirigida por Marzio Conti y cuatro años después en un recital con piano (junto a Sarah Tysman), por lo que el inexorable paso del tiempo también ayuda a calibrar la evolución de los intérpretes y los sentimientos de los muchos melómanos llegados de todo el norte de España que llenaron el Auditorio.

Si algo tiene Puccini es su capacidad de emocionar y estaba claro porque no defrauda nunca y más con esta “gala del centenario” ocupada por sus arias y dúos más conocidos con dos de las mejores voces del panorama lírico internacional en un momento de madurez que les ha dotado de unos graves más corpóreos sin perder una técnica impoluta y el volumen más que suficiente para “sobreponerse a la tentación sinfónica” de las dinámicas orquestales a las que también sucumbió la OFil con Lucas Macías, respirando con ellas pero sin bajar potencia. Pero tanto Sondra como Piotr supieron comunicar, enamorar, brillar juntos y por separado desde un buen entendimiento con el podio, unido a una admiración de todos que se notó en cada momento, aunque faltó algo de la magia del irrepetible último operista del pasado siglo.

El dominio orquestal del homenajeado ya se notó en su debut juvenil Preludio sinfónico en la mayor, op. 1, para atemperar una OFil que sonaría con la larga experiencia del foso aunque el escenario aún la haga crecer más. A lo largo de la gala pudimos disfrutar de sus primeros atriles, especialmente los de cuerda (Mijlin, Menéndez y Ureña más el arpa de Domené) y el clarinete de Allué, pero toda ella brilló en cada página, enamorados de las dos voces que si en la primera parte fueron subiendo enteros, para la segunda lo dieron todo con el público rendido olvidándose de ligeros resfriados en un tiempo otoñal que no ayuda (tampoco a las toses inoportunas aunque casi preferibles a los tarareos cercanos).

Primer bloque con «Manon Lescaut» que abriría, como siempre impecable de frac, Piotr Beczala y el aria de Des Grieux “Donna non vidi mai” transitando los registros extremos, para seguir la protagonista, vestida de negro, Sondra Radvanovśky “Sola, perduta, abbandonata”, mucho más que un calentamiento vocal desde el ardor, con dominio técnico (agudos aún tirantes) y caudaloso volumen en una lección de dramaturgia bien entendida por ambos, antes del Intermezzo de una OFil contagiada de la misma belleza, en el orden habitual de alternar arias con intermedios instrumentales.

De «Tosca» el tenor polaco nos dejó las dos arias más populares: “Recondita armonia” y “E lucevan le stelle” (el Adiós a la vida) espléndidas, bien fraseadas, sobre todo la segunda, mejor concertadas por Macías y contestadas por los solistas antes citados, con el color y timbre que mantiene Beczala de siempre, además de una declamación perfecta, mientras la soprano estadounidense nos convenció entre ambas con la que podríamos llamar el aria propiamente dicha  «con su introducción en arioso, su exposición, su sección media y su repetición» (como bien la describe el maestro Arturo Reverter en sus notas al programa):“Vissi d’arte, vissi d’amore”, una interpretación de impacto por su entrega, escena, fiato, crescendos epatantes, agudos con fuerzas sin perder la interiorización de Tosca, y volviendo a demostrarnos que Radvanovśky es una pucciniana de primera, antes de finalizar con el dúo semiescenificado “Mario! Mario! Son qui!”, temperamental, química total e idilio vocal con Floria enamorando y dominando a un Mario más contenido en todos los aspectos, desde una dramaturgia y línea de canto espléndida por parte de ambos. No echamos de menos al “malo de Scarpia» porque ellos ya llenaron la escena dejándonos con ganas de seguir disfrutándolos tras el descanso, necesario ante el empuje orquestal que no minaría el volumen de estas dos voces.

Puede ser que «La bohème» sea la ópera de Puccini que más veces haya escuchado, tanto en vivo como grabadas, y la emoción me puede más que los detalles, pero las dos arias y el dúo volvieron a dejarme un par de lágrimas aunque no las cantasen juntos sobre el escenario: “Che gelida manina” de Beczala muy fluido el legato, elegante y más allá del optativo pero “esperado” Do de pecho, y “Sì, mi chiamano Mimì” de Radvanovśky (con otro vestido más colorido para la segunda parte) que ya no es tan lírica con el paso del tiempo pero sigue igualmente dominadora de los reguladores y el idioma de Dante, aunque me queda siempre el recuerdo de Kraus y Freni, más “O soave fanciulla” incluyendo la salida de escena para este final del primer acto arrebatador y efusivo con el agudo unísono que al menos nos dejaron escuchar casi con veneración antes de la aclamación. El polaco parecía algo cansado pero sigue defendiendo su Rodolfo con poderío, elegancia y buen gusto, mientras la estadounidense juega con cada fraseo y matices que con los años ha ganado graves mientras mantiene los filados junto a la orquesta sin quedar nunca tapada. Hay momentos “de paso” algo más ásperos pero sigue siendo única recreando esta Mimì aunque en el dúo el idilio vocal sería más de Sondra que de Piotr.

Nuevo intermedio orquestal para no aminorar el clima de la OFil con su titular, el Intermezzo “La Tregenda» de «Le Villi», la escritura única del Puccini grandioso, antes del potente final que vendría a continuación con «Turadot», una Radvanovśky ahora perfecta por su edad, color, volumen y dominio en la exigente “In questa reggia” que desde el estatismo del personaje pudo incluso gesticular y luchar con el poderío instrumental donde Macías nunca bajó las dinámicas sabedor de la potente vocalidad de esta soprano que se entrega en cada aria, y así fue especialmente en los grandes intervalos y saltos de registro (Mai nessun m’avrà) apasionados, exaltados pero también emotivos de la terrible princesa. Y no podía faltar Calaf con “Nessun dorma” de un Beczala agotado pero con la emisión suficiente sin necesidad de aguantar hasta la extenuación el si natural agudo del tercer ¡Vincerò! con una orquesta con más pulmón que el tenor.

El esfuerzo tanto vocal como interpretativo nos robó de «Madama Butterfly» el aria del segundo acto “Un bel dì vedremo” como nos indicó la propia Sondra, pero no faltaría el último dúo del primero con partitura en el atril tras una gala que supone mucho más trabajo que toda una ópera, y Puccini exige a todas las voces. Buen rubato por parte de todos con Mijlin acariciando desde el violín ese Vogliatemi bene de Cio-Cio San, antes de las tres propinas, cara a la galería por populares, donde para mí sobraba el aria “Amor ti vieta” de «Fedora» (Giordano) aunque la traen en el segundo programa de esta gira, y el brindis de «La Traviata» con palmas y baile incluido de la pareja, quedándome mejor con el querido papito de «Gianni Schicchi», un inspirado Puccini que ha escrito como nadie para las sopranos y “La Radvanovśky” lo sabe… dice el refrán que “quiten tuvo retuvo”, siendo la auténtica triunfadora de este homenaje junto a un paternaire como Beczala que sigue teniendo esa voz clara y elegante, dos voces consolidadas en lo alto del panorama lírico mundial desde hace años.

