Domingo 30 de junio, 12:30 horas73º Festival de Granada. Crucero del Hospital Real | Cantar y tañer / +Bach: Mario Brunello, violoncello piccolo. Obras de Bach. Fotos de ©Fermín Rodríguez.

Hace tiempo que el periodista y melómano Carlos Santos «La libreta colorá», hoy presente en esta matinal de mi día 15 de Festival, cuando pone a Bach en la radio (Entre dos luces),  le describe como «el número uno de los cuarenta principales de todos los tiempos». Y para quienes me leen habitualmente, mi referencia siempre es «Mein Gott», por lo que dios Bach, nuestro padre de todas las músicas, podemos orarle cada día y finalizar con el título de esta entrada que en la Web presentaba este concierto como Violonchelo piccolo, Bach grande.

El italiano Mario Brunello (Treviso, 1960), ganador del Concurso Tchaikovski, nos trajo a Granada su singular apuesta con las sonatas y partitas para violín solo de Bach, monumentales en la literatura para instrumento solista pero con su inesperado violoncello piccolo, un violonchelo algo más pequeño que el convencional, del que no hay mucha icnografía aunque se sepa que fue usado en los inicios del XVIII y el propio Bach lo utilizaría como acompañante en algunas de sus cantatas, incluso parece que le dedicó la última de sus seis suites para chelo solo. Al menos podemos datarlas en Leipzig entre 1724-25 con toda una vida sacrificada para esa música atemporal.

Afrontar con este gran piccolo la Sonata nº 1 en sol menor para violín solo, BWV 1001 ya puso las cartas boca arriba, una sonoridad nueva para una obra conocida, aunque «dios Bach» soporta cualquier instrumento en su vasta producción. Pero Brunello con el piccolo da una dimensión más cercana (el violonchelo como el más parecido a la voz humana) al hacer sonar su registro grave sin perdernos ninguna nota esta maravillosa sonata, con el Adagio inicial rotundo o esa Fuga tan conocida que va tomando cuerpo, la cuarta cuerda que hace vibrar el suelo, el esternón y hasta las piedras. El arco del italiano fluye, se balancea, danza y la mano izquierda abraza esa gran sonata pasando del lento al rápido con una continuidad expositiva y tímbrica rica que «redescubre» la música bachiana siempre, más aún en un piccolo «muy grande». De hecho las notas al programa de Enrique Martínez Miura las titula Nuevas resonancias y es una nueva dimensión al oído en la interpretación del italiano con su instrumento: «La revitalización actual del piccolo se debe en gran medida al empeño personal de Mario Brunello. Basándose en el asombroso grado de perfección de la música de Bach, que la hace prácticamente viable sobre cualquier soporte instrumental, así como en la tradición del recurso de la transcripción, empleada por el propio compositor, pero también por la musicología para reconstruir obras perdidas a partir de versiones alternativas, el violonchelista italiano ha adaptado para el piccolo conciertos originales para clave o violín y, como es el caso que nos ocupa, las Sonatas y Partitas para violín. Brunello, continuador de una tradición iniciada por Anner Bylsma, ha contado para su trabajo con un argumento a favor: el violonchelo piccolo en las antes citadas cantatas de Bach aparecía anotado en la clave del violín una octava más baja. La afinación de las cuerdas de ambos instrumentos habría sido idéntica».

Si la sonata causó honda y grata sorpresa, aún quedaban los dos gigantes que son las partitas, uniendo todo en este conjunto instrumental (con el «orden tonal (sol menor, si menor, la menor, re menor, do mayor, mi mayor) y por el hecho de que dentro de cada pareja la partita actúe como respuesta de la sonata»). En las Partitas Bach usa el modelo de la suite francesa. Mario Brunello y su piccolo dan a estas obras una amplificación natural y una resonancia que verdaderamente nos asienta en tierra firme para recrear un violín más cercano, menos etéreo y hasta más humano.

La Partita nº 1 BWV 1002 fue una sucesión de sensaciones nuevas para algo conocido, desde el aire improvisatorio de la primera danza, la Allemande más la Double que recuerdan la viola de gamba francesa pero con el sello inconfundible del kantor, técnicamente un prodigio, como el Double Presto que Brunello salvó con aplomo sin perder nunca el fraseo, la reposada Sarabande casi plegaria o el Tempo di Bourrée – Double casi contagiando movimiento a los pies, marcando los cambios en el paso, que con el violín nos aposentaría para «simplemente escuchar» pero la rotunda sonoridad del piccolo nos baja a tierra.

Y quedaba la Partita nº 2 BWV 1004, más sensaciones y magisterio bachiano en sus cinco danzas «redescubiertas» al piccoloAllemande de acentos claros, arco ondulante de suavidad aterciopelada con unas apoyaturas increíblemente limpias, la Courante saltarina en todo el amplio registro de un piccolo milagroso, nueva oración plena de lirismo la Sarabande con dobles cuerdas orgánicas, reposadas, disonancias y consonancias a ras de suelo, la brillantez exquisita de la Gigue donde la técnica de Brunello la acerca pese a la monumental serie de variaciones, a cual más honda, con la equívoca sensación de sencillez antes de rematar este «triunvirato a piccolo» con la celebérrima Ciaccona, reflexión interior de toda la música anterior y que sigue influyendo en nuestros días, adaptada a cualquier estilo, instrumento o ropaje. Bach nuestro que estás en los cielos por los siglos de los siglos.

La propina bachiana nos llevaría hasta las 14:00 horas para salir al sol como de una ceremonia imbuidos por la placentera serenidad de esta música tan distinta a la que nos espera esta noche en Palacio… pero aunque todo es música, la historia será muy diferente, y la contaremos desde aquí ya de madrugada.

PROGRAMA:

Johann Sebastian Bach (1685-1750):

Sonata nº 1 en sol menor para violín solo, BWV 1001:

Adagio – Fuga. Allegro  – Siciliana – Presto 

Partita nº 1 en si menor para violín solo, BWV 1002:

Allemande – Double – Courante – Double. Presto – Sarabande – Double – Tempo di Bourrée – Double

Partita nº 2 en re menor para violín solo, BWV 1004:

Allemande – Courante – Sarabande – Gigue – Chaconne