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El laúd con alma

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Miércoles 27 de abril, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, sala de cámara: III Primavera Barroca: José Miguel Moreno (laúd barroco), Ars Melancholiae. Obras de Sylvius Leopold Weiss (1686-1750), Charles Mouton (ca. 1626-ca. 1699), Johann Gottfried Conradi (?-1747) y David Kellner (1670-1748).

Un concierto distinto donde escuchar a José Miguel Moreno (Madrid, 1955) hablar de las obras y sus compositores es toda una lección (y eso que dio una conferencia previa) donde la música de laúd resulta perfecto complemento de la palabra. El apellido Moreno es sinónimo de magisterio y arranque en la recuperación de la llamada «música antigua» además de verdadero referente para una nueva generación de intérpretes españoles que están consolidados a nivel mundial, como los hermanos Zapico de Forma Antiqva que este viernes 29 de abril debutarán nada menos que en Canberra (Australia) tras pasar por este mismo escenario y ciclo el pasado domingo, a quienes José Miguel Moreno también recordó.

Personaje peculiar y especial, no muy dado a entrevistas aunque dejo enlazada la realizada por Mario Muñoz Carrasco para la Revista Sineris hace un par de años, pues refleja a la perfección su pasión y profesión. Citaba a Couperin (Lo que me sorprende está bien, pero prefiero lo que me conmueve) antes de abordar a Mouton diciendo que como él, prefería la música que conmueve a la que sorprende, y su recital tuvo mucho de melancolía (como en las notas al programa) más que de sorpresa, pues las obras las ha dejado para la historia en disco compacto, una época donde siendo con su hermano Emilio propietario del sello Glossa, podían permitirse grabar lo que querían sin imposiciones ni comercialismos. Algo que los melómanos agradecemos porque nos hubiésemos perdido obras tan bellas como las escuchadas en vivo, con un ambiente familiar, poco público donde no faltaron maleducados que se fueron en medio de una obra, apertura de caramelo que rompía una escucha casi terapéutica, toses «opinando» ¿inconscientemente? que una hora de música de laúd parecía demasiado (supongo que no pasarían por taquilla o desconocían el contenido), y donde todavía pudimos escuchar tres propinas del francés Ennemond Gaultier «El viejo» (c. 1575-1651), de la estirpe Gaultier como Jacques o Denis, tras una velada que el propio José Miguel calificó como «música del alma».

Puede que el músico madrileño no esté en su mejor momento interpretativo (pues el vital demostró seguir joven confesándonos su nueva paternidad hace dos años que parece haberle devuelto el ímpetu), tal vez falte limpieza en algunos ornamentos, puede que también más pulsación en pasajes concretos, aunque sus pianísimos sigan cortando el aire, incluso que la selección de obras careciese de danzas más movidas optando por las íntimas y tranquilas, cuando no excesivamente reposadas, en pos de esa intención de relajación y disfrute sin más.

Pero nadie puede negar que sobre todo en la Suite en la mayor de Conradi «el gran desconocido», nos contagió su entusiasmo por compartir vida y obra de alguien que hasta se planteó fuese músico o compositor de lo escuchado… Cosas curiosas que nos cuenta el Maestro.

Algo parecido con la Chaconne en la mayor de Kellner, donde cada final era engañoso por volver de nuevo al inicio (cual Da Capo ad eternum) con leves variantes como corresponde al estilo barroco, tal vez queriéndose recrear y alargar estos «descubrimientos».
Las cinco danzas de Weiss algo decepcionantes, siempre en relación a sus primeras interpretaciones en disco (en 1993 aunque reeditado) pero todo un placer sus fraseos tan interiorizados y elegantes, aunque «cortadas» por la necesaria afinación de las cuerdas que vibran por simpatía para adaptarse a la tonalidad, y la selección de Charles Mouton algo más variada en tiempos y danzas, aunque se nota la predilección por la gavota y la zarabanda, curioso para un laudista enamorado además de gran intérprete de la vihuela española típica y única, a la que reconoce ser el mejor instrumento de la época, más que su laúd francés aunque su lenguaje sea universalmente personal.

