Domingo 8 marzo 2015, 12:30 horas: Músika-Música 2015, Bilbao. Palacio Euskalduna, Sala Rúspoli: Luis Fernando Pérez (piano): Bach: Partita nº1 BWV 825; Bach / Busoni: “Wachet auf, ruft uns die Stimme” BWV 645; “Nun komm´der Heiden Heiland” BWV 659; Bach / Hess: “Jesus bleibet meine Freude” BWV 147; Bach / Kempff: Siciliano de la Sonata para flauta nº 2 BWV 1031; Bach / Busoni: Chacona de la Partita para violín nº 2 BWV 1004. Entrada: 6€.
Sin apenas respiro tras el concierto anterior otro lleno en la sala pequeña, trasiego de los
operarios para vaciar escenario y colocar ya perfectamente afinado el imponente
Steinway presidiendo además de reinar en las manos de
Luis Fernando Pérez que recreó un
Bach realmente impresionante.
La
Partita nº 1 en si bemol mayor BWV 825 consta de siete movimientos aparentemente sencillos pero donde el piano debe modelar el sonido en cada tecla, algo que
el pianista madrileño hace con cada obra y estilo. Poder estar cerca de él permite disfrutar con el trabajo de manos y pedales, cincelando sonidos como si del clave se tratase pero con la grandeza del piano. Maravillosa versión llena de toda la gama barroca, matices extremos, ritmos contrastados, melodías claras, variaciones sobre temas que
Bach utiliza con la genialidad matemática inspiradora de fuerza interior, la misma de
Luis Fernando Pérez, recordándome
sus interpretaciones de nuestro
Padre Soler.

El
Siciliano de la Sonata para flauta nº 2 BWV 1031 que recrease mi pianista de juventud
Wilhelm Kempff, fue un leve descanso entre las visiones de
Busoni previas y finales, delicia melódica llena de detalles expresivos más allá del
original, con una mano izquierda poderosamente aterciopelada que asentó la maravillosa melodía de esta versioneada sonata esta vez con el magisterio de un gran pianista que amaba a
Bach como tantos otros.

Las recreaciones que
Ferruccio Busoni hace de Bach son un mundo paralelo al original, más allá de un arreglo y sin perder notas ni espíritu del más grande compositor de la historia, porque el órgano rey así está coronado por su versatilidad tímbrica, sonora y expresiva, así que plantear al piano corales como los elegidos por
Luis Fernando Pérez son todo un reto para cualquier pianista. El madrileño volvió a demostrar el mimo del ataque, la amplia dinámica que es capaz de sacar con todo un catálogo de recursos técnicos puestos al servicio de
Bach, los corales como el
BWV 645 que crecen en cada ornamento de la derecha, el peso de los pedales en la izquierda todo ello entretejido en un teclado que parecía sonar a tres, así como la profundidad y meditación de la
BWV 659, entendida por un público en respetuoso silencio que ayudó a mantener una calidad y calidez irrepetibles.

No escuchamos la famosa
BWV 147 programada pero quedaba un final de auténtico genio, ya sin la atadura del papel, despliegue virtuosístico captado en primera línea de fuego, y nunca mejor dicho, la monumental
Chacona de la Partita para violín nº 2 BWV 1004 que
Busoni eleva a la enésima potencia, engrandeciendo la
inmensidad bachiana para violín al infinito del
piano. Honestidad hacia la partitura tanto del compositor como del
intérprete, riguroso con cada duración, plano, volumen, fraseo, matices extremos impregnados en todo el cuerpo, poderosa mano izquierda, vertiginosa mano derecha, derroche musical y respirando el mismo aire. El silencio de la sala contenía emociones indescifrables e inenarrables, empujando con el pianista, esfuerzo sin apenas descanso, para romper en estruendo y aclamaciones, bravos y vivas que salen del alma tras haber escuchado MÚSICA en estado puro.

Colas para saludar, felicitar y agradecer una mañana irrepetible, para preocupación de los trabajadores de
Musika-Música que recogían el piano, protagonista
nuevamente en las manos de
Luis Fernando Pérez, y desmontaban la tarima preparando el siguiente, porque la maratón no tiene descanso hasta la meta, cerca pero necesitando de carga extra. Y la tarde ya se echaba encima.