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Beatrice Rana con Mikko Franck

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Jueves 8 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano «Luis G. Iberni»: Beatrice Rana (piano), Orchestre Philharmonique de Radio France, Mikko Franck (director). Obras de Tchaikovsky y Debussy. Fotos de Pablo Piquero, propias y de las RRSS.

Volvía cinco años después al auditorio ovetense el director finlandés Mikko Franck (Helsinki, 1979) con la orquesta de la que es titular desde hace 10 años, la Filarmónica de Radio Francia, y en esta temporada de despedida traía en su gira española (de nuevo con Oviedo en el mapa) a otra solista de altura, la pianista italiana Beatrice Rana (Copertino, 1993) con un programa que se abría nada menos que con el Concierto para piano nº 1 en si bemol menor, op. 23 de Tchaikovsky.

El cinematográfico y popular concierto del ruso encontró la conjunción de una formación no excepcional pero solvente y muy empastada, un director peculiar pero conocedor de sus efectivos, y una pianista capaz de aportar su personalidad, sabiendo plegarse a la orquesta como un instrumento más y brillar en sus momentos solistas. El arranque del Allegro non troppo e molto maestoso planteó ligeras dudas para encajar la misma pulsación entre la italiana y el finlandés, pero según fue avanzando este primer movimiento todo iría encajando poco a poco en su justa medida.

Beatrice Rana se mantuvo con una excelente sonoridad en los pasajes fuertes, con una digitación siempre limpia capaz de sobrevolar una orquesta que nunca bajó las dinámicas escritas, casi un combate sonoro más que el esperado diálogo y protagonismo compartido, ya que Mikko Franck no siempre trabajó la concertación desde su estilo peculiar de dirección, apoyándose o sentándose por momentos, pero (de)mostrando todo el colorido de «su orquesta», lo mismo que en el Allegro con fuoco final. La solista demostró además de energía en los tiempos rápidos, un exquisito Andantino semplice, delicado, refinado, cristalino y mejor arropado por los franceses, especialmente con la flauta de oro que volvería a brillar en el fauno.

El público que acudió en buen número al auditorio ovetense, premió con una larga ovación a la pianista italiana que nos regaló dos propinas, una rusa (creo que de Tchaikovski) y el Étude 6 “pour les huits doigts (Debussy) lleno de virtuosismo, agilidades y sentido lírico casi etéreo para poder apreciar cuánta musicalidad y calidad atesora Rana, cual prólogo a una segunda parte plenamente francesa.

La orquesta francesa con la coreana Ji-Yoon Park (1985) de concertino, fue ampliando plantilla y mostrando el mismo poderío que en la primera parte, con unos solistas de calidad -especialmente la madera- y en el Preludio a la siesta de un fauno ya gozamos en el inicio con Mathilde Calderini y su flauta de oro protagónica junto al oboe de Hélène Devilleneuve. Mikko Franck más atento a las dinámicas que al tempo, prestaba atención a los fraseos de una cuerda homogénea, de graves profundos,  dejándonos una interpretación sensual y misteriosa aunque sin la ensoñación esperada para una formación que defiende a sus compositores.

Ya con todo el arsenal sonoro llegarían los «tres esbozos sinfónicos» como denominó Debussy a La mer (1903-1905), imágenes sonoras donde volver a disfrutar de todas las secciones de la radiofónica orquesta francesa. Una ejecución limpia aunque algo estridentes los metales (las trompetas sobremanera), pero disfrutando sobre todo de la madera, con la colorida tímbrica de esta composición diferenciando bien los planos sonoros y con tres pasajes independientes en cuanto a diseño y carácter (interrumpidos por un teléfono que parece abonado a estropear los momentos más delicados): el amanecer vaporoso, el juego de las olas algo oscuro  aunque bien fraseado, y los vientos de un agitado y estruendoso final, sin la magia previa de los violines lejanos antes del clímax bien dibujado la por batuta de Franck.