FICHA:

Jueves 7 de noviembre de 2024, 20:00 horas. Auditorio Príncipe Felipe, Oviedo: Conciertos del Auditorio. «Gala Puccini» (conmemoración del centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini): Sondra Radvanovśky (soprano), Piotr Beczala (tenor), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Oberturas, arias y dúos de G. Puccini (1858-1924).

PROGRAMA

Primera parte:

Preludio sinfónico en la mayor, op. 1

Manon Lescaut

«Donna non vidi mai»

«Sola, perduta, abbandonata»

Intermezzo

Tosca

«Recondita armonia»
«Vissi d’arte, vissi d’amore»
«E lucevan le stelle»

«Mario! Mario! Son qui!»

Segunda parte:

La bohème

«Che gelida manina»

«Sì, mi chiamano Mimì»

«O soave fanciulla»

Le Villi

Intermezzo «La Tregenda»

Turandot

«In questa reggia»

«Nessun dorma»

Madama Butterfly

Dúo final del Acto I

Un trabajo «made in Asturias»

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Martes 5 de noviembre, 18:00 horas. Club de Prensa LNE, presentación del CD «Mysterium» (©2024 Eudora Records, SL).

Este martes se presentaba el nuevo disco de la pianista Noelia Rodiles (Oviedo, 1985) con la Orquesta Oviedo Filarmonía (OFil), dirigida por el maestro Lucas Macías. Además la intérprete estuvieron el director titular -y reciente «fichaje» de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla-, el compositor Manuel Martínez Burgos y Pilar Rubiera, presidenta de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo, que haría de maestra de ceremonias y moderadora.

El quinto disco de la pianista «avilesina» y cuarto con el sello Eudora, contiene dos obras para piano solista y orquesta que pude disfrutar en el estreno del 24 de noviembre del pasado año, y grabadas entre el 31 de enero y el 2 de febrero de este año: la Partita nº 4 de Julián Orbón, y Cloches del maestro Martínez Burgos.

Tras unas primeras palabras de Pilar Rubiera con los agradecimientos y reconocimientos (sin olvidar la Beca Leonardo del BBVA) comenzaría con una semblanza de la artista avilesina y la presentación de la mesa, pudimos ver el vídeo con la génesis de este CD (en la propia web de Noelia Rodiles), que dejo a continuación.

La pianista formada en La Villa del Adelantado nos contaría su acercamiento a nuestro compositor Julián Orbón (Avilés, 1925 – Miami, 1991), sin dudarlo uno de los grandes desconocidos en España y cuyo archivo se conserva felizmente en Indiana (Universidad de Bloomington) donde acudió Noelia guiada primero por la curiosidad desde su conservatorio de Avilés que lleva el nombre del compositor, y después para ahondar en la producción y seguimiento para «redescubrir» esa joya que es la Partita nº 4, que tras su estreno e interpretación por medio mundo, tras su fallecimiento y del de su alumno y valedor el director Eduardo Mata, que la estrenó caería en el olvido hasta nuestros días. Menos mal que Noelia pudo revivirla primero en el concierto ya citado, y poder llevarla al disco, preservando esta obra que esperamos siga sonando; este proyecto se uniría al Cloches en un trabajo en paralelo de ambas obras llenas de misticismo, la inspiración en Victoria y su Magnum Mysterium más la de nuestra campana catedralicia, «La Wamba» de la que nos hablaría a continuación el compositor.

Manuel Martínez Burgos nos contaría cómo fue gestando Cloches desde su llegada a Oviedo -hace ya 9 años- y haber leído que la capital asturiana «sonaba a música», atmósferas como la propia sonoridad de la ciudad convertida en obra musical, uniendo sus dos ciudades anteriores (Oxford y París) para este triángulo de catedrales que se convirtieron en tres de los cinco movimientos de este concierto para piano. Destacó la implicación de todos los intérpretes con un trabajo conjunto y pausado por el tiempo transcurrido entre el estreno y la grabación en febrero, aún en la memoria reciente de los músicos pero reposado lo suficiente para lograr sacar todos los detalles que podemos disfrutar en el CD.

A continuación el titular de la OFil, Lucas Macías nos transmitiría cómo mantiene un recuerdo maravilloso tanto del estreno como de la grabación donde coincide con el compositor, destacando lo fácil que resultó trabajar con la pianista y el catedrático, pudiendo aportar ideas para redondear un trabajo difícil pero con una orquesta motivada y disfrutando todos con ambas obras.

Con la presencia de varios miembros de la propia OFil, Pilar Rubiera invitaría a Marina Gurdzhiya, ayudante de concertino desde su llegada a la capital asturiana en 2002, contándonos cómo fue el trabajo, sintiéndose orgullosa del mismo unido a las emociones tales como la confianza que le dio el maestro Macías cuando estuvo tres años cubriendo la baja del concertino Andrei Mijlin, la entrega de Noelia (sin necesidad de conocer el curriculum), y cómo pese a ser obras nuevas hubo entrega total, disfrutando de nuevo la pasada semana con el último estreno Martínez Burgos, esperando pueda grabarse igualmente.

Pilar nos hablaría de la lotería de poder tener en Oviedo a tres músicos «de aquí» (Lucas y Manuel casi reconocidos como asturianos adoptivos), yo llamo a todo este proyecto «Made in Asturias», formados fuera de nuestras fronteras para abrir un breve debate sobre qué se puede mejorar en la educación musical tan diferente a la nuestra por parte de estos tres grandes músicos: Noelia desde su trabajo docente en Zaragoza retomaría lo apuntado al inicio del encuentro por la Presidenta de la FMC ovetense, los profesores deben ser músicos en activo (algo que en España es difícil y en Asturias imposible) y así se les exige; Manuel pide más dotación a los centros de enseñanza, aquí como en otras ciudades compartidos entre los grados Profesional y Superior, además de mayor inversión y entender la  cultura como bien inmaterial; Lucas recordaría su paso en el año 2000 por la Mahler Jugendorchestre donde sólo eran seis españoles y hoy es nuestro país el que más  músicos aporta (también a la European Union Youth Orchestra), aunque muchos hayan salido tristemente de centros privados más que de los públicos, siendo un talento joven de difícil retorno a casa.

El coloquio se abriría a los presentes con el tema de la presencia de público joven en los conciertos y óperas , aunque está claro que depende de ciudades. Juan Carlos R. Ovejero preguntaba a Macías por la clave para captar público nuevo, comentando el maestro onubense cómo su padre desde el Teatro de la Maestranza sevillano le enviaba un mensaje admirado por el lleno de jóvenes en el ensayo general del «Turandot«, o cómo tener precios especiales para ellos, como también hace Granada o Tenerife, puede ser una solución.

