Martes 28 de octubre, 19:45 horas. Sociedad Filarmónica de Oviedo (Teatro Filarmónica), Año 119, concierto 14 del año 2025 (2.094 de la sociedad): Ángel Luis Sánchez Moreno (oboe y director) y Ensemble, Iliana Verónica Sánchez (soprano), Daniel Oyarzábal (clave). Nulla in mundo Pax Sincera, obras de A. Marcello, Vivaldi, Mozart y Bach.
Con el título de Nulla in mundo pax sincera (Nada en el mundo tiene paz sincera) se presentaba el oboísta Ángel Luis Sánchez Moreno (Madrid, 1995) con un Ensemble de dos violines, viola, violonchelo y contrabajo (cuyos nombres no figuraban aunque reconociese alguno), más el siempre brillante y muy solicitado Daniel Oyarzábal (Vitoria-Gasteiz, 1972) al clave, sumándose la hermana de Ángel, la soprano Iliana Verónica Sánchez (Madrid, 1985), con obras del barroco tan agradecido siempre, más el Mozart joven aún con reminiscencias anteriores desde el llamado estilo galante, que hicieron las delicias de una tarde otoñal asturiana.
En las notas al programa con ese título vivaldiano de la segunda obra y primera con el oboe y la soprano, el concierto nos invitaba «a un viaje sonoro hacia esa búsqueda de paz y belleza divina que, aunque profundamente anhelada por la humanidad, permanece fuera de nuestro alcance en el mundo terrenal» y donde las músicas nos ofrecían «un refugio, un espacio que invita a reflexionar que lo humano y lo espiritual aún pueden encontrarse», como así resultó.
Abría el concierto el famoso Concierto para oboe en re menor de Alessandro Marcello que siempre asociaré a la película «Anónimo Veneciano» (Enrico Maria Salerno, 1970), con una bellísima Florinda Bolkan. Como buena obra barroca es un diálogo perfecto entre solista y orquesta con ese Adagio central escoltado por dos ‘tempi’ rápidos (Andante spiccato y Presto) que son una explosión de virtuosismo donde disfrutar de Ángel Luis Sánchez Moreno, bellísimo sonido de oboe, fraseado y arropado por un ensemble plenamente adoptado por el solista que apenas necesitó ejercer de director ante el buen entendimiento de todos.
Nos mantuvimos en la Venecia de este «viaje sonoro» pero con Il Petre Rosso y el aria que daba título al programa, la primera del motete sacro Nulla in mundo pax sincera, mismo orgánico aunque con solo un violín y la soprano Iliana Verónica Sánchez, en un «arreglo» para la ocasión por el tamaño del orgánico comandado por el «concertino» que fue perfecto para arropar la voz de la madrileña, aseado y reflejando la tensión melódica con buenos ornamentos más el ambiente que el cura pelirrojo maestro de música en el Ospedalle Della Pietà refleja en este bellísimo motete sacro.
Salto a la Austria mozartiana y primera intervención en solitario del vitoriano Daniel Oyarzábal que nos ofrecería el primer movimiento de la Sonata para piano en do mayor, KV 279 jugando con los dos teclados para lograr los contrastes dinámicos y la desnudez del clave sin las posibilidades del pianoforte, mordentes, trinos, arpegios y adornos llenos de humor del genio salzburgués con 18 años en una de sus primeras sonatas, y logrando mantener una unidad tímbrica que rodeó todo el concierto.
Así se mantuvo el mismo espíritu optimista y transparente con el Cuarteto para oboe y cuerdas en fa mayor KV 370, compuesto siete años más tarde, con los músicos sentados alcanzando el buen entendimiento para una formación camerística que así lo exige, como el mismo latido para compartir protagonismo con el solista. Tres movimientos de nuevo con el Adagio central introspectivo y exigente en mantener las notas largas del oboe sin perder presencia, y los extremos sutiles con el luminoso Allegro y el ligero Rondó que mantuvieron el equilibrio de un cuarteto para lucimiento del oboísta madrileño con una amplia gama dinámica y articulación perfecta.
La segunda parte la ocuparía por completo «mein Gott» con obras que jugarían con la plantilla, comenzando por el aria de la Cantata 51 Jauchzet Gott in allen Landen (Aclamad a Dios todas las naciones), disfrutando de la soprano y con el oboe «sustituyendo» la trompeta original en el aria pero alcanzando así un empaste, limpieza en el sonido y volumen más recogido, prosiguiendo solo la cuerda en el recitativo con los perlados del clave que son imprescindibles. Iliana Verónica Sánchez posee una buena emisión, con una voz que «corre bien» por el teatro (indicar que todos se colocaron fuera de la caja escénica, en el límite del escenario), tiene el color ideal y estilo para estos repertorios, puede que con un volumen no demasiado grande aunque favorecido por la reducida plantilla elegida, y personalmente con la necesidad de marcar más las consonantes del idioma de Goethe que tan acostumbrados estamos de escuchar, pero su técnica es suficiente para afrontar tanto el carácter como los ornamentos que El kantor de Leipzig exige a las voces «instrumentalizadas» en su época.
Igual de exigente aunque breve la conocida aria Bist Du Bei Mir (Si estás conmigo) BWV 508, más sentida e íntima, buscando la idea de esa deseada «paz celestial» desde la «grandeza divina» con una voz angelical que transmitió la reflexión del encuentro entre lo humano y lo espiritual, con clave en vez de órgano y el ensemble arropando la voz de la soprano madrileña.
Volvería «solo ante el peligro» Daniel Oyarzábal al clave, primero con el Preludio y fuga en do mayor BWV 870 (del segundo libro de El Clave bien temperado), rico en ornamentos, bien fraseado el preludio y clara, además de precisa la fuga, para rebosar de virtuosismo con el Preludio en si menor BWV 923 (que sustituyó, con buen criterio, al programado Preludio y fuga en re menor BWV 875), un salto cualitativo de un Daniel pletórico que igual nos impresiona al órgano que exprime cada clave que le dejan, «un seguro de vida artístico» como le ha definido mi querido Luis Suñén, y Bach siempre es único en sus interpretaciones.
El colofón de nuevo con «su ensemble» al completo para la reconstrucción del Concierto para oboe en do mayor, BWV 1055R, (mejor que con flauta) para lucimiento de Ángel Luis Sánchez Moreno, final de viaje con ese diálogo entre solista, cuerda y continuo donde disfrutar de la magia de «dios Bach» siempre inimitable, padre de todas las músicas, pasando de la introspección al virtuosismo en sus tres movimientos. Un amor de oboe (a falta de oboe de amor en la mayor) con una plantilla para la ocasión que nunca desluce y menos cuando hay complicidad entre todos.
Aún vendrían fuera de programa dos paradas más en este viaje, Händel con el tercer movimiento, Largo, del Trío Sonata para dos violines y continuo en sol menor HWV 393 «Dresden» nº 2, en adaptación para oboe y violín -más cello y clave- y la famosa aria «Lascia ch’io pianga» del Orlando HWV 31, de nuevo con el ensemble y clave (mejor que al órgano original) con una inspirada Iliana Verónica Sánchez que no podía faltar para la ocasión en este concierto tan barroco donde compartir sensaciones y ansia de paz en este concierto comandado por Ángel Luis Sánchez Moreno brillando con su hermana.
PROGRAMA:
A. Marcello:
Concierto de oboe en re menor: Andante spiccato – Adagio – Presto.
A. Vivaldi:
Nulla in mundo pax sincera, RV 630: aria.
W. A. Mozart:
Sonata para piano en do mayor, KV 279 (I. Allegro).
Cuarteto para oboe y cuerdas en fa mayor, KV 370: Allegro – Adagio – Rondeau. Allegro.
J. S. Bach:
Cantata Jauchzet Gott in allen Landen, BWV 51 (aria y recitativo).
Bist Du Bei Mir, BWV 508.
Preludio y fuga en do mayor, BWV 870.
Preludio en si menor, BWV 923.
Concierto para oboe en do mayor, BWV 1055: Allegro – Larghetto – Allegro ma non tanto.

































































































