Sábado 7 marzo 2015, 17:30 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio Euskalduna, Auditorio Jorge I: Daniel Oyarzábal (órgano), OSPA, Rossen Milanov (director): Bach / Stokowski: BWV 582, BWV 645, BWV 565; Haendel: Concierto para órgano y orquesta op 7 nº 4 HWV 292. Entrada: 10€.

La
OSPA con Milanov al frente abría concierto con dos
obras para
órgano de
Bach en revisión orquestal, más que arreglos, de
Stokowski, el
Pasacalle y fuga en do menor, BWV 582 y el
Wachet auf, ruft uns die Stimme, BWV 645, el famosísimo coral de la
Cantata 140, dos versiones reposadas y pletóricas en sonoridad, con la colocación del búlgaro recordando el instrumento rey original para recrearlo en nuestra orquesta, dos interpretaciones que la orquesta asturiana hizo grandes en el auditorio bilbaíno. Si en la mañana fueron tomándole el pulso barroco, la tarde fue plenamente romántica en intención y ejecución, plena y rica, válida sobre todo con este
Bach-Stokowski.


El
Allegro lo marcó
Oyarzábal, con buenos diálogos en los «tutti», manteniendo pulsación y sonidos cristalinos en el órgano, solos y modulaciones realmente variados, más volúmenes sin problemas en nadie; el
Andante más equilibrado y de registros aflautados bailando de un lado a otro del espectro sonoro, buenas ornamentaciones del solista contestadas con la misma intención; el
Adagio con protagonismo organístico lleno de trinos, apoyaturas, notas largas con leves apoyos orquestales de difícil encaje antes del
Allegro fugado final que marca la orquesta, buen entendimiento entre músicos y solista, brillantes en fraseos por parte de todos desde un dominio técnico a cargo del organista que tuvo siempre el deseado equilibrio mantenido por
Milanov en la dirección.

Cuánto echo de menos un órgano en el auditorio ovetense, de la misma época que el Euskalduna pero que miopías o ignorancias de políticos privaron para siempre a la capital asturiana de un edificio pensado para la música. No puedo hablar de envida y menos sana, solamente de otra oportunidad perdida.
Acabar es volver al Bach universal, el profundo y el conocido, el íntimo y el popular, el eclesiástico frente al cinematográfico. Primero
Komm, süsser Tod, «ven dulce muerte» como deseo íntimo hecho música, reflexión desde el convencimiento de estar de paso que
Bach como buen protestante sabe continuación de la propia vida, y en esta partitura exige un esfuerzo interior al que la
OSPA con Milanov respondió con contención desde una
cuerda hiriente sin estridencias, tempo lento para degustar cada intervención, el arpa o el oboe, en unidad y clímax emocional que parecía olvidado en la formación asturiana.


Regocijo y recogimiento por parte de todas las secciones, jugando más con sonoridades sinfónicas que organísticas al elegir el mismo discurso de
Stokowski, muy americano como el búlgaro que dedica mucho tiempo a dirigir
al otro lado del charco. Dos mundos en uno, la tocata virtuosa, exigente para todos en mantener tensiones, notas pedales, matices amplios, sonoridades que van de la nebulosa al sol arrebatador, intervenciones solistas fulgurantes (arpa, flautas) arropadas por el
tutti, frente a la fuga más trabajada, planos superpuestos sin perder la línea maestra o hilo conductor, siempre con claridad de ideas en el desarrollo, poniendo una nota de cine a la despedida sinfónica asturiana en la tarde sabatina, soleada y en plena cuaresma. Aún queda otro concierto asturiana este sábado y la despedida dominical, que también la contaremos en las siguientes tomas…
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