Finalmente se comentaría la tradición coral asturiana pero que salvo honrosas excepciones las formaciones vocales están envejecidos en su mayoría, y cómo buscar la participación con orquestas como apuntaba Lucas, quien apunta como una de las soluciones la integración de la música en los centros desde edades tempranas, contándonos su propia experiencia buscando uno para sus hijos, todavía buscando encajar el transporte escolar para su nuevo destino hispalense, y optando en Sevilla por el Colegio Internacional Europa que cuenta con cuatro coros (Rosetta, Mozart, Palestrina y Brahms) dentro de sus actividades extraescolares, un ejemplo privado en el que debería mirarse la educación pública.

Un encuentro interesante que finalizaría con la firma de discos por parte de Noelia Rodiles, hoy verdadera protagonista en el Club de Prensa.

Ilusionante temporada

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Este jueves 26 de septiembre a las 12:30 horas se presentaba en el Salón de Te del Teatro Campoamor (al estar aún en obras el Auditorio de Oviedo), la Temporada 2024-25 de los Conciertos del Auditorio y Jornadas de Piano «Luis G. Iberni», una vez pasadas celebraciones como las Bodas de Plata y aún con buenos recuerdos de aniversarios pero mirando siempre al futuro para una temporada que se ha titulado como «de la ilusión» en las palabras de David Álvarez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y presidente de la Fundación Municipal de Cultura -FMC-) que abría la rueda de prensa.

Tras la proyección de un vídeo con un programa que comentaré más adelante, el presidente de la FMC subrayaría de la temporada que “es como un viaje sonoro que invita a cada uno de nosotros a explorar la riqueza y diversidad de la música clásica, un arte que trasciende el tiempo y el espacio». Después tomarían la palabra Juan García-Ovies (responsable de la Fundación EDP en Asturias), Francisco García Alonso (subdirector del diario La Nueva España), los apoyos siempre necesarios de patrocinadores y colaboradores.

Proseguiría Pilar Rubiera (presidenta de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo)  que destacaría las citas sinfónicas donde habrá dos estrenos a cargo de Oviedo Filarmonía (OFil) o la presencia de las mujeres tanto en el atril como desde el podio, o los centenarios de Puccini o Bruckner, que finalizaría su intervención con las palabras de Cecilia Bartoli: «La música no cambia el mundo y desgraciadamente no para guerras  pero es una forma de soñar juntos y de ir a otra dimensión aunque sea por un breve espacio de tiempo”.

Foto: desimonvanboxtel

David Álvarez destacaría algunas figuras como la violinista Janine Jansen con el afamado y aclamado Klaus Mäkelä dirigiendo la Real Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam (de las pocas que quedaban por visitar Oviedo), la presencia de la OFil como pilar de los conciertos así como el apoyo que siempre se ha tenido a artistas asturianos de talla internacional. Avanzó la novedad para esta temporada de un programa pedagógico pendiente de cerrar y que se clausurará con un gran musical, reivindicando como ya es casi obligada la etiqueta («hastag») para Oviedo de #capitalidadmusical, con el agradecimiento a todo el equipo de la FMC pasando ya el micrófono a Cosme Marina, director artístico de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo y sin olvidarse de Cristóbal Sánchez quien realizó el diseño gráfico de esta temporada.

Foto ©decca by marco_borggreve

Entrando en materia, Cosme Marina hablaría de una temporada “muy diversa, no es un ciclo de piano, no es un ciclo estrictamente de orquestas sinfónicas, no es un ciclo de ópera, pero tiene todo eso y, precisamente, desde su origen tiene ese espíritu de diversidad, de buscar la música desde todos los recovecos y, sobre todo, una ambición de que en Oviedo y en Asturias podamos tener a los grandes músicos de nuestro tiempo a las grandes formaciones sinfónicas. No es tan fácil, porque la competencia no es con las ciudades de nuestro alrededor, al final los grandes artistas y las grandes formaciones se mueven a nivel mundial”. Por tanto un ciclo variado, una de las señas de identidad buscando para tener en Oviedo lo mejor del panorama nacional e internacional, siempre complicado pero fruto de una labor de años y el apoyo del Ayuntamiento de Oviedo. Si la anterior temporada de los 25 años se rondaron los 30 mil espectadores, a los que sumar el resto de oferta ovetense pública y privada (Ópera, Filarmónica de Oviedo, Zarzuela, Festival de Danza, Primavera Barroca, conservatorios, etc.),  logran una personalidad de la capital asturiana marcada por el nexo musical: «Todo esto convierte a Oviedo en la ciudad de España con más asistencia a los espectáculos de música clásica de todo el país en relación con su población». Por esto llevo años diciendo que la capital asturiana es #LaVienaEspañola.

Foto by Stas Levshin

Citando algunos intérpretes tanto asturianos como internacionales, el director Teodor Currentzis con  su MusicAeterna será de lo que destacará entre los aficionados, así como los 80 años de William Christie con Les Arts Florissants en una gira por las principales capitales musicales donde Oviedo sigue estando en ese mapa. Destacable la vuelta del oratorio a Oviedo, esta vez con Jephtha (Haendel) que solo se verá en Madrid y Oviedo.

De las Jornadas de Piano «Luis Gracia Iberni» se puede decir, y sin complejos, que será el mejor ciclo por las figuras programadas, conocidas y nuevas que Marina fue citando: Jaeden Iziz-Dzurko, Yefim Bronfman, los regresos de Leif Ove Andsnes, Arcadi Volodos, Grigory Sokolov (que no puede faltar en Oviedo), Paul Lewis, o dos figuras muy esperadas: Beatrice Rana (con la Orquesta Filarmónica de Radio Francia dirigida por Mikko Franck) y Vikingur Ólafsson, que no dejará indiferente a nadie -doy fe- y  añadirá su nombre a la gran lista de famosos pianistas de los que seguir disfrutando en «La Viena Española».

Photo Simon_fowler ©warner_classics

Sería nuevamente el concejal y melómano David Álvarez quien despediría esta presentación, recordando que los abonos se pondrán a la venta desde este sábado 28 de septiembre, y que los conciertos en sábado, domingo y festivos comenzarán a las 19:00 horas aceptando una de las sugerencias de los habituales, manteniéndose las 20:00 horas por semana.

Personalmente es difícil destacar la excelente oferta (de la que dejo copia), pues hay para todos los gustos y públicos. En el terreno lírico destacar por orden cronológico:

La versión en concierto de Dido y Eneas (Purcell) con el Coro y Orquesta de la Ópera Real de Versalles que inaugurará la temporada el sábado 26 de octubre con Sonya Yoncheva y Ana Vieira Leite (que descubrí con Concerto 1700), una Gala Lírica el jueves 7 de noviembre con Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala, junto a OFil y Lucas Macías, un homenaje a Puccini, o el antes citado oratorio de Haendel (Jephtha) con Joyce DiDonato, Michael Spyres e Il Pomo d’Oro el domingo 4 de mayo.

Foto © Rubén Fernández

Con muchas ganas de escuchar el miércoles 20 de noviembre el Requiem en do menor de Cherubini con un tándem que nos da siempre grandes satisfacciones (El León de Oro y OFil), incluyendo además la Sinfonía nº 00 en fa menor de Bruckner, o la «Vivaldiana» de Forma Antiqva el jueves 6 de marzo.

