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Verbena de segunda juventud

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Sábado 10 de marzo, 20:00 horas. Teatro Campoamor, XXV Festival de Teatro Lírico Español: La verbena de la paloma, pensión completa (música de Tomás Bretón, libreto de Ricardo de la Vega, versión de Maxi Rodríguez). Nueva producción de la Fundación Municipal de Cultura (Teatro Campoamor).

Con un mar de dudas ante la noticia de la fusión por decreto del Teatro Real y de la Zarzuela madrileños, que espero no empeore el estado musical ni sirva de ejemplo para otros «ideólogos», llegaba a Oviedo una de nuestras obras más representativas estrenada en 1894 y que en 2018 necesitaba actualizarse sin perder la esencia del sainete, esta verbena de Bretón que llenaría las dos funciones (no hace mucho teníamos cuatro) que antes de levantarse el telón ya concitaba recelos además de continuar la división de opiniones ante el anuncio en asturiano por megafonía que comienza a ser cansino y dejaré de comentar, si bien he detectado ambientes distintos en cada función.

La representación estuvo dedicada a la soprano tinerfeña María Orán fallecida este sábado y que tantas veces actuó sobre este escenario así como en la Filarmónica de Mieres allá por 1971 con la pianista Ana Mª Gorostiaga a quienes recordaba precisamente el pasado verano.
Llevo comentando hace tiempo lo preocupante que resulta en una producción lírica, ópera, zarzuela y opereta, que se escriba más de la escena que de la música, así que comenzaré por ella y terminaré con aquélla, pues sin los pentagramas solo quedaría teatro.

Con ligeros retoques de la letra en romanzas puntuales para una actualización que no cambia espíritu ni esencia, y alguno más para los textos hablados (Julián tiene familia, ahora especificada en hijos y nietos, unido a los lógicos del ambiente en «La Paloma Resort» para la segunda juventud, un guiño a parte de un público entrado en años), el elenco de voces estuvo a la altura de esta verbena, no ya lo cantado sino en todo lo hablado que es mucho, así que la actuación global fue de primera, comenzando por Don Hilarión interpretado por el barítono madrileño Enrique Baquerizo, siendo de agradecer su entonación, emisión y presencia en un personaje que años atrás era un cómico que cantase mientras ahora es a la inversa. Lo mismo puedo aplicar al Don Sebastián del tenor zamorano Emilio Sánchez aunque el peso musical sea menor, algo apurados para encajar el conocido dúo inicial Hoy las ciencias adelantan.

Continuando con el reparto vocal debo citar a la mezzo Marina Pardo como «Rita la Cantaora», espléndido doble rol con la soleá En Chiclana me crié… acompañada por un virtuoso dúo ruso de violín y piano (Miljin con Bezrodny) que encumbró aún más su voz. Otro conocido de la afición, el barítono coruñés Javier Franco encarnó al Julián celoso porque los sentimientos no cambian con el tiempo, entregado, de voz poderosa que pierde algo de brillo con los años, por otra parte los representados en esta «pensión completa».
Una rubia y una morena siguen escoltando a Julián, La Casta una mezzo habitual de casa, Mª José Suárez siempre solvente, y La Susana de la soprano valenciana Amparo Navarro que nos deleitó en el famoso dúo con Julián Dónde vas con mantón de Manila reposado y empastado desde el dominio de su breve papel cantado.
Del amplio reparto actoral tan necesario en la zarzuela y que es una de las causas por las que no es exportable del todo al resto del mundo, comenzar con la simpática Tía Antonia de Amelia Font aún con la etiqueta de soprano cómica, o Antón Caamaño como Manolo junto a Roca Suárez haciendo un gallego inspector del Imserso que sustituye a la autoridad del sereno, a Fernando Marrot completando partida de naipes con otros dos actores de casa, así como la bailarina y «animadora» mierense Estrella García, junto al vigilante jurado, en vez de sereno, o un salvavidas en la piscina con pito incluido.

Dos integrantes del coro como Yolanda Secades y Cristóbal Blanco tuvieron nuevamente sus seguras y convincentes intervenciones solistas, convertidos en pareja de enfermería y completando un reparto vocal equilibrado al que la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo», que dirige Pablo Moras, sigue sumando enteros en este festival, además de excelentes figurantes en escena con de presencia vocal esta vez más que sobrada en todas las cuerdas en los conocidos Por ser la Virgen de la Paloma.

La Oviedo Filarmonía (OFil) esta vez desde un foso convertido en piscina con azulejillos y escalera, volvía a ser la orquesta ideal desde el Preludio hasta el bis de las seguidillas para un repertorio que es suyo desde su fundación en 1999, y el maestro mallorquín José María Moreno al frente el seguro de concertación con la escena en los doce números musicales donde llevó la partitura con los aires y dinámicas perfectas para una representación cómoda que se hizo corta para el respetable. La OFil sigue sin titular y supongo que los responsables de la misma estén tomando nota de las batutas que están situándose en el podio carbayón.

