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Juan-Alfonso García (1935-2015)

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Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada. Museo Casa de los Tiros (Granada), del 11 de junio al 7 de septiembre de 2025. Entrada gratuita. Horario de 11:00 a 14:00 (lunes cerrado). Fotos propias; citas del Libro «FESTIVAL 25» -nº 27, junio 2025- (Ed. COPE GRANADA).

Durante mi estancia a lo largo del 74º Festival de Música y Danza de Granada tuve la oportunidad de disfrutar, recordar alguna obra coral (por «mi» Orfeón de Mieres) sino de redescubrir no solo el inmenso legado de Juan-Alfonso García (Los Santos de Maimona, 4 de agosto de 1935 – Granada, 17 de mayo de 2015) escuchando muchas de sus obras conmemorando los diez años de  su fallecimiento (pues el quinto que no pudo realizarse a causa del COVID), alguna (re)estrenada en estos días precisamente por su sobrina-nieta Pilar Alva-Martín, y sobre todo con la inmensa exposición en este museo granadino, y a la que tuve que volver un par de veces, con cuatro salas donde no falta el gran legado de objetos como partituras (su caligrafía era impecable), retratos, escritos, ediciones y páginas de su vida personal, pero especialmente el documental de hora y media (me dijeron que se acortó quince minutos) con fotografías y grabaciones, muchas históricas, del amplio catálogo de este granadino al que «nacieron» en Badajoz, así como los centenares de testimonios recogidos por la familia en el perfil de Facebook© creado para el quinto aniversario de su fallecimiento.

Personalmente me hizo ilusión saber que la OSPA entonces dirigida por Jesse Levine y con mi recordada profesora Inmaculada Quintanal de gerente, realizó el estreno absoluto del oratorio Cántico Espiritual (1986-89) junto al Coro Nacional de España en el Palacio de Carlos V durante la edición de 1993, supongo que por los buenos contactos y amistad con Antonio Martín Moreno.

La exposición de La Casa de Los Tiros está comisariada por Reynaldo Fernández Manzano y dos de las sobrinas del músico, Cecilia García-Nieto García y Pilar Martín García, con la colaboración tanto del museo de la calle Pavaneras como de la Asociación Cultural que lleva el nombre del propio compositor. De los conciertos donde se escucharon algunas de las obras de Juan-Alfonso, he dejado varias reseñas puntuales que retomo los enlaces aquí:

En otros conciertos como los del 29 de junio, y en julio los días 6, 9 y 13, se escucharon composiciones de Manuel Hidalgo, José María Sánchez-Verdú, José García Román o Francisco Guerrero como parte de su legado en desde su «magisterio catedralicio».

La Cadena COPE de Granada edita cada cada año un libro muy cuidado, bien documentado y de máxima calidad, que este año 2025 hace el nº 27, coordinado por Jorge de la Chica, llevando en su portada el retrato de Juan-Alfonso pintado por Marisa Castilla (que también está en la exposición), más dos artículos que quiero dejar reflejados en parte aquí: el primero del mencionado Reynaldo Fernández Manzano sobre esta exposición (páginas 26 a 28), y el siguiente (páginas 20 a 24) con citas de José García Román (Las Gabias -Granada- 1945), uno de sus alumnos a quienes desde Madrid se les llamó «La Nueva Escuela de Granada», así como algunas de sus obras escuchadas en esta septuagésimo cuarta edición del festival.

Sobre la exposición, el doctor Fernández Manzano escribe unas notas biográficas y destaca que «Fue organista de la Catedral de Granada y un compositor muy sólido, que buscó siempre un lenguaje actual dentro de un camino propio, sin renunciar a referencias -sobre todo- a los grandes polifonistas. Para Juan Alfonso, la música era espiritualidad, conciencia estética, destilación del pensamiento sonoro. Pero también fue un motor de la actividad cultural de la ciudad, desde la Cátedra Manuel de Falla de la Universidad de Granada o desde la Real Academia de Bellas Artes». Prosigue que: «(…) tenía en gran estima a su maestro Valentín Ruiz Aznar: realizó su biografía y difundió el repertorio vocal de este. Él consideraba que su maestro era el vínculo con Manuel de Falla, y de los dos -uno de forma directa y otro por mediación del primero- heredó ese carácter de buscar lo esencial y la sobriedad en la composición».

Sobre los referentes de Juan-Alfonso cita las llamadas vanguardias del siglo XX pero también quienes siguieron su propio camino: «(…) el intimismo y la mirada al Siglo de Oro en la segunda etapa de Falla, la paleta colorista de Turina, el misticismo de Messiaen, el eclecticismo de Shostakovich, el magisterio de Manuel Castillo en Sevilla o de Juan Alfonso García en Granada (…) músico de gran cualidad melódica, buscó una mirada contemporánea y un espíritu de esencialidad, donde cada nota y cada acorde eran meditados ci rigor estético».

Estas líneas me ayudaron a profundizar aún más en las obras escuchadas por distintos intérpretes y formaciones en esta 74ª edición del festival granadino. Y no falta la referencia al magisterio ejercido desde la capital nazarí sobre otros compositores que pude vivir a lo largo de este mes tan musical: «Juan Alfonso fue cabeza, maestro y alma de la llamada «Escuela de compositores en Granada», con figuras tan destacadas como José García Román, Francisco Guerrero Marín, Manuel Hidalgo o José María Sánchez Verdú».

