Inicio

Oviedo tiene Swing

1 comentario

Martes 16 de mayo, 19:45 horas. Teatro Filarmónica, Concierto 2.053 de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, 10 del año 2023: Vetusta Big Band, Jesús Ángel Arévalo (piano y director musical).

Tarde de amistades, recuerdos y reencuentros, de música que en mi casa sonaba en los vinilos de mi padre (que llamaba Paco Sinatra a «La voz») guardados como un tesoro con todos los grandes; de recuerdos como los del propio Jesús Ángel Arévalo (Oviedo, 1964) quien de crío acudía con su padre Jesús (qepd) a este teatro mientras afinaba el mismo piano de este martes y después se quedaba a escuchar entre bastidores el concierto posterior (ahí empezamos a coincidir). Digno sucesor de Alejandro y Jesús Arévalo en ese mismo lugar, y pianista este martes donde antes tocaron Arthur RubinsteinNikita Magalov, Joaquín Achúcarro y cómo no, Purita de la Riva, La Maestra. Historia musical de Oviedo y de la Sociedad Filarmónica.

Emociones de Jesús que lleva 40 años trabajando con su «amigo alemán Steinway» y que «los tiene cuadraos» al poder formar parte también desde ese piano que habla porque es parte suya: Arévalo en Oviedo siempre sinónimo de piano, de músicas omnívoras, de afición y también de pasión. Todo y mucho más lo vivimos quienes acudimos al Teatro Filarmónica este martes agradecidos de compartir una sesión con mucho swing, con la Vetusta Big Band de Arévalo dirigiendo este fenomenal grupo de músicos para una música que no envejece sino que (nos) rejuvenece.

El curriculum de Jesús no cabe en una sola entrada, y el de los trece instrumentistas que hoy se subieron a las tablas más las voces de Lucía Alonso Pardo y Domingo Lozano, daría para otro tanto, por lo que intentaré no enrollarme mucho en intentar describir la sesión de adrenalina que nos metieron en vena, pues como decía mi querido David Serna a la salida, un concierto que empieza con La Pantera Rosa y termina En forma no puede salir mal.

Formación ideal con un piano que se escuchó poco ante el torrente sonoro donde sólo estaba amplificada la guitarra y el contrabajo, y las voces en la segunda parte poco presentes e incluso cortándose la señal en el caso de Domingo, aunque al final compartiesen micrófono y «mejorara» el balance. Con todo, una big band bien empastada (2+2 saxos alto+tenor, 3 trompetas, 3 trombones, batería, guitarra y contrabajo, más Arévalo al piano), afinada, con solos muy meritorios de metales y saxos comandados por el todoterreno Tomás Azpiri que empujó la sección y es otro de los pilares de esta Vetusta Big Band fundada en noviembre de 2017, heredera de la que se formó en el Conservatorio de Gijón en tiempos de Óliver Díaz con el propio Jesús Arévalo Jr. al frente, y recogiendo lo mejor de nuestros músicos asturianos para interpretar una música que no pasará de moda.

Dos bloques bien diferenciados, el primero con el tributo a los grandes como Ellington, Coltrane, Charlie  Parker, Dizzie Gillespie y el Glenn Miller irrepetible, las grandes bandas desde finales de los años 30 con temas que todos conocemos y tarareamos. Impecable «La Vetusta» con los dos éxitos del gran trombonista, arreglista, compositor y director a quien la SGM nos lo arrebató misteriosamente en el Atlántico un 15 de diciembre de 1944, y cuya vida llevase al cine Anthony Mann en 1954 con James Stewart de protagonista de una historia traducida como «Música y lágrimas«. Emocionantes tanto Moonlight Serenade como Pensilvania 6-5000 y por supuesto In the mood como última propina, con la broma de ser «estreno tras el descubrimiento de las partituras por parte de un musicólogo en Ginebra» (podría ser Oporto, Jerez, la región de Champagne o directamente «cognac»).

El piano solo de Jesús cerraría la primera parte, introduciendo la maravillosa A night in Tunisia (D. Gillespie) en un derroche de buen gusto, armonías y virtuosismo, el mismo abriendo la segunda con Gershwin y ese enorme tema The Man I Love en la voz de Lucía Alonso Pardo, un dúo perfecto de entendimiento y swing para el segundo homenaje de la velada dedicado a las voces en aquellas bandas que encumbraron a las irrepetibles voces femeninas y los llamados «crooners«. De nuevo una formación idónea, desde el enorme bolero de César Portillo Contigo en la distancia con Lady Lucía llevado desde Cuba a los EEUU, y trayéndonos todo el swing latino a la calle Mendizábal, hasta Frankie Domingo Lozano con Lady is a tramp, alternando ambas voces en arreglos ideales (lástima más volumen en los micrófonos), recreación del C’est si bon de Yves Montand e incluso llevarnos  volando hasta la luna en unas instrumentaciones adoptadas y adaptadas como propias.

El dúo final convirtió Oviedo en Nueva York para disfrutar con este tributo filarmónico que la centenaria sociedad ovetense programó con acierto, pues la música de esta Vetusta Big Band es la clásica del pasado siglo, fuente de inspiración para tantos compositores «académicos», con el añadido de la irrepetible y necesaria parte de improvisación que el jazz tiene. El swing ya lo traen de casa y el público que llenó el teatro ayudó con el chasquido de dedos tan unido a estos temas como el mismísimo «olé» flamenco.

