Inicio

Zarzuela para seguir cumpliendo años

Deja un comentario

Sábado 3 y Domingo 4 de mayo de 2025, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Gijón: Gran Gala de Zarzuela y Música Española. Orquesta Sinfónica MercadanteMariano Rivas (dirección artística y musical)Alexandra Zamfira (soprano) – Quintín Bueno (tenor) – Li Guochao (piano) – Natalia Thaïs (baile). Entradas: 40€ / 30€.

(Crítica para OperaWorld del domingo 4, con fotos propias, más el añadido de los siempre enriquecedores links, con la tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar)

El Teatro Jovellanos gijonés cumple los 30 años de su remodelación, y nada mejor que celebrarlos con nuestro género por excelencia como es la zarzuela, que cuenta con miles de aficionados en Asturias y que en esta primera gala llenaron el coliseo del paseo de Begoña para volver a escuchar (tras la inauguración de la temporada 2022-23 de la Sociedad Filarmónica de Gijón) a la Orquesta Sinfónica Mercadante (OSMer) fundada por el asturiano Mariano Rivas (siempre bien recibido en su tierra), dando la oportunidad y el apoyo necesario a muchos músicos de los conservatorios y teatros madrileños desde su conocimiento como docente.

Dos funciones programadas donde además de la propia OSMer el programa ofrecía, como si de un catálogo promocional se tratase, no solo zarzuela sino música española sinfónica, y así junto a las voces de la soprano Alexandra Zamfira y el tenor Quintín Bueno, estaría la pianista china Li Guochao y especialmente la bailarina Natalia Thaïs.

La plantilla de la OSMer se quedó muy corta y desequilibrada en la cuerda (7-5-5-5-2), lo que perjudicó sobremanera las obras sinfónicas y las bailadas, con un esfuerzo por parte de los jóvenes músicos no siempre suficiente en las dinámicas, balances y planos, favoreciendo los matices para las romanzas, si bien el maestro Rivas trabajó con sus músicos como si de una gran orquesta filarmónica se tratase.

Centrándome en estas obras de la orquesta sola, las coincidencias en el tiempo hicieron que el día anterior escuchase en Oviedo a la OSPA con Óliver Díaz tanto la Danza final de El sombrero de tres picos (Falla) como la “Escena, canto gitano y fandango asturiano” del Capricho español (R. Korsakov), en el caso gijonés ambas cerrando cada parte del programa, que evidentemente no soporta, ni pretendo, comparaciones. De Falla diría que le faltó un pico al tricornio, con un enorme trabajo del viento madera, mientras de Korsakov el aire asturiano lo puso Don Mariano, y el concertino más el arpa hicieron el esfuerzo de sus intervenciones solistas. Por último del conocido preludio de Chapí solo diré que se quedó en “La juguetona” por las carencias antes apuntadas.

Es de aplaudir montar el piano solamente para el primer movimiento de las Noches en los jardines de España (El Generalife) de Don Manuel, con todo lo que supone, pero la pianista china se limitó a tocar todo lo escrito (que es mucho). Pese a la buena concertación de Rivas y el trabajo de la orquesta, por momentos tapó a Li Guochao ante su poco volumen y la ausencia del “duende” que inunda este concierto de nuestro gaditano universal enamorado de Granada. Faltó la atmósfera sonora que invita a la ensoñación, la magia que desprenden los arabescos y acordes que la recorren (casi imperceptibles), más el rubato casi necesario, así que espero escuchar en otro momento a la pianista y profesora china de buen currículo y trayectoria que esta vez no se lució.