Como «novedad» esperada en una actualización de organillo verbenero y chulapón ya la preparó Marina Bollaín hace años editando un DVD donde participaron muchas de las voces presentes en Oviedo, colocando La Bomba de King África o posteriormente el Waka waka en otra fiesta callejera (Noche de verano en la verbena de la Paloma) con butanero, peluquera y chiringuito que en Madrid resultó como aquí, división de opiniones entre público y crítica (!). En Oviedo Maxi Rodríguez optó para La Atracción por nuestro paisano Rodrigo Cuevas, autoproclamado Artista total, cantando con «amplificación de hotel» y tocando el acordeón en unos temas bailables propios con letras relacionadas, a excepción de Los pajaritos de Mª Jesús que no podían faltar estando Benidorm y los jubilados como protagonistas de esta peculiar verbena.

Y la recreación, revisión o cambio de escenario para un argumento atemporal de amoríos y celos, partidas de cartas, cotilleos de barrio y la fiesta en el ADN español, solo actualiza intereses. Antes se buscaba «cazar» al rico y ahora sumar pensiones, crítica de sainete y tercera edad ahora denominada segunda juventud con la Costa Blanca destino de tantas familias a lo largo de los últimos 50 años, Balnearios llamados Resorts por anglicismos de moda y los eufemismos cada vez más ridículos, pero Ricardo de la Vega es del siglo XIX y Maxi Rodríguez del XXI, sin complejos desde el respeto a esta joya del llamado género chico.
Basta leer la prensa y ver que la juventud de Mayo del 68 son los pensionistas que ahora protestan por la ridícula subida del 0’25%, los achaques son intrínsecos, el ventolín imprescindible, la limonada está pasa de moda y la media de edad en el Campoamor similar a la representada sobre el escenario. El colorido del decorado, vestuario o luces sigue paralelo al de esta música que en mi juventud sonaba por doquier siendo tan popular como Paula Rojo ahora, así que apostemos por actualizaciones respetuosas que intentan mantener viva una música condenada a morir de seguir sin educación ni presupuestos. Qué bueno sería estrenar zarzuelas que duermen olvidadas en cajones o sin representarse hace lustros, pero «el maldito parné» siempre problemático es el causante de dramas en mayor o menor escala. Al menos las zarzuelas conocidas no suelen fallar las vistamos como sea, y otras van reapareciendo, como La Malqueridaque será el siguiente título de un festival que cumple sus Bodas de Plata.

Más zarzuela en Oviedo

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Jueves 30 de marzo, 20:00 horas. Teatro Campoamor, XXIV Festival Lírico Español Oviedo 2017. Doña Francisquita, comedia lírica en tres actos, música de Amadeo Vives (libro de Romero y Fernández-Shaw). Estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 17 de octubre de 1923.
Producción del Teatro Villamarta, en coproducción con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Reparto vocal principal:

Sonia de Munck (Doña Francisquita), José Bros (Fernando Soler), José Manuel Zapata (Cardona), Cristina Faus (Aurora), Mª José Suárez (Doña Francisca), Enrique Baquerizo (Don Matías), José Manuel Díaz (Lorenzo), Yolanda Secades (Irene la de Pinto).

Equipo Artístico:

Dirección de escena e iluminación: Francisco López. Escenografía y figurines: Jesús Ruiz. Ayudante de dirección: Sonia Gómez. Coreógrafo: Javier Latorre. Director del ballet «Molinero en Compañía»: Alejandro Molinero. Rondalla de la Orquesta Langreana de Plectro.
Coro Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» (Pablo Moras Menéndez, director). Oviedo Filarmonía. Dirección musical: José María Moreno.

Nuevo lleno en un caluroso Campoamor para el segundo título de la vigésimocuarta temporada de zarzuela, la de los recortes que solo nos deja dos funciones de cada, pero que como reza el título de esta entrada Oviedo quiere más zarzuela y sobre todo con la calidad de Doña Francisquita, una verdadera ópera cómica en el templo lírico asturiano. Y apostar por voces de reconocida calidad unidas al equipo habitual del teatro como la OFil y «La Capilla» asegura el reconocimiento del respetable donde su grueso está en los jubilados que han vivido con la zarzuela mientras sus nietos descubren nuestro verdadero musical español que hace tiempo dejó de ser «casposo» para convertirse en algo totalmente exportable.
La partitura de Vives más el libreto de enredo habitual en «los felices 20» organizada en tres actos, con descanso tras el segundo, se ambienta en la literalidad y respeta las partes habladas que se omitían en aquellas grabaciones de pizarra, de vinilo e incluso las últimas llevadas al CD, exigiendo una escena compleja para todos: actores, figurantes (a uno de ellos accidentado en los ensayos se le dedicó por megafonía esta representación), coro, cuerpo de baile y unos cantantes que defienden el texto hablado con igual profesionalidad que sus músicas.

