Miércoles 19 de julio, 22:00 horas. Clausura del 72 Festival de Granada, Palacio de Carlos V, “Conciertos de Palacio”, Tríptico Mahler III: Angela Gheorghiu (soprano), Orquesta Joven de Andalucía (OJA), Víctor Pablo Pérez (director). Obras de Mahler y Puccini. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.

(Crítica para Ópera World del jueves 20, con los añadidos de links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite)

Como en mi bandera asturiana, esta septuagésimosegunda edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, he estado de principio a fin, alfa y omega casi simbólicos de nuestra propia vida, toda una película donde coinciden figuras que por edad están llegando a su ocaso (también pueden remontar cual Ave Fénix) junto otras que emergen en el siempre difícil universo musical.

Para clausurar por todo lo alto el alfa de una Orquesta Joven de Andalucía (OJA), esperanza sinfónica que hace 30 años sería impensable en un paisaje yermo de estudiantes con acceso a las formaciones, y que bien plantada la semilla ha germinado, crecido y dado su fruto. De importar atriles para nuestras orquestas hispanas a exportarlos por medio mundo.

En la dirección el burgalés Víctor Pablo Pérez (1954) de quien puedo presumir haberle visto comenzar su andadura en la entonces Orquesta Sinfónica de Asturias de 1980 a 1988, seguir su carrera posterior (volvería a Oviedo para dirigir María Moliner) y en plena madurez continuar aportando sabiduría a muchas orquestas, también las jóvenes como esta OJA, capaces de afrontar repertorios de altura compartiendo escenario con una de las voces más universales del momento.

Dejar como “omega” a la soprano rumana Angela Gheorghiu supone comprobar su trayectoria inmensa en una carrera que aún no tiene meta porque vive la vida desde la pasión operística y, deseándole larga vida, está claro que siempre ha sabido “morir en escena” como sus heroínas, a las que ha hecho suyas con interpretaciones históricas, y su Puccini granadino de Palacio Imperial la convierte en inmortal.

Dos mundos en la noche final, Gustav Mahler (1860-1911) y Giacomo Puccini (1858-1924), coetáneos que dejan atrás un romanticismo periclitado para comenzar un siglo XX distinto pero también convulso, aunque no lo esperasen, como sus vidas y composiciones, conocedores mutuos, de inspiración asombrosa donde la literatura marcará la simbiosis letra y música que engrandece sus partituras. Al menos por esta vez solo hubo una única letra, los libretos del genio de Lucca elevados al olimpo escénico.

Segunda actuación de Angela Gheorghiu en el festival, esta vez con la OJA eligiendo cuatro arias de Puccini por pares (con el Adagetto para orquesta en fa mayor separándolas): «In quelle trine morbide», de Manon Lescaut, «Donde lieta usci», de La bohème, «Un bel dì vedremo», de Madama Butterfly y «O mio babbino caro», de Gianni Schicchi. Auténtica exhibición vocal la de la rumana de musicalidad, gusto, técnica, dramatización de cada personsaje, matices y delicadeza que no siempre tuvo la respuesta de la potente orquesta detrás y no en el foso, aunque siempre pienso que es difícil contener la exuberancia sinfónica del de Lucca y más con jóvenes totalmente entregados. Víctor Pablo concertó bien con la soprano, no siempre fácil porque cada aria es un mundo y en intérpretes de esta altura, siempre distintas. Manon logró el silencio gélido de la bochornosa noche desde la primera frase; Mimi volvió a sacarnos la pena de una muerte joven como “la Gheorghiu” nos tiene acostumbrados a interpretar; la esperanza de Butterfly nos llevó a un Nagasaki con la pureza vocal y la carga dramática, para finalmente Lauretta cantar a papá poniéndonos la piel de gallina con los pianissimi y musicalidad que si al piano el pasado sábado cortaba el aire, con la OJA el público se rindió a sus pies. Personajes puccinianos, dramaturgia total y la categoría de una diva, dicen que la última, en agradecer el acompañamiento de unos músicos jóvenes que contarán a sus hijos esta noche histórica en Granada.