Más interesante resultó comprobar todo el arte que nos ofreció la bailarina Natalia Thaïs, nacida en Zúrich pero formada en nuestro país en danza española y flamenco. Tres números donde poder cambiar de vestuario y estilo: primero el conocidísimo intermedio de Las Bodas de Luis Alonso (G. Giménez), baile español con castañuelas y zapateado mientras la OSMer rendía al máximo con sus posibilidades, de coreografía elegante y ritmo complementario al orquestal. Vestido goyesco y de nuevo con las castañuelas para el Fandango de Doña Francisquita (Vives) con el maestro Rivas exprimiendo los planos sonoros y Thaïs sin el obstáculo del piano (retirado al descanso) ampliando movimientos con unas manos y gestualidad flamencas. Para rematar la Danza Española de La vida breve (Falla) libre de “palillos” con zapateo y el juego del sombrero cordobés, nuevamente con la orquesta descompensada pero afinada y entregada al magisterio del director asturiano.

Dejo para el final las dos romanzas de cada cantante más los dúos. La joven soprano castellonense Alexandra Zamfira posee una voz de color muy bello, proyección suficiente, buena dicción y además valiente, comenzando con El barbero de Sevilla (Giménez) y la conocidaMe llaman la primorosa”, arropada por una orquesta siempre mimando a las voces (se nota el magisterio de Rivas en la Escuela Superior de Canto de Madrid), bien interpretada con agudos variados en matizaciones (el final levantó al público) y agilidades limpias, más la Romanza de la Duquesa de Jugar con fuego (Asenjo Barbieri), entendimiento con la flauta, Rivas vigilando los fraseos y una correcta acentuación  y afinación (“Tirano amor…”), muy dramatizada, de color homogéneo en todo su amplio registro, de nuevo valiente atacando el agudo final, con proyección más que suficiente ante una orquesta casi camerística. Habrá que seguir la trayectoria de esta soprano lírico-ligera con mucho camino por delante.

El tenor madrileño Quintín Bueno tiene tablas y oficio, eligiendo dos romanzas muy conocidas: “De este apacible rincón de Madrid” de Luisa Fernanda (Moreno Torroba), jugando con el maestro Rivas para cantar en un “rincón de Gijón”, de color no muy brillante, timbre algo metálico de amplio volumen algo apagado en el grave, seguro, más “No puede ser” de La tabernera del puerto (Sorozábal) no todo lo matizada que me hubiera gustado, abusando un tanto del portamento aunque valiente en los agudos, que suelen ser muy del gusto de los aficionados, sin problemas de tesitura y personalmente demasiado abierto el final. De nuevo impagable el trabajo de Mariano Rivas con su orquesta, concertador de primera, templando y respirando con los cantantes.

De los dúos elegidos, en la primera parte “Le van a oír” de Doña Francisquita (Vives) con buen empaste aunque Zamfira tapase a Bueno, arriesgando en el agudo final sin miedo a desafinarlo, y otro tanto en la propina de “Las mañanitas” de Don Gil de Alcalá (Penella) invitando al público a realizar el coro, tímido, tras el pasodoble “España Cañí” (Pascual Marquina) antes del dúo, poco torero, demasiado descompensado en balances, dinámicas y matices, para poner el punto y final a casi dos horas de cumpleaños gijonés, aplaudiendo el trabajo de asturiano Mariano Rivas siempre apoyando esta juventud que muy a menudo debe emigrar para encontrar una hueco en el difícil mundo de los profesionales de la música, y apostando por nuestra zarzuela dentro y fuera de nuestras fronteras.

PROGRAMA:

Primera parte

La Revoltosa: Preludio (Ruperto Chapí)

El barbero de Sevilla: Me llaman la primorosa (Gerónimo Giménez)

Noches en los jardines de España: 1º mov (Manuel de Falla)

Luisa Fernanda: De este apacible rincón de Madrid (Federico Moreno Torroba)

Las Bodas de Luis Alonso: Intermedio (Gerónimo Giménez)

Doña Francisquita: Le van a oír (Amadeo Vives)

El sombrero de tres picos: Danza final -Jota- (Manuel de Falla)

Segunda parte

El Bateo: Preludio (Federico Chueca)

El último romántico: Bella enamorada (Soutullo / Vert)

Doña Francisquita: Fandango (Amadeo Vives)

Jugar con fuego: Romanza de la Duquesa (Francisco Asenjo Barbieri)

La vida breve: Danza española (Manuel de Falla)

La tabernera del puerto: No puede ser (Pablo Sorozábal)

Capricho español: Escena, canto gitano y fandango asturiano (Rimski Korsakov)

Bandas militares y civismo

Deja un comentario

Viernes 18 de septiembre, 20:00 horas. Auditorio Príncipe Felipe: Concierto de la Unidad de Música de la Guardia Real. Director: Coronel Enrique Blasco. Entrada libre con invitación.
La Guardia Real ha desplegado su operación «Asturias 2015» desde el pasado día 14 con diversos y variados actos que se vieron menguados al suspender muchos los nuevos regidores municipales en una dinámica peligrosa de escuchar sólo a una parte de los ciudadanos olvidando que gobiernan para todos, incluyendo a los que no les votaron. Hago este comentario al hilo de una controversia que ha tocado y mezclado política con sentimientos e intereses variopintos, salpicando a diversos sectores que en el caso de Mieres ha levantado ronchas. Está muy bien ser republicano, conservador, socialista, comunista o mediopensionista, pero (intentar) confundir conceptos es de incultos cuando no malinformados, incluso es antidemocrática la imposición y debilidad la cesión, más ante minorías que esgrimen banderas equivocadas. Es bueno escuchar, necesario ceder y sobre todo entender posturas contrarias a nuestras ideas por muy distantes que estén, siempre desde el respeto. Hay mucha susceptibilidad en estos tiempos revueltos y tocarla es herirla porque se salta a la mínima y prohibir no arregla las cosas, al menos habrá que dar la opción de elegir lo que gusta, por supuesto desde la legalidad, sin obligarnos a comer todos lo mismo. Tan fácil como cambiar de canal es no asistir a un evento, del tipo que sea, que no nos gusta. Lo contrario es masoquismo por no hablar de buscar las cosquillas y seguir encrespando ánimos a la caza de escándalos inexistentes que terminan desviando la atención de lo realmente necesario a lo totalmente superfluo.

La música siempre ha estado en los ejércitos desde que existen, animan al soldado, consuelan en la desgracia y hasta ganaron batallas como el famoso Tambor del Bruch. No concebimos una película de gladiadores romanos sin clarines, un duelo medieval sin timbales o los indios atacados por el 7º de Caballería sin el conocido toque de corneta, o las bandas de pífanos y tambores de la Guerra de Secesión, por poner algunos ejemplos. Es incalculable en todo el mundo la cantidad de músicos militares que una vez formados engrosan bandas de música, orquestas de baile, formaciones sinfónicas sin olvidar afamados directores de educación militar como el recordado Rafael Frühbeck de Burgos, amén de grandes compositores cuyas obras han traspasado el ámbito castrense siendo interpretadas en conciertos y no sólo en desfiles. Hoy en día los músicos militares siguen siendo necesarios y los distintos ejércitos dan trabajo a unos artistas que desde su instrumento ya saben lo que es disciplina, compañerismo, solidaridad y orgullo del trabajo bien hecho, valores necesarios para la vida, sea civil o militar.

Personalmente no he acudido a ningún acto, en mi pueblo reducidos a la mínima expresión, independientemente de gustos u obligaciones varias, pero como «melómano omnívoro» no podía perderme el concierto de la Unidad de Música de la Guardia Real en el Auditorio de Oviedo donde hubo detalles que me ofendieron como ciudadano y que comentaré más adelante. Heredera de la Banda del Real Cuerpo de Alabarderos como agrupación musical según Real Ordenanza de 6 de mayo de 1707, es historia que conviene conocer y reconocer, leyendo las notas incluidas en el programa que dejo aquí.
Han dirigido esta Unidad músicos como Bartolomé Pérez Casas o Francisco Grau Vegara. Su actual director es el Coronel Enrique Damián Blasco Cebolla (Corbera -Valencia- 1959), flautista que con 18 años ingresa por Concurso-Oposición en el Cuerpo de Músicos Militares del Ejército de Tierra, quien no ha dejado investigar recuperando patrimonio musical y continuar formándose en su larga y reconocida trayectoria como compositor y director con profesores de prestigio internacional, habiendo estado al mando de distintas bandas militares antes de ponerse al frente de esta Unidad estructurada en Banda Sinfónica, Banda de Guerra -cornetas y tambores- y Sección de Pífanos, un centenar de profesionales elegidos entre los mejores suboficiales del cuerpo de músicos militares de los tres Ejércitos. Para los que no conozcan la terminología castrense, se llama «Banda» a las agrupaciones de cornetas y tambores, las que conocimos quienes servimos obligatoriamente a la Patria, y «Música» sería el equivalente a la agrupación civil en cuanto a instrumentistas, sin cuerda, siendo el grueso de ellas el viento con muchas «familias» de clarinetes, saxofones, fliscornos, bombardinos… y percusión, añadiendo el calificativo «sinfónica» cuando incorpora violonchelos, contrabajos, incluso arpa.
En el terreno civil existen en España numerosas bandas sinfónicas de calidad contrastada con repertorio propio (incluso exportándolo) aunque complementado con adaptaciones o arreglos que no tienen nada que envidiar a su hermana. La Región Valenciana, junto a Murcia, fueron cantera para muchas de ellas dada la proliferación y calidad de sus bandas de música, dando el salto a sinfónicas de todo el mundo. Puedo decir sin temor a equivocarme que estamos ante un renacimiento y reconocimiento de las bandas de música, tanto civiles como militares, con un relevo generacional propiciado precisamente por su labor de formación y difusión cultural.

La Banda de Música Sinfónica con 70 efectivos, incluyendo tres violonchelos, dos contrabajos y seis percusionistas, llenó el auditorio hasta la bandera (no así la zona de invitados, sin entrar a buscar respuesta a ello) haciendo disfrutar a todos de esta fiesta castrense musical con un programa largo lleno de guiños locales como es costumbre en sus salidas, aunando tradición y modernidad, dos partes presentadas excelentemente por un subteniente trombón y una sargento primero contrabajo, antes de incorporarse a sus puestos y comenzar con el conocido pasodoble Oviedo de Pascual Marquina (1873-1948), militar y músico.

El propio Blasco firma el arreglo para banda de la siguientes obra, el número 5 de la «Suite Española» conocido como Leyenda o Asturias de Albéniz (1860-1909), difícil encaje del lenguaje pianístico o guitarrístico a banda, además de tener de asturiano solamente el título.

Una de las sorpresas estuvo en la obra de un grande de las bandas sonoras como Miguel Asins Arbó (Barcelona 1918 – Valencia 1996) y su Diego de Acevedo, lenguaje totalmente actual para una serie televisiva de 1966, suite casi poema sinfónico en tres movimientos: «Introducción y marcha» realmente militar, «Seguidilla» popular que no folklórica con un trompeta que supo gustar(se), y «Bailén» cargado de historia militar hecha música con mayúscula, todo el metal con todo su colorido rubricado por timbales y cajas poniendo la imagen sonora para degustar una escritura de calidad en un maestro de formación valenciana, sinónimo de música para banda, más una interpretación equilibrada que sintió esta obra como propia con la calidad de unos solistas entregados, especialmente el corno inglés.

Las Escenas Asturianas de Benito Lauret (1929-2005), también músico militar, no solo demostraron cómo entendió nuestra música el compositor y director cartagenero sino su perfecto conocimiento y dominio de la orquestación, que en la versión del coronel Blasco pecó de cierto desequilibrio en los planos sonoros y algo de retraso en parte de la percusión -pandereta y castañuelas- aunque lo mantuvo en el final que combina nuestro «Pericote» y el Himno de Asturias (que sonaría independiente en la conclusión del concierto). 

La segunda alegría de la noche fueron las Imágenes de la Armada Española de Bernardo Adam Ferrero (Algemesí, 1942), música en tres cuadros con narración (excelente el subteniente antes citado) aludiendo a la historia desde los protagonistas: Lepanto: Vísperas de la Batalla y Don Juan de Austria, Trafalgar: Muerte en el «Nepomuceno» con el heróico donostiarra Churruca más cita musical del famoso «Rule, Britannia«, y El Grupo Aeronaval de la Flota, en Marín, citando la fecha del 16 de julio de 1988, la Patrona y Jura de Bandera del entonces Príncipe Felipe de Borbón, todo en espectacular escritura para banda por parte un perfecto conocedor de los recursos de esta formación, original y tan cinematográfico como el citado Asins Arbó, que la Unidad de Música de la Guardia Real realmente bordó antes de «ordenar descanso».

La segunda parte comenzaba también con la pareja de suboficiales presentando las obras a escuchar, primera vez que escuchaba la marcha militar Al Héroe Noval del Julio César Ruiz Salamanca (Las Pedroñeras, Cuenca) otro compositor, trombonista y director castrense, homenaje al cabo asturiano con toda la carga emotiva de una música para la ocasión.
El Capricho Español (1887) de Rimski Korsakov (1844-1908) tiene mucho de nuestra tierra, con la «Alborada» o el famoso «Fandango asturiano» flanqueando la «Escena y canto gitano» uniendo Asturias y Andalucía desde la inspiración rusa, que sirvió de sintonía radiofónica en mi infancia. El arreglo de A. Courtain sirvió para mostrar todo el poderío sonoro de una formación disciplinada en todos los sentidos, de nuevo con buenos solistas aunque algo «apurados» en los pasajes rápidos del fandango, especialmente el clarinete, y algo falta de sutileza en la batuta para alcanzar planos más diferenciados entre las secciones, con metales poderosos (5 tubas entre ellos) que por momentos taparon a flautas (la solista sargento primero), oboes y corno inglés. No hay comparación con el original pero en su momento estas versiones eran las únicas posibles para conocer en vivo las grandes obras de la historia de la música, y las bandas contribuyeron, aún lo siguen haciendo, a divulgarlas entre un público que no tiene acceso a las grandes salas sinfónicas.

La fantasía descriptiva El Sitio de Zaragoza de Cristóbal Oudrid, con toques militares alternando con la jota es imprescindible en estos eventos (con un trompeta solista impresionante), en excelente arreglo del que fuese director de esta Unidad Francisco Grau, todo un «hit» que el público reclama y del que los músicos pueden estar «cansados» de tocarlo, de hecho pudieron sacar más partido aunque siempre resulte epatante su ejecución, más cuando aparece desfilando la banda de trompetas y tambores, cuatro y cuatro por las escaleras hasta el escenario, levantando a todo el público de sus butacas tras el apoteósico y esperado final.
Mención especial para otro tema con firma valenciana: Libertadores de Oscar Navarro (Novelda, 1981), es una una suite moderna en dos movimientos, “Amazonas” de aire selvático y ritmo trepidante donde la percusión toma protagonismo, sin olvidar la marimba o la cabaça, aunque también hubo momentos cantados literalmente por parte de los trompetas jugando con este lenguaje compositivo actual y cercano que me evocó en cierto modo a Ginastera, y la impresionante «Marcha de los libertadores» ampliando el efectivo de percusionistas e instrumentos, todo un espectáculo la presencia de ocho tambores (una suboficial entre ellos) saliendo por las puertas laterales del escenario y ejecutando una coreografía de las que vemos en las bandas americanas o sajonas, compartiendo baquetas y parches, uniéndose la percusión corporal en clarinetes y saxos, no muy acostumbrados a estos recursos que engrandecen la escritura para banda sinfónica que tiene en clarinetista y compositor alicantino uno de sus mejores exponentes. De nuevo el público enardecido se levantó de sus asientos tras el apoteósico final, aunque los ánimos ya estaban en alto tras la «guerra contra los franceses».

Pasaban siete minutos de las diez de la noche cuando se hizo una pausa para entregar unos galardones de agradecimiento por la acogida de la Guardia Real en Asturias y la ¿colaboración? de las instituciones, con silencios y dudas sobre la ubicación en este momento del concierto, tal vez buscando ¿evitar? una desbandada si se realizaba al finalizar, cuando aparecieron tímidamente por la puerta izquierda las autoridades, abucheo y pitos al alcalde de Oviedo Wenceslao López (PSOE), aplausos y vítores para ex-regidor local y actual delegado del gobierno Gabino de Lorenzo (PP), crítica puede que merecida enlazando con todo el «rollo» del inicio, pero pienso que fuera de lugar evidenciando unos modales y gestos peligrosos que sólo crispan y denotan falta de educación, de la que los medios de comunicación seguro sacarán «carnaza» a estos cinco minutos de sonrojo que no deberían ir en el sueldo de nuestros gobernantes aunque no lo hagan bien. De nuevo mala política en un buen concierto.

No pareció calmar sino más bien destemplar a los músicos el más actual y «autóctono» Busindre Reel de nuestro internacional José Ángel Hevia, incorporándose al final un suboficial gaitero de la propia Unidad algo tapado por el poderío de la banda con un soso arreglo del coronel Blasco que no mejoró el original cargado de un ritmo que no nos transmitió el batería, del que desconozco si será arrestado por la ejecución (musical se entiende).

El delirio llegó con el final esperado, primero el famoso pasodoble compuesto por el maestro Francisco Alonso incluido en la humorada cómico-lírica Las Corsarias (1919) con la unidad al completo y el director animando al público a cantar el conocido “banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda…” cerrando como indica el protocolo con el Himno del Principado de Asturias (desconozco autoría del arreglo para banda) y el Himno de España armonizado por Pérez Casas y revisado por Grau, dos ex directores de la Unidad de Música de la Guardia Real, con todos los presentes en pie, esta vez educadamante. Nadie ordenó romper filas pero el descanso llegó a las 22:25 horas y el bochorno tardó en irse.

P. D.: La crítica musical para La Nueva España se publicará este domingo y la pondré aquí:
CríticaLNE20SEP2015
Crítica 20 septiembre 2015

Garanča es La Mezzo

Deja un comentario

Jueves 8 de mayo, 20:00 horas. Oviedo, Conciertos del Auditorio: Elĩna Garanča (mezzo), Oviedo Filarmonía, Karel Mark Chichon (director). Obras de Glinka, Tchaikovsky, Massenet, Saint-Saëns, Gounod, P. Marquina, S. Lope, Manuel Penella y Bizet.

El próximo San Juan hará cinco años de espera que merecieron la pena. Esta vez en solitario (sin Cura), también dirigiendo Chichon (como casi siempre) pero Oviedo Filarmonía en vez de OSPA y el Auditorio en vez de Teatro Campoamor: Elĩna Garanča sigue enamorando con Mark Chichon, con el poso (y peso) de la reciente maternidad que aún hace más bella su voz en cualquier registro, desde una técnica exquisita que hace fluir y llegar a todos los rincones pese a tener detrás (y siempre «a sus pies») una orquesta a pleno rendimiento donde su pareja no perdona, dominando de memoria cada obra como sólo su estado civil puede lograr.

En la línea de las grandes voces, casi todas pasando por esta capital lírica, Oviedo rendido a ella, única, diva, la letona, «La Mezzo»…

Para alcanzar estas cotas de calidad y reconocimiento mundial, sumar además de una voz prodigiosa, la inteligencia en la elección del repertorio, aparcando los roles belcantísticos y centrándose en el repertorio francés (como así lo recoge Pablo Meléndez-Haddad en las notas al programa). En la segunda parte fue Carmen de Bizet y como en su registro, puedo añadir que ella es actualmente «La Carmen de España y no la de Merimé», pero comenzar escuchando el aria «Adiós a tus montañas y tus prados» de la poco conocida La doncella de Orleans (Tchaikovsky) sirve para recuperar repertorios, engrandecer personajes como el de Juana de Arco y agradecer una herencia desde la que pasar directamente al francés que la cantante de Riga hace y siente como nadie.

