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Bosques líricos

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Miércoles 3 de diciembre, 20:30 horas. Teatro Jovellanos, Concierto nº 1705 de la Sociedad Filarmónica de GijónTrío Preseli. Crossroads: obras de Berlioz, Rubén Díez, Anthony Randall, Schubert, Gabriel Ordás, António Victoriano D’Almeida y Havelock Nelson.

Siempre resulta interesante asistir a un recital donde la poesía se une con la música, matrimonio indisoluble aunque no esté sobre un pentagrama. Si le sumamos que la formación era el Trío Preseli (creado en 2021) con la soprano María Hinojosa, la trompa de Simon Lewis y el piano de Daniel Pereira González, la sonoridad y tímbrica propia, que ya disfrutamos en este mismo teatro el 3 de abril del pasado año, me servía para volver a titular esta entrada como entonces, «El oscuro romanticismo» pero había mucha música de nuestro tiempo así como dos compositores asturianos que no quería perderme, incluyendo un estreno absoluto.

El programa titulado «Cruzando caminos» (Crossroads) viene perfectamente explicado en el programa de mano (que dejo enlazado) con las notas escritas por el galés Simon Lewis (aún recuerdo su paso por la Oviedo Filarmonía y actualmente en la Bilbao Orkestra Sinfonikoa), que también aprovechó para contar algunas anécdotas mientras cuidaba y limpiaba la trompa. De ellas iré insertando píldoras según voy comentando cada obra, y sobre la originalidad del trío decir que está en su propia idiosincrasia: tender puentes entre las culturas gallega y galesa (pianista y trompista). No faltarían por tanto letras en inglés, gallego, también alemán y por supuesto nuestro castellano, exigencias para una María Hinojosa Montenegro a la que seguimos hace años por nuestra tierra, como todos los cantantes, resulta políglota y estudiosa de cada idioma para poder expresar tanto de unos textos que dejo enlazados y la propia Sociedad Filarmónica de Gijón ubicó en varios lugares con un código QR para poder descargarlos e ir siguiéndolos a medida que se iban escuchando (me consta que no había tiempo para proyectarlos, aunque así evitábamos «distraer la mirada» y concentrarnos en la audición, que a menudo realizo con los ojos cerrados). Seguir aplaudiendo la incorporación en Spotify© de las listas con las obras de cada concierto en versiones de referencia y añado los links (enlaces).

La primera parte sería un tanto oscura aunque la variedad tímbrica de la trompa del galés daba los destellos para no caer en las tinieblas, la soprano sabadellense volcaba su expresividad desde cierto intimismo interiorizado y el piano del gallego compartía el protagonismo que toda «canción de concierto» conlleva.

La Captive (La Cautiva) (1832-1834) de Hector Berlioz (1803-1869), compuesta sobre un poema de Les Orientales de Victor Hugo, es una de sus melodías más significativas. Escrita inicialmente para voz y piano durante su estancia en la Villa Medici, el compositor francés la revisó y orquestó en varias ocasiones. Un hito en la evolución de la mélodie francesa, la pieza marca la transición desde la romanza hacia una expresión más profunda y sofisticada. El poema muestra a una mujer que, aunque reconoce la belleza del lugar donde está cautiva, no puede disfrutarlo. Recuerda con nostalgia su tierra, donde podía vivir y relacionarse libremente. La hermosura del entorno solo acentúa su tristeza y deseo de recuperar la libertad perdida.

Tras el inicio de trompa y piano, María Hinojosa arranca cantando en francés «Si yo no estuviera cautiva», casi literal porque no parecía disfrutar en el registro grave, ya de por si oscuro, y lo difícil de entender la pronunciación, pero su color vocal se adaptó a esta obra compleja.

Introspección (2021) del asturiano Rubén Díez (1977) es una obra que musicaliza el Soneto nº 10 de Emilia Pardo Bazán y en el que se reflexiona sobre la fugacidad y la futilidad de la vida, ya que todo termina desembocando en la muerte, representada por los intervalos de quintas y cuartas a cargo de la trompa. A partir de ese momento la obra se llena de sensaciones íntimas fruto de la aceptación del destino inexorable que todos compartimos.

El pianista, director y compositor avilesino conoce bien la escritura vocal y el papel del piano, añadiendo la tímbrica variada de la trompa (en vez de la viola original) para otra página sombría, interior, dolorosa como el propio soneto de la escritora gallega (La muerte, triste, pálida y divina, / al fin de nuestros años nos espera / como al esposo infiel la fiel esposa) que el trío asumió con el beneplácito del propio Rubén Díez que acudió a felicitarlos tras escucharla.

Do Not Go Gentle Into That Good Night (1999) del compositor galés Anthony Randall (1937-2023), quien empieza su vida profesional como trompista en todas las orquestas importantes de Londres y con conciertos como solista en Londres, Aldeburgh, Edimburgo y Lucerne. Fue profesor de trompa y director del departamento de metales en el London College de música y de la Royal Military School of Music Kneller Hall. La pieza se basa en el poema de Dylan Thomas, No entres dócilmente en esa noche quieta, obra maestra de la lengua inglesa, traducida a varios idiomas y conocida alrededor del mundo. Thomas se inspiró en la muerte de su padre y el poema explora la difícil relación paternofilial.

Interesantes las obras de este profesor y trompista, compatriota y colega de Lewis, así como la elección del poema del galés Dylan Thomas (1914-1953), obra maestra de la lengua inglesa traducido a varios idiomas. Traducido como «No entres dócilmente en esa noche quieta» y nuevamente la muerte que sobrevuela en texto musicado. Conjunción sonora del Preseli con una Hinojosa casi expresionista o «bergiana» en vocalidad, dramatismo, fraseos e incluso respiraciones, revestida en el ambiente por la trompa virtuosa en tímbrica y el sustento del piano.

