Inicio

Premio para Don Ignacio

2 comentarios

Siempre es un orgullo seguir de cerca la prometedora carrera de un joven violinista de esta tierra que tanto ha cambiado en el terreno musical, esperando no ceder ni un paso más, pero los tiempos se están poniendo muy difíciles.

Pero los sacrificios familiares y sobre todo personales, tienen recompensa, y en la tarde de este Lunes 11 de noviembre mi admirado Ignacio Rodríguez Martínez de Aguirre se alzaba con el Premio Fin de Grado 12-13 del Conservatorio Profesional de Música de Oviedo en dura competición, junto al contrabajista Iker Sánchez Trueba y la viola de Lucía Mullor Martínez, cada uno en su instrumento

Mi querido Don Ignacio se enfrentó a la obra elegida por el Tribunal: el dificilísimo primer movimiento (Allegro molto appassionato) del Concierto para violín en mi menor, op. 64 de Mendelssohn ¡en el grado profesional! con la orquesta reducida al piano pero demostrando una madurez interpretativa unida a una trabajada técnica que seguro decantó al jurado por darle el merecido premio. Aplomo sobre el escenario, sonido potente, un arco decidido que es una delicia, y sobre todo la cadenza llena de personalidad.

Y la Introducción y Tarantella, op. 43 (Sarasate) rubricó mis sensaciones veraniegas y volvió a demostrar cómo se vive por y para la música, sin olvidar los estudios en el Instituto, compaginar con mucho esfuerzo ambos y salir airoso. Hondura, sonido, musicalidad a raudales y sentimiento… así interpretó al siempre endiablado navarro este virtuoso asturiano.

Continuaré siguiéndole porque el camino iniciado no tiene marcha atrás y sus padres y familiares seguirán apoyando una carrera que está muy bien asentada. El merecido premio es otro escalón más.

Un borroso Dutoit

1 comentario

Lunes 6 de mayo, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio: Royal Philharmonic Orchestra (RPO), Adolfo Gutiérrez Arenas (cello), Charles Dutoit (director). Obras de Mendelssohn, Saint-Saëns y Mahler.

Una orquesta de renombre con director de fama mundial y la «Titán» de Mahler eran más que suficientes para llenar el auditorio, aunque al final el público y un servidor parezcan tener opiniones distintas. Tampoco las notas al programa me aportaron nada esta vez, quedándome un sabor amargo por ese regusto de sentir que las giras de «bolos» no me encajan en un ciclo de la calidad del carbayón.

La Sinfonía nº 1 «Titán» en RE M. (Mahler) en la versión de Dutoit resultó como él quiso porque evidentemente optó por la suya propia a lo que la RPO respondió con más errores de los esperados en una formación con la trayectoria de la británica, seguramente éxito de ventas en cuanto la grabe, pero no la compraré para mi colección. El suizo arrancó el Langsam, schleppend como desenfocado, y pensé en un desajuste inicial, pero la evolución fue a brochazos y con una paleta de colores algo distinta e incluso exagerada. El Scherzo siguió en la misma línea, como bocetos de posibles versiones definitivas sin apostar por ninguna, pues había demasiadas direcciones a lo largo del movimiento, incluso pareció optar por una gama de grises por amplia que fuese. La Marcha fúnebre Trauermarsch resultó evidentemente «solemne y medida» (Feierlich und gemessen), aunque pareció olvidar el «sin retardarse» (zu schleppen) con una agógica desigual desde el arranque inicial, que fue un poco la tónica global. Además había momentos donde ni siquiera consiguió transmitir una idea unívoca sino demasiadas opciones sin optar por ninguna, demasiados bocetos pero nada acabado. La orquesta es poderosa, densa, pero Dutoit pareció apostar por sonoridades al límite que desvirtuaron esta primera de Mahler, creo que excesivamente expresionista, aunque para gustos, los de Dutoit. Stürmisch bewegest resultó más «agitado» que «tempestuoso» pese al despliegue sonoro del último movimiento que siempre impresiona a nivel visual pero nuevamente alejado de mi concepción del sinfonismo «inicial» de Mahler donde Titán pareció más la marca de pinturas que el dios griego. Atronadores aplausos para una primera que no recordaré entre las muchas escuchadas en directo.

