El ciclo ovetense de “Los Conciertos del Auditorio” celebra junto a la Oviedo Filarmonía su vigésimo quinto aniversario, con una presencia en este año donde no faltan las galas líricas, y este sábado regresaba a la capital asturiana el tenor mexicano Javier Camarena (1976) en un recital muy esperado por los muchos melómanos llegados de toda la geografía que agotaron el papel y donde el gran Tosti estuvo presente pues está presentando su último trabajo discográfico junto al pianista cubano Ángel Rodríguez, aunque esta vez con los arreglos orquestales de Gonzalo Romeu que han sido una “primicia” que podemos tomar como regalo de las Bodas de Plata en la que sigo llamando “La Viena Española” por su amplia oferta musical, que unida a la Capital Gastronómica de este año (como bien recordó el xalapeño) deberíamos reclamar también su “Capitalidad Musical”. Dedicatoria desde megafonía para nuestro querido Fernando Rodríguez Perez ‘Fernando Lluarca’, trabajador del auditorio y melómano, que nos dejó repentinamente hace cuatro días pero al que siempre tendremos presente.
Camarena como en casa
28/01/2024
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Lírica asturiana y solidaria
21/12/2023
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Miércoles 20 de diciembre, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Sociedad Filarmónica de Gijón, concierto nº 1675. Gala Lírica: Beatriz Díaz (soprano), Jorge Rodríguez Norton (tenor), Marcos Suárez (piano). Ópera y zarzuela. Concierto benéfico a favor de la Asociación Síndrome de Down del Principado de Asturias.
Llegaba mi último concierto asturiano del año y además en Gijón por «La Minera» para una gala lírica asturiana con artistas «de casa» uniéndose una causa solidaria pues los beneficios eran para la Asociación Síndrome de Down del Principado de Asturias, que al descanso se nos comunicó había recaudado solo en taquilla más de 2000€, pendientes de la «Fila Cero» y las ventas de manualidades en el vestíbulo del teatro por muchos de ellos, que también acudieron al concierto.
Hizo de presentadora del evento la radiofónica Camino Sofia de la Guerra quien además nos dejó unas pinceladas de lo que se ha avanzado con los chicos y adultos con un síndrome que hasta hace poco parecía taparse o al menos no visibilizarse, mientras hoy vamos incorporándolos a nuestra sociedad con todo el derecho, independizándose muchos de ellos y trabajando, donde sabemos que son puntuales y cumplidores como pocos, como bien recordaba la periodista quien por experiencia había realizado unos talleres de radio con ellos.
Otra gala lírica asturiana en Gijón, este miércoles con la allerana Beatriz Díaz, el avilesino Jorge Rodríguez Norton y el langreano Marcos Suárez, bien conocidos por su exitosa carrera más allá de nuestro Principado y que siempre están dispuestos a participar con su talento en donde se les reclame para causas solidarias, buscando un hueco en unas agendas que están «a tope» y más en estas fechas. La velada se organizaría como es habitual, una primera parte italiana con canciones, arias y dúos de ópera, más una segunda española donde no faltó la canción asturiana o romanzas y dúos de zarzuela, alternando presencia los solistas, abriendo la soprano la primera parte y el tenor la segunda.
Las obras elegidas, que contaron con unas magníficas notas al programa de la doctora María Encina Cortizo no solo analizándolas sino añadiendo anécdotas y curiosidades que todo aficionado agradece, fueron del agrado del respetable que llenó el patio de butacas y buena parte del anfiteatro, haciendo cola antes de abrirse las puerta del Jovellanos a las 19:30, en un ambiente festivo y navideño en todo el Paseo de Begoña.