Propina de Sing sing, sing sin cantar pero la batería siempre en su sitio de Jorge Cambareli, en homenaje también a Benny Goodman, antes de dejarnos a todos «En forma«. Reencuentro con Cuca Aldecoa rememorando con la música nuestro Mieres del alma, abrazos con Jesusín, músico íntegro e integral, y para rematar, una cerveza (la mía 0% que tenía que conducir) con mi querido Tino Morilla, juventud de verbenas, madurez vital y fotos alemanas. Big Tuesday en Vetusta con su Big Band, un gran martes musical que nos mantiene unidos por tanta música compartida y disfrutada.

La Banda también de folixa

1 comentario

Este fin de semana se ha celebrado la Folixa na Primavera que parece haberse consolidado por parte del ayuntamiento local como una cita con lo tradicional, desde la llamada música folk, la tonada y la sidra primera escanciada junto a la gastronomía, aunque los orígenes fuesen para devolver al entorno hostelero del Parque Jovellanos la marcha que se llevó Requejo como «catedral sidrera» y recuperar la gente joven, pero incluso menores de edad ha tomado y tornado esta folixa en desmadre etílico que conviene evitar a toda costa (y coste).

Sin ahondar en críticas o calidades de estas fiestas inventadas, como celebrar carnavales en Cuaresma o el peso que se les ha dado a negocios para (re)organizar eventos donde la corporación tampoco está muy unida, al menos me quedo con la música como protagonista indiscutible de todo evento.

El tiempo climatológico no siempre ayuda con un arranque diluviando y desapacible de viernes para poder escuchar además de cantantes de tonada a dos grupos emblemáticos en nuestra tierrrina como Los Berrones o Skama la Rede, aunque el sábado pudimos disfrutar de una mañana verdaderamente primaveral para tomar por 3€ que costaba el vaso de sidra y mientras íbamos catando los distintos palos a las 13:30 volvía al Parque Jovellanos y su auditorio la Banda de Música de Mieres dirigida por la valdesana Lara González Cortés, oboe de la agrupación local que tomaba la batuta con verdadero magisterio, poniendo a las mujeres en el mismo sitio que los hombres para una profesión donde todavía son minoría pero ganándose el puesto con mucho estudio y tesón como demostró Lara, nombre novelesco, cinematográfico y por supuesto musical.

El repertorio elegido para esta «sesión sidra» fue variado, no solo bailables como se decía entonces, sino con músicas cercanas, populares, conocidas, que sirvieron de fondo más que protagonista a un público que tomó sidra y música sin exigencias, catando sin ahondar en detalles, que los había tanto en el zumo de a manzana como más  la calurosa mañana.

Lara González Cortés dirigiendo la Banda de Música de Mieres comenzaron con un pasadobole, como debe ser una sesión de bailables: Andrés contrabandista del alicantino Oscar Navarro (Novelda, 1981), antes de unos excelentes poutpourris, pupurris o «medleys» que dicen los entendidos, con melodías bien arregladas para banda de temas muy conocidos.
Primero el arreglo para banda de Manuel Calero García sobre temas de Nino Bravo, Nino Bravo en concierto donde reconocimos a Noelia, América, Un beso y una flor más Libre, después el homenaje a «La Voz», Frank Sinatra in concert en arreglos de Norbert Studnitzky escuchando desde el Cheeck to cheeck que dice «estoy en el cielo», recuerdo a los seres queridos que se nos van, Something Stupid, una «tontería» que cantase con su hija Nancy, hasta el New York, New York.

Buenos años de marcha en Mieres aquellos 70s y parte de los 80s donde otro arreglo titulado Disco light  nos devolvió aquellos éxitos en arreglos realmente conseguidos como Stayin’ Alive, I will survival, YMCA, mejor por banda que enlatados, pues el directo seguirá siendo único e irrepetible.
No es por presumir pero lo bueno de la llamada música pop de mi juventud el tiempo acaba conviertiéndola en clásicos, por lo que todas las edades conocen y tararean los grandes éxitos de Abba, Abba Gold de nuevo con arreglos excelentes de Ron Sebregts donde van sucediéndose Dancing Queen, Mamma Mia, Fernando o The winner takes it all.

Otro tanto con los atemporales y únicos Beatles y este Tribute con unos pocos éxitos arreglados por John Moss como All my loving, A Hard days night, Ticket to ride, Yesterday… llevando las conocidas melodías distintos solistas con un ritmo seguro de los percusionistas, que gozarían  en el último pupurri con el Midley del guitarrista Carlos Santana con la banda transportándonos en el arreglo de Giancarlo Gazzani titulado Santana A portrait con Flor de luna, Oye cómo va o Europa donde el saxo solista emula esos punteos que viven en nuestra memoria atemporal, porque lo bueno no cumple años aunque nosotros sí.
Larga vida a nuestra banda de música y mi enhorabuena a Lara González para quien deseo una fructífera carrera musical, oboe o batuta, ambas exigentes pero al alcance de gente como ella.
Por la tarde tocaría zarzuela en Oviedo, pero ya lo contaré en otra entrada bien o mal querida… y este domingo aún queda folixa.