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Dos almas y un solo latido

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Lunes 13 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Clausura de las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni»: Gautier Capuçon (chelo), Gabriela Montero (piano). Obras de Schumann, Mendelssohn y Rachmaninov.

Los conciertos de mi querida Gabriela Montero son siempre únicos, irrepetibles, con la emoción a flor de piel, sea sola, con orquesta o esta vez de nuevo en Oviedo compartiendo escena nada menos que con el gran cellista francés Gautier Capuçon, siempre acertado en la elección de sus pianistas (Argerich o Yuja Wang entre las algunas), la reunión de dos talentos, dos almas, dos músicos enormes haciendo música juntos y latiendo como un solo corazón. Giras muy largas con distintos programas y con «jet lag» pero suficientemente preparados para comenzar un viaje a dúo desde Oviedo a Las Palmas pasando por Bilbao en un programa romántico que fue de menos a más en intención, emoción, entendimiento y buen hacer entre dos viejos conocidos.

Primera parte con Leipzig como punto de unión, la Fantasiestücke para violonchelo y piano, op. 73 de Robert Schumann (1810-1856) originalmente para clarinete pero que el cello de Capuçon transporta al lirismo puro, algo corto en sonido, echando de menos una tarima que hiciese de caja de resonancia, y el piano con la tapa abierta para comprobar todos los matices que Montero es capaz de sacar. Tres movimientos cuyos títulos expresan lo que pudimos escuchar: I. Zart und mit Ausdruck (Dulce y con expresión), arranque tenebroso y camerístico, dinámicas ajustadas, melodías y contracantos claros; II. Lebhaft, leicht (Animado, ligero), cristalino en ambos, de la melancolía inicial al optismo, energías bien encauzadas; y el III. Rasch und mit Feuer (Rápidamente y con fuego), apasionado, frenético en ambos, «virtuosismo mutuo… que finaliza de modo épico» como bien escribe Mirta Marcela González en las notas al programa (enlazadas arriba en los autores). Así lo entendía Schumann, su enamorada Clara y los grandes románticos para quienes los términos italianos les quedaban cortos para intentar explicar no ya la intención sino la entrega exigida. Maravilloso entendimiento de dos músicos tan distintos tocando como un solo ente, con muchos años compartiendo escenarios por todo el mundo.

A Félix Mendelsshon-Bartoldy (1809-1847) le debemos el rescate de «Mein Gott Bach», y hay mucho del «kantor» en la Sonata nº 2 para violonchelo y piano en re mayor, op. 58, cuatro escenas más que tiempos, donde los intérpretes dialogan, participan, comparten protagonismo, sin olvidar que todos los compositores elegidos para esta clausura de las jornadas de piano fueron grandes pianistas. Se nota en la escritura predominante aunque el violonchelo canta en todos ellos convirtiendo esta sonata casi en lieder similares a las «Romanzas sin palabras» o incluso corales luteranos donde el teclado quiere evocar al órgano, cuatro movimientos cual relatos llenos de claroscuros sobre los que triunfa siempre la luz. De nuevo admirable el entendimiento en los aires elegidos, en la intención: el I. Allegro assai vivace pletórico, atacado con valentía y con matices increíbles, de los que hacen cortar el silencio, seguido de un técnico y contenido II. Allegretto scherzando, bachiano con juegos de pizzicatos «orgánicos» contestados por el piano; el III. Adagio emocionante por la profundidad en ambos virtuosos, los graves del chelo que vibran como pocos instrumentos mientras el piano suelta destellos y perlas; para terminar el brillante IV. Molto allegro e vivace, perfectamente encajado entre dos solistas que se unen para engrandecer la llamada música de cámara, un dúo como unidad. Impresionante el respeto por el sonido, los finales ajustados en duraciones que quedan flotando en el ambiente derrochando pasión por la música.

Sergei Rachmaninov (1873-1943) no debe faltar en ninguno de los dos músicos porque hay simbiosis interpretativa y amor por unas páginas que tienen mucho de bocetos orquestales. La Sonata para violonchelo y piano en sol menor, op. 19 (1901) es contemporánea del archiconocido segundo concierto para piano y tiene la firma inconfundible del ruso con motivos reconocibles tanto en el piano como en el chelo, lo que se tradujo en una entrega emocional en los cuatro movimientos, un sonido muy cuidado por parte de los dos solistas, la continuidad romántica de la primera parte elevada al altar romántico que nunca debe faltar. El chelo comenzando solo, susurrando el piano en el I. Lento. Allegro moderato, atacando esas melodías sinfónicas dialogadas, individualidades bien entendidas; profundo el II. Allegro scherzando, acoplado al detalle con un «tempo» vertiginoso y limpio, el virtuosismo del ruso para unas melodías únicas desde el chelo de Capuçon y el piano de Montero; momento álgido de emociones el III. Andante, protagonismos alternados con el violonchelo sinfónico y el piano solístico en conjunción envidiable, la grandiosidad de una partitura que toma vida en cada nota con dos músicos entregados antes del IV. Allegro mosso, en la línea del tercer concierto de piano por la potencia sonora en ambos, Gabriela apoteósica, Gautier inconmensurable, despliegue de matices, rubatos encajados, tímbricas redondeadas, vuelos de paloma cantados al cello, cielo azul del piano, poesía musical de dos almas latiendo con un solo corazón. No se puede pedir más en una interpretación cálida, entregada y cercana del mejor Rachmaninov.

Público en pie jaleando una interpretación magistral del ruso de quien nos regalaron su Vocalise en arreglo propio de ambos en otra muestra de Música con mayúsculas, el Sergei que enamora, que no pasa de moda, entendido por los dos intérpretes de altura con una obra intensa y corta. Aún nos dejarían otra personalísima visión del tema más conocido (nº18)  de las Variaciones sobre un tema de Paganini, la reducción orquestal a dúo capaz de convertir lo pequeño en grande, bocetos tan artísticos como el original cuando se interpretan como Capuçon y Montero en un encuentro para el recuerdo.

Todavía hubo tiempo para firmar discos, programas, fotos con compatriotas, invitaciones a queso venezolano y alguna que otra confidencia entre amigos, a pesar del madrugón que les esperaba. Siempre quedamos con ganas de más

Programa para celebrar 20 años

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Oviedo sigue siendo «La Viena del Norte» español, y los Conciertos del Auditorio junto a las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni» llegan a sus veinte años con una programación muy completa que hará las delicias de todos los melómanos no solo asturianos sino de los muchos que acuden a la capital del Principado ante su excelencia musical que también tiene una Primavera Barroca camino de los seis años, más ópera y zarzuela en su amplia oferta junto a un festival de verano próximo a comenzar que busca también un hueco estival en los museos arqueológico y de Bellas Artes, incluso un concierto de órgano en La Corte, todo citas para apuntar en las agendas.

De los pianistas que siguen sumando a la amplia nómina que Oviedo ha tenido siempre a lo largo de su dilatada historia, para la temporada extraordinaria de los 20 años las jornadas que llevan el nombre de nuestro recordado Luis Iberni contaremos con la donostiarra Judith Jáuregui que continúa asentando una carrera internacional de primera sin olvidarse de nuestra tierra que lleva visitando hace años en distintos ciclos, abriendo las jornadas con el Cuarteto Singnum en noviembre, continuando con Piotr Anderszewski, el surcoreano Kun-Woo Paik con la Oviedo Filarmonía (OFil), orquesta residente del ciclo, un marzo con el siempre esperado San Sokolov en solitario o Daniil Trifonov nada menos que con la orquesta del Mariinski de San Petersbrugo y Valeri Giergiev a la «batuta», para ir avanzando primavera con Javier Perianes en solitario, otro pianista conocido y querido en Asturias, y mi adorada Gabriela Montero en mayo a dúo con el chelista Gautier Capuçon, pareja reconocida que se unen en un broche de oro a estas jornadas.

En el ciclo paralelo (conjunto para quien quiera abonarse a ambos) de los Conciertos del Auditorio , las grandes voces tienen su terreno propio junto a distintos solistas instrumentales y formaciones orquestales de alto voltaje. Del universo lírico abrirá temporada en octubre Gregory Kunde que sigue disfrutando de una segunda juventud, las sopranos Patricia Petibon con La Cetra y Andrea MarconJulia Lezhneva o Ermonela Jaho con la OFil en febrero y abril respectivamente, con Michael Antonenko dirigiendo a la primera y compartiendo programa con el tenor Benjamin Bernheim la segunda, otro más de los conocidos como el tenor Ian Bostridge con Fabio Biondi y Europa Galante, o la estrella de los contratenores Philippe Jarouskky que vuelve a Oviedo, esta vez con el Ensemble Artaserse, para cerrar temporada con el concierto extraordinario de Juan Diego Flórez y Vincenzo Scalera al piano.
Tomar nota de los instrumentistas de altura como la violista Isabel Villanueva que actuará con la OFil y Yaron Traub a la batuta, la violinista Veronika Eberle con la Filarmónica de Hamburgo y el incombustible Kent Nagano en la dirección, o la virtuosa Hilary Hahn con la Filarmónica de Radio Francia y Mikko Franck; el flautista Emmanuel Pahud vendrá con la Orquesta de Cámara de París y el director escocés Douglas Boyd, el chelista Nicolas Altstaedt que también hará de director con la OFil, más la esperada visita de la Gustav Mahler Orchestra con la dirección del excelente Jonathan Nott y la participación del Coro de la FPA, sin dejarme en el tintero el regreso de René Jacobs que nos traerá un cuarteto vocal con su Orquesta Barroca de Friburgo y el RIAS Kammerchor de Berlín, uno de los mejores coros del mundo, en un mes de mayo para no perdérselo.

