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Espíritu CIMCO

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Jueves 18 de septiembre, 19:30 horas: Sala de cámara del Auditorio de Oviedo. IV Ciclo CIMCO: Trío Arbós (con Olimpia Oyonarte, baile): “Figuras de aire y fuego”. Obras de J. Turina, E. Granados y Jesús Torres. Entrada: 10 €.

(Crítica para La Nueva España del sábado 20 de septiembre, con fotos propias, tipografía que el papel no siempre soporta, más el añadido de los enlaces –links– siempre enriquecedores)

Cuando algo funciona se debe mantener, y el Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo (CIMCO) llega ya a su cuarta edición dirigido por Cristina Gestido, quien también presentaría este primero de los cuatro conciertos mensuales programados hasta diciembre con figuras reconocidas y conjugando diversas disciplinas artísticas que suponen otra apuesta sobre seguro de la Concejalía de Cultura ovetense para la candidatura a Capitalidad Cultural 2031, en pugna con otras ciudades españolas, personalmente manteniendo mi calificativo de “La Viena Española” por su oferta musical en comparación a su población y extensión, nuevamente en una sala de cámara ideal para estos formatos cercanos.

Este primer concierto nos traía al reconocido “Trío Arbós” (Premio Nacional de Música 2013) con un programa de tres autores españoles y épocas distintas pero siempre actuales, buen reflejo y tarjeta de presentación de este trío con larga y afamada trayectoria a nivel internacional, más de una treintena de grabaciones, recuperaciones de nuestro patrimonio musical y estrenos a ellos dedicados.

El granadino Juan Carlos Garvayo (Motril, 1969), fundador en diciembre de 1996 del trío, eligió el nombre como homenaje al madrileño Enrique Fernández Arbós (1863-1939), una figura mítica de nuestra música en su faceta de violinista, director y compositor. Garvayo es pianista, catedrático de Música de Cámara del Conservatorio de Madrid y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, además de investigador y poeta, que además nos brindaría una excelente y documentada charla de introducción a las obras y compositores, todos españoles aunque de épocas distintas pero siempre actuales, reflejo y tarjeta de presentación de este trío con una amplia trayectoria a nivel internacional, más de una treintena de grabaciones, muchas recuperaciones de nuestro patrimonio musical y estrenos a ellos dedicados, como así fue este primer CIMCO del año.

Por el trío, siempre liderado por Garvayo, ha pasado un granado elenco de músicos que actualmente lo forman Ferdinando Trematore (violín) y José Miguel Gómez (chelo) junto al piano de Garvayo. Comenzarían con el sevillano Joaquín Turina (1882-1949) de quien han grabado su integral, y el Trío nº 2 en si menor, op. 76 (1932) mostró su lenguaje propio reflejado en esta obra que recuerda motivos de su “Sinfonía Sevillana” tras su paso por París y donde lo andaluz no se queda en lo folklórico. El “Trío Arbós” conoce a la perfección la partitura y el entendimiento, sentimiento y musicalidad permitieron disfrutar de una interpretación jugosa y cercana en los tres movimientos.

Del Trío en do mayor, op. 50 (1895) de Enrique Granados  (1867-1916), Garvayo es el “causante” de poder escucharla a partir del manuscrito original. Estudioso de su correspondencia y obra, esta partitura, escrita en una pensión madrileña, esperaba ser la “recomendación musical” para obtener una cátedra nunca lograda (curiosidades siempre interesantes narradas por el motrileño), siendo estrenada por el propio Granados al piano, Julio Francés al violín y el chelo de un joven estudiante en Madrid, Pau Casals, pero mutilada en su primera edición, que gracias al trabajo del granadino se puede escuchar “de primera mano”, tal y como la concibió el ilerdense, además de estar disponible la publicación de forma abierta, acceso libre y gratuito en la web del trío. Obra que compagina esta forma romántica centroeuropea pero respirando un lenguaje netamente español de estructura formal compleja, muy tardorromántica e inspirada del carácter personal y poético del compositor  catalán que el “Trío Arbós” interpretó de forma magistral, latiendo todos con el mismo pulso, conjugando protagonismos con una sonoridad clara, equilibrada y precisa donde disfrutar de una obra eternamente joven.

