Miércoles 3 de julio, 22:30 horas73º Festival de Granada, Palacio de los Córdova | Noches de flamenco / Universo Lorca: Esperanza Fernández, cante – Chano Domínguez, piano – Miguel Fernández, percusión. Poemas lorquianos del cante jondo. Canciones extraídas de las obras teatrales de Federico García Lorca interpretadas en clave flamenca. Fotos de ©Fermín Rodríguez.

El pasado mes de mayo la Fundación Juan March organizaba su «Ciclo de los Miércoles» con El universo musical de Federico García Lora, una coproducción con el festival granadino que llegaba ahora y del que ayer pude disfrutar la primera sesión, contando con las notas al programa de Elena Torres  Clemente (escritas y cedidas para la propia Fundación).

En el folleto madrileño con el bellísimo diseño del mierense Alfredo Casasola (que dejo aquí abajo) la presentación de dicho ciclo ya nos centra esta auténtica inspiración desde todos los géneros y estilos: «Tan intensa fue la pasión musical de Federico García Lorca que, en su adolescencia, sintió la tentación de darle cauce con una dedicación profesional. La música, en sus manifestaciones más diversas, se enraizó en su personalidad creativa, y el piano y la guitarra lo acompañarían siempre como intérprete aficionado. El flamenco inspiró su poesía, los cantos populares enriquecieron su teatro y la amistad con compositores influyó decisivamente en algunas de sus creaciones. Este ciclo despliega una mirada panorámica sobre el rico universo musical lorquiano, combinando composiciones vinculadas a su obra y a su figura con algunas de sus poesías más célebres».

Por su parte la Web del Festival titula este programa, dentro de los tres conciertos del ciclo «Universo Lorca» el de este primer y caluroso miércoles de julio como Lorca flamenco presentándonos a los artistas que darían vida en el «palacio más flamenco de Granada»: «La ciudad de La Niña de los Peines, Rosalía de Triana o Aurora Vargas, Sevilla, tiene en Esperanza Fernández (…) a una de sus máximas representantes del flamenco de hoy. Consciente del peso de su herencia familiar, cuidadosa en la firmeza con que ha ido confeccionando su carrera artística, dama y señora de una mágica elegancia en la escena, Esperanza Fernández es una cantaora larga en cantes, buenas formas y exquisitez en el gusto. Todos estos atributos la acompañan en el trabajo con que se presenta en el Palacio de los Córdova, junto al pianista gaditano Chano Domínguez, para evocar al Federico más jondo, a los pies de la Alhambra, y a través del tamiz de su hermosa voz». Cuando en 2011 escuché en Avilés a Chano copiaba de Carlos Cano  su estribillo «La Habana es Cádiz…», así que hoy ‘la Esperanza’ (¡de Triana! evidentemente) uniría La tacita de plata con la capital nazarí, «De Cádiz a Granada pasando por Sevilla».

Y sería el gaditano quien en solitario nos traía «Un músico en Nueva York» hasta la Granada lorquiana,  aires caribeños hasta la bahía de Cádiz, el Atlántico de ida y vuelta tan nuestro que el gaditano fusiona  como nadie: jazz y flamenco más allá de etiquetas, música mayúscula desde un Yamaha© perfecto para el sonido y estilo único del gran Chano Domínguez.

Con un arrullo llegaba la otra Esperanza trianera para enamorarnos con Tres morillas – Las morillas de Jaén porque el programa no sería en el orden escrito sino en el sentido, voz con «pellizco» acunada por un Chano que hace del piano guitarra «lucida» para una Billie Holiday sevillana. Y ebriendo El Café de Chinitas se invitaba a esta fiesta por peteneras la percusión de Miguel Fernández, empuje flamenco con aires arábigos pero también de la India del maestro en las percusiones Trilok Gurtu, con el «jefe de sala» Domínguez y la Fernández Vargas eterna, jaleo con gusto en la misma música que Lorca vivió en todos los sentidos.