Beatriz Díaz nos enamoraría nada más comenzar a cantar «Non t’amo più» de Tosti, más acostumbrados a las versiones con tenor pero que en su voz sonó a pura lírica y ese aire pucciniano del compositor de Ortona. Y continuaría Jorge Rodríguez con «Musica proibita», la obra más conocida de Gastaldón, dos canzoni italianas a la que se sumaría en este bloque la popular «‘O sole mio» que como bien escribe la doctora Cortizo «(…) pasando, incluso, por ser una verdadera canción popular napolitana, a pesar de su ritmo de habanera. Sin embargo, es una partitura de Di Capua, compuesta sobre un texto en dialecto napolitano del periodista Giovanni Capurro». Todas con un acompañamiento camerístico al piano que Marcos Suárez brindó con su buen hacer habitual, aunque la tablet no sean papel y el cambio de pantalla a veces obligue a «perderse» notas que nadie recoge al finalizar (con todo el humor y cariño).
No podían faltar en el caso de la soprano el Puccini que parece haber compuesto para ella y siempre pone la carne de gallina, el aria de Tosca y la de Gianni Schicchi que la escuchamos recientemente en Oviedo.
Aunque el piano no es orquesta y sus reducciones sean casi imposibles, Marcos Suárez las afrontó siempre plegado a la voz (como todo maestro debe hacer), dramatizada y poderosa «Vissi d’arte« y enternecedor «O mio babbino caro«, recordando a la periodista que es babbino (diminutivo de papá, papito) y no bambino (niño). Dos arias que siguen emocionando en la interpretación de la allerana.
Y Verdi, el tenor con una de las seis romanzas del genio de Le Roncole para sumarse la soprano en el conocido brindis de La Traviata que el avilesino acaba de representar en la temporada ovetense, copa de cava en mano la Violetta Díaz también disfruta con Verdi y empasta a la perfección con Giorgio Rodríguez Norton, una pareja de primer acto fresca, joven, creíble y en un momento vocal ideal en ambos capacitados para cualquier representación en los mejores teatros europeos o americanos.
El gijonés Vázquez del Fresno, socio de honor de esta Filarmónica y presente en el concierto, en su amplia producción también se ha acercado a la llamada «Canción de concierto», con un piano virtuoso en el mismo plano de protagonismo que la voz. Sobre temas e inspiración asturiana, nadie mejor que nuestros cantantes para una pequeña muestra hispana en la segunda parte, Jorge Rodríguez Norton con «De noche» (de las Siete canciones asturianas, op. 14), lleno de giros de tonada líricos e íntimos, y «El xuguete» (Cantarinos pa que suañes, op. 30 nº 12) que ya escuchásemos a Beatriz Díaz, la voz ideal del compositor, capaz de emocionarnos con esa letra musicada desde el respeto a la métrica habitual en Don Luis, que la musicalidad innata de la allerana eleva al nivel del lied.
Nada más nuestro que la zarzuela, que además presentaba el día anterior el próximo Festival de Oviedo, y cuatro romanzas como ejemplos de la «zarzuela grande» donde los asturianos demostraron su magisterio canoro en ellas.
El dúo de Luisa Fernanda con un buen empaste de ambas voces y la necesaria escena para transmitir este desamor entre Luisa y Javier, con un piano a nueve dedos (el décimo en la mano izquierda «picoteaba» la pantalla para pasar página).
El tenor cantaría la romanza del rey «¡Intranquilo estoy!» (acto III, nº 17) de la genial El rey que rabió de Chapí, originalmente escrita para una contralto aunque hoy es más frecuente que sean los tenores quienes la interpreten. El registro grave del avilesino ha ganado cuerpo y en este fragmento que evoca cuando el rey regresa a palacio tras su secreta aventura haciéndose pasar por pastor, es una romanza llena de lirismo y esas melodías que el de Villena redondeaba con una orquesta, hoy al piano.
Preparando la Sagrario que Beatriz Díaz encarnará en La Rosa del Azafrán en mayo próximo, su romanza «No me duele que se vaya» (escena I, acto II), estoy convencido que la volverá a encumbrar en Oviedo y allá donde incluyan esta zarzuela del maestro Guerrero que no se programa frecuentemente, y que tener a la soprano asturiana en ese rol marcará diferencias. Es lo más destacado de la partitura, donde se despide de su amado el capataz Juan Pedro, tras asumir lo imposible de su unión, un personaje desgarrado perfecto para unos graves que van tomando cuerpo y los exigentes agudos cual explosión desbordante de «la nostalgia de un amor que no puede ser por las convenciones sociales» que bien describe mi admirada María Encina.
Siempre que escucho el dúo de El gato montés de Penella viene a mi memoria el recuerdo del mayor admirador de la soprano de Boo, Ramón Jiménez, quien clamaba por escucharla con Alejandro Roy y cuando lo logró fue el hombre más feliz del mundo, aunque le contase el mismo dúo con Enrique Ferrer en Pamplona, y volví a recordarlo con José Bros. Evidentemente el Juanillo de Rodríguez Norton tiene otro color de voz y menos potencia que el tenor gijonés o el catalán, pero nuestra Soleá Díaz se marcó un dúo para seguir manteniendo vivos a nuestros seres queridos, uno de los pasodobles más famosos e internacionales con una actuación entregada por parte de estas figuras que levantaron bravos como si estuviésemos en El Bibio.
Con la Navidad a la puerta, no podían faltar unos villancicos que bien enlazados y modulados al piano por Marcos Suárez, conformando un «Christmas Medley» en francés, inglés, español, algún puente handeliano, latín y hasta un guiño germánico en el que el tenor avilesino se mueve como pocos por Bayreuth. Así fueron sonando un sentido Cantique de Noël (Adolph Adam), nuestro popular El tamborilero con Marcos a las «ostinadas baquetas» llegando los mejores musicales americanos y de Hollywood con White Christmas (Irving Berlin), Santa Claus is Commin’ (Sia & Greg Kurstin) que estas fiestas sonará ambientando muchas luces en las múltiples versiones, aquí con dos voces perfectas para un final de fiesta donde también escuchamos tras un «intermezzo» delicado al piano Adeste fideles antes del Noche de Paz, la que pedimos para todos.
PROGRAMA:
I
Francesco Paolo TOSTI (1846-1916): «Non t’amo più»
Stanislao GASTALDON (1861-1939): «Musica proibita»
Giacomo PUCCINI (1858-1924) «Vissi d’arte», aria de Tosca.
Giuseppe VERDI (1813-1901):
«In solitaria stanza» (Seis Romanzas, nº 3)
G. PUCCINI: «O mio babbino caro», aria de Gianni Schicchi.
Eduardo DI CAPUA (1865-1917): «‘O sole mio»
G. VERDI: «Libiamo ne’ lieti calici», brindis de La Traviata
II
Luis VÁZQUEZ DEL FRESNO (1948):
«De noche» (Siete canciones asturianas, op.14 nº 3)
«El xuguete» (Cantarinos pa que suañes, op.30 nº 12)
Federico MORENO TORROBA (1891 -1982): «¡Cállate corazón…!», dúo de Luisa Fernanda.
Ruperto CHAPÍ (1851-1909): «¡Intranquilo estoy!», romanza de El rey que rabió.
Jacinto GUERRERO (1895-1951): «No me duele que se vaya», romanza de La rosa del azafrán.
Manuel PENELLA (1880-1939): «Torero quiero ser», dúo de El gato montés.
Sobra el sobre
06/04/2019
Asturias, jazz, jazz, lírica, música, zarzuela Alfredo García, Arturo Díez Boscovich, Carolina Moncada, Cristina Teijeiro, J. Guerrero, Lola Casariego, música, Nacho de Paz, Oviedo Filarmonía, Sergei Bezrodni, Soledad Vidal, zarzuela 2 comentarios
Jueves 4 de abril, 20:00 horas. Teatro Campoamor, XXVI Festival de Teatro Lírico Español Oviedo: El sobre verde (libreto de Enrique Paradas y Joaquín Jiménez / música de Jacinto Guerrero).