Sinceras y emotivas las vivencias del propio profesor Fernández Manzano: «Al terminar la misa matinal en la Catedral, donde él era organista titular, lo esperábamos un grupo de artistas: escritores, poetas, pintores, compositores, musicólogos y discípulos. El ambiente evocaba el de las «Academias» clásicas de Grecia. Se debatían temas de estética, se revisaban ejercicios de armonía o composición, se interpretaba alguna pieza al órgano y, finalmente, se concluía con un paseo y una tertulia en torno al café». Cita también los distintos premios otorgados a Juan-Alfonso y los distintos cargos a lo largo de su carrera (también figuran en la biografía de la web oficial) donde se debe recordar la dirección (entonces se les llamaba Comisario) del Festival de 1976 a 1978, para concluir que «Su obra es muy importante, tanto de música vocal, coral, para piano, órgano, de cámara com orquestal» con esta exposición que me ha acercado aún más a la figura de un músico de nuestro tiempo con un legado que permanece a buen recaudo tanto por su familia como por los intérpretes que siguen difundiendo su obra.

De su alumno José García Román dejo a continuación los textos seleccionados para la citada revista, intercalando algunas de las fotografías tomadas con mi teléfono en la exposición:

JUAN ALFONSO GARCÍA SEGÚN JOSÉ GARCÍA ROMÁN

El compositor granadino José García Román (Granada, 1945) es una de las personas que mejor conocen a Juan Alfonso García (1935-2015). Cuando le pedios que escribiera algunas líneas para esta publicación, con la amabilidad en el trato que le caracteriza, nos hizo llegar dos textos extraordinarios, que ya había redactado sobre quien fue su maestro. Pensé, al principio, que era una manera de eludir el compromiso, más luego descubrí que al margen de su capacidad literaria, que me atrevo a calificar como sobresaliente, ambos reúnen una hermosa síntesis para conocer la figura de este gran músico. Son dos discursos. El primero, una Laudatio, fue pronunciada en 2014 con motivo de la entrega de la Medalla de Honor del Instituto de Academias de Andalucía y el segundo en la Sesión Necrológica de 2016, tras su fallecimiento, celebrada en su memoria por la Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias.

LAUDATIO

Comienza García Román evocando las palabras pronunciadas por otro ilustre granadino, Emilio Orozco, con motivo del ingreso de Juan Alfonso en la Academia de Bellas Artes granadina (1974), en las que destacó su «apartamiento de clamores y aplausos». Más adelante el propio autor del texto lo describe como «solitario y de alma ceñida, aliado del silencio, amigo de susurros y rumores de brisas, de pausadas palabras y mirada apacible -alguna vez airada. … Conoce como pocos, la voz humana y la escritura coral… Algunos somos conscientes de que el talento de Juan-Alfonso García va más allá de los que ha escrito… Estamos ante un humanista de sólida formación, ante un músico sobresaliente, pilar de la cultura de la Granada de la segunda mitad del siglo XX».

SESIÓN NECROLÓGICA

El discurso pronunciado con motivo de la Sesión Necrológica tras su fallecimiento por la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias se titula Juan-Alfonso García en su Paraíso y afirma que «la grandeza está reservada para una minoría». En este texto, además de realizar un repaso por algunos de los hitos fundamentales de su biografía, García Román nos ayuda a conocer la personalidad de Juan-Alfonso. Hemos extraído algunas de las frases que creemos pueden ser de mayor utilidad para ello.

«No buscaba sonoridades exhibicionistas, enemigas de una voz sustantiva. Procuró que la naturalidad presidiera su sensibilidad armónica y talento melódico, sin maquillaje». «Sufrió con la Granada brutalmente herida, acosada por la insensible piqueta, por el indiscriminado derribo, por las frívolas hormigoneras, por el pretencioso ladrillo, por los prepotentes edificios… ¿Cómo olvidar la demolición de Coliseo Olympia, por ejemplo, donde la Granada intelectual celebró el cincuenta aniversario de Manuel de Falla? ¿O la masacre de la Avenida Calvo Sotelo, hoy de la Constitución, o del bosque de Los Mártires?».

«Difícilmente una conversación con él podía deslizarse por la pendiente de la vulgaridad». «En cierto sentido tenía conciencia renacentista, aunque sin exageradas ideas antropocéntricas».

«… huía de sí mismo, aunque anhelaba conversaciones pausadas en las que saborear vocablos y mimar el pensamiento. Era claro y preciso en su palabra…».

«Juan-Alfonso se considera compositor, después organista. Experto en música sagrada…».

«Solo se acercó a las fronteras de la vanguardia para volver pronto sobre sus pasos, de ciertos ecos casi románticos, que en realidad nunca desechó».

«La poesía, tan unida a él, está íntimamente vinculada a su catálogo» y en este sentido añade «No sucumbió al peligro del texto como pretexto».

«Algo cansado de la vanguardia de los cincuenta y sesenta, dirá más tarde: El compositor actual no tiene presente al público y se dirige hacia una élite».

José García Román nos recuerda en esta Sesión Necrológica algunas de las palabras pronunciadas por el propio Juan Alfonso en el acto de su recepción académica en 1971 cuando ocupó la medalla 19 que había correspondido a Ángel Barrios: «Todo artista (…) se verá acuciado por el deseo de aportar su propia voz a la expresión artística. La originalidad es una aspiración legítima, obligada y exigible. Pero es fácil confundir originalidad con osadía, audacia o puea capacidad inventiva…».

«La duda acompañó a Juan-Alfonso, como la sensibilidad en grado extremo. Durante un tiempo estuvo preocupado -a raíz del problema de la vanguardia- por la llegada de un nuevo Mozart y al ver que no aparecía, quedó decepcionado».

