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Flores y especias

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Viernes 18 de noviembre, 20:00 h. Auditorio de Oviedo: Abono 3 “Divertimento”, OSPA, Juan Ferriol (oboe), Nil Venditti (directora). Obras de Ibert, Françaix, Puccini y Say.

Crítica para La Nueva España del domingo 20 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Viernes invernal con tres ofertas en “La Viena española” (danza en el Filarmónica, ópera en el Campoamor y OSPA en el Auditorio) que bien pudieron restar público a un concierto distinto, atrevido, original y divertido donde debutaba en el podio de la orquesta asturiana la directora ítalo-turca Nil Venditti, verdadera animadora antes de cada obra que iría explicando, en inglés, y ofreciendo un programa atrevido, inusual pero también muy interesante como bien contó María Sanhuesa en la conferencia previa y autora de las notas al programa (felizmente recuperado en papel en edición bilingüe). La temporada llamada de los “Nuevos comienzos” da otro paso más, aunque sigamos sin concertino titular, esta vez invitada la norteamericana Mirabai Wesmehl actualmente en la Sinfónica de Dubrovnik (Croacia) que mostró buena química igual con la batuta que con la orquesta en este tercero de abono.

Comenzar con una orquesta camerística de ambiente cabaretístico o mejor de verdadero “music-hall” por la calidad de la formación, con Divertissement del francés Jacques Ibert (1890-1962) y Venditti saludando además de presentar micro en mano cual estrella rockera la obra, prepararía al respetable para disfrutar de seis piezas llenas de humor, teatrales o cinematográficas, banda sonora de la casi surrealista “Un sombrero de paja en Italia” (1928) que con los componentes de la OSPA y el empuje de la maestra Nil incluso pidiendo palmas bien respondidas desde las butacas, nos alegraron un frío ambiente que iría caldeándose, original propuesta y plantilla donde la percusión tiene un papel casi protagónico, lleno de guiños a obras como la marcha nupcial de Mendelssohn (el argumento de la película lo explica todo) o un can-can final tributo al “Orfeo en los infiernos” de Offenbach, pues Ibert conoce el oficio al proceder de una familia musical, curiosamente como todos los compositores de este abono que sirvieron para titular como Sagas la conferencia de la doctora Sanhuesa, con los pros y contras que esto pueda tener, musicalmente positivos en este “divertimento parisino” de Ibert.

Con L’Horloge de Flore del también francés Jean Françaix (1912-1997) se apuntarían todos los intérpretes la segunda sorpresa de la velada, esencias más que perfumes en cada una de las siete horas elegidas de este reloj floral, apuntadas con las agujas del oboe solista de la OSPA Juan Ferriol, contestado en varias por su compañero clarinetista Andreas Weisgerber, feliz conjunción de viento madera que el compositor francés siempre tendrá presente en su amplia producción, un concierto para oboe siempre bien arropado por una orquesta amplia con Venditti transmitiendo jovialidad, que les llevó a las mayores ovaciones de la tarde, rendidos al magisterio de Ferriol que todavía nos regalaría el Gabriel´s Oboe de Morricone, excelente “La Misión” de cuerda y solista, amistad de lustros, complicidad más buen hacer.

El Preludio sinfónico en la mayor de G. Puccini (1858-1924) puede resultar al menos asombroso, novedoso seguro, para quien se quede solo con el gran operista del cambio de siglo, pero este trabajo académico final de curso en el Conservatorio de Milán tiene todo el tejido orquestal del genio italiano, con aires wagnerianos nada extraños que en nada deben rivalizar con los verdianos anteriores, aunque Aida le llevaría a dedicar su vida a la ópera (donde llegará a utilizar algunos motivos de este preludio en sus primeras obras escénicas como Le Villi o Edgar), si bien este preludio tiene entidad propia, con la OSPA al completo para disfrutar de una sonoridad rotunda donde apreciar la calidad de cada sección orquestal y el buen oficio del joven organista en su Lucca natal.

Y para finalizar el concierto, siempre preparándonos la “showwoman” Venditti, un compatriota suyo, Fazil Say (1970), que además de excelente pianista -al que pudimos escuchar en Oviedo allá por febrero de 2016 en la Jornadas de Piano– y oboísta por prescripción facultativa -como terapia tras una operación bucal- también compone obras sinfónicas tan maravillosas y cautivadoras como sus Danzas sinfónicas op. 64 , cuatro movimientos que nos transportaron a esa tierra puente de oriente y occidente, melodías norteafricanas para evocar paisajes áridos, caravanas de caballos de Siberia a Estambul, el golfo del Bósforo, el tabaco y el café, hasta un zoco lleno de especias que son riqueza para el olfato y el gusto. Aromas y sabores musicales reflejados por el comprometido y rompedor Say interpretados por una OSPA plegada a la inspiración, empuje y conocimiento que transmite Nil Venditti, quien está haciéndose hueco en varios podios europeos y también españoles, con estas danzas donde la percusión de Casanova y Prentice fueron imprescindibles para llevar por buen camino la riqueza rítmica de estas cuatro danzas turcas con las que toda la orquesta asturiana nos hizo viajar a una tierra rica de sensaciones y puerta europea hacia la Asia que tantos tesoros musicales tiene para degustar.

