Inicio

In Iuvenum Paradiso

Deja un comentario

Miércoles 29 de marzo, 20:00 horas. Iglesia de Sta. María La Real de La Corte, Oviedo: Concierto Coro del CONSMUPA «E. M. Torner» de Oviedo, Marco A. García de Paz (director). Obras de Palestrina, Rheinberger, Lasso, Bruckner, Lauridsen y Fauré. Entrada libre (bien valió la Misa).

La formación musical de nuestros jóvenes comienza en la escuela aunque los políticos dicten leyes que parecen desear alejada del currículo esta parte esencial de nuestra educación. La profesional específica ha mejorado desde mis años de estudiante y ahora Oviedo tiene tanto conservatorio profesional como superior aunque nuevamente los dirigentes sigan ignorando lo importante que es mantener en activo a su profesorado porque las aulas no pueden dar la espalda a los conciertos, puede que lo más agradecido para todo músico. Y como políticos siguen dando largas mientras perdemos profesorado que también es concertista.
La tradición coral asturiana es antigua aunque como la propia vida ha tenido altibajos. Pero podemos presumir de tener a una formación capaz de competir al más alto nivel mundial como El León de Oro, a cuyo director Marco Antonio García de Paz ha fichado el CONSMUPA para sembrar en este mundo coral y asegurar un futuro donde hacer música pueda considerarse profesión y no solo afición, pensando incluso en continuar exportando talento si los distintos gobiernos mantienen no ya esta miopía musical sino cultural.

El Coro del CONSMUPA se presentaba en La Corte antes de su gira con un programa donde no podían faltar referentes históricos que el propio Marco conoce y lleva trabajando hace mucho tiempo. Así abrieron velada en una iglesia abarrotada con el intimista Sicut Cervus (Palestrina) a cuatro voces más el monumental Abenlied op. 69 nº 3 (Rheinberger) a seis, demostrando el arduo estudio para lograr la deseada afinación, el empaste y por supuesto la musicalidad en dos obras al alcance de esta juventud preparada que carece de vicios adquiridos en otras formaciones adultas, cantando con naturalidad y buena interpretación ambas partituras, perfectamente llevadas por Marco.

La polifonía también se hacía con instrumentos, optando por un trío de trombones ubicado en el coro rememorando aquellos ministriles que con los sacabuches divulgaban una música sacra no siempre doblando las voces. Héctor Gómez Sorrigueta, Javier Ulises Esteban Martín y Miguel Ramiro Artero nos interpretaron a Palestrina (Motete), Orlando di Lasso (Adoramus Te, Christe) y el original Bruckner (Aequale nº 1 WAR. 114) cantando una letra no escrita, respirando como un trío vocal y llenando La Corte de sonoridades de antaño con el ímpetu juvenil y majestuoso de tres partituras diría que orgánicas en cuanto a presencia y dinámicas.

No podemos olvidar que estamos en plena Cuaresma y la música religiosa ha dado maravillosas obras, siendo las siguientes dos claros ejemplos:
Primero el O Magnum Mysterium (M. Lauridsen) que García de Paz probablemente haya ensayado cientos de veces con «los leones» y otros coros, por lo que dominar tan maravillosa como complicada obra supone contagiar a este coro sabiduría y confianza. La interpretación ayudada por la acústica del templo estuvo plagada de buen gusto y hacer por todos, ricos matices, voces limpias en emisión con tesituras extremas donde las sopranos brillaron bien contrapesadas por una cuerda de bajos consistente, pero seguro lo habrán tomado como un examen sobre el que seguir trabajando los próximos ensayos. Así es el mundo de la música.

Y como «Proyecto final» el esperado Réquiem, op. 49 (versión 1893) de Gabriel Fauré, una de las obras que más habré escuchado, cantado y sobre tocado al órgano, esta vez un excelente Carlos García Álvarez, más un conjunto instrumental liderado por el profesor de viola Paulino Jardón, con un plantilla que dejo recogida en la copia del programa más arriba, sumándose un contrabajo (René Ispierto Jiménez), una trompa, dos trompetas, el trío de trombones más los timbales de Vanesa Menéndez Alonso, el solo de violín de Alejandro Trigo-Asensio en el Agnus, y dos solistas del propio coro aunque veteranos pese a su juventud: la soprano Olaya Álvarez Suárez (Pie Jesu) y el barítono Manuel Quintana Aspra (Offertoire y Libera me). La partitura tiene momentos gloriosos con el sello propio del francés y los instrumentistas deben sonar presentes sin tapar las voces, algo que Marco A. García de Paz tuvo presente desde el principio. Supo sacar esas armonías tan características sin perder la belleza melódica y todo el ropaje instrumental de los siete números, con los balances no siempre perfectos ante la reverberación, especialmente en los tempi más ligeros. Pero volví a disfrutar y poner la piel de gallina con el Introit et Kyrie, luz perpetua que sigue iluminando muchos momentos, el Pie Jesu de la soprano con voz angelical, limpia, afinada, sentida, casi infantil, o el Libera me de este barítono que prefirió el buen gusto a la potencia. No hubo problemas con las intervenciones del tutti, el órgano casi siempre se mantuvo en su sitio, salvo en In Paradisum que quedó algo atrás, los metales perfectamente ensamblados con las voces en el «Cordero de Dios«, los timbales lo suficientemente presentes para «la ira de Dios», y una cuerda más que suficiente para garantizar un réquiem más que digno a nivel global aunque el protagonismo lo lleva el coro, la voz del pueblo que ojalá tuviese la misma formación que esta juventud musical sacrificada y siempre apoyada por las familias sin las que su esfuerzo no se vería tan recompensado como en estos conciertos.

Enhorabuena a todos por llevarnos a este paraíso juvenil en uno de los «Réquiem» más luminosos y esperanzadores que se han escrito (curiosamente por alguien poco creyente) y a Marco Antonio García de Paz por continuar creyendo en la música coral desde nuestra tierra.

Elías victoriano

1 comentario

Viernes 11 de abril, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Concierto extraordinario de Semana Santa: OSPA, Svetla Krasteva (soprano), Margaret Mezzacapa (mezzo), Agustín Prunell-Friend (tenor), Hugh Russell (barítono), Olaya Álvarez Suárez (voz blanca), Coro de la Fundación Príncipe de Asturias (director: José Esteban García Miranda), Rossen Milanov (director). Elías, Op. 70 (Mendelssohn). Entradas: 27€ y 32€.

Si Bach sigue reinando en nuestros días parte de culpa la tiene Mendelssohn, y como tributo tras las dos pasiones del Kantor de Leipzig, desde esta ciudad donde tanta música se respira su espíritu llegó tras pasar por Gijón a la nuestra, capital donde la crisis ha salpicado menos la programación, escuchábamos por vez primera el oratorio Elijah con orquesta y coro asturiano más un quinteto solista de primera, todo ello bajo la dirección de Rossen Milanov, otro reto conseguido al tratarse de una obra de envergadura para todos los intérpretes así como para un público que sigue siendo escaso para la calidad ofertada y mal educado (los móviles son un peligro en manos inexpertas), para casi tres horas de auténtico espectáculo victoriano. Y es que el segundo oratorio del alemán, tras el también bellísimo Paulus, además de obra casi postrera en la corta vida de Mendelssohn, tuvo más popularidad en la Inglaterra, que tan bien le acogió, que en su Alemania natal, estrenándose en el idioma de Shakespeare en vez del germano original como bien recogen las notas al programa de Rafael Banús Irusta, religiosidad victoriana de esa sociedad donde los oratorios eran seña de identidad además de espectáculo esperado.

El Coro de la FPA ya afrontó hace muchos años la Sinfonía nº 2, «Lobgesang» Op. 52 también con la OSPA bajo la dirección de Alberto Zedda, registrada en CD. Desconozco si hubo toma de sonido más allá de la habitual de RNE, pero este Elías, Op. 70 pienso que supera con creces esta nueva interpretación de Mendelssohn. La duración total, cercana a las dos horas, además del abundante y complejo texto en inglés, supusieron un esfuerzo añadido, así como una atención permanente a la dirección para entradas siempre arriesgadas y dinámicas extremas, sumando cambios de tempi complicados, todo superado con nota, impresionando nada más arrancar el primer número en tutti y fortísimo «Help, Lord!«, aunque la cuerda de bajos siga siendo la «perjudicada» en estas obras sinfónico-corales, necesitada de más peso y registro grave.

