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La samba movió a la juventud

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Cuarto año del proyecto LinkUp que la OSPA ha traído desde el Carnegie Hall neoyorkino y su «Weill Music Institute» de la mano de Rossen Milanov hasta el Auditorio de Oviedo, y exportándose después a otras comunidades como Navarra, al igual que en EE.UU. cada vez más estados se suman al mismo e incluso en otros países, un proyecto que hasta ahora lleva tres monográficos, si bien se rehacen y adaptan cada temporada al español, por lo que «La orquesta se mueve» de este 2016 podríamos decir que es la versión 2.0 de un ciclo pensado para alumnado desde Primaria hasta Secundaria, donde he participado con mis alumnos de primer ciclo (1º y 2º ESO) del IES «El Batán» de Mieres desde la primera en 2013.

Tres días (pues los dos previstos se completaron rápidamente nada más abrirse el plazo de inscripción) con doble función matutina a las 10:30 y 12:00 movilizando más de seis mil estudiantes y cuatrocientos profesores de casi 100 institutos y colegios asturianos, con unos materiales de calidad que nos proporcionan para esta fiesta musical. Nosotros acudimos al «estreno» del pasado miércoles 27 de abril en la primera función, siempre una incógnita cómo responderían todos, pero nuevamente la emoción marcó ya la salida en los dos autobuses tras un trimestre largo de trabajo en el aula con todo el repertorio. Si hasta entonces los compañeros comentaban cómo salen del aula cantando de las clases, el día importante había llegado, incluso ensayando con sus flautas para ir calentando.
Auditorio lleno de ilusiones, la orquesta calentando motores, la gran pantalla con pasatiempos musicales y con Gustavo Moral de maestro de ceremonias arrancaba este concierto único donde todos participan de él.

Cuenta atrás y afinación orquestal, seguida de las flautas y con el «vecino equipo habitual» formado por Sonia de Munck (soprano), Elena Ramos Trula (soprano) y Julio Morales (tenor) comenzaba el propio concierto lo que podemos llamar el «Himno LinkUp», el único tema que se repite, Ven a tocar (Thomas Cabaniss). Después vendría el «Can Can» de Orfeo en los infiernos (J. Offenbach) con dos jóvenes bailarinas intentando sumar a Gustavo mientras los diferentes sentidos de «mover» que tiene la música en este programa.

El Danubio Azul de J. Strauss hijo tiene una letra mejorada del primer año, por lo que el alumnado opta por la melodía conocida cantada con Sonia, o directamente en flauta, por las contestaciones instrumentales y sobre compartir todo con la OSPA bajo la dirección de su titular Milanov que optó por un tiempo más lento que el ensayado en el aula con una base solamente de piano, aunque el ritmo ternario la juventud ya lo tiene bien asimilado.

Como hace cuatro años el momento más emotivo es el «Nocturno» del Sueño de una noche de verano (Mendelssohn) transportado para poder interpretarlo con las flautas dulces, dos niveles de dificultad (pues el tercero lo tendrían los excelentes trompas de la OSPA), luces atenuadas y más de mil flautas disfrutando y compartiendo partitura con los profesionales, incluso mandando sobre ellos, porque ¿quién sujeta el ímpetu? Milanov hizo diabluras para hacer posible lo imposible y todo acabó encajando.

La obertura de Las bodas de Fígaro (Mozart) puso a prueba la velocidad en los músicos para un imaginario récord así como el necesario aprendizaje de participar con la escucha. Está bien «engañar» con un minutaje de 4:20 inferior al real y el empuje del animador Gustavo a la cuerda.

Uno de los momentos más esperados por el alumnado es el conocido «Toreador» de Carmen (Bizet) con «Escamillo Morales» nunca tan coreado como aquí. El francés no supone dificultad (aunque los americanos hacen su versión en inglés), la respuesta se convirtió en coprotagonista por el ansia contenida con la obertura operística mozartiana y la chaquetilla pequeña, sin necesidad de montera, acabó cual muleta para «torear» a Gustavo, con las sopranos unidas al coro escoltando a los «primeros espadas» con bellos abanicos.

Pese al arduo trabajo previo de preparación para saber escuchar a Beethoven y su Quinta Sinfonía en do menor, op. 67 (sólo el primer movimiento), está visto que los gustos de los chavales cambian y tras el triunfo hace cuatro años este no fue igual para ellos, pese a la interpretación bien llevada por la OSPA con Milanov, supongo que estar más de cinco minutos parados es algo imposible para esta generación. Seguiremos buscando fórmulas para alcanzar el placer de escuchar en una sociedad más bien «sorda» donde ni siquiera conseguimos dialogar en orden.

Distinto fue el otro tema de Cabaniss, Lejos vuelo con una coreografía muy ensayada en la parte central, uniéndose casi todos a la voz de Sonia quien con todo el «equipo» marcaron igualmente los pasos a un auditorio que daba gusto contemplar en movimiento acompasado con un tema muy actual de orquestación.

Pero el fin de fiesta fue realmente apoteósico, Vaudí y sus percusionistas entraron a ritmo de samba, levantando el jolgorio y contagiando el calor brasileño de Rio de Janeiro en Cidade Maravilhosa (André Filho), sumándose la orquesta y Elena luchando por afinar con todo el auditorio totalmente revolucionado cantando en portugués con la misma facilidad que en francés o español.

