Martes 11 de julio, 22:00 horas. 72 Festival de Granada, Palacio de Carlos V, “Grandes intérpretes”: Daniil Trifonov (piano). Obras de Chaikovski, Schumann, Mozart, Ravel y Scriabin. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.
Vigésimoprimera noche de festival con alerta por calor en Granada y un pianista de referencia como el ruso Daniil Trifonov (Nizhni Nóvgorod, Rusia, 1991) que me hizo pensar lo dura que es su vida. Con 17 años ya ganaba premios internacionales, lo que supone llevar su infancia y adolescencia pegado al piano y renunciando a muchas cosas. Desde entones su agenda está completa por todo el mundo, de hecho en Oviedo ya estuvo en 2013, 2015 y 2019. Actualmente basta con entrar en su Web y comprobarla, aterrizando ayer desde New York, supongo que con jetlag, ensayar, tocar y continuar “tour” por Mónaco Verbier, Salburgo, alternando conciertos con orquesta y el mismo programa que le trajo al Palacio de Carlos V.
No es de extrañar que con semejante ajetreo, sumado a un calor que dificulta la concentración el programa en principio parecía más un “calentamiento” comenzando con el Álbum para la juventud, op. 39 de Tchaikovsky, una “colección de 24 miniaturas que sigue, según propia declaración, la estela de las Escenas de niños de Schumann (subtitulada por ello 24 piezas fáciles a la Schumann)” como bien recuerda Rafael Ortega Basagoiti en las notas al programa. Dos docenas de cuadros para los estudiantes, que en manos del maestro adquieren toda la genialidad melódica. Sencillas y creando atmósferas que Trifonov consigue desde el mismo momento de salir a escenas, como necesitando “su mundo” y recordándome a otro genio ruso como Don Gregorio. Más allá del carácter pedagógico de estas pequeñas obras como recuerdos de infancia, Trifonov las fue tratando con toda la gama de matices, tempi, ataques, ritmos (bien resueltos la Marcha, el Vals o incluso la Mazurca), verdaderos tributos a tantos pianistas y compositores románticos.
En cuanto a Schumann y su Fantasía en do mayor, op. 17 (1838), ideada inicialmente con el título de Sonata para Beethoven, se nota el tributo al genio de Bonn, con recuerdos del Claro de Luna o la Patética, tres movimientos en los avanza de la sonata a las libertades de la forma llamada “fantasía”. Trifonov brindó una interpretación lenta, por momentos “pesante” pero muy introspectiva, como Trifonov reflejar la añoranza (en Schumann por Clara). Limpieza de sonido tratando especialmente los acordes y jugando con unas dinámicas aún mayores en el segundo movimiento, enérgico y solemne donde las dificultades técnicas no fueron ningún escollo para el virtuoso ruso, en cierto modo sujetando el tempo para moldear todas y cada una de las notas. El tercero movimiento volvió a interiorizar la interpretación que tuvo mucha fantasía pero la opresión del calor nocturno.
Descanso necesario para hidratarse y la segunda parte ya bajado la temperatura, subiría la de Trifonov con otra fantasía, esta vez de Mozart y su Fantasía en do menor, K 475 (1785), que comienza como la Sonata K. 457 con la que suele hermanarse, y escuchada en este mismo festival por el islandés Vikingur Ólafsson, dos visiones e interpretaciones distintas de esta página llena de dolor y oscuridad la noche de San Juan, pesimista en esta canícula granadina. Trifonov fue diseccionando las tres secciones con un sonido pulido, una lentitud resaltando la amargura y el drama que evoluciona a la agitación volcando toda la fuerza sobre el teclado en una amplitud dinámica destacable, “sturm un drang” casi beethoveniano en este último Mozart. El regusto dramático lo resolvió con una sonoridad algo más etérea frente a un frenético y amargo final.
Pero faltaba lo mejor de la noche, como si la magia de La Alhambra tocase el breve paseo hasta el piano, que es el propio mundo interior de Trifonov, su Gaspard de la nuit (1908) de Ravel llenó de luz, agua, fuegos artificiales y sonoridades únicas desde una técnica apabullante trabajando todo lo que esta maravillosa obra encierra. Si el hilo conductor del concierto era la fantasía, también lo tiene esta suite que lleva el subtítulo de «Tres poemas para piano sobre Aloysius Bertrand», inspiración literaria y literatura pianística del hispanofrancés con que el intérprete ruso nos deleitó en sus tres movimientos. Si en el entorno el agua fluye, las ninfas tomaron el recinto como los propios gatos que la habitan. Seducción rusa y de nuevo el misterio, el piano evanescente en una atmósfera que iba enfriando mientras Trifonov subía su temperatura. No hubo campanas de medianoche pero sí el correspondiente vuelo nocturno sumándose a ese ambiente creado por el ruso en Le Gibet, y proseguiría la inquietud con un Scarbo donde el enano se hizo gigante, el virtuosismo al alcance de pocos (y renunciando a la propia vida fuera del piano), sorpresas y agitación que Trifonov transmitió a un público respetuoso y asombrado de un relato perfecto.
Quedaba volver a su tierra rusa, auténtica escuela pianística que han sabido mantener y exportar, con Daniil Trifonov como uno de los últimos exponentes rompiendo barreras. De Scriabin su Sonata para piano nº 5 en fa sostenido menor, op. 53 en un solo movimiento y coetánea del Poema del éxtasis, nuevamente la conexión literaria escrita en el piano poderoso, brillante, exuberante de Trifonov, euforia tras la primera parte oscura, ímpetu de su tierra, audacia y exaltación del instrumento por y para el que vive.
A los melómanos nos complace disfrutar de intérpretes como el ruso aunque siga preguntándome si realmente el sacrificio de estos virtuosos les compensa. Pienso que sí al ser decisión propia y se lo agradeceremos eternamente. Como el regalo de “Mein Gott” y su Jesus bleibet meine Freude de la Cantata 147, en el arreglo de Myra Hess (personalmente prefiero el de W. Kempff) con el que Daniil Trifonov y muchos compatriotas suyos suelen despedirse, no con la grandeza del original pese a la entrega del ruso apostando de nuevo por la lentitud, pero una alegría de los hombres buena voluntad que amamos el piano y a Bach nuestro señor.
PROGRAMA
I
Piotr Illich Chaikovski (1840-1893)
Álbum para la juventud, op. 39, TH 141 (1878):
1. Plegaria matutina – 2. Mañana de invierno – 3. El caballito de madera – 4. Mamá – 5. Marcha de los soldaditos de plomo – 6. La muñeca enferma – 7. El entierro de la muñeca – 8. Vals – 9. La nueva muñeca – 10. Mazurca – 11. Canción rusa – 12. El campesino toca el acordeón – 13. Kamarinskaja. Canción popular – 14. Polca – 15. Canción italiana – 16. Vieja canción francesa – 17. Canción alemana – 18. Danza-canción napolitana – 19. El cuento de la nodriza – 20. La bruja – 21. Dulces sueños – 22. El canto de la alondra – 23. El hombre del aristón – 24. En la iglesia
Robert Schumann (1810-1856)
Fantasía en do mayor, op. 17 (1836):
I. Durchaus fantastisch und leidenschaftlich – II. Mäßig. Durchaus energisch – III. Langsam getragen. Durchweg leise zu halten
II
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Fantasía en do menor, K 475 (1785).
Maurice Ravel (1875-1937)
Gaspard de la nuit, M. 55 (1908):
I. Ondine – II. Le Gibet – III. Scarbo
Alexander Scriabin (1872-1915)
Sonata para piano nº 5 en fa sostenido menor, op. 53 (1907)


