Las dudas de Juan-Alfonso García han quedado disipadas escuchando parte de sus obras, con la esperanza de que sigan programándose porque es música de nuestra generación y ya no caben etiquetas como vanguardia o clasificarle en un periodo contemporáneo que ya no lo son en estos años 20 del siglo XXI.

Último día con una mañana de homenajes

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 25 a). Música de cámara.

Domingo 13 de julio, 12:30 horas: Solistas de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG), Lluïsa Espigolé (piano), Annette Schönmüller (mezzo), Nacho de Paz (director). Obras de Stravinsky, F. Guerrero, Boulez, Ravel, García Román y Berio. «Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada». Fotos , propias y ©Fermín Rodríguez.

Último día de Festival con un concierto matutino repleto de homenajes a los nacimientos del «medio vasco» Maurice Ravel (150 años) más Boulez y el italiano Luciano Berio en su centenario, sin olvidarse de la llamada Nueva Música en Granada y los «herederos» de Juan-Alfonso García con obras de Francisco Guerrero y un estreno de García Román, presente en un abarrotado crucero del Hospital Real granadino.

La web nos presentaba esta matiné con las siguientes palabras:

Aniversarios y homenajes
Uno de los más importantes directores españoles vinculados a la creación actual, Nacho de Paz, se pone al frente de un conjunto de solistas de la OCG, la pianista Lluïsa Espigolé y la mezzo alemana Annette Schönmüller, todos especialistas en contemporánea, para acercarse a músicas del último siglo y recorrer algunas de las celebraciones del Festival: los 150 años de Ravel, aquí con una delicia para arpa y conjunto de 1905; los 100 años de Luciano Berio, representado por una de sus creaciones más populares, las Folk Songs y los 100 años de Pierre Boulez, con sus fascinantes miniaturas para piano Douze notations, testimonio sonoro de su época. Además, un estreno de José García Román, Camino blanco y sin término, que no estará solo como miembro de la escuela granadina de composición ya que se ha programado también el Concierto de cámara de Guerrero. Todo se abre con el Stravinsky serial de las Tres canciones sobre Shakespeare.

Iré intecarlando las notas al programa de Stefano Russomano, que titula Un menú de homenajes y aniversarios con mis impresiones en otro orden al del novelista, ensayista y crítico musical.

El asturiano Nacho de Paz (Oviedo, 1974) se ponía al frente de unos excelente músicos para presentar un programa bien organizado donde ir alternando distintos ensambles con el piano impecable, docto, bien tratado y mejor interpretado de la catalana Lluïsa Espigolé que iría enhebrando y engarzando unas perlas como los Six encores de Berio y las Douze notations (1945) de Boulez.

El amor a las estructuras caracteriza la obra de Pierre Boulez (100 años del nacimiento): estructuras entendidas no como simple andamiaje, sino como revelación del pensamiento a través de los sonidos. Esta línea cartesiana y racional se combina en el veinteañero Boulez con el descubrimiento de la dodecafonía. Ahí surgen las tempranas Douze notations para piano, ciclo de miniaturas en las que la magia del número doce, con sus espejos y permutaciones, se mezcla con la frescura de un temperamento juvenil e intenso.

En una época en la que el furor vanguardista aupaba todo tiempo de excomuniones y exclusiones, Luciano Berio (100 años de su nacimiento) propició en muchas de sus piezas el encuentro crítico entre lenguajes (…) También los Six Encores constituyen, dentro de su brevedad, una reflexión y reinterpretación de gestos, figuras y sonoridades ligadas a la historia del piano.

En un estrado más amplio para cobijar todo el orgánico dispuesto para la ocasión, se abría esta matinal de domingo con Stravinsky y sus Three songs of William Shakespeare para mezzo, flauta, clarinete y viola, donde la cantante alemana Annette Schönmüller se presentó con una alergia al polen de esta tierra (también al asturiano) que no sólo mermó esta primera obra sino que finalmente y con un tremendo disgusto, hubo de cancelar la última obra que además era el eje de todo el programa. Una pena comprobar el estado anímico de la mezzo que con tanta ilusión había preparado sus dos intervenciones, estando dispuesta incluso a cantar en esas condiciones, pero tras el aviso de Paolo Pinamonti el público entendió y respetó una decisión que nunca se quiere tomar. Le deseo desde aquí la pronta recuperación de una espléndida cantante que desconsolada no pudo mostrar sus cualidades.

Abren el programa las Tres canciones de William Shakespeare de Stravinsky, pertenecientes a su etapa serial, donde un halo de sobriedad se impone con respecto al colorismo encendido y a la ferocidad rítmica de su período ruso, o a la ironía cortante y juguetona de su fase neoclásica. Apoyada en una tímbrica exquisita y cristalina (flauta, clarinete y viola) claramente influida por Anton Webern, la poesía de Shakespeare se envuelve en un halo intemporal al mismo tiempo que la música plasma con inmediata evidencia la imagen del sonido de las campanas (en Full fadom five) y la del canto del cuco (en When dasies pied).

La participación de los solistas de flauta, clarinete y viola (de la OCG) bien llevados por De Paz en este Stravinsky, nos mostraron una calidad de sonido y empaste que volveríamos a disfrutar en el resto del programa.

También discípulo de Juan-Alfonso García fue Francisco Guerrero, aquí representado por una obra en ciertos aspectos atípica dentro de su catálogo, el Concierto de cámara. Si el lenguaje guerreriano suele caracterizarse por una densa y compacta polifonía, la necesidad de amoldarse a una plantilla más heterogénea impulsa en este caso el desempeño solista de la flauta, que actúa en la primera parte como instrumento concertante y tiene a su cargo una extensa candencia. El resultado es una de las páginas más brillantes y luminosas del compositor.

Esta 74ª edición del festival nos ha sacado a la luz una generación de músicos granadinos en torno a Juan-Alfonso que pese a unos estilos heterogéneos, el paso de los años no debería seguir denominándoseles «vanguardias» porque su música debería ser la actual y programarse para ir educando al público en otras sonoridades. Este Concierto de cámara del jienense Guerrero con flauta, clarinete bajo y cuarteto de cuerda no solo debería programarse más a menudo, es que el juego tímbrico resulta cercano pese a los 28 años transcurridos desde su estreno. Virtuoso y casi protagonista Manuel Alejandro Recena y un empaste con el clarinete bajo de Israel Matesanz más el cuarteto de cuerda cómplice de sus compañeros, sacaron con la dirección de Nacho de Paz una interpretación seria, profunda y luminosa en una mañana dominical calurosa.

Comentaba anteriormente la alternancia entre las obras camerísticas con la pianista catalana, y llegaba el otro homenaje a Ravel:

Las efemérides de tres compositores (Ravel, Boulez, Berio), junto con el homenaje a la escuela granadina de composición, conforman en buena medida el variado mosaico sonoro de este programa. Los 150 años del nacimiento de Maurice Ravel justifican la presencia de su díptico Introduction et Allegro, una página de carácter demostrativo –surgió como encargo de la casa Erard para poner de relieve las posibilidades del arpa cromática– donde el autor cumple a rajatabla el objetivo sin renunciar a las cualidades intrínsecas de su música: finísima sensibilidad tímbrica, elegancia en el tratamiento armónico y claridad en el trazado formal.

Escuchar a Ravel es delicioso porque en toda su amplia producción el color y estilo ya son propios y sus instrumentaciones originales que el tiempo sigue teniendo de referente. En esta Introduction et allegro  (1905) sería protagonista el arpa solista de Daniela Iolkicheva, el sonido mágico y angelical, etéreo y la mejor publicidad para la marca que la encargó, como bien explica Russomano, juegos tímbricos de armónicos, efectos de glissandi, arpegios (palabra derivada precisamente del propio instrumento) y un verdadero catálogo de musicalidad francesa con el ropaje de flauta, clarinete y el cuarteto de cuerda, con De Paz controlando los balances y dejando fluir esta pequeña joya del vasco-español.

El presente programa homenajea al compositor granadino José García Román con el estreno de Camino blanco y sin término, que tiene como punto de partida melodías y armonías encriptadas extraídas de la pieza para órgano In Memoriam de su maestro Juan-Alfonso García. Inspirado en versos de León Felipe, este tríptico encierra, en palabras del autor, la aspiración a una «blancura infinita»: un camino blanco y sin término «acompañado de la música de una fluida acequia. Y la brisa. Sí, la brisa».

El estreno de García Román fue lo mejor de la velada, obra, como me comentaba el propio compositor al final del concierto, autodedicada, con «su» León Felipe y que baja toda la verticalidad de Juan-Alfonso a una horizontalidad con su firma para un ensamble que serviría también para el finalmente cancelado Berio. Si los solistas de la OCG ya demostraron un excelente empaque sonoro, añadir a dos percusionistas con un amplísimo «set» convirtió este Camino blanco infinito  en un derroche instrumental con flauta (y flautín) más clarinete (y clarinete bajo) , sincronía y ajuste de Nacho de Paz, defensor de esta partitura de la que estaré al tanto cuando salga a las ondas de Radio Clásica, que grabó para su posterior emisión, y supongo editarán los muchos espacios entre cada obra, por lo que suponía de recolocar a los intérpretes, aunque temo que las toses servirán de «fiel testigo» de un directo vivido y disfrutado en primera persona, rodeado de unas páginas musicales de nuestro tiempo que se deben promocionar, porque no solo de «los clásicos» viven los aficionados y el menú debe incorporar nuevos sabores, educar el paladar con estas experiencias muy necesarias en estos tiempos.

INTÉRPRETES:

Nacho de Paz (director) – Lluïsa Espigolé (piano) –  Annette Schönmüller (mezzo) – Manuel Alejandro Recena (flauta) – Israel Matesanz (clarinete) – Daniela Iolkicheva (arpa) – Noelia Arco y Jaume Esteve (percusiones) – Peter Biely y Birgit Kolar (violines) – Hanna Nisonen (viola) – Arnaud Dupont (violonchelo)

PROGRAMA:

Igor Stravinsky (1882-1971)

Three songs of William Shakespeare (mezzosoprano, flauta, clarinete y viola, 1953)

Musick to heare

Full fadom five

When dasies pied

Luciano Berio (1925-2003)

De Six encores (piano):

I. Brin (1991)

II. Leaf (1990)

III. Wasserklavier (1965)

Francisco Guerrero Marín (1951-1997)

Concierto de cámara (flauta, clarinete bajo y cuarteto de cuerda, 1977)

Pierre Boulez (1925-2016)

De Douze notations (piano, 1945)

I. Fantasque – Modéré

II. Très vif

III. Assez lent

IV. Rythmique

V. Doux et improvisé

VI. Rapide

Maurice Ravel (1875-1937)

Introduction et allegro (arpa solista, flauta, clarinete y cuarteto de cuerda, 1905)

Luciano Berio:

De Six encores:

IV. Erdenklavier (1969)

V. Luftklavier (1985)

VI. Feuerklavier (1989)

José García Román (1945):

Camino blanco y sin término * (flauta, clarinete, dos percusionistas y cuarteto de cuerda, 2025)

I. Desnudo y vacío el corazón

II. Nieve altanera

III. El bordón solo

Pierre Boulez:

De Douze notations:

VII. Hiératique

VIII. Modéré jusqu’à très vif

IX. Lointain – Calme

X. Mécanique et très sec

XI. Scintillant

XII. Lent – Puissant et âpre

Luciano Berio (1925-2003):

Folk Songs (mezzosoprano, flauta, clarinete, dos percusionistas, arpa, viola y violonchelo, 1964)

* Estreno absoluto

En el 150 aniversario del nacimiento de Maurice Ravel y el centenario del nacimiento de Pierre Boulez y Luciano Berio

Inquietud y sosiego

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 18a). Conciertos matinales.