Der Hirt auf dem Felsen (El pastor en la roca) (1828) de Franz Schubert (1797-1828) es posiblemente la última obra que el compositor vienés escribió y fue pensada para la gran cantante de la Ópera de la Corte de Berlín, Anna Milder-Hauptmann. Ella le había pedido no un Lied —que ya había escrito para ella—, sino una auténtica pieza de lucimiento y que pudiera representar diversas emociones. El texto expresa el lamento de un pastor que, junto a su rebaño, espera la llegada de la primavera, cuando podrá volver a ver a su amada. Lanza su voz al valle y escucha el eco que regresa. Al darse cuenta de lo lejos que ella está, lo invade una profunda tristeza, lo que da lugar a la sección central. Pero el pensamiento de la primavera renueva su energía y esperanza, y la obra pasa a una tercera sección alegre, danzante y virtuosística. El eco, que comienza y termina la obra, lo interpreta la trompa.

Al fin un poco de luz en este bosque sombrío, el mago de la melodía y la mejor herencia vocal para una obra que sobrepasa el lied por la originalidad, manteniendo la voz femenina llena de sentimientos encontrados, las contestaciones de la trompa y el piano armando esas melodías que transitan desde la esperanza a la tristeza con ecos pastoriles casi alpinos. La primera parte abriría una ventana a la segunda más alegre pese a un ambiente siempre grisáceo, atlántico, incluso cantábrico tan de este otoño que ya es invierno en nuestra tierra.

El compositor Gabriel Ordás (1999) comenta sobre su obra de estreno Bosque (2025) «el crepúsculo, la densidad del aire, la altura de los árboles, el canto de un pájaro, el eco distante… En mi primer contacto con el poema de Ángel González que inspira esta obra, me sentí transportado a un bosque donde las últimas horas de sol teñían de naranja los árboles en un día frío. Esta escena congelada en mi mente persistió a lo largo del proceso compositivo de la partitura, retrotrayéndome al pasado y llevándome a retomar las primeras tres notas de mi obra Luces de un cielo nocturno, que aluden precisamente al atardecer, pero haciéndolas repetirse aquí una y otra vez hasta volverlas un cuerpo hierático. El verso ‘Andas. No dejan huellas tus pies’ inspiró el segundo tema de la obra, que cita lejanamente el preludio Huellas en la nieve de Claude Debussy, una de las mejores representaciones de pasos jamás escritas en pentagrama. En los últimos compases ambos temas suenan simultáneamente, entremezclándose y desapareciendo, sugiriendo la belleza de aquello que se percibe como eterno, pero es efímero».

La estancia neoyorquina del ovetense que sigue ampliando estudios, le está viniendo bien no solo en lo formativo donde ya está encontrando un estilo propio, también la inspiración fuera de casa y esta obra que no pudo encontrar mejor día e intérpretes para su estreno mundial. Para los asturianos Ángel González (1925-2008) es nuestro poeta de cabecera y mucha producción suya ha sido musicada por distintos autores y géneros, así que Gabriel se suma a la lista con este trío donde la voz de María Hinojosa fue creciendo en confianza, entrega, dicción, matizada con su «dúo de trompa» y una piano donde se respira la raíz del compositor que lo lleva en los genes aunque sus pasiones son amplias y así lo ha volcado en este Bosque tan asturiano de principio a fin, bien sentido por catalana, galés y gallego.

Tres Cançōes op. 92 (1993) de António Victorino de Almeida (1940) están compuestas sobre textos de José Carlos González, y originales para soprano, trompa y piano, ejemplifican el estilo armónico variado y sofisticado de Almeida, conservando un bello lirismo con un cierto sabor atlántico, donde las disonancias forman parte del ambiente sonoro con total naturalidad. Uno de los compositores portugueses más prolíficos y versátiles, además de pianista, director, escritor y figura mediática, Victorino de Almeida inició su carrera como niño prodigio, componiendo ya a los cinco años y a los siete ofreciendo su primera audición pública. Formado en el Conservatorio Nacional de Lisboa y en Viena, desarrolló una intensa actividad internacional, incluida su labor cultural en la Embajada de Portugal en Viena. Su catálogo abarca prácticamente todos los géneros: música para piano, cámara, orquesta, ópera, banda sonora, fado y numerosas obras para cine y teatro. También destacó como divulgador musical en radio y televisión, y como escritor, y sigue siendo una figura central de la cultura musical portuguesa contemporánea.

El carácter portugués lo asociamos a la saudade tan cercana a la morriña gallega, pero estas canciones de Almeida también tienen un estilo cercano y escritura muy actual, y encontraron en el trío su mejor vehículo expresivo. O Malabarista nos habla de «silenciosos equilibrios donde solo queda el dolor de vivir, un fantasma olvidado por el viento nocturno», texto y música unidos en esas tres patas que sustentan esta primera canción y prosiguen cantando «Tres gritos de advertencia suspenden la noche. Tres ecos responden, tres armas apuntan. Y la espada del viento renueva su látigo. En los rostros ya fríos que los dedos encuentran«. Tres número mágico antes de la segunda, A veces una nube que nos canta «Otoño prematuro desciende tras los edificios (…). A veces un barco pierde el rumbo y ancla en el tiempo. A veces es difícil saber dónde, cómo y cuándo. El tiempo del Amor es nuestro y de todos nosotros», música transatlántica de versos certeros e interpretación ganando enteros, especialmente por la soprano catalana que se sintió más cómoda en esta tesitura. Y la tercera canción «Una larga despedida» que abre los balcones de la mañana, de nuevo el amor dibujando su rostro de sal en la playa vacía, aires cercanos y juegos tímbricos donde la música del lisboeta António Victorino de Almeida no solo subraya los poemas del escritor, traductor y técnico de la Biblioteca Nacional Portuguesa José Carlos González (1937 – 2000), hijo de gallegos emigrados al país vecino, el Trío Preseli nos perfumó con el salitre gallego hasta El Muro en una interpretación cargada de expresividad en la lengua de Pessoa.

