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Flores de Pascua musicales

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Jueves 13 de diciembre, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Isabel Villanueva (viola), Oviedo Filarmonia, Yaron Traub (director). Obras de I. López Estelche, W. Walton y Beethoven.

En la temporada del 20 aniversario de la OFil, pasamos en dos semanas de los «Buenos modales» anteriores a unas «Flores de Pascua«, ambas con Marina Gurdzhiya de concertino, que anuncian la Navidad, tanto en la decoración del frontal escénico como por un programa que sigue organizándose como hace doscientos años y que podría haberse invertido cronológicamente comenzando con la sinfonía, seguir con el concierto solista y terminar con el estreno, aunque por las fechas debo reconocer que «La séptima» del sordo de Bonn es mejor que un villancico e incluso eleva los ánimos de todos, público e intérpretes.

Dicho lo anterior, el estreno absoluto de Victoria’s secret for orchestra del compositor de Santoña Israel López Estelche (1983) podría haber sido el remate a este concierto casi navideño porque es un regalo seguir componiendo y además inspirado en nuestro gran Tomás Luis de Victoria. El toque humorístico no falta ni en el título, que induce a pensar en lencería y ángeles más que en el genio abulense de nuestro Siglo de Oro musical. En las notas al programa el doctor Julio R. Ogas explica la génesis de esta obra «los motetes policorales de Tomás Luis de Victoria «Magnificat Primi Toni» y «Regina Caeli Laeteram» constituyen “la huella de una escritura anterior” sobre la que se plasma la nueva composición, como si de un palimpsesto se tratara«, dividiendo en dos la orquesta jugando con la ubicación del viento y los metales no solo buscando sonoridades organísticas sino todo un mundo tímbrico inspirado en el mundo renacentista y tridentino de Victoria. Porque las melodías de las que parte Israel son modales y los ritmos puramente medievales y no el tactus para una orquesta actual (muy interesante el colorido de la marimba o el arpa) que plantea al oyente unas texturas verdaderamente originales.

Hubo que aparcar el estreno del concierto de cello con la OSPA y Adolfo G. Arenas que espero se retome en el año que comienza, pero López Estelche sigue trabajando duro y asentándose con unas ideas propias plenamente exportables a más formaciones orquestales siempre que los directores también quieran implicarse. La OFil con el maestro Traub fueron el instrumento perfecto de este «secreto de Victoria» triunfante que obligó al compositor afincado en nuestra tierra a subir dos veces para recoger el aplauso de un público que ocupó tres cuartas partes del Auditorio, más que otras «titulares» del recinto.

Con ganas de volver a escuchar a la violista Isabel Villanueva y el hermoso Concierto para viola y orquesta de Walton no defraudó en ninguno de los tres movimientos, contando con un excelente concertador en el maestro israelí de gesto claro, preciso, aunque por momentos la sonoridad de la viola quedara «tapada» por una orquesta más cómoda que hace diez días. El color de este instrumento en manos de la virtuosa pamplonica es indescriptible, menos hiriente que el violín y cual chelo agudo en un registro diría que de mezzosoprano cual voz natural femenina, y así hace sonar la viola Villanueva desde el Andante comodo solo de indicación, contrastes constantes casi preparando el movimiento central impactante del Vivo, con moto preciso, un verdadero lujo ver y escuchar esa viola sobrevolando la masa orquestal en momentos precisos y fundida con ella en los otros, con un Traub atento a todo antes del último Allegro moderato. Belleza inglesa este concierto casi de banda sonora donde las imágenes podemos añadirlas nosotros o simplemente dejarse embriagar por la belleza que recoge.

Un verdadero regalo la versión de la Nana de Falla intimista, sin toses y cortando el aire de la sala desde esa voz de mezzo que suena con la viola de Isabel Villanueva, sola ante la inmensidad y arrullando una tarde que resultó florida musicalmente.

