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Liturgia leónigan

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Miércoles 8 de noviembre, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Sociedad Filarmónica de Gijón, concierto nº 1594: 20 años de El León de Oro (LDO), Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Tavener, Byrd, Victoria, Pärt, Nystedt, Stanford, Rachmaninov, Arnesen y Lauridsen. Entrada no socios: 10 €.

Como todo declarado leónigan convencido, no importa peregrinar o repetir concierto porque cada uno es distinto, de nuevo Gijón esta vez teatro, otra acústica y algunas obras más que en la iglesia de La Laboral, pero toda la liturgia de una música coral religiosa que abarca 500 años para los veinte del LDO.

Repaso a parte del repertorio de esta vida coral que entra en plena madurez, lo antiguo y lo moderno en continua evolución, enseñanzas recientes del director honorífico Peter Phillips en Victoria y Pärt, puede que algo más relajados este miércoles pero igualmente entregados a unas músicas que dominan en todas las formaciones y colocaciones.

No importa la dificultad de la partitura, las disonancias casi imposibles, los dobles coros o las distintas ubicaciones en esa continua búsqueda de sonoridades allá donde van, los leónigans seguimos disfrutando. Vocalidad en estado puro, empaste, afinación, gusto por cada sílaba en latín o inglés, en ruso o castellano de acento mexicano como así lo dedicó el estonio Pärt, este coro sigue enamorando y ganando adeptos, los que no pudieron asistir a «la fiesta» del sábado y los que repetimos, porque así somos sus fieles seguidores, hooligans del LDO sin violencia, es decir leónigans.

Volvíamos a disfrutar de las obras dirigidas por P.P. pero asumiendo toda la responsabilidad Marco, de nuevo Tavener pero cambiando a Frank Martin por un muy sentido William Byrd y su Ave verum corpus «de cámara», la emoción de la religión incluso para ateos porque la belleza no tiene credo.

En la segunda parte de nuevo Standford compartiendo visiones recuperadas y asentadas como el sorprendente Inmortal Bach (Knut Nystedt) aprovechando escenario y pasillos laterales para cantar a Mein Gott «deconstruido», el Bogoroditse Devo (Rachmaninov) aún más profundo o ese «inmenso misterio» de Morten Lauridsen tras la «nueva» Even When He Is Silent (Kim André Arnesen, 1980) dominando un repertorio cercano a la propia formación con el amplio bagaje de sus compositores, que lo entienden como estos cantores sin complejos y así lo transmiten, búsqueda de la belleza coral en estado permanente de trabajo.

Interesantes las notas al programa de Miguel Rodríguez Fernández-Bustillo «Sobre el análisis musical» que dejo a continuación.

Contestando el último interrogante, con El León de Oro mis análisis son siempre emocionales, si litúrgicas son las obras, el público estuvo como en Misa (entendida también como puesta en escena) con el milagro de no escuchar toses pese a la penitencia del caramelo cercano, y escuchar al mejor coro asturiano se merece una cena allá donde pueda acudir.
Si hay dios, amén de Bach, seguro que también es musical, los leones sus voces y sus seguidores una parroquia que rogamos celebrar incluso las bodas de oro. El camino más difícil ya está superado, toca seguir disfrutando sin pereza y con toda la diligencia porque igual que el «dios cantor» escribía Soli Deo Gloria, El León de Oro canta a mayor gloria de todos, ateos incluidos ganados para esta causa mágica con la esperanza de seguir juntos este camino.

PP, leónigan de oro

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Sábado 4 de noviembre, 19:30 horas. Iglesia de La Laboral, Gijón: 20 aniversario del Coro «El León de Oro». Peques del León de Oro (PLDO), Aurum, Elena Rosso Valiña (directora); El León de Oro (LDO), Marco Antonio García de Paz (director), Peter Philips (director honorífico). Obras de Palestrina, Michael McGlynn, Julio Domínguez, Susanna Lindmark, John Tavener, Ch. V. Stanford, Frank Martin, T. L. de Victoria, F. Poulenc, Knut Nystedt, Ola Gjeilo, P. Philips y Arvo Pärt. Entrada con invitación (agotadas).

