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En Oviedo los jueves suenan a órgano

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Desde el pasado 10 de diciembre y hasta el 28 de abril del presente 2016, en Oviedo sigue sonando la música de órgano con un ciclo titulado «Las veladas de los jueves» que lleva como subtítulo Un recorrido didáctico por la Historia de la Música a través del órgano. Feliz iniciativa que recupera en parte un defenestrado Festival de Órgano de Asturias que patrocinaba la extinta (y saqueada) Caja de Ahorros de Asturias.

Así se mantienen en funcionamiento tres instrumentos de primera y la posibilidad de dar conciertos a alumnado y jóvenes intérpretes, completando la amplia oferta musical de la capital, coincidente con otras actividades pero con entrada gratuita a las 20:00 horas.
Volverán a sonar los órganos de San Tirso el Real fabricado por el Taller de Acitores, de Santa María la Real de la Corte de la factoría Grenzing, y de San Isidoro el Real de 1678 (Alonso Menéndez de Forcinas) y restaurado por Jorge Méndez (los únicos conciertos a las 20:30 h) siendo proyectados en pantalla gigante para no perdernos detalle de manos, pies o registros, y con la participación de los organistas Samuel Maíllo y Elisa García, así como la Escolanía San Salvador que dirige esta última, alumnado del CONSMUPA y del CPM de Oviedo, y solistas puntuales con programas realmente interesantes que dejo aquí:

De lo mucho y bueno merece la pena destacar el Ensemble de tubas del CONSMUPA que reforzará y hermanará el sonido de su «hermano mayor», los propios alumnos de órgano y cámara de los dos Conservatorios de la Corrada del Obispo, así como la Cantata BWV 56 (J. S. Bach) con el barítono Óscar Castillo y la Escolanía de San Salvador que repetirá cerrando ciclo con música del archivo de la S. I. Catedral de Oviedo junto al alumnado del CONSMUPA, pero repito que los programas además de didácticos, repasan un amplio espectro de autores y estilos.

Espero poder asistir a alguno aunque las coincidencias con otros ciclos donde estoy abonado siempre priman, pero la agenda también permite jueves organísticos y no solo en la vecina Catedral de León que continúa con su ciclo dedicado a la integral de Bach.

Bálsamo para el alma

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Viernes 30 de noviembre, 20:30 horas. Real Monasterio de San Pelayo, Oviedo. Concierto de clausura del VIII Ciclo de Música Sacra «Maestro de la Roza». Escolanía San Salvador, Gaspar Muñiz Álvarez (director). Requiem de John Rutter (24/09/1945), estreno en Asturias.

Don Alfredo, Diego y Emilio disfrutaron en el primer banco celestial, pero el público que abarrotó desde media hora antes «Las Pelayas» (como se conoce familiarmente este monasterio que también está bendecido por Santa Clara y seguramente por Santa Cecilia) pudimos tocar el cielo desde el recogimiento, la emoción, la palabra subrayada y sublimada por una música tan bien escrita e interpretada por escolanos, «escolinos» e instrumentistas volcados en las manos y buen hacer de Don Gaspar, digno heredero de mi admirado y siempre querido Alfredo. También sonó su Salve Regina como colofón al homenaje que la Escolanía tributó a Sor Ángeles Álvarez (organista, compositora, directora y gran difusora de la obra del Maestro) al finalizar el concierto, gregoriano en voces blancas con y como  las monjas de clausura en el coro contrapuesto a la sabia polifonía tras la medalla de oro que seguro lucirá con el amor hacia el lenguaje universal de la música unido al de la oración.

La elección de instrumentos por parte del compositor británico está acorde con un dominio minimalista de los recursos para el subrayado de las siete partes de este requiem estrenado en 1985 pero escuchado por primera vez este último viernes de noviembre: órgano (Elisa García Gutiérrez), oboe (Juan Ferriol), flauta (Jorge Caro), cello (Elena Miró), arpa (Miriam del Río), timbales (Jaime Moraga) y glockenspiel (Andrés García). Hay múltiples referencias, homenajes directos e íntimos en el Requiem, pero además cada parte vocal rebusca en colores y matices intrincados, duros por momentos, en especial para las jóvenes voces blancas que se comportaron como campeones, sea el latín o el inglés el idioma utilizado.

Requiem aeternam, italianizado en su pronunciación, completo en un arranque sincero que entrega todo antes de lograr combinaciones siempre inspiradas, emocionadas, bien comunicadas por Gaspar Muñiz batuta en mano.

El arranque de cello para el Psalm 130: Out of the deep supuso también arrancar un girón del alma, sumándose coro, órgano, oboe, círculo que se cerraría antes del Pie Jesu, instrumental con un órgano omnipresente, claro, lleno, apoyando las voces blancas, serpenteando la melodía o rematando un tutti siempre íntimo.

Luz cegadora para el Sanctus – Benedictus, carillones, órgano y arpa ensamblados, voces graves, suma de cello y oboe, timbales, voces blancas, coralidad única en ensamblaje ayudado por la acústica deseada, dirección clara y precisa, entrega sin límites de todos, voces mixtas en perfecta mixura instrumental.