Y en este tránsito cronológico hispano del siglo XIX al actual, el compositor aragonés Jesús Torres (Zaragoza, 1965) aceptó la invitación del “Trío Arbós” a distintos músicos de nuestro tiempo para escribirles un trío donde el flamenco fuese inspiración sin ninguna indicación concreta. Así les regaló la “Malagueña ausente” (2016), espectacular en todo. Partiendo del ritmo primigenio de un palo muy nuestro, perfectamente marcado por el trío, se iría ausentando con un doble sentido: obra dedicada a su madre, que padece Alzheimer, y “huyendo” del flamenco aunque se sienta y respire. Para ello la “asturiana” Olimpia Oyonarte puso su alma granadina en una coreografía que partía desde el pasillo central con la danza española más contemporánea y académica. Sentida, bella visualmente vestido crema elegante, deambulando perdida como la mente enferma para lograr el “pellizco”, pausas, gestos, después palmas y pies en perfecta sincronización del aire tradicional con el trío que sintió suyo este regalo musical  de Torres, enmarcado en la tradición de sus predecesores  en la tarde de este jueves mateín, la música española internacional, lo popular más clásico y que tan buena música nos sigue dejando como seña identitaria universal.

Este primer concierto del CIMCO resultó un buen aperitivo a lo que aún queda hasta diciembre, el buen hacer con mejores ideas desde una buena programación y el respaldo de públicos habituales pero también nuevos.

Arranca el cuarto CIMCO

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Jueves 18 de septiembre, 19:30 horas: Sala de cámara del Auditorio de Oviedo. IV Ciclo CIMCO: Trío Arbós (con Olimpia Oyonarte, baile): “Figuras de aire y fuego”. Obras de J. Turina, E. Granados y Jesús Torres. Entrada: 10 €.

El Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo (CIMCO), que dirige y además presentó Cristina Gestido, inauguraba su cuarta edición -donde se ofrecerá un concierto mensual hasta diciembre- en otra apuesta musical pero también educativa y creativa donde la danza tiene su hueco, aunando diversas disciplinas artísticas con programas muy bien armados que cuentan con músicos de renombre actuando en la sala de cámara del auditorio ovetense, el espacio ideal para esta música de cámara por acústica y aforo.

En este primer concierto llegaba el “Trío Arbós”, Premio Nacional de Música 2013 con su pianista y fundador, el catedrático motrileño y además académico Juan Carlos Garvayo que nos daría una pequeña “MasterClass” sobre el programa de música española que escuchamos: obras de Turina (Trío nº 2 en si menor, op. 76), Granados (Trío en do mayor, op. 50) y Jesús Torres (“Malagueña ausente”) donde la granadina afincada en Asturias Olimpia Oyonarte pondría la danza española como complemento a esta obra del compositor zaragozano a la “memoria ausente” de su madre que padece Alzheimer.

El “Trío Arbós” fundado en diciembre 1996 eligió su nombre como homenaje al madrileño Enrique Fernández Arbós (1863-1939), una figura mítica de nuestra música en su faceta de violinista, director y compositor. En los 29 años de trayectoria El Arbós ha grabado más de treinta discos donde la música española es su tarjeta de presentación, recuperando mucho de nuestro patrimonio, y cientos de estrenos, con alguno de ellos vivido en primera persona desde Granada, de obras escritas especialmente para ellos.

Actualmente junto al piano de Garvayo el trío lo forman Ferdinando Trematore al violín y José Miguel Gómez al chelo. Con una importante y destacada trayectoria internacional, Oviedo sigue en el mapa como “La Viena española” y candidata a la capitalidad cultural 2031 al escuchar al “Trío Arbós”.

Turina abría la tarde y marcó el paso a seguir de una formación que late con el mismo pulso y sentimiento (tienen grabada su integral).

Con Granados, otra recuperación a cargo del trío, se demostró los años que llevan juntos interpretando estas obras que son fieles recreaciones de nuestro patrimonio con el sello ya inconfundible del compositor catalán en una interpretación impecable.

