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Domingo completo en la Pulchra

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Domingo 6 de octubre, 20:00 horas. XXX Festival Internacional de Órgano Catedral de León (FIOCLE), Coral de Cámara de Pamplona, Cecilia Lavilla Berganza (soprano), Maite Maruri (mezzo), Juan de la Rubia (órgano), David Gálvez Pintado (director). Obras de Koldo Pastor Arriazu (1947), M. Duruflé (1902-1986) y György Orbán (1947). Entrada gratuita.

Otro concierto en «La Pulchra leonina» con largas colas hora y media antes del inicio, otra paralela de los habituales caraduras que se ríen del resto y se cuelan sin más, programas de mano inexistentes (tan sólo el completo a 2€ donde hay erratas y tampoco figura el cambio de solistas, aunque siempre está la web del FIOCLE), pero sobre todo un concierto donde obras e intérpretes dieron lo mejor de sí.

El coro de cámara de Pamplona es una agrupación que se presentó con 23 voces (13+10) más que suficientes, bien equilibrada, afinada, empastada y bajo la dirección del valenciano maestro Gálvez sonó perfecta salvo en momentos muy puntuales donde quedó tapado por el órgano, supongo que «más lejano» desde el escenario en el crucero.

El otro protagonista del concierto fue el organista titular de la Sagrada Familia barcelonesa, un Juan de la Rubia (1982) que sacó del «bicho de Klais» (hoy con la consola frente al escenario) sonoridades nuevas, auténtica orquesta para el coro aunque el público percibiese otro equilibrio, ambientes románticos, impresionistas o contemporáneos dependiendo de la obra, pero sobre todo las improvisaciones sobre Duruflé que fueron totalmente impactantes.

El dúo solista, solamente para la obra de Orbán, afinado y discreto, algo desigual aunque con buen entendimiento en sus intervenciones conjuntas pero aprobado globalmente.

Stabat Mater Speciosa (Pastor Arriazu) es un auténtico órgano como rezan las notas al programa: «un ser vivo, un organismo multi-estructural…» jugando con voces e instrumento todo en uno, obra de nuestros días de un conocedor coral en cuanto a escritura –dirigió a la propia coral pamplonesa-, que mantiene referencias francesas atemporales y un dominio, no ya vocal impresionante donde el texto siempre permanece claro, sino en un órgano que no sólo acompaña, comparte protagonismo en cuanto a expresión superior del hermoso canto litúrgico.

Los Cuatro motetes sobre temas gregorianos, Op. 10 (M. Duruflé) e improvisaciones al órgano fueron lo mejor de la tarde, inicio gregoriano por parte de cada solista en las cuatro cuerdas, maravilla coral desde el siempre universal latín y sobre todo las cuatro improvisaciones tras cada motete a cargo del organista valenciano, «complementando el color, el significado y la honda espiritualidad de los motetes» (como bien figura en las notas al programa) arrancando aplausos pese a romper la obligada unidad de ellos, Ubi caritas de Jueves Santo que reza «donde hay caridad y amor» tornado a calidad y amor coral más la improvisación en el nuevo órgano a partir de la melodía gregoriana que voló desde cada tubo reinterpretando texto y espíritu; Tota Pulchra realmente «Toda Hermosura», contrapunto diáfano e improvisación angelical, etérea, silencios remarcando claroscuros bellísimos desde registros agudos levemente tintados de toques graves cual campanadas; Tu es Petrus, cimiento puro y duro, coro redondo y potente para dar paso a un tutti organístico de armonías impresionistas sin olvidar la fortaleza, «sobre esta palabra edificaré la improvisación»; Tantum ergo de Sto. Tomás de Aquino, poesía verbal, vocal e instrumental, adoración musical al Santísimo que tanto Duruflé como el propio Juan de la Rubia consiguen exaltar sin concesiones, nuevo gozo estético con tímbricas en «el Klais» llenas de color desde la introspección. Realmente irrepetible.

El Stabat Mater en Re del húngaro Orbán es una sucesión de números a coro y solistas donde el órgano comparte emociones dentro de una partitura neoromántica que mima las voces igual que las líneas escultóricas del gran Miguel Ángel, probablemente más apoteósico de contar con una agrupación vocal mayor, aunque el esmero mostrado por una camerística siempre resulta más cercano. El coro arranca el Stabat Mater casi plegaria musical y «lamento de la madre dolorosa» subrayada por un órgano discreto, prosigue el Cuis animam gementes para las solistas femeninas a dúo profanamente litúrgico, nuevo coro Pro peccatis en estacatos compartidos con tuberías aflautadas, nuevo solo de la mezzo antes del Eia Mater fons Amoris coral y orgánico retomando las notas al programa, Fac ut ardeat donde Cecilia Lavilla estuvo bien en los agudos -pues el grave no pudimos escucharlo-, y hermosísimo Christe a dúo con la vizcaína Maite Maruri, coro y órgano brillando todos sin destellos, finalizando un bellísimo Amen coral y orgánico, «variedad casi infinita de colores y texturas que voz y órgano ofrecen y logrando esa comunión perfecta cuando ambos se funden» porque El Verbo se hizo Música y habitó entre nosotros, organum, «herramienta» al servicio de todos los presentes, intérpretes y público.