Domingo 6 de julio, 12:30 horas. Crucero del Hospital Real. Trío Arbós. Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada. Obras de Bach, Busoni, Sánchez-Verdú, Manuel Hidalgo, García Román y Francisco Guerrero. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Finalizando mi tercera semana de Festival volvía en sesión matinal al crucero del Hospital Real para seguir recordando a Juan-Alfonso en otra de la llamada «Nueva Música en Granada» que verdaderamente siempre suena nueva, y más en nuestro caso.

La web del Festival presentaba este aperitivo musical del domingo así:

La Nueva Música en Granada y Bach
El Trío Arbós presenta un fascinante diálogo entre Johann Sebastian Bach y la Nueva Música granadina, bajo el magisterio de Juan-Alfonso García. Juan Carlos Garvayo ha tomado algunos de los corales de Bach que Ferruccio Busoni transcribió para el piano y los ha convertido en piezas camerísticas vibrantes, que resuenan al contacto con la música de vanguardia de cuatro compositores que, desde distintos puntos de Andalucía, representan sensibilidades diferentes: el antequerano Manuel Hidalgo y el algecireño José María Sánchez-Verdú con su fuerte conexión con la creación germana; el linarense Francisco Guerrero, con su indomable y volcánica personalidad, en una obra para piano que preservó como la primera de su catálogo; y el granadino José García Román rindiendo homenaje a «la ciudad del corazón y de la amistad».

Nueva música en Granada de una escuela así bautizada desde Madrid con una conexión andaluza entre sus compositores y «Mein Gott, padre de todas las músicas», con transcripciones para trío de Juan Carlos Garvayo (también autor de las notas al programa) que fueron estreno absoluto, y donde explica a la perfección cómo unir el Bach de Busoni para recrearlo y combinarlo desde el preludio inicial al cierre desde un círculo virtuoso perfecto en un programa de Inquietud y sosiego, pues pese a que esta generación de compositores (dos de ellos presentes entre el público) no es tan nueva, menos aún se puede seguir denominando «vanguardias» tras 20, 30 o 40 años, aunque siguen provocando muchas preguntas al oyente que sólo, y siempre, dios Bach -en cualquier versión- es capaz de responder.

Explica y escribe el compositor además de pianista Juan  Carlos Garvayo (Motril, 1969):

Escuela juanalfonsina de composición

«Sólo cuando existe un nexo vital, efectivo y afectivo entre maestro y discípulo (como en los viejos talleres de arte), sólo entonces se puede hablar con algún sentido de escuela. Y puede que algo de esto exista entre nosotros». Estas palabras de Juan-Alfonso García pronunciadas en su discurso de contestación al de ingreso de José García Román en la Real Academia de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, describen a la perfección la esencia de esa supuesta «escuela granadina de composición» —así denominada desde Madrid—, que engloba a los compositores incluidos en este programa en torno a su maestro común, Juan-Alfonso García. Sin embargo, la ausencia de rasgos estilísticos y estéticos comunes entre ellos, frente a la vigencia de los mencionados nexos vitales, efectivos y afectivos, nos inclinan más bien a hablar de una «escuela juanalfonsina de composición». La música de Juan-Alfonso no suena en este programa, pero su presencia simbólica aflora abrazando las músicas diversas y únicas de sus queridos discípulos, a través de cinco de los corales de Bach que Busoni reinterpretó en sus geniales versiones pianísticas. El copioso material polifónico y tímbrico propuesto por Busoni, invita a una nueva reelaboración del material, en este caso para trío con piano, que entronca con una práctica común entre los compositores representados: desde las originales orquestaciones guerrerianas de la Iberia de Albéniz, los corales de Franck orquestados por García Román, las reelaboraciones de obras beethovenianas de Hidalgo, hasta las recientes adaptaciones de Lieder de Schubert para voz y cuarteto de cuerda de Sánchez-Verdú. Describe José Luis Téllez el Trío III «Wie ein Hauch aus Licht und Schatten» (Como un soplo de luz y sombra) de Sánchez-Verdú como «una fascinadora exploración por los diferentes tipos de armónicos y de sonidos concomitantes […] para generar una música ingrávida y casi fantasmal que surge de la nada y a ella regresa». Sus nueve secciones van precedidas, como una suerte de guía emocional para los intérpretes, de versos extraídos de Poemas de la consumación de Vicente Aleixandre. Algunos de ellos («Ignorar es vivir: saber, morirlo» o «Pero ya no amanece») definen el pulso poético y trascendente en el que flota la obra. De civitate cordis de José García Román forma parte del ciclo de ciudades reales o metafóricas iniciado con la obra De civitate aquae en el año 2000. Esta «ciudad del corazón y de la amistad» rinde un homenaje criptográfico a José Luis Ocejo y a su Coral Salve de Laredo. Un fugaz motivo extraído del Te Deum gregoriano es sometido a sorprendentes combinaciones tímbricas y rítmicas entre violín, chelo y piano dibujando un personal y delicado trazo sonoro pleno de luminosidad y belleza. La música del antequerano residente en Alemania Manuel Hidalgo ha sido descrita como «sensual, arcaica, irrespetuosa, libre de dogmas» (F. Kämper). El particular universo de su Trío esperando reconstruye, mediante gestos precisos, elocuentes y un exquisito equilibrio de dinámicas y timbres, estilemas sonoros alojados en nuestra memoria musical más profunda. La obra sucede milagrosamente durante la espera de una resolución que nunca llega. Op. 1 Manual de Francisco Guerrero es fruto de un nuevo periodo en el decurso compositivo de Francisco Guerrero iniciado en 1976. Marcado por exigentes procesos de construcción formal que emanan de «acontecimientos» (que el propio compositor define como modos de ataque, diseños sobre los que estos actúan y duraciones), su título alude a los manuales o teclados del órgano —instrumento de su maestro Juan Alfonso— y a su capacidad de espacialización sonora. Articulada en cuatro secciones sin solución de continuidad, su ejecución supone un verdadero tour de force, un gesto casi heroico de naturaleza xenakiana.

