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La Pasión según Koopman

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Miércoles 28 de junio, 22:30 horas. 72 Festival de Granada, Colegio Mayor Santa Cruz la Real, “Solo Bach”: Amsterdam Baroque Orchestra and Choir, Ton Koopman (director). Johann Sebastian Bach (1685-1750): Johannes-Passion, BWV 245. Fotos de Fermín Rodríguez.

Esta mañana nos despertábamos con la noticia de la concesión al maestro Ton Koopman de la Medalla del Festival de Granada 2003, y a media tarde se nos comunicaba que la hora prevista del concierto se retrasaba hasta las 22:30, pues el avión que debía salir de Amsterdam a las 09:00 para aterrizar a las 13:00 se había estropeado y hasta las 17:00 no despegaban finalmente rumbo a tierra granadina. Así y todo se abrían las puertas al público a las 22:00 y a las 22:19 veíamos llegar a los intérpretes para organizar el escenario llegando con el tiempo justo sin poder realizar la prueba acústica ni tan siquiera meter algo sólido en el cuerpo.
A las 22:45 Antonio Moral, director del Festival, tomaba la palabra para disculparse en nombre de todos y contarnos la odisea, incluso intentando avisar al público que los parkings cerraban pese a los esfuerzos de toda la organización por prorrogar el cierre, siendo imposible y calculando que esta “Pasión” se realizaría sin la pausa prevista, salvo una pequeña parada tras el nº 14 (coral) y la duración prevista sería de dos horas y diez minutos.
Cual acto de penitencia por todos, al fin salía Ton Koopman con su eterna sonrisa y una vitalidad increíble sabiendo todo lo acontecido, con todos los intérpretes preparados, los dos órganos listos tras los repasos matutino y nocturno del inconmensurable Francisco Alonso Suárez (Paco para todos), y escuchando el primer coro Herr, unser Herrscher, aún sin centrarse casi nadie, con las sopranos algo destempladas, Juan el Evangelista y Jesús en el primer recitativo y los sobretítulos bien proyectados para proseguir esta liturgia bachiana tan esperada.
El maestro Koopman debía ajustar la banqueta, pues ni tiempo había tenido, resisitiéndosele el mecanismo pese a “la ayuda de Jesús” y preparado el contratenor curiosamente antes de cantar su aria “Para desatarme de los lazos de mis pecados” (nº 7) con esta pausa no prevista.
Pero el milagro ocurrió y el oratorio iría tomando el rumbo correcto, la primera aparición de la soprano (nº 9) con el aria “Yo también te sigo con alegres pasos” junto al dúo de flautas parecían cantar los acontecimientos; emisión perfecta y color adecuado, el coro más empastado, incluso los solistas manteniendo un nivel alto; la orquesta ensamblada con un continuo que mantendría y hasta iría aumentando su excelente calidad (cello, fagot, órgano y tiorba) pero los dos protagonistas impresionantes, especialmente el Evangelista, que como hace 9 años en Oviedo, sentía y transmitía todos los textos luteranos, y otra maravilla el contratenor, con el mismo cuarteto solista que ya me maravillase entonces y volvía a hacerlo este miércoles “colegial”.
Desde el número 15 esta “Pasión según San Juan” creció en emociones, entrega, encajando cada número como si la “penitencia” previa por todos pasada ya se hubiese redimido, la Zweiter Teil que sería intensa, equilibrada y apasionada. Los corales sonaron empastados y ricos de matices con Koopman tan claro y preciso como es habitual, llevándolos “al pie de la letra”, con sus continuos en el positivo ornamentando primorosamente, el Evangelista emocionándonos, con Jesús completando el relato junto a esta orquesta que mantiene la sonoridad impecable de los holandeses. Si el dúo de flautas competía en belleza con las voces, los oboes no quedaban a la zaga, el fagot redondeaba un continuo donde el cello solista “hablaba” y realzaba los momentos de dolor con Jesús.
El cambio en el arioso de Jesús (nº 19) y el aria del Evangelista (nº 20) con las dos “violas d’amore” consiguió la tímbrica buscada, y las segundas intervenciones de Hana Blažíková (nº 35, Zerfließe, mein Herze) pero sobre todo de Maarten Engeltjes en su aria Es ist vollbracht! (nº 30) fueron rotundas, de una emisión perfecta, color bellísimo y una auténtica dramatización de los textos de Brockes.
Toda la fuerza de la palabras que “dios Bach” realza, un auténtico tratado de simbología musical matemáticamente resuelto por un Koopman que resuelve los enigmas con la sencillez del maestro y la grandeza de la partitura.
Corales, coros y turbas transmitiendo la voz del pueblo, la orquesta subrayando como sólo Bach es capaz, incluso en esta su primera pasión, sin olvidar la reflexión y toda la expresividad. Emociones en el aria de Jesús con el coro, las arias y ariosos del Evangelista junto a esa sucesión de números tan perfectamente compuesto y alternados fueron elevando espíritus y sensaciones.
El Jesús del bajo Klaus Mertens ponía el dolor y resignación pero también la esperanza; San Juan Evangelista del tenor Tilman Lichdi no pudo encontrar mejor narrador. Y todo el Oratorio llevándonos en liturgia bachiana única hasta el clímax final con el coro Ruht wohl, ihr heiligen Gebeine más el coral Ach Herr, laß dein Lieb Engelen.
Redimimos pecados, esperamos la resurrección tras el dolor y las súplicas que no hubiesen sido posibles sin la “Pasión Koopman, siempre a mayor gloria de Bach”. Aún disfrutaremos con el maestro dos días más, que espero seguir contando puntualmente.
FICHA
Amsterdam Baroque Orchestra and ChoirTilman Lichdi , tenor (Evangelista) – Klaus Mertens, bajo (Jesús) – Maarten Engeltjes, contratenor – Hana Blaiková, soprano.
Ton Koopman (órgano y director).
Johann Sebastian Bach (1685-1750):
Johannes-Passion, BWV 245 (La pasión según San Juan, 1724).

Koopman a mayor gloria de Bach

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Como bien dice mi admirado musicógrafo Luis Suñén en sus notas al programa (con todo el texto y traducción que seguimos cual misal durante casi tres horas) recordando al gran Padre Sopeña «una vez al año deberíamos someternos (…) a «una cura de Bach», es decir a una inmersión en su música para purificar nuestra condición de aficionados y, por qué no, también de seres humanos». En Oviedo, que es como la Viena española en lo que a oferta y calidad musical se refiere, esta Cuaresma nos ha purificado con las dos pasiones sin olvidarnos del Elías que Mendelssohn compusiese inspirado en un Bach que él redescubrió precisamente con La Obra por excelencia, la misma que nos faltan calificativos por su grandeza dentro de la engañosa sencillez, purificación de melómanos y hasta de agnósticos convencidos, gracias a «Meine Gott Bach».

Tener a Ton Koopman en el auditorio ovetense al frente de «su formación» nada menos que con «La San Mateo» era corroborar las versiones más que musicológicas, históricas por recrear en lo posible cómo fueron concebidas, precisamente unos días después de «La San Juan» con su alumno Aarón Zapico igualmente con una formación propia en la línea del holandés pero cambiando Amsterdam por Oviedo. Y contar para los corales de la primera parte con voces de casa, como es el coro que dirige Natalia Ruisánchez, una reválida pasada con sobresaliente. Mis primeras felicitaciones para unas voces blancas brillantes y seguras en el O Lamm Gottes unschuldig, inocentes y sacrificados por un trabajo que tiene recompensa, más el nº 35 O Mensch, afinación y empaste de auténticos profesionales.

De los solistas luces y sombras sin desmerecer ninguna, destacando el alto Engeltjes capaz de emocionar desde un color de voz bellísimo y bien proyectado en el nº 10 Buss’ und Reu pero especialmente en Erbarme dich, mein Gott (nº 47), bien el evangelista Lichdi, piedra angular de la Pasión, y el bajo Mertens aunque casi todos tienen un registro grave algo discreto. Personalmente un ligero escalón abajo la soprano checa y dos el tenor suizo. Del Jesús Hönisch, «crucificado antes de tiempo» tras el descanso al estar desaparecido como si tomase al pie de la letra el aria de alto que abría la segunda parte: «Ah! mi buen Jesús ya no está aquí! ¿Es posible?» (Ach, nun ist mein Jesus hin! Ist es möglich, kann ich schauen?) pienso que necesitaba más presencia vocal, afinación exigente y mayor implicación emocional para un rol que así lo pide.

Decepcionante el bajo corista Tobias Hagge en sus intervenciones solistas como Pilatus, destemplado y fuera de sitio. En cambio el coro excelente, casi camerístico con 28 voces, a menudo dos de 14 por la propia obra, eficiente y efectivo pero no efectista (esperaba expectante el Barrabam que no me convenció), color uniforme, disciplina para con las exigencias de la partitura, diferenciando coros y corales que desde la dirección también se marcan.

La doble orquesta de Koopman resultó todo un catálogo de solistas que lograron unas sonoridades perfectas para la magna obra bachiana, flautas casi de jazz que me comentaba alguna de mis amistades a la salida, oboes impecables, el fagot en su sitio difícil incluso cuando es continuo, eje instrumental con el órgano del Maestro alternando con su señora Tini Mathot, y una cuerda aterciopelada con dos concertinos (Catherine Manson y Matthew Truscott) brillantes en las intervenciones a dúo con las voces solistas.

Finalmente comentar lo maravilloso que resulta ver dirigir a Ton Koopman, disfrutando y contagiando su alegría desde el dominio de esta Pasión con pasión y sin compasión, siempre apasionante. El grandioso coral final «Llorando nos postramos ante tu sepulcro» (Wir setzen uns mit Tränen nieder) fue llevado con un tempo donde más que tristeza rezumó convencimiento, leyendo globalmente esta auténtica representación luterana desde la perfecta conjunción texto-música que El Kantor alcanza en ambas pasiones. Purificación de Sopeña y Suñén desde las pasion musicales con Koopman de profeta a mayor gloria de Bach.