Three Poems by Geraint Jones (2010) de Anthony Randall musicaliza los poemas de David Rhys Geraint Jones y está cargada de tragedia. Los poemas son descripciones de pérdida y anhelo y se tornan más conmovedores al saber que fueron escritos solo unos meses antes de la muerte prematura del poeta en la campaña de Normandía en 1944. Las melodías y armonías que acompañan las palabras solo añaden tristeza y sentimiento a esta emocionante obra.

Sonaba nuevamente Anthony Randall lleno de angustias que el trío transmitió con el dramatismo de una ópera breve que firmarían Schoenberg o Webern, pues el ambiente expresionista se respira tanto en los poemas como en la partitura. Tres capítulos (Let Me Not See Old Age (Que yo no vea la vejez), A Joy too deep for words to say (Una alegría demasiado profunda para vocalizar) y Your peace is bought with mine (Tu paz se gana con la mía), tres intérpretes, emociones triplicadas y un momento de profundidad musical rotunda que deja desarmado al oyente con el Trío Perseli que es un referente para la música de Randall. Pero al menos quedaba Irlanda, una Asturias a lo grande que siempre transmite juventud, optimismo, ganas de vivir, y pese a la climatología sigue siendo una tierra que visitar.

Four Irish Songs (Cuatro Canciones Irlandesas) (1993) de John Havelock Nelson (1917- 1996) fueron compuestas solo tres años antes de su fallecimiento, son originales para este ensemble de soprano, trompa y piano, y muestran su estilo caracterizado por la claridad, el humor refinado, la escritura accesible y una inclinación hacia el color local, combinando tradición folclórica con un lenguaje tonal elegante. Están dedicadas al trompista británico Ifor James y a su madre, la soprano Ena Mitchell. Compositor y director irlandés cuya carrera combinó la música con la investigación académica, John Havelock Nelson se formó en Dublín en piano, órgano y composición, y realizó estudios superiores en el Trinity College. Cofundó en 1939 los Dublin Orchestral Players y, desde 1947, desarrolló una larga trayectoria en la BBC de Belfast.

Cuatro canciones escritas por el compositor irlandés y originales para esta formación de trío, juguetonas, socarronas, marineras… Lovely Jimmie (Querido Jimmie) de ambiente portuario que canta la duda de volver a pisar tierra, Poor Auld Ass (Pobre burro viejo) donde la trompa rebuzna y la soprano, manos en los bolsos del pantalón, nos hace reír y penar a la vez por el aspecto del animal, Lovely Armoy, adorable despedida al pueblo pesquero con música acorde al texto, para terminar con Linking O’er the Lea (Caminando por la pradera), de letra intraducible, inventada, picarona buscando al buen joven que se cuela en casa ajena para pernoctar con la criada. Al fin la alegría de la noche tras atravesar bosques espesos, oscuros, trágicos, dolorosos, con el Trío Preseli fiel intérprete de cada página y donde disfrutar al fin de una María Hinojosa siempre segura, conocedora del tortuoso camino que la traería sana y salva tras «cruzar caminos» que solo el trabajo y buen hacer alcanzan la meta.

Y la propina sería gallega, hermosa y sentida Lela tradicional con músicas de distintos autores, aquí en el arreglo de Juan Durán (Vigo, 1960) que en la ampliación de Lewis para su trío- llena de color esta partitura muy conocida, programada y versionada de una música nuestra y tan cercana, con la letra de Castelao.

PROGRAMA:

Crossroads

I

Hector BERLIOZ (1803–1869):

La captive (1832-1834) H 60 -texto sobre un poema de Les Orientales de Víctor Hugo

Rubén DÍEZ (1977):

Introspección (2021) -texto de Emilia Pardo Bazán, Soneto nº 10-

Anthony RANDALL (1937–2023):

Do not go gentle into that good night (1999) -texto sobre un poema de Dylan Thomas

Franz SCHUBERT (1797–1828):

Der Hirt auf dem Felsen, D. 965 (1828) -Texto de Willhelm Müller y Wilhelmina von Chézy (versos V y VI)

II

Gabriel ORDÁS (1999):

Bosque (2025), estreno absoluto -sobre un poema de Ángel González

António Victorino D’ALMEIDA (1940):

Tres Cançoes, Op. 92 (1993) -sobre textos de José Carlos González

O malabarista

Por vezes uma nuvem

Uma longa despedida

A. RANDALL:

Three Poems by Geraint Jones (2010) -textos sobre poemas de David Rhys Geraint Jones

Let me not see old age

A joy too deep for words to say

Your peace is bought with mine

Havelock NELSON (1917–1996):

Four Irish Songs (1993) -Canciones tradicionales irlandesas-

Lovely Jimmie

Poor Auld Ass

Lovely Armoy

Linking O’er the Lea

Propina:

Juan DURÁN (1960):

Lela (texto de Alfonso R. Castelao)

Juan Durán en femenino plural

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JUAN DURÁN: «(di)Versos Femeninos». NURIA LORENZO, mezzo; ALEJO AMOEDO, piano. Sello RDC; referencia MG-2201.