Esta revista, más que opereta española o zarzuela pareció llevarnos al “Cine de barrio” en color aunque el argumento sea más del blanco y negro, con gran peso de los actores, lo mejor sobre la escena, con unos textos que en 2019 provocan solamente leves sonrisas aunque la picaresca siga vigente, la Lotería siga recaudando y haciendo soñar a quien juega, pero no la escenificación de una trama caduca de esterotipos y juegos de palabras añejos, bien de vestuario y luces, pobre en decorado, más unos cantantes que intentan dar lo mejor para una partitura que no está entre lo mejor del maestro Jacinto Guerrero (Los gavilanes, El huésped del sevillano, La rosa del azafrán) que también hubo de ganarse el pan con sainetes, humoradas (La blanca doble), marchas de Semana Santa y hasta música incidental para el teatro de los Arniches, Muñoz Seca o Jardiel Poncela.
Los llamados “felices años 20” quedan bien reflejados uniendo ritmos del momento, muy americanos como el fox o el charlestón sin olvidarse del “tangolio” o el chotís retrechero recreando un ambiente de lentejuelas, boys y “chicas de Coslada”, más con Lina Morgan y Tony Leblanc que en este reparto donde los personajes se desdoblan en tres y hasta cuatro, con unos cantantes que no lucen tanto como los actores aunque les vistan de frac.
Los cómicos, en el amplio sentido, sobresalen sobre el canto: Rafa Blanca (Nicanor) y J. J. Sánchez (Simeón) dan más la talla que el barítono madrileño Alfredo García, de buena proyección hablada pero menor la cantada (salvo la Marcha del premio gordo) o la mezzo ovetense Lola Casariego (fox-gavota de Madame Sévigne mejor que Bombón internacional), con números poco agradecidos para sus voces, solventándolo con la escena. Bien tanto Rafa Maza en sus roles de José María (políticamente incorrecto hoy en día) y el maitre de hotel con acento mexicano muy “a lo Cantinflas”, como Laura Pinteño, quien como botones de cara teñida nos evocó hablando a Mami de Lo que el viento se llevó; las sopranos Soledad Vidal (Fifí) especialmente, y Carolina Moncada (Mimí) lucieron sus papeles hablados de acentos (re)buscados. Las también sopranos Sagrario Salamanca y Cristina Teijeiro completaron el resto del elenco.
A todos ellos se les exigió bailar las coreografías de Cristina Guadaño, no del todo encajadas en el estreno, desparpajo y profesionalidad sobre las tablas, números conjuntos no muy empastados ni equilibrados, cambios rápidos de vestuario y defendiendo unos papeles para un sobre que no ha soportado el paso del tiempo, verde descolorido por la trama de esta revista multicolor que ni siquiera el talento del maestro Guerrero salva del bostezo ni las ganas de zarzuela auténtica. Una lástima tener que escuchar voces de gran trayectoria sobre las tablas como el barítono Alfredo García (que cantase Iván el terrible en octubre de 2017) o nuestra querida mezzo Lola Casariego en papeles que no les favorecen vocalmente a pesar de un foso reducido (de piano virtuoso con Sergei Bezrodni), con más texto hablado que cantado. El género de la revista siempre se caracterizó por actores que cantaban y no a la inversa, aunque aplauda el esfuerzo por recuperar nuestra música (de la que aún queda mucho por descubrir), pero actualizar (?) se hace difícil a pesar del loable empeño con obras como este segundo título.
Tras el último número de Rampersten (perteneciente a La orgía dorada de Muñoz Seca, Pérez Fernández, Borrás más el propio Guerrero y Julián Belloch) colocaron una pancarta con el estribillo de la Marcha del Premio Gordo intentando hacer partícipe al público de una fiesta que hace casi cien años inventaba el karaoke pero hoy no cuaja con un público asturiano entendido en zarzuela. Experimento fallido que esperamos superar con los dos títulos que restan del segundo festival lírico español que goza de buena salud en cuanto a respuesta popular pero se distancia con títulos como este de la vigesimosexta temporada.
Tentaciones sinfónicas
02/05/2013
Asturias, clásica, conciertos, música, sinfónica arpa, Auditorio de Oviedo, conciertos, Ginastera, J. Guerrero, Marzio Conti, música, Oviedo Filarmonía, Tchaikovsky, Xavier de Maistre 2 comentarios
Jueves 2 de mayo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: Xavier de Maistre (arpa), Oviedo Filarmonía, Marzio Conti (director). Obras de J. Guerrero, Ginastera y Tchaikovsky.