«Efectivo» utilizar el Bach tamizado por Busoni, más actualizado que los corales originales y donde Garvayo desmenuza para el trío los registros organísticos y pianísticos de ambos. «Afectivo» alternarlo con esta «escuela granadina» donde Juan-Alfonso sigue presente en un festival que también dirigió y donde el órgano catedralicio fue su herramienta, pero sobre todo la ciudad que le inspiró tan vasta producción musical para saber aglutinar en su entorno una verdadera escuela «abrazando las músicas diversas y únicas de sus queridos discípulos«.

El Preludio-Coral BWV 667 es grandioso en «el rey de los instrumentos», Busoni lo reduce y Garvayo para su Trío Arbós lo reelabora tras la «deconstrucción» italiana y enlazarlo con el algecireño Sánchez-Verdú (1966), compositor residente de la pasada edición al que «los Arbós» ya han intrepretado, esta vez su trío III Wie ein Hauch aus Licht und Schatten para pasar del sosiego a la inquietud, una auténtica «Arquitectura de la ausencia» del gaditano muy exigente para un trío que debe trabajar unas tímbricas especiales, resonancias, golpes y una reflexión sonora que ya tiene 25 años pero sigue causando al menos perplejidad, con una interpretación rica por parte del Trío Arbós.

Tras los aplausos el despertar bachiano de su cantata BWV 140 con el posterior coral BWV 645 del que el Trío Arbós cantó sin palabras y devolvió sonoridades que Busoni en cierto modo «robó» para engrandecer el piano, ahora devuelta la raíz con los registros de las dos manos y pies traídos al violín, cello y piano «esperando» el trío del antequerano Manuel Hidalgo (1956) emigrado a Alemania pero de «escuela juanalfonsina» como la llama Garvayo. Nuevo desasosiego que explica el anterior y prepara los posteriores: recursos tímbricos, texturas y estructuras de hace 30 años que hoy en día siguen sonando novedosas para muchos (alguno se fue de la sala).

El coral BWV 615 nos «devolvió la alegría» (In dir ist die Freude) triplicada desde Busoni en otra interesante reconstrucción del compositor motrileño. Riqueza sonora más allá del piano con un buen «reparto» entre un violín casi viola y un chelo agradecido, enlazando sin respiro con De civitate cordis de otro alumno «juanalfonsino», el granadino José García Román (1945), una obra de 2004 que titula en latín «De la ciudad del corazón» con un lenguaje instrumental moderno, abriendo camino idiomático a sus continuadores pero sin olvidar los cánones compositivos clásicos, innovador en el tratamiento y desarrollo temático que el Trío Arbós interpretó con la profesionalidad y respeto a estas partituras, recibiendo el aplauso del autor al finalizarlo.

Como si corriese aire fresco el siguiente coral pedía «Ahora alégrense, queridos cristianos» (Nun freut euch, lieben Christen) BWV 734, más garbayiano que busoniano, ligerísimo en el trío que además coincidiría con un despliegue de abanicos sincronizados cual coreografía visual al «dios Bach», aplaudido sin dejar conectar con el siguiente como había sucedido en los anteriores.

Y sería el propio Juan Carlos Garbayo en solitario quien derrocharía todo el poderío, técnica, tímbrica, sonoridad, efectos y dominio del lenguaje contemporáneo en el piano del compositor linarense Francisco Guerrero (1951-1997), siempre recordado al que podría llamarle uno de los pioneros en aquella España de 1974 (junto a mi admirado Luis Vázquez del Fresno) con su colosal Op. 1 Manual -que revisaría en 1981- para abrir camino tras unos años oscuros pero esperanzadores, al igual que este programa de la mañana dominical que he titulado, y repito, como de «Inquietud y sosiego».

Mientras estaba finalizándola, volvían casi de puntillas al estrado Trematore y Gómez para enlazar con «dios Bach», desandar lo andado gracias a la maravillosa invocación del coral al Hijo, Ich ruf´ zu dir, Herr Jesu Christ, BWV 639: relajación, meditación y paz, tanto de Busoni como del Trío Arbós en el que Garbayo nos devolvería nuevamente unas sonoridades que ya han hecho nuestras con la «Nueva música en Granada» que lo es cada vez que la escuchamos en cada irrepetible y único directo (Radio Clásica lo grabaron para emitirlo en diferido gracias a unos técnicos que seguramente mejorarán lo vivido para revivirlo en las ondas).

INTÉRPRETES:

Trío Arbós:

Ferdinando Trematore (violín) – José Miguel Gómez (violonchelo) – Juan Carlos Garvayo (piano).