Primero «Mon coeur s’ouvre à ta voix» del Samson et Dalila (Saint-Saëns) recreándose en el «tempo», vocalizando como una parisina, seduciendo, luciendo en presencia, física y vocal un personaje arriesgado como la partitura, y después Gounod con «Plus grand, dans son obscurité«, el aria más conocida de La Reina de Saba que no tiene nada que envidiar a otras del galo aunque personalmente desconozca esta ópera completa, pero perfecto cierre a la primera parte.

La segunda lo apuntado de Carmen Garanča, cambiando el vestido gris por el rojo pasión. Todas sus arias de la ópera alternando con preludios y entreactos instrumentales engarzado no en el orden de la representación pero eficaz en esta globalidad. Abría con la primera versión de «L’amour est un enfant de Bohème» del acto I, el preludio y la famosa Habanera seguida del entreacto del tercer acto para regalarnos la seguidilla del primer acto (pandereta entre cellos y violas) excepcional, entreacto del cuarto, «En vain, por éviter» del tercero, entreacto del segundo y la canción bohemia para cerrar esta «selección carmina», lección de canto puro, interpretación, riqueza expresiva, destacando la perfecta concertación y conocimiento del maestro Chichon que sacó de la Oviedo Filarmonía lo mejor de ella, cierre de temporada madura, auténtico placer no ya en el acompañamiento sino en sus intervenciones instrumentales:

La obertura de Ruslán y Ludmila (Glinka) es piedra angular de toda orquesta sinfónica, más para arrancar velada y con el aire ligero por el que optó el director llanito, pero que cada sección respondió a los requerimientos. La conocidísima «Meditation» de Thaïs (Massenet) nos permitió disfrutar de la calidad y sonoridad que nuestro concertino Andrei Mijlin atesora, secundado por el arpa de Danuta Wojnar y arropado por todos sus compañeros. La «Bacanal» tras el aria de Dalila Garanča lo fue literalmente por el derroche tímbrico de la orquesta ovetense, odalisca bella, danzarina y clara con la dirección elegante y precisa de Chichon.

Los tres pasodobles enlazados como ambientación o preparación española para la cigarrera andaluza pueden resultar bien fuera de España. Enlazar España Cañí (P. Marquina), Gerona (S. Lope) y el más famoso de Penella (El Gato Montés) todos sin completar, caen en tópicos musicales aunque con Karel Mark la OvFi los hizo sinfónicos, sobre todo el último que sería muy rápido para bailar e incluso cantar.

Toda diva se hace de rogar y los aplausos merecidos trajeron las esperadas «Carceleras» de Las hijas del Zebedeo (Chapí), justo lo español puro y sin tópicos, dicción casi malagueña y género que La Mezzo ama y lleva por todo el mundo, lo que debemos agradecerle, especialmente cantándolo como ella lo hace. Distinta su versión del mundial Granada (A. Lara) aunque costase sacarla tantas veces a escena antes de una segunda propina que levantó al respetable de sus asientos (y Neira cronometró) más por gratitud y emociones anteriores de una interpretación globalmente casi completa. Oviedo capital de la lírica exige hasta en los regalos, y eso que hubo ramos de flores para la pareja. Y queda completar el refrán «a la tercera va la vencida» que no desisto sea directamente en la (temporada de) ópera, aunque en estos tiempos supongo que sólo sea un sueño. La esperanza musical nunca la pierdo, Benalmádena no está tan lejos y Garanča se sintió como en casa, a lo que la OvFil ayudó y Chichon fue cómplice.

2:10.