Verdadera fiesta coral de cumpleaños la vivida, sentida y compartida desde la desacralizada iglesia de «La Laboral» para seguir conmemorando veinte años, nada según el tango y toda una vida en el difícil mundo de la música, aún mayor en el mundo coral y un verdadero milagro en estos tiempos. El León de Oro es una filosofía de vida, unir personas para hacer lo que les gusta con pasión, cantar y además bien. Una familia cuyos progenitores son Marco y Elena, músicos capaces de aunar ilusiones desde el amor coral regalándonos todo un proyecto con visión de futuro.

Veinte años que me he declarado «leónigan» porque a diferencia del hooligan futbolístico, no soy violento ni agresivo sino «incondicional a muerte«, enamorado de la música que hacen estos leones. La legión de leónigans ha ido creciendo cautivados desde el primer concierto, las redes sociales otro descubrimiento incluyendo canal propio en YouTube©, los concursos, los premios internacionales, la Champions League de los coros, una trayectoria impecable que les ha permitido afrontar cualquier repertorio con la misma calidad, todo el trabajo que se desconoce pero lleva a la búsqueda de la perfección vocal. Que alguien legendario, historia viva de la música coral inglesa y mundial como Peter Phillips, PP para ir aclarando el titular, cayese rendido ante el LDO era algo inevitable y capitaneará los leónigans el resto de su vida. Este «coro de autor» como titulaba el programa y el número del pasado verano de la revista Scherzo  (agotado y que guardo como un tesoro) tiene unas señas de identidad únicas, pero verlo y sobre todo escucharlo dirigido por PP convierte en milagroso lo que se escucha, agradeciendo que aceptase la dirección honorífica de este coro apasionado mútuamente.

Este sábado nuestro LDO reunió a todos los leónigans que cabían en la iglesia de la Laboral (muchos no pudieron hacerse con una invitación, agotadas rápidamente desde muchos días antes), para compartir música y pasión además del nombramiento de Peter Phillips como Director Honorífico, quien disfrutó del concierto de principio a fin, como «leónigan de oro» pero también al frente nuevamente del LDO. La acústica del faraónico, escurialense si se prefiere, templo elíptico de Cabueñes, resultó ideal para unos coros fantásticos, reverberación cercana a los cuatro segundos pero que no emborrona el resultado vocal sino que lo engrandece aún más, a diferencia de otros conciertos instrumentales o sinfónicos, aunque alguno buscaba precisamente estos efectos.

Mi pasión por los leones puede hacer pensar que también me ciega, pero obnubilar además de nublar o confundir, también significa embelesar, fascinar y deslumbrar, como el oro puro que atesoran. Los peques PLDO de Elena son el futuro desde el presente, solo hace falta escucharles y con una calidad impensable en otros coros de la misma edad. Su Palestrina del Adoramuste Christe fue magistral, la afinación de Si la nieve resbala de Julio Domínguez milagrosa, la interpretación con cajón peruano y dramatización incluída de Song of hope (Susanna Lindmark), canción de esperanza y la línea a seguir por cualquier coro infantil y juvenil. No quiero olvidarme de Maria Matrem de McGlynn con el coro separado, peregrinando hacia Olaya Álvarez Suárez en solitario presidiendo y enamorando con su voz perfectamente arropada por sus compañeros. No quiero pasar por alto que la soprano solista cantaría con los tres coros, cambios de vestuario incluidos, y todavía repetiría intervención solista en la obra que cerraría concierto, una joya de la que este coro de oro puede presumir. La cara de satisfacción de PP, sentado delante de mí junto a los comentarios con Marco, corroboran su título de «leónigan de oro«.