PROGRAMA:

Johann Sebastian Bach (1685-1750) Ferruccio Busoni (1866-1924)
Komm, Gott Schöpfer!, BWV 667 (1747-49) *
José María Sánchez-Verdú (1968)
Trío III «Wie ein Hauch aus Licht und Schatten (2000)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Wachet auf, ruft uns die Stimme, BWV 645 (c. 1746) *
Manuel Hidalgo (1956)
Trío esperando (1995)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
In dir ist die Freude, BWV 615 (c. 1713-17) *
José García Román (1945)
De civitate cordis (2004)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Nun freut euch, lieben Christen, BWV 734 (1708-17) *
Francisco Guerrero (1951-1997)
Op. 1 Manual (1974, rev. 1981)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Ich ruf´ zu dir, Herr Jesu Christ, BWV 639 (c. 1713-17) *

* Transcripciones para trío de Juan Carlos Garvayo (estreno absoluto)

Homenajes corales

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 11 a). Conciertos matinales.

Domingo 29 de junio, 12:30 horas. Monasterio de San Jerónimo, Academia Barroca del Festival de Granada, Carlos Mena (dirección musical). Spiralem tempore: Obras de A. Scarlatti y José García Román. Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Los días pasan muy rápido pero el festival no se detiene y así llegaba otro doblete de finde en la celebración de la onomástica de los santos Pedro y Pablo, todo un regalo que la mañana me reencontraba de nuevo con la Academia Barroca del festival este año dirigida por Carlos Mena (Vitoria, 1971). Loable su trabajo con una agenda al completo y que no defraudó con sus alumnos en un programa que además de conmemorar los 300 años de la muerte de Alessandro Scarlatti (Palermo, 1660 – Nápoles, 1725) nos daba la oportunidad de compartir su música con la del maestro granadino José García Román (Las Gabias, 1945), presente en el monasterio, en esta edición donde la llamada «Nueva Música de Granada» está poniendo en valor -aunque no me gustan las frases hechas- una generación de compositores de nuestro tiempo como Juan-Alfonso García, por lo que mejor homenajes en vida escuchando tanta música aún por descubrir.

Así figuraba la presentación en la web de esta matinal de domingo en mi undécimo día de festival:

Un proyecto consolidado
La sexta convocatoria de la Academia Barroca, puesta una vez más bajo los auspicios del gran contratenor y director Carlos Mena, culminará este año con un concierto en el que se celebra el aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti hace 300 años. Scarlatti fue figura esencial de la Europa de principios del siglo XVIII con una música que marcó la historia tanto de la ópera como de la música sacra, hasta el punto de que muchos le atribuyen si no el invento sí la consolidación del aria da capo. Además, obras religiosas del granadino José García Román, cuyas creaciones actuales conectan tradición y modernidad. Una ocasión única para disfrutar de dos universos musicales separados por siglos de distancia, pero unidos por su profundidad y riqueza expresiva.

Diez voces que sobre el papel parecían descompensadas (dejo al final de la entrada la plantilla con sus nombres): cuatro sopranos, dos altos (uno de ellos contratenor), dos tenores y dos bajos que sonaron afinadas, empastadas, ricas en los matices en las obras del ítalo-español (con el sustento de mi paisano Daniel Zapico a la tiorba y del granadino, afincado en Ginebra, Darío Tamayo alternando clave y órgano  reforzando y completando las armonías), pero brillando «a capella» en los tres estrenos del granadino ubicándose en las escaleras del altar con una mejor resonancia y acústica que en el crucero, y así poder apreciar la calidad de unas voces jóvenes y talentosas en todas las cuerdas (alguna ya conocida en Asturias) siempre atentas al magisterio de un Carlos Mena que incluso participaría como solista en el Miserere o en el «inicipit» del Magnificat donde además «empujó» un tutti victorioso y más que suficiente en todos los sentidos.

Las notas al programa de mi tocayo sevillano Pablo J. Vayón explican muy bien este concierto que ponía fin a una semana de intenso trabajo por parte de una academia barroca del festival que tantas alegrías nos está dando estos años, analizando las obras de dos compositores unidos en San Jerónimo con la presencia del propio García Román:

Scarlatti y García Román: tres siglos en diálogo

Alessandro Scarlatti fue figura esencial en la evolución del Barroco italiano de entre siglos. Nacido en Palermo y formado en Roma desde los 12 años, desarrolló su carrera entre la capital pontificia y Nápoles, con estancias intermitentes en Florencia y Venecia. Aunque más conocido por su ingente producción operística, su música sacra refleja tanto su maestría contrapuntística como una sensibilidad estética profundamente personal. Muchas de sus obras religiosas fueron compuestas durante sus años en Roma, donde trabajó al servicio de cardenales como Ottoboni y Colonna, así como en Nápoles, donde ocupó el cargo de maestro de capilla en la corte virreinal. Son piezas de extraordinaria variedad que muestran una síntesis admirable entre la tradición polifónica romana y el nuevo estilo dramático del Barroco tardío.

En la biblioteca musical de Pietro Ottoboni se preservó un Salve Regina a 4 voces fechado en febrero de 1703 en que se combina el antiguo estilo palestriniano con audaces disonancias de carácter retórico. En el Dixit Dominus a cinco voces (SSATB) y acompañamiento de órgano llama la atención la entrada en canon (muy ornamentada) de las voces. La pieza, sin datar, se divide en seis números y, además de combinar imitación con homofonía, destaca por su notable complejidad rítmica.

