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La Vetusta clariniana por La Castalia

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Martes 29 de julio, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, «La Castalia en Vetusta: Un paseo lírico a través de «La Regenta» en su 140 aniversario».

Con el ovetense Teatro Filarmónica registrando un lleno digno de destacar, llegaba la I Edición «Ópera-Studio» que organizaba la Asociación «La Castalia» heredera de la que se fundó en el siglo XIX, presidida por Begoña García-Tamargo, con un muy trabajado espectáculo escénico-vocal a cargo de un elenco joven de artistas, muchos ya iniciada su carrera profesional, con la dirección de escena del donostiarra Íñigo Santacana.

Ya dejé reflejada aquí la presentación de este espectáculo que contó con el pianista Juan Carlos Martín junto a las voces femenias de Vilma Ramírez (soprano), Noive Solar (soprano), María Heres (mezzo), más las masculinas de Aitor Garitano (tenor) y Ángel Simón (barítono) junto a Laura Iglesias (actriz). Celebrando los 140 años de la publicación de «La Regenta» de Clarín, esta puesta en escena estuvo centrada en la creación lírico literaria con fragmentos de las óperas y zarzuelas citadas por Leopoldo Alas, con gran relevancia de ambos géneros en muchos capítulos, pero armando una trama de algunas de las obras citadas con su relación directa a la la época donde parecen coincidir con las representaciones donde «La Castalia» del siglo XIX participaría activamente en el Oviedo que Clarín convertiría en Vetusta, y que como indicaba el pasado miércoles Íñigo Santacana, la dramaturgia y la selección de los extractos más representativos de «La Regenta» se ubica en 1890 ensayando aquella decimonónica «La Castalia» los propios personajes clarinianos más una actriz que es la propia Ana Ozores con el conflicto al aparecer en medio e intentar integrarla en el montaje, con un diálogo que sigue poniendo a la sociedad frente a los bulos en nuestros días.

Resultó muy logrado lo meta-teatral con los dos planos que comentaba el pasado miécoles Santacana: el de los personajes reales de la primitiva Sociedad La Castalia (Clementina Bertrand, Lola García, Luisa Bontel, Álvaro Olay, Víctor Sáenz…) ensayando las obras, más el ficticio de Ana Ozores en un juego de los personajes de la novela universal de Clarín con los reales, contando con un atrezzo más que suficiente, un elegante vestuario de época donde no faltaron los peinados de entonces y las joyas, más una luminotecnia austera pero suficiente y realzando la acción sin pausa a cargo de Eduardo Espina.

Era difícil elegir  tantas de las obras citadas en «La Regenta» donde aparecen citas diez óperas y cinco zarzuelas, fiel reflejo no ya de la afición del zamorano hijo adoptivo de Oviedo, sino el conocimiento de la lírica tan bien hilvanada en el propio argumento de la mejor novela de nuestra historia local. Tanto Mª Luz González Peña, siempre colaborando con «La Castalia» desde el archivo de la SGAE, ayudando con los materiales utilizados, como los musicólogos de la Universidad de Oviedo, los doctores Mª Encina Cortizo  y Ramón Sobrino, pareja de indispensables por el conocimiento en la materia y su inestimable apoyo a «La Castalia del siglo XXI». Hilar las doce páginas fue todo un acierto desde la escena de un ensayo que fue toda una función lírica con las cinco voces participantes más la actriz.

 

A continuación dejo reflejados los números seleccionados para el espectáculo, con los cantantes así como sus respectivos personajes, otra difícil elección pero perfectamente acomodada a las partes cantadas que dieron la unidad argumental:

La soprano cubana Vilma Ramírez en los roles de Clementina Bertrand y de Ana Ozores, la también soprano  y. santanderina Noive Solar como Lola García y Petra, la mezzo asturiana María Heres como Luisa Montiel, el tenor donostiarra Aitor Garitano como Álvaro Olay y Álvaro Mesía, más el barítono venezolano Ángel Simón con el triple papel de Víctor Sáenz, Víctor Quintanar y el magistral Fermín de Pas.

Se abría la función casi como un cuadro con el dúo «Tardi si fa… Dammi il tuo viso« del Fausto de Gounod cantado por Vilma Ramírez como Margarita, y Aitor Garitano, buena pareja escénica y vocal, primer guiño a la ópera francesa tan del gusto de Clarín traducida a la lengua de Dante como era la costumbre de aquella Vetusta tan italiana como la actual, aunque siempre abierta a otras «modas».

Segunda cita clariniana en La Sonámbula de Bellini que “canta” Paco Vegallana y sobre las tablas Ángel Simón recreando con potencia y gusto el aria» Vi raviviso», siempre con el piano «orquestal» de Juan Carlos Martín en feliz entendimiento con todas las voces tras días de duro trabajo con ellas.

Y proseguiría la función con El barbero de Sevilla rossiniano donde Aitor Garitano «armado» con un laúd cantaría «Se il mio nome» con un color muy apropiado para su Lindoro bien contestado por una Rosina siempre acertada a cargo de María Heres, a quien Lola (o Petra) le tapa la boca antes de finalizar para así enlazar con el siguiente número, enlazado con los diálogos y cambios de posición en el escenario donde todas las voces están presentes.

Muy interesante poder escuchar el cómico terceto «Cuidado no os haga daño» de la zarzuela de Gaztambide Los magyares, ya en el repertorio de aquella Castalia del XIX, esta vez más actual que nunca con Simón, Solar y Garitano verdaderamente simpáticos, dominio escénico en una partitura recuperada para esta Vetusta de nuestro tiempo que sigue teniendo «sus esforzados cantantes» además de excelentes actores.

En Oviedo no puede faltar Verdi y tampoco en «La Regenta», para disfrutar de la joven pero veterana María Heres, dominadora de principio a fin con el aria «Re dell’abisso, affrettati!» (Un ballo in maschera) impactante vocal y escénicamente, ya en plenitud vocal a quien he visto crecer.

Y volvería la zarzuela con dos páginas muy distintas por desigual fama, aunque Clarín y «La Castalia» han recuperado: la poquísima escuchada Beltrán y la Pompadour (de José Casares en arreglo de Teo Montero del Rey) con el dúo Solar-Garitano «Hacéis bien; yo, la Marquesa», más esa joya que es El Juramento de Gaztambide con el dúo «Es el desdén acero de doble filo» interpretado por Ramírez y Simón. Bien ubicados y seleccionados ambos dúos y la combinación de voces distintas por color y tesitura, muy ensayadas y trabajadas con los finales conjuntados y el piano impecable de Juan Carlos Martín.

Y si las dos voces masculinas mostraron sus cualidades en sus anteriores dúos, en solitario nos dejarían dos arias que, como en las zarzuelas elegidas, también han gozado de distinta fama aunque Clarín las conocía en sus escapadas a la capital de España: Poliuto (Donizetti) con un entregado Ángel Simón «Decio, signor del mondo» más el «Spirto gentil» de La Favorita (Donizetti) donde Aitor Garitano cantó con gusto esta página referente de todo tenor que sólo el tiempo logra madurar hasta hacerla propia.

Los enlaces de las obras seleccionadas fueron haciéndose con unos diálogos muy estudiados e hilvanados para comprobar que la técnica vocal es igual de necesaria cuando se habla, así como lo que supone memorizar y hacer creíbles unos textos que además jugaban con los personajes de Clarín, incorporándose la actriz Laura Iglesias que curiosamente se la escuchó menos que a los cantantes.

Había que volver a Verdi para ir acabando el espectáculo pero no podía faltar Meyerbeer y algún fragmento de Los Hugonotes por ser la ópera que inauguraría en. 1892 el Teatro Campoamor, al que además sería el propio Clarín quien propondría el nombre, y para este espectáculo elegirían el dúo «O ciel, dove vai tu?… Lasciami partir» a cargo de Vilma Rodríguez y Aitor Garitano como al principio de la función en este segundo guiño a la ópera francesa cantada en italiano, pareja convincente en lo vocal y en la escena, bien elegidos para estos dúos.

El final verdiano estaba acorde con los gustos de Leopoldo Alas. Si Víctor  Quintanar recordaba a un tenor de Valladolid comparándolo con Gayarre, también cita el famoso cuarteto «Bella figlia dell’amore» de Rigoletto, donde comprobar la unión de colores y volúmenes de los cuatro elegidos: María Heres potente y musical como nadie, Noive Solar de agudos claros, Aitor Garitano más esforzado, y Ángel Simón cómodo por tesitura, con una dramaturgia que desembocaría en La Traviata como la referencia al «amor de padre», la orquesta plena al piano, y la conocidísima, además de actual en estos días, aria final «Prendi, quest’è l’immagine» a cargo de una convincente Vilma Ramírez con muerte en escena y fundido en negro.

Un aplauso para todo el enorme equipo que trajo a nuestro siglo La Castalia, la música que Clarín cita en «La Regenta» con más ópera que zarzuela (entonces «asociada al ridículo o la ruina moral»), pero recuperándola gracias a unos musicólogos formados en la excelencia que siguen sacando de los cajones tanta música olvidada, y el trabajo previo de todos ellos, sumando los diez días en conjunto para poner en pie este espectáculo donde el público disfrutó de la calidad con pocos medios pero muy bien utilizados (otro logro), y la entrega unida a la pasión por la lírica que tantos compartimos en la Vetusta de nuestros días.

#LaRegenta140

La Castalia de nuestro tiempo

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Miércoles 23 de julio, 20:00 horas. Club La Nueva España: Conferencia-presentación «La Regenta y el Teatro Lírico». En torno al espectáculo «La Castalia en Vetusta».

