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Hakim y su mundo sonoro

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Jueves 10 de noviembre, 21:00 horas. Catedral de León, concierto de clausura del XXXIII Festival Internacional de Órgano Catedral de León (FIOCLE), CNDM: Naji Hakim. Obras de J. S. Bach, C. Franck, J. B. Cabanilles y N. Hakim. Entrada libre.
Clausura ideal de la trigesimotercera edición del FIOCLE que ha vuelto a tener el respaldo del público, y por el que siguen pasando los mejores intérpretes del instrumento rey que en el caso del de «La Pulchra» por mi bautizado como «El Bicho Kleis» que en cada concierto sigue domándose, va sacando al aire catedralicio nuevos sonidos y combinaciones.

El organista, improvisador y compositor libanés Naji Hakim (31 de octubre de 1955, Beirut) afincado hace años en Francia al que descubrí en el 2007 dentro del defenestrado Festival de Órgano de Asturias, preparó un programa -actualizado por mí en el orden en que se ejecutó en León- que repetirá este sábado en el Auditorio Nacional de Madrid para conjugar pasiones y emociones. Primero Bach con su Passacaglia y fuga en do menor, BWV 582 en un avance de lo que vendría después, jugando en cada frase con los cinco teclados del Kleis más el pedalero sin perder detalle y ganando matices por los registros de cada uno, sin pausa antes de la fuga en pos de la mayor unidad antes de su propio homenaje en Bach’orama (2004) fantasía sobre temas del kantor y verdadero despliegue sonoro en la línea de los grandes organistas y compositores franceses. Melodías reconocibles de «Meine Gott» vestidas con el lenguaje propio de nuestro tiempo pero sobre todo por la búsqueda de timbres tan especiales que de nacimiento alemán pero ya con acento leonés nos trasladaron al París eterno (donde Langlais fue uno de sus maestros y sucedió a Messiaen en La Trinidad) en este órgano que asombra a público e intérpretes, silencios sonoros, arpegios celestiales, clusters dramáticos, disonancias rítmicas y tesituras extremas en «El Bicho» domado por Hakim.

Sin perder ambientación gala la Prière, op. 20, FWV 32 (César Franck) supuso el punto intermedio entre Bach y Hakim, todos ellos compositores y organistas dotados de una capacidad propia para conjugar tradición y modernidad en sus respectivas épocas aprovechando la evolución del instrumento para dotarlo de toda la expresividad posible, algo que el libanés entiende como pocos, verdadera oración sonora delimitando cada plano y protagonismo con rigor científico desde una profunda y sentida interpretación, flautados de cristal como las vidrieras de la Pulchra leonina.
El homenaje español en las manos de este excelente organista nada menos que Juan Bautista Cabanilles (1644-1712) y su Batalla imperial, escuela renacentista en un órgano atemporal que sonó histórico por los contrastes perfectos, ecos históricos en los coros norte y sur para contiendas trompetísticas capaces de reverberar contundentes a la vez que limpias. Encantados de ver nuestra música de oro entre tres grandes, el origen ibérico del mundo sonoro construido con tubos y fuelles.

Tras la guerra un remanso de paz como sólo Bach es capaz de crear, Liebster Jesu, wir sind hier, BWV 633/634, ahí estábamos todos meditando con este coral de Neumeister donde el sonido recrea la palabra y también la serenidad, oración musical breve del enorme libro de órgano del Kantor de Leipzig casi íntima, ornamentada en su punto para no descentrarnos de esa melodía profunda.

El Hakim compositor interpretado por él mismo es un lujo del que pudimos disfrutar por partida doble, pues Le bien-aimé (2001) es fiel reflejo de su lenguaje, creencias y búsqueda sonora, un mosaico variado que resulta casi la banda sonora de su vida, una suite sinfónica en siete movimientos, «Cantar de los cantares» con ecos mediterráneos de diferentes culturas y vivencias volcadas en el órgano, paráfrasis gregorianas como inspiración, pájaros en flautados, ocas en fagotes, clarinetes y cornos pasando por todo el abanico de registros del Klais que pasaban de una fachada a otra, contención y explosión sonora pero también visual, guerras y oasis, el Sena y vinos del Líbano con sabor en boca comercializado en Francia, cedros y palmeras de un paisaje auditivo muy personal.