La primera parte comenzaba con la Obertura «Las Hébridas», Op. 26 (Mendelssohn) que resultó correcta en sonoridades y planos, ofreciendo un tiempo algo reposado aunque sin el brillo que toda la RPO posee sin perder nunca ese «sonido británico» que la caracteriza.

El Concierto nº 1 para violonchelo y orquesta en La m., Op. 33 (Saint-Saëns) quedó descafeinado en la interpretación de un Adolfo Gutiérrez Arenas al que pareció pesarle orquesta y director, versión más confrontada que concertada donde la masa sonora se apoderó por momentos del discurso melódico en el solista, sólo salvable en los graves, con una batuta «a lo suyo» en esos tres movimientos ejecutados sin pausa, con un inicio incluso titubeante y carente de la decisión necesaria. Faltó la emoción de otras tardes hasta en la propina (la «Zarabanda» de la Suite nº 5 de Bach), aunque tendrá el orgullo de este acompañamiento «de lujo» para el curriculo de un cellista cercano a nuestra tierra, pero que, como los buenos toreros, no tuvo su tarde, y no todas las ganaderías de renombre dan días de gloria, que le esperan con toda seguridad: el arte musical corre por sus venas…

No es cuento: Volo2 resultó Volo3

2 comentarios

Sábado 1 de diciembre de 2012, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano «Luis G. Iberni»: Arcadi Volodos (piano), Oviedo Filarmonía, Michael Francis (director). Obras de Brahms y Mendelssohn.

La anterior visita en mayo de 2009 del gran Volodos me recordó a Shrek porque las apariencias engañan y el monstruo resultó ser encantador, sensible, dulce y tierno. Esta vez Fiona resultó una OvFi que tras el paso por el foso parece salir a flote engrandecida, y Burro, buen amigo en este cuento le correspondió nada menos que al inglés Michael Francis, una estrella en ascenso sin necesidad de doblarlo porque su acento británico era imprescindible para el programa de este primer día del último mes del año. Tres obras y tres patas suficientes para asegurar el equilibrio: orquesta, solista y director. De este cuento El Gato con Botas está independizado (¿el público?) y ocuparía otra película con Antonio Banderas poniendo voz hispana al personaje.

Brahms sería el protagonista de la primera parte, Obertura trágica, Op. 81 contrapuesta a la «académica», más enérgica que lacrimosa desde la primera nota. El maestro Francis se encargó de trazar las líneas claras de su visión, energía, tensión y dulzura, logrando sonoridades dignas de elogio en la orquesta carbayona, dinámicas extremas donde los pp eran sobrecogedores y capaces de acallar toses pese al frío invernal del exterior, que engrasarían la maquinaria para la obra y solista esperados. Lástima tener más cuerda en la plantilla porque la obra así lo exigía y sólo faltó el lógico volumen y «pegada» en los graves para redondear la perfección buscada por Mr. Francis. Ya indicaba Alejandro G. Villalibre en las notas al programa que esta obertura «no busca agradar tanto como epatar», aunque personalmente logró ambas cosas.

