Inicio

Maruxa de Urquiola

2 comentarios

Jueves 21 de febrero, 20:00 horas. Oviedo, Teatro Campoamor, XXVI Festival de Teatro Lírico Español: Maruxa (Amadeo Vives).
Oviedo quiere zarzuela y el público respondió con un lleno donde los pateos iniciales ya repugnan un poco, aunque pierden intensidad en esta «Maruja» de chapapote, gris, incómoda y floja, pero en absoluto pastoril.

Expectación para este inicio de temporada con la producción de Paco Azorín ya estrenada en Madrid y ahora en la segunda capital lírica española, con revisión musical de Miquel Ortega, y un elenco desigual donde lo más destacable fue la Oviedo Filarmonía bajo la batuta de José Miguel Pérez-Sierra y el Pablo de Rodrigo Esteves, inconmensurable, potente, dominador de la escena y un placer escuchar a este barítono ya asentado en el panorama lírico español.

Evolución imparable la del tenor asturiano Jorge Rodríguez-Norton como Antonio, pues supone sacarlo de los roles cómicos para poder escucharlo en un papel con más enjundia, perfecto de emisión cuya voz va tomando cuerpo, puesto que su musicalidad es innata y siempre triunfa en casa.

Reconociendo las dificultades de una partitura endiablada para los personajes femeninos, con registros extremos, especialmente los graves, y si además la orquesta mantiene unas dinámicas concertísticas algo excesivas, tanto la Maruxa de Carmen Romeu, debutante en el rol, como Svetla Krasteva en el papel de Rosa, cantado también en Madrid, tuvieron que emplearse con más técnica que dulzura, mayor peso dramático el de la búlgara que puso el gusto en su línea de canto aunque faltase una diferenciación de colores en las sopranos que hubiese facilitado mayor empaste. Ambas demostraron volúmenes amplios y agudos seguros siempre con un esfuerzo vocal encomiable. Pese a todo el cuarteto solista luchó por sacar adelante sus intervenciones a pesar de las incomodidades como el plano inclinado de la mesa, los humos que se meten por la garganta o trozos de pizarra en el suelo que supongo dificultan la posición necesaria para cantar.

Inaudible, desafortunado en afinación, bajo sin cuerpo y carente de gracia el Rufo de Miguel Zabala, lástima porque es un personaje querido e importante en esta «gallegada» del maestro Vives que los de mi edad asociamos a José María Prada con el Golondrón (¡Ganapanes! ¡atrevidos!) en aquellas zarzuelas de película emitidas por televisión en blanco y negro (después supimos que había color) con voces legendarias como la dirigida por Juan de Orduña.

Simplemente cumplieron los «comprimarios» del coro Yolanda Secades (Eulalia) con Jorge Rodríguez en vez de Cristóbal Blanco (zagal fuera de escena) junto a una Capilla Polifónica (dirigida por Pablo Moras) que en el inicio entre bastidores se quedó ahí para centrarse algo más en el segundo acto y nuevamente escenificando lo imposible para dar credibilidad a una ambientación por lo menos extraña donde la romería se convierte en marea humana de voluntarios ecológicos.

Quiero destacar la plasticidad y belleza de María Cabeza de Vaca como Galicia sobre todo en el preludio inicial y la breve pero segura gaita de Vicente Prado «El Pravianu» con una muñeira en la bolsa al lado del escenario, redondeando una buena instrumentación de la veinteañera OFil que rindió al máximo, disfutándola en el preludio del segundo acto. Por su parte Pérez-Sierra nunca mimó las voces y las dinámicas fueron en contra de ellas, con un gesto amplio que instintivamente tiende al «forte» para dejar unas romanzas oscuras (como toda la función).

Mención aparte la escenografía que obvia el alegre verde para traer el chapapote del Urquiola, peor que el Prestige y todo más español, con apariciones desde el patio de butacas o en la escalera de acceso al escenario que visualmente ayuda pero cantar es otra cosa. Y no digamos de la mesa de juntas inclinada, diría que peligrosa incluso cuando se iza en un efecto de hundimiento logrado o cual rueda de prensa tras la catástrofe. El efecto del humo ya lo he comentado, y no suelo poner muchos reparos excepto cuando se entorpece el trabajo vocal. Quedan bien los poemas de Rosalía de Castro en la voz de María Pujalte, aunque suponga un calderón improcedente para la orquesta en el preludio del segundo acto; hay momentos visualmente impactantes pero oscurecer literalmente esta página gallega no actualiza un libreto ligero, exigente vocalmente y donde debe primar la música. Perdono la piel de oveja, la «iluminación» de Pedro Yagüe y el vídeo de Pedro Chamizo que ayuda a comprender el ambiente de astillero, incluso el vestuario sobrio de Anna Güell, monos blancos aparte. Lástima que el resultado final resultase gris plomizo para la música de Amadeo Vives.

Golondrinas de altos vuelos

Deja un comentario

Jueves 16 de febrero, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXIV Festival de Teatro Lírico Español. Las Golondrinas (música José María Usandizaga – libreto Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga). Abono butaca de Principal, cuatro funciones: 90 €. Fotos del autor, más las sacadas del libreto y Web de OFil.