En pleno verano, al menos de calendario, felicitar a la organización de estos conciertos y tocando madera para evitar cancelaciones que en el mundo musical son más frecuentes de lo deseado trastocando el trabajo de meses y obligando a encontrar otras fechas o intérpretes que no siempre son igual de bien recibidos aunque seamos comprensivos.

Dudamel desde Viena al mundo

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Martes 1 de mayo, 11:00 horas. Escuela Española de Equitación, Viena. Concierto de Europa 2012 de la Orquesta Filarmónica de Berlín, Gautier Capuçon (cello), Gustavo Dudamel (director). Obras de Brahms, Haydn y Beethoven. Retransmisión en directo desde RTVE (La2) y diferido en Medici.TV el día 2 de mayo, 20:00 horas. Director de la emisión: Henning Kasten.

No hay mejor forma de comenzar el mes que con este concierto emitido para Europa (hace años pasó por Madrid) y después al resto del mundo con intérpretes y obras conocidos, Dudamel al frente demostrando, por si todavía hay dudas, que puede con todo y de memoria (¡qué cabeza tiene!), haciendo historia al frente de una orquesta que cumple 130 años y que ha invitado para su gira incluyendo este «Concierto de Europa» al venezolano ¡por algo será!.

Sigue contagiando alegría a toda formación bajo su mando (incluso a los germanos), dejándonos versiones para recordar y manteniendo su humildad al huir de los aplausos para él. Los valores humanos que transmite son aún mayores que los musicales, y en estos tiempos con apenas 31 años cumplidos y todo lo que ya lleva tras de sí este Acuario, es de admirar.

El concierto lo abría J. Brahms y su Variaciones sobre un tema de Haydn en SIb M, Op. 56a, plenitud sinfónica en una formación que sigue sonando única, perfecta en todos sus músicos, con una dirección clara que se amolda al «estilo» tanto de la obra como de los artistas a los que conduce.

Abría boca para el clásico F. J. Haydn y su Concierto para cello en DO M, Hob. VIIb: 1 con Gautier Capuçon de solista (al que también disfrutamos en Oviedo). Obra de referencia en su repertorio, Dudamel volvió a demostrar lo gran concertador que es dejando al francés marcar «tempi» y fraseos que los berlineses arroparon y compartieron a la perfección desde el Moderato inicial, con toda la musicalidad del hermosísimo Adagio, donde la cuerda alemana suena única, y la fuerza del Allegro molto, como digo en estos casos, haciendo importante la partitura sobre los intérpretes, porque ahí queda para su disfrute, empaste perfecto orquesta y solista con ese cello de sonido irrepetible (independientemente de la toma de sonido especialmente clara), con un movimiento realmente «muy rápido» y otra delicia interpretativa viendo cómo Dudamel llevaba de la mano a todos ellos.

Para finalizar este concierto de aniversario ¡qué decir de Beethoven y su Sinfonía nº 5 en Do m, Op. 67! con tantísimas versiones grabadas y escuchadas en vivo. La interpretación vienesa nos devuelve al Dudamel concentrado en una orquesta que tiene al de Bonn en sus venas, con una versión ceñida al papel, dinámicas increíbles y detalles de maestro como el final del Allegro con brio frenando un poco el tempo inicial, un Andante con moto ajustadísimo y totalmente lírico, y un tercer movimiento casi erguido como protagonista, pletórico, rotundo, por momentos contenido para ir en transición al último Allegro, atacando más ligero el primer compás para retomar en el segundo el tiempo justo, apenas un rubato en el sitio exacto para marcar diferencias en una obra que parecía no tener más aristas por descubrir hasta que llegó el tallador de diamantes venezolano, y un final acelerando hasta el éxtasis sonoro de la Filarmónica de Berlín. Únicos.

Disfruté tanto el martes que este miércoles lo volví a escuchar dos veces más. No digo que lo grabé por si hay denuncias… las fotos las fui sacando durante el tercer visionado.

Bien por la televisión pública (de momento) española con los siempre sabios comentarios de José Luis Pérez de Arteaga, una realización de primera por parte de profesionales que no sólo dominan la imagen sino las obras a escuchar (así deberían ser todas) y por supuesto a Medici.tv por permitir disfrutarla gratis en su línea de promoción de su canal, de la música clásica, más intentando captar suscripciones para otros conciertos «de pago». La calidad de transmisión por internet es impresionante (en un iMac© con pantalla de 21,5″ una auténtica gozada) y la oferta ideal para cualquier melómano (sinfónico, camerístico, operófilo…).

Por seguir con Beethoven, muy recomendable también la Misa Solemne con Harnoncourt y la Concertgebouw de Amsterdam (con Haitink hay una Novena de Mahler también para saborear).

El día 2 de junio emitirá por segunda vez desde L’Auditori de Barcelona, a partir de las 19:00 horas, a la OBC con su (nuestro) titular Pablo González al frente dirigiendo el cierre de temporada a Mahler (La Canción de la Tierra) y Toldrá (La rosa als llavis). Habrá que conectar el ordenador: la radio en estos casos sabe a poco.