Sin caer en todos los calificativos que el ruso Arcadi Volodos (San Petersburgo, 1972) es capaz de verter en sus semblanzas biográficas, me quedo con «su virtuosismo junto con su sentido único y fraseo, color y poesía, le han convertido en el narrador ideal de las historias musicales románticas». Dominador de Rachmaninov o Liszt, «el segundo de Brahms» (Concierto para piano y orquesta nº 2 en SI b M., Op. 83) engrosa su larga lista de interpretaciones geniales, fácil de entender y hasta de acompañar como demostró el tándem OvFi-Francis. Un pianista capaz de sacar miles de matices a un instrumento mínimamente desajustado y sentado en una silla igual al resto como uno más a sumar en esta «sinfonía con piano», color orquestal desde las teclas como así lo escribió el de Hamburgo, misma paleta y agógica desde la batuta, concertación ajustada en cada uno de los cuatro movimientos, solista pendiente del concertino para «respirar» con sus arcos y un podio atento al teclado. Grandeza de Volodos para quien no hay retos técnicos una vez superados otros anteriores. Allegro non troppo así entendido por solista y director, empaste y complicidad con trompas y maderas, igual que el Allegro appasionato en la línea de bloque orquestal incluyendo el piano, hasta el reposo del Andante, con un Gabriel Ureña haciendo hablar el cello (pediremos a en navidades madera con más solera para redondear el «sabor en boca» que logra siempre el avilesino), protagonismo bien entendido y asimilado por Volodos (lo demostró en la propina). El rondó final del Allegretto grazioso volvió al cuento de «Shrek», simpático y sobrio, juguetón bien secundado por el buen amigo Francis en este «cuento Burro», capaz de aligerar toda la densidad del último movimiento redondeando una interpretación excelente en una «Fiona» enamorada y fiel de este «Relato a 3».

Y de regalo unas variaciones sobre Damunt de tus nomes les flors del gran Mompou, nuevo derroche dinámico e interpretativo lleno de emotividad (también la tiene en YouTube® hacia el minuto 4:23), agradeciendo el recuerdo a nuestra tierra española (o catalana sin Más) suficiente para recordar esta segunda visita al Auditorio.

No nos podemos quejar de Mendelssohn en Oviedo, pero la Sinfonía nº 3 «Escocesa» en La m., Op. 56 que nos dejó Michael Francis con una OvFi que resultó distinta y cercana, nacionalista y británica sentida desde el conocimiento de folclores que flotan como en la rememorada Escocia musicada por Donizetti para su Lucia di Lamermoor, esencia en el germanismo compositivo que no cae en tópicos, ayudado por una orquestación brillante de la que el director sacó todo lo mejor en cada sección. Si Brahms fue sobrecogedor y brillante, Mendelssohn devolvió toda la paleta romántica de texturas, agógicas (cambios de tempo), majestuosidad y empuje sin pausa desde la Introducción: Andante con moto – Allegro un poco agitato – Assai animato – Andante come I, neblina otoñal que nunca impidió perder la línea del horizonte, cuerdas muy trabajadas, maderas empastadas, metales sutiles, timbales aterciopelados siempre a punto para un Scherzo: Vivace non troppo, exigente para todos pero cumpliendo como buen ejército sonoro. Incluso el tránsito del Adagio cantabile al Finale guerriero no dejó tiempo a rupturas indeseadas por el «público enfermo» (toses entre movimientos indeseadas), más pendiente de la hora que de disfrutar una versión distinta a las últimas escuchadas en este auditorio ovetense, orquesta guerrera al mando de un buen general.

Si tras las «galeras» que parece suponer el foso para esta orquesta, nos la devuelven rejuvenecida a escena, bien venidas sean. Claro que la maestría en la dirección tuvo mucho que ver en este «Spa», y Volo2 resultó Volo3… no es cuento.

Emoción, elegancia y precisión

1 comentario

Viernes 9 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono 3 OSPA, Alexander Vasiliev (violín), David Lockington (director). Obras de Sawyers, Glazunov y Mendelssohn. Fotos: ©Marta Barbón-OSPA.

Los viernes de noviembre están cargados de música y la elección se hace difícil, pero este era especial y no tuve dudas: volvía David Lockington como flamante director invitado de nuestra OSPA, una de mis opciones a la titularidad, y el querido Alexander Vasiliev daba nuevamente el paso al frente, de concertino a solista, en una obra que conoce desde las fuentes.