Escuchar contar historias a José Miguel Moreno siempre resulta gratificante por la sabiduría que los años y el conocimiento transmite, pero sobre todo por contagiarnos la alegría de vivir de, por y para la música. Tras las tres propinas comentadas aún se quedó para atender preguntas y seguir de tertulia…

Gracias Maestro

LDO: Destino LonDOn

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Lunes 14 de abril, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara. Coro «El León de Oro» (LDO), Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Mouton, Palestrina, Tallis, Tavener, Victoria, Gibbons, Purcell, T. Tomkins, Rheinberger, Rautavaara y Ostrzyga. Entrada libre. Aforo completo (404 butacas).

Con la sala de cámara a rebosar volvía al auditorio carbayón el coro LDO con Marco A. García de Paz al frente en una auténtica maratón coral tras el «programa francés» con la OSPA y La Pasión según San Juan con Forma Antiqva, nada menos que presentándonos el repertorio que llevarán la próxima semana (días 23 al 26 de abril) al concurso que organiza y preside Peter Phillips en Londres, capital coral mundial, único representante español en una competición que podríamos calificar de auténtico Campeonato Mundial de Coros a capella. Titulado «Road To London» el mejor coro español del momento quiso dejarnos el mismo programa que llevará al templo de la plaza de St. John celebrando su 300 aniversario.

Conjugando obras de su repertorio con novedades, siempre desde la seña de identidad del coro gozoniego (la búsqueda de la belleza sonora), fueron desgranando en dos partes y distintas combinaciones -coro de cámara, medios y dobles coros, más el coro al completo- unas obras difíciles, arriesgadas y exigentes, todavía con tiempo de pulir y rematar pequeños detalles para una formación que, como los clubes de fútbol, mantienen un bloque fijo y homogéneo al que va llegando la cantera, con todo lo que supone de poner el engranaje vocal al máximo de cara a esta «final Champions» en dura competición mundial. Sólo para hacerse a la idea dejo aquí los coros participantes:
Byrd Ensemble (Seattle, EE. UU.), Constanzo Porta (Cremona, Italia), Dysonans Chamber Choir (Poznan, Polonia), Erebus Ensemble (Bristol, Reino Unido), Jinggaswara ITENAS Choir (Bandung, West Java, Indonesia), New Dublin Voices (Dublin, Irlanda), Renaissance (Durham, Reino Unido), Reverie (Londres, Reino Unido), Victoria Consort (Oxford, Reino Unido), Voces Musicales (Tallinn, Estonia) y Vox Lundensis (Lund, Suecia).

La primera parte estuvo ocupada por la llamemos «polifonía dura» (donde no faltó Tavener, como tampoco en la segunda, siendo el homenajeado del concurso londinense):

Nesciens mater (Mouton), perfecta para ir calentando motores, Tu es Petrus (Palestrina), buscando la rica paleta de color vocal y el mayor empaste para una obra muy trabajada por «los leones», las Lamentations I (Tallis), casi coro de cámara con 16 voces (3 sop, 6 altos -en dos voces y con dos contra tenores-, 3 ten y 4 bajos) que deberán asegurar aún más dado el conocimiento del jurado de estas obras, y para ir finalizando As one who has slept (Tavener), colocación y ubicación en «T» con dos coros para una partitura exigente y rica en matices pero «cargada por el diablo» más el Regina Coeli (Victoria) a doble coro, para trabajar la homogeneidad y empaste entre ambos siguiendo las enseñanzas que el propio P. Phillips dejó con este coro que logró captarle y enamorar como al resto de «leónigans».

La segunda parte presentó la muestra cronológica de un coro que parece estar más «cómodo» con las obras llamemos contemporáneas, aunque sean capaces de afrontar con rigor cualquier época:

Hosanna to the Son of David (Gibbons) puede que necesitase más presencia de bajos, supongo que economizando porque son capaces de mayor volumen sin perder equilibrio, Remember not, Lord, our offences (Purcell) con medio coro donde las exigencias son dobles, When David Heard (Tomkins) otro tanto y exigente con un texto oscuro contrapuesto al brillo melódico, The Lamb (Tavener), piedra angular y puede que decisiva en el concurso al que asistirá su viuda, coro al completo con las voces mezcladas pero logrando un empaste «marca de la casa» y rozando la perfección con las disonancias casi imposibles sonando a gloria celestial, así como el Kyrie de «Cantus missae en mi bemol» (Rheinberger), partitura muy dominada, hermosa donde las haya y que LDO ha hecho suya desde la primera vez que la interpretaron. Para finalizar la dificilísima Suite de Lorca (Rautavaara) llena de tensión, atención y emoción, atentos siempre a dinámicas y efectos que Marco trabaja como nadie para lograr implicación y «sonido león» de parlatos, glissandi – portamentos efectistas, entrega total del coro plenamente identificado con esta música tan cercana, como también su ya reconocido Iuppiter (Ostrzyga), celestial más que universal, «metidos en faena», sabedores del final a un trabajo muy duro e hipnotizando con su musicalidad vocal.