Así pudimos disfrutar de una escenografía de época bien armada desde Andalucía, jugando con los planos visuales en los actos para girarse al final y convertir esas fachadas en una corrala verbenera del corazón más castizo de Madrid.

Vestuario colorido, iluminación apropiada para cada número, movimiento en escena bien organizado con el juego que dan las puertas y «calles», un cuerpo de baile más allá del conocido fandango colocado al final (en vez del más habitual Canto alegre de la juventud) que no funcionó al invitar a palmearlo con el público (ni siquiera en la repetición para ir saludando todo el elenco, creando algo de confusión como dándole la razón al simpático borracho pidiéndolo reiteradamente), y la pareja solista de bailarines marcándose una escena de capa bellísima, complementando al conocido coro de románticos, y por supuesto los cantantes organizados como en el cine, pareja protagonista, los llamados cantantes cómicos más los comprimarios completando con «los de casa» (coro y orquesta donde no faltó la rondalla) una producción jerezana sobresaliente para un título que siempre triunfa allá donde se programa, especialmente con repartos de altura como el que pudimos escuchar en Oviedo.

De los protagonistas una Doña Francisquita de primera a cargo de Sonia de Munck con romanzas tan agradecidas, difíciles y bien cantadas como el «ruiseñor» y el Fernando Soler de José Bros convincente, potente (aunque su «vibrato» puntual en los agudos fuertes siga sin gustarme así como algún momento de nasalización) en un rol que lleva tiempo en su repertorio, además de hacer propio la conocida romanza Por el humo se sabe dónde está el fuego. Los dúos igualados en intención y credibilidad vocal, Siempre es el amor ideal para una pareja que empasta en color y musicalidad.

La Beltrana a cargo de Cristina Faus resultó otra recreación para la mezzo que defendió su papel aunque puntualmente tapada por la orquesta en el grave, pero con un color de voz apropiado al juego dramático que le toca desempeñar, números musicales exigentes como Soy madrileña, el cuarteto del primer acto, la escena del «carnaval» del segundo acto, o la escena Escucha, mi bien con Bros que la valenciana cantó con aplomo y gracejo o en el trío, al igual que el conocido «Marabú» con José Manuel Zapata como Cardona, éste más en la línea de actores cantantes que viceversa, lástima para un tenor que parece haber tenido que renunciar a papeles de más enjundia aunque la simpatía granadina le va muy bien a este personaje, arrancando carcajadas disfrazado de maja.
Excepcional Matías de Enrique Baquerizo, voz hablada poderosa y cantada con el poso que tiene la veteranía unido a una escena de lo más completa, marcándose una mazurca de altura. Doña Francisca por la ovetense Mª José Suárez equiparable al barítono madrileño en un papel mal llamado secundario que reúne textos hablados jugosos y números cantados con el aplomo y seguridad a que nos tiene acostumbrados. También ayudaron a completar con calidad el Lorenzo de José Manuel Díaz, o Irene la de Pinto de la asturiana Yolanda Secades (que de nuevo salta del coro a estos papeles breves pero exigentes). No puedo decir lo mismo de los «comprimarios» como El lañador o La buhonera iniciales que se quedaron cortos de emisión y con más nervios de los deseados pero que también necesitan su rodaje (repitió de cofrade 3º) y fueron ganando en las siguientes apariciones (caso de la aguadora o el cofrade 1º como Sereno).

Buen trabajo de conjunto vocal que redondeó la Capilla Polifónica en un estado vocal idóneo en sus conocidos coros como el citado de «románticos«, presente incluso fuera de escena, aunque tiendan a frenar los tiempos, además de aportar un movimiento sobre las tablas verdaderamente profesional, siendo muchos de sus componentes unos figurantes excelentes.
Desde el preludio hasta el final la OFil sonó bien balanceada desde el foso pese a lo apretados y compartido con el pulso y púa langreano (en vez de utilizarlos en el escenario) necesarios siempre para redondear una función bien llevada por el maestro José María Moreno que hubo de luchar para «tirar» por momentos de algunos números pero manteniendo el equilibrio y mimo necesario para no enturbiar las voces, brillando sin destellos, quedando algo «ocultas» las castañuelas o la propia rondalla en beneficio más vocal que escénico, desde una partitura que conoce a la perfección y siempre a su servicio, como debe ser, más contando con la calidad que brilló en esta primera función, porque Oviedo quiere más zarzuela como esta del jueves.

P. D.: Aquí dejo las primeras impresiones en la prensa regional del viernes: