Inicio

Humor con percusión

Deja un comentario

Domingo 14 de enero, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Conciertos de invierno: «¡Vaya Banda!», Odaiko, Banda de Música «Ciudad de Oviedo», David Colado Coronas (director). Entrada libre.
Lleno familiar con muchos niños protagonistas para disfrutar del espectáculo de los percusionistas gallegos de Odaiko que contaron con la Banda de Música de Oviedo como acompañante de lujo, coprotagonizando un espectáculo de humor musical con la percusión tanto corporal como de membranófonos, idiófonos y cotidiáfonos sin renunciar a momentos de virtuosismo compartido en la marimba.

Toda una experiencia bautizada como ¡Vaya Banda! que va más allá de lo circense o las acrobacias retomando el espíritu de los payasos que siempre fueron excelentes músicos y hoy en trío gallego domina toda la percusión, «embajadores del ritmo» como se autodefinen.

Un hilo narrador por megafonía (no se entendía cuando coincidía con la banda) fue sumando apariciones de los percusionistas y el «programa» con golpes en todos los sentidos, haciendo partícipe al público de todas las edades con la complicidad del Maestro Colado, a un percusionista de la propia formación carbayona al que sumaron en distintos números, y hasta las distintas secciones que también gozaron con «gags» como el Bolero de Ravel persiguiendo el caja a la flautista que interpretaba la conocida melodía mientras el respetable intentaba el ostinato rítmico con dos dedos sobre la palma de la otra mano… tras haber calentado muslos y dado unos saltos.

Una Carmen (Bizet) de torero y drag-flamencas nada ofensivas donde la guitarra también fue utilizada genialmente como percusión junto al cajón tras una marimba «en espejo» por dos maestros

El gritado más que coreado Hakuna Matata de ambiente selvátivo sirvió para que estos maestros gallegos nos hicieran sentir niños a todos y disfrutar con el taiko y dos tumbadoras en cómica comunión percusiva que aúna los lenguajes universales sin palabras (mimo y música).

La Marcha Turca (Mozart) con esos «cotidiáfonos» de siempre, caso de las botellas tanto golpeadas (idiófonos) como sopladas (aerófonos) sumándose un «garráfono» por bautizar el invento que viene a ser un contrabajo fabricado con un palo, cuerda y garrafa de caja de resonancia (arriba está la foto), más la banda intentando encajar el tempo, para levantarnos de las butacas y armar un carnaval de río de W. Schneider entre todos.
La versatilidad de los gallegos en instrumentos y combinaciones de complementos de ropa para pasar de un ambiente a otro en este viaje con la percusión es digno de admiración, verdaderos titiriteros con cambios fulgurantes.

Especiales también unas compartidas Czardas (Monti) en la marimba -no trajeron vibráfonos- con la banda que dieron tanto juego como la propina a trío de un Vuelo del moscardón (Rimsky Korshakov) presentado como «mosca cojonera» realmente virtuoso tras un Circus Can-Can (Offenbach) que convirtió el escenario en una de mis clases con los «Boomwhackers«.

Una excelente tarde de domingo en familia con dos «bandas», la gallega y la ovetense que sigue apostando por lo novedoso aunque el circo sea de siempre y la música comparta título del mayor espectáculo del mundo, uniendo círculos más que mundos plenamente terapéuticos. Y cada mes un concierto, incluso en abril dos… Intentaremos seguir contándolo. Hoy la enhorabuena para Odaiko.

Pimiento Verdi, tomate Wagner y vinagre Boadella

1 comentario

Viernes 25 de julio, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: Festival de Verano. El pimiento Verdi de Albert Boadella. Segunda función. Entrada butaca: 21€ +1€ por compra on-line (todas las fotos de la web excepto programa escaneado y la indicada).