A continuación Marco dirigiría al LDO con tres obras muy trabajadas (escuchadas hace poco en el Campoamor celebrando doble aniversario) a las que acústica, variadas disposiciones del coro y gusto en interpretar obras del siglo XX son una seña de identidad de los leones. As one who has slept de Tavener (1944-2013), siempre jugando con la policolaridad y ubicaciones distintas, Beati quorum via de Stanford, y especialmente el «Credo» de la Misa para doble coro de Frank Martin volvieron a enamorar a los leónigans, PP en cabeza.

Las satisfacciones últimamente vienen a cargo de Aurum, las leonas que triunfan allá donde van en el complicado mundo de los coros de voces iguales, que en el caso de las chicas, las llamadas voces blancas, aún resulta más difícil. Pero con la misma filosofía de siempre, Elena ha sido capaz de ensamblar unas voces redondas, delicadas, flexibles con los repertorios, y de una calidad que está siendo recompensada internacionalmente. De nuevo PP se rendía ante el nivel de «las chicas de rojo» (por no llamarlas «las chicas de oro») porque sus cuatro intervenciones fueron indescriptibles, desde O Regem caeli de Victoria que «firmó el propio PP» asintiendo feliz al final, Ave verum corpus de Poulenc que cerrando los ojos era británico de escuela vocal por el color tan unificado de las distintas voces, el Hosanna de Nysted poderoso y con gusto, separando del coro para envolver al público de las primeras filas (inenarrable sentir el aliento cual abrazo de las voces graves) y Northern Lights de Gjeilo, nuestras femeninas luces del norte adaptadas a cualquier época y estilo desde un trabajo vocal de altura.

Adela Sánchez fue la maestra de ceremonias presentando las diferentes partes del concierto, recordando la trayectoria de estos primeros 20 años, números abrumadores de actuaciones, obras y cantantes que han pasado por el coro (muchos presentes), compositores, músicos, docentes, antes de la parte final del concierto ya con Phillips al frente de autores y obras que domina como pocos, dirección en estado puro (Elena daba los tonos), transmisión clara y diáfana, comunicación innata por la química entre cantores y directores, milagro hecho realidad con ¡un solo ensayo! porque todo es posible con estos leones.

Descubrir al «otro» Peter Phillips (1560-1628) y su Ecce vicit Leo a 8 fue el mejor aperitivo antes de Victoria y Pärt a pares, maestros de la música coral ideales para el lucimiento del mejor coro asturiano de la historia, con todas las combinaciones de coros y voces.

Del abulense dos joyas como el Super flumina Babylonis y el Magnificat Primi toni, la chispa que saltase hace años en la Catedral de Oviedo multiplicada por la madurez de todos, y el estonio etiquetado como padre del «minimalismo sacro» pero artesano vocal desde un lenguaje actual que los leones con PP también han entendido al detalle: Virgencita dedicado a la mexicana Vírgen de Guadalupe en 2012 que bisarían al final, sentido, emocionado, dramáticos silencios rotos por las toses, herencia española bien entendida por un creyente y músico universal en interpretación magistral, más Nunc dimitis de nuevo con Olaya Álvarez de solista arrancando bravos entre unos leónigans entregados.

Vendrían las palabras de Marco (traducidas por Paco al oído de Peter), el británico agradecido en español, el regalo de un retrato a carboncillo del agradecido Director Honorífico y esa Virgencita que puso broche dorado a este cumpleaños para esta familia coral que empezó en el bar de Julio y pocos imaginarían hasta dónde iban a llegar desde Luanco.

Aún continuaría la fiesta con asturianía internacional, sidra en un lagar cercano, como el propio Phillips, cercanía de los grandes, sencillez, afabilidad desde la maestría de un leónigan de oro para siempre. Gracias Leones y veneración total con PP.

P. D.: Fotos en Facebook© de Beatriz Montes Durán (BMD Studio).
Crítica del concierto en La Nueva España por Eduardo Viñuela, y reseña en El Comercio.

