Miércoles 2 de abril, 20:00 horas, Teatro Jovellanos, Concierto conmemorativo 117º aniversario de la Sociedad Filarmónica de Gijón (1908-2025) (número 1697): Noelia Rodiles (piano), Cosmos Quartet, Mariona Mateu (contrabajo). Obras de Liszt, Haydn, Adès y Schubert.
Hoy celebrábamos un cumpleaños musical en Gijón donde hubo «anécdotas» que podría equiparar a olvidarse la tarta, las velas, o peor aún el mechero para encenderlas, debiendo buscar en la otra punta de la ciudad (desconozco si en coche, moto o bicicleta), y para no «quedarnos a dos velas» se buscó una piñata para no detener la fiesta, y de la que caerían más regalos de los esperados, alargando la celebración hasta pasadas las 22:30 horas. Pero vamos con la crónica de este 117º aniversario.
Para ponernos en situación copio de las notas al programa de Ramón Avello, compañero de profesión, crítico y personalmente el mejor cronista de la Sociedad Filarmónica de Gijón, de la que ha sido presidente, continuando en la actual junta directiva:
«El 2 de abril de 1908 en el foyer o vestíbulo principal del antiguo Teatro Jovellanos, situado en el solar que hoy es sede de la Biblioteca Pública de Gijón, se constituyó la Sociedad Filarmónica Gijonesa. Contaba en aquella fecha con 269 socios promotores, que eligieron ese día a la Junta de Gobierno de la Filarmónica, con Domingo de Orueta y Duarte como presidente y Diego Murillo en el papel de secretario. Los ideales de la Filarmónica, no muy diferentes a los actuales, eran proporcionar a sus socios la mejor música por los mejores intérpretes; promover la música de cámara, de instrumentos solistas y de lieder, dejando al margen géneros como la ópera y la zarzuela, y promocionar la música española, tanto en sus intérpretes como en sus compositores.
Hoy se cumplen exactamente los 117 años del nacimiento de la Filarmónica de Gijón. La labor cultural ininterrumpida de esta sociedad se puede resumir en 1697 conciertos, contando el último: el que interpretan esta tarde Noelia Rodiles con el Cosmos Quartet y la contrabajista Mariona Mateu».
Manteniendo el espíritu original abría este concierto la pianista Noelia Rodiles (Oviedo, 1985), que nos interpretaría dos Lieder de Schubert en la transcripción que hiciese Liszt, quien como toda sociedad filarmónica, ayudaría a promover y dar a conocer las obras de músicos como su admirado y malogrado vienés, desde unas «versiones» que son recreación sin voz desde un virtuosismo al alcance de pocos, y Rodiles lo demostró con los dos elegidos: la célebre «Serenata» que muchos conocimos tanto sola como cantada (el cuarto de la colección recopilatoria El canto del cisne D. 977), con el piano siempre fiel a la melodía, y la hermosísima «Margarita en la rueca» (Gretchen am Spinnrade) D. 118, tejiendo al piano casi un hilo de oro delicados con unos graves intensos y la expresividad innata de la «avilesina» que nunca defrauda.
Colocadas sillas y atriles para las tabletas llegaba el Cuarteto Cosmos con el gran Haydn y su Cuarteto en re mayor (1793), utilizando este género para expresar y volcar sus ideas, escribiendo 68 donde desarrolla este nuevo estilo camerístico donde los cuatro instrumentos tienen igual importancia, y los catalanes así lo entendieron. Este cuarteto aunque compuesto en Viena se pensó para el violinista, empresario y amigo de Haydn el británico Johan Peter Salomon, quien en la Real Sociedad Filarmónica de Londres marca el inicio y espíritu de tantas como la propia gijonesa. Cuatro movimientos aplaudidos cada uno por un público que parecía estar inaugurando la sociedad en el siglo pasado, bien delineados los temas, con los tiempos elegidos para escucharse todo, un Allegro bien desarrollado y especialmente el Menuetto enérgico.
Y deben seguir programándose obras de autores actuales, caso del londinense Thomas Adès (1971) de quien El Cosmos eligió su Arcadiana (1994) estrenado en el Festival Elgar de Cambridge y que pese a la referencia a los paisajes paradisíacos a lo largo de siete movimientos, su lenguaje atonal aunque buscando efectos y elementos bien explicados perfectamente por Avello en las notas, pero comenzaron las sorpresas del cumpleaños. No sé si el agua veneciana (o el orbayu en e exterior), el «tango mortal» o directamente la «pérfida Albión», con tanto glissando, tirar de las cuerdas, la fuerza e ímpetu que los cuatro imprimían en cada movimiento, poco cercano a un esperado «idilio sonoro», se rompía una cuerda del chelo de Oriol Prat.