Aunque el bicentenario de Verdi y Wagner fuese en el 2013, como este espectáculo que ya se vió en Madrid por partida doble, el argumento sigue vigente sobre todo en un teatro como el nuestro que acoge la segunda temporada de ópera de España, coliseo habitualmente verdiano como ya he escrito alguna otra vez frente al wagneriano Gijón, algo que se notaba entre los asistentes, como Madrid frente a Barcelona, y curiosamente mientras Radio Clásica emitía en vivo desde Bayreuth un Tanhausser algo accidentado que pude escuchar al inicio y final durante el viaje motorizado desde mi aldea (también cantada) a la capital lírica astur.

Sin entrar en etiquetas, aunque sea puro teatro, está claro que el espectáculo de Boadella no se entiende en su complejidad sin conocer a fondo todo lo que sucede, que es mucho, sobre unas tablas donde los personajes son actores que cantan, porque cantantes que actúan se da por supuesto aunque no siempre sea así, y hasta el público que lo deseó formó parte de la clientela de la taberna restaurante de Sito, el barítono Luis Álvarez Sastre al que disfrutamos mucho más en el pasado Curro Vargas del mismo teatro y sigue siendo actoralmente irremplazable.

Del reparto en escena debo destacar al pianista Borja Mariño en el papel de Fidel, un pedazo de músico que acompañó el complejo montaje musical sin el que no habría nada, y al actor Jesús Agelet, Blas el camarero (realmente importante como si de El Guateque del gran Blake Edwards se tratase), habitual en las cocinas de Boadella desde hace años.

El duelo salpimentado por parejas soprano-tenor estuvo encarnado por María Rey-Joly y José Manuel Zapata (Leonor y Roberto) versus Elvia Sánchez y Antoni Comas (Brunilda y Sigfrido) en un juicio musical casi de judicatura y fiscalía aunque el público jurado se iba decantando hacia Verdi en parte por la caricatura wagneriana (incluida la grosería inicial de mal gusto escupiéndose las parejas en una poco lograda parodia canoril) que con el transcurrir del discurso, especialmente en la recta final donde mezclando los roles triunfó la farsa siendo todos ¡verdianos!, curioso viniendo de un catalán como Albert Boadella, si bien no necesitase veredicto porque el juicio resultó nulo desde el principio, argumentando subjetividad y engaño deliberado por parte de todos, sin culpables ni inocentes.

 

No se puede hablar de arias, dúos o coros verdianos ni wagnerianos -aunque los hubo y muchos, sobre todo el de esclavos de Nabucco– como de guiños a la zarzuela siempre por parte de Sito, que para eso es el dueño de «El Pimiento Verdi».

De Zapata sigue sin gustarme la parte lírica aunque llena escena y sus personajes son creíbles (impresionante la narración futbolística wagneriana), pero como cantante de ópera lo dejo para otros títulos (y espectáculos) que los elegidos por Manuel Coves, asesor musical que se entendió a la perfección con la dirección y dramaturgia de Boadella.

En cambio Antoni Comas pese a personificar «al malo» resultó mejor, completo incluso al piano o la guitarra, puede que como en todas las ficciones donde sabedores del final seguimos disfrutando con los mal llamados perdedores.

El duelo Verdi – Wagner, musical y humano, resulta por momentos hilarante y más hispano que Don Mendo sin venganza, con el pseudolenguaje ítalo o germano bien traído por autor y personajes, morcilleo más leonés que de Burgos.
Y con Elvia Sánchez pese a tener menos protagonismo que María Rey-Joly, sucedió otro tanto, buscado o rebotado, el emparejamiento está más que logrado, los «primeros actores» y los de «reparto» donde todos son excelentes con los mal llamados secundarios sin los que la trama nunca quedaría redonda, blanca o negra… Reconocer a las dobles parejas el esfuerzo vocal que supone cambiar bruscamente de Verdi a Wagner más allá de registros o idiomas, teniendo presente el perdón o ausencia de pena en este juicio que perdimos todos, sobre todo en el desenlace.

Boadella y su equipo han escenificado todos los tópicos de los bicentenarios compositores con humor y amor hacia la ópera donde no faltaron gotas de Rossini, Donizetti o Bellini en botella y chorro desigual para todos los paladares, decayendo siempre en el alemán frente al mejor interpretado italiano, puede que cercano y por ello exigiendo menos, fomentando unos odios que finalmente no son tales, ni siquiera de enfrentamiento futbolístico o gastronómico sino burla del propio drama, tragedia y comedia como dualidad inseparable.

La ensalada de pimiento también llevaba tomate, la cebolla opcional, sal y pimienta en la medida justa, el aceite español, aunque lo etiqueten italianos, y el vinagre catalán en cantidad siempre al gusto del chef, que no necesariamente del cliente, aunque pague, pero todos conocíamos la carta, el menú y el precio. En la taberna de Sito con la fiesta de Blas, pese al chuletón de Ávila, el Rioja mejor que la cerveza e incluso cava extremeño con toda la ironía catalana (para un brindis final esperado donde sólo bebe Blas que para eso es camarero y el resto saben imaginarlo), la ensalada actual admite lo que queramos echarle, incluso sin necesidad de lechuga, y los asturianos también tenemos buen diente. Personalmente satisfecho y con hueco para seguir degustando, que por algo mi amigo Mario Guada me llama «omnívoro».
©Foto Pablo Siana

Un amor de teatro

Deja un comentario

Oviedo en verano tampoco se detiene musicalmente y el turismo, tanto regional como nacional e incluso internacional, pienso que lo agracede. Además del llamado «Festival de Verano» que presenta una amplia oferta, personalmente quiero recomendar las visitas teatralizadas al Teatro Campoamor que bajo el título «Vámonos pal Campo Amorrrr» está colgando el cartel de ENTRADAS AGOTADAS con días de antelación, pese a venderse solamente en la propia taquilla, con un precio de 6€.

En Julio los días 11, 12, 18 y 19 fueron un auténtico éxito y en agosto sólo quedarán los días 1, 2, 22 y 23, con dos pases – visitas de una hora- viernes a las 18:30 y 20:00 y sábados 11:30 y 13:00, que van más allá de una visita, por otra parte también con historia sin perder rigor desde el humor.

Se cuenta con el guión y dirección de escena del gran Enrique Viana, un auténtico acierto como en él suele ser norma, una escenografía, iluminación y vestuario muy logrados de Luis A. Suárez, las coreografías de Estrella García y Beatriz Cabrero coordinando al equipo musical formado por Anabel Santiago (tonada), Maria José Suárez (mezzo), Juan Noval Moro (tenor), Marta Mardó (actriz), Julio César Picos (pianista) y Noel García (gaita), todo un plantel de primera desde casa y otro detalle a tener en cuenta, un «Made in Asturias» que supone publicidad y marca propia.

Los grupos de 80 personas van asombrándose desde la misma entrada donde el recibimiento ya capta la atención, para ir desgranando simpáticos diálogos entre dos hermanas que interpretan Marta y María José, con «el servicio» donde Anabel encarna y mejora una actualizada y asturiana Gracita Morales, Juan Noval como el señorito que vuelve «entrado en años»dominando el skate, siempre jugando con palabra (no hay descanso para la risa, sonrisa, doble intención, crítica actual y calidad) y música (variada y reflejo de la que se puede escuchar en el coliseo capitalino) en un viaje que asciende al entresuelo, Salón de Té, volviendo al patio de butacas y finalizando en el escenario para sentirse protagonista por un día.

Podemos escuchar una habanera, un bolero, todo un desfile de fragmentos (como muestrario en rebajas) de arias, quedando con ganas de más, a cargo de Juan y Maria José, sin olvidar la gaita «galáctica» y la impresionante voz de una Anabel ampliando horizontes siempre, además del gijonés Julio César Picos que tiene a su disposición dos pianos verticales en el interior más el de cola sobre el escenario para ser el perfecto «hombre orquesta» salido entre el público. Sin querer contar un argumento realmente bien llevado (con guiños gastronómicos donde el carbayón es más que el pastel típico de Oviedo) para los que acudan en agosto, la recomendación para todas las edades no puede faltar.

La oferta veraniega ovetense es amplia, siendo la musical un referente y esta visita al Campoamor además de original cargada de humor y amor.