Al finalizar el concierto discrepaba con un amigo de siempre sobre la Sinfonía nº 7 en la mayor, op. 92 (Beethoven) y mi apreciación quiero ceñirla a la plantilla con la que se cuenta, perfecta para todo este programa de Santa Lucía, buscando Yaron Traub un color homogéneo sin estridencias, jugando con las dinámicas hasta un nivel comedido y contenido pese a ser Beethoven, optando más por Ingres que por Delacroix, dos visiones coetáneas desde el neoclasicismo hasta el romanticismo, tonos apastelados huyendo de fuertes contrastes y eligiendo los tempi perfectos al ser conocedor de los posibilidades de esta orquesta ovetense similar a la bilbaína que tan bien trabaja.

Cada uno de los cuatro movimientos dieron el aire indicado literalmente, las dinámicas escritas sin pasarse al fortissimi los metales, pudiendo escuchar cada línea melódica limpia al retener velocidades y volúmenes. Elegancia desde la contención, como las flores de Pascua, rojo presente sin fuego, ornamento ideal para un maestro veterano que conoce el material humano y musical antes de subirse al podio, dejando fluir la música y lucirse en obras como esta sinfonía a la que Mocedades también se atrevió a ponerles letra y arreglar (?) para llegar a todos los públicos. Esta vez no hizo falta semejante osadía y «la séptima de Beethoven» volvió a triunfar dignamente.


Aprovecho desde aquí para desear a todos mi lectores unas muy
Felices Fiestas

Bohemia capital Bilbao (7)

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Sábado 4 de marzo, 21:00 horasPalacio Euskalduna, Bilbao: «Musika-Música». Concierto Nº 20, Auditorio. María Espada (soprano), Ainhoa Zubillaga (mezzo), Sociedad Coral de Bilbao (director: Enrique Azurza), Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS), Yaron Traub (director). G. Mahler: Sinfonía nº 2 en do menor, «Auferestehung» (Resurrección). Entrada 12 €.

Momentos antes del inicio del concierto más esperado (y que el anterior jueves inauguraba esta edición de la fiesta de la música), se avisaba por megafonía la indisposición de la anunciada María José Montiel por Ainhoa Zubillaga (a quien tenía «fichada» para el último de mi particular maratón bilbaina, en un esfuerzo y profesionalidad por su parte que merece todo el aplauso del respetable). Aunque hubo algún murmullo en la sala dada la expectación que la mezzo madrileña había despertado en sus mucho seguidores, conocedores de su reciente triunfo como Carmen en la temporada operística del Kursaal donostiarra, y sabiendo que por Mahler tiene una especial predilección en sus apariciones sinfónicas, la mezzo vecina no defraudó (nos dejó un Urlicht realmente con luz primaveral) y completó el elenco para esta segunda.

Globalmente esta «Resurrección» bilbaína quedó un tanto desequilibrada pese al esfuerzo del maestro Traub (titular hasta hace poco de la Orquesta de Valencia) buscando lo mejor de la BSO aunque sin la limpieza deseada, un maestro que transmite seguridad desde la claridad del gesto, buscando comunicar la grandeza de esta descomunal partitura. Me gustó la elección de los tiempos para los cinco movimientos (1. Allegro maestoso. Mit durchaus ernstem und feierlichem Ausdruck; 2. Andante moderato. Sehr gemächlich; 3. In ruhig fliessender Bewegung; 4. Urlicht. Sehr feierlich, aber schlicht; 5. Im Tempo des Scherzos. Wild herausfahrend), el rubato sin exagerar y la confianza que también transmitió a las voces, no siempre respondida por los instrumentistas en cuanto a las dinámicas que por momentos taparon a las solistas. Los pasajes rápidos de la cuerda, sobre todo la grave, no sonaron claros aunque sí consistentes y contundentes, con una plantilla ajustada para el balance sonoro deseado. Los metales tuvieron alguna salida de lugar (aunque el refuerzo juvenil fuera de escena merecen mi más sincera enhorabuena), mientras la percusión no siempre ajustó con el resto. Pese a todo, la belleza y monumentalidad de la segunda de Mahler siempre son un placer escucharlas en vivo y motivo más que suficiente para esta nueva escapada a la capital vizcaína.