El público premió la labor realizada (Neira seguro que cronometró la duración de los aplausos) y LDO bisó Rautavaara, aún más internacional desde la perfecta articulación del español con toda la carga emotiva que la figura de Lorca tiene en la difícil música coral del finlandés. El éxito londinense está asegurado, los premios siempre se agradecen, pero El León de Oro siguen haciendo historia y llevando Asturias a las más altas cotas de calidad coral. Orgullo leónigan desde hace muchos años, y para seguir…

Pinturas corales doradas

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Sábado 16 de noviembre, 20:30 horas. Basílica Santuario del Sagrado Corazón, Gijón: V Encuentro Coral de Música Sacra: Coro El León de Oro, Marco A. García de Paz (director). Obras de Mouton, PalestrinaAlonso LoboVictoria, Schütz, Pearsall, Grieg, Stanford, Holst, Pizzetti, Josep Vila y Ola Gjeilo.

Organizado por el RGCC y luchando contra la tijera cultural vuelve la música sacra a la capital de la Costa Verde en la incomparable «Iglesiona» que se llenó para disfrutar de nuestro coro mas internacional y laureado, un imprescindible para este Encuentro, legión de leónigans que acudimos a una auténtica lección histórica coral, perfectamente programada cronológicamente con un repertorio que sigue asombrando por su sabia elección para estas voces que marcan referencia. Las cualidades de El León de Oro siguen impolutas pese a la siempre necesaria renovación, porque el Proyecto LDO está muy bien asentado: cimientos sólidos desde su origen que mantienen segura la estructura vocal más las voces jóvenes que ascienden desde «Los Peques» o se suman ilusionados a la construcción del «coro grande» comulgando con esa búsqueda de la perfección. Empaste, afinación, equilibrio, dinámicas impresionantes, policoralidad exquisita, disciplina, mucho trabajo, entrega total y así hasta el infinito.

Cada partitura resultó un fresco que no admite corrección en su pintura, colores distintos para todas ellas a lo largo de esta historia de pintura coral que el maestro García de Paz va sacando con detalle a flote, perfilando, dibujando cada melodía como personajes pintados que descubrimos a medida que avanza la obra.

Nesciens mater (Jean Mouton) como un Leonardo en Francia, Nunc dimittis (Palestrina) auténtico Miguel Ángel y sentando cátedra del espíritu tridentino referido a la polifonía religiosa, Versa est in luctum (Alonso Lobo) cual Pedro Berruguete, y a continuación Regina coeli (Victoria) auténtico El Greco de la polifonía sacra hispana. Coro completo, medio o doble para jugar con la paleta vocal, siempre el color preciso y la temática contenida, ascetismo no exento de placer. El salto alemán, como si de Durero se tratase, vino con Heinrich Schütz con dos maravillas corales: Die mit Tränen säen, SWV 378 y Selig sind die Toten, SWV 391 que no pueden faltar en este recorrido histórico del Renacimiento al Barroco partiendo siempre del ideal romano y universal pero con el peculiar estilo de cada escuela, esta vez «dorada» por bien pintada a cargo del tándem LDO – Marco Antonio García de Paz que volvieron a sacar de cada partitura intensidades y líneas impensables. Para la primera parada rodear al público en su ubicación, compartir con nosotros esta nueva perspectiva sonora del Lay a garland (Robert Lucas de Pearsall) que abrazó con cuerpo este clásico coral.