Como aperitivo a la I Edición Ópera-Studio que se celebrará el próximo martes 29 de julio a las 20 horas en el Teatro Filarmónica, con entrada libre hasta completar aforo, esta tarde teníamos la presentación y posterior conferencia sobre el espectáculo que organiza la Asociación «La Castalia» heredera de la que se fundó en el siglo XIX, presidida por Begoña García-Tamargo, quien haría de presentadora, el director de escena Íñigo Santacana más la doctora Ana Cristina Tolívar, bisnieta de Clarín y toda una autoridad en Leopoldo Alas, que nos expondría la relación de su bisabuelo con la lírica en Oviedo reflejada en su obra maestra «La Regenta» que ahora cumple 140 años de su publicación.

La profesora y directora artística García-Tamargo comenzaría adelantándonos esta nueva apuesta de «La Castalia», por vez primera en el formato de «Ópera-Studio» centrada en la creación lírico literaria con fragmentos de las óperas y zarzuelas citadas por Clarín, con gran relevancia de ambos géneros en muchos capítulos. No faltaron los agradecimientos a todas las instituciones que colaboran, Ayuntamiento de Oviedo desde distintas concejalías, al diario La Nueva España, al Centro RETO por participar de manera altruista en toda la escenografía, a los artistas participantes (dejo al final copia con sus nombres), a Mª Luz González Peña, siempre colaborando con «La Castalia» desde el archivo de la SGAE por su ayuda con los materiales utilizados, y a los musicólogos de la Universidad de Oviedo los doctores Mª Encina Cortizo  y Ramón Sobrino, pareja de indispensables por el conocimiento en la materia y su inestimable apoyo a «La Castalia del siglo XXI».

A continuación realizaría la presentación de los dos conferenciantes y sus currículum, tanto el de la doctora Ana Cristina Tolívar Alas como del director de escena donostiarra Íñigo Santacana.

Sería Ana Cristina quien profundizaría en su conferencia sobre La Regenta y el teatro lírico. Comenzaría el 19 de abril de 1868 citando cómo Clarín escribe en el periódico sobre música tras escuchar una Norma en el ovetense Teatro de El Fontán (hoy Biblioteca de Asturias), su paso por Madrid y los sucesivos viajes entre Oviedo y la capital de España. Anécdotas como la carta que en 1868 escribe a Bretón y su proyecto de una ópera española que Don Leopoldo no veía claro, especialmente por la politización a la que podría verse abocada. No faltarán sus críticas varias de las representaciones a las que acudirá desde niño y su admiración por Wagner, pues la música siempre tiene protagonismo en su obra, con preferencias por los compositores germanos y un buen conocedor de Eduard Hanslick.

De su bisabuelo recordará la amistad con el músico Anselmo González del Valle, quien probablemente le iniciaría en la música, aunque sería Víctor Sáenz, fundador de «La Castalia» y una familia muy musical, sobre todo su aventajada alumna, y que sería mujer de Clarín, Onofre García-Argüelles, a quien el escritor solía rogarle con frecuencia que cantase una romanza que al mismo tiempo interpretaba al piano. Para los curiosos y estudiosos, la profesora Tolívar Alas tiene en el nº 23 de Los Cuadernos del Norte (1984) un excelente trabajo titulado «La música en «La Regenta»» así como el titulado «Clarín y el teatro lírico» que se puede consultar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Ya centrándose en las referencias musicales de «La Regenta» la filóloga nos hablaría de un Paseo por una sinfonía llamada Vetusta con citas varias a obras de otros compositores como Martínez Burgos, la ópera de Marisa Manchado y Amelia Valcárcel, o directamente las que cita el propio Clarín, caso del Stabat Mater de Rossini, que le sirve para criticar la teatralización de las obras religiosas y cuya música va a producir en Ana Ozores la decisión de desfilar como penitente el día de Viernes Santo (citando fragmentos de los capítulos XXV y XXVI).

De las obras citadas por Leopoldo Alas y su relación con la época parecen coincidir con representaciones donde La Castalia participaría activamente en el Oviedo que Clarín convertiría en Vetusta. Primero las dos óperas, Norma y La Favorita con sus famosas arias («Casta diva» y «Spirto gentil»), paralelismo de castidad y carnalidad con citas varias en «La Regenta» y sus personajes. De La favorita  cita al tenor ovetense Lorenzo Abruñedo con Víctor Sáenz al piano, pero también El barbero de Sevilla y el paralelismo entre Rosina y Ana Ozores que cita Fermín de Pas por despertarse con unos gritos, así como Víctor Quintanar y su obsesión por la ópera identificándose con Don Bártolo.

Interesante la citas clarinianas de La Favorita y La Sonámbula que “canta” Paco Vegallana, la ópera francesa con el Fausto de Gounod, y hasta La dama de las camelias en que se inspira Verdi para La Traviata con una gaita «tocando» el famoso brindis. De su amor por Donizetti tampoco falta el aria «Decio, signor del mondo» de Poliuto, y hasta Meyerbeer con Los Hugonotes (ópera que inaugurará el Teatro Campoamor al que Clarín propone el nombre). Víctor  Quintanar recuerda en la novela a un tenor de Valladolid comparándolo con Gayarre o la cita al famoso cuarteto de Rigoletto y «La donna è mobile» que aparece también. Hay una cita de 1883 a la compañía madrileña “Los bufos” que estuvieron en Oviedo y más citas de La Traviata como la referencia al «amor de padre». Los títulos y textos se cantan en italiano como era costumbre de la época de Clarín.

Y si la ópera aparece con frecuencia, también la zarzuela: Marina y El dominó azul (Arrieta), El relámpago (Barbieri) o Los magyares (Gaztambide), todas en el repertorio de aquella Castalia decimonónica «con sus esforzados cantantes», así como dos páginas que merecen destacarse por haber caído en el olvido: La isla de San Balandrán (Oudrid) y Beltrán y la Pompadour (José Casares). De todas formas en «La Regenta» aparece más ópera que zarzuela, entonces «asociada al ridículo o la ruina moral». Finalizaría la doctora Tolívar Alas dando las gracias a los musicólogos que colaboraron en la documentación aunque imposible escucharlas todas en el espectáculo pero siendo una selección ajustada.

Finalmente Íñigo Santacana nos hablaría de la sinopsis, la dramaturgia y la selección de los extractos más representativos de «La Regenta» donde la zarzuela también aparece con muchos títulos no representados, y contar con la experta Ana Cristina Tolívar resultó fundamental en el montaje. El espectáculo está ubicado en 1890 ensayando en La Castalia los temas de «La Regenta» con una actriz que es la propia Ana Ozores (sin citarla), con el el conflicto al aparecer en medio e intentar integrarla en el montaje. Lo meta-teatral logra dar dos planos: los personajes reales de la primitiva Sociedad La Castalia (Clementina Bertrand, Lola García, Luisa Bontel, Álvaro Olay, Víctor Sáenz) ensayando las obras, más el ficticio de Ana Ozores en un juego de los personajes de la novela universal de Clarín y los reales. Hay otro nivel con el  dúo de Fausto (Gounod) y Margarita ligados a la novela y sus propios personajes. El trabajo ha supuesto todo un reto vocal e interpretativo pues no salen nunca de escena y deben saber cuándo pasar de un plano a otro. Al final en el coloquio le preguntarían por las luces, que estarán a cargo de Eduardo Espina (del Centro Niemeyer de Avilés), tan importantes en toda producción y en este caso «muy poéticas».

Begoña García-Tamargo remarcaría que esta producción es especial entre otras cosas por darse y vivirse en Oviedo, convencida que pasará a la historia, con un duro trabajo de ocho horas diarias y todas las dificultades técnicas, destacando el enorme esfuerzo del pianista Juan Carlos Martín con todas las voces, muchas ya conocidas de anteriores cursos y algunas haciendo ya carrera profesional, a saber: Vilma Ramírez (soprano), Noive Solar (soprano), María Heres (mezzo), Aitor Garitano (tenor), Ángel Simón (barítono) y Laura Iglesias (actriz).

Las puertas del Teatro Filarmónica se abrirán el próximo martes 29 de julio a las 19;30 horas y pide no asustarse por la larga cola habitual, pues el aforo de 700 butacas es suficiente para poder disfrutarlo todos quienes acudan al mismo.

Finalmente remarcará que el vestuario y los muebles de la época darán mayor credibilidad a un espectáculo que mantiene el mismo espíritu de La Castalia del XIX en el XXI. Avanza igualmente que el 25 de octubre habrá otro espectáculo (ópera de cámara con ballet, coro, cuarteto de cuerda…) que se presentará en su momento, y a propósito del citado Stabat Mater de Rossini recuerda que será la inauguración de la próxima temporada de los Conciertos del Auditorio que recomienda a todo el público que llenó el Club LNE.

#LaRegenta140

Verdaderos homenajes líricos

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Miércoles 16 de octubre, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo, La Castalia: Clausura del XXII Curso «La Voz en la música de cámara» -Homenaje a Mª Luz González Peña-. Obras de Gabriel Ordás.

La Castalia y Gabriel Ordás (Oviedo, 1999) ya son cual binomio inseparable que siguen creciendo con los años y manteniendo una colaboración que engrandece tanto a la asociación que preside Begoña García-Tamargo como al compositor carbayón que completa sus estudios en Nueva York, pero manteniendo el contacto «telemático» desde Manhattan para poder supervisar el estreno escénico de dos de sus óperas de cámara (o entremeses contemporáneos como él los prefiere definir), atendiendo a los medios de comunicación asturianos estos días previos en este verdadero homenaje lírico para mi querida amiga y compañera la avilesina Mª Luz González  Peña, buena ocasión para una escapada a la tierrina de donde partiría en 1989.