Para el bicentenario del compositor austríaco también sonarán la Sinfonía nº 9 el sábado 29 de marzo con MusiAeterna y Currentzis, y la Sinfonía nº4 el sábado 15 de marzo con el regreso de Francesca Dego (Concierto para violín de Barber) y el estreno de las Vísperas de Jesús Rueda, con la OFil y su titular el maestro Macías, sumándose el de Martínez Burgos Humanidad que viene que tendrá lugar el jueves 31 de octubre junto a «La Quinta» de Tchaikovsky y el Concierto para piano de Scriabin con el último ganador del Concurso de Santander Jaeden Iziz-Dzurko.

Photo © Marco Borggreve (all rights reserved)

Por lo que supone de «concierto estrella» y que me lo tomo casi como regalo de cumpleaños, el lunes 27 de enero llegarán al Auditorio Janine Jansen con Klaus Mäkelä y la Real Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, puede que de lo más esperado de la temporada por la calidad y fama mundial de estos intérpretes y por supuesto poder celebrar los 80 años de un incombustible William Christie con Les Arts Florissants en su retorno a Oviedo con oberturas, arias y coros de Haendel (Ariodante, Semele…) y Rameau (Les Indes galantes) el sábado 8 de febrero.

Photo © JosepMolina

Y de los inmensos pianistas, además de «los de siempre» bien recibidos en Oviedo, me quedo con la oportunidad de escuchar dos visiones de las últimas sonatas de Beethoven, con dos intérpretes que sigo habitualmente, mi querido Paul Lewis el jueves 20 de marzo (además de Brahms, Larcher o la número 5, la sonata nº32 del Sordo genial) y Vikingur Ólafsson cerrando temporada el miércoles 28 de mayo con las tres últimas.

Foto © Markus Jans

Una temporada ilusionante que sigue apostando por la calidad de los conocidos (está con sus enlaces o links) y los «nuevos nombres» que seguirán poniendo a Oviedo en el mapa, un motor cultural y económico que con la mejora en las comunicaciones con la capital asturiana, a buen seguro traerá más público en esta 26ª Temporada que comenzase con aquellos «Conciertos del Campoamor» y las primeras Jornadas de Piano precisamente en el mismo teatro donde se ha presentado esta. Los precios, tanto en los abonos conjuntos, los diferenciados como las localidades sueltas, siguen siendo competitivos si vemos otros escenarios nacionales… y no digamos internacionales. Prometo ir contándolos desde aquí, siempre que nada me lo impida.

Oviedo Filarmonía celebra su 25º aniversario

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Oviedo Filarmonía celebra su 25° aniversario con una exposición en Trascorrales del 11 al 16 de junio y un concierto solidario el viernes 5 de julio en el Teatro Campoamor.

• La muestra contará con una selección de fotografías, conciertos de música de cámara a cargo de miembros de la orquesta y un stand inmersivo.

• La recaudación del concierto, dirigido por el maestro Lucas Macías y que contará con la Capilla Polifónica, se destinará a la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) en Asturias.

  A estas actividades se suma la próxima edición de un libro conmemorativo que repasa la historia de la sinfónica ovetense.

Oviedo, 03.06.2024.- La orquesta Oviedo Filarmonía celebrará con el público su 25° aniversario con un concierto conmemorativo y solidario, el próximo 5 de julio en el Teatro Campoamor; y una exposición en al plaza de Trascorrales que se inaugurará la tarde del martes 1 de junio y podrá visitarse hasta el domingo 16 de este mes. La muestra, con un recorrido fotográfico por la historia de la sinfónica ovetense, contará con una programación diaria de conciertos, con grupos de cámara de miembros de Oviedo Filarmonía, y un stand inmersivo en el que los visitantes podrán formar parte de la orquesta. Estas actividades se suman a la edición, en fechas próximas, del libro conmemorativo del 25° aniversario, obra de la violonchelista coprincipal de la orquesta, Sara Chordá, ya en imprenta.

La presidenta de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo, Pilar Rubiera; la directora general de la Fundación y gerente de Oviedo Filarmonía, María Riera, y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y presidente de la Fundación Municipal de Cultura (FMC), David Alvarez, han presentado esta mañana las actividades conmemorativas, que buscan, en palabras de la presidenta, «ser una gran fiesta musical que refuerce nuestra unión con la ciudad» y «un gesto de amistad y de unidad».

En el acto estuvieron representados, además del Ayuntamiento de Oviedo, patrocinador principal del aniversario, los mecenas privados, gracias a cuya colaboración han podido organizarse las actividades: TotalEnergies, Caja Rural de Asturias, FCC, Electricidad Llano, Fundación EDP, Banco Sabadell y La Nueva España, que ha cedido de su archivo la colección de fotografías de la orquesta presentes en la exposición y el libro. A todos ellos agradeció Pilar Rubiera su colaboración, porque no hay dinero para gastos extraordinarios, y «sin ellos, y sin el apoyo incondicional y adicional del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo, representado hoy aquí por el concejal de Cultura, David Alvarez, no habríamos podido abordar este aniversario». «Gracias también a la ciudadanía y a todas y cada una de las personas que han hecho posible que hoy estemos aquí», añadió. También quiso reflejar que los conciertos era su deseo fuesen populares, agradeciendo al público el apoyo de estos años, la OFil como «parte de la vida cultural ovetense», y por supuesto la solidaridad, ya que la recaudación del concierto del 5 de julio se destinará a la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE).

La directora general de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo, María Riera, explicó los pormenores de las celebraciones por el aniversario, que comenzarán el próximo martes 1 de junio, con al inauguración, a las 20 horas, de la exposición «Oviedo Filarmonía: 25 años de música», en la Plaza de Trascorrales. En el acto participará el primero de los grupos de cámara que actuaran a lo largo de la semana, liderado por el director titular de Oviedo Filarmonía, Lucas Macías; junto al concertino, Andrei Mijlin, y los Principales de viola y violonchelo de la orquesta, Rubén Menéndez y Gabriel Ureña, respectivamente. El repertorio elegido por los propios músicos, será de lo más variado. Para el concierto solidario además de la OFil con su titular Lucas Macías estará la  Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, «un coro muy vinculado a nuestra orquesta y con el que durante años compartimos presidente, nuestro querido Francisco González Álvarez-Buylla ‘Paquirri’, al que especialmente en esta efeméride queremos recordar», apuntó Riera. La exposición será gratuita y los conciertos, con una duración aproximada entre 30 y 45 minutos, serán de acceso libre hasta completar las butacas disponibles, con un aforo aproximado de 90-100 personas. Más abajo dejo los detalles de cada día, pero resumiendo tendremos:

Las mañanas del miércoles 12, jueves 13 y viernes 14 de junio, entre las 11.30 y las 12.30 horas se celebrarán conciertos para escolares, con visitas a la exposición de varios centros educativos del municipio. Entre las 12,30 y las 14 horas la muestra estará abierta al público general. Las tardes de estos días, la exposición abrirá a las 18.30 horas con un concierto y podrá visitarse hasta las 21 horas.

