Inicio

Pascua juvenil

Deja un comentario

Martes 28 de abril, 20:00 horas. Iglesia Mayor de San Pedro Apóstol, Gijón: Concierto de Pascua. Sinfonietta Concertante, Gaspar Muñiz Álvarez (director). Obras de Haydn y Beethoven.

Mis seguidores, que aumentan y agradezco sus visitas, conocen mi faceta de docente y el apoyo incondicional a la música que se hace en y desde Asturias, por lo que este martes no podía faltar a esta cita en la capital de la Costa Verde donde mi admirado párroco de Colunga se ponía al frente de la Sinfonietta Concertante ovetense que también se da a conocer fuera de su sede. Formación con músicos de orquesta que viven su pasión y afición, también forjando un destino que nunca saben dónde aguarda pero que cubre el espacio entre la finalización de los estudios y un trabajo en el horizonte, trabajando con compañerismo, disciplina de ensayo semanal, siempre con el estudio personal, con un ideario claro que enseñan en su web y se traduce en «la colaboración sistemática y habitual de profesionales de nivel nacional, de cantantes, profesores, directores y gestores, que procuran dotar a los miembros de esta orquesta de una formación complementaria a la recibida en los ciclos institucionales reglados.

Nuestra apuesta radica en ofrecer algo distinto y complementario que no está reñido con las demás facetas educativas ni con las demás instituciones musicales del Principado, sino que -más bien- se preocupa de fomentar aquellas características que todo músico que desee formar parte de la vida orquestal pueda necesitar».

Así lo entienden y trabajar dos partituras tan emparentadas aunque distintas era su carta de presentación en el templo gijonés que se llenó con público variopinto que aplaudió cada movimiento como si de obras individuales se tratase, algo que pese a la advertencia previa del párroco Don Javier Gómez Cuesta no tuvieron en cuenta. Tampoco debemos dar importancia a un detalle que no está escrito, era costumbre antiguamente y siempre tiene la razón quien decide premiar lo que le gusta.

Haydn como padre de la sinfonía clásica y Beethoven como digno alumno y heredero, a pesar de los roces e insatisfacciones, forman un tándem similar al de orquesta y director, maestro y pupilos en continua formación, avanzando, creciendo juntos con el bien común de la música sinfónica.

La Sinfonía nº 104 «London», Hb I/104 de «papá Haydn» fue la última compuesta por el creador de una forma que será la dominante desde entonces. Cuatro movimientos como receta a seguir, con el Adagio-Allegro inicial para ir centrando obra e intérpretes, asentando y arrancando aunque algo costreñidos, apagados, un Andante para degustar de una plantilla percfectamente adaptada a la obra, un Menuetto: Allegro que dibuja ritmos y aires en lucimiento compartido por todos los atriles, y el Finale: Spirituoso al que faltó un poco más de empuje. La batuta del maestro Muñiz no logró conectar perfectamente con los alumnos, aunque se ciñeron todos al papel, echando de menos la chispa e imaginación que esta partitura tiene. Como si la posterior evolución del alumno descubriese al profesor, al bisar este último movimiento donde el propio Don Gaspar hizo el paralelismo «pescadores de Gijón y Londón» así como ese aroma de gaita hermana con roncón que Haydn conoció en la capital británica, resultó más cercana y vivida que en la primera ejecución. Sabemos de la necesidad de mano izquierda en el amplio sentido de la palabra y algo más de batuta hiriente donde la pulsación o tempo no siempre deben mandar, pero todos se aplicaron en cumplir los objetivos, Don Gaspar Muñiz también alumno del recordado Don Alfredo de la Roza.

El alumno aventajado empezaba su singladura orquestal nada menos que con la Sinfonía nº 1, op. 21, el Beethoven capaz de dar el paso adelante en la forma clásica apuntando maneras como ya reconociese el propio profesor (no le perdáis de vista dijo Haydn), y el director maestro soltó la batuta para una mejor comunicación con los alumnos, aprendiendo todos en el mismo camino andado. El Adagio molto – Allegro con brio pareció un coral cantado, no en vano la referencia escolana siempre estará presente, esforzándose todos por unos fraseos claros y con una agógica no muy forzada que pudiese mantener la legibilidad de un texto sin palabras, el Andante cantabile con moto mantuvo el tipo, disfrutando sobremanera de las maderas, el Menuetto: Allegro molto e vivace de nuevo contuvo velocidades en pos de la claridad melódica, aunque la gestualidad no parecía corresponderse con la escucha, y el Finale: Adagio – Allegro molto e vivace sacó a flote el potencial de una joven orquesta que en estos repertorios encontrará no ya el abecé sinfónico sino la tierra sembrada para absorver todo lo que se plante porque el abono es bueno. En este aprendizaje mutuo llegará la confianza que traerá dominio y placer por encima de las preocupaciones por sonar, algo que ya han alcanzado. Afianzarse, seguir ensayando por secciones, exigirse en los detalles, afinaciones y escucha global, contar con una mano amiga que no sólo guíe sino enseñe desde el conocimiento de la obra a ejecutar, y sobre todo transmitir una seguridad necesaria para despojarse del agarrotamiento que solo con tiempo y estudio se alcanza.