El abismo, lo tétrico del Agnus Dei perfectamente delineado en cada intervención instrumental y vocal, piedad cantada contrapuesta con arpa, madera, el bajón orgánico que nos dará La Paz.

Nueva esperanza en el Psalm 23: The Lord is my shepherd, guiados por arpa, órgano, oboe pastoralmente celestial, voces blancas, música instrumental, partes «a capella», música completa, tributo a Fauré, «nada me falta»…

La esperanza, Lux aeterna con timbales y órgano, «escolinos» con arpa y órgano, siempre Gabriel presente, delicia auditiva con esa vuelta al principio del «descanso eterno» casi deseado, susurrado, acunado y mecido entre algodones vocales.

Anotaciones como guión para intentar describir lo inenarrable, lo inefable: emociones, lágrimas y acto de contrición, penitencia y salvación con esta Escolanía de San Salvador realmente bendecida, voces del cielo acompañadas por unos músicos entregados al hecho religioso desde el propio entorno y un Gaspar Muñiz cuyo sacrificado dolor nos devolvió el placer terrenal. Nada mejor que repetir el Sanctus para liberar tanta tensión.

Las palabras de Ignacio Rico Suárez siempre en su sitio, gratitud y homenajes sentidos, incluido el final a Sor Ángeles con lectura por parte de Lucía Nieto del acta que daba pública fe de La Casa de Todos, sobre todo de La Música.

El trabajo hecho con el corazón parece menos sacrificado, pero la «Escolanía de Don Alfredo» afrontó su mayor reto en estos 40 años de historia, al menos el programa más ambicioso, y el premio merecido además de compartido con todos los asistentes. No podemos pedir más.

GRACIAS desde lo más profundo de mi alma musical.

La Escolanía San Salvador cierra curso

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Viernes 22 de junio, 20:00 horas. Iglesia de los PP. Carmelitas, Oviedo: Concierto Coral «Día europeo de la música», Pueri Cantores y Escolanía San Salvador, directores: Elisa García Gutiérrez y Gaspar Muñiz Álvarez.

Aunque no hacen faltas disculpas para celebrar con música cualquier evento, nada mejor que finalizar el curso con mi querida Escolanía San Salvador, la de Don Alfredo, la de siempre, primero con los Pueri Cantores y después con los escolanos que no cumplen años. Repertorio popular de Asturias al mundo, con armonizaciones y obras de grandes que nos han abandonado pero dejado su legado: Benito Lauret, Ángel Émbil y por supuesto Alfredo de la Roza, siempre formando voces desde el sacrificio. Los pequeños todavía en proceso de crecimiento con unas terceras siempre en el difícil trance de la muda de voz no siempre fácil de encajar en las obras seleccionadas, primeras y segundas bien empastadas y afinadas para ir desgranando A orillas de una fuente, Alsa piripi, Si te dan chocolate, Cuando canta en el árbol o ese «Voga voga, marinero», Stjenka-Rasi que tanto le gustaba a Don Alfredo. Siguieron Zöld erdóben de Kodaly, Widerhall de Erhard Raubuch o el siempre emotivo Amazin grace, con todo el esfuerzo de los Pueri que siempre «llevados de la mano» dirige Elisa, para poner el punto y seguido plátanos en mano del «Oh Lily Banana«, el Day-o de IrvingBurgie, que rompió tensiones y malos tragos para continuar compartiendo, ya con Gaspar al frente las dos obras que abrirían la segunda parte: In stiller Nach (Brahms) y Seguidillas en eco (del «Cancionero de Sablonara«).

Los peques respiraron y llegaba la recta final para los escolanos «de siempre», repertorio clásico y de casa, desgranando Si abrá en este baldrés (del «Cancionero de Palacio«), Ce mois de mai (Clement Janequin), la popular salmantina Ya se murió el burro en armonización de O. Martí, contagioso para ese final de curso, la siempre agradecida polifonía de O. di Lasso y L’ecco, para gozar de La zorra del siempre añorado A. Émbil, ese «jorobado» o «chepu» que decimos en Asturias de la tarantela Gobbo so pare (Jaufrée) pletórica de gozo sin caer en excesos y manteniendo el espíritu, y dos obras tan cercanas y compromtedias coralmente como el Rondó de la jeringosa del candasín Pedro Braña, llevada en el «tempo giusto», o Sal de ahí, chivita en arreglo de Mario Esteban. Aún hubo tiempo para un regalo de película, ese divertimento de The Lion Sleeps Tonight que ponía punto y final a un curso 2011-12 realmente duro para todos donde la música volvió a ser protagonista en su día europeo, aunque para muchos de nosotros TODOS LOS DÍAS SON MÚSICA.

A disfrutar del verano que el otoño llega antes de lo que creemos (y queremos), nuevo curso, nuevas metas, nuevas sensaciones, nuevos retos… siempre desde el trabajo diario y el apoyo familiar para la música coral de esta Escolanía que sigue en pie. Gracias a todos.