El compositor Juan Durán Alonso (Vigo, 19/09/1960) de amplio y variado catálogo, miembro de la denominada «Generación de la apertura» y fundador de la Asociación Gallega de Compositores en 1987, encuentra en la poesía un camino propio en lo que podríamos llamar el «lied actual», voz y piano donde la música engrandece unos textos siempre bien elegidos, aunque en esta última grabación no vengan incluidos (sí en el programa del pasado 8 de mayo de 2021 en Homenaje a las víctimas del Covid celebrado en Nigrán, donde interpretaron las obras aquí grabadas), con dos intérpretes también pontevedreses.
En un formato poco habitual, este disco grabado en el Auditorio Municipal Carmen Estévez de Vilalba (Lugo) el 6 de junio de 2021, recoge diez canciones de seis poetisas (hoy parece que se debe escribir poetas) musicadas con anterioridad y ahora en la voz de la mezzo Nuria Lorenzo con el piano de Alejo Amoedo, un dúo de larga trayectoria para unas partituras de protagonismo compartido como así se debe entender, conocedor Durán del registro vocal y color de una cantante poderosa en timbre, carnoso, de buena dicción, microdramas sentidos en su escritura global. Sumemos un pianista perfecto complemento musical y subrayando el ambiente de cada poema, sugiriendo, remando en la misma dirección de presencia justa y equilibrada con la voz en todas sus diversas expresiones. El resultado es otra aportación de Durán a un repertorio que crece y donde los compositores actuales encuentran el vehículo idóneo para dar a conocer este formato de salón, ideal en las salas camerísticas.
Cada una de las obras están perfectamente analizadas en la parte musical por el siempre docto y ameno Arturo Reverter, otro pontevedrés de pro para redondear una grabación que bien podría llevar la etiqueta de «Galicia calidade«. Me limitaré a esbozar mis impresiones de cada uno de los diez cortes, destacando la calidad de la toma de sonido amén de los propios intérpretes, y el universo poético de Juan Durán, nuevamente acertado en la fusión poesía y música, lírica en estado puro y cercano con este dúo vigués.
1. Julia Uceda (Sevilla, 1925): Antígona. La poesía de la andaluza es música en cada verso y el compositor vigués evoca aires románticos cual aria de fuerza en la voz rotunda de Nuria y el piano apasionado de Alejo.
2. Alfonsa de la Torre (Cuéllar, Segovia, 1915-1993: Engrandecí con lágrimas, nostalgia preparada al teclado y continuada con unos fraseos vocales de los versos, creciendo en intensidades contenidas, jugando con la métrica tan musical como los propios pentagramas con un final perdiéndose.
3. Alfonsina Storni (Capriasca, Argentina, 1892-1938): Versos a la tristeza de Buenos Aires, la saudade o mejor «morriña» desde ambos lados del Atlántico, el hermanamiento del emigrante sentido desde Galicia con los aires del tango universal que la voz grave y profunda de la mezzo interpreta arropada por un piano muy bien tratado, dibujando y vistiendo de salón de baile esa tristeza intrínseca de la siempre recordada Alfonsina.
Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 1837-1885), «Tríptico rosaliano«: 4. Cada noite eu chorando pensaba; 5. Tecín soya a miña tea; 6. Lúa descolorida, con explicación en vídeo del compositor, así como la interpretación por Nuria y Alejo, la expresión del pueblo gallego, tradición y canción como las cantigas a modo de «lied gallego». La primera acunando los versos desde el piano que hasta en los silencios subraya ese sentimiento de tristeza. Poder pasar del andar al bailar lo consigue la siguiente, el piano abre el paso calmado que prosigue la voz casi de puntillas, amplios escalones desgarrados desde el canto casi imperceptible que crece en intensidad emocional y aire hasta esa danza culminando sentimientos hechos música. Para concluir, la delicadeza iniciada desde el teclado que prepara una melodía fraseada con esos versos de la gran Rosalía aún más etéreos con los arpegios del piano realzando la voz cuidada además de matizada con gusto y un color propio.
7. Marica Campo (Val do Mao, O Incio, Lugo, 1948): Baixei ao teu amor. Un torbellino de emociones plasmadas tanto en el poema como la propia escritura musical, un inicio pianístico brillante preludio de la aparición vocal que toma vuelo, nostalgias gallegas, cambios de tempo ayudando a reflejar un amor atemporal. Un piano digno de sonar solo que en este caso la voz completa estas palabras tan musicales e introvertidas como esta séptima canción del disco.
Gabriela Mistral (Vicuña, Chile,1889-1957), «Tres poemas de amor y ausencia«: 8. Vergüenza; 9. Ausencia; 10. Balada. Cierre poético también con la magia del tres, primero rítmico y animado, melodía casi de bolero con piano, diálogo vocal e instrumental bien entendido. Otro ambiente presenta el segundo poema, protagonismo de Alejo en solitario desde una introducción íntima, casi recordándonos a Schumann, después Nuria casi recitando sobre unos pocos acordes en rubato, paréntesis que reflejan esa ausencia rellenada con versos que animan el desarrollo en intensidad siempre contenida por parte de los dos intérpretes. Para cerrar ciclo y disco una balada, «es una forma de expresar el canto cortesano del final de la Edad Media en Europa, que aparece en el siglo XIV. La poesía es disociada de la música, pero la musicalidad es creada en la escritura misma del poema»; con esta definición de la socorrida Wikipedia© entiende Durán el poema de la chilena, contratiempos sudamericanos, melodía brillante con acompañamiento muy apropiado y también en solitario, aires de danza que empujan la canción hasta un final luminoso.
Un disco para escuchar y leer esos (di)versos que Juan Durán vuelve a engrandecer y nos han dejado  grabado para guardar esta pareja de largo recorrido y experiencia: la mezzo Nuria Lorenzo, ideal en color y tesitura además de sentimiento, con el pianista Alejo Amoedo, solvente en las partes solas y riguroso en la vestimenta necesaria de la voz. Y muy recomendable el directo donde poder disfrutar de esta nueva aportación a nuestra «canción de concierto».
P.D. La foto de portada es de Xoan Piñón; el técnico de sonido Pablo Barreiro y el diseño de Antonio Cid.

En el buen camino

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En la recuperación de la llamada canción de concierto, Aurelio Viribay Salazar es una verdadera autoridad desde su cátedra madrileña, además de un pianista solicitado por muchas voces, especialmente jóvenes que sin complejos se acercan a un repertorio de tanta calidad como el francés o el alemán con el pianista vitoriano de referencia para ello.

Tengo las últimas grabaciones con la soprano pacense Mar Morán cantando a García Leoz o al tenor cordobés Pablo García-López en una selección titulada Raíces, uniones atlánticas y mediterráneas que van en esta línea de sacar a la luz tantas partituras olvidadas y seguramente polvorientas, con un canal en YouTube© dedicado a la «Canción Lírica» que aloja multitud de vídeos en vivo donde se muestra nuestro grandísimo patrimonio musical y la calidad de las voces que el vasco Aurelio Viribay comparte desde su magisterio, y a quien Arturo Reverter ha bautizado como «arqueólogo de la canción española» (tras «nacerle» en Bilbao en vez de Gasteiz, pues como dicen los chistes «los de Bilbao nacen donde quieren«).

Ya llevo días disfrutando de esta grabación, No camiño (GeBéMusic del Grupo Beroly), con el barítono Gabriel Alonso (Ferrol, 1991), trece temas de compositores gallegos de distintas épocas que pusieron música a la poesía de mi vecina y querida Galicia, auténticas joyas literarias. Trece poemas en la lengua de la gran Rosalía de Castro, la más conocida, junto a Manuel Antonio, Leiras Pulpeiro, Salvador Golpe, Manuel Cuña Novás, Ramón Otero Pedrayo, Manuel Curros Enríquez, Manuel Martínez González y José Trapero Pardo, lírica escrita que los músicos realzan con unas melodías siempre ajustadas al texto, y en este caso unos más que interesantes pianos compartiendo la métrica interna de la lengua gallega escrita con músicas de salón atemporales.

Todos los compositores, uno para cada canción, son una excelente mezcla, desde los actuales a los veteranos más los que están «por descubrir», todos gallegos de pura cepa, muchos apegados al terruño, otros emigrados, viajeros siempre con la «morriña» presente e inspiradora al igual que la literaria. Aquí los dejo ordenados cronológicamente, como curiosidad y con enlaces a sus biografías, algunas dignas de ser novelas o guiones cinematográficos:

Marcial del Adalid (A Coruña, 1826-1881), Canuto Berea (A Coruña, 1836-1891), Xoán Montes (Lugo, 1840-1899), Xosé Castro «Chané» (Santiago, 1856 – La Habana, 1917), Xosé Baldomir – seudónimo de José Ventura Eduardo Gregorio Valdomir- (A Coruña, 1865-1947), Gustavo Freire (Lugo, 1885-1948), José Fernández Vide (Ourense, 1893-1981), Antonio Iglesias (Ourense, 1918-2011), Margarita Viso (A Coruña, 1957), Juan Durán (Vigo, 1960), Octavio Vázquez (Santiago, 1972), Fernando Buide (Santiago, 1980) y Borja Mariño (Vigo, 1982).

Interesante la variedad de estilos que son cual catálogo de la evolución de nuestro patrimonio lírico, por lo que propongo una escucha de cada canción sin conocer más datos, disfrutarlas siguiendo, si se puede, los textos del libreto (aunque sin traducir) e intentar descubrir la época, pues seguro habrá más de una sorpresa, mestizajes de puro romanticismo del XXI o vigencia plena del XIX para nuestros tiempos, unidad gallega de varias generaciones que son, como el slogan turístico, «Galicia calidade«, al igual que la cantera de voces gallegas de nuestros días.

El barítono ferrolano de registro amplio y bello, redondo en el grave, con buena articulación y matices variados, siempre resaltando los textos, repasa aquí dos siglos de música gallega con el siempre docto piano de Aurelio Viribay en una excelente toma de sonido de esta grabación realizada los días 7, 8 y 11 de enero del pasado año (con Filomena azotando) en los Estudios Cezanne Producciones de Las Rozas (Madrid). Canciones para cualquier voz pero que en las masculinas, y más las graves, son relatos todavía más cercanos a aquellos emigrantes dejando todo en su tierra.

Dejo al final de la entrada el listado con los trece temas, especificando música y letra, pues así debemos entender estas partituras. Personalmente siempre me ha gustado, en cualquier versión, el llamado segundo himno gallego, Negra sombra de Juan Montes, que supone actualizar la visión coral por la camerística aunque desconozco cuál fue primero; el excelente Sós de Durán dedicado al barítono, bien tratado el dúo como unidad, piano rotundo y voz explorando registros; los Dous cantares de Buide que suponen una brisa fresca en el acercamiento al género de la canción de concierto por la excelente armonización y trabajo de voz y piano; al igual que la Saudade de un Mariño verdaderamente inspirado por Rosalía de Castro; el aire popular llevado al concierto por Vázquez del En Cornes de la escritora nativa, e interesante Ao lonxe de Iglesias, casi operístico con silencios dramáticos y dedicado dentro del ciclo «Canciones gallegas» al gran crítico Antonio Fernández-Cid. Ciertas remembranzas extremeñas -encuentro cierta similitud inicial con «Ya se van los pastores»- desde el Caribe (porqué no también asturianas por cantábricas) en la Mariquiña de Chané o la zarzuelística Romanza de Xosé que me recuerda igualmente parte de la «Molinera» ibérica, sencillez sentida tanto en la voz como en el piano de este mosaico lírico.