El sábado 15, el concierto de la mañana tendrá lugar a las 12 horas, coincidiendo con la apertura de la exposición, que cerrará a las 15 horas para abrir de nuevo a las 18.30 horas, con un programa de música de cámara, y cerrar a las 21 horas.

El domingo 16 a las 12 horas, se celebrará el último de los conciertos, pensado para público familiar, con visitas a la exposición hasta las 15 horas, momento de clausura de esta. Fuera de estos horarios la muestra permanecerá cerrada.

En Trascorrales se mostrarán, en gran formato, fotografías de algunos momentos especiales en la historia de Oviedo Filarmonía, cedidas por el diario La Nueva España. Además, podrá vivirse una experiencia inmersiva en un concierto de la orquesta, a través de unas gafas que incorporan una grabación en 360 grados.

Finalmente el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y presidente de la Fundación Municipal de Cultura (FMC), David Alvarez comentó la fortaleza ovetense reivindicando la «Capitalidad Musical» de la capital asturiana, recordando aquel febrero de 1999 cuando comenzaba la OSCO (Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo), hoy OFil, más que una orquesta de foso aunque naciese para colaborar en el Festival de Zarzuela, piedra angular de la música en Oviedo con mucho camino por recorrer, siendo conscientes de las carencias pero trabajando por mejorarlo todo, recordando todos los titulares que ha tenido la OFil.

CONCIERTO SOLIDARIO DE ANIVERSARIO

Como broche de oro a las celebraciones por el 25° aniversario de Oviedo Filarmonía, el viernes 5 de julio, a las 20 horas, el público podrá disfrutar de un Concierto de Aniversario en el Teatro Campoamor, dirigido por el maestro Lucas Macías y con la participación de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. La cita, además de celebrar las bodas de plata de la orquesta tendrá carácter solidario, ya que la recaudación se destinará a la COCEMFE en Asturias, dentro del programa social de la orquesta. Las localidades, a 20, 15 y 10 euros, podrán adquirirse en la taquilla del Teatro Campoamor (de 1 a 14 y de 17 a 20 horas) y en la web entradas.oviedo.es a partir del viernes 7 de junio.

A estas actividades se sumará la próxima edición de un libro conmemorativo que repasa la historia de la sinfónica ovetense, escrito por la coprincipal de Oviedo Filarmonía, Sara Chordá, fruto de la tesis doctoral defendida a finales del año pasado en la Universidad de Oviedo y dirigida por el doctor Ramón Sobrino.

ACTIVIDADES

MARTES 11 DE JUNIO

20 horas: Concierto inaugural.

Lucas Macías, oboe.

Andrei Mijlin, violín. Rubén Menéndez, viola. Gabriel Ureña, violonchelo.

MIÉRCOLES 12 DE JUNIO

– De 11.30 a 12.30 h: Concierto para escolares (visitas programadas). Luisa Lavin e Irantzu Otsagabia, violines. Iñigo Arrastua, viola. Javier Gómez, violonchelo. Salvador Morera, contrabajo.

– De 12.30 a 14 h: Público general.

– 18.30 horas. Concierto. Marina Gurdzhiya y Gints Sapietis, violines. Rubén Menéndez, viola. Guillermo L. Canal, violonchelo. Simon Lewis, trompa.

Visitas hasta las 21 horas.

JUEVES 13 DE JUNIO

– De 11.30 a 12.30 h: Concierto para escolares (visitas programadas). Alberto R. Ayala, Carlos Pastor, Simon Lewis y Rafael Planelles, trompas.

– De 12.30 a 14 h: Público general.

– 18.30  horas: Concierto. Gints Sapietis y Vadim Pichurin, violines. Hans Stockhausen, contrabajo. Miguel Perelló, percusión. Elia Esipovich, piano.

Visitas hasta las 21 horas.

VIERNES 14 DE JUNIO

– De 11.30 a 12.30 h: Concierto para escolares (visitas programadas). Marina Gurdzhiya, violín. Rubén Menéndez, viola. Hans Stockhausen, contrabajo. Javier Pérez, oboe. Julio Sánchez, clarinete.

– De 12.30 a 14 h: Público general .

– 18.30 h: Concierto. Antonio Soriano, trompeta. José Mir, trombón. Iván Carrascosa, trompa.

Visitas hasta las 21 horas.

SÁBADO 15 DE JUNIO

– 12.00 h: Concierto. Mercedes Schmidt, flauta. Gema Jurado, violín. Álvaro Gallego, viola. Guillermo L. Cañal, violonchelo. Salvador Morera, contrabajo.

Visitas hasta las 15 horas.

– 18.30 horas: Concierto. Jorge Bronte y Javier Pérez, oboes. Inés Allué y Julio Sánchez, clarinetes. Domenico Zapone e Ivan Mysin, fagots. Alberto R. Ayala y Rafael Planelles, trompas.

Visitas hasta las 21 horas.

DOMINGO 1 6 DE JUNIO

  12.00 h: Concierto. Marina Gurdzhiya, violín. Denitsa Lyubomirova, contrabajo. Inés Allué, clarinete. Ivan Mysin, fagot. Antonio Soriano, trompeta. José Andrés Mir, trombón. Miguel Perelló, percusión. Álvaro Gallego, narrador.

– 15 h: Clausura.

Mahler para 25 años de Auditorio

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Este lunes 27 de mayo a las 11:30 horas tenía lugar en la Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo la presentación a los medios de comunicación de los dos conciertos extraordinarios con motivo del 25 Aniversario del «Auditorio Príncipe Felipe», que se celebrarán los próximos días 8 y 28 de junio.

La OSPA y Oviedo Filarmonía se unirán de nuevo en dos conciertos con Mahler de protagonista. Tomaba la palabra en primer lugar David Álvarez Menéndez, Concejal de Cultura y presidente de la Fundación Municipal de Cultura (FMC) para recordar la efemérides y repasar por alto quién fue Don Gustavo y las sinfonías corales del bohemio de las que en Oviedo sólo nos queda la número 8 «De los Mil», que llevo años pidiendo a SSMM cada víspera de Reyes, como le recordé, esperando cumplir el sueño en esta legislatura. Las tres requieren gran cantidad de efectivos pero en «La Viena española» todo es posible.

Antón García Fernández, director general de Acción Cultural y Normalización Llingüística también hacía referencia al primer cuarto de siglo del auditorio diseñado por Rafael Beca que los que ya peinamos canas todavía recordamos los depósitos de agua que aún conservan parte en esta sala (dándole además una acústica ideal), veinticinco años con una programación de altura que ha puesto a la capital del Principado en el mapa de los grandes conciertos.

Ana Mateo Martín, gerente Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), que estaba «en su casa» como sede de la formación desde la inauguración, bromeando con la infraestructura que suponen estas dos sinfonías para celebrar las Bodas de Plata del Auditorio, aceptando el reto del concejal y recordando anteriores colaboraciones con la formación ovetense.

