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Muchas historias de mi Festival de Granada

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A lo largo de un mes y desde este blog he ido subiendo mis críticas y reseñas del 73º Festival de Granada, que paso a resumir en esta entrada, los conciertos que evidentemente tuve que seleccionar ante la oferta inmensa, sin asistir a la Danza -otra de las señas de identidad del Festival- en el Generalife ni al FEX o los Cursos «Manuel de Falla», aunque tuve fusión flamenca y hasta fado, otras experiencias únicas e inolvidables en este 2024 de finales ganadas y granadas.

Mi eterna gratitud a todo el EQUIPO, desde su director Antonio Moral en su última edición, a la Jefa de Prensa Teresa del Río, María José Serrano en el Patrocinio y Relaciones Externas, Nina von Krogh en la Coordinación Artística, la gerente María Elena Cazorla, y la mio neña Lorena Jiménez con sus «Encuentros» en las RRSS para el festival, por citar sólo a mis «habituales» sumándoseme este año Miguel Ángel Lázaro con quien compartí «casa granadina» junto a muchas previas y posteriores, como un hijo con toda la vida por delante.

También al fotógrafo y ya amigo Fermín Rodríguez, que con sus imágenes oficiales nunca pueden faltar en cada entrada, Redes Sociales y noticias… por supuesto a todo el amplísimo y numeroso personal (azafatas, técnicos más voluntarios) con quienes este festival funciona como un perfecto engranaje muy entrenado tras tantos años de trabajo, no siempre visible pero que merecen mi reconocimiento vivido en primera persona.

Al personal del ambigú que el Grupo Abades montaba (y desmontaba) en el Palacio de Carlos V y en el Generalife, ya conocidos del año pasado y que me tenían siempre fresquita «una verde» antes y después de cada concierto, siendo cada noche los que cerrábamos…

Imposible relacionar el encuentro con amistades de la anterior edición, granadinos ilustres, melómanos llegados de toda la geografía española, críticos de distintos medios: al «maestro» Rafael Ortega Basagoiti, con quien compartir toda su sabiduría, Mercedes García Molina (con «desvirtualización» junto al soriano José del Rincón «Pocho»), José Manuel Ruiz, José Antonio Lacárcel, Pablo J. Vayón, José Antonio Cantón, Justo Romero o Alejandro Fernández «mi boquerón», por citar solo a unos pocos.

Al equipo de Radio Clásica con mis queridos Jesús Trujillo y Elena Horta, siempre un placer las tertulias y paseos tras los conciertos, sin olvidarme del «imprescindible» Arturo Reverter con quien compartir tanto, no solo de recuerdos comunes sino toda su sabiduría de gallego en la capital (gracias eternas por la entrevista al descanso el último viernes haciéndome publicidad de este blog) y el rápido encuentro con Carlos Santos sin libreta, un «omnívoro musical» como el que suscribe.

Mención especial al Colegio Mayor Santa Cruz La Real, mi segunda casa en otro mes granadino donde me trataron con mucho cariño y todas las atenciones inmerecidas para este melómano noctámbulo (no solo por los horarios de los conciertos).

Gracias a Javier y Laura durante la semana, junto a Óscar y Natalia «el finde» por «dar de comer al hambriento», a mis «guardianes» Paqui, David, Samuel y Manolo, junto a todo el personal de limpieza con el resto de trabajadores de un alojamiento increíble donde conviven los Padres Dominicos (Don Antonio Larios a la cabeza) y muchos grupos de estudiantes, también profesores que acuden en verano a formarse en la capital nazarí, donde volvería a encontrarme con el compañero italo-americano que trabajó en mi IES «El Batán» de Mieres y con el ponceño Isidoro Valentín «Cholo» «mi hermano» residente en New Jersey con quien volví a platicar a menudo compartiendo filosofía, historias, poemas y vida.