Con un lleno en el teatro de la calle Mendizábal abriría la velada la directora artística Begoña García-Tamargo agradeciendo al ayuntamiento ovetense su colaboración para estos estrenos escenificados de Ordás, a la Fundación Ópera Oviedo por cederles vestuario y atrezzo, al diario LNE, todos con representantes entre el público y a la SGAE, personificada por la doctora e investigadora Mª Luz González Peña, siempre colaboradora de La Castalia en sus conferencias además de poner a disposición de la misma un amplio repertorio con el que trabajar en los distintos cursos, incluso obras novedosas, haciendo una semblanza de la homenajeada con un  Curriculum Vitae inmenso desde que se marchó a la capital de España con nuestro admirado profesor Emilio Casares, para establecer una colaboración y trabajo inconmensurable desde 1990, tanto en la Biblioteca como en el Archivo de la Sociedad de Autores, siendo desde 1993 la directora de su Fondo, y participando en exposiciones, documentales, comisariando e incluso redescubriendo a María Lejárraga, entre muchas semblanzas como las de Pérez Galdós, Vital-Aza y tantos otros, destacando el proyecto «Pioneras de la SGAE» en 2021 o su participación en 2022 dentro del documental dirigido por Laura Hojman «A las mujeres de España: María Lejárraga» (nominado al Goya), siendo desde 2022 Académica de las Artes Escénicas.

Tras recibir una placa conmemorativa, la propia María Luz improvisaría unas palabras, recordando a sus amistades y familiares, su traslado a Madrid para disfrutar con su trabajo (aunque dice que «él la encontró a ella» en 1989 con el maestro Casares para trabajar en el «Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana» (una entelequia por entonces que hoy en día es una realidad y obra de consulta internacional) y después en el homónimo de la zarzuela. Agradecimientos a Teddy Bautista, director de la SGAE que transformaría el inmenso archivo creando el CEDOA por donde han pasado para la catalogación muchos asturianos de nuestra querida facultad ovetense, digitalizando los fondos y permitiendo el acceso desde internet, aunque no desee perder las visitas presenciales de tantos músicos de nuestra tierra.

Y por supuesto el agradecimiento y felicidad de poder estar disfrutando de las tres obras de Gabriel Ordás, a quien conocemos y admiramos desde su adolescencia, primero como intérprete y pronto como compositor desde una precocidad que ya nos asombraba entonces y seguimos admirando hoy.

Comenzaría la velada con la representación de Doña Esquina (2018) sobre el entremés homónimo de Agustín Moreto (1618-1669) que ya pude escuchar en su estreno instrumental, participando el propio compositor al violín junto a Santiago Ruiz de la Peña al cello y Juan Urdániz al piano en este mismo teatro. Esta vez el trío instrumental contaría con Jesús Méndez, Pelayo Cuéllar y Fernando Santirso desde el piano y la dirección musical del proyecto con un trabajo que comenzaría el pasado mes de septiembre con los cantantes e instrumentistas hasta el día 7 del presente donde ya se incorporaría a la escena Susana Gómez, un lujo para poder «armar» este espectáculo seis años después, una ópera de cámara donde los papeles cantados estarían a cargo de la mezzo María Heres (Doña Esquina), una voz que sigue formándose desde sus inicios en La Castalia y está asentando una carrera donde ha estrenado muchas obras de Ordás, con un color que ha ganado con el tiempo y un volumen suficiente, empastando con el resto del elenco: Daniel Vargas (Gracioso), voz y escena suficientes en esta obra, las sopranos Silvia Llera (Mujer 1) y Noive Solar (Mujer 2) bien desenvueltas escénica y vocalmente con un perfecto acople de ambas, más el barítono Ángel Simón (Esportillero), una voz poderosa, de buena dicción y mejor proyección. El vestuario dieciochesco no impidió disfrutar de la partitura de Gabriel Ordás que en esta obra tiene un estilo ecléctico donde hay pasajes del teatro musical (casi una señal del destino) junto a otros plenamente actuales (como en la obertura inicial) para mantener viva «la idea de los celos y la deslealtad evidenciando el fracaso de las estrategias amorosas», un tema atemporal, tratando a las voces con conocimiento de sus registros y respetando el texto, pues como el propio compositor ha dicho muchas veces, «siempre que compongo pienso que escribo para que esa música la lleven al escenario personas, no instrumentos».

Viaje I (2023), encargo del Trío Malats para su estreno en la Filarmónica de Avilés el 2 de febrero de 2023, ejercería como puente entre los dos entremeses cual viaje que nació entre los numerosos desplazamientos del compositor entre Madrid y Oviedo, con un lenguaje ya nuevo, maduro, un trío donde la escritura del compositor ovetense está más evolucionada y con un conocimiento directo y profundo de los instrumentos que le confiere aún más valor, contando con los mismos intérpretes de la primera obra de este lluvioso miércoles, en una versión de hondura que se notó muy trabajada por el trío.

Tras una breve pausa para reubicar atrezzo y sillas, solo con el acompañamiento del piano, cerraría esta velada el Terceto de Desamor (2019) con las voces de María Heres (mujer), Ángel Simón (hombre) y Ángeles Rojas (amiga) sobre un libreto de María Abella (1999) que nos deja un entremés de nuestro tiempo con la misma temática de enredos, celos y deslealtades.

Ordás conoce y mima las voces que cantan, declaman y realzan unos textos bien entendidos, tres voces de colores bien elegidos para un empaste perfecto y con cantantes experimentados unidos a La Castalia: los registros graves de Heres y Simón más los agudos de Rojas, dieron vida a este terceto con el piano de Santirso completando este «entremés del siglo XXI» de vestuario actual donde el teléfono móvil es ya complemento obligado y los engaños están a la orden del día.

Muy aplaudida esta tercera obra de la velada y saludos de todos los que pudieron completar y traer a la escena del Teatro Filarmónica este homenaje lírico a nuestros queridos asturianos que presumen de «la tierrina» aunque estén lejos de ella.

Como siempre mi reconocimiento al trabajo impagable de La Castalia y todo el equipo que siguen formando voces y haciendo de Oviedo una capitalidad musical que es un ejemplo a seguir.

La necesaria formación lírica

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Viernes 26 de julio, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: La Castalia, Concierto Escenificado de Clausura del IX Taller Internacional de Ópera y Zarzuela. Entrada libre. Páginas de ópera y zarzuela.

Oviedo es por historia capital de la lírica y hace tiempo que exportamos asturianos al amplio panorama escénico, también en el vocal. La Castalia continúa su inagotable labor docente de potenciar y perfeccionar nuevos talentos desde hace 22 años y que en este último viernes de julio clausuraba el noveno taller lírico con un concierto escenificado que desde una hora antes congregaba una enorme cola desde la calle Mendizábal bordeando la de San Francisco para llenar este «coliseo musical carbayón», siempre ávidos de escuchar páginas muy conocidas de óperas y zarzuelas para un público que demuestra su amor por la lírica y las ganas de seguir manteniendo esta capitalidad musical en la que seguiré llamando «La Viena Española».

Hay que comenzar citando al profesorado de La Castalia que durante diez días han hecho trabajar a unas voces jóvenes con mayor o menor experiencia pero dándolo todo sobre las tablas como si de un examen final se tratase y donde aplicar lo aprendido en este IX TALLER INTERNACIONAL DE ÓPERA Y ZARZUELA, siempre en este julio que para los cantantes nunca son vacaciones.

PROFESORADO: Begoña García-Tamargo (Canto), Susana Gómez (Escena Lírica), Mario Álvarez (Repertorio), Sonia Suero (Repertorio), Ana Cristina Tolívar (Fonética), Borja Roces (Expresión Corporal), Priscila Ortiz (Movimiento Escénico), Mario Bueno (Fisioterapia).

Bajo la dirección artística de Begoña García-Tamargo, con los pianistas Mario Álvarez y Sonia Suero, que se fueron turnando en el concierto con mucho que tocar y acompañar, la dramaturgia y dirección escénica de Susana Gómez para que la actuación fuese lo más completa, pues no sólo cantar sino moverse en escena, interiorizar los personajes, hacer creíble cada personaje y cada cuadro elegido son parte fundamental, y con dos presentadores verdaderos actores como Ana Cristina Tolívar y José Tolívar Pueyo, perfectos hilos conductores de estas historias musicales como bien nos lo fueron contando. Así iban saliendo las distintas voces con mayor y menor protagonismo, así como experiencia, arrancando la mezzo italiana Melania Marchese con Mario Álvarez y la conocida aria Che farò senza Euridice del «Orfeo y Eurídice» de Gluck rompiendo el hielo y dándole a este taller el carácter de internacionalidad con este alumnado procedente de Catania y reclutado por la directora tras sus clases magistrales en el Conservatorio «Vincenzo Bellini» de la capital siciliana a donde acude como invitada la profesora ovetense desde hace años.