Tomado el aire necesario y el cambio en la «base de imprimación» para continuar el fresco histórico coral, tras el «tactus» renacentista o el marcado silabeo barroco antes del equlibrio clásico, desde Noruega nos pintaron el Ave maris stella (Grieg) con la luz estival del norte antes del estallido siempre contenido para los sentidos del irlandés Sir Charles Villiers Standford y su motete Beati quorum via, el latín como idioma católico y la polifonía a su servicio en una forma musical que hace brillar como nadie a este coro que sigue alcanzando cotas increíbles en todas sus cuerdas, luminosidad que nunca ciega por la delicadeza de sus matices capaces de «forti» en su punto exacto al lado de «pianissimi» que quitan la respiración. Sigue asombrándome la versatilidad demostrada por el coro gozoniego, capaces de interpretar músicas de cualquier época con tanto rigor, aunque el gran público parece gozar más en la cercanía cronológica y ellos mismos «soltando tensiones» acumuladas antes de un nuevo derroche sonoro como sólo son capaces de alcanzar pletóricos. Y planetario resultó entrar en el siglo XX con el Nunc dimittis de Holst, nuevo ejemplo de la persistencia de Palestrina capaz de pintar un mismo tema con técnica y lenguaje distinto, mirando la bóveda ovoide de «la iglesiona» con esta música vocal en estado puro para «El León de Marco» seguido por el Agnus Dei (del «Requiem» de Ildebrando Pizzetti) que volvió a rodearnos a los asistentes en total simbiosis. Cada final de obra mimado permitiendo paladear el último suspiro antes del aplauso arrebatador con un público totalmente entregado al placer coral de la música sacra.

Josep Vila i Casañas (1967) y su Sanctus – Benedictus también es «equipaje» habitual del coro y más en estos conciertos sacros, mostrándonos obras actuales de nuestros compositores que triunfan en todo el mundo. Partitura maravillosa de este catalán que han hecho suya con una riqueza tímbrica sumada a las cualidades ya citadas, calidad coral en una interpretación emocionante, fresco hecho lienzo.

Como última experiencia cromática añadir el color del cello a este coro supone la rúbrica del paseo histórico de un concierto siempre emocionante. El noruego afincado en Estados Unidos Ola Gjeilo (1978) ha compuesto su Serenity (O magnum Mysterium) para coro y violoncello, esta vez del propio coro (Manuel Quintana) que dando el paso adelante pareció mudar su voz de bajo a las cuerdas del instrumento (dicen que más cercano a la voz), hacerlo cantar con un empaste más allá de la perfecta escritura de esta obra de nuestro tiempo interpretada con la misma calidad que el Mouton que abría velada cual cierre expositivo de esta auténtica lección de música coral cronológica y estilísticamente perfecta, siempre con «el lenguaje eterno del alma«.

Foto ©LDO / Víctor Gallego

Entregada una placa de agradecimiento al coro que inauguró en 2009 este ciclo y siempre que se les llama acuden a la cita, bisaron Holst en otro fresco coral todavía más lumínico en esta segunda «pasada del pintor Marco», y aunque finalizado hubo despistados (o hambrientos) que la hora debía parecerles avanzada, la exposición de pintura coral volvía a cerrarse como estaba prevista recreando «Serenity», serenidad aún más emotiva por parte de todos que volví a escuchar con los ojos cerrados. Tengo que seguir confesándome «leónigan» hasta la muerte. Gracias.

Magisterio renacentista

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Foto: Diego Domínguez Pérez

Sábado 6 de abril, 19:30 horas. Auditorio Nacional de Madrid, Sala de Cámara: Peter Phillips & El León de Oro: Grandes Maestros del Renacimiento. «Laudibus in sanctis», obras de Lasso, Victoria, Byrd, Gombert, Gesualdo, Lobo y Palestrina. Entrada: 15€.

Disfrutar nuevamente de mi coro preferido, dirigido por un Maestro con mayúscula como el británico Peter Phillips con el repertorio que domina como nadie, y además en el Auditorio Nacional, no tiene precio. Compartirlo con amigos «in situ» supone contar de primera mano otra experiencia irrepetible, porque El León de Oro (LDO) sigue asombrando en cada concierto, independientemente del repertorio o la renovación de voces en sus 15 años de historia. La propia presentación del programa de mano merece leerse como ideario de esta formación que todavía seguirá dando a los «leónigans» muchas alegrías: «lo que cuenta es la pleitesía al sonido, la entrega a un bien superior como es la belleza. La belleza nunca está en crisis. La belleza es. Somos sus intérpretes los que podemos estar en crisis personales, económicas o de otra índole, algo que poco puede importar ante la grandeza de un acorde bien construido por Palestrina como el que cierra este programa».

