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Juramento para arrancar temporada

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Jueves 27 de febrero, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXI Festival de Teatro Lírico Español. El Juramento (Joaquín Gaztambide); Sabina Puértolas (María), Carmen González ( La Baronesa), Gabriel Bermúdez (El Marqués), David Menéndez (Don Carlos), Xabier Ribera-Vall (El Conde), Javier Galán (Peralta), Manuel de Diego (Sebastián); Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» (director: Rubén Díez), Oviedo Filarmonía, Dirección Musical: Miguel Ángel Gómez Martínez. Dirección de escena. Emilio Sagi; Vestuario: Jesús del Pozo. Edición crítica: Ramón Sobrino. Precio entrada Principal: 26€ más 1€ de gestión.

Buen arranque de esta vigésimoprimera temporada de zarzuela que apuesta por obras poco programadas (salvo la «Marina«) de elencos y puestas en escena equilibradas. El Juramento de Gaztambide venía al Campoamor con el mismo reparto y producción del reestreno madrileño en noviembre de 2012 excepto El Conde, y rodada también en Pamplona, lo que suponía una apuesta sobre seguro como así resultó.

Con una partitura desigual aunque exigente en los papeles protagonistas (momentos a capella, romanzas, dúos y concertantes de registros extremos, cambios rítmicos y mucho texto hablado), la «firma Sagi» elegante en todo -como el vestuario de Jesús del Pozo– y sobre todo la magistral lección de dirección del granadino Gómez Martínez fueron los pilares en los que las voces se apoyaron, comenzando con el coro que cumplió en cada intervención, vocal y escénicamente, destacando las voces graves en el difícil arranque del tercer acto.
Las protagonistas femeninas brillaron con luz propia, especialmente Sabina Puértolas que ha ganado registro grave manteniendo ese timbre de calidad y calidez, con proyección y emisión potente en el sobreagudo final del primer acto, personaje el de María que se deja querer, frente a una Carmen González algo sobreactuada en lo vocal pero dándolo todo en los textos hablados para una auténtica recreación de la baronesa.
Aseado el elenco masculino de timbres poco diferenciados en los barítonos, donde el marqués Bermúdez estuvo desigual, con una línea de canto algo plana aunque segura; más que correctos Peralta Galán y Sebastián de Diego, buena actuación del conde Xabier pero sobre todo el nuevo triunfo del asturiano David Menéndez, papel breve pero muy agradecido el de Don Carlos, desde un timbre contundente que llega a todos los rincones del teatro, incluso en los pianos, manteniendo una musicalidad siempre enorme y cautivadora para cantar la hermosísima romanza «Esta es la misma ventana» que el público aplaudió largo y tendido. Momento dulce de nuestro barítono en un rol que lleva cantándolo años y ha hecho totalmente suyo.

Volver a destacar la dirección magistral de Miguel Ángel Gómez Martínez, dirigiendo de memoria y atento a las voces, ayudándolas en todo momento -algo que las nuevas generaciones parecen olvidar-, mandando en una orquesta ovetense que en el foso no suena igual que en los conciertos pero cumplidora sin reparos en todas sus secciones para esta partitura engañosa para el profano y llena de momentos de gran tensión dramática como el propio preludio, transmitiendo desde la batuta todo el saber del gran maestro andaluz.

Quedan dos representaciones más y en abril volverán otro par de títulos poco programados antes de la clausura en junio con el esperado Curro Vargas.

Una Lucia de ahora

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Viernes 19 de octubre, 20:00 horas. Teatro Campoamor de Oviedo: LXV Temporada de Ópera, Lucia di Lammermoor (Donizetti).

Sabina Puértolas (Lucia), Albert Casals (Edgardo), Javier Galán (Enrico), Simon Lim (Raimondo), María José Suárez (Alisa), Charles dos Santos (Arturo), Josep Fadó (Normanno); Dirección musical: Marzio Conti; Dirección de escena: Emilio Sagi; Diseño de escenografía: Enrique Bordolini; Diseño de vestuario: Imme Möller; Diseño de iluminación: Eduardo Bravo; Dirección del coro: Patxi Aizpiri. Orquesta Oviedo Filarmonía; Coro de la Ópera de Oviedo.