Del alumnado, alguno ya conocido de talleres y cursos anteriores, citar la docena de cantantes comenzando por las sopranos Silvia Llera, Ángeles Rojas, Lourdes Simón, Analy Velásquez más Noive Solar; las mezzos María Heres y la antes citada Melania Marchese; el contratenor Mikel Malda; el tenor Daniel Vargas, más los barítonos Ángel Simón y el siciliano Francesco Zanghi, que nos ofrecieron una pequeña muestra con variadas páginas de distintas óperas y zarzuelas sin olvidarnos del periodo barroco que cada vez pide más protagonismo, tres siglos de historia lírica en noventa minutos donde un sillón o una mesa fueran suficiente atrezzo con unas luces adecuadas y los cambios de vestuario acordes a cada número elegido.

Impagable el dúo actoral de «los Tolívar» que consiguieron darle unidad al variado repertorio presentado en este espectáculo, importante la elección correcta del mismo para cada voz y donde aplicar las intensas enseñanzas de un taller para un alumnado que nunca dejará de perfeccionarse.

Imposible detallar cada intervención, aunque dejo a continuación el programa, pero sí me gustaría destacar algunas opiniones personales.

El enorme trabajo del barítono Ángel Simón en sus cuatro participaciones capaz de pasar de los mozartianos dúo Cinque, dieci… de «Las bodas de Fígaro» junto a Martina Scuto, o el sexteto de «Così fan tutte» al dúo con María Heres de «El barberillo de Lavapiés» (Asenjo Barbieri) hasta la poco escuchada aria È una cosa incredibile de la ópera de de Nino Rota «Il Capello di Paglia di Firenze», mostrando no ya su adaptación vocal a estos roles sino una escena apabullante y una técnica que sigue perfeccionando y ya promete mayores protagonismos en los coliseos.

De mi querida María Heres, también con mucho protagonismo en esyter concierto, comentar su dominio total y completísimo en la romanza ¿Qué te importa que no venga?  de «Los claveles» (Serrano), el excelente dúo con Ángel Simón, la zarzuela que siempre agradece voces como la de nuestra mezzo pixueta, sin olvidarme del buen empaste en el cuarteto Niñas que a vender flores de «Los diamantes de la corona» (Asenjo Barbieri) y ver cómo sigue ampliando repertorio con esa Carmen de Bizet echándose las cartas que predicen su trágico destino en el aria Voyons, que j’essaie à mon tour… Carreau! Pique!.

Mikel Malda continúa su aprendizaje en la siempre difícil tesitura de contratenor, lo que limita parte de su repertorio, pero soltándose en escena, empastando bien y con una juventud prometedora.

La soprano venezolana Ángeles Rojas triunfó con la Turandot de In questa reggia (Puccini), rol ideal a su color y presencia (con sus compañeros fuera de escena en un bello coro), aunque no pueda decir lo mismo en la canción andaluza de «El dúo de la africana» (Fernández Caballero) que seguramente irá puliendo, insistiendo en lo importante que es la correcta elección del repertorio.

Del alumnado italiano que aún está en los inicios de sus carreras y siguen su proceso de crecer con arias conocidas en su lengua, esperar que sus voces vayan tomando cuerpo, agradeciéndoles el esfuerzo y trabajo demostrado en este taller que les ayudará en este difícil camino de la lírica.

Impagable el siempre poco agradecido papel de los pianistas, el veterano Mario Álvarez que conoce como pocos este repertorio y es un habitual de La Castalia, más la incorporación de Sonia Suero que también irá rodándose en este difícil terreno de los llamados repertoristas, aprender a respirar con las voces y tener que «hacer de orquesta» con 88 teclas.

Agradecer la elección para el final del simpatiquísimo coro de doctores de «El rey que rabió» (Chapí) con libreto del asturiano Vital Aza (junto al zamorano Miguel Ramos Carrión), la clara apuesta por nuestro patrimonio lírico que supuso el mejor broche en este final de julio para un equipo vocal que no sabrá lo que son las vacaciones en su largo camino, pero para quienes la formación y el aplauso del público siempre compensan el enorme trabajo.

Como siempre mi reconocimiento a la labor de la infatigable y luchadora Begoña García-Tamargo, comandando un equipo de profesionales que encabeza esta Castalia de nuestro tiempo apostando por Oviedo como centro formativo y escaparate lírico desde donde poder despegar las carreras de intérpretes y compositores en busca de unas carreras donde la calidad siempre debiera prevalecer.

Guillermo Martínez y La Castalia

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Domingo 17 de diciembre, 20:45 horas. Sala de cámara del Auditorio de Oviedo: Concierto de clausura del XXI Curso «La voz en la música de cámara» (Homenaje a Jeaninne Bouché). Obras de: Guillermo Martínez, Debussy, Berlioz, Ylioppilaskunnan, Whitacre y Ariel Ramírez.

Lástima que muchos homenajes se celebren tras morir, pero Jeaninne Bouché (1930-2023) lo tenía pendiente en Asturias y La Castalia pudo al fin entregar, aunque hubo de ser Luis Español, su hijo presente en la sala, el merecido reconocimiento que esta pianista de carrera truncada en 1953 por una patología de columna, siguió volcada en la música hasta sus últimos días, primero desde su magisterio en la Escuela Superior de Canto como catedrática, y posteriormente en la ‘Cátedra Alfredo Kraus’ de la prestigiosa Escuela Superior de Música Reina Sofía (tras «ficharla» Paloma O’Shea desde el primer curso allá por 1995), eminente profesora de «Fonética francesa aplicada al canto» que seguirá siendo un referente para tantas promociones de cantantes desde nuestro país.

Begoña García-Tamargo fue la encargada de abrir este concierto del vigésimoprimer curso ««La voz en la música de cámara con una semblanza de su amiga y compañera en las labores docentes (aún se recuerda la presencia en Oviedo de la maestra Bouché en el «I Congreso de pedagogía e investigación performativa y creatividad musical» dentro del Centenario Debussy), imposible plasmar aquí su enorme y dilatada carrera y en cierto modo manteniendo la humildad del segundo plano que la madrileña de padres franceses siempre tuvo a bien.

También lo reconoció su hijo Luis, emocionado y agradecido por este homenaje de la asociación ovetense, que reflejaría los vínculos que la música consigue y más desde la docencia, verdadera familia así entendida por tantos que nos dedicamos de una u otra forma a ella.

El concierto comenzaría con unas palabras de Guillermo Martínez (1983), explicando la génesis de las obras a estrenar esta fría noche de diciembre. Importante reseñar cómo al compositor asturiano siempre se le ha apoyado desde La Castalia, como a tantos jóvenes, siendo un ejemplo precisamente los intérpretes de esta velada.

Es un auténtico lujo poder asistir al estreno de obras actuales y además conocer de primera mano estas aportaciones a nuestro patrimonio musical que todos debemos defender, y ya se encargó la directora de La Castalia en recordar los de estos cursos únicos en España y de dilata trayectoria, un alumnado eterno de profesionales que siguen formándose toda su vida, al que reconocerle el esfuerzo de dedicar todo su tiempo a una profesión donde la gratitud es poder demostrar su valía además del aplauso del público, que hoy desafió la climatología acudiendo a esta clausura.

El estreno de dos «Cantos de Minnesinger» pertenecientes al ‘Ciclo de Fantasías para mezzo y piano’ abría el concierto, magníficas obras de nuestro juglar asturiano inspirado en los alemanes (allí los grabará con orquesta) y manteniendo un puro estilo de lied donde voz y piano son uno para realzar la poesía medieval alemana, inspiración pastoral y amatoria como en el siglo XII pero actual en nuestros días. María Heres fue la voz ideal de estas melodías llenas de agilidades y gran tesitura, ricos matices y cambios de tempo, con un exigente registro grave que bien posee la mezzo asturiana más un complicado pero bellísimo ropaje de piano con María Cueva, para poder disfrutar del magisterio compositivo de Guillermo Martínez que se mueve cómodo en todos los estilos.

Un acierto este «aperitivo» de fantasías vocales que seguirán creciendo y encontrando un lugar en el nuevo repertorio del lied más allá de la tierra originaria de los minnesinger, actualizando el lenguaje camerístico de la hoy llamada «Canción de concierto», bien expuesta por el dúo de estas dos Marías artistas, HeresCueva.

Y segundo estreno de la Rapsodia «Reflejos del Sur» para el piano de Henar F. Clavel, aires sevillanos del barrio de Triana con un virtuosismo nada superfluo donde verter esa inspiración universal al lado del Guadalquivir, como Turina pero también Albéniz y ahora Guillermo Martínez. Escritura pianística de alto voltaje para volver a reivindicar la magia de la intérprete avilesinael talento del antiguo escolano de Covadonga, agradecidos de poder disfrutar su música desde La Castalia y augurándole una larga carrera de «opus» que siempre  seguirán sorprendiéndonos por su belleza y riqueza de estilos sin perder nunca el amor por la música que en esta velada mostraron todos y cada uno de los intérpretes.

Si la maestra Bouché sentó cátedra desde la «Fonética francesa aplicada al canto», no podía faltar música en la lengua de Moliere en la que los compositores franceses siguen siendo únicos, pues no se canta igual que se habla.

Primero Debussy y sus «Tres melodías de Verlaine» L. 81, en la voz del barítono venezolano Ángel Simón con el piano de Mario Álvarez Blanco (otro de los pilares de La Castalia del siglo XXI), timbre cálido y preciosista expresando todo el poderío poético del francés, expresión compartida con un piano cristalino y merecedoras de tener los textos originales y traducidos para disfrutar aún más de estas tres bellezas líricas.