Para abrir boca otro estreno en España con la OSPA y Lockington (el jueves en Avilés) de Philip Sawyers y The Gale of Life (El vendaval de la vida), premonitorio, obra muy cinematográfica con reminiscencias y tributos varios a John Williams o Berlioz, compuesta para abrir veladas en una perfecta y agradecida orquestación para una formación que esta tarde venía con ganas y el maestro británico que volvía a comandar en repertorio de nuestro tiempo. Protagonismo del metal que respondió sin fisuras pero con todas las familias precisas en una partitura bien explicada en las notas al programa de Juan Manuel Viana.

Vasiliev es «el primero de la clase», El Maestro, mucho más que el concertino o jefe, es la referencia de la orquesta desde su fundación como tal en 1991. La llegada a Asturias de Los Virtuosos de Moscú y todo su «entorno» supuso un punto de inflexión en la vida cultural asturiana, la semilla rusa se plantaría en nuestra tierra… desembarcó con la maleta cargada de ilusión y magisterio que ha ido transmitiendo a todos. VasilievEs ya un asturiano con raíces que no olvida su tierra y mucho menos cuando se trata de la música. El Concierto para violín en Lam, Op. 82 (Glazunov) va unido a su biografía y ya lo interpretó hace años con sus compañeros. Esta vez, con un Lockington siempre elegante y excelente concertador y conocedor de la orquesta asturiana, demostró que los años pasan para bien: madurez, profundidad interpretativa, poso y la técnica asombrosa que «hace hablar» a la prolongación de sus extremidades superiores, su violín. Emoción antes, durante y después, flores merecidas de la familia de sangre (el primero su nieto asturiano) con toda la admiración y respeto de compañeros y público. Glazunov no será de los grandes pero este concierto ocupa su sitio en la historia, más en la interpretación de Alexander, al que espero darle personalmente la enhorabuena.

La segunda parte trajo, además del molesto intermedio entre movimientos de la fanfarria de toses arrítmicas que va en aumento ¡y aún no llegó el invierno! o la impertinente señora con el papel del caramelo subrayando cada pianísimo, una de esas obras que ni deben faltar en las programaciones porque bien interpretadas son sustento de afición y profesión, la Sinfonía nº 4 en LA M, Op. 90 «Italiana» (Mendelssohn), inmensa, precisa, romántica sin exageraciones, clara en el diseño de Lockington, por el que crece mi admiración en cada concierto (felizmente le tendremos puntualmente), sacando de la orquesta esa calidad que atesoran todos y cada uno de sus músicos, una plantilla equilibrada, bien ensamblada, empastada, acertada en todas las secciones que fue asentándose desde un inicial y titubeante Allegro vivace para un Andante con moto más encajado, incluso pletórico por emotividad (desconozco la causa de mi recuerdo a Granados en este movimiento), Con moto moderato melancólico y límpido, cuerda y viento en simbiosis, líneas melódicas claras para impactarnos con el último Saltarello: Presto que desde la precisión gestual, elegancia y sabiduría del maestro británico afincado en EE.UU. logró enardecernos con esta joya sinfónica sonando como en las mejores orquestas, las flautas Pearse como una, cuerda a una incisiva desde el terciopelo, madera siempre de lujo y metal majestuoso… Aplausos muy merecidos para un concierto que tenía todas las de ganar y no defraudó.

No hay tierra extraña con el LDO

1 comentario

Sábado 3 de noviembre, 20:30 horas. XXIII Quincena Musical de Durango (Vizcaya). Iglesia de Santa Ana: Coro LDO («El León de Oro»), Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Mouton, Byrd, Lasso, Palestrina, Rheinbergher, Mendelssohn, Rachmaninov, Biebl, Busto, Sarasola y Elberdin.