Concierto con buen sabor de boca, público contento, orquesta feliz, pues se nota sobre el escenario, y una joven directora a la que debemos seguirle la pista porque la energía y “buen rollo” (como se dice ahora) que transmite hace estos conciertos diferentes y para todas las edades.

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Novedoso y original

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Viernes 18 de noviembre, 20:00 h. Auditorio de Oviedo: Abono 3 “Divertimento”, OSPA, Juan Ferriol (oboe), Nil Venditti (directora). Obras de Ibert, Françaix, Puccini y Say.

Reseña para La Nueva España del sábado 19 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Interesante, original y poco habitual programa este tercero de abono OSPA con la turco-italiana Venditti de directora invitada más el solista de la orquesta Juan Ferriol en L’Horloge de Flore de Jean Françaix (1912- 1997), nueva demostración de la calidad de los primeros atriles de la formación asturiana aunque siga sin concertino, esta vez la norteamericana Mirabai Wesmehl.

Obras poco o nada escuchadas, comenzando por el Divertimento de Ibert que abría velada y daba título al programa, agradecido de escuchar para una orquesta colorista y camerística más la verdadera animadora Venditti animando a participar dando palmas a los asistentes en un torbellino de “music hall” fresco y realmente divertido.

Otra obra francesa, la de Françaix, cumbre en el repertorio de oboe que Juan Ferriol bordó en una lección magistral de gracejo y musicalidad junto a sus compañeros, incluyendo el excelente diálogo con el clarinete de Weisgerber, bien llevados por una batuta derrochando simpatía y complicidad, latiendo con este “reloj floral” de siete horas lleno de perfumes parisinos más el regalo del ya eterno Morricone con el “Juan’s oboe” mejor que el Gabriel original.

La segunda parte mantuvo novedades y la simpatía de la directora presentando cada obra con calidad y entrega orquestal, desde el joven Puccini recuperado por Muti, sinfónico de trabajo académico y espíritu wagneriano antes de la apuesta necesaria por la música actual, la del siempre rompedor pianista y compositor turco Fazil Say -al que escuchamos en febrero de 2016– con cuyas cuatro Danzas sinfónicas op. 64 muestran su inspiración en el folklore de su tierra no tan lejano al nuestro, pleno de paisajes evocadores como las especias. Orquestación poderosa, rítmica desbordante, entendimiento total con la directora y una velada novedosa e interesante.

Triunfó la directora Nil Venditti y la música nada habitual. Lástima las muchas butacas vacías, desconozco si por el frío que llegó de pronto o el desconocimiento de este concierto que resultó original y de calidad, esperando que en los próximos recuperemos el aforo de los buenos tiempos sinfónicos antes del tedio o la pandemia que aún habita entre nosotros.

Mozart y Say

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Lunes 8 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano «Luis G. Iberni»: Fazil Say (piano y dirección), Camerata Salzburg, Gregory Ahss (concertino). Obras de F. Say (1970) y W. A. Mozart (1756-1791).

Muchos huecos entre los abonados para un concierto en lunes de carnaval (en Valencia lo disfrutarán el martes) que supuso una apuesta sobre seguro al programar de nuevo a la Camerata de Salzburg seis años después con un pianista y compositor que no deja indiferente a nadie como es el turco Fazil Say (Ankara, 14 de enero de 1970) que debutaba en Oviedo. De gestualidad exagerada y tics habituales en muchos intérpretes, pero además en su faceta de creador abriendo y cerrando el programa que compartía con el genio de Salzburgo como solista de su poco escuchado Concierto nº 12 más la conocida Sinfonía 29 con una formación de cámara que impacta por calidad y musicalidad. Podemos decir que más que dirigirla, Say dejó que los austriacos escuchasen su interpretación para que la música les guiase, por otra parte muy académica, con cuerda, dos trompas y dos oboes (un percusionista para la última obra) bien comandada por un concertino de primera fila como es Ahss.