Después Mario Álvarez continuaría desde el piano con Berlioz y las «Noches de verano» sobre poesías de Théophile Gautier junto a la soprano venezolana Ángeles Rojas (componente del Coro de la Ópera de Oviedo y alumna de la Cátedra de Canto Alfredo Kraus), cuatro de las seis escritas por el gran sinfonista y que son nuevamente un ejemplo de la música que encierran los versos, lírica en el amplio sentido de la palabra a las que la soprano de Barquisimeto puso su buen hacer vocal aunque la grandeza de la orquesta sea casi imposible reducirla al piano pese a los esfuerzos del asturiano. Voz poderosa en todo el registro y con musicalidad innata, más segura en la ópera que en las canciones de concierto, hay que felicitarla por el esfuerzo que suponen estas «noches de Berlioz».

Y hablando de ópera y coros, el mejor broche final lo pondría el Coro Arsis de la Escuela de Música Divertimento, verdadera cantera musical en la capital del Principado y dirigido por Cristina Langa junto al joven pianista y director de orquesta Luis María López Aragón. Cuatro temas bien enlazados para evitar pausas desde las modulaciones al piano que fueron desde Finlandia hasta la República Dominicana pasando por los EEUU  y Argentina.

Maravillosas estas laureadas voces juveniles con mayoría de chicas (habrá que pensar cómo sumar chicos a los coros) bien empastadas, con movimiento escénico y coreografías, bien llevados por otra promesa de la dirección como la Maestra Langa, bien memorizado todo, afinadas, empastadas, de dicción perfecta en finés, inglés y castellano, transmitiendo emociones y alegría, especialmente con el último villancico dominicano, y felicitar la elección de estas cuatro páginas corales donde personalmente me sigue emocionando Alfonsina y el mar del gran Ariel Ramírez en un arreglo hermosísimo del porteño Vivian Tabbush (1936-1917con el piano original del argentino muy sentido por López Aragón.

En estas fechas no podía faltar Noche de Paz que pondría el primer regalo navideño, musical como debe ser, con Arsis y el piano antes de la salida de todos los participantes en este homenaje y clausura de otro curso de perfeccionamiento que nunca tiene vacaciones.

PROGRAMA

Guillermo Martinez (1983):

CANTOS DE MINNESINGER. Ciclo de fantasías para mezzo-soprano y piano
(estreno absoluto):

1. «Slâfest du friedel ziere?»
(poesía de Dietmar von Aist, ca. 1115- ca.1171).

2. «Kuster mich?»
(fragmento del poema «Under der Linden»)», de Walther von der Vogelweide, ca. 1170- ca.1228).

María Heres (mezzosoprano) – María Cueva (piano).

RAPSODIA «REFLEJOS DEL SUR»
(estreno absoluto).

Henar F. Clavel (piano).

C. Debussy (1862-1918): TROIS MELODIES DE VERLAINE:

1. «La mer est plus belle – 2. «Le son du cor s’afflige ver le bois» – 3. «L’échelonnement des haies»

Angel Simón (barítono) – Mario Alvarez (piano).

H. Berlioz (1803-1869): LES NUITS D’ÉTÉ
(Poesías de Théophile Gautier):

1. «Villanelle» – 2. «Le spectre de la rose» – 4 «Ас оле*

Ángeles Rojas (soprano) – Mario Álvarez (piano)

CORO ARSIS de la Escuela de Música Divertimento:

Ylioppilaskunnan: «On suuri sun rantas».

Eric Whitacre: «Sing Gently».

Ariel Ramirez: «Alfonsina y el mar» (Arr. Vivian Tabbush).

Tradicional República Dominicana: «Cantemos a María».

Directora de coro: Cristina Langa – Pianista: Luis María López Aragón.

Disfrutando con la lírica

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Miércoles 26 de julio, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: La Castalia, Concierto Escenificado de Clausura del VIII Taller Internacional de Ópera y Zarzuela. Entrada libre. Arias y dúos de ópera y zarzuela.

Oviedo es capital de la lírica desde hace años y llevamos tiempo exportando voces al panorama escénico. La Castalia continúa su labor docente de potenciar y perfeccionar los nuevos talentos que este último miércoles de julio clausuraban otro taller lírico con un concierto que desde 45 minutos antes congregaba una enorme cola desde la calle Menzidábal bordeando la de San Francisco hasta la Confitería Rialto para llenar este «coliseo musical carbayón», ávidos de escuchar páginas muy conocidas de ópera y zarzuela, algunas incluso tarareadas y comentadas por vecinos de localidad que demuestran su amor por la lírica y las ganas de seguir manteniendo esta capitalidad musical en «La Viena Española».

Hay que comenzar citando al profesorado de La Castalia que durante diez días han hecho trabajar a unas voces jóvenes con mayor o menor experiencia pero dándolo todo sobre las tablas cual examen final donde aplicar lo aprendido en este VIII TALLER INTERNACIONAL DE ÓPERA Y ZARZUELA:

PROFESORADO: Begoña García-Tamargo (Canto), Susana Gómez (Escena Lírica), Mario Álvarez (Repertorio), Yelyzaveta Tomchuk (Repertorio), Ana Cristina Tolivar (Fonética), Tomás Zorzo, Rama (Yoga), Borja Roces (Expresión Corporal), Mario Bueno (Fisioterapia).

Bajo la dirección artística de Begoña García-Tamargo, con los pianistas Mario Álvarez y Yelyzaveta Tomchuk, que se fueron turnando en el concierto con mucho que tocar y acompañar, la dramaturgia y dirección escénica de Susana Gómez para que la actuación fuese lo más completa, no sólo cantar sino moverse en escena, interiorizar los personajes, hacer creíble cada personaje y cada cuadro elegido, y con una  presentadora como la profesora Ana Cristina Tolívar que resultó el perfecto hilo conductor de un viaje musical sin movernos de la butaca, como bien nos lo contó, fueron saliendo las distintas voces con mayor y menor protagonismo así como experiencia.

Del alumnado, las sopranos Silvia Llera, Ángeles Rojas, Lourdes Simón y Analy Velásquez, la mezzo María Heres, el contratenor Mikel Malda, los tenores Enrique Parra y Daniel Vargas, más el barítono Ángel Simón nos ofrecieron una pequeña muestra de arias, dúos y hasta un concertante de distintas óperas y zarzuelas.

Imposible detallar cada número, pero al menos citar la consolidación de la aturiana María Heres  como la Santuzza de «Cavalleria Rusticana» (Leoncavallo) y explorando la «Carmen» de Bizet a dúo con el almeriense Enrique Parra de timbre hermoso que brilló también en todo el final del acto I de «La Bohème» (Puccini) y defendió con personalidad su Edgardo de la «Lucía di Lammermoor» (Donizetti).

La Mimì de la venezolana Ángeles Rojas no tuvo problemas de tesitura ni de empaste, tampoco de dramatización aunque echase de menos matizar más unos agudos suficientes.

Buen color, técnica, escena y entrega la del barítono Ángel Simón desde el «catálogo» de Leporello hasta el Calor de nido de «Katiuska» (Sorozábal), gran profesional que siempre busca mejorar.

Nuevamente me sorprendió el joven contratenor Mikel Malda ganando en cuerpo y escena sobre todo en el aria Va tacito e nascosto del «Giulio Cesare» (Haendel) incorporando el Annio de «La Clemenza de Tito» (Mozart) a dúo con una discreta Lourdes Simón.

La «Luisa Fernanda» de la chilena Analy Velásquez resultó otra grata sorpresa vocal y trabajando un poco la escena del dúo Cállate corazón con un «apagado» Daniel Vargas que empastó bien con la soprano.

Finalizar con Puccini y el inicio del acto III de «Madama Butterfly» sacó a escena al cuarteto con la breve Butterfly de Rojas, la imponente Suzuki de Heres, el poderoso Sharples de Simón y el más que correcto Pinkerton de Parra, redondeando un concierto donde no faltó la propina bisada y colaborando profesores y público de la conocida seguidilla de «La verbena de La Paloma» (Bretón) Por ser la Virgen de la Paloma con mantones y disfrutando todos. Como los alumnos comentaban en La Nueva España, «Hay que disfrutar, o no lo hará el público».

Aprendiendo con experiencias y recuerdos

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La muy manida frase «parece que fue ayer» siempre viene bien, especialmente cuando vamos cumpliendo años y los recuerdos de tiempos lejanos se acercan por momentos. Así hemos llegado al IV Ciclo de Conferencias del RIDEA y La Castalia que este año versaron sobre «De la ilustración a la actualidad: 260 años de lírica en España», conferencias de un mayo siempre musical y con oradores que me han hecho recorrer tres generaciones en cinco años, comenzando allá por 2018 con los homenaje a Gayarre o Granados, el 2019 de escenarios y géneros líricos, o el 2021 (tras «robarnos» el 2020) de «Patrimonio lírico hispano» que continuarían hoy citando a Fray Luis de León: «Como decíamos ayer».
Sería mi querida musicóloga María Sanhuesa, miembro correspondiente del RIDEA, la encargada de abrir ciclo el pasado día 3 con su conferencia «Lírica y voz en la obra de Gaspar Melchor de Jovellanos» que me perdería pero se puede disfrutar en el propio canal de YouTube© del Real Instituto (a la espera de que suban las otras dos que sí comento desde aquí como apuntes de un incansable alumno).

El siguiente martes, día 10, sería el compositor y organista Guillermo Martínez quien compartiría sus vivencias «De niño cantor a compositor: impronta y esencia de mi música lírica», el paso por la Escolanía de Covadonga (77 años cumple este septiembre) de 1994 a 1998, su primer curso con 10 años narrándonos experiencias organizadas en un capítulo por cada año (ilustrado con una audición significativa) y citando al filósofo y ensayista norteamericano del s. XIX Henry David Thoreau: “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido” (Walden, La vida en los bosques).