María Riera, directora general de la FMC también recordó la unión de ambas orquestas no solo en estos conciertos, como La consagración de la primavera de Stravinsky, la Sinfonía alpina de R. Strauss o la Sinfonía nº 7 «Leningrado» de Shostakovich entre otras, sino también en la Ópera de Oviedo, contabilizando nueve colaboraciones como Sigfrido y el último El ocaso de los dioses de Wagner con sus cuatro representaciones, y recordó que las entradas se pondrán a la venta a partir de mañana martes 28, con precios asequibles de 15€ en butaca y 10€ en anfiteatro, con la posibilidad de abonarse a los dos conciertos por 27€ y 18€ respectivamente, con un 10% de descuento.

El sábado 8 de junio a las 20:00 horas, OSPA y OFIL volverán a interpretar la Sinfonía nº 2, «Resurrección» junto a la soprano Slávka Zámecnniková, la mezzo Fleur Barron que vuelve a Oviedo, el Coro de la Fundación Princesa de Asturias que dirige José Esteban García Miranda (aún recuerdo esta misma sinfonía en 2008 en los inicios del blog, o la de hace 7 años con Pablo González, un mahleriano reconocido) y todos ellos, en torno a unos doscientos intérpretes, bajo la batuta del titular de la OSPA, Nuno Coelho, como anfitrión de este primer Mahler de junio.

Y el viernes 28 de junio a la misma hora, sin moverse del Auditorio y «devolviendo» visita será el titular de la OFIL el onubense Lucas Macías quien llevará la dirección de la Sinfonía nº 3 en re menor con la OSPA, la mezzo Dame Sarah Connolly más los coros Aurum y Peques del León de Oro (LDO) que dirige Elena Rosso, la mejor cantera vocal asturiana.

Por causa del Covid nos quedamos sin otro Mahler conjunto para la Sinfonía nº 9 en re mayor programada para el  día 26 de junio de 2020 con Lucas Macías, pero dado que ya llegó el «tiempo de Mahler», no faltarán más sinfonías de mi querido Don Gustavo, esperando por esa Octava «De Los Mil» que aún no ha sonado en Oviedo, esperándola como un niño de 12 años.

Música para cre(c)er

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Domingo 28 de abrill, 19:00 horas. 25 años de «Los Conciertos del Auditorio», Oviedo: Dinara Alieva (soprano), Ekaterina Semenchuk (mezzo), René Barbera (tenor), Maharram Huseynov (bajo), El León de Oro (LDO), Joven Coro de Andalucía (JCA), Marco A. García de Paz (director de los coros), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Verdi: Messa da Requiem.

Domingo de «misa de siete» en el Auditorio nada menos que con el Requiem de Verdi, con la «liturgia» del que el Padre Sopeña en su libro «El «Requiem» de la música romántica» califica como «terriblemente sombrío, terriblemente pesimista y demasiado autentico, demasiado campesino para buscar la «religiosidad» poética como «consuelo»» por lo que no podemos ni debemos llamar ateo a Don Giuseppe, dejémoslo en agnóstico con esta obra de reflexión y homenaje vital del compositor de Busseto y creo que la más exigente misa de difuntos por el gran despliegue que necesita, otra cita obligada en este ciclo que llega a sus bodas de plata precisamente en el templo de los melómanos asturianos y visitantes.

Con esta magna y magnífica obra verdiana que cumple 150 años y tantas referencias operísticas esconde, es difícil encontrar un conjunto homogéneo de cuatro solistas operísticos, un coro cercano a las 90 voces y una orquesta que la interprete con la calidad exigida, y este último domingo de abril se conjugaron los astros para disfrutar de esta música para creer y para crecer.

Quiero comenzar por una Oviedo Filarmonía que es de lo más versátil en cuanto a los repertorios afrontados en estos 25 años, forjándose principalmente en el foso, lo que la hizo idónea para este Verdi, pero que sobre la escena está dejándonos conciertos para comprobar cómo ha ido mejorando, creciendo y alcanzando su momento álgido en este tiempo, comandada por el maestro Andrei Mijlin, con unos principales en todas las secciones, que además cuando son reforzadas como para este Requiem dominical, consiguen una sonoridad sinfónica compacta. Evidentemente tiene mucho que ver el actual titular, un Lucas Macías que ha dado a la formación ovetense no solo confianza y seguridad, también afrontar repertorios que pocas orquestas de su plantilla pueden interpretar. El trabajo del maestro onubense se está notando, con una memoria prodigiosa que puede prescindir del atril y centrarse en todos los detalles de la obra elegida, y así fue de bien con Verdi.

Unir dos coros y que suenen empastados, con el mismo color y gama dinámica, afinación perfecta, entrega y pasión sólo es posible con un mismo director, y es el asturiano Marco García de Paz, fundador del LDO hace casi seis lustros y titular del JOA desde 2019, otro músico que ha ido creciendo y creyendo en el mundo coral, actual director del Coro de RTVE (desde hace cuatro años), respetuoso con todas sus formaciones permitiendo que sus cantantes brillen y sobre todo que disfruten. En una obra tan compleja para un coro de estas dimensiones, el «Coro de Marco» sobresalió desde la primera hasta la última nota, pianísimos impecables, fortísimos claros con los tutti orquestales, dicción diáfana y los momentos a capella que mantuvieron el listón tan alto como si un solo coro con años a sus espaldas se tratase.

Y el cuarteto solista otro acierto por el color de las voces, sus amplios registros en tesituras extremas, su buen gusto, lirismo de primera con una musicalidad en todas sus intervenciones que hicieron creer hasta a los ateos, agnósticos musicales que hoy se juntaron para llenar felizmente el auditorio. Cuántas buenas voces hay por el mundo y las antiguas repúblicas soviéticas siguen siendo una cantera única. De Azerbaiyán llegaron a Oviedo la soprano Dinara Alieva (1980) y el bajo Maharram Huseynov (1995) más la mezzo rusa Ekaterina Semenchuk (1976). Finalmente el tenor Joseph Calleja con una afección de laringe a última hora, fue sustituido feliz y satisfactoriamente por el mexicano-estadounidense René Barbera, cuatro voces verdianas que redondearon un Requiem equilibrado, sentido, emocionante y sobresaliente.