El mejor remate sería la espectacular obra de Torres y su “malagueña muy presente” compuesta para ellos con el baile sentido, vivido, plástico, bello y actual de Olimpia Oyonarte plenamente integrada con la música en vivo del Arbós para captar esos aires de flamenco universal con calidad atemporal, todo un espectáculo único e irrepetible, verdadera seña de identidad en esta fusión “interdisciplinar” del CIMCO.

Inquietud y sosiego

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74º Festival Internacional de Música y Danza de Granada (día 18a). Conciertos matinales.

Domingo 6 de julio, 12:30 horas. Crucero del Hospital Real. Trío Arbós. Juan-Alfonso García y la Nueva Música en Granada. Obras de Bach, Busoni, Sánchez-Verdú, Manuel Hidalgo, García Román y Francisco Guerrero. Fotos propias y ©Fermín Rodríguez.

Finalizando mi tercera semana de Festival volvía en sesión matinal al crucero del Hospital Real para seguir recordando a Juan-Alfonso en otra de la llamada «Nueva Música en Granada» que verdaderamente siempre suena nueva, y más en nuestro caso.

La web del Festival presentaba este aperitivo musical del domingo así:

La Nueva Música en Granada y Bach
El Trío Arbós presenta un fascinante diálogo entre Johann Sebastian Bach y la Nueva Música granadina, bajo el magisterio de Juan-Alfonso García. Juan Carlos Garvayo ha tomado algunos de los corales de Bach que Ferruccio Busoni transcribió para el piano y los ha convertido en piezas camerísticas vibrantes, que resuenan al contacto con la música de vanguardia de cuatro compositores que, desde distintos puntos de Andalucía, representan sensibilidades diferentes: el antequerano Manuel Hidalgo y el algecireño José María Sánchez-Verdú con su fuerte conexión con la creación germana; el linarense Francisco Guerrero, con su indomable y volcánica personalidad, en una obra para piano que preservó como la primera de su catálogo; y el granadino José García Román rindiendo homenaje a «la ciudad del corazón y de la amistad».

Nueva música en Granada de una escuela así bautizada desde Madrid con una conexión andaluza entre sus compositores y «Mein Gott, padre de todas las músicas», con transcripciones para trío de Juan Carlos Garvayo (también autor de las notas al programa) que fueron estreno absoluto, y donde explica a la perfección cómo unir el Bach de Busoni para recrearlo y combinarlo desde el preludio inicial al cierre desde un círculo virtuoso perfecto en un programa de Inquietud y sosiego, pues pese a que esta generación de compositores (dos de ellos presentes entre el público) no es tan nueva, menos aún se puede seguir denominando «vanguardias» tras 20, 30 o 40 años, aunque siguen provocando muchas preguntas al oyente que sólo, y siempre, dios Bach -en cualquier versión- es capaz de responder.

Explica y escribe el compositor además de pianista Juan  Carlos Garvayo (Motril, 1969):