Desde el madrileño Teatro de La Zarzuela llega esta producción al Teatro Campoamor con el mismo elenco del pasado (re)estreno en octubre pasado, con dirección de escena de Giancarlo del Mónaco y musical del asturiano Óliver Díaz al frente de la Oviedo Filarmonía y la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» (que actualmente dirige Pablo Moras) en esta recortado festival con una entrada rozando el lleno en una joya musical como la del donostiarra Usandizaga.

Obra compleja para todo el elenco, de la que Díaz sacó lo mejor desde su dominio musical total tanto para una orquesta en foso entregada, arropando las voces y protagonista absoluta de los bellos preludios del primer y tercer acto llevados sin necesidad de batuta buscando el lirismo preparatorio de los números siguientes y permitiendo brillar a los solistas como si de voces se tratase. Volúmenes bien trabajados, planos orquestales bien diferenciados, tiempos de difícil encaje con las voces pero siempre ayudándolas. Porque Usandizaga posee un lenguaje que para el año de su estreno (1914 y después como ópera en 1929) tuvo que asombrar y la mantiene plenamente actual, escritura difícil de cantar no solo para el trío protagonista por las pocas referencias melódicas desde el foso manteniendo una orquestación tan protagonista como las romanzas, dúos o coros que exigen del trío una afinación perfecta unida a momentos escénicos de espaldas al público que tampoco ayudan a la mejor proyección.

Con todo esta zarzuela-ópera trajo el reparto madrileño donde volvió a brillar en primer lugar el Puck del barítono brasileño Rodrigo Esteves, complejo en caracterizarlo sin excesos, remarcando su brutalidad con momentos íntimos (hermosos sus dúos con las protagonistas) merced a una voz penetrante y rica de matices. Bien cantada la conocida romanza «Caminar, caminar» y una voz en la línea de los que hicieron grande estas Golondrinas, con un final rotundo y convincente.

Excelente la Cecilia de la mezzo canaria Nancy Fabiola Herrera, en un momento ideal, vocalidad serena y escena grandiosa, capaz de encajar unos textos complicados desde una dicción clara para recrear este personaje que siempre superó a Lina en todos los aspectos, carnosa en el grave, rotunda en los medios y unos agudos llenos de matices delineando un papel que le va física y vocalmente. Cada visita a Oviedo nos gusta más, profesionalidad total y musicalidad innata en una voz de referencia mundial.

La valenciana Carmen Romeu fue de menos a más reconociendo las dificultades apuntadas de la partitura y escena, pero tiene un registro grave casi inaudible y el fraseo no permitía hacer el español del todo inteligible. Añadir que su color en los dúos con Cecilia no permitía apreciar grandes diferencias, por lo que más que tesitura habría que buscar contraste, saliendo «perdedora» desde su primera aparición aunque escénicamente también tuvo momentos brillantes, mejorando en cada acto hasta el trágico final.

Sin problemas para el tenor asturiano Jorge Rodríguez-Norton como Juanito y en su línea habitual el bajo Felipe Bou que ha enlazado final de ópera e inicio de zarzuela, esta vez como Roberto, breve y seguro aunque algo corto de volumen en el registro grave.

La Capilla Polifónica sigue siendo el coro titular del festival lírico, suficiente en número para aunar escena y canto con cuerdas muy equilibradas para unas intervenciones tirantes que solventaron con su calidad, incluso en el segundo acto cantando de espaldas para recibir a la «Colombina» del segundo acto en un efecto visual que introduce a los espectadores en el propio espectáculo pero engaña al oído por su ubicación inicial aunque finalicen frente al patio de butacas. El tándem ovetense Capilla-OFil sigue funcionando a la perfección en la temporada de zarzuela, y más con directores como Óliver Díaz, teniendo que sumar para esta producción el excelente trabajo de Barbara Staffolani, directora de reposición y movimiento coreográfico (como figuraba en la fe de erratas para las páginas 4 y 13 del libreto).

Hay que mencionar a todo el elenco circense de verdaderos profesionales buscados para esta producción madrileña aunque con los «excesos» escénicos habituales como si de un horror vacui contagiase a los registas, pero sin ellos la escenografía de del Mónaco no hubiese sido igual, con unas notas al programa donde explica su concepción de «Las Golondrinas». Luces y sombras, el blanco y negro solo roto en el segundo acto por el colorido homenaje a la Commedia dell’Arte totalmente apropiado para la época, caracterizaciones y vestuario completando una representación sobresaliente.

La música de Usandizaga es digna de escucharse más a menudo, y no solo en aquellos «montajes» de la única televisión pública que sí culturizaba, siempre que contemos con repartos equilibrados, como en esta producción, aunque su dificultad obligue a programarla con cuentagotas. Al menos Oviedo ya la ha disfrutado para abrir boca hasta junio. Iremos contándolo desde aquí porque, pese al recorte reduciendo el festival a dos funciones para los cuatro títulos, esta temporada previa a las bodas de plata y en el Centenario del Campoamor, promete: Doña Francisquita 30 de marzo y 1 de abril, Don Gil de Alcalá 11 y 13 de mayo, más el estreno absoluto del Maharajá «asturiano» 15 y 17 de junio, música de Guillermo Martínez, libreto de Maxi Rodríguez y voces también de casa con el regreso a la «tierrina» entre otros, de nuestra Beatriz Díaz, estos días repitiendo éxitos cual Fura de Bóo.