Imposible detallar cada número, pues no hay peros que poner. La partitura de esta Messa Da Requiem como bien señala el doctor Fernando Agüeria Cueva en las notas al programa, es una obra «(….) muy exigente en su interpretación. A través de un extenso lienzo sinfónico-coral, G. Verdi utiliza los textos litúrgicos del Requiem aportándoles gran dramatismo y expresividad en delicados equilibrios sonoros. Requiere de cuatro voces solistas con amplio registro y sonoridad, y de un coro y orquesta de grandes proporciones. Está llena de contrastes que acentúan su dramatismo: contraste en las dinámicas, desde el pianísimo apenas perceptible del inicio hasta el fortísimo aterrador del Dies Irae. Contraste en las texturas armónicas y contrapuntísticas con pasajes al unísono, pasajes de texturas trans- parentes con bellas melodías acompañadas por la orquesta como en el Recordare, Ingemisco y Lacrymosa o pasajes de complejos y exquisitos entramados contrapuntísticos como el Kyrie o el Sanctus. Contraste en la tímbrica con una rica paleta de combinaciones instrumentales en diálogos con solistas y coro o efectos de gran teatralidad como la intervención de las trompetas en el Tuba mirum…», y ese colosal despliegue  fue llevado por momentos al paroxismo de los Dies iræ, «el «grito» más dramático, más largo y mejor acabado de toda la obra de Verdi» (vuelvo a citar a Federico Sopeña) pero también al recogimiento de los cuatro solistas o el propio coro. La orquesta ayudó a ese clima de contrastes con tempi casi extremos que  el maestro Lucas Macías sabe hasta donde llegar, matices inmensos y emocionantes con las cuatro trompetas externas (entre las de «Aida» y «Otello») del Tuba mirum igual de presentes que las otra sobre escena, con unos metales protagonistas y «orgánicos», una madera cantando este Verdi operístico y una cuerda limpia, compacta, de matices para degustar sin perderse una nota en los acordes secos o  las figuraciones cromáticas. El coro jugó con los extremos, impecable en los pianissimi de agudos estratosféricos en las sopranos celestiales, en la línea con la que trabaja García de Paz, unos graves suficientes (aunque nunca lo sean en esta misa), y las cuerdas «intermedias» que completan el equilibrio coral. Tanto el Rex tremendæ como el Sanctus fueron una pequeña muestra del buen hacer del coro.

Por resumir un poco de las voces solistas, comienzo por el tenor René Barbera, poderoso y de timbre ideal, con volumen suficiente para sobrevolar «la masa» que pareció empujarle a un Ingemisco cual Radamés perfecto en musicalidad y buen gusto. El fin un bajo joven pero de los que recuerdan años soviéticos por el color y buena línea de canto, Maharram Huseynov bordó el Mors stupebit y nos deleitó con un Confutatis sentido. Ekaterina Semenchuk fue la mezzo perfecta de registro «amaderado» y potencia cual Azucena trovadoresca interpretando su Libert sciptus cual «Miserere», empastando con sus compañeros a la perfección y demostrando un entendimiento y fraseo conjunto con la soprano que en el Agnus Dei fue para «perdonar todos los pecados del mundo» siendo el más «eclesiástico» de los números por sencillez e invitando casi a contestar al pueblo. Y la soprano Dinara Alieva fue el cuarto sustento de estos solistas difíciles de encontrar para este Verdi del Requiem, de agudos bien proyectados, registros extremos manteniendo un color uniforme incluso en los graves rotundos, empaste por fraseos y color ideales tanto con el coro como entre ellos cuatro, con un Libera me, Domine de ponernos la piel de gallina.

Si el resultado fue tan bueno está claro que se debió al trabajo de Lucas Macías concertando este contingente vocal e instrumental, atento a cada detalle, pidiendo y recibiendo, asegurando, templando, gestos precisos para dar confianza, mimando las voces todo lo que se puede en esta Messa da Requiem porque si la orquesta era un «muro sonoro», las voces pudieron compactarlo e incluso saltarlo cuando así lo exige la partitura. Aires operísticos que el maestro conoce al detalle para este Requiem donde pudo contar con el elenco necesario para «liberarnos» o despojarnos de complejos. Música para creer, música para crecer.

PROGRAMA:

Giuseppe Verdi (1813-1901)

MESSA DA REQUIEM

1. Requiem y Kyrie (solistas y coro)

2. Dies iræ

Dies iræ (coro) – Tuba mirum (coro) – Mors stupebit (bajo) – Liber scriptus (mezzosoprano) – Quid sum miser (soprano, mezzosoprano y tenor) – Rex tremendæ (solistas y coro) – Recordare (soprano y mezzosoprano)  -Ingemisco (tenor) – Confutatis (bajo) – Lacrymosa (solistas y coro)- Pie Jesu (solistas y coro)

3. Offertorio (solistas)

4. Sanctus (doble coro)

5. Agnus Dei (soprano y mezzosoprano)

6. Lux æterna (mezzosoprano, tenor y bajo)

7. Libera me, Domine (soprano y coro)

Camarena como en casa

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Crítica para Ópera World del domingo 28 con los añadidos de fotos propias, más links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

El ciclo ovetense de “Los Conciertos del Auditorio” celebra junto a la Oviedo Filarmonía su vigésimo quinto aniversario, con una presencia en este año donde no faltan las galas líricas, y este sábado regresaba a la capital asturiana el tenor mexicano Javier Camarena (1976) en un recital muy esperado por los muchos melómanos llegados de toda la geografía que agotaron el papel y donde el gran Tosti estuvo presente pues está presentando su último trabajo discográfico junto al pianista cubano Ángel Rodríguez, aunque esta vez con los arreglos orquestales de Gonzalo Romeu que han sido una “primicia” que podemos tomar como regalo de las Bodas de Plata en la que sigo llamando “La Viena Española” por su amplia oferta musical, que unida a la Capital Gastronómica de este año (como bien recordó el xalapeño) deberíamos reclamar también su “Capitalidad Musical”. Dedicatoria desde megafonía para nuestro querido Fernando Rodríguez Perez ‘Fernando Lluarca’, trabajador del auditorio y melómano, que nos dejó repentinamente hace cuatro días pero al que siempre tendremos presente.