Como seguidor confeso y «leónigan» pude escaparme a Durango en el puente de los Santos y volver a recrearme con este coro del que no canso jamás porque siempre hay momentos mágicos, irrepetibles, capaces de seguir creciendo hacia una excelencia coral desde una belleza sonora que plumas y oídos más doctos ya han descrito. Cada directo es irrepetible y único, el repertorio está tan trabajado, las voces tan afinadas y empastadas, la complicidad y entendimiento con Marco tan agradecida, que el resultado siempre es óptimo. Incluso la mezcla de veteranía y juventud en una formación coral que sigue promocionando la cantera hace que las «bajas puntuales» se cubran con una alineación siempre ganadora. El modelo o escuela vasca triunfa siempre y acudir a esta tierra cercana a la nuestra es como cantar en casa, donde se les admira y ovaciona como propios, público entendido que respeta cada obra, los finales y el esfuerzo. Si además finalizas con dos temas en euskera, con premio en esa capital coral que es Tolosa, la apoteósis es lógica y esperada.

Últimamente no llevo conmigo ordenador, solamente uso el teléfono móvil o la tableta, trabajo rápido y cómo para estos viajes cortos aunque con algunas limitaciones (enlaces o links, fotos, formato…) pero sigo fiel a la inmediatez del comentario. Puntualmente amplío desde casa y esta vez no quería dejar sólo unas líneas porque el pasado sábado volví a «levitar» como dice mi amiga Cristina Otadui, que entendió mi opción coral frente a la operística.

La música renacentista sigue siendo referencia con estos leones, buenos y aplicados alumnos bien empapados de las enseñanzas y matizaciones del Maestro P. Phillips, que «tripetirá» a la vista de los resultados.

El francés Mouton, el inglés Byrd, el franco-flamenco Lasso o el italiano Palestrina tienen muchísimo que cantar en distintas combinaciones del coro, capillas, completo o doble coro, con la dificultad añadida del tactus, esa melopea donde manda la letra subrayada por unas melodías llenas de vericuetos capaces de escucharse en su polifonía, como bien indicó el Concilio de Trento al poner de modelo precisamente a Giovanni Pierluigi da Palestrina, cuyo doble coro para el Laudate pueri resultó atemporal por vigencia, aunque las cinco obras de la primera parte fueron impecables y casi pecaminosas para mi lujuria coral.

El Romanticismo es otro terreno donde LDO se mueve cómodo, contrastes y emociones más viscerales que espirituales aunque los textos lo sean. El Kyrie de Josef G. Rheinberger impacta por esa montaña rusa de matices y registros extremos siempre afinados, empaste coral que con Mendelssohn roza el paroxismo, sobre todo con el Richte mich, Gott donde las voces graves atacan y las blancas contienen, fluir vocal con cascadas y remansos. Para seguir convenciendo, mezclar rigor y vigor (sé que abuso de los juegos de palabras) el Bogoroditsie Devo de Rajmáninov colocó al público en el centro de la acción rodeado por un coro que cerrando los ojos te envuelve y transporta. No sólo se buscan nuevas sonoridades, que también, sino un compartir musical completo haciendo copartícipes del gozo a intérpretes y público.

Para seguir redondeando actuación, el trío solista Elena Rosso, Fernando Fernández y Ángela P. Alba completan un Ave María de Franz Xaver Biebl único, global, compacto, integrando todas las voces en una sola sensación.

El puente lo tiende un músico de la tierra como Javier Busto, otro enamorado del LDO porque sus obras en estas voces hacen aún más grande su música. O Magnum mysterium rinde tributo religioso y romántico desde lo contemporáneo con el exquisito quehacer coral del doctor, degustador de lo bueno capaz de lograr cual reputado enólogo piezas que son reserva para paladares entendidos. Aroma, sabor, color, maridajes increíbles llevan a un final increíble: disonancias, agudos al límite, contrapuntos endiablados y el acorde final a tono tras los difíciles vericuetos de todas las voces, «Grandísimo misterio». Y noté a Marco revisar la afinación con el diapasón al finalizarla ¡sí, no calan ni un cuarto de tono!. Bien por los leones.