De Mozart solo excelencias, una Sinfonía nº 29 en la mayor K 201 (1774) abriendo la segunda parte para disfrutar cada uno de los cuatro movimientos por sonoridades increíbles en todos (momentos donde las violas sonaron a flauta), por una energía nunca desbocada desde una gama dinámica portentosa, incluyendo el viento, una limpieza de ejecución más que digna para los de Salzburgo, y unos tiempos ajustados con un sentido musical puramente clásico. Si un par de días antes me quejaba de la ausencia de un sonido propio ante la primacía de la cantidad, hoy la calidad permitió degustar el «sonido Mozart de Salzburgo» que refleja la biografía incluida en el programa, con unas excelentes notas de Alberto González Lapuente. Impecable la sucesión de temas y movimientos de esta sinfonía tan emocional y galante de un genio con 18 años que don Leopoldo prefería no dar a conocer por no estar a la altura de su hijo, con ese final verdaderamente «spiritoso», escuchando todas las notas en una cuerda con impronta. Un soplo de aire fresco en aquellos años de suplicios con Colloredo que la Camerata de esa ciudad sintió como propia.

Cerrando la primera parte escuchamos el Concierto para piano nº 12 en la mayor, K 414 (1782) con un Fazil Say que pareció descolocar al público ante sus poses, primero de espaldas, como ajeno a la orquesta hasta que comenzó su intervención, limpieza en cada nota, presencia sin excesos y sobre todo un fluir que contagiaba a sus acompañantes, más protagonistas si cabe con esta obra de la que se el propio Mozart deja escrito que es «la exacta vía intermedia entre lo demasiado difícil y lo demasiado fácil» (carta a su padre del 28 de diciembre de 1782), pero que el turco Say aparentó lo segundo desde lo primero. Impresionante verle levitar por momentos sobre los pedales, manejo siempre al servicio del sonido, claro, ausente donde la pulsación da la duración exacta, con una primera cadencia en el Allegro que por personal no dejó de mantener el espíritu mozartiano en ningún momento y arropado por terciopelo con filigranas doradas. Del Andante como si quisiese dirigirse a si mismo, manos que cantan sin tocar, musicalidad hasta en los silencios, sentado en posiciones por momentos incómodas a la vista, la suya perdida en el infinito pero encontrada en unos trinos terrenales, asentados, y unos fraseos entendidos por la camerata fusionada con el solista. Y el Rondeau: Allegretto verdadera explosión contenida, incluso optando por cadencias nada largas para no perder la esencia del genio, ya vienés universal, a medio camino entre «la música de cámara sin interiorización y la música orquestal sin amplitud» que escribe González Lapuente.

Del Say compositor dos muestras del dominio tímbrico, rítmico y narrativo. Abría concierto su Chamber Symphony, op. 62 (2015) para orquesta de cuerda de la que Camerata Salzburg exprimió todo lo reflejado en la partitura, encargo a su vez de la Orpheus Chamber Orchestra y de la que el compositor reconoce su inspiración en la música de su país, «penetrar en las complejidades de la actual Turquía, y en una cierta introspección transmitida mediante el ritmo y la tonlaidad». País en la encrucijada Oriente – Occidente que la música de su compositor parece transmitir desde los compases y contrastes de tiempo hasta la nostalgia de una Constantinopla tan brillante y oscurecida en la historia, hasta llegar al Estambul de hoy, gitano, enérgico y turco desde nuestra «óptica auditiva europea», tristemente cerrada a unas culturas que también musicalmente siguen aportando mucho (mi recuerdo para la obra del franco-libanés Bechara El-Khoury). Una obra impactante, con toques minimalistas y sonoridades muy de nuestro tiempo.

Punto y aparte merece Silk Road (Concierto para piano nº 2), op. 4 para piano y orquesta de cuerdas más gong, la Ruta de la Seda que tanto ha inspirado a los artistas a lo largo del tiempo, un viaje de China a Europa y África aquí reflejado en cuatro espacios o movimientos: Tibet, India, Mesopotamia y Anatolia con un tratamiento abstracto a partir del conocimiento del folklore que el propio Fazil Say realizó en Berlín, cuatro movimientos con una nota pedal constante ejecutada por la contrabajista a la derecha del escenario y el gong separando cada etapa, más un piano lleno de exotismos buscados en la manipulación de las cuerdas, los apagadores, incluso tocando directamente sobre ellas evocando cordófonos asiáticos, toda una apuesta sonora donde el intérprete se vistió para ella y ejerció de mago más que director para ir dirigiendo este viaje a la misma cuerda capaz de sorprender con Mozart o Say. Imposible expresar las sensaciones en casi veinte minutos de obra y mejor (d)escritas en las ya referidas notas al programa de González Lapuente, dejando al final el vídeo con la Academy of St. Martin in the Fields en Kiel del año 2011.

La propina del propio Fazil Say solo con el piano dejó aromas de Mompou o Esplá, el mismo Mediterráneo hecho música, en la línea de su capacidad improvisatoria y podemos disfrutar mucho más en su web oficial así como en el canal de YouTube, la mejor plataforma para dar a conocer una música que no deja indiferente y menos cuando los intérpretes tienen la calidad de una camerata con el propio compositor al frente, al que me encantaría escuchar con Patricia Kopatchinskaja porque sus dúos son para no olvidar.