Escuela juanalfonsina de composición

«Sólo cuando existe un nexo vital, efectivo y afectivo entre maestro y discípulo (como en los viejos talleres de arte), sólo entonces se puede hablar con algún sentido de escuela. Y puede que algo de esto exista entre nosotros». Estas palabras de Juan-Alfonso García pronunciadas en su discurso de contestación al de ingreso de José García Román en la Real Academia de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, describen a la perfección la esencia de esa supuesta «escuela granadina de composición» —así denominada desde Madrid—, que engloba a los compositores incluidos en este programa en torno a su maestro común, Juan-Alfonso García. Sin embargo, la ausencia de rasgos estilísticos y estéticos comunes entre ellos, frente a la vigencia de los mencionados nexos vitales, efectivos y afectivos, nos inclinan más bien a hablar de una «escuela juanalfonsina de composición». La música de Juan-Alfonso no suena en este programa, pero su presencia simbólica aflora abrazando las músicas diversas y únicas de sus queridos discípulos, a través de cinco de los corales de Bach que Busoni reinterpretó en sus geniales versiones pianísticas. El copioso material polifónico y tímbrico propuesto por Busoni, invita a una nueva reelaboración del material, en este caso para trío con piano, que entronca con una práctica común entre los compositores representados: desde las originales orquestaciones guerrerianas de la Iberia de Albéniz, los corales de Franck orquestados por García Román, las reelaboraciones de obras beethovenianas de Hidalgo, hasta las recientes adaptaciones de Lieder de Schubert para voz y cuarteto de cuerda de Sánchez-Verdú. Describe José Luis Téllez el Trío III «Wie ein Hauch aus Licht und Schatten» (Como un soplo de luz y sombra) de Sánchez-Verdú como «una fascinadora exploración por los diferentes tipos de armónicos y de sonidos concomitantes […] para generar una música ingrávida y casi fantasmal que surge de la nada y a ella regresa». Sus nueve secciones van precedidas, como una suerte de guía emocional para los intérpretes, de versos extraídos de Poemas de la consumación de Vicente Aleixandre. Algunos de ellos («Ignorar es vivir: saber, morirlo» o «Pero ya no amanece») definen el pulso poético y trascendente en el que flota la obra. De civitate cordis de José García Román forma parte del ciclo de ciudades reales o metafóricas iniciado con la obra De civitate aquae en el año 2000. Esta «ciudad del corazón y de la amistad» rinde un homenaje criptográfico a José Luis Ocejo y a su Coral Salve de Laredo. Un fugaz motivo extraído del Te Deum gregoriano es sometido a sorprendentes combinaciones tímbricas y rítmicas entre violín, chelo y piano dibujando un personal y delicado trazo sonoro pleno de luminosidad y belleza. La música del antequerano residente en Alemania Manuel Hidalgo ha sido descrita como «sensual, arcaica, irrespetuosa, libre de dogmas» (F. Kämper). El particular universo de su Trío esperando reconstruye, mediante gestos precisos, elocuentes y un exquisito equilibrio de dinámicas y timbres, estilemas sonoros alojados en nuestra memoria musical más profunda. La obra sucede milagrosamente durante la espera de una resolución que nunca llega. Op. 1 Manual de Francisco Guerrero es fruto de un nuevo periodo en el decurso compositivo de Francisco Guerrero iniciado en 1976. Marcado por exigentes procesos de construcción formal que emanan de «acontecimientos» (que el propio compositor define como modos de ataque, diseños sobre los que estos actúan y duraciones), su título alude a los manuales o teclados del órgano —instrumento de su maestro Juan Alfonso— y a su capacidad de espacialización sonora. Articulada en cuatro secciones sin solución de continuidad, su ejecución supone un verdadero tour de force, un gesto casi heroico de naturaleza xenakiana.

«Efectivo» utilizar el Bach tamizado por Busoni, más actualizado que los corales originales y donde Garvayo desmenuza para el trío los registros organísticos y pianísticos de ambos. «Afectivo» alternarlo con esta «escuela granadina» donde Juan-Alfonso sigue presente en un festival que también dirigió y donde el órgano catedralicio fue su herramienta, pero sobre todo la ciudad que le inspiró tan vasta producción musical para saber aglutinar en su entorno una verdadera escuela «abrazando las músicas diversas y únicas de sus queridos discípulos«.

El Preludio-Coral BWV 667 es grandioso en «el rey de los instrumentos», Busoni lo reduce y Garvayo para su Trío Arbós lo reelabora tras la «deconstrucción» italiana y enlazarlo con el algecireño Sánchez-Verdú (1966), compositor residente de la pasada edición al que «los Arbós» ya han intrepretado, esta vez su trío III Wie ein Hauch aus Licht und Schatten para pasar del sosiego a la inquietud, una auténtica «Arquitectura de la ausencia» del gaditano muy exigente para un trío que debe trabajar unas tímbricas especiales, resonancias, golpes y una reflexión sonora que ya tiene 25 años pero sigue causando al menos perplejidad, con una interpretación rica por parte del Trío Arbós.