Y el regalo esperable con la orquesta sin miramientos de dinámicas para la página de Agustín Lara que Angela Gheorghiu, a quien le dejaron un abanico para aminorar el fuego, manejó la conocida canción en una personal interpretación dándolo todo en es final por todo lo alto volando sobre la tempestad sonora andaluza ante el delirio del público que llenaba el Palacio de Carlos V. Dos actuaciones de la rumana en este festival, hoy omega por la conclusión pero alfa ante la profesionalidad, entrega y excelencia de la espléndida Gheorghiu que está en ese momento de disfrutar cantando, y en Granada se le notó.

Con Mahler se abría y cerraba este concierto de clausura, la poco escuchada Nicht zu schnell, del “Cuarteto con piano en la menor” en orquestación de Colin Matthews que sirvió para templar a una OJA bien llevada por Víctor Pablo Pérez, más la Quinta que junto a la Sexta y Séptima conformaron un tríptico mahleriano muy interesante. Soy reiterativo cuando escribo que “no hay quinta mala” y la del bohemio no es una excepción. El director burgalés comenzó la Trauermarsch sin prisa, exponiendo su visión en los primeros compases, con una sección de metales equilibrada y afinada, la madera con la misma calidad, la cuerda iría ganando enteros, la tensión del Stürmisch bewegt nos dejó una percusión acertada, ya con toda la OJA rodando comandada por un Víctor Pablo claro en el gesto y marcando todo. Aplausos que me pregunto si se están convirtiendo en moda entre movimientos o provienen del desconocimiento, aunque vinieron bien para afinar ante la temperatura que aún era alta. El bellísimo Scherzo nos trajo a un solista de trompa excelente y unas lengüetas logrando ese toque “burlón”, mientras las dinámicas funcionaron algo descompensadas, de nuevo por el ímpetu juvenil, concertino a tener en cuenta, pizzicati rotundos y más aplausos al terminar este tercer movimiento. Al menos en el cinematográfico Adagietto no sucedió lo mismo, una cuerda aterciopelada plegada al rubato desde el podio, sin corbata porque la temperatura no bajaba y hasta alguna lipotimia hubo cual “Muerte en Granada” esperable, que no perturbó apenas el excelente clima alcanzado antes del optimismo final del Rondo – Finale. Allegro – Allegro giocoso. Frisch.
Alegría mahleriana al comprobar que hay futuro orquestal ante obras de envergadura, y emociones puccinianas contadas y cantadas por una Angela Gheorghiu cautivadora para un público donde no faltaron desde fans suyos venidos hasta de Texas, hasta las familias de los jóvenes que repetirán este jueves en Baeza. El examen granadino lo superaron con un bien alto, rozando el notable, y queda la reválida jienense tras el duro trabajo que siempre tiene recompensa.

PROGRAMA

Tríptico Mahler III

I

Gustav Mahler (1860-1911)

Nicht zu schnell, del Cuarteto con piano en la menor (orquestación de Colin Matthews)

Giacomo Puccini (1858-1924)

«In quelle trine morbide», de Manon Lescaut

«Donde lieta usci», de La bohème

Adagetto para orquesta en fa mayor

«Un bel dì vedremo», de Madama Butterfly

«O mio babbino caro», de Gianni Schicchi

II

Gustav Mahler

Sinfonía nº 5 en do sostenido menor (1902)

I. Trauermarsch. In gemessenem Schritt. Streng. Wie ein Kondukt

II. Stürmisch bewegt. Mit grösster Vehemenz

III. Scherzo. Kräftig, nicht zu schnell

IV. Adagietto. Sehr langsam – Attaca

V. Rondo – Finale. Allegro – Allegro giocoso. Frisch