Habrá que esperar, como se ha hecho con la gallega, la revisión de la lírica asturiana a lo largo de esta misma época (con algunos intentos no muy reconocidos), pues las similitudes musicales corren parejas y también se conjugan compositores interesantes de hoy en día con los señeros, aunque nos han faltado escritores de la talla literaria que nuestros «primos hermanos» siempre han tenido, en parte por no ser una lengua oficial ni parezca que lo sea, siendo todavía motivo de disputas políticas.

Cortes, autores (música / letra) y títulos:

1. Juan Durán / Manuel Antonio: Sós.

2. Margarita Viso / Leiras Pulpeiro: O mar.

3. Marcial del Adalid / Popular: Adiós, meu meniño, adiós!.

4. Xosé Baldomir / Salvador Golpe: Meus amores.

5. Fernando Buide / Rosalía de Castro: Dous cantares.

6. Borja Mariño / Manuel Cuña Novás: Saudade.

7. Xoán Montes / Rosalía de Castro: Negra sombra.

8. Antonio Iglesias / Ramón Otero Pedrayo: Ao lonxe.

9. Octavio Vázquez / Rosalía de Castro: En Cornes.

10. Xosé Castro «Chané» / Manuel Curros Enríquez: Un adiós a Mariquiña.

11. Canuto Berea / Manuel Martínez González: Un sospiro.

12. Gustavo Freire / José Trapero Pardo: Romanza de Xosé (Non chores Sabeliña).

13. José Fernández Vide / Ramón Otero Pedrayo: Canción de Corisco – Miñatos de vran.

Regalos de cumpleaños para La Castalia

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Lunes 1 de noviembre, 19:00 horas. Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo: XX Curso «La Voz en la Música de Cámara». Concierto de Clausura. Entrada libre.

Veinte años lleva la Asociación Cultural «La Castalia» apostando por el talento musical desde Asturias con las incombustibles Begoña G. Tamargo y Ana Cristina Tolívar formando músicos y dándoles la oportunidad de mostrarse a un público que ya desde «La Castalia» original del siglo XIX, la de Víctor Sáenz, ha hecho de la capital del Principado verdadera cuna de aficionados a la lírica y melómanos en general. Y La Castalia del XXI como bien recordaba al inicio del concierto la profesora de canto, con la misma decisión de entonces, con altibajos en los apoyos pero decidida en promover la formación y el inicio de carreras profesionales, homenajeaba en este concierto a la que fuese directora de la Obra Social y Cultural de la extinta Caja de Ahorros de Asturias, entre los años 1995 y 2005, Regina Rubio.

Importante agradecer el apoyo en los inicios de entidades que los tiempos han deslocalizado y perdido uno de los objetivos principales como era el apoyo a la cultura de nuestra tierra. Ya no tenemos Caja, ni Ahorros, ni en Asturias, por lo tanto, gracias en el recuerdo por el trabajo de Regina que entendió desde su responsabilidad que esta Castalia debería tener el respaldo de una entidad financiera que, como tantas otras, han llevado su capitalidad a otras autonomías para medrar de políticos en consejos de administración.

Me sigue asombrando la cantera, y hasta escuela propia, que nuestra Asturias ofrece, y nada mejor que comenzar noviembre descubriendo figuras en ciernes, aplaudiendo la progresión de voces que he visto «nacer al público», el trabajo nunca valorado por el tiempo que conlleva, el apoyo de un profesorado plenamente volcado a esta labor pedagógica a menudo ingrata pero necesaria, y esta vez añadir el regalo de poder escuchar ¡cuatro estrenos! en el Principado de compositores actuales, con lenguaje propio, conocedores de la voz y sus recursos, que las intérpretes han estudiado en tiempo récord para compartir con todos estas alegrías de «los primeros 20 años» de La Castalia del XXI.

Cuatro compositores con Juan Durán (1960) y los presentes Miguel Brotóns (1965), Guillermo Martínez (1983) y Raquel Rodríguez (1980) en distintas combinaciones, el Tríptico rosaliano con María Heres y Henar F. Clavel, del vigués, Ferrol, 1916, Impromptu fantasía para soprano y piano, de un alicantino afincado en Galicia inspirado por la poesía del ferrolano Ricardo Carballo Calero con Beatriz Vázquez y el maestro Mario Álvarez BlancoPprincipio è Maggio del prolífico venezolano adoptado y «escolano de oro» en la voz de Janeth Zúñiga y la profesora Tomchuk, más Yllayah de la carbayona con la voz de la mezzo Andrea Rey y un trío instrumental con Jesús Méndez (violín), Paula Lebón (chelo) y nuevamente Yelyzaveta (piano), cuatro regalos en cuatro interpretaciones y cuatro estilos que conviven y las voces recrean, música que necesita ser cantada para vivir. Enhorabuena.

De las voces felicitar de nuevo a la mezzo María Heres que apostó por la canción italiana antes del tríptico de Durán o el dúo de Guastavino Pueblito, mi pueblo con su homónima de tesitura Andrea Rey, en clara progresión, y a la chihuahuense Janeth Zúñiga que sigue ampliando repertorio, bien enfocada hoy con Deux ancolies (Lili Boulanger) más el estreno de Guillermo que le va perfecto a su color y tesitura.

Siempre sorprendente el desparpajo del joven violinista Marcelo Re con dos obras de Kreisler y Beethoven bien arropado por el «piano orquestal» de Tomchuk que vuelve a demostrar cómo la cuerda asturiana que trajeron «Los Virtuosos» ha florecido,  y desigual la joven avilesina Henar F. Clavel, buen fichaje en el mal llamado piano acompañante que tiene relevo generacional aunque algo precipitada en sus Albéniz y Falla, ímpetu juvenil que apunta maneras interpretativas pero deberá ser más cuidadosa al afrontar obras tan conocidas como comprometidas.

Final vocal con el piano de Mario con las famosas Mañanitas de «Don Gil de Alcalá», algo descompensadas pero siempre agradecidas para el gran público.