El Miserere a doble coro fue interpretado en la Capilla Sixtina el Jueves Santo de 1708, aunque algunos estudios sugieren que podría tratarse de la obra que el compositor escribió ya en 1680 para sustituir el célebre Miserere de Gregorio Allegri. Scarlatti adopta los mismos principios formales que su antecesor: alternancia entre un coro a cuatro voces y otro a cinco, uso del estilo alternatim con los versos pares entonados en canto llano, y empleo del fabordón, una sencilla técnica de armonización. Sin embargo, frente a la sobriedad del modelo, Scarlatti introduce una mayor variedad en las secciones libres, con armonías más elaboradas y un tratamiento expresivo de las disonancias, que realzan términos clave del salmo y dotan a la obra de una intensidad emocional más acusada.

Aunque se desconoce el lugar y la fecha exacta de composición de este Magnificat (en todo caso, parece ser anterior a 1714), la obra revela un notable cuidado en la expresión musical del texto mariano. Escrita para cinco voces y bajo continuo, se articula en varias secciones diferenciadas, tanto en tonalidad como en estilo. Scarlatti no se limita a ilustrar el texto, sino que lo amplifica retóricamente: el ritmo danzante de «exsultavit spiritus meus», los arpegios descendentes en «et exaltavit» o las disonancias cuidadosamente colocadas en palabras como «humiles» o «misericordiae suae» dan cuenta de su sensibilidad dramática y su fino dominio del contrapunto.

Sin comentar cada obra del padre de Domenico, esta academia granadina consiguió combinarse a cuatro voces en el Salve Regina (con tiorba y teclados), a cinco en el Dixit Dominus, cuyos cambios de tempo y articulación Tamayo pasaba del órgano positivo al clave enriqueciendo una tímbrica especial, otro tanto en el Miserere a doble coro, reubicándose  las cuerdas repartidas en cinco a izquierda y derecha, con dos buenas sopranos solistas -no puedo distinguir sus nombres- y homogeneidad de color en la alternancia de las estrofas y empaste total, con excelentes dinámicas en los conjuntos.

En el Magnificat final si cerrábamos los ojos y escuchábamos un coro de cámara más el continuo, al abrirlos parecía imposible la pequeña plantilla, con balances extremos desde un sonido compacto. Otro solo en el Gloria (a cargo de la alto Paula García Mendoza) y destacar los enlaces para pasar de García Román a Scarlatti  ornamentando y llenando el tránsito del altar al crucero, primero de Daniel Zapico (antes del Miserere), ornamentando siempre «cantando» en unos punteos cristalinos y presentes, siendo todo un seguro en el continuo, después con Darío Tamayo previo al Dixit desde el órgano (eligiendo los registros y volúmenes apropiados) y al clave antes del Magnificat, perlado, utilizando graves y agudos con la portentosa sonoridad del crucero, para proseguir con unos saltos cronológicos pero unificados en intención, emoción, fraseos textos religiosos en latín.

Poder asistir a estrenos suponte un regalo impagable para los melómanos. Retomo las notas de Pablo J. Vayón sobre las tres obras de García Román pertenecientes a su Parva opera (de los años 2014 y 2016):

En el tercer centenario de la muerte de Scarlatti su música entrará en diálogo con la de José García Román, en concreto con tres piezas de su ciclo Parva opera, iniciado en 2014, y que escucharán por vez primera en este concierto. Se trata de breves meditaciones musicales sobre máximas éticas y filosóficas tomadas de autores de la Antigüedad, como Persio Flaco, Lucio Floro o Juvenal. Con una escritura austera y atonal, pero cargada de intención expresiva, el compositor busca devolver actualidad a estos aforismos latinos, realzando su tensión interior a través de disonancias, silencios y texturas depuradas. Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa, los suspende o los deja vibrar en la resonancia coral, como si se tratara de fragmentos de sabiduría antigua que siguen interrogando al presente.

Meditar con el canto «a capella» supuso un descubrimiento auditivo y sensorial por la escritura tan actual, que seguramente tomarán nota otros coros jóvenes dentro y fuera de nuestras fronteras, y nada mejor que la expresión de mi tocayo sevillano: «Más que ilustrar los textos, la música los atraviesa», proyección vocal sublime de las diez voces, frescas, seguras, compensadas, capaces de interpretar, guiadas por el vitoriano, a dos compositores tan distintos y distantes en el tiempo pero tan cercanos en la espiritualidad y buen gusto compositivo.

PROGRAMA:

Spiralem tempore

Alessandro Scarlatti (1660-1725):

Salve Regina, en re menor (a cuatro voces, 1703).

José García Román (1945):

Scire tuum nihil es…?, nº VI de Parva opera (para coro mixto. 2016) *

Alessandro Scarlatti:

Dixit Dominus (a cinco voces y continuo, s.d.)

José García Román:

Eam vir sanctus, nº I de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Miserere (a doble coro, s.d.)

José García Román:

Vitam impendere vero, nº IV de Parva opera (2014) *

Alessandro Scarlatti:

Magnificat (a cinco voces y bajo continuo, s.d.)

INTÉRPRETES:

Academia Barroca del Festival de Granada

Darío Tamayo, órgano positivo y clave

Daniel Zapico, tiorba

Carlos Mena, dirección musical

SOPRANOS:

Carmen Callejas García – Andrea Ceballos Martín – Luna Celemín Trevín – Laura Rivas Pérez

ALTOS:

Paula García Mendoza – Alejandro López Ramiro

TENORES:

Íñigo Fernández Elorriaga – Raúl Jiménez Medina

BAJOS:

Imanol Gamboa Eguia – Jorge Trillo Valeiro

* Estreno absoluto

Concierto en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Alessandro Scarlatti

Clave fabricado en 1982 por Willard Martin en Bethlehem, Pennsylvania, según un original de Nicolas Blanchet.