De la búsqueda de esa belleza sonora puedo dar fe en cada una de sus actuaciones en directo, siendo la más «cercana» y parecida por las obras y autores elegidos la vivida en la Catedral de Oviedo con el propio maestro británico: un arduo trabajo, no ya musical que es enorme, sino de búsqueda de financiación, quedando reflejado en un DVD que atesoro y sirve de pequeña muestra al ímpetu de un coro amateur pero profesional en sus resultados. Para su presentación en la capital de España nada menos que en el templo musical, que celebra sus 25 años, el esfuerzo volvió a tener recompensa, contando con la colaboración del Coro de Voces Graves de Madrid, el Excmo. Ayuntamiento de Oviedo, Hoteles El Carmen de Carreño y Dña. Bettina von Scheidemantel, repitiendo Phillips con el LDO y acrecentando la grandeza de unos intérpretes magistralmente llevados por el británico en unas obras donde la música coral es sublime.

Comenzar con Lasso fue el primer reto. La Missa Bell’ Amfitrit’ altera a ocho voces «a capella» supone para cualquier coro trabajar y condensar todo lo necesario para una interpretación acorde a la magnitud de esta obra: emisión clara, pronunciación correcta, afinación perfecta, seguridad en los ataques, dinámicas amplias y sobre todo un perfecto entendimiento con el director, logrando una flexibilidad impecable desde el Kyrie al Agnus con emociones a veces contenidas y otras rebosantes (Gloria), grandeza de Lasso que también alcanza a Media vita para un coro reducido que volvió a deleitar en todos los aspectos.

El remate nuestro insigne Tomás Luis de Victoria y su Regina coeli, otra lección del Maestro Phillips con sus «leones aventajados», puntuación sobresaliente hasta para el público: educado, emocionado, conteniendo respiraciones y dejando flotar cada final el tiempo suficiente para degustar todas las notas, los finales de frases que se miman al detalle, sin prisas por aplaudir y una acústica de la sala que devolvió en todo su esplendor la obra del abulense en las voces celestiales del coro asturiano «llevado de la mano» por un experto.

Tras la pausa del cigarrilo que me sirvió para saludar a otros «leónigans» venidos de distintas partes de la geografía, una segunda parte tal vez menos interiorizada y exigente para todos pero igualmente sabrosa donde no podían faltar estilos y nombres que llevan el latín a su máxima expresión musical, perfecta unión donde el texto alcanza el paraíso sonoro, o «flotar» como el día antes en Gijón.

Laudibus in sanctis (Byrd) que también titulaba el programa, la óptica inglesa del Renacimiento con lenguaje propio e igualmente universal que director y coro bordaron, Media vita (Nicolas Gombert), acento franco-flamenco en el amplio muestrario vocal que brilla en esta partitura, Ave dulcissima Maria (Gesualdo), la belleza interior del canto a La Mujer compuesto por el Príncipe del madrigal emotivamente llevado, Versa est in luctum (Alonso Lobo) con el color sevillano de un compositor nuestro que El Maestro recuperó para seguir mostrándonos la grandeza del repertorio renacentista en las voces de los gozoniegos, otros escolares siguiendo el camino de sus «armas gemelas» The Tallis Scholars, para finalizar nada menos que con Nunc dimittis (Palestrina), obra trabajadísima con Marco A. García de Paz, interiorizada por todo el coro y que dirigida por «PeP» parece levantar vuelo desde el gesto siempre conciso e íntimo bien contestado por los cantantes. Disfrute de cada obra en su individualidad y grandeza, la universalidad de una música vocal tan bien hecha e interpretada que puede detener el tiempo y volvernos al presente en toda su magnificencia.

De propina otra joya renacentista que LDO tiene muy presente en su amplio repertorio, el motete Nescien mater (Jean Mouton) para rematar una clase magistral, doctorado «cum laude» para los leones asturianos con el catedrático británico en un encuentro satisfactorio a más no poder para ellos compartido por un público entregado que aplaudió merecidamente este nuevo escalón hacia la belleza. No en vano las armas expuestas son «poderosas: Entusiasmo y calidad. Amor y perseverancia. La búsqueda del sonido imposible». Orgulloso de ser leónigan una vez más…

Cantabria y después Madrid

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Sábado 23 de marzo, 18:45 horas. Santuario Nuestra Señora de Las Caldas de Besaya, XXVIII Jornadas de Canto Coral. Coro «El León de Oro» (LDO), director: Marco Antonio García de Paz. Polifonía religiosa renacentista y contemporánea.

