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Scaramouche, un francés en Gijón

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Miércoles 6 de octubre, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Sociedad Filarmónica de Gijón, concierto inaugural de la temporada: Forma Antiqva: Les Scaramouches (farsa, sátira, tragedia y comedia en la noche francesa). Música del barroco francés.

Forma Antiqva tiene varios equipos para competir en todas la categorías: sala, liga nacional y Champions. Este miércoles en Gijón trajo su alineación de gala capitaneada por Aarón Zapico con once artistas conocidos, figuras todas seleccionadas por el «boss» que nos hicieron pensar en el próximo derby  asturiano por los colores azul y rojo, pero finalmente resultó la tricolor francesa que sobrevoló todo un espectáculo donde la actriz Ana Villa puso en escena la dramaturgia de Natalia Huarte dando unidad a esta pantomima en la línea esperada de la formación asturiana que nunca defrauda, con ideas siempre originales que podemos disfrutar en cualquier escenario.

Importante amar y armar un programa con un hilo conductor desde el barroco francés, algo que el seleccionador  Zapico ya conoce con otro equipo, tras su último proyecto educativo junto a la OSPA (El Gato con botas), para centrarse de nuevo en el personaje de la Comedia del Arte, Scaramouche. Volver de Gijón por «la minera» escuchando por la radio el Italia-España también marcará esta entrada de lo más futbolísitica, pues los símiles taurinos parecen no sentarles bien a algunos seguidores de este blog.

La salida al terreno de juego, con un público más expectante que nunca, arrancó por la banda con una carrera en solitario del imprescindible mago de la percusión David Mayoral ambientando el primer número de las cuatro partes, francesas hasta en los títulos de cada bloque (a la una, a las dos, a las tres y ¡voilá!) para ir combinando entre todos, dando juego y color en un potente medio del campo con las flautas de Alejandro Villar y Guillermo Peñalver, reforzados con el cello de Ruth Verona (la cuarta Zapico) y el contrabajo de Jorge Muñoz doblando los laterales cual carrileros, la defensa sólida en banda con la viola de José Vélez, y la retaguardia de los tres Zapico con el mayor cual cancerbero ordenando, para dejar una delantera de dos estiletes del violín: Jorge Jiménez y Daniel Pinteño.

Un once internacional en un fluir de combinaciones tímbricas, farsa y sátira de textos delineados por Villa, pasos de la tragedia a la comedia pintada por sutiles triangulaciones arrancando desde atrás, músicos cómodos en cualquier ritmo y diseño en un escenario donde poder pasar del control Lully al «tiki taka» de Corrette, cambios de banda largos sin perder la identidad de conjunto, líneas de juego amplio pero igualmente en corto, que la maestría en cada demarcación alcanzó como equipo de Champions barroco.

Si Lully ponía la tranquilidad, Couperin sería la inspiración hispana, podemos presumir de exportarla, Leclair sería el toque sutil y Marais la esencia. Cuatro tiempos en uno, ataque y defensa balanceados en un equipo que se conoce, jugando y disfrutando, escuchándose, integrados con unos textos que fueron creciendo y cambiando en una Villa camaleónica donde el color de las chaquetas, las gafas de sol trágicas o el autodiálogo fraterno, la plegaria serena o los movimientos sencillos pasando por el palco escénico, nos hacían deambular imaginariamente (sin enfermar) por estancias insondables que la música unía como sólo ella es capaz. Banda sonora del exquisito barroco francés ejecutada con pasión y precisión por un once que enamora.

Triunfo arrollador de Forma Antiqva y excelente arranque de una prometedora temporada gijonesa cuya centenaria Sociedad Filarmónica estrena directiva joven tan ilusionada como nosotros, nos regaló una bolsa de tela con su logo para seguir llenándola de buena música. El próximo concierto será de los «históricos» y con dos grandes intérpretes de casa, que espero seguir contando desde aquí.

Esplendor catedralicio

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Sábado 21 de agosto, 20:00 horas. Catedral de Oviedo: 1200 años de historia, «Oviedo, origen del camino». Esplendor musical en la Catedral de OviedoJone Martínez (soprano), Forma Antiqva, Orquesta Barroca, Aarón Zapico (director). Obras del Archivo de la Catedral de Oviedo. Entrada libre (aforo completo).

