Inicio

Meditando en El Salvador

Deja un comentario

74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 24a). Conciertos matinales.

Sábado 12 de julio, 12:30 horas. Parroquia de Nuestro Salvador: Juan María Pedrero, órgano. Obras de Bach. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Penúltimo día de mi festival con sesión matutina dedicada a «Mein Gott» a cargo del organista zamorano afincado en Granada José María Pedrero (1974) en el fantástico órgano construido en 2001 por Paco Alonso, un tándem que sigue teniendo a la capital nazarí como referente para el llamado «rey de los instrumentos». Del instrumento del Salvador que ya he disfrutado en ediciones anteriores, destacar que la caja está directamente inspirada en dos órganos barrocos granadinos de principios del siglo XVII (uno otra joya aún conservada por el propio Alonso en el convento de San Jerónimo procedente del convento de Santa Paula, y en la traza del órgano que construyese para la iglesia de Santa María de la Alhambra el organero Gaspar Fernández de Prado en 1619. Con más de 1800 tubos y diapasón a 440 Hz siempre a una temperatura ideal de 20º C, Juan Mª Pedrero supo sacarle todas las combinaciones y registros del barroco alemán con aires de Sierra Nevada.

La web nos presentaba este sábado matinal con temperatura ideal en estas fechas:

Maestro entre los maestros
En el instrumento que Francisco Alonso construyera en 2001 para la Parroquia del Salvador, uno de los más importantes organistas españoles de hoy, Juan María Pedrero, profesor en el conservatorio de Granada, ofrece un acercamiento a la obra del más grande compositor para órgano de la historia, Bach. Desde la majestuosidad de la Pièce d’Orgue BWV 572 hasta la profundidad expresiva de An Wasserflüssen Babylon BWV 653, cada obra despliega su riqueza técnica y emocional. La Partite diverse sopra il Corale BWV 770 muestra la inventiva del maestro en la variación coral, mientras que la Toccata BWV 564 deslumbra por su virtuosismo en estilo fantasticus. Culmina el programa el imponente Preludio y Fuga en mi menor BWV 548, una obra monumental que encapsula su genialidad arquitectónica y musical.

De las excelentes notas al programa de mi tocayo vasco Pablo Cepeda que analizan las obras elegidas para este monográfico Bach, y tituladas El órgano en J. S. Bach: arquitecturas del infinito iré intercalándolas con mis comentarios:

El concierto que nos disponemos a escuchar nos brinda la oportunidad de recorrer la riqueza musical que Johann Sebastian Bach cultivó en diversos géneros organísticos. Juan María Pedrero nos presenta una ambiciosa y cuidada selección de obras que condensan la maestría compositiva de quien fue también un intérprete e improvisador excepcional. En ellas late un sutil equilibrio entre forma y espíritu: arquitecturas sonoras que apuntan al infinito y resuenan en lo más profundo del ser. Recorreremos esta geografía musical guiados por Pedrero y por la riqueza sonora del órgano de El Salvador, joya de la organería granadina, construido en 2001 por el maestro Francisco Alonso Suárez, que despliega una amplia representación de las distintas familias tímbricas del órgano barroco.

Todo órgano debe respirar para mantenerse vivo, cada vez que el aire hace vibrar sus tubos, por lo que enfrentarse al «dios Bach» además de una preparación previa del instrumento, el organista, cual deportista de cualquier disciplina, debe conocer en profundidad el terreno de juego, nunca igual, y. que en el caso del zamorano al «jugar en casa» fue llevando cada obra por los registros apropiados, un verdadero arte, estrujando no solo la cadereta interior sino el llamado «órgano mayor» y especialmente el pedal, jugando con los acopladores para sumar tímbricas, más un trémolo aplicado en los momentos justos.

Comenzamos con un gran pórtico Bachiano, su Pièce d’Orgue, BWV 572; pieza singular en la literatura para órgano de Bach, tanto por el título en francés como por su forma y estructura. En su primer movimiento –Très vitement– los tresillos en el teclado son el hilo conductor. En el Gravement, potente parte central a 5 voces con pedal, los retardos y disonancias del discurso polifónico nos remiten nuevamente al estilo francés. Tras un acorde suspensivo el Lentement final retoma la figuración rápida mientras la música se embarca en un largo y casi escheriano viaje descendente final.

El tema con las nueve variaciones de su Partite diverse sopra il Corale «Ach, was soll ich Sünder machen», BWV 770 fue la primera gran prueba del abanico desplegado por Pedrero Encabo en el órgano de El Salvador, contrapuntos claros eligiendo el teclado idóneo para combinar violones y flautados.

La partita coral es un conjunto de variaciones (partita diverse, en palabras del propio Bach) sobre una melodía de coral luterano, elaboradas según distintos modelos compositivos. Este género, nacido con Sweelinck y desarrollado por Pachelbel y Böhm, alcanzó una de sus cimas en Bach. En la Partite diverse sopra il Corale «Ach, was soll ich Sünder machen», BWV 770, el tema se presenta de forma homofónica, con cierto sabor francés en su ritmo, y se transforma a lo largo de nueve variaciones que despliegan diversas técnicas contrapuntísticas.
La fama de Bach como virtuoso tanto a los teclados como al pedalero –bien documentada en las crónicas de su tiempo–, queda completamente justificada en su Tocata, Adagio y Fuga en do mayor, BWV 564, un grandioso tríptico musical. Se abre con una Toccata de brillante virtuosismo y diálogo entre teclado y pedal. Le sigue un Adagio de inspiración italiana, ornamentado y expresivo, con una melodía solista sobre un acompañamiento sobrio. Tras un Grave de carácter denso y modulante, culmina en una Fuga vitalista cuyo tema remite al inicio de la obra.

Anteriormente hablaba del pedalero de registros varios, donde la elección es fundamental. Sin abusar de los tubos de 16 pies, clarines y trompetas bien combinados demostraron no solo el virtuosismo con los pies sino la escritura de «mein Gott» en su etapa de Weimar, aunque el órgano acompañaría al kantor toda su vida. Y los corales luteranos además de fuente de inspiración, al órgano nos permite escuchar ese canto del pueblo con unos flautados bien combinados.

El preludio coral An Wasserflüssen Babylon, BWV 653, describe musicalmente la nostalgia del pueblo de Israel durante su exilio en Babilonia. La melodía del coral luterano aparece en la voz intermedia de tenor mientras que en el pedalero recaen en las dos voces inferiores de esta obra de textura inusual y con estructura interna circular.

Y tras todo el derroche sonoro, matizado, tímbricamente ideal con una ejecución siempre clara y precisa por parte de Pedrero, el mejor cierre de esta mañana sabatina con uno de los «monumentos organísticos»:

Concluimos este viaje con una de las cumbres del repertorio organístico de J. S. Bach: El Preludio y Fuga en mi menor, BWV 548. Obra de madurez, destaca por su ambiciosa escala y la riqueza de sus recursos musicales. El preludio evoca el espíritu del concierto barroco, estructurado en tres episodios que alternan el diálogo entre ripieno (tutti) y solista. La fuga, la más extensa escrita por Bach para órgano, despliega un tema que se expande desde la tónica hacia los extremos del teclado, integrando pasajes solistas y una arquitectura ternaria, para concluir en un brillante acorde mayor.
Bach conjuga el orden con la emoción, la lógica con el misterio.

Silencio sepulcral mientras el preludio hacía meditar y la esplendorosa fuga me llevaba hasta mi «ruta Bach» que guardo en la memoria para volver a interrogarme sobre la grandeza compositiva del que siempre defenderé como «padre de todas las músicas». Si en la historia se habla «a. de JC» y «d. de JC», para la música deberíamos referirnos y cambiar JC por JSB, quien además escribía Soli Deo Gloria cual testamento para la posteridad.

Pablo Cepeda nos pedía al final de sus notas: «Disfruten de todo ello» y lo hemos cumplido religiosamente.

Aún me queda día y medio para poner punto y final a esta edición donde el órgano sigue teniendo sus espacios.

PROGRAMA:

Johann Sebastian Bach (1685-1750)
Fantasía en sol mayor «Pièce d’Orgue», BWV 572  (Weimar a. 1717, revisión c. 1720/25)
Très vistement
Gravement
Lentement
Partite diverse sopra il Corale «Ach, was soll ich Sünder machen», BWV 770 (Arnstadt a 1708, copia más temprana c. 1710/14)
Toccata, Adagio y Fuga en do mayor, BWV 564 (Weimar c. 1710/17?, fuente más temprana c. 1725)

An Wasserflüssen Babylon, à 2 clav. et pedal, BWV 653 (Weimar, rev. en Leipzig c. 1740)

Preludio y Fuga en mi menor, BWV 548 (Leipzig, entre 1727 1731)

Tanto monta, monta tanto

3 comentarios

74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 3). Conciertos matinales.

Sábado 21 de junio, 12:00 horas. Santuario del Perpetuo Socorro: Michel y Yasuko Bouvard, órgano. Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada. Fotos  de las RRSS, propias y ©Fermín Rodríguez.

El patrimonio de órganos en la provincia de Granada se está manteniendo gracias al empeño de muchos instrumentistas que los mantienen respirando, reparando y manteniendo, y en el Festival no faltan los conciertos en sus distintas ubicaciones, siendo la primera vez que se incorporaba al mismo el órgano romántico de 1913 construido por Pedro Ghys Gillemin, con Juan María Pedrero o Paco Alonso Suárez preservando esta joya que en esta primera mañana de verano (aunque climatológicamente vayan muchas más) se comportó como un campeón gracias al matrimonio Bouvard que eligieron un programa variado de unos 50 minutos donde sacar todo el partido al llamado «rey de los instrumentos».

Tanto las notas al programa de Pablo Cepeda como la web del Festival nos presentaban e ilustraban sobre este concierto y sus intérpretes:

«A dos, tres y cuatro manos
Extraordinariamente singular el recital que ofrecerá el matrimonio Bouvard. En el órgano del Perpetuo Socorro, un instrumento fabricado por Pedro Ghys a principios del siglo XX, Michel Bouvard y su esposa, Yasuko Uyama, harán un programa variadísimo por más de cuatro siglos de música, en el que se alternarán en la tribuna, pero también tocarán juntos, con algunas piezas a 4 manos y otras a 3, especialidades muy poco vistas en el órgano. De Charpentier (el famoso Preludio que sirvió de sintonía a Eurovisión) a Juan-Alfonso García o Jean Bouvard, abuelo del organista, el recital recoge música de grandes compositores no especialmente asociados con el instrumento (Mozart, Schumann) y otra de algunos de sus más eximios representantes, como César Franck o Maurice Duruflé. Una oportunidad para sumergirse en territorios desconocidos».

Con puntualidad británica comenzaba a sonar triunfante el famoso Preludio, del Te Deum H. 146, a tres manos, de Charpentier, solemne y asociado al himno de una casi lejana Europa televisiva que cada vez está peor, aunque la música del francés siga siendo marcial y del más puro barroco, con unos registros tan bien elegidos como la interpretación que sonó pletórica.

Del genio de Salzburgo toda su música es un regalo, y con apenas 20 años compuso el Divertimento en si bemol mayor, K 240 tan refinado como melancólico que escribe mi tocayo vasco. La transcripción para órgano a cuatro manos a cargo de «Los Bouvard» fue un prodigio de ejecución y tímbrica, todo un catálogo sonoro en los cuatro movimientos, donde el Menuetto-Trío invitaba a mover los pies y el Allegro final parecía «original» del joven Mozart aún al servicio de Colloredo.