La Coral de Los Corrales de Buelna organizadora de estas jornadas, apostó este año como decía la prensa por la calidad, y nada mejor que traer hasta su tierra a los vecinos asturianos del LDO, pues no me ciega la pasión si digo que actualmente es el mejor coro español. En trabajo permanente, con cantera que permite renovar sin perder esencia ni calidad, tras un concierto en Palencia llegaban al Santuario con un programa cantado en latín y en dos partes bien diferenciadas, la primera de polifonía renacentista que sigue siendo referente coral. Basta con citar obras y autores para comprobar cómo las perlas se engarzan desde la delicadeza en la elección de ellas con una interpretación íntima, recogida, técnica por lo que supone el siempre dificilísimo «tactum» que dominan como nadie:

Nesciens Mater (Mouton), Ave, verum corpus (Byrd), Versa Est in Luctum (Alonso Lobo), Media vita in morte sumus (Lasso), Vidi Speciosam (Victoria) y Nunc Dimittis (Palestrina). Seguro que Marco limará detalles y mínimos excesos dinámicos en las sopranos, pues los orfebres del sonido no dejan nada fuera de lugar, mimando sonoridades, pronunciación, empaste, líneas, silencios tan sobrecogedores como la propia música.

Para la segunda parte, también con el latín como lengua vehicular que marida a la perfección con la música, al menos para los melómanos, polifonía religiosa cercana en el tiempo donde las combinaciones vocales tanto en colocación como interpretación siguen siendo todo un espectáculo coral. Voces blancas para Ubi Caritas (Ola Gjeillo), graves para el Kyrie de Ramona Luengen (1960), medios coros sólo en número y ubicaciones buscando magnificencia sonora para el Agnus Dei de Pizzetti (1880-1968), el pletórico Sanctus (Josep Vila), todos juntos para el «veterano» pero siempre actual Bruckner (1824-1896) del Os Justi, nueva demostración de gusto por la calidad y emociones a flor de piel, la joya del Ave Maria (Biebl) que sigue cautivándome cada vez que lo escucho, con los solistas en primer plano y el coro al fondo logrando sonoridades de colorido impactante, y el remate de Serenity (O Magnum Misterium) del noruego Gjeilo (1978) para violoncello y coro donde el bajo Manuel Quintana hace realmente cantar al instrumento que encaja perfectamente con ese color vocal único de «los leones» y que .

Disfrutar con cada obra, hasta las propinas envolviendo al público que abarratoba el Santuario de Caldas mucho antes del comienzo, ocupando incluso el crucero, nueva muestra de bordado artesanal donde el hilo áureo y de seda comienza a brotar capas corales que dibujan un cuadro en cada pieza, global y en detalle sin perder nunca entidad. Contraste temporal pero continuidad estilística de un coro que volverá a trabajar parte del repertorio renacentista escuchado en Cantabria con Peter Phillips para su actuación en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional madrileño el próximo sábado 6 de abril, otro logro y ocasión para gozar con fruición del maestro británico al frente del coro asturiano. Los «leónigans» seguimos nuestro particular peregrinaje porque cada concierto es único, irrepetible, grandeza musical que no tiene explicación tangible pero refleja nuevamente el objetivo común de «disfrutar y hacer disfrutar con la música coral».

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No hay tierra extraña con el LDO

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Sábado 3 de noviembre, 20:30 horas. XXIII Quincena Musical de Durango (Vizcaya). Iglesia de Santa Ana: Coro LDO («El León de Oro»), Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Mouton, Byrd, Lasso, Palestrina, Rheinbergher, Mendelssohn, Rachmaninov, Biebl, Busto, Sarasola y Elberdin.

Como seguidor confeso y «leónigan» pude escaparme a Durango en el puente de los Santos y volver a recrearme con este coro del que no canso jamás porque siempre hay momentos mágicos, irrepetibles, capaces de seguir creciendo hacia una excelencia coral desde una belleza sonora que plumas y oídos más doctos ya han descrito. Cada directo es irrepetible y único, el repertorio está tan trabajado, las voces tan afinadas y empastadas, la complicidad y entendimiento con Marco tan agradecida, que el resultado siempre es óptimo. Incluso la mezcla de veteranía y juventud en una formación coral que sigue promocionando la cantera hace que las «bajas puntuales» se cubran con una alineación siempre ganadora. El modelo o escuela vasca triunfa siempre y acudir a esta tierra cercana a la nuestra es como cantar en casa, donde se les admira y ovaciona como propios, público entendido que respeta cada obra, los finales y el esfuerzo. Si además finalizas con dos temas en euskera, con premio en esa capital coral que es Tolosa, la apoteósis es lógica y esperada.