Está claro que los finales grandiosos levantan bravos en el público, y el director presentó una obra «poco escuchada en Oviedo ¿o no?» de su compatriota Heino Kaski (1885-1957) y contemporáneo de Sibelius: el Preludio op. 7 (en versión orquestal del original para piano) donde el director finlandés llevó a la cuerda mirando al patio de butacas, poniendo fin a un concierto muy francés y a una gira española que les dejó exhaustos (así me lo comentaba el violinista napolitano Guy Comentale antes del concierto, avituallándose para el descanso cerca del auditorio) en el día que teníamos a León XIV como nuevo Papa.

PROGRAMA:

Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893):
Concierto piano n° 1 en si bemol menor, op. 23:

Allegro non troppo e molto maestoso

Andantino semplice

Allegro con fuoco

Claude Debussy (1862-1918):
Prélude à l’aprés-midi d’un faune (Preludio a la siesta de un fauno)

La mer:

De l’aube à midi sur la mer

Jeux de vagues

Dialogue du vent et de la mer

Fantástica Hahn

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Domingo 5 de mayo, 19:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Hilary Hann (violín), Orquesta Filarmónica de Radio Francia, Mikko Franck (director). Obras de Sibelius y Berlioz.

Crítica para La Nueva España del martes 7 con los añadidos de links (siempre enriquecedores y a ser posibles con los mismos intérpretes en el caso de las obras), fotos propias y tipografía, cambiando muchos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Finlandia y Francia unidas en un programa donde el gélido norte se volvió pasión como el vestido rojo de Hilary Hahn con el Concierto para violín en re menor, op. 47 de Sibelius más Berlioz entre cañonazos y pólvora mojada, aunque el maestro Mikko Franck presumió de nacionalidad y, pese a problemas físicos que le obligaron a dirigir sentado la mayor parte del concierto, el control total de la orquesta de la que es titular le levantaba para dibujar emociones patrióticas y musicales.

Sibelius en el violín de Hahn resultó pletórico de musicalidad y sentimiento, cálidamente virtuoso no ya por un sonido siempre presente sino por el mimo con que lo trató el director finlandés, excelente concertador y conocedor de la obra, amplísima gama de matices en los “radiofónicos franceses” para escuchar siempre a esta solista que habla y canta con su violín, tanto en las cadencias como con la orquesta. No importan móviles maleducados que comienzan a ser odiados, aplausos tras el Allegro moderato o toses inoportunas pues no perdió tensión ni entrega. La fantástica Hilary enamoró con todo un catálogo de lirismo, melancolía (Adagio di molto) y explosión pasional en el último Allegro ma non tanto donde los franceses siempre respondieron al maestro Franck en dinámicas, limpieza y equilibrio. Violín cálido en el registro grave y apasionantes agudos con un arco de otro mundo para lograr una interpretación asombrosa de solista, director y orquesta. La Sarabande de la Partita 2 de Bach un auténtico regalo, fascinación para la intérprete norteamericana y el público al que firmaría muchos discos tras el concierto.

La Sinfonía Fantástica de Berlioz sirvió para mostrar músculo y poderío de gran formación filarmónica, secciones impecables y seguras con una cuerda limpia donde destacaron violas y contrabajos por sonido aterciopelado entre todo un ejército sinfónico, sobrepasando el centenar con cinco percusionistas. La apuesta del finlandés para el compositor francés fue la misma: mantener un sonido pulcro e impecable en toda la orquesta, con “Un baile” juguetón entre dos sosos “Ensueños” sin pasiones y la impoluta “Escena en el campo”, aunque la “Marcha al cadalso” (destacando el corno inglés contestado por el oboe fuera del escenario), nos dirigió al verdadero aquelarre final en la instrumentación pletórica de Berlioz.

Sibelius vencía a Berlioz en su casa, Franck necesita emociones propias y nada mejor que “Finlandia”, más que propina espectacular fuera de programa donde la Orquesta Filarmónica de Radio Francia sacó músculo y Hilary Hahn fantástica como la tierra de Mikko Franck.

Alta costura sinfónica

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Lunes 19 de marzo, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del AuditorioOrchestre Philharmonique de Radio FranceMyung-Whun Chung. Obras de DebussyStravinsky y Ravel.