Hay que ser flamenca y andaluza, mejor sevillana de Triana para manejar el abanico como Esperanza Fernández, aunque bien podríamos americanizarla como Hope Fernanson, con Las tres hojas que formaron cantaora, pianista y percusionista, simbolismo de la canción antigua a una realidad sin etiquetas, capaz de convertir la copla en un «standar» internacional, pues Chano Domínguez hace del piano más flamenco el caribeño que encaja con lo que quiera, y fueron tres hojas de verbena a los pies de La Alhambra, palaciegas y populares, siempre contando con una amplificación delicada donde valorar todo lo que sobre el escenario se cocía, voz presente, piano claro y percusión empujando, reverberación en su punto, ecualización perfecta con los graves potentes que no distorsionaron, más unas luces creando  un ambiente ya de por sí bello con un fondo de foto.

La Nana de Sevilla fue uno de los momentos para cerrar los ojos y disfrutar con Esperanza y Chano a dúo en la cercana calidez tanto vocal como del acompañamiento, el Lorca tan actual que con un ropaje internacional sigue poniendo la carne de gallina con dos artistas que hacen suyo este «arrorró» uniendo sentires para un mismo sueño.

Si hay una canción popular de las que recogió Lorca, una indiscutible es los Cuatro muleros, versioneada a lo largo de los años por intérpretes y estilos para hacer una «Antología Lorquiana», que además con Esperanza, Chano y Miguel alcanzó otro punto álgido de la cálida noche en los jardines del palacio de la cuesta del Chapiz, palmas, cajón y el piano «tumbao», popular del pueblo que la siente suya aunque cambiemos el ropaje, pues la melodía es un cuerpo desnudo al que vestimos más allá de modas o épocas para resultar bello cuando las proporciones sin cánones preconcebidos saltan a la vista, en este caso al oído y el corazón de un público tan heterogéneo como esta fusión concebida desde el buen gusto.

Una trianera con un gaditano redondearon un Viva Sevilla «sentío», sevillanas decimonónicas del siglo actual más allá del baile, más sevillana que ninguna y antillana por el acompañamiento para disfrutar juntos y separados, ritmo contenido pero flamencos a más no poder, Esperanza Fernández de agudos quebrados y graves rotundos, ornamentos en vena contestados por los dedos de un Chano siempre atento, contestando, arropando, latiendo y fluyendo como un Hudson en el Guadalquivir de pentagramas no escritos que desembocaba en Granada.

Siempre se le debe un descanso a la voz cantante, y de nuevo Chano Domínguez nos regalaba unas guajiras de Cuba a Cádiz, de Harlem al malecón del Campo del Sur, caravana o transatlántico pianístico que vuelve universal nuestra música popular plenamente exportable sin etiquetas.

Una canción infantil como La Tarara devolvía al trío con Esperanza Fernández cambiando del rojo al blanco, simbolismos aparte pero un disfrute cada uno de ellos, la voz única de la sevillana, el empuje del malagueño y el virtuosismo gaditano, un Lorca atemporal y actual con esta interpretación de la Andalucía eterna.

Si hay algo «jondo es el Zorongo, con el piano delicado abrazando la voz de luna en un abrazo nocturno  con la magia granadina:

La luna es un pozo chico,

las flores no valen nada,

lo que valen son tus brazos

cuando de noche me abrazan

El tiempo volaba porque cada canción se nos hacía corta y las palabras crecían, así que nada mejor que unir en una sola canción las inicialmente previstas, Anda jaleo El Vito rítmicas, flamencas, jazzísticas, sentidas, actuales por atemporales, tiroteos y cipreses en vez de pinos con aire de bulerías, o la «malagueña que fue a Sevilla a ver los toros y en el medio del camino la cautivaron los moros», munición en la percusión, la sevillana cautivándonos y el torero Chano con una cuadrilla para el recuerdo en otra noche granadina.

PROGRAMA

Poemas lorquianos del cante jondo

Canciones populares españolas recogidas y armonizadas por Federico García Lorca (1898-1936):

Anda jaleo

El Vito

Los cuatro muleros

Los mozos de Monleón

Nana de Sevilla

Los reyes de la baraja

La tarara

Las tres hojas

Zorongo

Sevillanas del siglo XVIII

El Café de Chinitas

Tres morillas – Las morillas de Jaén