Apostar por repertorios nuevos, por compositores de ahora, sin olvidar la base necesaria de los llamados «clásicos», apoyar a músicos que se forman en nuestra tierra y brindarles la oportunidad del concierto son objetivos de «La Castalia» desde sus inicios. Su claustro de profesores conoce de primera mano lo que supone una carrera interminable de sacrificios, penurias y también alegrías como la de este inicio de noviembre, con un público que sigue siendo fiel y acudiendo a cada cita, sea en el RIDEA, en el Bellas Artes o en el Auditorio. En marzo se esperan novedades para celebrar por todo lo alto el vigésimo aniversario, tal como avanzó Begoña García-Tamargo, y poder actuar con una orquesta será otro escalón y premio para unas voces que seguirán formándose toda la vida.

Juventud, talento y mucho trabajo

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Lunes 9 de diciembre, 19:00 horas. Oviedo, Sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe, La Castalia: Concierto de Clausura del XVIII Curso «La voz en la música de cámara». Profesorado: Begoña García-Tamargo (canto), Manuel Burgueras (música de cámara vocal), Ana Cristina Tolivar Alas (fonética aplicada al canto).

No me cansaré de escribir sobre el talento de nuestra juventud y la apuesta desde hace dieciocho cursos de la asociación cultural «La Castalia» que preside Santiago Ruiz de la Peña por formar voces y programar obras de estreno. Una de las «joyas de la corona» es Gabriel Ordás (1999) que volvía a estrenar una ópera de cámara para ellos, «Terceto de desamor» con libreto de María Abella (1999) también de la tierra, jóvenes sobradamente preparados que no dejan de trabajar desde un silencio que no debemos mantener. Este concierto que llenó la sala de cámara, también nos dejó dos estrenos ovetenses del gallego Juan Durán (1960) y del madrileño Víctor Carbajo (1970) con dos partituras bien defendidas por unas voces conocidas, nuevas otras pero con mucha carrera por delante, talentos a los que voy viendo progresar, avanzar en cada curso, siempre con la maestría del maestro Burgueras que acierta en la elección del mejor repertorio donde la canción de concierto gana terreno a las siempre necesarias arietas, permitiéndonos disfrutar con su buen hacer en el piano, especialmente en estas obras donde el piano dialoga con la voz.

La directora artística de los cursos tomó la palabra para presentar esta nueva edición y rendir homenaje a la Fundación Musical Ciudad de Oviedo que sigue poniendo a Oviedo como capital musical del norte de España, «La Viena del Norte» que yo digo, glosando las temporadas donde está inmersa con la Banda de Música y por supuesto la Oviedo Filarmonía, cuya gerente María Riera también agradeció la placa conmemorativa (en compañía del presidente de la Fundación Francisco Álvarez Buylla) y puso los puntos sobre las «íes» en cuanto a cómo la política no siempre entiende de la rentabilidad que supone apostar por una seña de identidad de la capital asturiana además de generadora de puestos de trabajo y riqueza para la ciudad.

María Heres (mezzo), Janeth Zúñiga (soprano) y Adrián Ribeiro (tenor) con el piano de Yelyzaveta Tomchuk pusieron en escena una ópera vivaz, entretenida, actual pero siempre cercana, respetando un texto de nuestros días donde hay recitativos, «parlatos» y muchas melodías solas, a dúo y por supuesto a trío, complicidad vocal, sabiamente escrita tanto para un piano luminoso, rítmico, valiente, como para cada tesitura, compuesta como comentaba tras el concierto con el maestro Burgueras «a la vieja usanza», pensando en los intérpretes, tesituras, color y personajes a medida que nos dejaron otro estreno del prolífico Gabriel Ordás, jóvenes que empastaron, se entregaron y demostraron la valía que atesoran en sus carreras: Heres poderosa y convincente en cada aparición, Ribeiro ganando enteros en unos agudos seguros sin perder compostura, Zúñiga avanzando a pasos agigantados desde su primera vez en el RIDEA que todavía recuerdo. Bravo por todos pues estrenar requiere un trabajo añadido en el estudio y defender los roles como todos lo hicieron es solo parte de una carrera de fondo que ya han comenzado.

Con los ligeros cambios en el programa que he añadido a bolígrafo al programa escaneado, y sin entrar muy en detalle, nuevo escalón del contratenor Mikel Malda que empastó a la perfección en Sound the trumpet (Purcell) con Almudena Sanz (soprano), igualmente ganando enteros en su formación, que nos dejó un Granados (Amor y odio) bien sentido y cantado.

Al tenor Thomas Minaux le descubrí el pasado mes de julio y sigue en clara trayectoria ascendente, con dos Schumann (Ich denke dein y Schön ist das Test des Lenzes) a dúo con Canela García (soprano) más que convincentes, de dicción muy correcta de dos voces empastadas a la perfección con el magisterio pianístico de Manuel Burgueras, lieder en estado puro acertando con los intérpretes. Sigo a la soprano gallega desde hace años y su progreso es imparable, trabajadora y ganando en expresividad además de graves, con La niña de Guatemala (Carbajo) entre lo mejor de la velada en una partitura bellísima de escritura y entendida a la perfección, al igual que Träume de los «Wesendoncklieder» (Wagner) verdaderamente bien interpretados.

Otro talento joven es el barítono Javier Agudo, que ya me impactase en el verano, color de voz imponente, tesitura amplia de graves claros, medios bien proyectados y agudos aterciopelados que no solo nos deleitó con una canción finlandesa de Sibelius sino en el dúo Länliches Lied (Schumann) con la soprano gallega Beatriz Vázquez. Ésta debutaba en la capital estrenándonos en Oviedo Tecín soia (Juan Durán con textos de Rosalía de Castro) y recreando Nuit dètoiles (Debussy), el impresionismo que también transitó como Pierrot Janeth Zúñiga con la magia del piano vistiendo unas melodías claras y bien dichas.