Esplendor solamente vocal

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Domingo 17 de septiembre, 19:00 horas. Teatro Campoamor, Coro «El León de Oro», Grupo Vocal KEA (director: Enrique Azurza), director: Marco Antonio García de Paz: «El esplendor de la polifonía», obras de Lasso, Victoria, Stanford, Schnittke, Holst y Martin. Entrada butaca: 14 €.

Deberíamos haber celebrado un cumpleaños de oro para conmemorar el del Teatro Campoamor pero solo refulgió el coro asturiano con veinte años «rugiendo», como sus fieles leónigans. La política cultural del ayuntamiento capitalino sigue errando en su concepción musical, manteniéndose a duras penas lo que tantos años ha costado alcanzar, eliminando por equivocadas visiones eventos que eran toda una inversión (nunca gasto) y pergeñando una pobre celebración de estos 125 años donde se mezclan óperas y zarzuelas ya previstas, con intérpretes tan dispares como Rodrigo Cuevas, Estrella Morente e India Martínez en el mismo cartel que Paco Ibáñez con Jerónimo Granda, la Real Banda de Gaitas local con la Oviedo Filarmonía o Barbara Hendricks, que con nuestro laureado coro El León de Oro (LDO), aprovechando que el Caudal pasa por Mieres y el Gafo por La Manjoya, al menos figuran dentro de la mal llamada «música culta» (mejor que clásica). Desconocer la historia del coliseo asturiano parece haberles llevado a «olvidar» los grandes nombres de la lírica o la escena que por sus tablas han pasado y engrandecido sus propias biografías, para hacer un «tótum revolútum» de estilos y públicos en una concepción de la cultura errática y fuera de lugar, confundiendo la  «Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura» frente a «Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo«, que hasta la popular y excesivamente consultada Wikipedia© explica más detalladamente.

Amén de gaitas y placa conmemorativa con asistencia de distintas autoridades locales, no se cantó «cumpleaños feliz» pero al menos los compases finales de la última función de Sigfrido y El León de Oro pusieron la música en las horas extremas del día que le correspondía soplar velas a esta longeva historia de un teatro que lleva el nombre de nuestro escritor y periodista naviego Ramón de Campoamor gracias a la sugerencia de otro ilustre, Leopoldo Alas «Clarín».
Y el programa que nuestro coro más internacional y laureado eligió para conmemorar la doble efeméride, veinte y 125 respectivamente, también buscó hacer historia y cronología de la polifonía religiosa «a capella», de Lasso a Martin sin olvidarse de nuestro universal Tomás Luis de Victoria. Difícil búsqueda que tuvo la recompensa para el numeroso público de poder disfrutar todas las excelencias de un coro «amateur» que canta como un profesional para compartir con los tolosarras de KEA una segunda parte al alcance de muy pocas formaciones corales.

La primera parte arrancó con el coro de cámara, otra de las virtudes de los «Leones de Marco» en cuanto a combinaciones posibles dentro de su plantilla, con las Lamentaciones (tertia, primi dei) a cinco voces de Orlando di Lasso (1532-1594), impecables y bien explicadas (como el resto del programa) en las notas de la doctora Diana Díaz González. Sumando efectivos y manteniendo calidad nada menos que el Regina Coeli (Tomás Luis de Victoria, 1548-1611), recogiendo lo sembrado por Peter Phillips, enamorado hace años de este coro, del que dijo «es extraordinariamente inusual encontrar un coro grande capaz de cantar música del Renacimiento
con tanta calidad»
, madurando y posando las enseñanzas para dejarnos una versión íntima, equilibrio y pureza, delicada sin excesos -no suele haberlos en «los leones»- para realzar el texto con la música en la mejor línea del abulense, también de oro como esta polifonía seguidora de Palestrina y Trento pero Contrarreforma elevada a lo sublime.