Tras los aplausos el despertar bachiano de su cantata BWV 140 con el posterior coral BWV 645 del que el Trío Arbós cantó sin palabras y devolvió sonoridades que Busoni en cierto modo «robó» para engrandecer el piano, ahora devuelta la raíz con los registros de las dos manos y pies traídos al violín, cello y piano «esperando» el trío del antequerano Manuel Hidalgo (1956) emigrado a Alemania pero de «escuela juanalfonsina» como la llama Garvayo. Nuevo desasosiego que explica el anterior y prepara los posteriores: recursos tímbricos, texturas y estructuras de hace 30 años que hoy en día siguen sonando novedosas para muchos (alguno se fue de la sala).

El coral BWV 615 nos «devolvió la alegría» (In dir ist die Freude) triplicada desde Busoni en otra interesante reconstrucción del compositor motrileño. Riqueza sonora más allá del piano con un buen «reparto» entre un violín casi viola y un chelo agradecido, enlazando sin respiro con De civitate cordis de otro alumno «juanalfonsino», el granadino José García Román (1945), una obra de 2004 que titula en latín «De la ciudad del corazón» con un lenguaje instrumental moderno, abriendo camino idiomático a sus continuadores pero sin olvidar los cánones compositivos clásicos, innovador en el tratamiento y desarrollo temático que el Trío Arbós interpretó con la profesionalidad y respeto a estas partituras, recibiendo el aplauso del autor al finalizarlo.

Como si corriese aire fresco el siguiente coral pedía «Ahora alégrense, queridos cristianos» (Nun freut euch, lieben Christen) BWV 734, más garbayiano que busoniano, ligerísimo en el trío que además coincidiría con un despliegue de abanicos sincronizados cual coreografía visual al «dios Bach», aplaudido sin dejar conectar con el siguiente como había sucedido en los anteriores.

Y sería el propio Juan Carlos Garbayo en solitario quien derrocharía todo el poderío, técnica, tímbrica, sonoridad, efectos y dominio del lenguaje contemporáneo en el piano del compositor linarense Francisco Guerrero (1951-1997), siempre recordado al que podría llamarle uno de los pioneros en aquella España de 1974 (junto a mi admirado Luis Vázquez del Fresno) con su colosal Op. 1 Manual -que revisaría en 1981- para abrir camino tras unos años oscuros pero esperanzadores, al igual que este programa de la mañana dominical que he titulado, y repito, como de «Inquietud y sosiego».

Mientras estaba finalizándola, volvían casi de puntillas al estrado Trematore y Gómez para enlazar con «dios Bach», desandar lo andado gracias a la maravillosa invocación del coral al Hijo, Ich ruf´ zu dir, Herr Jesu Christ, BWV 639: relajación, meditación y paz, tanto de Busoni como del Trío Arbós en el que Garbayo nos devolvería nuevamente unas sonoridades que ya han hecho nuestras con la «Nueva música en Granada» que lo es cada vez que la escuchamos en cada irrepetible y único directo (Radio Clásica lo grabaron para emitirlo en diferido gracias a unos técnicos que seguramente mejorarán lo vivido para revivirlo en las ondas).

INTÉRPRETES:

Trío Arbós:

Ferdinando Trematore (violín) – José Miguel Gómez (violonchelo) – Juan Carlos Garvayo (piano).

PROGRAMA:

Johann Sebastian Bach (1685-1750) Ferruccio Busoni (1866-1924)
Komm, Gott Schöpfer!, BWV 667 (1747-49) *
José María Sánchez-Verdú (1968)
Trío III «Wie ein Hauch aus Licht und Schatten (2000)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Wachet auf, ruft uns die Stimme, BWV 645 (c. 1746) *
Manuel Hidalgo (1956)
Trío esperando (1995)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
In dir ist die Freude, BWV 615 (c. 1713-17) *
José García Román (1945)
De civitate cordis (2004)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Nun freut euch, lieben Christen, BWV 734 (1708-17) *
Francisco Guerrero (1951-1997)
Op. 1 Manual (1974, rev. 1981)
Johann Sebastian Bach / Ferruccio Busoni
Ich ruf´ zu dir, Herr Jesu Christ, BWV 639 (c. 1713-17) *

* Transcripciones para trío de Juan Carlos Garvayo (estreno absoluto)