También repiten en plaza las sopranos Hanna Rubio y Eugenia Ugarte que cantaron Vo cercando fra le ombre (Emanuele Barone d’Astorga) y Quando lo stral spezzai (G. Paisiello), colores y timbres muy iguales que permitieron un empaste y entendimiento entre ellas perfecto para dos páginas que no deben faltar en la formación vocal, bien elegidas para este concierto.

El broche final de nuevo a tres más el piano de Manuel, con Janeth, Canela y María Heres en Matinée dété (Massenet), musicalidad, talento, complicidades, trío de damas y ropaje maestro, tras el Debussy previo y los agradecimientos finales.

El premio fue la prolongada ovación, merecidos aplausos y un éxito más para todos en un lunes festivo donde la música en Oviedo sigue siendo su seña de identidad y sirvió de pistoletazo a las fiestas navideñas.

Crecer y seguir apoyando

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Domingo 9 de diciembre, 19:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: La Castalia, Concierto de Clausura XVII curso «La voz en la música de cámara», homenaje al RIDEA. Entrada libre.

Ya van diecisiete cursos organizados por «La Castalia» centrados en la voz y la música de cámara con un profesorado de reconocido prestigio y un alumnado conocido que además de seguir formándose protagonizaron todos un estreno absoluto que llenó el Teatro Filarmónica porque el RIDEA no hubiera sido suficiente y además el merecido homenaje de «La Castalia» por el apoyo incondicional en tiempos de crisis varias merecía el mejor de los marcos posibles y el de la vecina calle Mendizábal reunía todas las condiciones.

Begoña García-Tamargo abrió el acto con la gratitud a los colaboradores y una excelente y amplia semblanza de la institución homenajeada, así como la entrega a Ramón Rodríguez Álvarez, actual presidente del RIDEA, de una placa conmemorativa y unas breves palabras de agradecimiento.

Dejo imágenes del programa y cartel de la ópera de cámara así como alguna fotografía mía sin entrar muy a fondo en detalles. Cierto que los dúos elegidos de Haydn, Schumann, Mendelssohn o el hermosisimo La Nuit de E. Chausson buscaron el empaste y continuar trabajando repertorios e idiomas donde estas voces se van encontrando más cómodas, todas ellas conocidas por el que suscribe y contemplando una evolución no siempre igual, alguna diría incluso que en retroceso, puede que por nerviosismo ante el imponente aspecto teatral (es preocupante la desafinación total sin escuchar el piano de referencia), incluso con distintos pianistas que aportan nuevos enfoques al trabajo como Ignacio Fernández o Juan Urdániz además de los profesores de estos cursos Sergey Bezrodny o Manuel Burgueras, con incorporaciones de nuevo repertorio español actual comenzando con el turolense Antón García Abril (1933) y sus Canciones asturianas, con Urdániz al piano acompañando las tres elegidas, Tengo de subir al puertu y la añada Dúermete neñu de la mezzo María Heres realmente cómoda en ellas, y Hasta los naranjales han florecido de la soprano Canela García.

El asturiano Jorge Muñiz (1974) y su ópera Fuenteovejuna fue la que abrió la temporada de ópera ovetense y de él pudimos escuchar en este concierto el estreno en España de su Oda a Covadonga (2005) con texto de Claudio Sánchez Albornoz en la voz del tenor Adrián Begega y el piano del maestro Burgueras, un homenaje a los tres centenarios de Covadonga.

El gallego Juan Durán (1960) no solo arregló Lela de su paisano Rosendo Mato Hermida (1914-1994) y letra de Castelao cantado por el tenor Vladimir López y Urdániz al piano sino el compositor de Tríptico de Amor y Ausencia con texto de Gabriela Mistral, cuya Ausencia estrenaban en Asturias la mezzo María Heres y el pianista Manuel Burgueras deleitando a un público entregado con esta belleza de música cercana geográfica y anímicamente.

Siempre se ha dicho que el violonchelo es lo más parecido a a voz humana, y antes de sumarse al trío instrumental para Doña Esquina, Santiago Ruiz de la Peña nos dejó la difícil Polonesa Concertante (David Popper, 1843-1913) de armónicos casi imposibles, con el virtuoso Bezrodny al piano, poniendo el punto y seguido antes del esperado estreno absoluto del ovetense Gabriel Ordás (1999), quien tomaría el violín y la dirección de una ópera de cámara sobre el entremés homónimo de Agustín Moreto y Cavana que disfrutamos en versión concierto y a no más tardar estoy convencido tendrá su puesta de largo porque resulta actual, moderna y accesible, en la línea de este músico integral con el que «La Castalia» encontró un filón al ser destinataria de algunas composiciones de un talento que sigue sorprendiendo con cada obra.

Cinco personajes para las voces que fueron «calentando» con Urdániz al piano, Ruiz de la Peña al cello y el propio Ordás tocando el violín y dirigiendo, corroborando lo escuchado previamente en calidades y registros para un elenco vocal donde nuestra mezzo Doña Esquina fue la protagonista total e incontestable de una partitura fresca, que respeta las voces, con ritmo, salero, aires del mejor musical de Broadway (a fin de cuentas también ópera de nuestro tiempo) recordando al genio Bernstein, y un argumento dieciochesco que parece tan actual como la música del propio Gabriel.

Mi más sincera enhorabuena a «La Castalia» por seguir creciendo, apoyando lo nuestro y formando contra viento y marea a una generación que no lo tiene fácil en estos tiempos.

Recortes de la prensa asturiana del lunes 10 en El Comercio y La Nueva España: