Viernes 12 de febrero, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Iviernu III: OSPA, Denis Kozhukhin (piano), Christian Vásquez (director). Obras de Grieg y Brahms. Entrada butaca: 15 €.
Lucha de egos
12/02/2021
Asturias, clásica, conciertos, música, piano, sinfónica Auditorio de Oviedo, Brahms, Christian Vasquez, conciertos, Denis Kozhukhin, Grieg, música, música clásica, OSPA, piano, Pierre Frapier 1 comentario
De nuevo Liszt y más Beethoven
30/11/2019
Asturias, clásica, conciertos, música, piano, sinfónica Alejandro González Villalibre, Auditorio de Oviedo, Beethoven, conciertos, Denis Kozhukhin, Garret Keast, Liszt, música, OSPA, OSPATV 1 comentario
Viernes 29 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo: OSPA Abono 3, Beethoven 250: Denis Kozhukhin (piano), Garret Keast (director). Obras de Beethoven y Liszt.
A veces los programas de los conciertos presentan conexiones «inexplicables» y en menos de cinco días volvíamos a escuchar el Concierto para piano y orquesta nº 1 en mi bemol mayor, S. 124 de Liszt aunque hayan sido dos mundos casi irreconciliables y apostando por colocar el concierto único en la segunda parte en vez de mantener el orden casi secular de obertura, concierto solista y sinfonía.
La OSPA, este tercero de abono con Elena Rey de concertino, continúa sin director titular y esta vez el invitado fue el norteamericano Garret Keast, entrevistado en OSPATV, que se mostró buen concertador, de gesto claro pero que no aportó nada nuevo a un programa donde Beethoven volvió a ser el «homenajeado» antes de conmemorar sus 250 años en 2.020.
Es de agradecer escuchar la poco habitual obertura de Las criaturas de Prometeo, op. 43, que pone a prueba a cualquier orquesta y así parecieron tomárselo, «calentando dedos» toda la cuerda en un inicio impetuoso e inseguro donde se vio claramente que el objetivo primordial estaba en cuidar las sonoridades. Buen balance en todas las secciones de la formación asturiana pero sin la garra esperada para un Beethoven al que se le supone esa carga emocional llena de contrastes en esta obra de 1801 aún clásica en factura pero ya con el sello del genio de Bonn y cercana a la sinfonía que cerraría el concierto.
Para la segunda parte nada menos que la Sinfonía n.º 3 en mi bemol mayor, op. 55, “Eroica”, supongo que casi en la genética de toda formación sinfónica y abecedario casi biblia directorial de toda batuta, por lo que se hace complicado conseguir algún detalle diferenciador por parte de todos. De nuevo faltó «punch» a pesar de la claridad de todas las secciones de la OSPA que vuelven a brillar como en los mejores tiempos aunque pecasen de mayor entrega. Alejandro G. Villalibre en las notas al programa (enlazadas al principio en los autores) escribe del «primer movimiento desafiante, altivo y pretendidamente iconoclasta. Desde la decisión de orquestar utilizando tres trompas (lo canónico hubiese sido utilizar dos), hasta sus poderosos y extensos clímax, el autor establece las bases del denominado ‘segundo estilo’ en su producción». Cierto que Keast no acertó en su visión de esta Heróica, con un I. Allegro con brio que pareció caerse en intensidades y tempo, todo muy pulcro pero sin convencimiento ni nada de lo apuntado sobre esta maravilla sinfónica. Probablemente tocó el resorte adecuado para la II. Marcia funebre (Adagio assai) más centrada por parte de todos, jugando con un sonido redondeado y equilibrado, destacando los motivos, ayudado en parte por la disposición de violines enfrentados que logra unas dinámicas ricas por parte de toda la cuerda, presencias claras en las distintas intervenciones de los primeros atriles y ese ambiente donde lo fúnebre tiene motivos de esperanza divina. Irregular también el III. Scherzo (Allegro), falto de mayores claroscuros aunque todo en la línea de aseo y corrección del concierto, con el IV. Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto) más entregado y marcado, puede que por el empuje de la propia partitura con esa orquestación o incluso parafraseando al doctor Villalibre con «un ciclón en las cuerdas» que se quedó en ventolera. La magnitud de «La Tercera» sobrepasa cualquier interpretación y es un placer escucharla siempre, pero debemos exigir siempre más pasión y entrega en un Beethoven al que esta temporada escucharemos sobremanera.
El Concierto para piano y orquesta nº 1 en mi bemol mayor, S. 124 de Liszt nos trajo de nuevo a Oviedo al ruso enamorado de España Denis Kozhukhin (también en OSPATV en un castellano muy correcto) para volver a disfrutar de esta inconmensurable página concertística en su versión sinfónica al completo –la de Argerich y la Kremerata fue con el arreglo para orquesta de cuerda de Gilles Colliard– que no resistió la comparación con el domingo pasado a pesar de contar con todo el arsenal orquestal. Demasiado cercana en el tiempo aunque el maestro Keast concertó a la perfección con Kozhukhin quien apostó desde un virtuosismo esperado y nunca vacío (como él mismo comentaba en la entrevista para La Nueva España que dejo al final de esta entrada), por el vigor, la potencia y la sonoridad plena, desde ese arranque en octavas fuerte y expansivo, el Quasi adagio que nos dejó los mejores momentos de la velada, para ir ganando hasta el final en buen equilibrio con una orquesta centrada, atenta a los detalles desde el podio y disfrutando en primera fila cada intervención del ruso.
Los dos regalos de una Romanza sin palabras, «La canción del gondolero» op. 30 nº 6 (Mendelssohn) y una Primavera, Op. 43 nº 6 (Grieg) dejaron constancia del gran pianista que es Denis Kozhukhin con una riqueza de matices, un sonido limpio y una musicalidad aún mayor en estas propinas solo. Me hubiera gustado que el concierto hubiese acabado con él, pero organizar los programas también tiene opiniones para todos los gustos.
Merienda vienesa en Vetusta
09/04/2018
Asturias, clásica, conciertos, música, piano Auditorio de Oviedo, Beethoven, Cristina Pozas, David Tomàs, Denis Kozhukhin, Joan Enric Lluna, María Rubio, Marius Díaz, Orquesta de Cadaqués, piano, Sara Bitlloch, Schubert, Toni García 1 comentario
Domingo 8 de abril, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo: Jornadas de piano “Luis G. Iberni”: Denis Kozhukhin, solistas de la Orquesta de Cadaqués. Obras de Schubert y Beethoven.
Tras el paréntesis vacacional retomaba mis conciertos, y este domingo el pianista ruso Denis Kozhukhin llegaba a las jornadas “con” piano del auditorio de Oviedo en formato camerístico con varios solistas de la Orquesta de Cadaqués y obras que podemos considerar “grandes éxitos” de la música por formar parte de nuestra memoria colectiva con Viena de nexo: el Quinteto La trucha de Schubert partiendo de la canción homónima de su penúltimo movimiento, y ya sin piano el Septimino de Beethoven del que su minueto fue usado como sintonía en la longeva serie de dibujos animados “Érase una vez…” añadiéndose la letra española cantada por los niños de entonces.
Schubert otorga al piano en este Quinteto en la mayor, D. 667 (opus 114) un papel de reparto compartido más que protagonista, especialmente para las variaciones de su “lied”, donde tiene su momento de gloria aunque las posibilidades de brillo sean superiores a sus compañeros del cuarteto de cuerda (violín, viola, chelo y contrabajo) pero igualmente agradecidos en conjunto, brillando todos al nivel esperado, sobre todo por el buen entendimiento y ajustes en cada uno de los cinco movimientos, para degustar estos “apuntes” que todo melómano (también los solistas) debe preparar antes de acometer el obligado salto sinfónico orquestal del incomprendido compositor vienés, que ni siquiera vio publicado en vida su quinteto.
El Septeto en mi bemol mayor, op. 20 del genio alemán nacido en Bonn y enterrado en Viena también sonó en la capital austriaca de inicios del XIX como hoy transportada en el túnel del tiempo musical a la del norte español, Oviedo más de 200 años después, sin piano pero con el mismo cuarteto de Schubert, sumando clarinete, fagot y trompa, siete solistas de la Orquesta de Cadaqués comandados por la violinista Sara Bitlloch en seis movimientos que se engarzaron entre las toses (im)prescindibles de un auditorio con buena entrada dominical. Emoción en el dialogante Adagio cantabile entre violinista y clarinete aún de recuerdo mozartiano, así como la trompa segura de María Rubio completando un buen trío de viento, contrapeso tímbrico del cuarteto de cuerda en una interpretación con mucho oficio de estos siete músicos sinfónicos que comparten igualmente formaciones de cámara con la misma profesionalidad, buen gusto y amor por la música.
Quedamos con ganas de más piano en esta velada de salón sin merienda para nuestra irrepetible Vetusta, la Viena del norte.
DENIS KOZHUKHIN, piano. Solistas de la Orquesta de Cadaqués:
SARA BITLLOCH, violín; CRISTINA POZAS, viola; MÀRIUS DÍAZ, cello; TONI GARCIA, contrabajo; JOAN ENRIC LLUNA, clarinete; DAVID TOMÀS, fagot; MARÍA RUBIO, trompa.




