El tiempo inexorable no transcurre igual para todos, pues parece que fue ayer cuando descubríamos el archivo musical de la Sancta Ovetensis, gracias a mi siempre recordada Inmaculada Quintanal, al gran Benito Lauret y la Capilla Polifónica de Oviedo, y por supuesto al eterno Emilio Casares, un Joaquín Lázaro (Aliaga, 1746 – Mondoñedo, 1786) que volvería a sonar en «su casa» demasiados años más tarde, ya en marzo de 2012 precisamente por la labor de María Sanhuesa con Aarón Zapico, Forma Antiqva y María Espada, pidiendo entonces desde este blog más Lázaro. El archivo sigue siendo fuente inagotable pero a menudo infranqueable a pesar del interés por parte de investigadores e intérpretes asturianos que ya demostraron el tesoro escondido de una Catedral de la que se celebran los 1.200 años de su fundación precisamente en este Xacobeo pandémico, recordando que Oviedo es el Orígen del Camino.

De nuevo Forma Antiqva con Aarón Zapico han retomado casi 20 años después la difusión del turolense  Joaquín Lázaro, algunos de los músicos de entonces más los nuevos fichajes para una orquesta barroca que también guardaremos su grabación de estos días para el sello alemán de los langreanos, y sobre todo la soprano vizcaína Jone Martínez a la que tendremos que seguir muy de cerca porque la juventud pisa fuerte y está muy preparada, más en esta música que ya domina como una veterana, con una voz limpia, esmaltada, bien proyectada, de emisión clara aunque la gran reverberación catedralicia no ayude, pero que una vez plasmada en disco podremos saborear estas joyas en todo su esplendor.

Al menos los medios de comunicación se hicieron eco de este concierto, implicándose tanto el  Arzobispado, la propia Catedral, el Ayuntamiento de Oviedo y hasta la correspondiente Consejería del Principado (ahí estuvo presente su viceconsejera de turismo Graciela Blanco), con respuesta increíble de un público que no quería perderse esta tarde sabatina primera del verano astur, agotándose las entradas el mismo lunes que salieron en la web municipal, y demostrando no ya la contrastada afición sino la responsabilidad ante las medidas de higiene, pues una vez más queda claro que la cultura es segura.

Forma Antiqva en formación orquestal al uso, estuvo formada por: Gerard Serrano y Pepe Reche (trompas), Antonio Campillo y Liza Patron (traversos), Jorge Jiménez (concertino), Víctor Martínez, José Vélez, Cecilia Clares y Roldán Bernabé (violines I), Daniel Pinteño, José Manuel Navarro, Pablo Prieto, Roger Junyent y Belén Sancho (violines II), Ruth Verona y Ester Domingo (violonchelos), Jorge Muñoz (contrabajo), Javier Núñez (órgano), Daniel Zapico (tiorba) y Pablo Zapico (archilaúd), más la citada soprano Jone Martínez y Aarón Zapico en la dirección. Destacar el equilibrio entre secciones aunque algo opacas las flautas y el continuo, más los problemas de afinación habituales en las trompas naturales, pero la sonoridad de la música del Maestro Lázaro es única, un clasicismo precoz que bebe del Barroco final como seña de identidad de unas partituras en castellano, más las músicas de procesión que figuran como anónimas porque siempre se pretendía la posteridad de las obras más que los autores, auténticos obreros del pentagrama con la Catedral de patronal exigente.

Escuchar in situ páginas tricentenarias no tiene precio y disfrutar del trabajo de entonces en nuestros días es un placer total, sin olvidarnos que estamos redescubriendo una mínima parte, un patrimonio que es obligado recuperar, promocionar y mantener sin reparar en gastos, pues nada es gratis. Al menos pedir no ya apoyo sino también facilidades para que cada uno haga su trabajo.