Cada día y cada noche hay que descubrir Granada, embrujo y magia, tapas con cerveza de la tierra (también malagueña) y entre mis habituales por el Realejo de las plazas de Santo Domingo o de Carlos Cano (siempre sonando en mi cabeza)…

… no podía volver a visitar mi «Auténtica Carmela» en la calle Concha, viendo la espalda de la estatua dedicada a Yehuda Ibn Tibon, para seguir disfrutando de su carta, la amabilidad y profesionalidad del personal, y saludar de nuevo a Doña Hilaria, una cliente de siempre a quien recordaba del año pasado y que finalmente acabamos charlando muchas mañanas y tardes.

En otra entrada colocaré los enlaces (links)a cada reseña de mis 38 conciertos en 11 espacios y  29 días… hay que dejar algo más estrictamente musical aunque sin nada de lo anterior hubiera sido lo mismo.

Últimas palabras de Aarón Zapico en Granada

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Domingo, 14 de julio, 12:30 horas73º Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, Cantar y tañer / #TrípticoHaydn: Academia Barroca del Festival de GranadaAarón Zapico (director). Obras de Haydn Sánchez-Verdú. Fotos de ©Fermín Rodríguez y propias.

(Reseña para para LNE del martes 16, con los añadidos de las fotos mías y de ©Fermín Rodríguez más los links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite, aunque en el blog está la «crítica larga» la tarde tras el concierto).

La septuagésima tercera edición del festival granadino llegaba su último día con un programa doble donde la sesión matinal estuvo a cargo del asturiano Aarón Zapico que ha estado al frente estos cinco años de la Academia Barroca del Festival de Granada.

Con un templo abarrotado hasta en el crucero y antes de comenzar el concierto, el maestro Zapico agradeció al director del festival Antonio Moral su apuesta por esta academia y formatos nuevos, que a la vista del éxito han sido un acierto. Y tras las palabras habladas llegarían las musicales con Haydn y sus “Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze, HOB.XX:1” (Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, 1787) incardinadas con “SHEBA (Siete estudios para orquesta histórica sobre “Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze de J. Haydn”, 2018) del compositor residente en esta edición el algecireño José María Sánchez-Verdú que suponía el estreno en España.

Por tercera vez en el festival volvían a sonar en el mismo espacio Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz tras las anteriores versiones del Cuarteto Quiroga (23 de junio) y el teclado de Yago Mahúgo (6 de julio), al fin la verdadera y primigenia escritura de Haydn (publicada por Artaria a mediados de 1787), quedando solamente por escucharse en Granada la versión en forma de oratorio, pero rindiendo tributo a la Viena como eje de este festival.

Aarón Zapico junto al narrador y periodista radiofónico Enrique Árbol (al que llaman “la voz de Granada”) haría una lectura con una versión arriesgada al alternar el original de Haydn con los estudios de Sánchez-Verdú, no siempre en el orden esperado de original y recreación, pero dejando siempre el elemento sorpresa de las sonoridades que el compositor gaditano saca como buen orquestador que es, de una orquesta joven que rindió con plena entrega y calidad a la maestría del director asturiano, capaz de aglutinar dos obras en una con total naturalidad, esmero en los contrastes, manejo de unas dinámicas donde los silencios son tan importantes como el sonido, aprovechando la reverberación de la iglesia monacal para dejarnos unas últimas palabras de Aaron Zapico en Granada que son parte de la propia historia del Festival.

Si la obra original tiene muchas dificultades, unir esta serie tan heterogénea en los “tempi” manteniendo el bloque sonoro, supuso un verdadero reto interpretativo donde la palabra se sumó a un verdadero espectáculo escuchado con un respetuoso silencio, contagiados de una mística más que poética musical. De los jóvenes músicos excelentes las maderas (oboe, flauta y fagot), bien empastadas las trompas, una cuerda homogénea con solos del concertino de calado maduro, y “El terremoto” final con trompetas y timbales para expirar y respirar.