Recopilación musical cual trailer recordatorio de cabo a rabo con Gustavo y todos los músicos participando para poner rumbo al «insti» en perfecto orden. Aún quedaba otra función ese miércoles más las cuatro siguientes. De nuevo la música preparando y formando, cultura educativa aunque WERTgonzosamente «olvidada» al relegarla como en mi adolescencia al grupo de «marías» del que han sacado la «Religión» equiparada a «Valores éticos». No suelo ver políticos en los conciertos por lo que tal vez deberíamos organizar un «LinkUp» para ellos y comprobasen que la educación integral no es la que aparece en leyes no consensuadas.

Al menos en Asturias seguimos «conectados» y como este año, «La orquesta se mueve» con el alumnado, volvimos cantando, contentos, una experiencia que no acaba aquí porque hasta junio queda curso, y como se decía en los antiguos campamentos de verano, «esto sigue en vuestras casas».

La esperanza es lo último que se pierde y la música hace más llevadero nuestro quehacer diario. Soy feliz y disfruto dedicándome a lo que me gusta, la docencia y la música, pero las canas no salen solo por los años.

Y mucha incomprensión

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Jueves 31 de octubre, 20:00 horas. Concierto Social, Historia de un soldado (Stravinsky). Siete instrumentistas de la OSPA, internas del Módulo 10 del Centro Penitenciario de Villabona, Gustavo Moral (dirección de escena), Óliver Díaz (dirección musical). Entrada gratuita con invitación.

La OSPA se está abriendo a la sociedad asturiana y con el ciclo «Música y guerra. Una historia de superación» la realidad se trasladó a la cárcel asturiana el miércoles para devolver a las reclusas del módulo 10 un poco de libertad haciéndolas partícipes y coprotagonistas con un septeto de la OSPA formado por Héctor Corpus (violín), Joshua Kuhl (contrabajo), Christian Brandhofer (trombón), John Falcone (fagot), Andreas Weisgerber (clarinete), Maarten van Weverwijk (corneta) y Rafael Casanova (percusión) con la dirección del maestro Díaz, de una historia atemporal, todo un espectáculo ideado por el musicólogo, profesor y animador Gustavo Moral con textos actualizados al castellano del original en francés del suizo Charles F. Ramuz encargado y utilizado por Stravinsky para esta historia, así como la puesta en escena sencilla que pudimos ver proyectada en la pantalla gigante al día siguiente, dado que sólo pudieron acudir las tres narradoras por cuestiones obvias.

Agradecer el esfuerzo por editar el vídeo de los ensayos y la actuación del día antes en el salón de la propia cárcel para comprender en su totalidad esta genial idea de llevar la música a todas partes sintiéndola en primera persona y compartirla en el auditorio ovetense. Me gustaría abrir la mente, o al menos hacer pensar, a parte de un público indignado (y creo algo ignorante) por esta Histoire du Soldat, un espectáculo donde la calidad musical increíble del septeto es cierto que no fue pareja a la narración, olvidando que se trataba de un concierto social, labor que seguramente desconocen y pensaban estar ante una interpretación como la de 1962 que atesoro en CD con el gran Peter Ustinov o Jean Cocteau como diablo y lector junto al soldado y la princesa, dirigidos por Igor Markevitch al frente de unos músicos que puedo decir con seguridad, mejoraron los «siete magníficos de la OSPA», uniendo la calidez y calidad humana que no tienen comparativa alguna.

El esfuerzo de las tres narradoras fue enorme, nervios lógicos ante un auditorio lleno que siempre impone, y la experiencia indescriptible para todos. Actualizar el texto a un español cercano comenzando con el guiño asturiano «Desde Mieres a Avilés, un soldado va a su hogar…» supone la premisa de la propia historia como bien escribe Gustavo en las notas al programa: «(…) nace desde el ahorro y con la intención de ser asequible a cualquier espectador, sin olvidarse de los habitantes de los pueblos más humildes (…) pieza para ser «leída, tocada y bailada» (…) con un narrador que es la pieza angular de toda la obra (…) como un poema sinfónico pero como poema explícito y sin orquesta sinfónica».

Historia en dos partes y nueve números musicales, tres escenas con soldado, diablo y lector femeninas dando lo mejor de ellas y  la música maestra de Stravinsky con todo tipo de influencias para una formación pensada hasta en su disposición, con momentos realmente mágicos bien llevados por Óliver Díaz para una pieza atemporal y tristemente vigente porque mientras hay guerra también tendremos soldados con sus historias, alternancia de momentos de alegría y tristeza como la vida misma hechos música y palabra, en la cárcel y en el auditorio, pactos con el diablo y final moralizante: «No se puede tener lo de hoy y lo de ayer, no se puede a la vez ser quien se ha sido y quien se es. Hay que escoger. La felicidad ha de ser una. No puedes tener el sol… y la luna a la vez».

Cada vez que sonaba la Marche du soldat era una delicia, y sobre todo momentos álgidos como el pequeño, después gran coral que resultaron de un lirismo y delicadeza a cargo de los músicos de nuestra orquesta capaces de emocionar y acallar a un público más respetuoso que en otros conciertos. La Marche triomphale du diable supuso el colofón perfecto para un final real como los tiempos que corren, victoria del mal sobre el bien obligados a pactar por una vida donde la riqueza no es nada.

Al menos me queda lo espiritual, lo inmaterial, el placer de seguir disfrutando de la música, y mi felicidad fue la de un último día de octubre escogiendo un concierto que me deja la alegría artística con el regusto argumental, real para otra historia de superación, con pena por seguir comprobando que todavía existe mucha incomprensión… incluso para la obra de Stravinsky noventa y cinco años después de su estreno.