El improvisador no podía faltar desde una melodía mariana que Samuel Rubio (quien presentó el concierto final y los respectivos agradecimientos) le entregó volviendo a demostrar su vocación sonora, registros por descubrir, melodía pasando por todos los teclados y pies incorporando un fragmento de Beethoven donde su «oda a la alegría» parecía cantar la grandeza del Kleis plenamente asentado en la capital leonesa con un sonido único del que Hakim y todos los presentes pudimos disfrutar. Llegar a casa para contarlo no podía esperar, la XXXIV edición arranca ya…

Ana Belén García sigue asombrando

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Domingo 14 de octubre, 19:00 horas. Catedral de Astorga, XXX Festival Internacional de Órgano Catedral de León: Ana Belén García (órgano). Obras de J. S. Bach, Martín y Coll, Naji Hakim (1955), Nicolás de Grigny (1672-1703), Alexandre Guilmant (1837-1911) y Bruno Vlahek (1986). Entrada libre.

En una tarde que trajo la lluvia otoñal y el fresco desapacible me acerqué a este nuevo concierto de órgano del FIOCLE, y nada que ver lo escuchado en el viejo órgano maragato de Amezúa (construído en 1857 y restaurado por Acitores en 1985) con lo programado en la web del festival, aunque se nos regaló el programa que en la capital se vende a 2€. La organista guipuzcoana volvía a Astorga tras su paso por Ponferrada en un festival que no se olvida de los intérpretes españoles, y Ana Belén García Pérez tiene una larga trayectoria donde las obras de nuestro tiempo siempre están presentes en sus conciertos, aunque los órganos no suelan responder a sus exigencias. Pensaba en poder escucharla en «el bicho de Kleis» porque el programa que trajo era para disfrutar en su totalidad, o al menos equiparable al esfuerzo y trabajo realizado.

Para «calentar» nada menos que el Preludio en do menor, BWV 546 (Bach), difícil como toda la obra para el instrumento rey escritas por el kantor de Leipzig, donde el virtuosismo en manos y pies va unido a la sabia elección de los registros adecuados, interpretación vigorosa y fiel a la partitura.

Las Diferencias sobre la gayta, un anónimo del siglo XVIII, exploran el timbre de la cornamusa o gaita, sea gallega, asturiana, bretona o escocesa, con una nota pedal o bordón sobre la que escuchamos los floreos del puntero, aquí teclado, exponiendo un tema popular para proseguir con la técnica de la diferencia, nueva demostración de virtuosismo en el órgano astorgano que resonó cual aerófono popular.

Del fraile franciscano Antonio Martín y Coll pudimos escuchar y saborear tres números de «Flores de Música», El villano, Marizápalos y Canarios, barroco en cronología pero aún deudor renacentista que además de recoger y variar temas españoles utiliza los efectos que el instrumento de Aquilino Amezúa tiene, en especial los «pajarillos», bien ayudada la guipuzcoana en los registros para su entrada a tiempo en esta auténtica recreación a los teclados.

Una de las muchas virtudes de la joven organista de Andoaín es trabajar obras contemporáneas, y la Ezpata dantza del libanés Hakim dedicada e inspirada precisamente en el pueblo vasco y sus danzas, resultó un soplo de aire fresco a pesar de las carencias del órgano, poderío en disonancias desde registros variados sin perder el ritmo danzante de melodías modales para un auténtico derroche sonoro que hizo «llorar» muchos tubos, temerosos de la tímbrica exigente.

El Veni Creator de Grigny no estuvo a la zaga en cuanto a despliegue de color para sus cinco movimientos perfectamente contrastados en todo: el primero (Plein Jeu en taille) con trompetería y pedalero gimiendo en el arranque, el tema fugado (Fugue à 5) en las dos voces, una por teclado, el intimismo del tercer número  (Duo) buscando registros agudos y trémolo para una trompeta magna de batalla delicada en ornamentos (Récit de Cromorne – Amen), finalizando en un tutti (Dialogue sur les Grand Jeux) donde pies y manos retoman aires fugados con cambios de registros manteniendo siempre presente la línea melódica ante nuevos tutti siempre recios y sin excesos para un órgano castellano en colorido y fortaleza.

No hubo descanso del guerrero ni obras de relleno y el Allegro appasionato (de la Sonata V op. 80) de Guilmant resultó como el título, apasionada, exigente para un instrumento que se «empapizaba» con un aroma francés en armonías y registros variados donde el pedalero tiene su protagonismo rezumando romanticismo coral casi sinfónico en cuanto a sonoridades que otro órgano más «capaz» hubiese sacado chispas, finalizando con esa modulación en modo mayor antes del acorde final menor, guiños de compositor en una partitura dura en toda su extensión y perfectamente resuelta por el magisterio de Ana Belén.

Y llegaba el estreno esperado, la obra ganadora del XXXIII Concurso de Composición para órgano «Cristóbal Halfter» que patrocina el Aula de Música Esteban de la Puente y la Sociedad Filarmónica Juan del Enzina, del Instituto de Estudios Bercianos (en Ponferrada se estrenaba el viernes 11 para España), Choral-Phantasie Breitet dem Herm den Weg para órgano solo (2009) del croata afincado en Madrid Bruno Vlahek. Además de las notas al programa, que transcribo un poco más adelante, y comentarios sobre la obra, estuve haciendo mis anotaciones (algo raro en mí pero que en los estrenos suelo hacer como referencia) de una compleja y trabajada obra sobre el coral «Preparad el camino al Señor» inspirado en la figura bíblica de San Juan Bautista y su profecía, que se suele entonar en Adviento: «La composición presenta esta antigua tradición con un lenguaje musical de nuestros días. Las distintas partes de la obra están compuestas libremente aunque todas se inspiran en el motivo temático original, algunas son variaciones corales estrictas y otras tienen libertad temática. La pieza está especialmente adecuada para ser interpretada por el gran instrumento que es el órgano. Combina técnicas diferentes, virtuosismo, variedad de colores y timbres, y formas de tocar el órgano. Para llegar a la última parte, el intérprete ha tenido que improvisar sobre el tema coral en el pedal del órgano que llevará a una coda muy festiva». A continuación dejo el vídeo subido por Marko Pletikosa de la premier en Zagreb el pasado 21 de septiembre (el mismo día de la inauguración del «bicho» leonés) por la propia Ana Belén García y a continuación mis impresiones a vuelapluma intentando «describir lo indescriptible» según lo iba escuchando:

Además de reiterarme en haber escuchado esta joya en un órgano más apropiado que el astorgano, la obra es impresionante desde el inicio, con un fraseo en trompetería del coral seguido por esas dos voces que van creciendo en disonancias con el apoyo del pedalero. Agudos saltarines contrastando con el grave de los pies (que además tuvo el complemento de los cuartos en las campanas catedralicias que aún enriquecieron la paleta tímbrica). Un tutti y silencios dramáticos que dan paso a un presto agitado de dinámicas bruscas, cascadas frente a ritmos acórdicos y una vorágine tímbrica que siempre vuelve al flautado inicial sólo (y esta vez con las campanadas de las 8 de la tarde) y el pedalero sobre el que emerge el coral diluyendo disonancias que crecen hasta retomar el grueso armónico con el pedal como sustrato orgánico para reconstruir en una segunda menor a modo de nota pedal distintas bocanadas en las tuberías. Nuevo silencio dramático para el siguiente juego de timbres rítmicamente trabajados en sentidos opuestos, pedalero «cantabile» y teclados tocando otra marcha paralela que crece hasta el abismo. Ligeras cesuras hasta la aparición de un bis cual danza oriental en ostinatos picados y da capo al flautado solo como remanso necesario. Nuevo bordón, silencio subyugante y carreras arpegiadas de tímbricas potentes y clusters. Una mínima toma de aliento preparando la siguiente melodía clara en los pies y manos revoloteando hasta nuevos bloques sonoros con notas tenidas, largas, para volver al coral en el pedalero, tutti claro resguardado en el teclado II virtuoso antes de los acordes sobre otra nota pedal que elevan dinámicas en trompetería con un rallentando en el pedalero y una figuración cada vez más larga antes de pedal, acorde, silencio y el concluyente último y poderoso acorde mayor.

Auténtico arco iris de timbres más allá de los registros elegidos que se quedaron algo pequeños para el poderío exigido, técnicas interpretativas que aprietan en la búsqueda del impacto sensorial sin perder el motivo coral hecho fantasía como los grandes compositores para el órgano. Un descubrimiento que Ana Belén García ya ha interiorizado (ahí está el vídeo), ha hecho suya esta partitura que llevará en sus muchos conciertos por España y Europa, esperando repetir con un órgano acorde a la obra y la intérprete.