Últimamente no llevo conmigo ordenador, solamente uso el teléfono móvil o la tableta, trabajo rápido y cómo para estos viajes cortos aunque con algunas limitaciones (enlaces o links, fotos, formato…) pero sigo fiel a la inmediatez del comentario. Puntualmente amplío desde casa y esta vez no quería dejar sólo unas líneas porque el pasado sábado volví a «levitar» como dice mi amiga Cristina Otadui, que entendió mi opción coral frente a la operística.

La música renacentista sigue siendo referencia con estos leones, buenos y aplicados alumnos bien empapados de las enseñanzas y matizaciones del Maestro P. Phillips, que «tripetirá» a la vista de los resultados.

El francés Mouton, el inglés Byrd, el franco-flamenco Lasso o el italiano Palestrina tienen muchísimo que cantar en distintas combinaciones del coro, capillas, completo o doble coro, con la dificultad añadida del tactus, esa melopea donde manda la letra subrayada por unas melodías llenas de vericuetos capaces de escucharse en su polifonía, como bien indicó el Concilio de Trento al poner de modelo precisamente a Giovanni Pierluigi da Palestrina, cuyo doble coro para el Laudate pueri resultó atemporal por vigencia, aunque las cinco obras de la primera parte fueron impecables y casi pecaminosas para mi lujuria coral.

El Romanticismo es otro terreno donde LDO se mueve cómodo, contrastes y emociones más viscerales que espirituales aunque los textos lo sean. El Kyrie de Josef G. Rheinberger impacta por esa montaña rusa de matices y registros extremos siempre afinados, empaste coral que con Mendelssohn roza el paroxismo, sobre todo con el Richte mich, Gott donde las voces graves atacan y las blancas contienen, fluir vocal con cascadas y remansos. Para seguir convenciendo, mezclar rigor y vigor (sé que abuso de los juegos de palabras) el Bogoroditsie Devo de Rajmáninov colocó al público en el centro de la acción rodeado por un coro que cerrando los ojos te envuelve y transporta. No sólo se buscan nuevas sonoridades, que también, sino un compartir musical completo haciendo copartícipes del gozo a intérpretes y público.

Para seguir redondeando actuación, el trío solista Elena Rosso, Fernando Fernández y Ángela P. Alba completan un Ave María de Franz Xaver Biebl único, global, compacto, integrando todas las voces en una sola sensación.

El puente lo tiende un músico de la tierra como Javier Busto, otro enamorado del LDO porque sus obras en estas voces hacen aún más grande su música. O Magnum mysterium rinde tributo religioso y romántico desde lo contemporáneo con el exquisito quehacer coral del doctor, degustador de lo bueno capaz de lograr cual reputado enólogo piezas que son reserva para paladares entendidos. Aroma, sabor, color, maridajes increíbles llevan a un final increíble: disonancias, agudos al límite, contrapuntos endiablados y el acorde final a tono tras los difíciles vericuetos de todas las voces, «Grandísimo misterio». Y noté a Marco revisar la afinación con el diapasón al finalizarla ¡sí, no calan ni un cuarto de tono!. Bien por los leones.

El final sigue con músicos de la tierra y en euskera, X. Sarasola y Neskatx’ ederra reconfortante al oído tras la cumbre anterior, más ese zortzico que mueve a todos, Segalariak (Josu Elberdin) reconocido en esta tierra que con permiso, he rebautizado como País Vascoral.

Propina acorde con el entorno sobrio de Santa Ana y Requiem como adiós que resulta siempre cercano, Agnus Dei que nos quita el pecado pero no de leónigan, pecados musicales capitales sin acto de contrición ni propósito de la enmienda.

© Víctor Gallego Baviano

El León de Oro refulgente

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Domingo 18 de marzo, 20:00 horas. Catedral de Oviedo: Coro «El León de Oro», Peter Phillips (director). Actos conmemorativos del 1170 aniversario de la muerte del Rey Alfonso II El Casto. Polifonía Sacra Renacentista, obras de Mouton, Byrd, Gesualdo, Palestrina, A. Gabrieli, Lasso y Victoria.

Tener en Asturias a Peter Phillips ya era noticia. Que le trajese nuestro coro más laureado todo un lujo del que disfrutaron no sólo ellos sino todos los «leónigans» que comenzamos a ser legión con ver una Catedral llena como nunca para un concierto donde todo brilló como nunca.