Salto en el tiempo y nuevo aumento de efectivos, coro ideal para el irlandés Charles Villiers Stanford (1852-1924) y su Beati quorum via. Sacar de nuevo obras ya trabajadas por los luanquinos supone recuperar y volver a descubrir matices y presencias, equilibrios con dinámicas increíbles desde la técnica perfecta al servicio de la música, una belleza polifónica que sigue admirando a todos los amantes de la música vocal.

Aún quedaban dos joyas cercanas en el tiempo, del soviético-alemán Alfred Schnittke (1934-1998) sus Drei geislitche Gesänge (Tres himnos sacros) a 8 voces, un despliegue buscando abrazarnos con el sonido siempre único del coro asturiano donde el derroche es emocional, muy trabajado por todas las cuerdas con exigencias solventadas sin problemas (detalles mínimos que no merece ni mencionar) y Nunc dimittis del británico Gustav Holst (1874-1934), una de las obras emblemáticas de los asturianos que siempre suenan irrepetibles dependiendo del lugar donde la canten, jugando con la acústica que en el Campoamor sigue siendo impecable como la versión del LDO.

Armar una obra para sesenta voces uniendo dos coros me recordó el reto de Sigfrido con las dos orquestas. Cuando la dirección es la correcta y el estudio detallado lleva un trabajo minucioso, los retos se alcanzan y la recompensa del éxito es la deseada. El Grupo Vocal Kea que dirige Enrique Azurza son unos profesionales que ya nos emocionaron hace años en la Semana de Música Religiosa de Avilés, compartiendo con LDO ese monumento cultural que se mantiene pese a todo(s) en la Villa del Adelantado. Compartir escuela de dirección y canto (Musikene es un referente internacional) hace fácil lo difícil, por lo que la Messe pour double choeur a capella (2004) del suizo Frank Martin (1890-1974) nos permitió escuchar en Asturias una interpretación irrepetible por lo plena, con Bach en el origen siempre exigente para todo músico, los cinco números del ordinario de una misa que como decía Marco a la prensa (que dejo al final de esta entrada), «se puede disfrutar con oídos ateos» -algún despistado intentó aplaudir entre el Kyrie y el Gloria-. El empaste y afinación de los dos coros fue encomiable, digno de destacarse para una partitura complicada, de registros extremos en todas las cuerdas, con momentos tensos resueltos con brío y aplomo, volviendo a demostrar lo necesario de un equilibro dinámico entre ellas que pocos consiguen, cambios rítmicos, juegos onomatopéyicos de gran riqueza, pinceladas de calidad e intimismo contrastadas con fortísimos nunca estridentes. Aplaudir el trabajo de los directores y coristas para alcanzar la excelencia buscada, difícil, costosa, sacrificada, cercana pero siempre agradecida. El esplendor de este doble cumpleaños no pudo ser mayor musicalmente.

Y como Bach siempre será «el padre de toda la Música», en mayúsculas para evitar errores de concepción, con el sello dorado de colocar parte del coro rodeando al público del patio de butacas, ampliando escenario y sonoridades, el regalo de Knut Nystedt (1915-2014), al que KEA me descubrió en Avilés, con su Immortal Bach, una recreación mejor que «deconstrucción» del coral Komm, süsser Tod, BWV 478 donde las disonancias y juegos dinámicos alcanzados por este tren (coral) Vasco-Asturiano llegó a la estación de Campoamor como la más cálida ceremonia musical para una efemérides a la que le faltaron otros brillos.

Enlaces:
Dos entrevistas a Marco Antonio García de Paz en la prensa regional:
Crítica de Ramón Avello en El Comercio.

Sacra juventud en León

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En León visitar la Catedral es obligatorio y más haciendo casi de «guía turístico» para nuestras amistades mejicanas y francesas una vez finalizados sus compromisos profesionales y afrontando la tarde-noche en la vecina capital del reino leonés. La cola hasta la calle Ancha anunciaba concierto de la mejor agrupación vocal local y en la liga de campeones coral (la futbolística no quitó nada de público), por lo que merecía la pena asistir a este concierto presentado casi hasta el detalle biográfico y lingüístico por Don Samuel Rubio Álvarez.

Es maravilloso comprobar el excelente estado vocal del coro que lleva el nombre de una de las figuras musicales leonesas, y el repertorio sacro lo dominan en todas las épocas, desde nuestro siglo de oro con el Padre Tomás Luis Victoria del que bordaron el motete Gaude María Virgo a cinco voces, y Sancta Maria Succurre Miseris que la prontitud, casi inmediatez de las redes sociales y YouTube© me permiten dejar aquí íntegro, agradeciéndoselo a «camaraurbanaleon«:

como del otro componente del equipo polifónico por excelencia, Francisco Guerrero y su Duo Seraphim Clamabant, gusto en el texto reforzado por las voces frescas y afinadas de este joven y maduro coro, ubicado para ganar en sonoridades en esta obra a doce voces, y que cuenta con una cantera para años. De nuevo agradecimiento por el vídeo a «camaraurbanaleon«:

Y aunque faltase Morales para el «tridente», el fichaje ruso de S. Rachmaninov puso la nota del cambio estilístico pero la misma exquisitez en la bellísima Bogoroditse Devo de sus «Vísperas«, equilibrio entre cuerdas con unos bajos poderosos y claros de sustento para elevar en la catedral sonidos celestiales con las sopranos delicadas en unos agudos casi estratosféricos, extremando registros siempre completados por las voces intermedias de tenores y contraltos igualmente necesarias para redondear una sonoridad propia, segura y bien interpretada con el magisterio del maestro Olivares.

Importante la elección del repertorio (que me recuerda a sus «leones hermanos asturianos» con quienes comparten no sólo música) para adecuarlo a las voces que van forjándose con obras más cercanas, actuales y siempre eternas como el Beati Quorum Via del irlandés Sir Charles Villiers Stanford (1852-1924) o el Sanctus del impactante noruego Ola Gjeilo (1978) que domina la escritura coral como pocos hoy en día, con quien el coro leonés y su director el vasco Aitor Olivares se mueven con estas obras como peces en el agua (la misma que caía afuera cual diluvio universal contrapuesto a la paz y serenidad interior en las voces locales), empaste y afinación ejemplares, obra exigente por tesitura pero también por necesidad de entendimiento y escucha atenta de todos, una lección coral antes de dar paso a la Orquesta de las Juventudes Musicales de la Universidad de León, todo un ejemplo de colaboración que es digno de llevarse a otros centros españoles pues «unidos venceremos». Aquí lo dejo merced a «camaraurbanaleon«:

Podríamos decir que escucharíamos un estreno, pues rescatar obras de los archivos catedralicios es primicia aunque sonase en su momento. Y en la Pulchra Leonina se guardan aún muchos tesoros corales como el Salutis Humanae Sator (Himno de la Ascensión) del compositor y organista Bonifacio Manzano Vega
(Burgos 1807 – Riaza, Segovia 1872), una vida por (re)descubrir con obras de enorme calidad como este himno, verdadera maravilla sinfónico coral de estilo clásico por lo «académico» y el mucho oficio que daba el conocimiento de obras del repertorio europeo de su tiempo, equiparable en sonoridades a Haydn o Mozart, puede que incluso a los hijos de Bach por el «estilo galante» ya conocido en el siglo XIX de la vida del burgalés e incluso al avilesino Ramón de Garay (1761-1823).