Con todo vendido Javier Camarena se sintió como en casa, bien recibido, cercano, comunicativo en todo momento, empatizando con todos arriba y abajo del escenario, demostrando su pasión en todo lo que afrontó pese a no estar completamente bien debido a una flema que le daría problemas hasta el último agudo de la segunda propina que nos quitó a todos esa angustia por lo que supone escuchar sus agudos siempre “al límite”, pero volviendo a poner en pie al auditorio tras una velada dura donde el mexicano repasó sus mejores roles, sin olvidarse de la querida zarzuela en esta ciudad tan lírica, en una etapa donde irá abandonando parte del repertorio que le encumbró entre los grandes tenores y buscando nuevos caminos para su voz.
De nuevo Oviedo Filarmonía (OFil) con su titular Lucas Macías en esta nueva gala, donde al menos se mimó algo más al cantante, demostrando en las oberturas su buen momento tras un Zampa algo precipitado que sirvió para calentar, un excepcional Rossini que nos “robaría” los recuerdos cinematográficos de una ópera conocida por esta obertura, sirviendo además para lo mejor de la “Gala Camarena”, y sobre todo el popular Intermedio de La leyenda del beso donde pudimos comprobar la excelente gama dinámica de la formación ovetense que bien podría haber servido de test sonoro para todo el recital, con sonoridades impecables, una cuerda madura (con el arpa nuevamente de Domené siempre de agradecer) empastada, las maderas muy “cantabiles” con especial presencia de Inés Allué al clarinete, unos metales correctos y la percusión con altibajos por una desigual matización que no empañó para nada la seguridad que da tener en Vetusta esta orquesta sinónimo de lírica en todas sus variantes.
Oviedo y Camarena quedaron unidos desde su primera gala en noviembre de 2017 también con Oviedo Filarmonía pero con López-Reynoso a la batuta, un verdadero “flechazo” que seguiría hace cuatro años con su pianista de cabecera Ángel Rodríguez en un programa muy similar al de este último sábado de enero. Pero volver a escucharle con orquesta, incluso sea detrás suyo y no en el foso, siempre son palabras mayores, más en las arias de la primera parte cantadas en francés, donde la nasalización (sumada a la incómoda “telilla”) no ayudó a disparar la voz, aunque con los años el mexicano haya ganado en recursos, con ese registro medio y “mezza voce” característicos del tenor que son cual tarjeta de visita. Así, el Romeo de Gounod fue la ya exigente carta de presentación en frío, mimado por la OFil, o el Lalo de Le roi d’Ys donde mostrar su gusto por el ‘legato’ y el respeto al texto que ha caracterizado desde siempre a Javier Camarena.
Tras unas palabras donde volvió a ganarse el público recordando el paréntesis que supuso la pandemia y volver a cantar, emocionado, dos arias que pese a lo antes comentado, serían el mejor Camarena de la velada por su entrega: dominio, madurez y emoción. Primero la endiablada aria de Ramiro del segundo acto de La Cenerentola que exige un estado físico atlético por los ornamentos, sin faltarle ninguno, el rol que le abrió el MET hace diez años, hoy más corpóreo y tirante en el agudo pero igual de entregado, con el final poderoso y fidedigno hasta en la duración. Para cerrar la primera parte el Tonio de La fille du régiment, ese aria del primer acto cual verdadera dedicatoria a tantos amigos hoy presentes, no solo por los famosos “nueve dos” que en la ópera suenan casi sin calentar pero este sábado estaban bien situados en el programa. Camarena los atacó “a pecho descubierto”, limpio, impetuoso, con la orquesta perfecta en volumen, que si Rossini le preparó el instrumento, con el bergamasco alcanzó la cima de un Everest vocal que probablemente no vuelva a escalar a su edad.
Para la segunda parte aún quedaba un último Verdi que el mexicano domina, transmite y encandila: la cavatina «La mia letizia…» de Oronte en el acto II de I lombardi alla prima crociata, Lucas Macías llevando de la mano a Camarena ayudando al fraseo y ‘rubati’ hasta el último ataque al agudo corriendo el riesgo pero dándolo, pues valentía y entrega nunca le faltan al tenor.
Cómodo con la lengua de Dante vendrían las tres últimas páginas antes de la zarzuela: una “Danza” de Rossini muy personal en el arreglo y agógica elegida para el mismo, personalmente alejada de mi referente Alfredo Kraus (omnipresente en esta gala por el repertorio), con la picardía del veterano y la complicidad desde el podio, no siempre fácil de ajustar y encajar, más los dos Tosti que presentaría por el último disco, estrenando en Oviedo los arreglos de Gonzalo Romeu perfectos para esta gala, disfrutando de una orquestación actual pensada para realzar aún más la voz. «Chitarra abruzzese» dedicada a Caruso sonó desde el respeto idiomático, el melodismo del de Ortona y la fuerza necesaria para no perder volumen desde la matización intrínseca a esta partitura, y después despuntando la luna del «Marechiare», otra instrumentación “ideale” para Tosti en la voz de Camarena, encajando mejor en la segunda estrofa (la única con la ayuda de la partitura en tablet) pero dejándonos la media voz que la orquesta respetaría para disfrutar el color del mexicano.
Dos romanzas de zarzuela serían el cierre oficial donde el tenor mexicano defiende nuestro género por excelencia, en el que muchas otras voces han dejado su impronta y Camarena las conoce sumándose a tantas versiones: primero el Juan Luis de El huésped del Sevillano con la mujer de perfil agareno que el mexicano tornó azteca por los ornamentos, y después “no pudo ser” el buen Leandro de La tabernera del puerto pese al esfuerzo en los agudos, la exquisita vocalización y una OFil plegada al tenor. Agradecerle que siga incorporando zarzuela en sus recitales porque la quiere y canta con pasión y rigor, aunque el timbre y proyección no sean lo mejor para esta lírica tan exigente o más que la ópera, sumándole todo lo que llevaba cantado a estas alturas de la gala.
Los dos regalos sí fueron adecuados para el Camarena actual, de nuevo con arreglos de Gonzalo Romeu que si se llevan al disco con el balance adecuado a la voz, serán un triunfo por atemporales aunque en la mal llamada música ligera: “El día que me quieras” (Gardel / Le Pera), tango traído casi al bolero, jugando con “tempi”, matices y adaptando la melodía al registro (echando de menos un recitado del puente instrumental como hizo Rosa María Mateo con Los Sabandeños), y “Contigo en la distancia” (César Portillo de la Luz), uno de los mejores boleros de la historia donde las voces mexicanas siempre han encontrado intérpretes de referencia y Camarena también lo ha hecho suyo gracias a una instrumentación que no solo engrandece el tema (flauta, trompa, bongoes y cuerda le dan el toque sinfónico) sino que ayuda a sobresalir la voz y el buen gusto de este tenor feliz en Asturias, disfrutando de la buena mesa y luchando con las inoportunas flemas que sólo en la penúltima nota, deteniéndose para limpiarla tosiendo antes del último agudo, consiguió quitársela mostrando su agudo portentoso, penetrante y al fin claro. Estaba en el momento vocal de “Begin the beguine” pero el punto final ya quedaba puesto.
FICHA:
Sábado 27 de enero de 2024, 20:00 horas. Auditorio “Príncipe Felipe” de Oviedo, Los Conciertos del Auditorio (25 aniversario): Javier Camarena (tenor), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías Navarro (director).
PROGRAMA:
Ferdinand Hérold (1791-1833): Obertura de Zampa.
Charles Gounod (1818-1893): «L’amour… Ah, lève-toi, soleil» (de Roméo et Juliette).
Édouard Lalo (1823-1892): «Puisqu’on ne peut fléchir… Vainement ma bien aimée» (de Le roi d’Ys).
Gaetano Donizetti (1797-1848): «Un ange, une femme inconnue…» (de La favorite).
Gioachino Rossini (1792-1868): Obertura de La gazza ladra.
Gioachino Rossini: «Si, ritrovarla iu giuro…», de La cenerentola.
G. Donizetti: «Ah! Mes amis, quel jour de fête!» (de La fille du régiment).
Giuseppe Verdi (1813-1901): Obertura de Luisa Miller.
Giuseppe Verdi:«La mia letizia infondere» (de I lombardi alla prima crociata).
G. Rossini: «La danza» (Arr. Ángel Rodríguez).
Francesco Paolo Tosti (1846-1916): «Chitarra abruzzese» (Arr. Gonzalo Romeu).
Francesco Paolo Tosti: «Marechiare» (Arr. Gonzalo Romeu).
Reveriano Soutullo (1880-1933) y Juan Vert (1890-1931): Intermedio de La leyenda del beso.
Jacinto Guerrero (1895-1951): «Mujer de los ojos negros» (de El huésped del Sevillano).
Pablo Sorozábal (1897-1988): «No puede ser» (de La tabernera del puerto).

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