Continúa una semana de lo más musical que hace la vida un poco mejor. El titular de la formación capitalina volvió a apostar por la mezcla de obras, aunque pienso que la tentación vive arriba.
De Jacinto Guerrero (1895-1951) escuchamos la breve pero agradecida Jhaía: danza mora (1918), en edición de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero y perfectamente explicada en las notas al programa por mi admirado Ramón Sobrino Sánchez, que leyéndole es casi como estar escuchando su siempre ameno e irónico verbo. Obra de juventud del toledano con giros arabizantes de su tierra natal («boceto oriental» subtitulaba su estreno) y una orquestación grande que el Maestro Conti llevó con la frescura que sabe transmitir desde una memorización precisa capaz de sacar todo y más de la partitura.
El virtuoso francés Xavier de Maiestre fue el encargado de interpretarnos el Concierto para arpa y orquesta, Op. 25 (1956) del porteño Alberto Ginastera estrenado en 1965 por nuestro Nicanor Zabaleta. Tres movimientos bien contrastados y escritos aunque «la falta de experiencia previa de Ginastera con la sonoridad del arpa, le lleva a un frecuente tratamiento en bloques solo-tutti, para no tapar al solista, especialmente en el tercer movimiento» como escribe el Dr. Sobrino, lo que no impide disfrutar de una obra con referencias tanto al folklore argentino natal como a sus amigos y maestros. Impresionante el dominio del arpa por parte del intérprete que hace aún más grande la obra y perfecta concertación de Conti, atento al solista y encajando sin mayores problemas las complejidades rítmicas que esta orquesta afronta con seguridad. Emotivo el Molto moderato central con un lenguaje más cercano a sus contemporáneos y buen Vivace final con sonoridades potentes en todos los intérpretes, percusiones especialmente sin olvidar unos metales bien ensamblados.
La propina de El Carnaval de Venecia de Paganini en esta «paráfrasis» para arpa (y tos) no tuvo nada que envidiar a las guitarrísticas del gran Tárrega, con una demoníaca técnica que saca de un instrumento tan complejo sonoridades celestiales…
Palabras mayores es la Sinfonía nº 6 «Patética» en Si m., Op. 74 (Tchaikovski), probablemente la más escuchada y varias veces en este auditorio, nuestro aunque siempre haya público que aplauda al final del «ruidoso» Allegro molto vivace del tercer movimiento. La tentación de interpretarla debe ser grande en cualquier director aunque para toda orquesta supone una obra exigente para todas las secciones, y si no contamos con una plantilla equilibrada, incluso «agigantada», el resultado final siempre será inferior al deseado. Los músicos pueden darlo todo, como así sucedió, y entiendo que los metales no puedan contenerse aún a costa de engullirse a una cuerda mermada para esta magistral y póstuma sinfonía. Marzio Conti tiene más que interiorizada la obra pero reconocerá que faltó cuerpo en los tutti, pero sobre todo equilibrio.
La cuerda tiene pegada cuando puede y se le pide, musicalidad a raudales en toda ella, bien empastada con la madera, pero algo tapada cuando «los bronces» atacan sus ff. Timbales siempre mandando con reguladores contagiosos a toda la formación, percusión toda ella impecable. Impresionante el esfuerzo de todos, Conti el primero: contrastes bien buscados, melodías sonsacadas, tempi ajustados para saborerarlos, interpretación romántica a más no poder pero globalmente se me quedó pequeña. Enhorabuena por los momentos íntimos conseguidos en cellos o violas, sonido que comienza a personalizarse aunque pierda limpieza en los pasajes rápidos. Con todo siempre es una tentación placentera volver a escuchar «La Patética» en vivo.



















