Proseguiría este viaje organístico y cronológico hasta Schumann con su Estudio en forma de canon para piano-pédelier, op. 56, nº 4 con Yasuko Uyama Bouvard, del que Cepeda escribe:

«El 24 de abril de 1845, Clara Schumann anotó en su diario que recibieron un pedalero para colocar bajo el piano y practicar así la interpretación del órgano, lo que inspiró a Robert Schumann a componer los Estudios en forma de canon, op. 56. En ellos, y particularmente en el nº 4, el compositor alemán muestra su capacidad de expresión dentro de los márgenes de la escritura imitativa en canon».

La sonoridad del Ghys (casi un nombre de cadena nórdica) inundó el santuario con un pedalero claro y combinaciones de registros en los dos teclados sumándose el pedal de expresión que engrandece aún más un instrumento perfecto para este repertorio. Y no podía proseguir mejor que con Franck a cargo de Michel Bouvard. Su Coral nº 3 en la menor (1890) es el testamento musical del compositor por una escritura  perfecta y unos registros sutiles que este órgano granadino tiene. Si los flautados y violones del órgano mayor nos remontan a los corales de Bach, las voces celestes y humanas (8′) del recitativo expresivo ayudaron a seguir auditivamente las cuatro voces con un Adagio de trompeta redondo y vertical bien ensamblado por el organista francés, donde la elección de los registros es tan importante para una interpretación completa, y la del organista de la iglesia de Santa Clotilde, dotada de un Cavaillé-Coll magnífico, hubiese disfrutado en este Ghys del Perpetuo Socorro.

Aún quedaba programa por delante, y del abuelo de Michel, Jean Bouvard (a su vez alumno de Louis Vierne), las Variaciones sobre un villancico de La Bresse fueron otro muestrario de registros que se incluyen como título de las cinco variaciones, flautas, trompeta, cromormo más la vuelta al tema y ese final pleno donde Yasuko Bouvard sacó todos los tesoros tímbricos de El Ghys, aires navideños más allá del calendario litúrgico con el más puro clasicismo francés, para tomar el relevo su pareja en el merecido recuerdo al organista catedralicio granadino Juan-Alfonso García, fallecido hace diez años, con su Veritas de terra orta est (de «Cuatro piezas para órgano»). El pacense García en estado puro (no el sinfónico de la noche anterior), registros desde la cercanía sonora que recuerda al humilde armonio hasta unas lengüetas con el trémolo perfecto que transmitieron otra meditación navideña en estos maitines post-Corpus.

Y qué mejor elección que Duruflé para «traer» Saint-Etienne-du-Mont hasta el bello Santuario de Granada, con dos obras de altura para concluir una mañana cual regalo de Reyes del Preludio sobre el Introito de la Epifanía, op. 13, y el
Coral variado sobre «Veni Creator», op. 4 en otro despliegue de registros y virtuosismo donde escuchar todo lo escrito en los pentagramas con total limpieza y una acústica ideal. Una sesión matinal de recogimiento y agradecimiento a los organeros y organistas que insuflan vida al rey de los instrumentos.

PROGRAMA

Marc-Antoine Charpentier (1643-1704)
Preludio, de Te Deum H. 146 (a tres manos. 1688-98)

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Divertimento en si bemol mayor, K 240 (1776. Transcripción para órgano a cuatro manos)

Robert Schumann (1810-1856)
Estudio en forma de canon para piano-pédelier, op. 56, nº 4 (1845)

César Franck (1822-1890)
Coral nº 3 en la menor (1890)

Jean Bouvard (1905-1996)
Variaciones sobre un villancico de La Bresse (1969):

Thème

Duo de flûtes en canon

Basse et dessus de trompette

Récit de tierce en taille ou de cromorne

Thème en majeur

Plein jeu

Juan-Alfonso García (1935-2015)
Veritas de terra orta est
(de Cuatro piezas para órgano, 1959)

Maurice Duruflé (1902-1986)
Preludio sobre el Introito de la Epifanía, op. 13 (1960)
Coral variado sobre «Veni Creator», op. 4 (1931)