El final sigue con músicos de la tierra y en euskera, X. Sarasola y Neskatx’ ederra reconfortante al oído tras la cumbre anterior, más ese zortzico que mueve a todos, Segalariak (Josu Elberdin) reconocido en esta tierra que con permiso, he rebautizado como País Vascoral.

Propina acorde con el entorno sobrio de Santa Ana y Requiem como adiós que resulta siempre cercano, Agnus Dei que nos quita el pecado pero no de leónigan, pecados musicales capitales sin acto de contrición ni propósito de la enmienda.

© Víctor Gallego Baviano

Sigo un verano organístico

Deja un comentario

Sábado 18 de agosto, 20:30 horas. XXII Música en la Catedral, Astorga: Ana Belén García Pérez (órgano). Obras de Sweelinck, Buxtehude, Muffat, Pasquini, Bach, Mendelssohn y Boëllmann. Organiza: Asociación Amigos de la Catedral y Cabildo Catedralicio; aportación: 3€.

En verano suelo hacer escapadas musicales, y puede que mi amor por el órgano me lleve a buscar conciertos cerca, como así sucedió este sábado donde mi admirada Ana Belén participaba en el segundo de los tres conciertos programados en la Catedral maragata, a quien la premura me impidió saludar personalmente, y que estuvo asistida, creo, por una de sus compañeras en el Cavaillé-Coll de la Basílica de Santa María del Coro.

Siempre es un placer escuchar a esta intérprete de Andoain que nos deleitó en Asturias un par de veces en el Festival de Órgano CajAstur del pasado año. Destacar su madurez, notoria en cada concierto, excelente registración y búsqueda de obras siempre arriesgadas de todos los estilos, pero sin perder nada de la frescura y limpieza expositiva, máxime en un instrumento que podría calificar de recio como el carácter castellano, y si me apuran berciano restaurado por Federico Acitores, a quien escuché comentar cómo cada órgano tiene su propia idiosincrasia y personalidad cual acento hablado hecho música, y el de Astorga es uno de los que marca por su sonoridad, en especial los violones y las trompetas.

Del programa previsto arrancó la Fantasía Cromática (F. Sweelinck), seguida de la Ciacona en Mi menor (Buxtehude) que ya le escuché en Asturias, para seguir subiendo el listón con la Toccata prima (G. Muffat), exigentes todas y bien expuestas aunque de escucha algo dura por la propia registración, bien utilizada en cambio al introducir en el concierto la Introducción y Pastoral (B. Pasquini) aprovechando ese efecto «pajarillo» que sí forma parte del órgano maragato, aunque las campanas de los cuartos y voladores en el exterior también se sumaron al despliegue sonoro.

Volvió a impresionar en el Preludio y fuga en La m., BWV 543 (Bach) de registros conseguidos para poder paladear toda la paleta sonora del Kantor de Santo Tomás en Leipzig, disfrutando con el pedalier virtuoso y claro, con una exposición de la fuga realmente impactante y una elección de tempi ajustada. Y el «descubridor» también se sumó al regalo organístico con la Sonata III, Op. 65 (F. Mendelssohn), fiel discípulo y seguidor del maestro, sonoridad romántica para los dos movimientos I. Con moto maestoso II. Andante tranquilo literalmente majestuoso el primero y auténtico «delirio reposado» el segundo, magisterio instrumental de escritura y ejecución, templanza y nobleza cual virtudes organísticas.

Y aunque se «caía» Guridi por cuestiones técnicas, la Toccata final de la «Suite Gótica» Op. 25 (L. Boëllmann) puso el auténtico broche de oro para un programa amplio en el tiempo que fue del agrado de un público que abarrotó la catedral y supuso un repaso a la literatura de órgano que Ana Belén García sigue trabajando duramente.

Newer Entries