Con nuevo lleno en el coliseo carbayón pude asistir a otra Lucia que realmente no decepcionó, un segundo reparto o como apuntaban en algún sitio, reparto joven, un triunfo por lo equilibrado de unos intérpretes que logran la magia de una obra de arte total, y donde la navarra Sabina Puértolas fue auténtica protagonista en todos los sentidos.

No hay nada como el directo y mi delantera de principal permitió deleitarme de principio a final con esta Lucia que llevo en lo profundo de mis entretelas líricas formando parte de mi biografía vital.

La escenografía volvió a ser impecable (aunque sigo pensando cambiar daga por pistolón), descubriendo auténticos cuadros humanos y captando el ambiente nublado que logran las transparencias.

La orquesta perfecta, colocada como en concierto logró sonoridades más que dignas, destacando la flauta al lado de un inspirado Conti en la escena de la locura para el mejor entendimiento con la soprano, el arpa en su sitio plenamente inspirada, y un solo de cello con música pura para ese final de «bella alma enamorada». El maestro italiano volvió a sacar del foso lo mejor de sus músicos y a concertar con cantantes y coro de manera «pactada», dejando mandar a los protagonistas y no al revés (como sucedió en las anteriores representaciones), vital pero contenida cuando así lo pedía la partitura.

El coro que dirige Aizpiri sigue asombrando por afinación y actuación en esta ópera que les exige en todas y cada una de sus apariciones, dominándola como auténticos profesionales. Tanto las voces graves como al completo supusieron completar y equilibrar una representación que recordaré en el tiempo.

También repetían la perfecta Alisa de Mª José Suárez que hizo pleno en las cinco representaciones dando una lección de lo que en el cine llamaríamos actores de reparto, en su sitio y sumándose a la musicalidad que flotó en toda la obra, al igual que el Arturo del uruguayo Charles dos Santos, nuevamente ajustado a su breve pero difícil intervención, lo que ya es de destacar.

Del resto y por preferencias personales: bien el Normanno de Fadó, convincente y poderoso el «malo de la película», un Enrico de Galán convincente, poderoso pero nada sobreactuado; el Raimondo del coreano Simon Lim nos devuelve los bajos de antes, redondo en el grave sin perder nunca musicalidad, cantabiles en su sitio y bien empastado en dúos y concertante; el Edgardo del barcelonés Albert Casals nos dejó no ya un sexteto de lo más aseado con sus compañeros, sino unos dúos bien cantados por lo sentidos, más las conocidas arias que dejó con seguridad, con proyección incluso en medio de la escena y fermatas de la «escuela Kraus«, todo con un color de voz apropiado a su personaje, aunque me hubiera gustado algo más de garra ante sus «antepasados», que compensó con un suicidio perfecto.

© Ópera de Oviedo

Y dejo para el final a la auténtica protagonista que nos hizo enloquecer, a mi admirada Sabina Puértolas que recreó una Lucia de nuestro tiempo, personal, «creciendo» desde la enamorada inicial, pasando por la enamorada engañada y rematando en una locura plenamente romántica y nada esquizofrénica, técnica asombrosa al servicio de una musicalidad que desborda cada intervención siempre dramatizada en su punto exacto, llenando por completo el escenario de principio a final. Su gama dinámica resulta impactante por la engañosa sencillez, sus graves poderosos, sus agudos cristalinos y cada una de las agilidades llevadas con una limpieza y tempo que el maestro Conti entendió a la perfección, sin cortar los finales y dejándonos disfrutar de una personal y gran Lucia que renombré como Sabina de Lammermoor o incluso Lucia Puértolas, a seguir en este siglo XXI donde se convertirá en un referente. Toda una recreación de uno de los personajes grandes de la ópera.

No quiero olvidarme del buen programa a 5€ que sustituye aquellos tomos por temporada que guardo de consulta obligada, que incluye ensayos sobre locura y sobre todo textos para la ocasión, destacando «El falso amor» de Vanessa Gutiérrez de quien cito «… has estado más viva que aquello que habrá de sobrevivirte».

Precios asequibles y equilibrio musical para una obra por la que no pasa el tiempo logran resultados óptimos y el delirio de un público que alternaba habitual con nuevo. Al descanso me comentaba una joven autoconfesada heavy con entrada regalada por sus jefes, su feliz iniciación con La Traviata pero que esta Lucia (y faltaba lo mejor) le estaba encantando… Mi respuesta era fácil: fuera prejuicios y a disfrutar.