Un Grenzing en Pola de Siero

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Viernes 8 de febrero, 19:00 horas. Parroquia de San Pedro
(Pola de Siero). Concierto inaugural del nuevo órgano de Grenzing. Juan de la Rubia Romero. Obras de Händel, Bach, Kerll, Pierné, Vierne y Juan de la Rubia.

La villa asturiana, famosa por sus fiestas y tradición coral donde Don Ángel Émbil Ezenarro se afincó y dejó una huella que todavía perdura, también pasa desde el viernes carnavalesco al llamado circuito organístico con un instrumento fabricado en los talleres del organero alemán afincado en Barcelona Gerhard Grenzing, contando con la presencia de su hijo Daniel para el evento. Y de esas tierras vino Juan de la Rubia, el titular de la Sagrada Familia de Barcelona para ser quien estrenase un órgano del que avancé algunas características en la entrada rápida desde los dispositivos móviles (también fotos y programa escaneado). Las posibilidades de un instrumento adecuado al entorno y la liturgia pero también para conciertos, son suficientes (no llega a los 1.000 tubos), con un sistema de registración situado encima del organista (ver foto más abajo) que facilita rápidamente la elección adecuada normalmente sin ayudante. Y el repertorio elegido por el instrumentista valenciano dejó buena muestra de la capacidad del nuevo órgano, más «cómodo» en el Barroco que en el Romanticismo pero igualmente válido sin magnificencias y adaptado a una acústica que ayuda a disfrutar los plenos sin molestar nunca al oyente.

Tras todo el cerenominal religioso de la Bendición, incluyendo el Bendita la Reina (Himno Oficial de Covadonga) de Ignacio Busca de Sagastizábal a cargo del coro parroquial y el Coro Ángel Émbil dirigidos por Maite Martínez Émbil, nieta de Don Ángel, hacia las 8 de la tarde comenzaba el concierto propiamente dicho con «La llegada de la Reina de Saba» –The arrival of the Queen of Sheba– de Händel perteneciente al oratorio Solomon, en un arreglo para órgano agradecido en cuanto a los registros elegidos, jugando con los de trompeta real de 8′ y flautados, bien apoyados en un pedal presente pero sin tapar las líneas melódicas. No podía faltar en el estreno J. S. Bach con tres obras que sonaron perfectas en el nuevo instrumento, con dos preludios Corales Liebster Jesu, wir sind hier, BWV 731, un remanso de meditación musical, y Wachet auf, ruft uns die Stimme, BWV 645, con la archiconocida Toccata y fuga en Re m., BWV 565, en medio, algo corta de volúmenes y bien ornamentada por De la Rubia, «saboreando» la fuga y haciéndola «correr» con maestría, adaptadas las tres a los registros y sacándole todo el partido posible a las obras de «El Kantor de Leipzig«, sin prisas y haciendo cantar los corales luteranos en los teclados y pedalier.

Continuaría el Capriccio sopra il cucu (J. K. Kerll), socorrido en muchos conciertos para jugar con los sonidos del pájaro y en registros de 4′ que encajaron como anillo al dedo, cerrando el grupo de obras barrocas.

Las dos obran siguientes, ya metidos en el llamado órgano romántico, también son bastante habituales en los conciertos de órgano: la Cantilène Op. 29 nº 2 (G. Pierné) de lirismo intrínseco y registraciones con trémolo, con cierto regusto a Debussy, más el Carillon de Westminster (L. Vierne) perteneciente a las «Piezas de fantasía», Op. 54, la más aplaudida por los presentes por la gran gama dinámica y tímbrica utilizada por Juan de la Rubia que vovió a encontrar los planos sonoros adecuados para ambas además de un virtuosismo siempre al servicio de la obra, esta vez ayudado en los cambios por el que será titular del órgano poleso Emilio Huerta Villanueva.

Y para cerrar nada mejor que las improvisaciones, algo habitual en todos los organistas en el quehacer litúrgico e histórico desde sus orígenes, entregándole a Juan de la Rubia la melodía de la Danza Prima (que utilizase Nuberu en aquél «Qué probe quedó’l ríu Güerna» del tema Al home de la unidá, Xuanín que Emilio tantas veces tocó con el dúo entreguino), recreando en el propio estilo romántico una interpretación llena de buen hacer, despliegue del arsenal sonoro y respeto a la partitura, algo siempre de agradecer. La propina no podía ser otra que nuevamente Bach, la «Fuga» de la Toccata, Preludio y Fuga en DO M., BWV 564, pues suena perfecto en el nuevo órgano. Una alegría saber que hay cosas que vivirán más años que todos los presentes…

Por último reflejar que el domingo tuvo lugar ya la primera liturgia y posterior concierto a cargo del organista titular y de Fernando Álvarez del Santuario de Covadonga, con nueva participación de los coros del viernes, pues todo instrumento debe estar vivo y funcionar a diario supondrá una mejor vida ¡para todos!.