Si el ensayo abierto al público resultó toda una lección magistral gracias al duro trabajo de meses a cargo de Marco A. García de Paz y su coro, la llegada del maestro inglés supuso un nuevo hito para la formación asturiana. Contar con el mayor especialista en polifonía renacentista para dirigirles es otro escalón de calidad para este coro joven y ya veterano que embelesa nada más escucharlo, cuya aspiración «no es otra que la búsqueda de la belleza sonora, experimentar la pureza de la polifoía y la comunidad que surge del canto conjunto». Phillips ha conseguido sacar aún más brillo del Oro que baña a todos los asturianos.

Del amplio repertorio con el que cuentan, había que pergeñar lo sacro y renacentista para esta ocasión única a la que se sumaba la celebración histórica unida a la grabación en DVD cuyo mecenazgo también resultó noticia: programa duro, difícil y sobre todo interiorizado imbuido del espíritu inglés que hizo sonar al coro plenamente británico, recreándose en cada palabra, en cada consonante, en cada acorde… Phillips hizo un trabajo de orfebre, conocedor como nadie de la música al servicio del texto, el latín de nuestras raíces, la importancia de las notas en la sílaba correcta, el rezo coral precisamente desde las resonancias y reverberaciones catedralicias que esta tarde de domingo sonaron a gloria bendita.

Imposible destacar cada una de las joyas y su brillo, quiero comenzar destacando la excelente labor de Elena Rosso dando los tonos en todas las obras. Desde el inicial Nesciens mater (Jean Mouton) que también ofrecieron de bis, siguiendo con los dos motetes de Byrd demostraron que la polifonía, sea con medio coro, con otro medio o al completo, no pierde nunca unidad ni calidad, exhuberancia y meditación, cinco o cuatro voces mixtas, siguen resultando compactas, conmovedoras, ricas en matices y sobre todo con una musicalidad que me hizo comprender diáfanamente el tactus renacentista viendo al maestro Phillips dirigirles.

Gesualdo daría el toque virtuosístico con ese O vos omnes capaz de jugar con ese «masoquismo vocal» que suena lujurioso en las voces del LDO magistralmente llevadas con el gesto justo tras un trabajo titánico previo del maestro británico.

Palestrina como modelo tridentino para la máxima del rezo donde la música nunca lo oculta sino que lo realza llegó con el motete Laudate Pueri a 8 voces capaz de un contrapunto que en ningún momento ocultó cada línea melódica del salmo, humildad de la letra y de la interpretación capaz de hacer realidad las palabras sin firmar (de Millán González) en el programa aunque sacadas de contexto por mí pero que vienen perfectas: un coro que «se ha dignado a mirar al hombre con misericordia y a obrar maravillas».

Andrea Gabrieli y el motete Deus, qui beatum Marcum trajo luz y color pero para mí también un juego de palabras entre «león», «Marco», Gozón y el Véneto volviendo a retomar y rehacer las notas escritas: «Phillips es grande. ¡Gloria al León Dorado de Marco!».

El director inglés también quiso aportar al repertorio Media vita (Orlando di Lasso), un motete a seis voces realmente complejo por un texto angustioso -«En plena vida estamos muertos»- realzado por la música, pero que transmitió esperanza desde un interrogante siempre lumínico vocalmente.

Y si hasta ahora Victoria, nuestro mejor compositor, sucesor de Palestrina al que superó con creces, parecía tener el monopolio interpretativo de los coros ingleses, el tandem Phillips-LDO logró borrar fronteras y «añadir» Luanco a la Gran Bretaña musical, pues tanto Vidi speciosam (a 6 voces) como la Salve regina a doble coro, sonaron «dulcis», explendorosas, refulgentes, y no me ciega la pasión porque el DVD lo dejará para el perpetuo recuerdo y goce.

Haber participado como testigo de primera fila en este acontecimiento me tuvo cual místico en éxtasis, siguiendo como rezo los textos y levitando con unas músicas celestiales que el LDO transmite como nadie. En Donosti y Hondarribia podrán corroborarlo en breve. Si el Oro en tiempos de crisis sigue subiendo, este León cotiza al alza y con muchos quilates.

P. D.: ¿Minireseña? en LNE y por fin la crítica de Diana Díaz el martes 20.