1994 comenzaría recordando a Pergolesi, las audiciones de los sábados, el transcurrir diario, los conciertos en Valencia, los encuentros con FECORA, clases, anécdotas como la visita a Covadonga de Alfredo Kraus, las vivencias con otros escolanos como el hoy famoso tenor Jorge Norton, los exámenes libres en Oviedo con Purita de la Riva, el imperecedero D. Alfredo de la Roza y por supuesto la Novena a la Santina como culmen de su primer curso. Escuchar su No llores paloma mía por el LDO me sirvió para comprobar cuántos recuerdos comunes nos trae la música.

En 1995 sería Silos otra experiencia imperecedera, el concurso de voces blancas que convocaba FECORA, músicas del cangués Ramon Prada, la construcción de los órganos nuevos de Acitores en Covadonga, el positivo prestado mientras se montaban y poder escuchar sus propias obras en ellos, más audiciones de los sábados con Murray Perahia y los conciertos de piano de MozartBartok y el Microcosmos, el deseado verano y su primera misa con más obras de violín, audiciones del barroco italiano o las sinfonías de Mendelssohn por él analizadas, los nacionalismos y su segunda Novena. Una palabra: «belleza», escuchando su  Fantasía “Virgen con niño y San Juanito” (para mezzo y piano), rehecha con orquesta que sería la que nos pondría.
El año 1996 comenzaría citando el aforismo de Heráclito que decía «nadie puede bañarse dos veces en un mismo río, porque aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua que corre por él, han cambiado», el cambio como constante de la vida ya que ésta representa una constante transformación del río que nunca es el mismo. Sus estudios y lecturas de Historia de la música, Zamacois, Amat… el Manual de Solfeo LAZ, una biografía de Mozart… siempre la importancia de los libros. Y musicalmente obras con formas más audaces y fijándose en la orquestación. Sus propias sonatinas o valses… ya con 12 años pero con la composición claramente consolidada, contando con un ensemble instrumental que crece con sus escolanos, conciertos con y sin coro, más el concierto de los Niños cantores de Viena en Oviedo que sería otro recuerdo compartido de aquel 96, la pequeña opereta vienesa que le abriría otro género, que dejaría para el final pero escuchando a Beatriz Díaz cantando su Maharajá.
1997 sería su cuarto año, asentando conocimiento y composición, libros de ensayos, armonía en todos los tratados que tenía a mano y aumentando sus obras compilando todo lo hecho más un curso de clarinete y los órganos ya armados, siendo suplente de organista en un oficio donde el estudio y trabajo con Fernando Álvarez en los dos «juguetes» nuevos aceleraría el trabajar improvisaciones. Escuchamos un fragmento de la Cantata “El sueño eterno”.
1998 sería el último año en Covadonga pero siempre permanecerá en él, la finalización de la ESO y los estudios de música en Oviedo, reglados y no, alternando la composición y el canto con la preparación de un CD ya con orquesta ampliada y Leoncio Diéguez instrumentando, del que Guillermo tomaba nota como alumno aventajado. Más recuerdos compartidos como la inauguración del Auditorio y el estreno de Jorge Muñiz para la ocasión. Su vocación ya consolidada y la primera eclosión. Última audición del Intermezzo “Corona de azahar” para su ópera Bodas de sangre que escuchamos en el concierto de los «20 años de La Castalia», ópera ya acabada pero sin estrenar aún.
Para un músico y lector empedernido, nada mejor que cerrar con una cita de Borges y sus Poemas del  alma totalmente actual: «En el Oriente se encendió esta guerra / cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra». Hora y media de aquellos años 90 revividos con un fenómeno como Guillermo Martínez.
Y este 25 de mayo convertiría el salón de actos del RIDEA en un aula de mi cercana Facultad de la Plaza Feijóo 40 años atrás, compartiendo «pupitre» incluso con compañeros de entonces: otra clase de Emilio Casares, «La ópera española en el siglo XX: el final del camino«, la continuación de la escuchada el «curso pasado«, que se quedó y arrancaría esta vez desde 1890 hasta el cierre del Teatro Real en 1925, donde hubo hasta 125 óperas en aquellos finales de siglo, casi todas «muy buenas» y con 55 estrenos, pero sin llegar al pasado siglo porque hablar de música y escucharla no se puede calcular.
La ópera española auténtica, entendiéndola desde el «Nacionalismo de las esencias«, sería el objeto de esta conferencia maestra, centrándose en los wagnerianos y Cataluña, pero manteniendo las líneas verdianas y el verismo.
Historias como la lucha contra el Teatro Real construido para representar ópera francesa y nada española, Chapí luchador y el eclecticismo como explicación al estilo precisamente por faltar dónde representarse. Referencias a la fuerza del Nacionalismo que bien explica Artola y sirve para la ópera española, comenzando con Felipe Pedrell y Los Pirineos, que fijará el método en tres ejes: desarrollo sinfónico, músicas e históricas propias y el lied como canción del pueblo y nada de cantar en italiano. Así nos recordó el Orientalismo / Andalucismo que levantó críticas por una gitana protagonista cuando Cataluña «debía mirar a Alemania»  Sí se parte del leitmotiv wagneriano pero más allá porque la literatura del momento uniría los dos mundos: ópera con prólogo y 3 actos, 7 horas reducidas a 4 por el propio Pedrell, y basado en los hechos históricos del sur de Occitania y el Reino de Aragón como la Cataluña soñada. Parece actual y hasta nos contaría la anécdota de sus entrevistas con Jordi Pujol tras pedirle el prólogo, que sí escribiría, esperando un estreno en un Liceu lleno de políticos, que como algo habitual no asistieron y refleja cómo tratan la cultura, y especialmente la música. Escuchamos tres audios con el bardo contempla los Pirineos dando gracias a Dios por crearlos, el coro inmenso (nuestros coros de ópera son únicos y comparables a los rusos) de todos los protagonistas que contesta con cita del Tanhausser y finalmente el Lamento del Conde de Foix por la pérdida de la patria desde el Stabat Mater dolorosa gregoriano. No se estrenaría hasta 10 años después por considerar el Marqués de Comillas un ataque a la iglesia, pero las páginas para voz y piano llegaron a media Europa.
De nuevo el Verismo en la esencia, el que describe la realidad y como respuesta italiana al naturalismo francés, que entra en España por los grandes escritores y el nuevo drama español que llenará los libretos. Interesantísimo el periodo de 1895-1910 con La Dolores de Bretón, que batiría récords en Madrid y Barcelona por las 33 y 133 funciones seguidas respectivamente,
escuchando el famoso «Dúo de amor«, y cómo la obra gira en torno a una jota.
El Circo Paris sería el escenario ideal y una compañía estable con estrenos (aún pendientes en el día de hoy), por donde pasarían el Curro Vargas de Chapí, que sí conocemos y disfrutamos en Oviedo, o Maria del Pilar (rescatada como muchas más en el madrileño Teatro de la Zarzuela) de G. Giménez, poniéndonos el audio con el aria de Valentín, viendo cómo no se pierde nunca la melodía.
Y aparecerá Granados, de orquesta casi wagneriana pero con música española o Albéniz y su inglesa Henry Clifford, por supuesto con influencia de Bretón pero también de Wagner como buen catalán. Entonces si no hacías ópera no triunfabas, y así compondrá The Magic Opaldestrozada» hace poco en Madrid), la citada Henry Clifford (escuchando un dúo), Pepita Jiménez, y Merlín.
Muchos aún en el tintero pero no podía olvidarse de Amadeo Vives, discípulo de Pedrell, con su ópera Artús en el Bellas Artes más el cambio que supondrá Euda d’Euricah, brujas catalas y la influencia de R. Strauss a quien acompañará en sus viajes, todo un intelectual, crítico, escritor, que le habla a Falla de Debussy, para darnos idea de quién era el músico catalán. Y el «descubrimiento» de Salvador Giner, valenciano con su obra por descubrir, comentando con su sorna el profesor Casares el coste de cada butaca en Les Arts que daría para pagar el viaje en AVE a Madrid y escuchar sus 6 óperas increíbles, por cierto legadas a la asociación valenciana El Micalet, donde se han conseguido 3.200 fotos de ellas para un estudio que ya tiene preparado el prolífico catedrático emérito. Giner adora a Verdi, Meyerbeer y Saint-Säens, escuchamos un fragmento del trío de L’Indovina (La adivina) escrita en italiano, pero sobre todo citar y recordar Sagunto y El soñador, histórica la primera y en castellano, que desde 1912 no se representa (nos pondría un audio del dúo al piano).
No parecía correr el reloj de clase y siempre quedan  anécdotas por contar como la de 1902 cuando Alfonso XIII es proclamado rey con la representación de Don Giovanni en el Teatro Real y la crítica de Don Ruperto. Al menos encargaría al millonario Price su teatro para 2.000 personas, e invitaría a escribir óperas como su Circe, Farinelli de Bretón
(escuchando un fragmento del inicio tormentoso de la primera, estrenada hace poco, muy walkiriana), y por supuesto Margarita la tornera que cerrará época.
Nueva anécdota de C. Halffter charlando con Casares sobre la famosa frase de Conrado del Campo: “la solución está en Chapí”, y el asombro de los invitados alemanes “¡esto es nuevo!”.
Falta hablarnos de qué pasaba en Cataluña, con E. Morera, y Jaume Paíssa, otro amigo de R. Strauss. Gala placidia revisada por Udaeta, Marianela otra recuperada, ambientada en Asturias y esperando verla en Oviedo, con reminiscencias de Schönberg.
Quedaba citar La Celestina (1902) de Pedrell, cuyo «estreno» mundial será en octubre, aprovechando para agradecer al Teatro de las Zarzuela de Madrid con Daniel Bianco y Emilio Sagi que hayan recuperado tanto patrimonio en tiempo récord.
De la ópera en Euskadi, de menor calidad que las ya citadas, creo que la dejaremos para el próximo curso, pues más de 100 minutos ya parecían mucho para el alumnado que no cumplimos años tan bien como el profesor Casares, excusando a los que «faltaron» com su sobrino o el siempre recordado David Ruiz.

Felices 20 años de La Castalia

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Sábado 26 de marzo, 20:00 horas. Gala Lírica «La Castalia», XX Aniversario: Oviedo Filarmonía, Isabel Rubio (directora), Alejandro Roy (tenor invitado), Olena Sloia (soprano), Vanessa del Riego (soprano), María Heres (mezzo). Entrada libre.

La Castalia del siglo XXI sigue los pasos de aquella de 1873 con más fuerza y apoyando desde nuestra tierra el talento lírico, celebrando una gala lírica de altura que colmó las expectativas, un auditorio lleno que hacía cola una hora antes del comienzo, para reafirmar que Oviedo sigue siendo capital musical y las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, tributo a dos generaciones de cantantes y compositores, la segunda labor de esta asociación que preside Begoña García-Tamargo con el mismo entusiasmo que sus discípulas.

Los que peinamos canas disfrutamos viendo la evolución de estas voces a las que conozco desde sus inicios, desde nuestro gran Alejandro Roy, invitado de lujo con sus paisanas Vanessa del Riego y María Heres, más el feliz encuentro con la ucraniana Olena Sloia, comprobar el talento de «las dos G» de la composición actual en Asturias, Guillermo Martínez (1983) y Gabriel Ordás (1999), la madurez de la directora murciana Isabel Rubio llamada a seguir comandando grandes orquestas, y por supuesto la Oviedo Filarmonía que si siempre es solvente, en estos repertorios aún más.

El programa lo dejo aquí encima detallado y paso a comentarlo globalmente: Primera parte operística donde el estreno de la obertura Homenaje a La Castalia de Ordás no pudo ser mejor inicio, aires empujando una apertura de forma clásica, digna de este aniversario que Isabel Rubio llevó al detalle para una sonoridad muy aterciopelada digna de las grandes formas orquestales.

Y abriendo la siguiente parte el segundo estreno de la tarde, Corona de azahar de Martínez, el intermezzo de su ópera «Bodas de Sangre» con aire hispano a más no poder, el mejor tributo a los grandes como Falla, Granados o Turina digna de ser coreografiada por el Ballet Nacional, impresionante instrumentación y excelente interpretación de OFil con Rubio dominadora de todos los recursos utilizados en esta maravilla que espero disfrutar completa en algún coliseo lírico como el que se convirtió el auditorio ovetense en este feliz cumpleaños. Apoyar estos estrenos con el talento de dos compositores que ya tienen su hueco en la SGAE, bien representada por otra asturiana como Mª Luz González Peña, igual de orgullosa de comprobar el talento de nuestra tierra.

De Alejandro Roy insistir en su excelente momento vocal, el aria de «Romeo y Julieta» (Gounod) Ah lève-toi, soleil poderosa y sentida, la romanza No puede ser de «La tabernera del puerto» (Sorozábal) en la mejor línea de canto con gusto y maestría, ambas concertadas a placer por Isabel Rubio, y la propina que siempre pone la carne de gallina cantada por el tenor gijonés, su Cavaradossi que se despide de la vida en «Tosca» (Puccini), uno de los roles que más triunfos le está dando y atravesando la mejor edad para afrontarlo. Gratitud hacia La Castalia que hizo llegar obligando a subir al escenario a Begoña G. Tamargo, y gratitud de un público rendido al mejor tenor asturiano de todos los tiempos.

Otra excelente voz la soprano Olena Sloia, con un Caro nome de «Rigoletto» (Verdi) ideal para su color y emisión, impresionante la actuación completísima de una página tan difícil como el Glitter an Be Gay de «Candide» (Bernstein) y dos romanzas bien cantadas, perlas vocales con un gusto y afinación ideales junto a la orquesta detrás que no bajó el volumen y la arropó con las mejores galas que sacó con buen hacer Rubio, la Canción del Ruiseñor de «Doña Francisquita» (Vives) y Me llaman la primorosa de «El Barbero de Sevilla» (Giménez). Sabiendo el triste momento por el que pasa su tierra, la ucraniana dio lo mejor y el público lo agradeció con grandes aplausos solidarios con su país y premiando la entrega de Olena.

Y las alumnas aventajadas de La Castalia, que van forjando su carrera, la soprano Vanessa del Riego y la mezzo María Heres, voces perfectas para sus dos dúos, el conocido dúo de las flores de «Lakmé» (Delibes) y el de las majas de «El barberillo de Lavapiés» (Barbieri), empaste y trabajo con piano que la orquesta engrandeció haciéndolas disfrutar aún más. La propina de Mozart redondeó este dúo «marca de la casa», el Prenderò quel brunettino del «Cossì», bien de tempo por parte de Rubio y la OFil completando el repertorio y entendimiento de todas ellas, en femenino plural.

De las arias y romanzas, Del Riego cantó Con onor muore de «Madama Butterfly» (Puccini), con una orquesta más fuerte que en el foso lo que no le impidió seguir emocionándonos en este rol, mientras Heres llevó el mayor peso de la velada, dos arias de «La Favorita» de Donizetti, y «Samson y Dalila» (Saint-Säens) muy trabajadas que con orquesta siempre ganan, especialmente su Mon coeur s’ouvre à ta voix, y otro tanto con sus romanzas de «La Malquerida» (Penella) o «Los claveles» (Serrano), un repertorio que va tomando cuerpo y terminará ampliando en una carrera bien encaminada con muchas horas de estudio.

Siempre hay que destacar la Oviedo Filarmonía que como decía anteriormente, es un seguro de calidad en todas sus secciones, y como orquesta de foso tanto ópera como zarzuela están en los atriles desde sus inicios. La línea ascendente es clara y ya tiene su propia personalidad ganada con las aportaciones de batutas de todas las generaciones.

Volver a tener al frente a Isabel Rubio le dio a esta gala no ya la precisión y gesto de la murciana, un portento de la batuta, también la pasión que transmite y una  concertadora que también va formándose a la sombra del trabajo como asistente en muchas producciones (Oviedo entre ellas). El mundo de las bandas de música es una cantera tanto para instrumentistas como para esta generación joven de directoras que comienzan a encontrar su merecido protagonismo y Rubio es una de ellas.

Esperando que La Castalia no desfallezca y encuentre el apoyo necesario para continuar esta labor impagable, centenares de cursos y actividades para seguir formando y apoyando el talento con mucho trabajo a lo largo de estas dos décadas. Como dice el tango «veinte años no es nada» pero el esfuerzo se nota y los frutos podemos compartirlos y disfrutarlos en este Oviedo que sigue siendo «La Viena española» y la mejor aspirante a capital cultural.

Regalos de cumpleaños para La Castalia

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Lunes 1 de noviembre, 19:00 horas. Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo: XX Curso «La Voz en la Música de Cámara». Concierto de Clausura. Entrada libre.

Veinte años lleva la Asociación Cultural «La Castalia» apostando por el talento musical desde Asturias con las incombustibles Begoña G. Tamargo y Ana Cristina Tolívar formando músicos y dándoles la oportunidad de mostrarse a un público que ya desde «La Castalia» original del siglo XIX, la de Víctor Sáenz, ha hecho de la capital del Principado verdadera cuna de aficionados a la lírica y melómanos en general. Y La Castalia del XXI como bien recordaba al inicio del concierto la profesora de canto, con la misma decisión de entonces, con altibajos en los apoyos pero decidida en promover la formación y el inicio de carreras profesionales, homenajeaba en este concierto a la que fuese directora de la Obra Social y Cultural de la extinta Caja de Ahorros de Asturias, entre los años 1995 y 2005, Regina Rubio.

Importante agradecer el apoyo en los inicios de entidades que los tiempos han deslocalizado y perdido uno de los objetivos principales como era el apoyo a la cultura de nuestra tierra. Ya no tenemos Caja, ni Ahorros, ni en Asturias, por lo tanto, gracias en el recuerdo por el trabajo de Regina que entendió desde su responsabilidad que esta Castalia debería tener el respaldo de una entidad financiera que, como tantas otras, han llevado su capitalidad a otras autonomías para medrar de políticos en consejos de administración.

Me sigue asombrando la cantera, y hasta escuela propia, que nuestra Asturias ofrece, y nada mejor que comenzar noviembre descubriendo figuras en ciernes, aplaudiendo la progresión de voces que he visto «nacer al público», el trabajo nunca valorado por el tiempo que conlleva, el apoyo de un profesorado plenamente volcado a esta labor pedagógica a menudo ingrata pero necesaria, y esta vez añadir el regalo de poder escuchar ¡cuatro estrenos! en el Principado de compositores actuales, con lenguaje propio, conocedores de la voz y sus recursos, que las intérpretes han estudiado en tiempo récord para compartir con todos estas alegrías de «los primeros 20 años» de La Castalia del XXI.