Repaso histórico de Izumi Kando

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La organista de Osaka afincada en Barcelona volvía a nuestra Asturias de la mano de «su descubridor» para los aficionados asturianos y nuevamente en un órgano de Acitores que dio más guerra de la esperada por esos duendes que suelen aparecer en los momentos más inesperados (teclas que se quedan, registros anulados de golpe…) aunque su profesionalidad y templanza evitaron males mayores.
El programa de Kando, penúltimo del ciclo, siempre difícil como suele ser habitual en ella, arrancó en el Renacimiento con Ballo del granduca (Sweelink), música modal de tecla que desde la tubería ofrece grandes y variadas combinaciones, estallando en una trompetería digna de los instrumentos de su época que el órgano mayor recreó como si tuviese más edad.
No puede faltar el barroco y menos Bach en un concierto para el que «el kantor» estaba siempre inspirado, y pese a los citados «males menores» escuchamos dos obras muy conocidas, la Tocata y Fuga en re menor, BWV 565 muy apasionada, casi arrebatadora, con combinaciones sonoras de intensidades y timbres más ajustadas en la fuga, una vez solventados los problemas técnicos, y el «Air» de la Suite nº 3 en re mayor, BWV 1068 que nos supo a poco, una de las que mejor soportan la versión en órgano por la riqueza tímbrica orquestal traída a los tubos y de la que tengo una versión en vinilo dentro de aquellas colecciones del «Reader’s Digest» a cargo de Virgil Fox en el órgano de la Riverside Church que sonó muchas veces en mi plato.
Y con esa inspiración el intérprete y compositor franco-libanés Naji Hakim (1955), alumno de Langlais y sucesor de Messiaen en la Trinidad parisina hasta 2008, compone Bach’orama, Fantasía para órgano sobre temas de Bach, una obra maestra que no oculta referencias directas a las dos obras escuchadas anteriormente y otras que pasadas por el conocimiento del instrumento resultan más que una fantasía todo un homenaje de Hakim a «mein Gott», virtuosismo en manos y pies con una sabia elección de registros en una interpretación por parte de la japonesa que fue de lo mejor del concierto.
Los arreglos o adaptaciones no siempre tienen el resultado apetecido, y aunque Fauré siempre es una delicia, su Aprè un rève originalmente para voz y piano, incluso cello y piano pero versioneada para multitud de combinaciones, no soporta tan bien su paso al órgano, más que nada por la escritura de la mano izquierda que fielmente interpretada parece empapizar los flautados. Con todo la registración y armonía de esta maravillosa canción sonaron muy bien en el órgano de Covadonga.
Para cerrar, dos obras muy distintas, la novísima Rapsodia alla latina (2009) del compositor y organista alemán Hans-Andrè Stamm (1958) que con un lenguaje digamos académico en tanto que prima la melodía con armonías tradicionales, hace desfilar motivos sudamericanos con reminiscencias de tango o «tico-tico» desde una amplísima paleta tímbrica que Izumi Kando realmente bordó en el órgano mayor de la Basílica. Obra difícil de ejecución y muy agradecida para el público que premió con merecidos aplausos esta original visión germana de las músicas latinoamericanas. Y la Sortie en mi bemol mayor (Lefébure-Wely) como auténtica «salida» o cierre de concierto, nuevo derroche técnico e interpretativo para una obra deudora tanto de los Cavaillé-Coll como de formas y haceres anteriores, idóneo punto y final al breve repaso histórico que Kando ofreció en el instrumento de referencia que la Basílica de Covadonga tiene. Aires de tiovivo, de órganos portátiles o de cine, mezcla de aromas germanos y yanquis desde una alegría contagiosa en melodías y ritmos, colofón de otro domingo musical en la cuna de la Reconquista.
Nuevamente gracias al Cabildo, al abad por su convencimiento en el ciclo, a Chema que tiene una agenda mejor que la de muchos representantes y es capaz de convencer a sus amistades organísticas para que sigan acudiendo a nuestra tierra en tiempos difíciles para la música, y lógicamente a la organista japonesa por el excelente concierto ofrecido.
Todavía nos queda este miércoles el último del ciclo pero en el restaurado Realejo de la Colegiata, y será otra historia que contaremos si Dios quiere y el tiempo no lo impide.