Seguiremos de cerca a esta generación que deberá luchar para mantener la música como una necesidad y un bien común al que no queremos ni debemos renunciar. Ganas, capacidad e ilusión en la búsqueda de la inalcanzable perfección no les falta, siendo estos conciertos la mejor prueba de fuego y un escalón hacia un destino desconocido que hace grande el propio camino. Concierto como vía y expresión de Pascua juvenil.

Desconozco el filósofo autor de esta frase, pero quiero dejarla como perfecto cierre a este comentario: «no es el discípulo más que el maestro ni al contrario; una vez instruido todo discípulo puede llegar a ser un nuevo maestro, solamente necesitará hacer su camino«.

Bálsamo para el alma

1 comentario

Viernes 30 de noviembre, 20:30 horas. Real Monasterio de San Pelayo, Oviedo. Concierto de clausura del VIII Ciclo de Música Sacra «Maestro de la Roza». Escolanía San Salvador, Gaspar Muñiz Álvarez (director). Requiem de John Rutter (24/09/1945), estreno en Asturias.

Don Alfredo, Diego y Emilio disfrutaron en el primer banco celestial, pero el público que abarrotó desde media hora antes «Las Pelayas» (como se conoce familiarmente este monasterio que también está bendecido por Santa Clara y seguramente por Santa Cecilia) pudimos tocar el cielo desde el recogimiento, la emoción, la palabra subrayada y sublimada por una música tan bien escrita e interpretada por escolanos, «escolinos» e instrumentistas volcados en las manos y buen hacer de Don Gaspar, digno heredero de mi admirado y siempre querido Alfredo. También sonó su Salve Regina como colofón al homenaje que la Escolanía tributó a Sor Ángeles Álvarez (organista, compositora, directora y gran difusora de la obra del Maestro) al finalizar el concierto, gregoriano en voces blancas con y como  las monjas de clausura en el coro contrapuesto a la sabia polifonía tras la medalla de oro que seguro lucirá con el amor hacia el lenguaje universal de la música unido al de la oración.

La elección de instrumentos por parte del compositor británico está acorde con un dominio minimalista de los recursos para el subrayado de las siete partes de este requiem estrenado en 1985 pero escuchado por primera vez este último viernes de noviembre: órgano (Elisa García Gutiérrez), oboe (Juan Ferriol), flauta (Jorge Caro), cello (Elena Miró), arpa (Miriam del Río), timbales (Jaime Moraga) y glockenspiel (Andrés García). Hay múltiples referencias, homenajes directos e íntimos en el Requiem, pero además cada parte vocal rebusca en colores y matices intrincados, duros por momentos, en especial para las jóvenes voces blancas que se comportaron como campeones, sea el latín o el inglés el idioma utilizado.

Requiem aeternam, italianizado en su pronunciación, completo en un arranque sincero que entrega todo antes de lograr combinaciones siempre inspiradas, emocionadas, bien comunicadas por Gaspar Muñiz batuta en mano.

El arranque de cello para el Psalm 130: Out of the deep supuso también arrancar un girón del alma, sumándose coro, órgano, oboe, círculo que se cerraría antes del Pie Jesu, instrumental con un órgano omnipresente, claro, lleno, apoyando las voces blancas, serpenteando la melodía o rematando un tutti siempre íntimo.

Luz cegadora para el Sanctus – Benedictus, carillones, órgano y arpa ensamblados, voces graves, suma de cello y oboe, timbales, voces blancas, coralidad única en ensamblaje ayudado por la acústica deseada, dirección clara y precisa, entrega sin límites de todos, voces mixtas en perfecta mixura instrumental.

El abismo, lo tétrico del Agnus Dei perfectamente delineado en cada intervención instrumental y vocal, piedad cantada contrapuesta con arpa, madera, el bajón orgánico que nos dará La Paz.