La joven orquesta tuvo algunos problemas de afinación, lógicos en parte por los cambios de temperatura y humedad pero pudimos volver a escucharla en el bis con mejor resultado, y sobre todo un coro capaz de imponer presencia sin necesidad de grandes volúmenes dada la emisión perfecta para conseguir el equilibrio y balances necesarios, con unos solistas que desconozco sus identidades pero igualmente dotados técnica y musicalmente para transmitir y «defender» una obra con mucha calidad. Aquí dejo otro de los vídeos subidos por «camaraurbanaleon» a YouTube© para que también lo disfruten mis lectores (que corresponde al bis final).

Y el británico John Rutter (1945) completó esta fiesta de música sacra juvenil, coral y orquestal con su versión de otra partitura plena como su título de la belleza de la tierra, For the Beauty of the Earth con todos mucho más ensamblados, vigorosos, entregados, convencidos, siempre bajo la batuta del maestro García Díez que les infundía esa confianza para disfrutar hasta el último aliento, un coro casi angelical y la orquesta en comunión ideal con las voces. Muchas más gracias a «camaraurbanaleon» por estos vídeos que resultan la mejor ilustración posible de esta crónica de «el día después»:

Un verdadero triunfo y agradecido de haber estado en este concierto del que «mis extranjeras» se llevaron una óptima impresión del nivel musical en una ciudad como León. Las viandas posteriores así como la sobremesa y el paseo posterior sirvieron para completarles un poco de la historia que siempre es mucha, más si hay tanta como en la capital, en la Catedral y en la música escuchada. La prensa titulaba «Culto, cultura, coro» que sirvió de presentación a Rubio y de disculpa posterior para el que suscribe poder seguir comentando hasta avanzada la noche.

Pinturas corales doradas

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Sábado 16 de noviembre, 20:30 horas. Basílica Santuario del Sagrado Corazón, Gijón: V Encuentro Coral de Música Sacra: Coro El León de Oro, Marco A. García de Paz (director). Obras de Mouton, PalestrinaAlonso LoboVictoria, Schütz, Pearsall, Grieg, Stanford, Holst, Pizzetti, Josep Vila y Ola Gjeilo.

Organizado por el RGCC y luchando contra la tijera cultural vuelve la música sacra a la capital de la Costa Verde en la incomparable «Iglesiona» que se llenó para disfrutar de nuestro coro mas internacional y laureado, un imprescindible para este Encuentro, legión de leónigans que acudimos a una auténtica lección histórica coral, perfectamente programada cronológicamente con un repertorio que sigue asombrando por su sabia elección para estas voces que marcan referencia. Las cualidades de El León de Oro siguen impolutas pese a la siempre necesaria renovación, porque el Proyecto LDO está muy bien asentado: cimientos sólidos desde su origen que mantienen segura la estructura vocal más las voces jóvenes que ascienden desde «Los Peques» o se suman ilusionados a la construcción del «coro grande» comulgando con esa búsqueda de la perfección. Empaste, afinación, equilibrio, dinámicas impresionantes, policoralidad exquisita, disciplina, mucho trabajo, entrega total y así hasta el infinito.

Cada partitura resultó un fresco que no admite corrección en su pintura, colores distintos para todas ellas a lo largo de esta historia de pintura coral que el maestro García de Paz va sacando con detalle a flote, perfilando, dibujando cada melodía como personajes pintados que descubrimos a medida que avanza la obra.

Nesciens mater (Jean Mouton) como un Leonardo en Francia, Nunc dimittis (Palestrina) auténtico Miguel Ángel y sentando cátedra del espíritu tridentino referido a la polifonía religiosa, Versa est in luctum (Alonso Lobo) cual Pedro Berruguete, y a continuación Regina coeli (Victoria) auténtico El Greco de la polifonía sacra hispana. Coro completo, medio o doble para jugar con la paleta vocal, siempre el color preciso y la temática contenida, ascetismo no exento de placer. El salto alemán, como si de Durero se tratase, vino con Heinrich Schütz con dos maravillas corales: Die mit Tränen säen, SWV 378 y Selig sind die Toten, SWV 391 que no pueden faltar en este recorrido histórico del Renacimiento al Barroco partiendo siempre del ideal romano y universal pero con el peculiar estilo de cada escuela, esta vez «dorada» por bien pintada a cargo del tándem LDO – Marco Antonio García de Paz que volvieron a sacar de cada partitura intensidades y líneas impensables. Para la primera parada rodear al público en su ubicación, compartir con nosotros esta nueva perspectiva sonora del Lay a garland (Robert Lucas de Pearsall) que abrazó con cuerpo este clásico coral.