Risas musicales

1 comentario

Domingo 11 de noviembre, 19:30 horas. Auditorio Centro Niemeyer, Avilés. «PaGAGnini», Producciones Yllana SL y Ara Malikian. Precio: 15€ + 1€ gestión (comprando en Tickexpress de CajAstur).

©Yllana S.L.

Esperando que el prestigio del Niemeyer vuelva al de los inicios, obviando intereses políticos capaces de destrozar todo lo que tocan, la programación es variada y original, al menos lo último, y llegaba a la Villa del Adelantado, tras más de 700 funciones en Madrid y recorriendo muchos kilómetros, el espectáculo coproducido por Yllana y Malikian, que como bien dicen en su presentación «repasa algunos momentos cumbre de la música clásica fusionados con otros estilos musicales, consiguiendo un divertido y sorprendente Des-Concierto, con el que pretendemos reinventar la manera de concebir un recital, llegando al gran público que descubrirá en los pasajes musicales una mirada diferente« y así resultó con una entrada rozando el lleno, agradeciendo a YouTube®, Buenafuente y también a nuestra televisión pública el aperitivo que siempre supone, aunque como el directo no haya nada.

Con la «disculpa» de la música, este amplio elenco más allá del cuarteto de cuerda, nos hicieron pasar hora y media de risa aderezada con la clásica de cámara sin arrogancias.

En primer lugar felicitar a todo el equipo técnico de sonido y luces impecable, ajustado siempre al cuarteto, porque la calidad sigue siendo de primera en este auditorio, sin olvidar la «voz en off» para un espectáculo diferente.

Los músicos, además de virtuosos, demuestran un estado físico increíble,-en especial al libanés de origen armenio y afincado en España hace años Ara Malikian (famoso entre la gente menuda por «El Club de Pizzicatto») que parece de goma y a ratos «El Violinista sobre el tejado», y por supuesto el humor gestual (eso es Yllana), sin palabras, irreverente y veterano sin chabacanerías, atemporal, donde la música es co-protagonista desde la salida a escena hasta el telón final.

El repertorio elegido, mayoritariamente conocido, la Suite de la Carmen de Bizet, un Boccherini dislocado, Falla acertado, el siempre recurrente Canon de Pachelbel, el guiño a la música «contemporánea» o el tango sin olvidar el heavy, la música country, el blues (qué armónica la de Ortiz junto al cajalín con escobillas de Clemente), Mozart a dos violines menos uno, y por supuesto el cierre caprichoso de Paganini transmutado a PAgagNINI en todo el concierto, sin olvidar la propina invernal de Vivaldi con pájaro loco desplumado…

Además de Malikian tenemos otros dos violines, el madrileño Eduardo Ortega que se marcó un sólo con el eléctrico y la pedalera de efectos realmente increíble, más el sustituto de Thomas Potiron en esta última formación, el sevillano también violista Fernando Clemente, cuya bis cómica arrancaba auténticas y sonoras carcajadas solo con su presencia. Mención aparte el pamplonés Gartxot Ortiz que saca del cello todo un abanico de sonoridades sin olvidar un contrabajoalto y su «arco espada» capaz de quedar clavado en el escenario, así como excelente heredero de Lucero Tena como solista de castañuelas en el «número danzado» de La Vida Breve de Falla. Dificultad añadida e incomodidad tener que tocar mucho tiempo de pie.

Los roles de los cuatro adecuados, con el divo Malikian comediando y comandando arropado por un trío delicioso.

©Yllana S.L.

La amplia presencia de niños con sus padres es reconfortante, así como la participación para el sexteto vanguardista de una pareja adolescente que dio mucho juego, «pelota sonora» y en especial «la chica del cencerro», de la que Fernando quedó prendado para solaz de papás, abuelos y demás familias entre las que nos incluimos. Nos reímos todos de las normas desde ellas, «lo serio y lo exageradamente solemne llega a ser cómico» (como afirma Ara Malikian). Humor y musical ¡qué más se puede pedir para una fría y lluviosa tarde de San Martín!