Así se asegura

Larga vida a la ópera

Experiencia Milanov

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Ya he sacado mi abono de la OSPA, ilusionado ante una temporada que promete ya desde los prolegómenos.
Me consta que la crisis nos pasará factura a todos, y la cultura, en especial la musical (con orquestas que desaparecen) ha sido de las primeras donde se metió la tijera; de hecho la «caída» de la Obra Cultural de la Caja (de Ahorros) de Asturias ya nos privó de la gira de verano con Daniel Sánchez Velasco a la batuta, y la aportación a nuestra orquesta asturiana desconozco si bajó o directamente desaparecerá, como sucederá igualmente con el Festival de Órgano CajAstur (había llegado a la XXIII edición).
Al menos el precio del abono completo es el mismo que el año pasado, 199,50€ en butaca, lo que siempre agradezco tras el «varapalo» (404,00€) del Ciclo del Auditorio (Conciertos y Jornadas de Piano) y las óperas fuera de abono que también me llevan otro pico (56€) de un sueldo cada vez más menguado…
Pero no quería perderme Turandot con mi querida Liù Beatriz Díaz (ya la disfrutaron en Bilbao) o la siempre emblemática Lucia de Lammermoor con Sabina Puértolas (en el primer reparto está Mariola Cantarero). No descarto poder escuchar alguna otra pero el bolsillo no estira más, las localidades baratas se agotan y las navidades no tendrán paga extra. La OSPA estará en el foso, privándonos como abonados de otros conciertos (es parte de la subvención regional) y obligándonos a pasar por taquilla en el Campoamor.
Septiembre para muchos es el inicio del curso académico, y pendiente del pasado el concierto de Krystian Zimerman para el viernes 14 la puesta de largo con Rossen Milanov será el viernes 28.

A destacar, dentro del obligado ahorro, la publicación trimestral con los programas, intérpretes y comentarios, evitando el despilfarro en programas que acababan, supongo, en el contenedor de papel. Los ejemplares sueltos se venderán a 2€ y espero que en los conciertos repartan una cuartilla con el programa, más que nada para los no abonados y no cargar con la «revista» los habituales. La idea me parece muy buena y ya había organismos que hacían algo parecido, hoja suelta del programa y libretos de pago, caso de la propia Ópera ovetense.
También quiero destacar la sabia elección de programas y formas de pago (siguen los bloques temáticos con obras de siempre alternando con otras menos habituales y algún estreno que otro), los solistas de primera como el violinista Kristof Barati, el trompista Stephan Dohr o el pianista Alexander Melnikov entre otros, así como invitados ya conocidos como David Lockington o Perry So,  mientras «los de casa» también tendrán un hueco, volviendo mi querido Pablo González a la batuta, los solistas Vasiliev o Brandhofer, y en especial mi idolatrado coro «El León de Oro» que cantará una Novena de Beethoven ya lejana en mis directos, el día 12 de octubre apoyado por el Lírico de Cantabria.
La campaña publicitaria de la temporada se encuentra por muchas «piruletas» carbayonas con el slogan Experiencia Milanov. Viviremos una temporada donde la gran novedad será convertirnos en la primera institución europea y de la comunidad hispanohablante colaboradora del Carnegie Hall con su exitoso programa Link Up / Conéctate, de la que iremos desgranando desde aquí las aportaciones en la educación musical para estudiantes de 9 a 13 años, implicación directa del maestro búlgaro que siempre apuntó al aspecto didáctico como creación del público del mañana, algo que el Wert del ramo parece no tener en cuenta para la «vuelta a los 60s» donde la Música, como la Plástica, eran consideradas «marías», aunque la otra María religiosa permanezca en la Enseñanza Pública y parece volver la separación por sexos con dinero de todos los contribuyentes. Pero esto es otro cantar.

Voy contando los días para el comienzo de mi actividad habitual donde la música es parte de mi vida, profesión y vocación de la que puedo presumir en estos tiempos. Prometo seguir compartiéndolo desde aquí (ya van a cumplirse cuatro años tecleando).

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