El navarro José Castel (1737-1807) contemporáneo de Lázaro, y al que equipararon con Haydn, abría concierto con el Allegro de la Sinfonía nº 3 y todo el orgánico orquestal perfecto para enlazar y dar paso a Jone Martínez en su primera intervención, Dios mío, calla (que bisaría al final), aria de tempo medio y ritmo ternario donde la instrumentación y melodía son escénicas sino operísticas, el estilo que se impondrá y del que el turolense daría buena cuenta en el resto de obras del concierto, silencios dramáticos que reverberaban en toda la catedral, melodía vocal inspirada con un texto siempre reforzado y subrayado por la orquesta.

Ya escuchada en 2012 el aria para tiple, trompas, flautas, cuerda y continuo Noche preciosa clara, viva además de bien contrastada, volvió a dejarnos una grata impresión de la soprano vasca pletórica aunque contenida, con soltura y frescura. Después el primer anónimo de las «músicas de procesión», un Moderato  sin flautas para estas páginas exportables que la plantilla elegida hacen esplendorosas. Me imagino los ministriles de entonces, probablemente en menor número, haciendo sonar estas partituras que con Forma Antiqva mantienen su impronta barroca con el aire preclásico ideal de todo el concierto.

El aria Encendida en vivo fuego solo con cuerda y continuo trajo de nuevo la voz diáfana de Martínez mejor arropada sin los vientos, maravilla musical asombrosa para su tiempo que refuerza la necesidad de conocer este repertorio del Maestro Lázaro, fuego vocal e instrumental. Otro tanto con la más ornamentada vocalmente aria Del risco se despeña, agilidades limpias de la soprano, silencios subrayando estos dramas musicados por el presbítero aragonés y orquestación ideal.

El oficio se demuestra en la reutilización de melodías vestidas de distinta forma, y volvimos a disfrutar del aria A Eulalia dichosa, la patrona de la diócesis Santa Eulalia de Mérida, que «atraía la lluvia», obra sin flautas y técnicamente similar a la primera pero con giros y «da capo» siempre distintos, ricos en la voz de Jone Martínez, color ideal para este repertorio donde se la nota cómoda por tesitura y estilo.

Segunda música de procesión «anónima», esta vez un Allegretto para toda la orquesta, más compacta aún que en el Moderato anterior, Aarón Zapico impulsando con su personal versión de los aires y claroscuros instrumentales, pinceladas de calidad en unos violines en perfecto entendimiento y un contrabajo que asentaba la extensión escrita, luminosa y contenida.

Para finalizar y recordar aquel 25 de abril, el recitativo y cavatina Reparad qué luz clara y peregrina con una introducción de Pablo Zapico al archilaúd impoluta, suya, más el acompañamiento íntimo antes de la cavatina que Jone Martínez bordó de principio a fin, amplitud de matices desde la aparente simplicidad de esta partitura que brilló de nuevo con más esplendor catedralicio.

Enhorabuena al trabajo infatigable de años en el archivo de la incombustible doctora María Sanhuesa, el encuentro y apuesta de Aarón Zapico con Forma Antiqva para la ocasión, desando largo recorrido en esta ardua labor por poner a Joaquín Lázaro donde debe, agradeciendo el «fichaje» de Jone Martínez para este proyecto así como a una plantilla orquestal de confianza que sigue conjugando lo mejor del panorama español en este repertorio siempre actual. Si en breve habrá en el mercado nueva grabación de los langreanos, la Sancta Ovetensis asombrará igualmente y pondrá la música hecha en Asturias como verdadera seña de identidad a nivel mundial.

Dejo finalmente los textos del director asturiano para este concierto:

«Esplendor musical en la Catedral de Oviedo

Una música superlativa. Un patrimonio formidable.

La hipérbole es constante cuando hablamos de la música conservada en el Archivo Capitular de la Catedral de Oviedo o Sancta Ovetensis. Legajos de partituras conservadas durante centurias que el próximo 21 de agosto verán la luz en el preciso lugar para el que fueron creadas. Es el Maestro de Capilla Joaquín Lázaro (1746-1786) el representante escogido para mostrar parte de esta exuberancia a través de melodías refinadas y solemnes ritmos que dan vida y color a unos textos plenos de poesía.
Este concierto es la guinda de un proyecto colectivo perseguido durante mucho tiempo y que contribuye de manera definitiva a dotar a Asturias de un patrimonio inigualable del que sentirse muy orgullosos
«.