Podría haber titulado la entrada como perfume francés, cocina gala o incluso fuego de terciopelo porque todos servirían para plasmar lo escuchado en estos «Conciertos del Auditorio» que nos traen formaciones europeas de todo tipo y distinta calidad aunque con maravillas como la de la Radio Francesa, digna heredera de unas orquestas públicas que desde la radio y posterior televisión, tanto han hecho para promocionar la llama música clásica, y esta vez la propia música sinfónica francesa. Creo que no es chauvinismo sino defender y hacer valer lo de cada tierra, algo que los españoles y en particular los asturianos, deberíamos copiar.

El surcoreano Myung-Whun Chung lleva muchos años al frente de esta orquesta y se nota en cada detalle sobre la tarima, gestos suficientes y claros tras los que se esconden muchas horas de ensayo para lograr una gran orquesta llena de excelentes solistas y secciones impolutas donde la batuta, conduciendo todo el concierto ¡de memoria! deja fluir las genialidades y disfrutar escuchándose todos, con una sonoridad propia, redonda, potente y callada, ajustada al estilo de cada partitura, todavía más cuando en todas las notas el perfume que se respira es parisino a más no poder.

La primera parte sirvió para homenajear los 150 años y hacer «desfilar» el Debussy delicado del Prélude à l’après-midi d’un faune (Preludio a la siesta de un fauno) y Le mer, trois esquisses symphoniques pour orchestre (El mar, tres bocetos sinfónicos para orquesta), auténticos figurines sinfónicos que sirven para bailar y también de cocktail, detalles de calidad exquisita cual Chanel nº5 en el solo inicial de flauta extensible a trompas y oboe para cortar unas telas de colorido oriental que debemos escuchar desde lejos para apreciar los distintos brillos. Y un Mar Cantábrico que baña también nuestra tierra resultó tal como lo pensase el compositor: ese Desde el amanecer en un mar contemplado desde tierra, una evocación de color paulatino desde la penumbra al resplandor del mediodía, los Juegos de olas otoñales rompiendo en pedreros cercanos al Faro Vidio, hasta un invernal Diálogo del viento y el mar plenamente «animado y tumultuoso», toda la gama de colores grisáceos rotos por los resplandores de tormentas siendo la orquesta un galeón y el surcoreano almirante al timón capaz de surcar estas aguas procelosas con una maestría digna de estudio sin apenas notar el mar de fondo.

Más la segunda parte traería la alta costura francesa en todo su esplendor, Stravinski cual modisto ruso afincado en París trabajando en el taller de sus colegas de profesión y programa, cosidos a mano, sedas y satenes confeccionados en rojos aterciopelados de El pájaro de fuego (versión 1919), hilos dorados en todos los remates donde los broncíneos trombones se entretejían con las trompas y tubas en encaje impecable, siete «modelos» para cada número de la suite válidos a todas las horas del día, con una Danza infernal rompedora y la Berceuse realmente noctámbula, explotando en un Final sobrecogedor, modelos apolíneos para estos ropajes del gran «diseñador sinfónico» Chung.

Y quién mejor que el gran Ravel y La Valse para concluir este desfile donde los «complementos» brillaron tanto o más que la propia ropa, porque la versión disfrutada creo que ha sido la mejor que escuchado nunca (y tengo versiones para dar y tomar). Desde la gama de color hasta unos rubati que hicieron empalidecer incluso a la Viena Imperial, unos matices que aplacaron brotes otrora habituales, y sobre todo una cuerda que hizo lucir todo el conjunto, siempre atento al ímpetu coreano no siempre contenido.

La copa de champán, francés por supuesto: ¡qué obertura de la Carmen de Bizet nos regalaron los «radiofónicos franceses» con Myung-Whun Chung de maestro de ceremonias inigualable!.

Si los grandes creadores de moda son del país vecino, el desfile sinfónico de Haute Couture brilló para convertir Oviedo en el París español. Que no baje el listón porque el Prêt-à-porter no sienta igual de bien, aunque resulte más barato…

P. D. El miércoles 21 aparecen las críticas de Aurelio M. Seco en LVA y la de Joaquín Valdeón en la edición impresa de LNE.