Todo el coro estuvo a la altura esperada en este extraordinario viernes de dolores o viernes de pasión tornado en viernes placentero, sin maldiciones bíblicas y cargado de rotundidad desde una forma de cantar llena de experiencia. Felicitarles por un trabajo durísimo, con menos tiempo del deseado, aunque siempre se crezcan ante la adversidad, viniéndose arriba coloquialmente hablando, y dándolo todo con una profesionalidad digna de elogio y admiración.

De los solistas hay que citar en primer lugar al canadiense Hugh Russell como Elías, barítono del que su biografía dice es «elogiado por su carisma, dramática energía y belleza vocal», resultando realmente lírico, entregado, dramatizando al protagonista desde un despliegue técnico puede que demasiado elocuente pero pleno de facultades, siendo el auténtico triunfador para la mayoría del respetable.

La breve, pero hermosísima, intervención desde la balconada, del número 19 a cargo de la joven candasina Olaya Álvarez, cantante del coro «Aurum» (otro proyecto LDO), finalizando la parte primera del oratorio -de la que se eliminó el cuarteto «Cast thy burden upon the Lord«, nº 15-  fue otro de los momentos destacados, solo seguro, de voz limpia atacando el La agudo impecable que nos puso la piel de gallina a todos.

Las intervenciones de la hispano-búlgara Svetla Krasteva, habitual de Gijón cantando zarzuela y ópera, aunque creo debutante en Oviedo, siempre es un placer escucharla también en este repertorio sinfónico, de proyección nítida, fraseos repletos de musicalidad y dicción clara, empaste perfecto en los dúos y cuartetos -se eliminó igualmente el terceto nº 28 «a capella»-, jugando con el color para el carácter de los distintos roles (más ángel que viuda). Su intervención en el aria nº 21 «Hear ye, Israel!» que abre la segunda parte, fue todo un derroche portentoso de matices, línea de canto y fraseo.

El tinerfeño Agustín Prunell-Friend al que ya escuchamos en el auditorio, tiene un timbre particular, muy apropiado para estos programas sinfónicos, y pese a no tener muchas intervenciones en Elías, las solventó con naturalidad y buen quehacer, especialmente el aria nº 4 «If with all your hearts«.

Dejo para el final a la norteamericana Margaret Mezzacappa, también conocida en este mismo escenario por una Novena con la misma orquesta y dirección, igualmente cumplidora, segura en los solos aunque siga sin emocionarme por un vibrato que no me gusta, pese a reconocer que volumen le sobra.

Destacar la ubicación del cuarteto entre el coro y la orquesta, facilitando una mejor visión del director y volúmenes adecuados para las distintas apariciones en una partitura exigente de principio a fin, como bien explican en la entrevista a OSPA TV.

Finalmente una OSPA que hubo de recolocarse para lograr planos sonoros adecuados a este oratorio: maderas y trompas a la izquierda, contrabajos a la derecha, con timbales, tuba y trombones. Con la plantilla algo escasa en la cuerda para una obra de semejante magnitud sonora, pero contagiada por la implicación del maestro Milanov, el búlgaro desde la obertura inicial tras la primera intervención de Elías, fue más que arrogante espléndido por la entrega total y las proporciones de los condimentos a la hora de cocinarnos este Elijah, recitativos donde la orquesta funcionó como si de un clave sinfónico se tratase. Pletórico, marcándolo todo, preciso, claro, atento a cada uno de los intérpretes, concertando como nunca, aligerando números que podrían resultar pesantes… pienso que sacó el máximo de una obra que quizá necesitase algún ensayo conjunto más para alcanzar la magnificencia, pero es lo que tenemos y no podemos poner pegas, aunque optimizar recursos en música no debe significar recortar en nada.

Felicidades por este «Elías», seguro que tardaremos muchos años en repetirlo. Ahora unas breves vacaciones antes de volver a los abonos, pero ya los iremos contando…