Cuatro compositores con Juan Durán (1960) y los presentes Miguel Brotóns (1965), Guillermo Martínez (1983) y Raquel Rodríguez (1980) en distintas combinaciones, el Tríptico rosaliano con María Heres y Henar F. Clavel, del vigués, Ferrol, 1916, Impromptu fantasía para soprano y piano, de un alicantino afincado en Galicia inspirado por la poesía del ferrolano Ricardo Carballo Calero con Beatriz Vázquez y el maestro Mario Álvarez BlancoPprincipio è Maggio del prolífico venezolano adoptado y «escolano de oro» en la voz de Janeth Zúñiga y la profesora Tomchuk, más Yllayah de la carbayona con la voz de la mezzo Andrea Rey y un trío instrumental con Jesús Méndez (violín), Paula Lebón (chelo) y nuevamente Yelyzaveta (piano), cuatro regalos en cuatro interpretaciones y cuatro estilos que conviven y las voces recrean, música que necesita ser cantada para vivir. Enhorabuena.

De las voces felicitar de nuevo a la mezzo María Heres que apostó por la canción italiana antes del tríptico de Durán o el dúo de Guastavino Pueblito, mi pueblo con su homónima de tesitura Andrea Rey, en clara progresión, y a la chihuahuense Janeth Zúñiga que sigue ampliando repertorio, bien enfocada hoy con Deux ancolies (Lili Boulanger) más el estreno de Guillermo que le va perfecto a su color y tesitura.

Siempre sorprendente el desparpajo del joven violinista Marcelo Re con dos obras de Kreisler y Beethoven bien arropado por el «piano orquestal» de Tomchuk que vuelve a demostrar cómo la cuerda asturiana que trajeron «Los Virtuosos» ha florecido,  y desigual la joven avilesina Henar F. Clavel, buen fichaje en el mal llamado piano acompañante que tiene relevo generacional aunque algo precipitada en sus Albéniz y Falla, ímpetu juvenil que apunta maneras interpretativas pero deberá ser más cuidadosa al afrontar obras tan conocidas como comprometidas.

Final vocal con el piano de Mario con las famosas Mañanitas de «Don Gil de Alcalá», algo descompensadas pero siempre agradecidas para el gran público.

Apostar por repertorios nuevos, por compositores de ahora, sin olvidar la base necesaria de los llamados «clásicos», apoyar a músicos que se forman en nuestra tierra y brindarles la oportunidad del concierto son objetivos de «La Castalia» desde sus inicios. Su claustro de profesores conoce de primera mano lo que supone una carrera interminable de sacrificios, penurias y también alegrías como la de este inicio de noviembre, con un público que sigue siendo fiel y acudiendo a cada cita, sea en el RIDEA, en el Bellas Artes o en el Auditorio. En marzo se esperan novedades para celebrar por todo lo alto el vigésimo aniversario, tal como avanzó Begoña García-Tamargo, y poder actuar con una orquesta será otro escalón y premio para unas voces que seguirán formándose toda la vida.

Aprendiendo sobre las tablas

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Lunes 26 de julio, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala Principal, La Castalia: Concierto de Clausura del VI Taller Internacional de ópera y zarzuela. Entrada gratuita.

Dice el refrán «muriendo y aprendiendo» sin entender de estaciones, vacaciones ni edades. La asociación cultural La Castalia lleva casi 20 años formando voces desde Oviedo como aquella de 1871 con Víctor Sáenz dirigiéndola, antecedente del actual Conservatorio de Música, y que en 2002 con la profesora de canto Begoña García-Tamargo renacería cual ave fénix para continuar una tarea docente de perfeccionamiento y promoción de los cantantes líricos formados en Asturias sin olvidarse de impulsar la creación musical de nuestra tierra, verdadera cantera de talento recogido tras una larga historia de todo tipo de actividades vocales e instrumentales sembradas en los teatros y sociedades filarmónicas de la región.

Es un placer ver el crecimiento de la propia asociación y del nivel que se alcanza en cada curso y taller a lo largo del año, voces jóvenes que comienzan junto a veteranas siempre en formación, comprobar cada concierto final cómo progresan las promesas, el avance de las maduras que no tiene fin, el retorno de profesionales que quieren actualizar y perfeccionar nuevos repertorios o pulir los ya estudiados.

El claustro va ampliando áreas siempre en pos de la mejor formación lírica que va más allá del canto o la fonética, con el tándem Begoña García-Tamargo y Ana Cristina Tolívar desde los inicios. Dos pianistas de repertorio con larga trayectoria en el acompañamiento como Mario Álvarez y Yelyzaveta Tomchuk, sumando para este nuevo taller la escena lírica con Arantxa Atutxa, el análisis musical con Mª José Collazos, la fisioterapia con Mario Bueno y el último fichaje de Priscilla Ortiz en expresión corporal. Experiencia profesional que da el conocimiento real y verdadero para volcarlo con un alumnado mayoritariamente femenino donde conjugar juventud y veteranía, madurez precoz junto a la evolución por el camino correcto, con un repertorio de altura llevado a la escena, con vestuario y el mínimo atrezzo suficiente, al que se sumó la actriz Marina Cañada, para pisar las tablas de un auditorio que siempre impone en su gran sala tras el ensayo del día anterior.

Citar las voces por tesituras: las sopranos María FernándezCarmen G. CalviñoLucía G. CasanuevaAndrea MosteiroVanessa del Riego y Beatriz Vázquez, las mezzos María HeresAndrea Rey y Eugenia Ugarte, el joven contratenor Mikel Malda y el tenor Juan Carlos Santos, que nos deleitaron durante dos horas dando lo mejor de ellos, con mejores o peores resultados pero con el esfuerzo del trabajo bien hecho, nervios contenidos o desatados que el directo examina y ayuda a corregir, bien arropados desde el piano por Mario y Yelyzaveta con esas reducciones orquestales que parecen imposibles de tocar, atentos a las voces eligiendo el repertorio adecuado para cada una de ellas, no solo arias o romanzas, también dúos y hasta haciendo coros, sin desfallecer para tantas partituras, tan distintas y tan exigentes como la parte vocal.

Imposible desmenuzar el programa que como se puede comprobar arriba, abarcó épocas, idiomas y estilos siempre buscando lo mejor de cada voz. Importantes los dúos para empastar, cantar y escuchar, como los conocidísimos Pur ti miro de «L’incoronazione di Poppea» (Monteverdi) y la Barcarola de «Los cuentos de Hoffmann» (Offenbach), disfrutando de la danza de Priscilla Ortiz sumada a la escena, que creció como Mikel Malda a pasos agigantados.

Arias completas como Parto, parto de «La Clemenza di Tito» (Mozart) donde Andrea Rey se mostró segura y convincente al igual que en su empastada Malika del Dúo de las flores de «Lakmé» (Delibes) con María Fernández, o una Carmen Calviño volcada con la muy comprometida O rendetemi la speme… Qui la voce de «I Puritani» (Bellini) que ya siente como suya pese a su juventud.

Interesantes los números de «La flauta mágica» (Mozart) para una Lucía Casanueva de Reina de la Noche aún con mucho recorrido pero valiente en su aria, junto a tres genios curtidas y adaptadas en sus roles «secundarios»  y el breve Tamino de Juan Carlos Santos con la reina reconvertida y más contenida como Pamina.

Destacar de la ópera la escena y aria de «Suor Angelica» (Puccini) con dos realidades maduras en perfecto entendimiento y entrega, Vanessa del Riego que nos puso el corazón en un puño y María Heres, una Zía Principessa a la altura dramática esperada que ojalá podamos disfrutarla en la Temporada de Ópera por estar aún inédita en el Campoamor.

No se olvidó la zarzuela, igual o más exigente que la ópera, con otro título inédito en Oviedo como «El gorro frigio» (M. Nieto) donde pudimos disfrutar tanto las partes habladas, siempre endiabladas de memorizar, proyectar y convencer, como de cantar, las escenas V y VIII con el García de Juan Carlos Santos simpático y completo en sus intervenciones, Lucía Casanueva (la bailarina) y Andrea Mosteiro (el Trompeta). Rescatada en Madrid «Cecilia Valdés» (G. Roig) escuchamos de esta zarzuela cubana la salida de la protagonista con el coro (de alumnos) y Beatriz Vázquez mejor Cecilia que mi querida y ensangrentada Lucía (bravo por Mario Álvarez haciendo toda la orquesta y donde la flauta encajó magistral con la soprano).

Un número siempre agradecido es el dúo de «Don Gil de Alcalá» (M. Penella), unas mañanitas bien empastadas de Andrea Mosteiro y Andrea Rey con coro de lujo, que bisarían todos, público incluido, y el cierre de concierto de «La Malquerida» del mismo compositor, donde la romanza Él va a venir de María Heres, bebiendo de la Bernarda vivida en Oviedo, y con el excelente acompañamiento de Yelyzaveta Tomchuk puso el broche por todo lo alto de esta mezzo completa que va haciéndose su sitio en el Campoamor con papeles menores que esta vez resultaron palabras mayores, profesionalidad, entrega, trabajo y pasión, la receta para triunfar y todo un ejemplo a seguir.

Desde mi fila 15 pude escuchar todas las voces bien proyectadas, técnica diaria que nunca toma vacaciones, distintos estados anímicos, partituras bien elegidas y defendidas con toda la ilusión para disfrute de un público que con todas las medidas de prevención sigue demostrando que «La Cultura es Segura», y amando la lírica en la capital del Principado, apoyando las voces de hoy mañana porque Oviedo merece la «Capitalidad Musical» de esta Viena del norte español.

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