Nueva esperanza en el Psalm 23: The Lord is my shepherd, guiados por arpa, órgano, oboe pastoralmente celestial, voces blancas, música instrumental, partes «a capella», música completa, tributo a Fauré, «nada me falta»…

La esperanza, Lux aeterna con timbales y órgano, «escolinos» con arpa y órgano, siempre Gabriel presente, delicia auditiva con esa vuelta al principio del «descanso eterno» casi deseado, susurrado, acunado y mecido entre algodones vocales.

Anotaciones como guión para intentar describir lo inenarrable, lo inefable: emociones, lágrimas y acto de contrición, penitencia y salvación con esta Escolanía de San Salvador realmente bendecida, voces del cielo acompañadas por unos músicos entregados al hecho religioso desde el propio entorno y un Gaspar Muñiz cuyo sacrificado dolor nos devolvió el placer terrenal. Nada mejor que repetir el Sanctus para liberar tanta tensión.

Las palabras de Ignacio Rico Suárez siempre en su sitio, gratitud y homenajes sentidos, incluido el final a Sor Ángeles con lectura por parte de Lucía Nieto del acta que daba pública fe de La Casa de Todos, sobre todo de La Música.

El trabajo hecho con el corazón parece menos sacrificado, pero la «Escolanía de Don Alfredo» afrontó su mayor reto en estos 40 años de historia, al menos el programa más ambicioso, y el premio merecido además de compartido con todos los asistentes. No podemos pedir más.

GRACIAS desde lo más profundo de mi alma musical.

La Escolanía San Salvador cierra curso

1 comentario

Viernes 22 de junio, 20:00 horas. Iglesia de los PP. Carmelitas, Oviedo: Concierto Coral «Día europeo de la música», Pueri Cantores y Escolanía San Salvador, directores: Elisa García Gutiérrez y Gaspar Muñiz Álvarez.

Aunque no hacen faltas disculpas para celebrar con música cualquier evento, nada mejor que finalizar el curso con mi querida Escolanía San Salvador, la de Don Alfredo, la de siempre, primero con los Pueri Cantores y después con los escolanos que no cumplen años. Repertorio popular de Asturias al mundo, con armonizaciones y obras de grandes que nos han abandonado pero dejado su legado: Benito Lauret, Ángel Émbil y por supuesto Alfredo de la Roza, siempre formando voces desde el sacrificio. Los pequeños todavía en proceso de crecimiento con unas terceras siempre en el difícil trance de la muda de voz no siempre fácil de encajar en las obras seleccionadas, primeras y segundas bien empastadas y afinadas para ir desgranando A orillas de una fuente, Alsa piripi, Si te dan chocolate, Cuando canta en el árbol o ese «Voga voga, marinero», Stjenka-Rasi que tanto le gustaba a Don Alfredo. Siguieron Zöld erdóben de Kodaly, Widerhall de Erhard Raubuch o el siempre emotivo Amazin grace, con todo el esfuerzo de los Pueri que siempre «llevados de la mano» dirige Elisa, para poner el punto y seguido plátanos en mano del «Oh Lily Banana«, el Day-o de IrvingBurgie, que rompió tensiones y malos tragos para continuar compartiendo, ya con Gaspar al frente las dos obras que abrirían la segunda parte: In stiller Nach (Brahms) y Seguidillas en eco (del «Cancionero de Sablonara«).

Los peques respiraron y llegaba la recta final para los escolanos «de siempre», repertorio clásico y de casa, desgranando Si abrá en este baldrés (del «Cancionero de Palacio«), Ce mois de mai (Clement Janequin), la popular salmantina Ya se murió el burro en armonización de O. Martí, contagioso para ese final de curso, la siempre agradecida polifonía de O. di Lasso y L’ecco, para gozar de La zorra del siempre añorado A. Émbil, ese «jorobado» o «chepu» que decimos en Asturias de la tarantela Gobbo so pare (Jaufrée) pletórica de gozo sin caer en excesos y manteniendo el espíritu, y dos obras tan cercanas y compromtedias coralmente como el Rondó de la jeringosa del candasín Pedro Braña, llevada en el «tempo giusto», o Sal de ahí, chivita en arreglo de Mario Esteban. Aún hubo tiempo para un regalo de película, ese divertimento de The Lion Sleeps Tonight que ponía punto y final a un curso 2011-12 realmente duro para todos donde la música volvió a ser protagonista en su día europeo, aunque para muchos de nosotros TODOS LOS DÍAS SON MÚSICA.

A disfrutar del verano que el otoño llega antes de lo que creemos (y queremos), nuevo curso, nuevas metas, nuevas sensaciones, nuevos retos… siempre desde el trabajo diario y el apoyo familiar para la música coral de esta Escolanía que sigue en pie. Gracias a todos.