Jueves 6 de noviembre, 19:30 horas. Conciertos del Auditorio: Les Arts Florissants, Le Jardin des Voix (ganadores de la 12ª edición), William Christie (director). Marc-Antoine Charpentier: «Les arts florissants», H 487, ópera o “idylle en musique”; «La descente d’Orphée aux enfers», H 488, ópera inspirada en las Metamorfosis de Ovidio. Óperas en versión semiescénica.
(Crítica para Ópera World del viernes 8 de noviembre, con el añadido de los enlaces siempre enriquecedores, tipografía y colores que no siempre se pueden utilizar, y las fotos de Pablo Piquero más las mías propias)
El pasado 8 de febrero el maestro estadounidense nacionalizado francés William Lincoln Christie (Búfalo, 1944) tenía programado su concierto en Oviedo dentro del Ciclo ‘Los Conciertos del Auditorio’ en una gira para celebrar sus 80 años (cumplidos el 19 de diciembre de 2024), pero los achaques de su edad (sin recurrir al codirector Paul Agnew como en Madrid o Sevilla) nos cancelaron uno de los eventos más esperados en la capital asturiana, por lo que volver a programarlo para este jueves 6 de noviembre volvió a llenar el auditorio ovetense sabedores que nos quedan pocas leyendas vivas como Christie, y aún más con el programa que nos ofrecería: nada menos que dos óperas (en versión semiescenificada) de Marc-Antoine Charpentier (1643-1704) que el octogenario ha recuperado, editado, grabado, representado y mejor servido para esta nueva gira, con un despliegue de medios sencillo pero muy efectivo, dada la calidad global que fue sobresaliente además de reafirmar el aforismo de “menos es más”, un éxito enorme que quedará en el recuerdo de todos los melómanos llegados de distintos puntos, y en parte preparación para seguir degustando más ópera barroca con el próximo «Orlando Furioso» vivaldiano de la temporada lírica del Campoamor, que esperamos contar también desde aquí.
Las notas al programa de la doctora María Sanhuesa nos ponían en antecedentes de los dos títulos que se ofrecían. En la primera parte «Les arts florissants», H 487, ópera o “idylle en musique” como la calificó el propio autor, una partitura que precisa de siete voces solistas, dos coros a cinco voces (uno de Guerreros y otro de Furias) con la posibilidad de incluir, como así se hizo, al grupo de Furias danzantes, más un efectivo instrumental con dos flautas, dos violas sopranos (para esta representación dos violines) más la siempre colorista percusión, y continuo siempre bajo el control total y discreto desde el clave y órgano del homenajeado profesor, de sabia alternancia entre teclados, con una vitalidad envidiable (hasta en sus habituales calcetines rojos).
En la ficha técnica final dejo reflejados todos los intérpretes, arrancando este idilio musical todavía con el público ocupando las localidades, con los bailarines “sembrando la discordia” mientras los músicos se ubicaban en la escena junto al conjunto de diez voces (incluidos los seis solistas) y dos parejas de danzantes, jaleando al cumpleañero para un verdadero festín musical. Los laureados en la duodécima edición de “Le Jardin des Voix” no decepcionaron nunca, ataviados con un vestuario elegante y actual de tonos pastel para ellas, con zapatos de tacón (también las bailarinas), mientras para ellos trajes, chaquetas con camiseta o camisas y tirantes más pajaritas. Mínimo atrezo de sillas, una mesa cubierta con dos sábanas, daría un juego exquisito bien diseñado, con luces fijas cálidas (se agradecen los leds) suficientes aprovechando todo por el tándem franco-italiano Lambert-Le Bihan y Facco. Añadamos las voces, que se unieron a los danzantes montando una coreografía contemporánea de Martin Chaix exigente para los catorce personajes, dotándolos de un movimiento escénico que resultó y realzó toda la partitura del compositor, para que William Christe con su grupo, que toma precisamente el nombre de este “idilio en música”, siga siendo todo un referente del repertorio francés del siglo XVII.
Prólogo y cinco escenas donde las cuatro artes (Música, Pintura, Poesía y Arquitectura) fueron interpretadas y dramatizadas, en toda la extensión de la palabra, por la soprano francesa Camille Chopin, el tenor galo Bastien Rimondi, la estadounidense Sarah Fleiss también soprano, y no una mezzo sino la contralto canadiense-estadounidense, Sydney Frodsham, cuatro colores vocales bien diferenciados para cada uno de los personajes, de volúmenes suficientes que por su juventud perderían algo en los registros graves pero con proyección suficiente.
Aparecerían después La Paz con la soprano croata Josipa Bilić, La Discordia del barítono quebequés Olivier Bergeron, muy completo, o el excelente bajo colombiano Kevin Arboleda-Oquendo como Un Guerrero, más todas Las Furias con Claire Graham y Noémie Larcheveque, las danzantes que fueron ya de por sí un espectáculo. Maravilloso empaste, matices, movimientos escénicos muy variados mezclándose con el “cuerpo de baile” en escenas de una plasticidad hermosa, mientras el orgánico, situado detrás, arroparía cada número para convertir el arte y la cultura como sinónimos de una existencia mejor con esa victoria final de las artes… aunque la amenaza siga presente como rezaba el programa de esta primera parte redonda.
La segunda no se quedaría a la zaga con «El descenso de Orfeo a los infiernos» H 488, inspirada en las Metamorfosis de Ovidio. Once personajes y nueve voces (dos doblan papeles), emergiendo un excelente Richard Pittsinger en el papel protagonista, un tenor estadounidense de presencia escénica y adecuado a las exigencias de su rol, de timbre cálido y expresivo en todos los registros y dinámicas, junto a “su” Eurídice breve, nuevamente con Camille Chopin, más la Daphné de Bilić, uniéndose al coro de ninfas y pastores, junto a la Enone de la soprano franco-italiana Tanaquil Ollivier y la Arethusa de la ya citada Sydney Frodsham.
El vestuario colocado sobre sillas en la parte trasera del escenario lo irían variando simplemente añadiendo chaquetas negras o camisas grises, todos descalzos, y un atrezo donde varias sogas rojas (como los guantes) fueron serpiente venenosa, el propio infierno al que desciende Orfeo saltando (golpes en el suelo a tempo con la música) o moviéndose entre ellas, la lira interpretada por las dos violas de gamba igualmente transitando y sumándose a la coreografía.
Las tres escenas del primer acto e inicio del segundo, con tormentos y penas desde la condena al hambre y la sed de Tántalo (con el tenor húngaro Attila Varga-Tóth), la rueda de Ixión (de nuevo Rimondi), Tizio con el hígado devorado (Bergeron que interpretaría también al Apolo que convence a Orfeo para bajar al inframundo para recuperar a su amada), hasta las Danaides y guardianes. Mejor en este infierno Sarah Fleiss como la Proserpina seductora, e imponente el Plutón de Arboleda-Oquendo cual Matrix barroco al que no le faltaron las gafas de sol negras.
En general todos los solistas defendieron correctamente sus personajes, y el conjunto de voces volvieron a sonar muy empastadas, con dramatización gestual -destacar las caras de suplicio- y corporal (bravo por las dos parejas de baile), más el orgánico comandado por el maestro Christie subrayando los caracteres tan bien reflejados en la partitura de Charpentier para unos condenados que manejaron con pericia las sogas hasta llegar a las dos últimas escenas: Orfeo cantando y subyugando, el dios del infierno cediendo desde su poderío, y el final inconcluso, como la propia ópera, al no mostrarse la mirada fatal, para concluir con el atronador silencio que deja el mito abierto.
Dos óperas de altura con intérpretes de lujo y felicitaciones, además de gratitud, al gran William Christie por el legado que deja a la historia de la música. Podemos presumir de seguir disfrutándolo, viéndolo y viviéndolo… ojalá cumpla muchos años más.
PROGRAMA:
«Les arts florissants», H 487. Ópera o “idylle en musique” de Marc-Antoine Charpentier.
«La descente d’Orphée aux enfers», H 488. Ópera de Marc-Antoine Charpentier (inspirada en las “Metamorfosis” de Ovidio).
Óperas en versión semiescénica
Edición de las partituras: Éditions des Abbesses – Colección “Les Art Florissants” dirigida por William Christie.
Guantes creación de la artista Thomasine.
FICHA:
Jueves 6 de noviembre, 19:30 horas. Conciertos del Auditorio: Les Arts Florissants, Le Jardin des Voix, William Christie (director).
FICHA TÉCNICA:
Le Jardin des Voix (Ganadores de la 12ª edición):
Sopranos: Josipa Bilić (La Paix / Daphne) – Camille Chopin (La Musique / Euridice) – Sarah Fleiss (La Poésie / Proserpine) – Tanaquil Ollivier (Enone)
Contralto: Sydney Frodsham (L’Architecture / Aréthuse)
Tenores: Richard Pittsinger (Orphée) – Bastien Rimondi (La Peinture / Ixion) – Attila Varga-Tóth (Tantale)
Barítono: Olivier Bergeron (La Discorde / Apollon – Titye)
Bajo: Kevin Arboleda-Oquendo (Un Guerrier / Pluton)
LES ARTS FLORISSANTS
Equipo creativo:
William Christie, dirección musical, clave y órgano
Directores de escena: Marie Lambert-Le Bihan y Stéphane Facco
Coreógrafo: Martin Chaix
Asistente de coreografía: Eleanor Freeman
Bailarines:
Tom Godefroid, Claire Graham, Noémie Larcheveque, Andrea Scarfi
Orquesta Les Arts Florissants:
Violines: Emmanuel Resche-Caserta (primer violín, asistente musical), Tami Troman
Violas da gamba: Myriam Rignol Mathilde Vialle, Mathilde Vialle
Violonchelo: Cyril Poulet*
Violone: Michael Chanu*
Flautas alemanas: Serge Saitta – Sébastien Marq (flauta de pico)
Archilaúd: Gabriel Rignol*
Percusión: Thomas Debray
*Bajo continuo















