Tomado el aire necesario y el cambio en la «base de imprimación» para continuar el fresco histórico coral, tras el «tactus» renacentista o el marcado silabeo barroco antes del equlibrio clásico, desde Noruega nos pintaron el Ave maris stella (Grieg) con la luz estival del norte antes del estallido siempre contenido para los sentidos del irlandés Sir Charles Villiers Standford y su motete Beati quorum via, el latín como idioma católico y la polifonía a su servicio en una forma musical que hace brillar como nadie a este coro que sigue alcanzando cotas increíbles en todas sus cuerdas, luminosidad que nunca ciega por la delicadeza de sus matices capaces de «forti» en su punto exacto al lado de «pianissimi» que quitan la respiración. Sigue asombrándome la versatilidad demostrada por el coro gozoniego, capaces de interpretar músicas de cualquier época con tanto rigor, aunque el gran público parece gozar más en la cercanía cronológica y ellos mismos «soltando tensiones» acumuladas antes de un nuevo derroche sonoro como sólo son capaces de alcanzar pletóricos. Y planetario resultó entrar en el siglo XX con el Nunc dimittis de Holst, nuevo ejemplo de la persistencia de Palestrina capaz de pintar un mismo tema con técnica y lenguaje distinto, mirando la bóveda ovoide de «la iglesiona» con esta música vocal en estado puro para «El León de Marco» seguido por el Agnus Dei (del «Requiem» de Ildebrando Pizzetti) que volvió a rodearnos a los asistentes en total simbiosis. Cada final de obra mimado permitiendo paladear el último suspiro antes del aplauso arrebatador con un público totalmente entregado al placer coral de la música sacra.

Josep Vila i Casañas (1967) y su Sanctus – Benedictus también es «equipaje» habitual del coro y más en estos conciertos sacros, mostrándonos obras actuales de nuestros compositores que triunfan en todo el mundo. Partitura maravillosa de este catalán que han hecho suya con una riqueza tímbrica sumada a las cualidades ya citadas, calidad coral en una interpretación emocionante, fresco hecho lienzo.

Como última experiencia cromática añadir el color del cello a este coro supone la rúbrica del paseo histórico de un concierto siempre emocionante. El noruego afincado en Estados Unidos Ola Gjeilo (1978) ha compuesto su Serenity (O magnum Mysterium) para coro y violoncello, esta vez del propio coro (Manuel Quintana) que dando el paso adelante pareció mudar su voz de bajo a las cuerdas del instrumento (dicen que más cercano a la voz), hacerlo cantar con un empaste más allá de la perfecta escritura de esta obra de nuestro tiempo interpretada con la misma calidad que el Mouton que abría velada cual cierre expositivo de esta auténtica lección de música coral cronológica y estilísticamente perfecta, siempre con «el lenguaje eterno del alma«.

Foto ©LDO / Víctor Gallego

Entregada una placa de agradecimiento al coro que inauguró en 2009 este ciclo y siempre que se les llama acuden a la cita, bisaron Holst en otro fresco coral todavía más lumínico en esta segunda «pasada del pintor Marco», y aunque finalizado hubo despistados (o hambrientos) que la hora debía parecerles avanzada, la exposición de pintura coral volvía a cerrarse como estaba prevista recreando «Serenity», serenidad aún más emotiva por parte de todos que volví a escuchar con los ojos cerrados. Tengo que seguir confesándome «leónigan» hasta la muerte. Gracias.