Tras la incertidumbre estaba claro que no podía reanudarse, pues cambiar una cuerda lleva su tiempo y más si no se trae de repuesto, así que se adelantó el descanso. Mas no llegaba a tiempo para reanudar la segunda parte, así que llegó la inesperada «piñata» y el verdadero regalo de Noelia Rodiles, anunciando por megafonía que nos interpretaría junto a Lara Fernández dos romanzas sin palabras de Félix y Fanny Mendelssohn, también presentadas cada una de ellas. Es difícil interpretar obras no preparadas para la ocasión, pero Noelia es una profesional y nos dejó del segundo libro de las conocidas como romanzas sin palabras de Félix Mendelsshon, primero la opus 30 nº 7 en mi bemol mayor, y después la opus 30 nº 6 en fa sostenido menor, Barcarola que parecía retrotraernos de la Venezia nocturna de Adés. Dos páginas que como en el Schubert de Liszt hacen cantar el piano con la voz inconfundible de la asturiana, fraseos claros, rubatos sin exagerar y la musicalidad característica de la pianista que comenzó a formarse en el Conservatorio Julián Orbón de Avilés.
Lara Fernández se uniría con igual profesionalidad para sumar su viola con dos canciones de la hermana e igualmente gran compositora e intérprete Fanny Mendelsshon: la conocida Canción de primavera op. 62 nº 6 en la mayor, el diálogo de la voz femenina en la cuerda más cercana a ella, y Schwanenlied (canción del cisne), opus 1/1, también conocida y muy versionada, que pareció otro premio más de esa piñata no esperada pero traída en las ya habituales tabletas (al menos venían bien cargadas).
Aún no estaba preparado el quinteto, así que el inesperado «Dúo Rodiles-Fernández» prosiguieron una especie de Gijonada (cual Schubertiada gijonesa) tirando de recursos como «cantar» Die Forelle D. 550 (sin la letra de C. F. Daniel Schubart) e intentando preparar el quinteto homónimo. Pero difícil sin ensayar y con algún contratiempo o falta de entendimiento en las repeticiones y cantos, al menos el esfuerzo se puede considerar sobrehumano para cualquier músico, y esta trucha parecía estar escabechada o ahumada, aunque comestible.
Seguía la espera pero la música no pararía, y de nuevo una canción sin palabras, el Liebestraum nº 3 (Sueño de amor) de Liszt, mucho mejor dadas las circunstancias, con un entendimiento por parte de Noelia que da la experiencia, más un canto de Lara bien sentido, dejándonos este regalo extra de una piñata a la que aún se debía sacudir, pues eran las 21:42 y no llegaba a tiempo la cuerda del cello (colocarla, atemperar y afinar antes de la última obra prevista).
Noelia Rodiles volvió a rebuscar en la tableta y prosiguió la fiesta con su Schubert querido, trabajado, estudiado, capaz de detener el tiempo y hacer de la espera virtud. El Andante sostenuto de la Sonata nº 21 en si bemol D960, fue un portento de emoción, sabiduría, talento, limpieza, generosidad y profesionalidad para dejarnos con ganas de seguir escuchándola, pero al fin llegaba una trucha del día, casi saltando del río Piles en el Quinteto con piano en la mayor D. 667, marchando Helena Satué (que estuvo de primer violín la primera parte) e incorporándose el contrabajo de Mariona Mateu.
Diez minutos recolocando sillas y atriles para este valiente quinteto en los tempi, bien ajustados y encajados todos, con el peso del grave bien balanceado, los momentos de la cuerda frotada muy ricos en matices, protagonismo compartido con las cristalinas contestaciones del piano, «tirando, un Scherzo brillante, las variaciones sobre el lied cantadas por todos valientes, en el aire, encajadas a la perfección sin perder el aliento hasta poder soplar las imaginarias velas del Finale como si fuese el «cumpleaños feliz» en el tiempo justo, a las 22:30 horas de este 117º cumpleaños, muy aplaudido, donde sin tarta ni velas los regalos fueron generosos (impagable mi querida Noelia Rodiles) e inesperados, como en toda fiesta que se precie, y aún más en la Sociedad Filarmónica de Gijón.
¡Y que cumplas muchos más!
PROGRAMA:
Primera parte:
Noelia Rodiles (piano):
Franz LISZT (1811–1886)
Lieder de Franz Schubert, S. 558:
Ständchen, nº 9
Gretchen am Spinnrade, nº 8
COSMOS QUARTET: Helena Satué, violín – Bernat Prat, violín – Lara Fernández, viola – Oriol Prat, violonchelo:
Joseph HAYDN (1732–1809)
Cuarteto de cuerda en Re mayor, Op. 71, nº 2 (Hob.III:70):
- Adagio – Allegro
- Adagio cantabile
- Menuetto. Allegro – Trio
- Finale. Allegretto
Thomas ADÈS (1971)
Arcadiana, Op. 12
- Venezia notturna
- Das klinget so herrlich, das klinget so schön
- Auf dem Wasser zu singen
- Et… (tango mortale)
- L’embarquement
- O Albion
- Lethe
Segunda parte:
Noelia Rodiles (piano), Bernat Prat (violín) – Lara Fernández (viola) – Oriol Prat (violonchelo) – Mariona Mateu (contrabajo):




