En general la sinfonía fue «in crescendo» en calidad y emoción a lo largo de los cinco movimientos, con momentos dulces de «la Zubillaga«, plena de voz en todo el registro y con mi querida extremeña María Espada en su línea de seguridad, gusto y musicalidad desde un color natural además de un buen empaste con su compañera vasca.

El coro preparado por Azurza resultó algo flojo pese al número, de emisión algo sucia, especialmente en las voces graves (empañando el emocionante final), pero que suplieron con el esfuerzo en los matices que en quinto movimiento ya sin presión, se soltaron en los tutti. Cierto que mis referentes cercanos son el Orfeón Donostiarra o el Coro de la FPA, lo que siempre pone el listón más alto, y no digamos de versiones grabadas que siguen siendo inalcanzables desde nuestra querida tierra, aunque la mejoría en los últimos años se ha notado. Quiero recordar que el centenario coro local afrontaría al día siguiente un Stabat Mater de Dvóřak, por lo que el trabajo realizado con dos obras de esta envergadura ya tiene el reconocimiento de la formación vocal.

El último movimiento y especialmente la entrada del órgano me siguen poniendo un nudo en la garganta porque el del Euskalduna es una joya envidiada por un servidor, y no siempre podemos escuchar un instrumento «ad hoc» siendo sustituido por los electrónicos que nunca darán la sonoridad de los tubos.

Cierre mahleriano de sábado por todo lo alto con un Traub al que da gusto verle dirigir, y nuevo triunfo de las mezzos, esta vez Ainhoa Zubillaga solvente, con graves casi de contralto, creíble y profesional al cien por cien. Buen ambiente y a pinchar con los amigos aunque el domingo sería igualmente pleno de emociones.

Tarde completísima primando lo sinfónico

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Ambiente dentro y fuera del Palacio Euskalduna, una comida rápida y vuelta porque quedaban por delante más de cinco horas de música.

Sábado 5 de marzo, 17:00 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 19, Real Filharmonía de GaliciaPaul Daniel (director).
F. MendelssohnSinfonía nº 3 en la menor, op. 56 «Escocesa». Entrada: 10,90 €.

De nuevo una orquesta de cámara que elige repertorio apropiado como la conocida «Escocesa», número ideal para evitar «males mayores» con refuerzos en pos de un espectáculo que no es tal sino un despliegue cara a la galería. Escribía yo en las notas rápidas lo de «Galicia Calidade» porque la formación con sede en Santiago nos pintó una acuarela escocesa  más que óleo, secciones bien equilibradas donde la cuerda suena lo suficiente para mantener las dinámicas en su sitio y donde las brumas del norte brillaron al mismo nivel que la orquesta y su director titular, sin batuta ni podio porque la cercanía también es física para exigir a sus músicos la máxima intensidad. Placer verle trabajar y cómo la orquesta responde siempre, contrastes de movimientos donde las indicaciones se interpretan literalmente: Andante con moto . Allegro poco agitato, Vivace non troppo, Adagio para disfrutar del sonido atlántico y Allegro vivacissimo – Allegro molto assai. No me defraudaron en absoluto aunque esta sinfonía sea siempre agradecida de interpretar y escuchar con las referencias gaiteras que tan bien entendemos todos los del llamado Arco Atlántico.

Sábado 5 de marzo, 18:30 horas: Sala Schubertiadas, Concierto nº 41, Galdós Ensemble con Ivan Martín (piano).
R. StraussCuarteto con piano en do menor, op. 13 TrV 137. Entrada: 6,90 €.

Siempre alternando sinfónico y cámara, quería volver a escuchar al canario Iván Martín con un trío de su Galdós Ensemble formado por Sheila Gómez (violín), Daniel Lorenzo (viola), Juan Pablo Alemán (violonchelo) y el citado Ivan Martín, en una obra poco conocida e interpretada, la más ambiciosa, lógico porque las dificultades técnicas son enormes y de nuevo necesario mucho tiempo de estudio previo para alcanzar la interpretación ideal. Impactante y duro romanticismo en estado puro este cuarteto opus 13 de Strauss, la «excelencia Galdós» con un trío que sólo junto a Iván Martín puede sonar así, cuatro movimientos a cual más intenso, sin respiros, con silencios subyugantes y sonoridades potentes en los cuatro, con una abundancia de ideas apabullante.
El Allegro de apertura muy elaborado y tempestuoso, alcanzó cotas y temperatura
elevada; El Scherzo con un piano decididamente straussiana, el Andante original y lírico con una melodía que pasa del piano a las cuerdas recordando a Brahms y sin cambiar el color del cuarteto y el Finale: Vivace otra vez romántico puro en ritmo sincopado, pasional e interpretado con el mismo entusiasmo de su compositor. Seguir recuperando al enigmático Richard Strauss camerístico porque la inmensidad también es necesaria.

Sábado 5 de marzo20:00 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 21, Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Hanna-Elisabeth Müller (soprano), Rossen Milanov (director): obras de R. Strauss. Entrada: 10,90 €.

No quería perderme la presencia de nuestra orquesta asturiana, representación de nuestra cultura en este segundo concierto, esta vez con dos obras de un Strauss con el que Milanov se siente muy a gustoLas alegres travesuras de Till Eulenspiegel, poema sinfónico op. 28 presentaron una orquesta muy reforzada que nos ofreció un juguetón más que travieso Till, más sal gorda que maldon porque «amarrar» el poderío de una sección de metales se hace difícil y las exigencias para la cuerda se multiplican. Con todo Milanov pareció disfrutar con esta descarga sonora más atento a matizar que a sonsacar las melodías o dar entradas (alguna falsa), especialmente la que hace de motor de la obra. Tanto las trompas que están en un momento perfecto de ensamblaje como todo el metal y el entendimiento con nuestra madera siguen siendo de primera y esta fue la que marcó la intención de este grandioso poema sinfónico.

Las siempre hermosas Cuatro últimas canciones, op. 150 nos trajeron a una joven soprano alemana (1985) que promete en estos repertorios, con excelente carne en el agudo y más hueso en el grave pero dejando buen sabor «al ir a dormir» (Beim Schlafengehen) ante una obra asimilada incluso en escena, elegante en el amplio sentido de la palabra. «En la puesta de sol» (Im Abendroth) estuvo bien su dicción y musicalidad, con una interpretación no muy ayudada desde el podio, lo que por momentos la eclipsó pero una voz de la que tomo nota como «la Müller«, con una orquesta dúctil y más pendiente de la voz que nunca, don de los solistas cantaron con la misma intención que la soprano alemana.

Sábado 5 de marzo21:30 horas: Auditorio Odisea, Concierto nº 22, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Yaron Traub (director).
R. StraussSinfonía Alpina, op. 64. Entrada: 10,90 €.

Nada mejor para concluir este sábado que asistir a una obra sinfónica de las que hacen época por todo el despliegue instrumental casi wagneriano al que odió y admiró el músico muniqués. Siempre reconforta escuchar el órgano del Auditorio engrosando la enorme plantilla. Podría decir que el concierto hizo cumbre alpina con ostentación sonora, disfrutando del órgano y una pletórica orquesta local con un aparentemente algo cansado Traub cuyo oficio le permitió ir marcando las complicadas intervenciones de esta magna sinfonía en veintidós números sin apenas respiro.

El llenazo se puede apreciar en la foto de la propia organización y hasta me he localizado… Público entregado a su orquesta al que no le importó la tardía hora de finalización pasadas las 22:30 de la noche. Menos mal que nosotros estábamos cerca y llegamos a tiempo de una reconfortante cerveza y una cena ligera tan exquisita como este sábado completísimo.

Salud a mis lectores y aún queda la última entrada del domingo, de nuevo siguiendo a la OSPA, a los conservatorios y a mi admirada Judith Jáuregui, que nos redescubrió a Fanny Mendelssohn. Mañana más…